V: Stracciatella
¡Soltadme, cabrones!-gritó Izaya.
La tenían agarrada por los brazos y por las piernas entre
cuatro personas. Una quinta persona apuntaba a su abdomen con un enorme bate
metálico lleno de clavos.
¡NO!-gritó al ver que el que sujetaba el arma la lanzó
contra ella.
Iba a ser golpeada en medio de un músculo con aquella
cosa…podría morir fácilmente, antes o después de perder el conocimiento por el
dolor…
¡NO!-chilló de nuevo.
Se encontró tirada en el suelo. No había ningún hombre
trajeado ni ningún bate. ¿Una pesadilla? Se miró: estaba prácticamente desnuda,
con el traje con el que bailó. Al mirar a su alrededor, vio que estaban,
también esparcidos por el suelo, Ayashi, Saito, Xing Yi y Ririka.
¿Chicos?-preguntó Izaya, a quien le costaba moverse y era
presa de un agudo dolor de cabeza.
Vio moverse ligeramente a Ayashi.
¿Qué…-preguntó levemente mientras entreabría los ojos.
Al segundo, abrió los ojos como platos y se incorporó como
si la hubieran accionado con un resorte.
¿Dónde estamos?-preguntó-Me duele todo…
Miraron a su alrededor: barrotes. Estaban en una especie de
celda muy grande.
¡Eh, hombretón!-Ayashi agitó un hombro de Saito con una
mano-¡Despierta, estamos jodidos!
¡Me duele todo el puto cuerpo como si hubiera estado
descargando camiones de ladrillos y no es de follar!-gritó Xing Yi mientras se
incorporaba-¿Cómo ha…
Se quedó callado al ver el panorama. Saito se incorporó sin
poder evitar un gesto de dolor.
Mi puta cabeza…-se quejó.
Oh…-oyeron una tenue voz-…no…
Se giraron: era Ririka.
¿Dónde estamos?-preguntó la chica rubia, asustada-¿Qué ha
pasado?
Haced memoria…-dijo Izaya-…casi nos matan en el club, nos
íbamos a ir y, justo cuando nos acercamos al coche…
Apareció Ririka y pateó varios culos en serie.-dijo
Ayashi-De eso me acuerdo. Para haberla grabado…
Y luego…-dijo Saito-…joder, no me acuerdo. Si yo no bebo,
¿por qué coño me pasa esto?
Yo tampoco bebo…aunque anoche me podría haber bebido un buen
cóctel de lefazos y esos cabrones me lo impidieron.-dijo Xing Yi-El caso es que
tampoco me acuerdo de cómo hemos llegado hasta aquí.
¡Cloroformo!-exclamó Izaya-Nos forzaron a oler unos
pañuelos, ¿no es así?
Joder…-dijo Ayashi-…como en las películas. Vamos, que
estamos secuestrados. Esto nos pasa por ir a trabajar.
¡Tenemos que salir de aquí!-dijo Ririka asustada.
¿Por qué tienes tanto miedo?-dijo Saito.
¿Acaso no es normal tenerlo?-intervino Izaya-¿Tú no estás ni
siquiera nervioso?
El dolor de cabeza que tengo no me deja sentir ni
padecer.-dijo Saito.
Si nos han dormido con cloroformo, se nos pasará.-dijo
Ayashi.
¿Cómo vamos a salir de aquí?-preguntó Xing Yi rascándose la
nuca-Esa puerta parece demasiado sólida. Y… ¿dónde estará Mirumi? Estoy
preocupado por él…
¡Oigo pasos!-susurró Izaya-¡Viene alguien! ¡Vamos a hacernos
los dormidos, a escuchar lo que vayan a decir y, si abren la puerta, les damos
una puta sorpresa!
Sin decir ni media palabra, todos se tiraron al suelo,
simulando poses de estar en un sueño profundo y con todo el cuerpo relajado. Se
abrió la puerta que había al otro lado de la celda. Oyeron dos voces.
