†
WORLDS
COLLIDE †
Episodio I · CUSTODIOS DEL MUNDO
¡Maldita sea nuestra suerte!-gritó uno de los hombres-¿Por
qué de toda la gente que hay en este país nos ha tenido que encontrar ELLA con
las manos en la masa?
¡Cierra la boca y cálmate!-gritó otro hombre, que corría
junto a él y portaba una maleta enorme y pesada-¡Aún podemos darle esquinazo!
En la puta vida se le ha escapado alguien.-terció otro de
los hombres-Y no es precisamente conocida por dar muertes rápidas e indoloras.
Nos va a joder…
¡Callaos todos, joder!-gritó el cuarto y último-Si seguimos
corriendo, no podrá alcanzarnos por largas que sean sus…
¿Vais a alguna parte, chicos?-preguntó una voz femenina que
reconocieron todos.
…piernas.-terminó, con los ojos muy abiertos del miedo y
haciendo ademán de girarse.
La recién llegada lo cogió del cuello y lo levantó del
suelo.
¿Cuándo me has escuchado decir que tenéis permiso para
marcharos?-preguntó mientras le apretaba con un dedo en un punto de presión-En
pocos segundos, la sangre se acumulará en tus ojos y te explotarán, causándote
la muerte por…
Su cuerpo fue regado por sangre.
…desangramiento.-terminó, con sorna.
Aflojó su mano y dejó caer al cadáver sin ojos. Los otros
tres la miraron con pánico: era muchísimo más alta que ellos, de aspecto imponente,
mirada gélida, rostro implacable, musculatura escultural, pechos
indescriptiblemente enormes, brazos finos, hombros acusados, caderas estrechas
y curvadas, glúteos prominentes y sobresalientes y piernas definidas y
estilizadas, de anchos muslos. Vestía completamente de negro, ataviada con un
top sin mangas, de cuello vuelto y a la altura de las costillas, con zonas
semitransparentes en los hombros y pectorales decoradas con encajes con formas
de flores y hojas, una falda muy corta que apenas le cubría las ingles, unas
botas negras altas hasta casi las rodillas, llenas de correas y hebillas, muy
anchas y con una suela brillante de plataforma muy alta de metal pulido a
espejo, así como un faldón muy largo y vaporoso que le caía desde su cinturón,
cuya hebilla era una cruz invertida, y le llegaba hasta los tobillos. Su pelo
era azul muy oscuro, lacio y muy largo, prácticamente arrastrando por el suelo,
y sus ojos, del mismo color. Su piel era muy pálida y brillante y llevaba las
manos enguantadas con mitones largos de encaje y brazaletes de púas. Por algún
motivo, todos la temían. El que llevaba la enorme caja con asidero estuvo a
punto de dejar caer su botín.
Ni se te ocurra dejar caer eso al suelo.-dijo serena y
relajadamente la joven mujer-¿Acaso no sabes qué llevas ahí?
Se hizo el silencio.
¡Contesta!-imperó la chica cruzándose de brazos.
U…u…una…-tartamudeó el hombre-…una má…máquina.
¿Qué máquina?-inquirió la joven.
E…el…-intentó decir-…el prototipo maquetado del…del MHC, el
Colisionador de Hadrones Medio.
Exacto.-respondió la chica, de aspecto gótico-Y, ¿sabes
quién ha inventado, diseñado, calculado, ensayado, producido, dirigido,
construido, probado y perfeccionado esa máquina?
Pu…pu…pues…-el supuesto ladrón era una presa del pánico-…tú…
¿no es así?
Bingo.-concedió la exuberante mujer-Comprenderás, pues, que
sea una obligación moral para mí el impedir que te la lleves, ¿verdad?
Sí…-el hombre intentó fingir arrepentimiento o convicción,
aun sabiendo que no le iba a servir para nada.
Chico listo.-la chica sonrió macabramente-Me alegra que lo
comprendas.