¿Éstos son los rehenes?-preguntó una voz de hombre.
En efecto.-respondió otra voz, también masculina-Eran los
novatos de barra…se nos pusieron chulitos y tuvimos que suavizarlos con un
chute de cloroformo. Míralos, aún están dormidos…
¿Qué hacemos con ellos?-preguntó la otra persona.
Lo que los jefes quieran.-respondió-Supongo que matarlos y
vender sus órganos, o traficar con sus servicios…
La verdad es que la del pelo azul es una ricura.-dijo uno de
los hombres.
Como no se va a enterar…-dijo el otro hombre-…voy a abrir la
jaula y le tocamos las tetas y el coño un poco, ¿te parece?
¡Cómo no!-respondió la otra voz.
Oyeron cómo abrían la pesada cerradura y corrían la puerta,
que chirriaba levemente. Comenzaron a sentir sus pasos muy cerca de ellos.
Justo cuando iban a agacharse para tocar a Izaya, recibieron un susto que los
dejó indefensos. A uno de los hombres lo agarraron por el cuello unas fuertes y
robustas piernas, mientras que al otro lo agarraron otras piernas por los
tobillos.
¡HAAAAAAH!-gritó Izaya.
Con el cuello del hombre entre sus tobillos, dio una
voltereta hacia atrás y lo estampó de cabeza contra el suelo.
¡YIIIAH!-gritó Xing Yi.
Agarró los tobillos del otro hombre con sus piernas,
arrastrándolo hasta tirarlo al suelo, donde le saltó encima y le estampó la
cabeza con un golpe de palma.
¿A quién dices que vas a tocar, grandísimo mamón?-preguntó
Izaya mientras le pisaba la nuez al hombre con el tacón-¡Llora suplicando
perdón, puta!
Ayashi, Ririka y Saito salieron de la celda.
Me pone mucho Izaya cuando se pone así.-comentó Saito.
Ésa no es manera de tratar a una dama.-dijo Xing Yi
acercándose al hombre al que había sometido-Si no fueras más feo que una
fístula en el culo, te violaría aquí mismo, pero…ni para eso vales.
Las llaves.-dijo Izaya-Suelta las llaves de todas las
celdas. ¡Ahora!
El hombre le escupió a la chica en la cara, pero, por estar
tumbado en el suelo, no le llegó, por lo que el escupitajo le resbaló por el
hombro a la chica. Con una cara de asco desmedido, Izaya agarró al hombre, le
dio vueltas en el aire y lo lanzó contra una pared, dejándolo inconsciente. El
otro hombre se levantó y corrió hacia la joven, pero Xing Yi lo interceptó
dándole una fuerte patada lateral en el cuello, dejándolo sin aire durante un
tiempo suficiente como para que cayera inconsciente.
Bravo.-dijo Saito mientras se disponía a cachear al hombre
que había noqueado Izaya.
Xing Yi hizo lo propio con el que había ahogado. Al rato,
consiguieron sacar un manojo de llaves.
Nos lo llevamos.-dijo Saito-Una de estas llaves podría
permitirnos salvar a Sanagi…suponiendo que esté aquí.
¿Ninguna idea de dónde estamos?-dijo Ayashi antes de que se
pusieran en marcha.
Ni la más mínima.-dijo Saito-Pero…saldremos de aquí.
O lo intentaremos…-dijo Ririka.
No seas gafe, querida.-dijo Xing Yi-Si no nos hemos muerto
ya…
Abrieron la única puerta que había allí, por la que habían
entrado los dos hombres. Al cruzarla, se encontraron en un enorme pasillo con
varias puertas y un pasillo perpendicular a un nivel superior al que no podían
llegar desde donde estaban. Oían un ruido muy tenue, como unos pasos con
zapatos de tacón…pero lo escuchaban lejano.
Creo que preguntando amablemente no vamos a encontrar la
salida…-dijo Saito.
No me gusta un pelo este pasillo.-dijo Ayashi.
Buena intuición.-dijo una voz familiar.
Se giraron. La mujer de la cola de caballo y el cabello
castaño estaba allí, acompañada del hombre rubio engominado y el moreno del
flequillo largo. El hombre de la trenza no estaba con ellos, pero, en su lugar,
había un chico de aspecto bastante joven, no muy alto y con el pelo verde
recogido en una trenza, así como una chica rubia de cabello ondulado con dos
mechones recogidos con lazos negros.
Mierda.-dijo Ayashi-Mierda…
Los cinco individuos trajeados sacaron sus pistolas y
abrieron fuego. Los cinco rehenes se separaron, escondiéndose tras tramos de
escalera, cajas y cualquier cosa que veían por los pasillos. El chico del
cabello verde se asomó a una caja, siendo sorprendido por un robusto puño que
lo golpeó de lleno. Saito salió de su escondrijo, lo agarró y se volvió a tirar
detrás de la caja, donde comenzó a intercambiar golpes con su presa. El moreno
del flequillo largo y el rubio del cabello engominado, que parecían ser
inseparables, surcaron juntos el pasillo en un sentido. Xing Yi y Ririka, que
estaban escondidos tras columnas, el uno frente a la otra, los sorprendieron y
los abatieron de una patada a cada uno. La chica rubia, siguiendo una orden de
la chica de la cola de caballo, corrió hacia una de las puertas más cercanas.
Ayashi saltó sobre ella desde lo que le pareció la nada, tirándola al suelo.
Ahí, comenzaron a intercambiar guantazos, patadas, rodillazos y codazos con
mucha furia. Pistola en mano, la mujer de la cola de caballo subió por las
escaleras de la otra punta del pasillo. Izaya apareció de debajo de las mismas,
agarró la barandilla, se encaramó a ella y, dando una voltereta sobre la misma,
cruzó hacia las escaleras, golpeando con ambas piernas sucesivamente a la chica
y tirándola por las escaleras.
Tenéis a un rehén más.-dijo Izaya desde su posición-Decidnos
dónde está e indicadnos la salida si no queréis que la fiesta se alargue.
La mujer de la coleta respondió sacando su pistola y
disparando repetidamente. Izaya saltó hacia el hueco de las escaleras, pero no
llegó a tiempo a cazar a su objetivo, que se había levantado y se alejaba
disparando sin mirar, por lo que no acertaba en sus tiros. Al pasar por al lado
de donde estaban Ayashi y la chica rubia, esta última se quitó a la joven de
cabello naranja de encima de una patada y le hizo una llave que acabó por
chocarla contra una pared, aprovechando el desconcierto para unirse a su
compañera. Oyeron un fuerte golpe y vieron al chico de la trenza verde salir
por los aires con una sonrisa victoriosa. Los dos hombres restantes estaban
disparando a bocajarro mientras Ririka y Xing Yi jugaban al escondite.
¿Oyes eso?-preguntó el chico de la trenza-Se acabaron las
complicaciones.
¡Sí!-dijo la chica rubia.
El mismo sonido que habían escuchado al entrar en el pasillo
se había intensificado.
¿Qué demonios…-se extrañó Xing Yi mientras escoltaba a
Ririka hacia el resto del grupo.
Es hora de que muráis, cabrones.-dijo el hombre rubio.
Sí…vais a tener una muerte dulce.-lo respaldó el del
flequillo.
¿Perdona?-dijo Saito desafiante.
Es hora de que muráis por los excesos de la dulce
Stracciatella.-dijo la chica de la coleta con una sonrisa pérfida.
No me apetecen dulces ahora, gracias.-dijo Ayashi, quien
tenía varias magulladuras.
¡STRACCIATELLA!-gritó la chica de la coleta-¡BAJA!