Lanzó una tremenda patada contra la cabeza del hombre,
arrancándosela y haciéndola salir disparada en medio de un chorro de sangre. La
caja cayó limpiamente al suelo, pero hizo un ágil movimiento para agarrarla y
dejarla con cuidado a sus espaldas antes de que se produjera golpe alguno. Sólo
quedaban dos hombres.
¿Quién os manda?-preguntó la chica.
Silencio.
Lo sabré tarde o temprano.-les espetó-Id despidiéndoos,
escoria.
Así que todo era cierto…-dijo uno de los dos hombres
restantes-…odias al mundo tanto como el mundo te odia a ti…eres
horrible…implacable…letal…inefable.
Eso no es cierto. No del todo, al menos.-le reprochó la
mujer-Yo no odio al mundo, sólo a lo que sobra de él, como sois vosotros, así
como el mundo no me odia…sólo la parte a la que le sobro, que coinciden con los
que sobran en este vasto Universo.
Entonces es verdad.-dijo el otro-Es una bruja despiadada, un
monstruo.
No hagas acusaciones infundadas.-dijo la chica señalándolo
con un dedo-Yo no soy ninguna bruja…
Adelantó levemente una pierna a la vez que ponía sus manos
abiertas una sobre la otra, como si sujetara una pequeña pelota. Entre ambas
manos se formó una esfera eléctrica de pequeño tamaño, como si fuera una
burbuja de rayos.
…sólo soy una maga. Son cosas muy distintas. ¡Jupitel
Thunder!
Soltó las manos. La esfera salió disparada, haciéndose
bastante más grande, casi tanto como su objetivo, contra el que impactó,
liberando una explosión eléctrica que lo lanzó por los aires mientras chillaba
envuelto en una fuerte corriente hasta caer rendido.
¿Qué ha sido eso?-preguntó el que quedaba-¡Aléjate de mí,
monstruo!
El hombre salió corriendo despavorido, intentando alejarse
de la gigantesca mujer, la cual movió levemente una mano, ahuecándose la melena
sobre su hombro derecho. El huidizo individuo cayó muerto al suelo: en su
movimiento de mano, había lanzado una aguja senbon con una fuerza y puntería
tal que le había atravesado el cuello de un extremo a otro, inutilizando su
médula y asfixiándolo.
Malditos hijos de puta…-dijo la chica para sí mientras se
quitaba los restos de sangre-…ya ni en mis lugares de trabajo puedo sentirme
tranquila. ¿En serio creen que les voy a dejar usurpar MI trabajo?
Se acercó a la pesada caja y la asió. Mientras la levantaba
con una mano, con la otra sacó un teléfono móvil de última generación que, tras
marcar la opción de llamada a un número de su agenda, se colocó al oído. No
tardó en responderle una joven voz masculina.
Yamiyuki.-dijo la chica con seriedad-Soy Freya. Tal y como
pesquisamos, ya hay gente detrás del MHC. Un par de modificaciones más sobre el
proyecto y, si tenemos suerte, se abalanzarán sobre mí todas las mafias y demás
de Japón o incluso de fuera de él. Sí, se han colado unos supuestos ladrones de
guante blanco…iba a subir a los laboratorios a echar unas horas de trabajo,
pero he tenido que cambiar de planes cuando he visto que, de manera
inexplicable, han logrado agarrar la caja del prototipo. No, tranquilo, ya lo
tengo yo. ¿Ellos? Muertos…
La chica seguía conversando con su interlocutor. Una sombra
negra pasó momentáneamente por el amplísimo ventanal frente al que estaba la
chica, de pie en medio de un pasillo lleno de sangre y cuatro cadáveres.
¿Cómo me va a preocupar que alguien pueda escucharme?-le
preguntó-Si es justo lo que estoy deseando: pillar a alguien espiándome para
poder hacerlo polvo lenta y agoniosamente.
Un enorme helicóptero negro de combate equipado con varias
armas en los laterales se posó frente al ventanal, como si mirara fijamente a
la chica, que parecía llamarse Freya.
Oye, te tengo que dejar.-avisó la chica-Hay un helicóptero
de muchos metros frente a mí. Sí, no te preocupes, en menos de diez segundos
será plasma. ¡Nos vemos!