Tras gritar, estampó una bomba de humo en el suelo. Entre la
cortina de negro humo, los rehenes no podían ver nada más que las siluetas de
los trajeados haciéndose cada vez más pequeñas. Cuando el humo se hubo
disipado, vieron que algo bajaba del pasillo superior. Cayó frente a ellos sin
hacer apenas ruido. Se levantó y se puso frente al grupo. Era una mujer de piel
muy pálida, ojos azules, una mirada mística, una larga melena negra y lisa
hasta la altura de los muslos, un cuerpo extremadamente delgado, un ostentoso
vestido de encaje rosa y blanco con flores de tela cosidas por toda la falda,
medias de rejilla y unos voluminosos tacones de aguja con plataforma de color
azul eléctrico.
¿Qué coño es esto?-preguntó Saito impaciente.
La extraña mujer, de apabullante estatura, les sonrió con
lascivia.
¿Eres anoréxica, tía?-la provocó Ayashi.
Me parece, Saito, que éste va a ser un asunto entre
mujeres.-dijo Xing Yi al ver cómo había cambiado el brillo en los ojos de Izaya
y Ayashi.
Esto…-dijo Ririka.
La mujer se puso a jugar con su pelo mientras les sonreía
con cara de perversión. Comenzó a acercarse a ellos con lentos y sensuales
pasos, contoneando su marcada cadera.
Oh, Dios mío…-dijo Izaya-…me estás poniendo enferma tía. Eh,
Saito, ¿ésta te pone mucho? Lo digo por desfigurarle más o menos la cara…
No me da la talla, tía.-respondió Saito.
Haciendo caso omiso de los comentarios, siguió caminando
hacia el grupo, acercándose peligrosamente. Ririka apretó el puño y se lanzó
patinando hacia ella, lanzando una patada alta cuando estuvo lo suficientemente
cerca. La gigantesca mujer se ladeó y lanzó una patada con la pierna izquierda
por detrás de su cuerpo, fustigando a Ririka y lanzándola al suelo.
¡Eh!-gritó Ayashi-¡No te pases!
Ayashi e Izaya se lanzaron a por la chica. Izaya fue la
primera en intentar luchar, lanzándole un puñetazo, pero se llevó un golpe de
las puntas de los dedos de la mujer, golpeándose con una pared. Ayashi lanzó
una sarta de estilosos y ágiles puñetazos, pero la extraña mujer, que parecía
responder al sobrenombre de Stracciatella, los esquivó todos, contraatacando
con una patada para la cual echó todo su cuerpo hacia atrás salvo la pierna con
la que golpeó, lanzando a su contendiente. Izaya volvió entonces a la carga,
saltando y embistiendo a la mujer por un flanco con las dos piernas juntas.
Tras estamparla en la pared, la agarró de la cintura, le dio la vuelta y la
estampó contra la otra pared. Sin darle tiempo a reaccionar, le cruzó la cara
de un puñetazo y se la volvió a cruzar para el otro lado con una patada alta.
La mujer se deshizo de su atacante con un manotazo y un golpe con la otra mano
en forma de zarpa. Tras ello, sacó un larguísimo látigo de su vestido y comenzó
a hacerlo ondear en el aire. Lo hizo restallar contra el suelo en señal de
aviso. Izaya le levantó el dedo corazón de la mano derecha, a lo cual
Stracciatella respondió con una lasciva sonrisa.
Volvió a ondear su látigo en el aire y lo estampó con
vehemente furia contra Izaya, haciéndola chillar de dolor tan fuertemente que
eclipsó el fuerte chasquido del latigazo. Entre tenues risotadas, la mujer daba
un latigazo tras otro a Izaya. Ayashi, Saito, Xing Yi y Ririka se lanzaron a
ayudarla, pero fueron lanzados por los aires con varios latigazos. La esbelta y
sádica mujer se acercó entonces a Izaya, que estaba hincada de rodillas. La
tiró al suelo de una patada y le pisó la barriga con su enorme tacón,
haciéndola chillar más aún. Los cuatro compañeros se levantaron y se lanzaron
de nuevo en su ayuda, pero la mujer lanzó un manojo de lo que parecían
bisturíes contra ellos. Al ver lo fácilmente que se clavaban en las paredes, en
el suelo y en el techo, se quedaron quietos. En un alarde de cabezonería, Izaya
agarró la pierna de Stracciatella, se la quitó de encima y la zarandeó hasta
tirarla al suelo. En ese instante, se levantó, se acercó a ella y esquivó una
patada que le lanzó para contraatacar, aprovechando el momento para agarrarle
la pierna, levantarle todo el cuerpo del suelo y, agarrándola de la otra
pierna, lanzarla girando sobre sí misma en horizontal hasta estamparla contra
las escaleras. Para sorpresa de todos, se levantó al instante y, como si los
hubiera sacado por arte de magia, lanzó un abanico de bisturíes y escalpelos a
Izaya, que rodó hábilmente hasta quedar tras una caja en la que se clavaron
todos los objetos. Los pasos de Stracciatella eran firmes y sonoros, lo que
permitió a Izaya sorprenderla y embestirla con una brutal patada en la cabeza.
En ese instante, una masa negra cubrió sus ojos: el pelo de Stracciatella
comenzó a volar por los aires hasta caer a los pies de Saito.
No me jodas…-dijo Saito.
Con razón estabas literalmente plana, cabrona.-dijo
Izaya-¡Eres un puto tío!
¿Un travesti?-preguntó Ayashi-Aquí no discriminan a
nadie…cada asesino es más raro que el anterior.
¡Esperad!-dijo Xing Yi antes de que Saito se lanzara a por
él-¡Dejádmelo a mí! Está muy bueno y, vestido como la zorra que seguro que es,
tiene un punto caliente. ¡Ven aquí, perrito!
Xing Yi corrió hacia el extraño hombre, que lo interceptó
con una patada voladora. El joven se estabilizó y cayó acuclillado,
aprovechando las piernas flexionadas para correr de nuevo hacia el travesti y
lanzarle una patada directa al cuello. El asesino la bloqueó, pero el coreano
no se dio por vencido y, girando en sentido contrario a su contrincante, se
agachó y soltó un barrido con una pierna que lo hizo caer al suelo. Antes de
que se levantara, lo agarró de los tobillos, se puso de espaldas a la pared, lo
levantó con una pierna y lo atrapó entre sus brazos.
Veamos de qué pasta estás hecho…-dijo Xing
Yi-…Stracciatella.
Le levantó la enorme falda y comenzó a azotarle el trasero.
¡Has sido un chico muy malo!-dijo Xing Yi-¡JODIDAMENTE MALO!
El coreano le rasgó la falda y le bajó la ropa interior. Al
rasgarle la falda, su látigo, oculto, cayó al suelo. Lo cogió y observó que el
mango era bastante rígido. Se lo introdujo en el ano, haciéndolo chillar.
Buscad a Mirumi.-dijo Xing Yi-Aquí ya no hay nada que hacer.
Pero…-dijo Ayashi.
Sé que es peligroso.-dijo el chico mientras le daba vueltas
al látigo dentro del ano de Stracciatella-Asumo los riesgos de lo que me pueda
pasar…no sabemos qué es de Mirumi…
Este cabrón podría matarte…-dijo Izaya-…¿estás segur…
¡Que me lo voy a follar, joder!-dijo Xing Yi-No me importa
que me veáis hacerlo, pero es por si la escena os perturbaba. Y lo de Mirumi va
en serio. No podemos abandonar a un colega.
Ririka se escondió detrás de Saito, ruborizada. Xing Yi le
extrajo el látigo al asesino, que estaba inmovilizado. Se desabrochó los
pantalones.
¡VAMOS!-gritó arrancándose los calzoncillos de cuajo-¡VOY A
MONTARME A ESTE CABRÓN ANORÉXICO, OS ALCANZARÉ EN CUANTO LE SALGA MI LEFA POR
LA PUTA GARGANTA!
El pene del chico era muy grande, y estaba muy duro,
completamente erecto y con el glande totalmente descubierto. Rasgando por
completo el vestido de Stracciatella, que pataleaba, lo sentó encima de él,
penetrándolo de golpe.