La chica colgó, se guardó el móvil y dejó su preciada caja
detrás de ella.
Negras movemos primero.-dijo Freya con una expresión
beligerante en su rostro-Encaja esta técnica especial del Combate Floral…
¡Tormenta Letal de Hibiscos y Rododendros!
La chica saltó a la vez que el helicóptero empezó a disparar.
En el punto álgido de su salto, se colocó en una grácil pose señalando al
enorme vehículo y, desde detrás de ella, emanó un feroz viento que arrastraba
coloridos y frondosos pétalos de flores de hibisco y rododendro. El ventanal se
hizo añicos, las balas del helicóptero se perdieron y las flores arrollaron
todo cuanto la chica señalaba. En medio de una sonora y humeante explosión, los
pedazos del vehículo llovían hacia la poco concurrida calle que rodeaba el
edificio. Sin perder un segundo, la enorme joven agarró su caja y saltó por la
forzosamente abierta ventana, dejándose caer con los brazos extendidos y las
piernas estiradas y ligeramente separadas. Su faldón y su kilométrica melena
ondeaban salvajemente mientras descendía en caída libre desde aquella planta de
media altura del enorme rascacielos en el que se encontraba. Cuando por fin vio
el suelo, juntó las piernas, alzó los brazos y se preparó para caer. Cayó
acuclillada, sujetando férreamente su caja y haciendo una grieta notable en el
suelo. Observó el panorama: el aparcamiento, a cielo abierto, era pasto de las
llamas y el humo. No había supervivientes en el helicóptero. De todos los
coches, sólo un enorme y lujoso carro negro estaba intacto. Sacándose el mando
automático de un bolsillo oculto del faldón, Freya abrió el coche y dejó la
caja en el maletero, tras lo cual se subió, arrancó y salió de allí. Encendió
el reproductor de música y comenzó a sonar una canción.
Rumbo a la universidad.-dijo la chica mientras manejaba el
volante con destreza y decisión.
. . .
Yamiyuki Kuroi, supongo.-dijo una voz tras un árbol.
El chico, que estaba de pie en los jardines de su facultad,
no se inmutó. El árbol que ocultaba a su interlocutor reveló su posición, como
si tuviera brazos para moverlo. Lo tenía a su espalda, por lo que se giró y
clavó en él sus brillantes y profundos ojos de color rojo molibdeno. En el
instante en el que giró, su majestuosa y lustrosa melena negra, lacia y larga
hasta el suelo, ondeó de manera vaporosa, recubriendo y capeando su cuerpo,
esbelto, escurridizo y muy alto. Su piel, casi del color de la nieve,
resplandecía con los anaranjados rayos solares del atardecer. No necesitó hacer
nada, pues el árbol lo estranguló. Se apartó su enorme melena de encima,
revelando una larga gabardina de color rojo sangre con tres cruces blancas
dibujadas en la parte baja del faldón. Debajo de la misma, llevaba una camisa
negra, un pañuelo blanco, unos pantalones negros con cadenas y unas botas altas
de color negro y suela alta con cordones plateados. Destacaba su llamativo
cinturón de color rojo muy saturado, con hebilla plateada en forma de pentáculo
invertido.
¿Para qué me buscáis?-preguntó taimadamente el misterioso e
imponente joven-Sí, sé que estáis ahí. Puedo oler vuestro miedo.
Sólo el silencio le respondió.
Mis clases han terminado por hoy.-dijo el chico-Tengo todo
el tiempo del mundo para interrogaros…y os aseguro que nunca se me escapa la
verdad. Salid, cobardes. Al fin y al cabo, yo sólo soy uno, ¿no?
Se oyeron susurros entre los arbustos. Pronto, el chico se
vio rodeado por varios hombres trajeados armados con rifles de asalto.
Patéticos.-dijo el chico al ver el panorama-Indescriptible y
avaramente patéticos.
Chasqueó los dedos, haciendo que todos cayeran muertos.
Venga, el que falta.-dijo-Sé que te has estado
reservando…aunque no sé para qué.
De detrás de él salió otro hombre dispuesto a apuñalarlo con
una bayoneta que llevaba encajada en el rifle de asalto. El tal Yamiyuki se
giró y le dio una patada en la boca del estómago, haciéndole escupir un chorro
de sangre que fluyó por su camisa y parte de su cuello. Acto seguido, encogió
la pierna, dejándolo caer al suelo, momento que aprovechó para agarrarlo por la
espalda y atraparle el cuello con una ágil llave.
Tardaré en romper tu cuello más o menos según lo que
hables.-dijo el chico con su penetrante y calmada voz-Te aseguro que no es como
en las películas. Ese crujido que te mata instantáneamente será demasiado
bonito en comparación con la forma en la que lo hacemos los de mi estilo…
No hablaré.-dijo el hombre-Te necesitábamos vivo, pero veo
que hemos fracasado.
¿Seguro que no vas a hablar?-preguntó el chico mientras
hacía una levísima presión con sus brazos.
Al hombre comenzó a dolerle muchísimo el cuello. Le
ardía; deseaba que se lo amputaran.
¡AHHHH!-chilló-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!
Deja de gritar.-dijo Yamiyuki-Estamos en un lugar público.
¡MÁTAME!-gritó, cuasi enloquecido por el dolor-¡DE TODAS
MANERAS, NO VOY A DESEMBUCHAR!
Maldito seas.-le espetó el chico-Descansa en la más putrefacta
discordia.
Un sonoro crujido espantó a las aves que había en las copas
de los árboles. Con la cabeza colgando, el individuo se desplomó sobre el
suelo. Se dio la vuelta, dispuesto a alejarse, cuando vio un enorme y brillante
coche negro de lujo acercándose hacia el lugar. Aparcó frente al edificio. No
se podía ver el interior del vehículo, pues las lunas estaban fabricadas de una
manera tal que sólo podía verse el exterior desde el interior del vehículo,
pero no viceversa. Se abrió la ventanilla del copiloto, dejando ver a la
conductora del vehículo.
¡Freya!-exclamó Yamiyuki mientras corría hacia el coche.
Asomó su cabeza por el hueco. El aroma floral y femenino del
interior lo saludó cándidamente. La música que sonaba también le gustó.
Veo que tú también has tenido deberes…-dijo Freya
señalándose el cuello.
Yamiyuki se miró el pañuelo: su blancor se había teñido de
rojo sangre.
Esa gente estúpida de traje y corbata.-respondió-Parecen
clones y son unos auténticos inútiles.
Me huelo a varios hijos de perra que han podido
mandarlos.-contestó la chica-Ha llovido un helicóptero en mi oficina y ha
destrozado todos los coches del aparcamiento salvo el mío… ¡qué casualidad!
Aquí han aparecido varios muertos entre los
jardines.-respondió el chico-Aunque siento como si nos estuvieran clavando los
ojos en la nuca, ¿sabes? Creo que ésta no es una simple historia de mafias por
el monopolio científico…
Desgraciadamente, yo también lo pienso.-comentó Freya-Me da
que hay algo gordo detrás de todo esto…y será mejor que lo descubramos antes de
que vuelva a reinar el pánico, ¿no crees? Total, mientras yo viva, la mafia
nunca controlará a la ciencia ni a la tecnología. Esas áreas son mi monopolio.
No temía lo contrario.-dijo Yamiyuki-¿Por dónde empezamos?
¿Por donde siempre?-preguntó Freya con una sonrisa cómplice.
Está bien…-concedió el chico.
Sube.-le exhortó la chica.
Yamiyuki subió al vehículo, dejándose envolver del todo por
el dulce y seductor aroma del interior. La ventanilla que estaba a su lado se
cerró, perfeccionando por completo la calidad del audio, permitiéndole
disfrutar de los maravillosos gustos musicales de su, al parecer, compañera.
Japón iba a tener que decirle adiós a la tranquilidad… ¿o tal vez no sólo
Japón?
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