¡TE MATARÉ POR ESTO!-Stracciatella soltó un estridente y
afeminado grito-¡JURO QUE TE MATARÉ!
¡Te la tenía que haber metido en la boca, maldito!-gritó
Xing Yi-¡Hablas demasiado!
El coreano se levantó, poniendo a Stracciatella a cuatro
patas contra la pared, momento en el que comenzó a penetrarlo de manera
frenética.
Mejor nos vamos, ¿eh?-dijo Saito mientras corría hacia las
escaleras.
La verdad es que él se lo ha buscado.-dijo Ayashi-Él venía a
matarnos…
Visto así…-dijo Izaya.
…-Ririka no sabía qué decir.
¡VOY A DEJARTE ABIERTO HASTA EL AMANECER!-oyeron gritar a
Xing Yi-¡ERES MI CHIVO EXPIATORIO! ¡TÚ Y TU MIERDA DE MAFIA, SECTA O LO QUE SEA
ME JODISTEIS LA ORGÍA DE MI VIDA! ¡TOMA MIS GANAS DE CABALGAR CONCENTRADAS AL
MÁXIMO EN TU SUCIO CULO!
No quiero escuchar eso más, por Dios.-dijo Saito-Vamos a
cruzar esa puta puerta.
Sin perder ni un segundo, el corpulento joven tiró la puerta
de un puñetazo. No podían creerse su suerte al ver una salida que daba a la
calle. Un reloj de pared marcaba que eran las cuatro de la madrugada. Habrían pasado un par de horas inconscientes
por el cloroformo…pero no pudieron pararse a pensar en eso, porque vieron a
varios hombres trajeados obligando a Mirumi a caminar a punta de pistola.
¡SANAGI!-gritó Ayashi.
Los hombres trajeados se giraron y comenzaron a disparar
contra el grupo. Escondido tras una columna, Saito comenzó a meterse las manos
por su pelo.
¿Sabéis por qué se desplomó el negro de la trenza?-preguntó
Saito.
¡No es momento para acertijos!-dijo Izaya mientras se
resguardaba de las balas en la columna de al lado.
Le solté un navajazo.-dijo Saito sacando una navaja muy
grande de su pelo.
Abrió el arma y se lanzó sigilosamente hacia la multitud,
apuñalando a tres hombres en zonas alejadas de órganos vitales. Tras ello,
desarmó a otro de un navajazo y lo lanzó por los aires de una elegante patada.
Ririka lo siguió patinando hasta llegar a un par de hombres a los que pateó en
la cabeza saltando entre ellos y abriéndose de piernas. Quedaba un hombre, que
apuntó con un revólver muy pesado a Mirumi.
Ni un paso más.-dijo-O vuestro compañero muere.
Una real mierda.-dijo una voz detrás de él.
Xing Yi apareció lleno de sangre detrás de él, lo pegó a su
cuerpo con una pierna y se dobló hacia atrás, dislocándole el cuello del
impacto.
¿Qué te ha pasado?-preguntó Saito.
Me ha dado de lo lindo…-dijo Xing Yi mientras caía de
rodillas en el suelo.
Ayashi se acercó a él corriendo. Le quitó el chaleco y vio
la cantidad de cortes sangrantes que había en su cuerpo.
¡Santo cielo!-gritó Ayashi mirando a todos-¡O salimos de
aquí, o no lo contará!
Xing Yi…-dijo Mirumi-¡GRACIAS!
De…-dijo el joven de cabello verde sonriendo-…nada…
Se desplomó. Entre maldiciones, Saito rompió los cristales
de la puerta de salida y les hizo una señal a los demás para salir. Tenían que
buscar el hospital más cercano o, de lo contrario, su compañero, que se había
sacrificado para neutralizar al peligroso asesino y había logrado que Mirumi no
fuera definitivamente raptado, podría morir en breves instantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario