†
WORLDS
COLLIDE †
Episodio XXIV · TODO O NADA
Freya y
Yamiyuki llegaron a aquel heterogéneo paraje con la prontitud que los
caracterizaba. Se rodeaban de bosque, pero, a pocos pasos, había un rocoso,
escarpado y desnudo acantilado bajo el cual se extendía una enorme playa. El
chico había acudido ataviado con una gabardina naranja larga y con vuelo bajo
la cual llevaba una camiseta térmica negra de cuello vuelto muy ajustada que
marcaba todos sus músculos, unos pantalones ajustados del mismo color y unas
botas altas de estilo militar, también negras, con los cordones rojos, a juego
con el cinturón con el que se sujetaba los pantalones. En sus manos llevaba
mitones negros con ribetes rojos. A su lado se alzaba Freya, que llevaba un
ajustado vestido negro de cuero sintético, de cuello vuelto y con unas mangas
muy cortas que apenas le tapaban los hombros. Sus piernas, que empezaban a
verse al terminar el vestido, a la altura de la mitad de los muslos, estaban
casi totalmente cubiertas por unas pesadas y aparatosas botas de tacón alto con
placas rígidas y unas medias semitransparentes también negras. Tenía las manos
enguantadas y los brazos parcialmente envueltos por una larga y vaporosa capa
negra que le pendía de los hombros y la parte trasera de la cadera, llegando
hasta debajo de sus corvas.
¿Dónde
está el cristal?-preguntó Yamiyuki a Freya, quien oteaba el paraje con cara de
suma concentración.
Te lo
diré cuando estemos solos.-dijo Freya-Tenemos compañía.
¿Sientes
magia?-preguntó Yamiyuki, cuya percepción era ineficaz ante las criaturas
mágicas.
Siento
MUCHA magia.-dijo Freya-No sólo de lo que hemos venido a buscar, sino de ciertos
individuos. Están cerca, y creo que saben que vendríamos.
¿Puedes
identificarlos?-insistió el chico.
Se
oyeron leves susurros entre los arbustos.
Sí…-dijo
Freya-…pero ahora tú también. Mira al frente. No son difíciles de descubrir.
El
chico encaró los arbustos que había varios metros frente a la pareja.
Efectivamente, su aguda vista no le
falló: había exactamente dos personas allí, ocultas.
¿Quién
va?-preguntó Yamiyuki-¡Dad la cara!
De
acuerdo.-sonó una voz femenina familiar.
De
entre las plantas salió una figura de gran estatura armada con un largo palo
negro. Era voluptuosa, pálida, dotada de grandísimos pechos y extremidades
grandes y musculadas. Llevaba unas botas negras que fácilmente podrían ser
varios números más grandes que su pie, unas medias de rejilla ajustadas, una
falda de tablas de color gris marengo de la que colgaban tahalíes, tiras y
cables de colores, un top metalizado de color azul y negro con placas de
plástico y de metal y unos pesados guantes con armazón metálico. De su cabeza
brotaba una larguísima, brillante y ardiente melena roja. Encima de su frente
llevaba unas enormes gafas redondas rodeadas de púas, así como unos cascos,
también redondos, de los que colgaban tiras negras y azules. De su cuello
colgaba una pesada máscara de gas adornada con púas y cristales tintados que no
llevaba puesta sobre el rostro, que estaba descubierto y lucía amenazador y
helado, propiciado por el penetrante mirar de sus ojos plateados. Tras ella,
apareció un individuo esbelto y de andar bamboleante, casi tan alto como la
mujer. Su cuerpo era famélico y de piel tan blanca que parecía casi un hombre
de papel. Su grisácea y alborotada melena le tapaba la cara y apenas dejaba ver
el amenazador brillo de sus ojos de color carmín. Iba vestido completamente de
negro. Sus brazos estaban cubiertos por largos guantes de tejido sintético de
brillo largos hasta casi los hombros. Llevaba unos tirantes cruzados y
serpenteantes que adornaban su pecho casi descubierto, sobre el que lucía un
colgante plateado con un símbolo demoníaco. Encima de ello, un chaleco abierto
con plumas blancas en el cuello y cadenas e imperdibles adornándolo en su
totalidad. Un ostentoso cinturón con una hebilla con forma de cruz vampírica
sujetaba una falda de tubo muy corta que cubría el inicio de sus lánguidas
piernas, que iban embutidas en botas largas de tacón de tejido flexible que
tapaban sus extremidades inferiores en su práctica totalidad. No dijo nada,
simplemente rió y mostró su larga, brillante y salivosa lengua.
¡Ibara!-exclamó
Yamiyuki con cordialidad intencionalmente sobreactuada-¡Itami! ¡Dichosos los
ojos…que no os ven, entre los cuales no se hallan los míos!
Shiroi
no quiere que husmeéis por aquí.-dijo Ibara-Es una pena, porque estáis muy
buenos, pero no podemos ni deciros que os larguéis. Tenemos órdenes expresas de
mataros aquí y ahora. Vuestras andanzas han llegado a su fin.
¿Os ha
dicho Shiroi por qué no quiere que paseemos por esta playa tan bonita?-preguntó
Freya-Hasta los más duros necesitamos tomar el aire…je…
Las
preguntas aquí las hacemos nosotros, ramera semigigante.-le espetó Itami.
Cierra
la boca, saco de huesos.-dijo Freya-La tienes muy normal como para arriesgarte
a que te la convierta en un mosaico.
¿No te
gustan los perros?-preguntó Itami.
No me
gustáis ni los perros ni las perras.-Freya habló mirando a ambos.
Veo que
el sentimiento es mutuo.-dijo Ibara-¿Recuerdas lo que te dije, bombón? Que te
follaría hasta tu último estertor. Acuérdate cuando este palo te esté
penetrando hasta por donde menos te lo esperes, ¿lo harás?
Merecerá
la pena todo lo que vamos a tener que hacer si después nos podremos tirar sus
cuerpos desencajados.-se relamió Itami.
Esta
gente es muy estúpida.-dictaminó Yamiyuki-Habrá que quitarlos de en medio…
Sí, así
es…-Freya se echó la melena hacia atrás.
Ibara
se puso en guardia, apuntando al frente con el palo. Itami se agazapó,
poniéndose a cuatro patas y alzando la parte trasera del cuerpo. Freya y
Yamiyuki adoptaron sendas guardias de artes marciales, sin mostrar ningún arma.
¿Divide
y vencerás?-preguntó Yamiyuki.
Freya
asintió con la cabeza y esbozó una media sonrisa.
Divide
y divídelo.-animó al chico-Lúcete.
Ídem.-dijo
Yamiyuki mientras se esfumaba de la vista.
Con
asombrosa rapidez, apareció frente a Itami y le pateó la cabeza, poniéndolo en
pie y alejándolo de Ibara. Acto seguido, le lanzó otra patada en el pecho para
alejarlo aún más de la chica.
¡Itami!-exclamó
Ibara, tras lo cual lanzó un varazo contra Yamiyuki-¡Maldito hijo de…
El
bastón de Ibara fue desviado por el pie de Freya, que encaró a la chica y
comenzó a jugar al gato y al ratón a golpes con ella. Mientras tanto, Itami
lanzaba fuertes puñetazos contra Yamiyuki, quien esquivaba rítmicamente y movía
al otro chico a base de patadas.
¡Es
mejor que no nos separemos!-exclamó Ibara mientras forcejeaba con Freya-Por lo
que pueda pasar…
Demasiado
tarde.-dijo Yamiyuki mientras tiraba al suelo a Itami de un puñetazo.
Se
agachó para agarrarlo del cuello, pero el chico de cabello plateado se levantó
de un salto y rodeó el cuello de Yamiyuki con sus piernas, serpenteando a su
alrededor hasta inmovilizarlo presionándole el cuello con una pierna y un hombro con la otra.
Muy
bien.-dijo Yamiyuki-Pónmelo fácil, así me gusta.
Sin
intentar soltarse, Yamiyuki saltó hacia atrás, acantilado abajo, llevándose a
Itami consigo.
¡Ibara!-exclamó
Itami.
¡Itami!-exclamó
Ibara-¡Ten!
La
chica se sacó un objeto de tamaño mediano, con una forma parecida a una mezcla
entre un anillo y un dedal, y lo lanzó contra su pareja, quien lo agarró, se lo
guardó y comenzó a intercambiar golpes con Yamiyuki durante el descenso por el
escarpado paraje.
Por fin
solas.-sonrió Freya-Me hubiera gustado que tu novio viera cómo vas a acabar,
pero no todo es perfecto en esta vida.
¡No
cantes victoria, desgraciada!-amenazó Ibara-¡Nuestra lucha acaba de empezar!
Ibara
saltó hacia Freya y lanzó un fuerte golpe con su bastón. La otra chica hizo un
bloqueo cruzado con sus brazos y paró el impacto, tras lo cual lanzó una patada
alta para quitarse a su contendiente de encima.
Cómo me
encantaría lanzarte los más afilados cuchillos…-dijo Ibara con sadismo mientras
recuperaba la guardia-…causarte el más profundo y ardiente dolor…rasgar tu piel
y tus ropas y ver cómo tus tirantes se escinden y dejan caer esas tetas de
vicio que tienes…
Muy
bonito.-respondió Freya haciendo ademán de aplaudir-¿Podemos seguir?
¡DEBEMOS
seguir!-chilló Ibara.
Sacó un
manojo de estiletes de su falda y los lanzó contra Freya con objeto de cumplir
con sus palabras. Por su parte, la enorme chica de cabello azul chasqueó los
dedos, haciendo que estallaran todas las armas en pleno vuelo.
No
funciona, lo siento.-dijo Freya guiñándole un ojo.
Ibara
intentó atacar de nuevo, pero Freya apareció ante sus ojos con inexplicable
rapidez y, haciendo alarde de gran elegancia y flexibilidad, lanzó dos
vehementes patadas a ambos lados de su cabeza, saltándole el tocado que
llevaba.
Tienes
buen gusto.-dijo Freya encogiendo la pierna y quedándose en una elegante y
grácil pose-A mí también me gusta el cibergótico. Lo llego a saber y vengo de
la misma guisa. Habría quedado muy…cinematográfico… ¿no crees?
Eres
una zorra.-siseó Ibara-¿Cómo te atreves a estropear mi dreadfall?
De la
misma manera que tú quieres desnudarme y romperme el sujetador…-dijo Freya-…yo
también puedo tener oscuras intenciones, ¿no crees? ¡Igualdad!
Ya…-dijo
Ibara mientras se alejaba de Freya con ágiles volteretas-… ¡TOMA INTENCIÓN
OSCURA!
Ibara
clavó su palo en el suelo a la vez que comenzaba a crecer en altura. Se
encaramó a él y comenzó a hacer sensuales movimientos, liberando tres enormes
burbujas violetas de palpitante oscuridad, acompañadas de rayos y ondas de
color negro.
¡Qué
nivel!-la elogió Freya.
La
chica abrió la mano y absorbió toda la oscuridad sin dejar ni rastro.
¡Midnight
Impact!-exclamó acto seguido.
Abrió
la mano y liberó un enorme rayo negro que barrió la estancia, obligando a Ibara
a desanclar su bastón y ladearse rodando en el aire con brusquedad. Cayó
acuclillada entre la hierba.
Estás
jugando con quien no debes, Ibara, no sé si te has dado cuenta.-dijo Freya
mientras caminaba amenazadoramente hacia ella.
¡Deja
de mover el culo así!-exclamó Ibara con rabia.
Te
pone, ¿verdad?-Freya sonrió con sadismo-Déjame decirte que un guerrero ha de
ser no sólo más fuerte que sus enemigos, sino más fuerte que él mismo,
incluyendo a sus hormonas. Eres tan manejable que me va a dar incluso pena
derrotarme. Bueno, me la daría si tuviera sentimientos, pero, ¿sabes qué?-su
mirada se tornó gélida y asesina y su sonrisa se volvió más amenazadora que
antes-¡SOY UNA CABRONA DESALMADA Y, A OJOS DE LAS DE MI CALAÑA, NO ERES MÁS QUE
UNA PRESA INOCENTE!
Con un
ágil y elegante salto, Freya aterrizó ante Ibara y lanzó una grácil y hermosa
patada giratoria, saltándole el bastón. Acto seguido, la embistió con un
rodillazo y la arrolló con una cadena de codazos y golpes de hombro. Con fiereza,
Ibara reaccionó y comenzó a bloquear sus golpes y a propinar ágiles patadas en
cadena. Pronto, las piernas de ambas chicas se encontraban y se chocaban como
si estuvieran en un duelo de espadas.
¡No te
tengo miedo!-exclamó Ibara sacando un puñal de su top-¡Trágate esto!
Freya
esquivó el puñal, le agarró a Ibara el brazo con el que lo sujetaba, le saltó
el arma y le retorció la extremidad de manera despiadada.
¡Agh!-gimió
Ibara-¡Sigo sin tenerte ningún miedo!
Ibara
siguió un giro descendente de manera natural y concordante a la torsión de su
brazo, liberándose así de la posición desfavorable. Acto seguido, tiró de Freya
hacia sí para soltarse la muñeca. Una vez se halló libre, apoyó la otra mano en
el suelo y, con la fuerza de un único brazo, alzó su cuerpo, golpeando a Freya
en la cara con una elegante y brutal patada, echándola hacia atrás. Aprovechó
el momento para correr hacia ella y golpearle con la espalda, propulsándola
varios metros, lo que le otorgó el suficiente tiempo como para recuperar su bastón
del suelo.
¿Crees
que has hecho algo con eso?-preguntó Freya crujiéndose los nudillos-Eres un
perro ladrador poco mordedor, eres mucho ruido y pocas nueces, ¡eres una niñata
a la que se le va la fuerza por la boca! ¿Me oyes? ¡Una NIÑATA! Las niñatas como
tú sois unas perras malas, y…a las perras malas… ¡HAY QUE CASTIGARLAS! Ahora
soy yo quien quiere que te tragues sus palabras…quiero ver si te excita igual
el hecho de que yo te vaya desnudando poco a poco…quiero ver el miedo en tus
ojos. Y, créeme, sé cómo dibujarlo: soy toda una artista en ello.
Antes
de que pudiera darse cuenta, Ibara notó un tirón en el cuello y notó que su
máscara de gas ya no estaba: Freya se la había arrancado. Al verla tras ella,
intentó varearla, pero la otra chica se apartó, saltó y, cuando se encontró
sobrevolando su cabeza, le arrancó las gafas. Le sonrió con complicidad
mientras lanzaba ambos objetos hacia el acantilado.
La ropa
no es gratis, ¿sabes?-preguntó Ibara mientras volvía a clavar su palo en el
suelo.
¿Es eso
todo lo que te preocupa?-preguntó Freya-¿La ropa, los precios y el dinero?
Preocúpate por tu salud… saldrás ganando. ¡Es hora del castigo! ¡Técnica
especial del Combate Floral! ¡Ventisca de Pétalos Filosos!
Freya
comenzó a girar sobre sí misma con los brazos en alto, liberando una intensa y
violenta corriente de viento que arrastraba pétalos altamente cortantes de rosa
roja. Ibara comenzó a contonearse sobre su bastón, liberando agrestes chorros
de fuego que poco pudieron hacer para refrenar los pétalos de Freya, que
terminaron por arreciar contra la otra chica, tirándola del palo, el cual fue
arrancado y rodó por el suelo. Con rapidez, Ibara se levantó y se vio golpeada
por los pétalos. Tardó en darse cuenta de que cortaban y atravesaban todo lo
que tocaban: vio cómo en su blanca y hermosa piel se abrían numerosas rajas
sangrantes, cómo sus medias se deshacían, sus botas se destrozaban, sus guantes
se desintegraban y su top desaparecía, revelando un sujetador negro muy apretado de copas
reducidas, enseñando gran cantidad de sus voluminosos senos. Intentó imponerse
a la corriente y acercarse a Freya, pero las fuerzas la abandonaron. Los
pétalos cortaron los tirantes de su sujetador, rompieron su falda y terminaron
de desnudarla. El ataque cesó, e Ibara quedó en el suelo ensangrentada y
prácticamente desnuda.
Eso era
lo que querías hacerme, ¿verdad?-preguntó Freya con una sonrisa de
satisfacción.
Se
dirigió a Ibara, dispuesta a pisarle el cráneo con su puntiagudo tacón.
Ha sido
demasiado fácil.-dijo Freya-Me decepcionas, Ibara.
Eso era
lo que quería hacerte pensar, doña Perfecta…-dijo Ibara desde el suelo.
Apretó
los puños y se levantó. Su hermoso cuerpo, casi al desnudo, comenzó a brillar
levemente mientras su melena se movía salvajemente como si corriera un fuente
viento.
La
chica que estás acostumbrada a ver…-la voz de Ibara se estaba
distorsionando-…sólo es un disfraz…por lo que…querida Freya…permíteme
presentarme…yo soy… ¡Ibara Kasumidai!
El
cuerpo de Ibara se deshizo en una espiral blanca. El vapor que quedó comenzó a
tomar forma. Frente a Freya levitaba una figura de piel blanquecina, cabello
grisáceo y ojos gélidos. Su cuerpo estaba cubierto por un vestido blanco
rasgado y maltrecho, y no tenía piernas. Tampoco tenía brazos. De las enormes y
raídas mangas salían dos enormes garras alargadas y afiladas que parecían ramas
de músculo duro y ennegrecido. De cintura para abajo parecía haber una nube
difusa. Su dentadura se había tornado afilada, y sus senos seguían
sobresaliendo debajo del sayo.
Me
remito a tus palabras, ya que te ha debido de costar decirlas.-dijo Freya sin
mostrar sorpresa-No me das miedo. ¿No eres humana? ¿Eres un monstruo? Me da tan
igual que podrías acojonarte.
Sin
mediar palabra, Ibara lanzó un zarpazo que mandó a Freya a volar por los aires.
Le descolgó la capa de los brazos, haciendo que se desenganchara de su cadera y
pendiese sólo de sus hombros. Con tranquilidad, Freya descendió dando
volteretas para evitar la caída libre. Una vez se encontró en el suelo, sacó un
cuchillo de su capa y se lo lanzó, observando cómo atravesaba la figura de
Ibara como si no existiera.
Así que
eres un fantasma…-dijo Freya-…es interesante, pero no te servirá de nada.
Con la
misma sonrisa sádica que había mantenido en todo el combate, abrió la mano y
apuntó a Ibara con la palma, liberando un salvaje y rizado chorro de fuego.
Ibara braceó vehementemente, liberando un remolino de agua que la protegió.
Acto seguido, flotó hasta Freya y comenzó a atacarla con zarpazos. Haciendo
alarde de sus habilidades en artes marciales, la chica de pelo azul bloqueó y
desvió los impactos, comprobando, para su sorpresa, que sus brazos eran
materiales, a diferencia de su tronco. Notó un agudo dolor en la pierna…un
mordisco. ¿Cómo podía ser? Miró hacia abajo y vio un lobo fantasmagórico saliendo
de las faldas de Ibara y mordiendo su pierna. Lanzó un chorro de energía mágica
por la mano, deshaciéndolo y observando cómo su pierna sangraba.
Mierda.-dijo
Freya.
Ibara
hizo un gesto con una mano y comenzaron a llover rayos en un amplio rayo. Freya
se alejó rodando, pero fue alcanzada por un rayo y cayó al suelo, donde una
serpiente enorme se le enroscó en la pierna y comenzó a subir por su cuerpo. La
serpiente también salía de donde Ibara debería de tener las piernas.
No eres
un fantasma…-dijo Freya.
Eres
observadora.-la voz de Ibara era tenebrosa y tenía eco.
Tantas
fieras saliendo de tu tronco inferior…-dijo Freya-…debes de ser…
La mano
de Freya se cargó de energía mágica cortante y decapitó a la serpiente,
haciendo que Ibara chillara de dolor y se alejara. Acto seguido, la joven de
cabello azul se levantó.
Sí…-siguió
cavilando-…si hiero a las bestias, te hiero a ti. Así que la adolescente más
puta de todo Japón es en realidad una joven escila…
Ibara
sonrió. Agitó una mano, provocando un terremoto que hizo que Freya se cayera y
quedara a merced de las ondas.
Un
monstruo mestizo…-dijo Freya en voz alta mientras se agarraba a un árbol y
trepaba-…eres curiosa, Ibara.
Yo no
hablaría de mestizaje…-dijo Ibara-…lo mío va más allá… ¡es una perfecta
sinergia! ¡Tan escila como fantasma, con todos los poderes de cada uno y muchos
más, más los míos propios! ¡Quiero verte henchida de miedo y terror! ¡ESTÁS
ACABADA! ¡SOY LA FURIA DE LA NATURALEZA!
Ibara
hizo otro gesto, provocando un enorme campo magnético que atrajo a Freya por
las armas que llevaba ocultas. Suspendida en el aire frente a la acrecentada
Ibara, comprendió que su oponente era más fuerte de lo que parecía. De sus
faldas salieron aves rapaces de gran envergadura, comandadas por un enorme
murciélago. Volaban amenazadoramente hacia Freya, a quien le costaba moverse.
No me
subestimes, Ibara.-dijo Freya-Que seas una escila fantasma…o lo que coño
seas…no te da la victoria. ¡Storm Gust!
Freya
agitó las manos y provocó una fiera tormenta de nieve que giró en torno a ella,
arrollando a las bestias voladoras y empujando a Ibara contra el acantilado. El
campo magnético se debilitó, quedando Freya en caída libre.
¡Técnica
especial del Combate Floral!-gritó.
Las
piernas de la chica se cargaron de una brillante energía de color rosa. En
torno a ellas comenzaron a revolotear brillantes gotas de magia en forma de
pétalos de flores. Estaba cayendo velozmente en diagonal hacia su oponente como
si fuera una flecha.
¡Patada
de Pétalos!-gritó.
Atropelló
a Ibara y la lanzó acantilado abajo. A pesar de que podía, aparentemente,
levitar y volar, no podía controlarse, y caía pesadamente. Freya descendió
corriendo riscos abajo, saltó hacia la limpia arena de la costa y lanzó un rayo
hacia Ibara, empujándola para que cayera al agua.
¡Craso
error!-exclamó Ibara.
Un
tentáculo salió del agua, agarró con fiereza a Freya y la arrastró hasta la
costa, donde se vio empapada de agua. Comprobó, una vez más, que era Ibara…o
parte de ella. Tenía las faldas sumergidas en el agua. Pronto, el larguísimo
tentáculo la arrastró mar adentro y la sumergió con intención de ahogarla.
Cuando se vio sumergida, Freya comenzó a pensar en cómo librarse de aquella
fuerza desmedida. Con su aguda vista, distinguió las raídas faldas de su enemiga
a varios metros y…de ellas salieron un tiburón y una orca. Miró hacia donde
estaría el cielo y distinguió al mismo murciélago gigante de antes.
Te vas
a enterar, hija de puta.-pensó Freya-Voy a hacerte llorar y llamar a tu madre.
Sacó un
hacha de mano de su capa y cortó el tentáculo. Sin pensárselo dos veces, nadó
mar arriba, pues el aire comenzaba a faltarle. Una vez asomó la cabeza, tomó
aire y saltó, viendo cómo el tiburón y la orca saltaban hacia ella. Eran
enormes y no parecía molestarles demasiado haber salido del agua. Miró a Ibara
rápidamente y vio que estaba dolorida por lo del tentáculo.
¡Moonlight
Assault!-gritó Freya.
De sus
manos comenzaron a brotar, a velocidad de ametralladora, enormes chorros
plateados de energía que bombardearon a ambas bestias, haciéndolas caer inertes
al agua. Dolorida y enfurecida, Ibara braceó de nuevo, provocando una corriente
de aire que la succionó hasta el agua. Le arrancó la capa, que se perdió en la
lejanía, y la volvió a poner con los pies en el agua, donde ocho tentáculos
provistos de ventosas se acercaban hacia ella.
¡Eres
muy tozuda!-exclamó Freya-¡Palma de Iyashi!
Cargó
una gran cantidad de energía de color azul cobalto en su mano derecha y lanzó
un golpe de palma. La onda de choque retractó los tentáculos y lanzó por los
aires a Ibara, que desfalleció sobre la arena.
Te…-dijo,
con la melena tapándole la cara de manera siniestra-…te mataré. Aún no has
visto las seis formas de la escila. ¡Águila!
Ibara
se deshizo en una explosión, volviendo de nuevo a su forma humana, la cual
empezó a mutar. Sus brazos se convirtieron en plumosas alas terminadas en
afiladas garras, sus piernas se cubrieron de escamas, sus pies se convirtieron
en peligrosas garras, sus dientes se volvieron a afilar y su cuerpo se vio
cubierto por un insinuante traje muy ajustado acompañado por plumas y escamas.
¿Ahora
eres una arpía?-preguntó Freya-Bueno, he de reconocer que le haces honor…
¡No
sabes nada del poder de la escila!-exclamó Ibara-¡NADA! ¡Pelea como una mujer,
muere como una paria!
Se
lanzó volando y graznando hacia Freya, tras lo cual lanzó una sarta de
lacerantes patadas contra las que Freya, por mucho que se defendiera y
bloquease, salía herida por la geometría de sus patas. Mientras atacaba y
lanzaba arañazos, Ibara liberaba rayos muy poderosos.
¡Patada
del Cisne!-gritó Freya.
Saltó y
lanzó una patada giratoria ascendente, apartando a Ibara con fuerza. Acto
seguido, lanzó una sarta de ágiles y penetrantes patadas contra el abdomen de
su enemiga. De su tacón salió una afilada aguja que hirió varias veces a la
arpía, quien se defendió liberando un chorro de fuego por su boca.
Rodando
para apagar las llamas, Freya concentró energía en sus manos y lanzó un
proyectil de energía espiritual contra su metamórfica enemiga, logrando
revertir su transformación. Ibara se hallaba magullada, cansada y maltrecha. No
parecía estar muy sana, pero volvió a levantarse.
El
cuerpo de ese Yamiyuki es tan delicioso…-dijo mientras caminaba hacia Freya.
Freya
se dio cuenta de que su vestido estaba roto por varias partes y su escote había
sido forzadamente aumentado.
Es
normal que una chica joven se interese por los hombres, pero no hasta tal punto
que puedan arruinar tu victoria.-dijo Freya con seguridad y dejando entrever
que tenía un as en la manga-¡Técnica especial del Combate Floral! ¡Remolino de
Pétalos de Sándalo!
Freya
saltó y colocó sus brazos en diagonal, girando sobre sí misma en el aire,
liberando una corriente de pequeños y rojos pétalos de la flor de sándalo,
arrollando a Ibara y arrastrándola por el suelo. El aire comenzó a impregnarse
de olor a sándalo y la víctima del ataque comenzó a gemir y a gritar.
Ah…-gemía
Ibara-…este olor…me siento… ¡sucia! Quiero… ¡ahhhh!
Sus
manos instintivamente se movían hacia su entrepierna. No quería entregarse a
sus vicios delante de su enemiga, pero aquel olor la maravillaba y la privaba
de juicio.
Dicen
que el olor del sándalo se asemeja al de cierta hormona masculina…-dijo
Freya-…una flor que huele a hombre, ¿no es maravilloso?
La
lujuriosa Ibara seguía delirando y gritando que deseaba un hombre entre sus
brazos.
Además,
eres bisexual, ¿no es así?-preguntó Freya-Tengo algo perfecto. Te dije que era
una cabrona: espérate lo peor, estoy aquí para torturarte. ¡Técnica especial
del Combate Floral! ¡Fragancia de Ylang Ylang!
Freya
hizo una elegante pose y lanzó un punterazo al aire con un dedo, liberando un
aro de pétalos alargados y esbeltos de color amarillo verdoso. Una brisa cálida
y de aroma dulce rodeó el perímetro.
¿No
huele de maravilla?-preguntó Freya-Es una flor muy utilizada en aromaterapia
y…en perfumes de mujer.
¡AHHHHHHHH!-chilló
Ibara mientras acariciaba su ensangrentado y dolorido cuerpo de manera
inconsciente-Yo quiero… oh, maldita seas, te odio… ¡me has hechizado! Las
flores pueden provocar… ¡AH! …sensaciones…pero…tan intensas…estoy embrujada… y
me encanta… pero, ¡lo odio! Eres… eres una puta de lo peor… te llevaré al
éxtasis… te recorreré con mi lengua… aquí y ahora… es lo que deseo… bañada en
mi propia sangre… en el agua del mar… sólo necesito que me rocíen los fluidos…
de una virgen inocente y… y…
Freya
miró a Ibara con asco, pena fingida y sobreactuada y mucha satisfacción al ver
lo mal que lo estaba pasando.
…y el
semen del perro más sucio y travieso que pueda haber…-terminó de decir Ibara-…
¡NO! ¡NO PUEDE SER! ¡HE DE MATARTE! ¡AHHHH!
Llena
de rabia y dolor, saltó muy alto mientras se tiraba del pelo. Freya siguió
sonriendo.
¡Aún no
conoces el miedo que siembra la escila!-chilló Ibara-Mientras me quede un
segundo de consciencia… ¡ABEJA REINA!
El
cuerpo de Ibara se volvió amarillo. Sus pies se volvieron negros. Sus curvas de
mujer se recubrieron de alternaciones amarillas y negras. Sus manos tenían
afiladas garras, y le habían crecido alas, así como una bufanda de pelo blanco
alrededor del cuello y un enorme aguijón rayado en la espalda. Su cabeza podía
transformarse alternativamente en su cara de humana y una cabeza de insecto, y le salían hasta cuatro brazos más del
tronco. Cuando hubo estabilizado su transformación, voló sobre la cabeza de
Freya y, gritando a la vez que zumbaba, lanzó bolas de fuego, rayos y estacas
de hielo. Con una cúpula mágica, la chica de pelo azul se protegió.
¡VOY A
MATARTE!-exclamó Ibara.
Se tiró
en picado verticalmente hacia Freya, dispuesta a ensartarla con su gigantesco
aguijón.
Has
cometido un craso error convirtiéndote en un insecto.-se rió Freya-¿Conoces las
propiedades insecticidas de ciertas plantas? ¡Dales la bienvenida! ¡Técnica
especial del Combate Floral! ¡Brisa de Citronela!
Freya
alargó los brazos, dejando levantados en cada mano sólo los dedos índice y
corazón. Cruzó una pierna sobre la otra y, apoyándose sólo en la punta de un
pie, giro sobre sí misma, liberando un enorme chorro de aire a presión teñido
de amarillo. Un olor penetrante, amargo y alimonado bañó la estancia a la vez
que arrastraba a Ibara, quien gritaba de dolor y se retorcía a la vez que
giraba sobre sí misma, enloquecida por el dolor.
¡HIJA
DE LA GRAN PUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!-chillaba mientras sentía cómo sus fuerzas
la abandonaban.
Su
transformación se revirtió y volvió a ser la chica de siempre. Freya saltó y se
colocó tras ella, recibiéndola en el aire como si fuera un balón. La agarró del
cuello, dispuesta a partírselo.
Fin.-dijo
Freya.
Adelante.-dijo
Ibara-Mátame. He fracasado. Prefiero que me mates tú antes de que lo haga
Shiroi.
¿Qué?-dijo
Freya-¿Que Shiroi te quiere matar?
Nos
matará a Itami y a mí si no os matamos a vosotros.-Ibara sonaba más tranquila,
humana y sincera que nunca.
Freya
sonrió pícaramente.
¿Quieres
vengarte de él?-preguntó.
Me
encantaría.-dijo Ibara-Pero he llegado hasta donde podía. Ya no tengo fuerzas.
Mátame…me doy pena y asco a mí misma…y no podría ver la cara de Itami si me
descubre así.
¿Cuánto
os paga?-preguntó Freya.
Una
fortuna de miedo.-dijo Ibara-Pero ahora ya nada importa…
¿Y si
os pago yo más?-preguntó Freya-¿Cambiaríais de amo? Sabes que queremos acabar
con Shiroi y que os contrató precisamente para defenderlo de nosotros.
Deja de
jugar conmigo.-dijo Ibara-Nos odiamos. Ahora mismo, estoy destrozada. Herida,
intoxicada, maltrecha, excitada, poseída, henchida de lujuria, rabia, dolor,
impotencia…
Todo
eso puede desaparecer con un gesto de mi mano.-dijo Freya-Si te perdono la
vida, ¿lucharás conmigo?
Haría
lo que fuera por poder seguir amando a Itami.-respondió.
Freya
le apretó el cuello, haciéndole daño.
Júramelo.-le
espetó.
Juro
que estoy dispuesta a todo si mi vida con Itami vuelve a ser la que era.-dijo
Ibara.
Freya
soltó a Ibara y la dejó caer al suelo.
Te tomo
la palabra.-dijo Freya mientras le pisaba el cuello-Nos vamos a divertir más de
lo que pensaba…
. . .
Paralelamente
a esto, Yamiyuki e Itami habían descendido golpeándose por el acantilado. Al
llegar abajo, fue Yamiyuki quien quedó encima de su enemigo, por lo que
aprovechó para aporrearle la cara con fuertes puñetazos, pero, cuando llevaba
apenas seis descargados, Itami se protegió, le bloqueó los puños y lo mandó a
volar empujándolo con los pies juntos. Acto seguido, se levantó y, con
elegantes y letales piruetas, lo arrolló a base de artísticas patadas que
pronto se combinaron con el letal efecto de los aros que había sacado de sus
bolsillos y había acoplado a sus botas: eran unos aros redondos rodeados de
púas y de peligrosos filos. Antes de recibir ningún corte, Yamiyuki se apartó y
lanzó un penetrante rayo contra Itami, quien hizo una voltereta lateral para
esquivarlo y ponerse a salvo.
Espero
que te guste la carne…-dijo Itami-…quiero que pruebes la que tengo entre las
piernas, que te deleites con ella y que te atragantes hasta llorar. Quiero que
de las comisuras de tus labios broten mis jugos mientras de tus lagrimales
aflore sangre. ¿No es hermoso lo que tengo pensado contigo? Deberías incluso
agradecérmelo…
Eres un
demente.-respondió Yamiyuki-El único que va a sangrar vas a ser tú, y no poco
precisamente. ¡Llama Orgullosa!
Yamiyuki
lanzó un elegante chorro de fuego con la forma de una hoja alada que cortó el
aire hasta impactar contra Itami, quien comenzó a ladrar y a sacudirse las
llamas hasta que se vio de nuevo apagado.
Así que
la carne te gusta muy hecha…-dijo Itami con la lengua de fuera, babeando-…no te
preocupes, la mía está caliente y jugosa. ¡Te va a encantar! ¡Sabe a divinidad!
Itami
saltó elegantemente y lanzó una patada voladora contra Yamiyuki, quien antepuso
su pierna a su cara y desvió la patada con el tobillo, tras lo cual giró sobre
sí mismo y le propinó un seco y directo puñetazo en el esternón a su contendiente.
Je…-rió
Itami-…me gusta el daño que me haces.
Itami
agarró a Yamiyuki de la nuca y le propinó una sarta de rodillazos, empezando
por las costillas, luego por el pecho y, finalmente, en la cara. A Yamiyuki le
costó unos segundos librarse del frenético ataque de Itami, pero aprovechó un
descuido para agarrarle una pierna y parársela, bloquear también la otra,
separárselas e impulsarse por el hueco de entre sus piernas para propinarle una
coz en la barbilla, mandándolo a volar. Sin dejarlo aterrizar, Yamiyuki corrió
hacia Itami y lo reimpulsó en el aire con una voltereta con patada. Acto
seguido, levantó su pierna izquierda y dejó que cayera de espaldas contra la
suela de su bota, momento que aprovechó para lanzar un vehemente pisotón,
empotrando a su enemigo contra el suelo.
¿Decías
algo sobre la sangre y el calor?-preguntó Yamiyuki con sorna-Espero que te
guste a ti la tierra, porque vas a tragar mucha. ¡Te voy a lapidar!
Yamiyuki
chasqueó los dedos. El suelo comenzó a temblar y la tierra parecía tragarse a
Itami, que pataleaba para liberarse.
Es
inútil, Itami.-dijo Yamiyuki-Piensa que estás haciendo la buena acción del día:
darás de comer a muchas plantas. Ah, no, que estamos en plena arena de playa,
la vegetación está sobre el acantilado… ¡JAJAJAJAJA! Darás de comer a…al suelo.
Itami
miró a Yamiyuki con rabia. Haciendo acopio de fuerzas, se quitó el pie de su
contendiente de encima y consiguió salir de la difícil trampa, que en poco se
diferenciaba de las arenas movedizas. Sacó entonces dos espadas de caballería
y, blandiendo una con cada mano, corrió gritando beligerantemente hacia
Yamiyuki.
¡El
chucho va armado!-sonrió Yamiyuki.
El
joven de ojos rojos esquivó los espadazos de Itami y, con facilidad, le saltó
ambas armas con una doble patada aérea. Tras ello, cayó sobre el chico,
apretando su cuerpo entre sus piernas contra el suelo.
Yo
también tengo juguetes.-Yamiyuki se sonrió.
Se sacó
de la manga un enorme y pesado látigo negro de cuero.
Estas
cosas te gustan, ¿no es así?-preguntó Yamiyuki haciendo restallar el látigo
contra la arena y tensándolo posteriormente entre sus manos.
¡ME
ENCANTAN!-chilló Itami.
Yamiyuki
era conocedor de su cuerpo y, por tanto, de los similares. No tardó en notar
una erección por parte de Itami, por lo que saltó hacia atrás, liberándolo, no
por el hecho en sí de la erección, sino por la tenebrosa relación que pudiera
tener con los poderes de aquel chico que, según Freya, poseía el don de la
magia.
Je…-rió
Itami-…hasta ahora ha sido siempre Ibara la que ha hecho magia por los dos…
Mentalmente,
Yamiyuki aplaudió a su intuición. Sin dejar terminar de hablar al chico, le
propinó un brutal y sonoro latigazo, incrustándolo de espaldas contra una roca.
¡Au!-dijo
taimadamente Itami-Eso duele. Y me gusta.
Pues
toma, más para ti.-dijo con tranquilidad Yamiyuki mientras acosaba a Itami a
base de latigazos y lo castigaba contra la roca una y otra vez.
Itami
se echó a reír. Como llevaba falda, la erección se le notaba cada vez más. Su
miembro viril parecía muy grande, aunque a su enemigo poco le importaba. En un
segundo, Itami escapó de los latigazos, saltó y aterrizó detrás de su
contendiente, quien se giró y vio que había sacado el objeto que le había
lanzado antes Ibara. En medio de la caída no se había fijado, pero distinguió
que se trataba de un anillo de erección ahora que lo veía con claridad.
¿Qué
demonios vas a hacer con eso?-preguntó Yamiyuki.
¿No
sabes para qué sirve?-Itami sonrió con lascivia.
Desde
luego que lo sé…-dijo Yamiyuki.
El
chico comenzó a asociar ideas. Siempre que había luchado contra esa horrible
pareja, cuando Ibara liberaba sus poderes, lo hacía ayudándose de su bastón. ¿Y
si sólo podían hacer magia cuando tenían un objeto particular en las manos? ¿Y
si el objeto que permitía a Itami el uso de la magia era ese anillo de
erección?
Itami
pareció estar dispuesto a responder su duda. Se levantó la falda, mostrando los
calzoncillos más apretados que su reducida talla le permitían y se los arrancó
con una mano, dejando salir un pene enorme casi totalmente erecto que parecía
estar deseando ser liberado.
Pensaba
que esto era una pelea entre caballeros, no porno barato.-dijo Yamiyuki mirando
a Itami a los ojos.
No
desvíes la vista.-dijo Itami-¿No querías ver el anillo? No es que puedas
mirarla…es que DEBES, porque te la vas a tragar en breves instantes…
Itami
se colocó el anillo, que comenzó a brillar emitiendo un aura azulada y
ennegrecida. El pene del chico se endureció brutalmente, como si estuviera a
punto de estallar. Se arrancó los guantes, mostrando que sus manos brillaban
con un aura del mismo color que el anillo. Abierto de piernas y doblado boca
arriba, Itami comenzó a masturbarse con ambas manos, pero no parecía hacerlo
por deseo, sino por influjo del anillo, que era claramente el objeto mágico que
sellaba y liberaba los poderes de aquel extraño y exhibicionista joven.
Conforme se masturbaba, aparecían cosas. Damas de hierro, péndulos cortantes, cepos,
trampas, potros de tortura…un montón de máquinas de tortura, objetos
peligrosos, trampas, mecanismos y demás elementos de la índole comenzaron a
manifestarse y a perseguir a Yamiyuki de manera autónoma. Con ayuda de su
fuego, prendió el potro de tortura y fundió la dama de hierro. Con chispeantes
rayos accionaba y explotaba las trampas. Por su parte, Itami parecía estar cada
vez más extasiado y divertido con su masturbación a la vez que el ataque de las
trampas se intensificaba.
Algo me
dice que no debo dejar que llegue al orgasmo…-pensó Yamiyuki-…si, cuanto mejor
se lo pasa, más mierdas de éstas aparecen, como se corra…peligro. Un poder
curioso y, ¿para qué mentir?, perfecto para alguien como él.
Itami
pareció haberse dado cuenta de la suposición de Yamiyuki, pues había alejado su
pene y sus manos de él todo lo que pudo. Esquivando los ataques de las máquinas
autónomas como podía, Yamiyuki intentaba acercarse a Itami para interrumpir su
macabro hechizo. Tras recibir un corte en un hombro por un péndulo, clavarse
una lanza trampa en una mano y recibir un flechazo en un pectoral, consiguió
acercarse al chico lo suficiente como para lanzarle un kunai a las manos. El
arma se clavó en la mano izquierda de Itami, haciéndolo sangrar y soltar su
pene, momento en el que el hechizo se interrumpió. Todas las máquinas
desaparecieron y el anillo dejó de brillar. El chico de cabello negro lanzó un
shuriken hacia el anillo de erección, logrando abrirle el cierre y dejando que
cayera al suelo mientras que la estrella se clavó en la ingle de Itami.
¡Cabrón!-chilló-Un
solo corte en la polla y te aseguro que te habría matado de la manera más cruel
que pudieras imaginar.
Culpa
tuya por exhibir tus…-Yamiyuki apartó la mirada-…dotes.
Itami
se arrancó el shuriken y lo lanzó de nuevo contra Yamiyuki, quien lo destruyó
con una bola de fuego de pequeño tamaño.
Tu
magia da mucho asco.-dijo Yamiyuki-De nada. Ahora, si me disculpas, me gustaría
volver con Freya, pues estábamos trabajando. ¡FLAMMENSTIER!
Con
fiereza y majestuosidad, Yamiyuki agitó las manos y lanzó una enorme masa de
fuego que tomó la forma de un león que avanzó hacia Itami corriendo y rugiendo.
Lo placó, le lanzó zarpazos y, finalmente, le mordió, prendiéndole fuego a todo
su cuerpo.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHJAJAJAJAJAJA!-reía
Itami mientras se revolcaba por la arena-¡ESTO ES GENIAL!
Gracias
a la arena, pudo apagarse el fuego. Cuando se levantó, su piel estaba llena de
quemaduras y su ropa, destrozada.
Creo
que ya es hora de dejar los preámbulos…-Itami caminó amenazadoramente hacia
Yamiyuki.
Conforme
daba pasos, su cuerpo brillaba y su cabello ondeaba. Empezó a gemir y a
proferir leves quejidos. Llegó un momento en que su cuerpo estalló en un chorro
de energía oscura y comenzó a mutar. Su rostro perdió toda expresión impulsiva
y se volvió serio y gélido como nunca antes. Su alborotada melena se alisaba y
se posaba elegantemente en sus hombros y espalda, descubriendo su cara por
completo. Tenía un rostro francamente hermoso, aunque rara vez mostrado. La
seriedad aumentaba su belleza. Su piel se tornaba grisácea, sus uñas se volvían
de color violeta y comenzaron a alargarse y curvarse, formando enormes garras
que se iban degradando a un color verdoso. En su cabeza salieron dos cuernos
demoníacos. Las uñas de sus pies sufrían la misma transformación que las de sus
manos. De su espalda, en la zona lumbar, brotaban dos enormes alas oscuras
parecidas a las de un murciélago. Se dibujaba una elegante y provocativa
armadura en su cuerpo. Era de color naranja, de corte triangular entre hombros
y pecho, mostrando gran cantidad de éste, y apretada por las piernas, dejando
los pies, los brazos y el pene al descubierto. En sus pies aparecieron dos
enormes tacones que sólo se sujetaban a su cuerpo con sendas correas, dejando
las garras de sus pies al descubierto. Su pene volvió a endurecerse y a crecer
de tamaño mientras cambiaba de forma, color y textura hasta convertirse en un
pincho curvado y amenazador. Abrió su boca y dejó que su puntiaguda lengua
saliera a la luz. Se había vuelto más larga, brillante, picuda y húmeda. Sus
colmillos se estaban volviendo largos y afilados. De su zona coxal salía una
negra y puntiaguda cola.
Así que
esto es a lo que Freya se refería con todo el rollo de los monstruos.-dijo
Yamiyuki observando la nueva forma de Itami-¿Qué eres? Pareces sacado de una
novela fantástica…o de un videojuego, o de una película de terror…
Itami
se limitó a reír. Su voz se había vuelto más grave y profunda, así como
provista de eco natural.
Por las
pintas y el exhibicionismo, diría que eres un íncubo.-dijo Yamiyuki-Pero esos
dientes son de vampiro. ¿Es tu forma alternativa una mezcla? Je…
No es
mi forma alternativa.-dijo Itami con soberbia-¡Es mi forma real! Éste soy
yo…Itami Kirishima, la bestia sexual.
¿Es un
tipo nuevo de monstruo?-preguntó Yamiyuki con sorna-No sabía que os mezclarais
así.
No soy
una mezcla.-dijo Itami-Soy raza pura única en mi especie. Combinación perfecta
y sinérgica de íncubo y vampiro, un monstruo diferente…con nombre y apellido.
El
anillo de erección, que estaba en el suelo, desapareció mágicamente.
¿Sabes,
Itami?-preguntó Yamiyuki-Me da igual lo que seas. Éste no es tu combate, lo siento mucho.
¡Ya lo
veremos!-Itami parecía un hombre distinto, incluso de mayor edad-¡Esto no ha
hecho más que empezar!
Agitó
sus brazos con sensualidad, invocando a más máquinas de tortura y minando el
terreno con trampas. Yamiyuki saltó salvajemente y comenzó a lanzar rayos
contra todo, destruyendo las trampas ocultas y esperando que alguno acertara
contra Itami. No obstante, el único que le cayó fue interceptado por la punta
de su cola, desviándolo en todas las direcciones.
Patético.-le
espetó Itami.
Lanzó
un arañazo al aire, liberando una serie de ondas cortantes que avanzaron contra
Yamiyuki, quien rodó hacia abajo para esquivarlas. Una vez en la arena, un cepo
enorme se cerró a su lado, señal de que había estado a punto de pisarlo. Itami
lanzó una patada al aire, liberando otra serie de ondas cortantes con las
garras de su pie. Yamiyuki las contrarrestó con un chorro de fuego y, acto
seguido, apuntó a su contrincante con las dos manos.
¡Sand
Trigger!-exclamó Yamiyuki.
Un
enorme chorro de arena cortante salió disparado hacia Itami, quien cerró sus
alas frente a sí, bloqueando el ataque. Acto seguido, las abrió con vehemencia,
escindiendo por la mitad el chorro de arena y dejando al otro chico indefenso,
momento en el que tensó sus alas y voló hasta el. En ese momento, le lanzó
arañazos a gran velocidad con manos y pies, lacerándolo. En medio del cruel
ataque, Yamiyuki se defendió con una veloz sarta de puñetazos que logró
retractar a Itami el tiempo suficiente como para permitirle lanzar un ataque.
¡Noble
Lancer!-chilló Yamiyuki.
Del
suelo afloraron chorros de metal líquido que solidificaron en enormes y
afilados tornillos que quedaron suspendidos en el aire. Apuntaron hacia Itami y
salieron disparados contra él. Con fuertes latigazos de su cola, los desvió y
dejó que se clavaran lejos de él.
¡Fire Fist Illusion!-insistió Yamiyuki.
De la
espalda de Yamiyuki salieron unos semitransparentes y elásticos brazos
serpenteantes que lanzaron puñetazos suaves pero secos contra Itami, quemándolo
lentamente.
Ahora
que estoy en la plenitud de mi poder, no tengo motivos para permitirte esta
insolencia.-dijo Itami-¡Prepárate para morir!
Itami saltó
y se acercó de nuevo a Yamiyuki. Le dio un fuerte rodillazo y, acto seguido, lo
inmovilizó con una llave, poniéndolo a merced de una guillotina que acababa de
invocar y en la que lo embutió.
¡Di
adiós!-dijo Itami chasqueando los dedos.
La hoja
de la guillotina comenzó a descender. Al llegar a Yamiyuki, éste se deshizo en
fuego y apareció detrás de Itami. Lo agarró de la cintura con ambos brazos.
¡Heartbreaker
Suplex!-exclamó Yamiyuki.
Haciendo
una elegante pirueta, sometió a Itami a un brutal Suplex con las piernas
cruzadas. Tras dejarlo en el suelo, levantó una pierna y le estampó el talón en
la nuez.
Deja de
insistir.-dijo Yamiyuki-No necesito transformarme en nada para derrotarte.
Tengo
dos extremidades más que tú.-dijo Itami con jactancia.
La cola
del ser demoníaco se clavó tras una clavícula de Yamiyuki, haciéndolo sangrar.
Agh…-se
quejó-…no sabes hasta qué punto eso de las extremidades puede llegar a…
No pudo
terminar la frase: Itami lanzó otra tanda de ondas cortantes y, por la corta
distancia, las recibió todas, viendo su ropa destrozada y la sangre aflorando
por su cuerpo.
Es hora
de divertirse.-Itami se levantó y comenzó a acariciar su pene.
Cambió
de forma, convirtiéndose en algo más parecido a un pene humano, pero de un
color grisáceo ennegrecido muy extraño. El glande, carnoso y brillante, estaba
muy húmedo y comenzaba a gotear, manchando la arena.
Está
cachondo…-pensó Yamiyuki-… ¿qué he hecho yo para merecer esto?
Teniendo
cuidado con sus garras, Itami se masturbaba lentamente. Comenzó a expulsar un
líquido blanquecino por el pene: parecía estar eyaculando, pues las
convulsiones en su, ahora sí, desproporcionado y mutante miembro eran
evidentes. No obstante, Yamiyuki pudo inferir que no estaba eyaculando. Aquel
fluido salía a una temperatura demasiado alta, caldeaba el ambiente y no olía a
semen. Otro dato importante era el corrosivo sonido que producía al tocar el
punto donde caía. No tardó en agarrar la cola de su enemigo, arrancársela y
salir disparado de allí saltando y dando volteretas. Hizo bien, pues Itami
comenzó a disparar aquel líquido por su pene, disolviendo las rocas.
Qué
asco…-decía Yamiyuki.
Consiguió
acercarse a Itami. Cargó fuego en su puño y le dio un brutal puñetazo,
propulsándolo hacia atrás. El pene inmediatamente se le volvió a convertir en
un pincho, volvió a tensar sus alas y, volando elegantemente, embistió a
Yamiyuki con una potente patada con su enorme tacón. Tras darle varias patadas,
lo agarró de los hombros y lo embistió como si fuera a realizar el coito,
clavándole su puntiagudo pene en el costado.
¡ARGH!-gimió
Yamiyuki.
Disfruta…-dijo
Itami.
Yamiyuki
estaba furioso. No iba a dejar que aquel ser asqueroso volviese a tocarle, y
menos con el pene. Pensó en la manera más directa de hacerle daño y, aunque le
repugnaba, le dio igual. Se quitó los mitones, desnudando sus manos.
Hombres
del mundo, que esto no sirva de precedente.-enunció Yamiyuki sonriendo con
sadismo.
Agarró
el pene de Itami con ambas manos.
¿Quieres
darme placer?-preguntó Itami sonriendo.
Una
mierda te quiero dar.-respondió Yamiyuki mientras tocaba con decisión el pene
del otro chico-¿Sabes lo que nos pasa a las personas que tenemos el poder del
qi del rayo? Exacto…que nuestro cuerpo conduce.
Una
violenta y luminosa corriente eléctrica sacudió el pene de Itami y, con él,
todo su cuerpo, convulsionándolo y haciéndole chillar de dolor. Mientras
electrocutaba a su enemigo, Yamiyuki se desclavó el pene y lanzó una potente
onda eléctrica que terminó por derribar a Itami.
Hijo de
perra.-dijo, tras patear su cuerpo inerte.
No…-dijo
Itami-…aún no… ¡NO! Por… ¡POR IBARA!
Itami
agarró a Yamiyuki del cuello, se le encaramó violentamente y se las ingenió
para morderle y clavar sus colmillos hondamente en su cuello.
¡DESGRACIADO!-chilló
Yamiyuki.
Un rayo
negro cayó del cielo, fulminando a Itami, que se vio obligado a soltar al
chico. Toda la sangre que se había derramado comenzó a flotar y a acercarse a
Yamiyuki, entrando en su cuerpo y curando todas sus heridas.
¡Sufre!-volvió
a gritar el chico.
Negras
ondas comenzaron a fustigar a Itami.
¡Grita!-ordenó
Yamiyuki-¡Chilla! ¡Quiero hacerte daño! ¡Quiero hacerte sufrir! ¡Quiero
maltratarte, herirte! ¡Quiero que te lamentes de todos y cada uno de tus
segundos de vida! ¡Quiero destruirte cruel y dolorosamente!
Mientras
gritaba, Yamiyuki lanzaba rayos oscuros, explosivos ataques de tinieblas y
violentos golpes cuerpo a cuerpo. La sangre que salía de Itami se mantenía en
el aire y bailaba elegantemente junto al chico de ojos rojos, formando cintas.
¡Llora!
¡Sangra!-ordenaba Yamiyuki-¡Siéntete lo que eres: una hormiga para morir bajo
mi pie! ¡Vamos, reacciona! ¡Sigue sufriendo! ¡Pásalo mal! ¡BAILA CONMIGO ESTA
DANZA DE SANGRE!
Yamiyuki
vapuleaba a Itami con gran violencia, mientras la sangre a su alrededor formaba
cuchillas que lo acompañaban en los golpes. Tras ello, lo lanzó por los aires
y, con un gesto de su mano, lo hizo caer verticalmente de cabeza al suelo, tras
lo cual, como si lo controlara telepáticamente, lo obligó a ponerse en pie.
Finalmente, las lágrimas de Itami se saltaron cuando de su garganta salió,
produciendo un desagradable sonido, un rojo y brillante chorro de sangre que
llenó el cuello del otro chico hasta cerrarle la mordedura.
¿Qué
demonios has hecho?-preguntó Itami con un dolor imborrable en el cuello,
maltrecho por el combate y dolorido por la brutal paliza.
Tiene
un nombre muy conocido por todos los artistas marciales del mundo, en especial
de los usuarios de qi.-dijo Yamiyuki-Algún día podrías haberlo descubierto…si
hubieras vivido. Pero no es el caso. No lo usaré para matarte, no obstante. No
lo necesito.
Agitó
sus brazos y comenzó a lanzar llamaradas, rayos, chorros de oscuridad y ondas
sísmicas contra Itami hasta que revirtió su transformación, dejándolo caer
desnudo y ensangrentado al suelo. Yamiyuki lo agarró del cuello, lo lanzó por
los aires y comenzó a patearlo, hasta que le lanzó un golpe de palma y lo
estampó contra una roca lejana.
Jamás
lo había pasado tan mal sufriendo dolor.-chilló Itami-¡MÁTAME! ¡LLÉVAME AL
CLÍMAX!
Oh,
no.-dijo Yamiyuki-De eso nada. Voy a llevarte ante Freya e Ibara para que
mueras viendo cómo tu novia ha quedado igual o peor que tú. Aún tengo ganas de
hacerte sufrir un poco más. Nadie me ha restregado la polla y ha vivido para
contarlo. Bueno, nunca nadie me había tocado con su polla. Te mereces algo aún
peor de lo que te vamos a dar.
Arrastrándolo
por el rocoso suelo mientras lo llevaba agarrado por el pelo, Yamiyuki
transportó a Itami hacia donde vio humo, procedente probablemente del combate
entre Freya a Ibara. Al llegar, vio que su amiga estaba medio desnuda, como él,
pero su oponente, Ibara, estaba desnuda del todo, como Itami.
Ya
está.-dijo Yamiyuki soltando a Itami contra el suelo-Quería que la viera para
poder matarlo con una cara de sufrimiento más épica.
No los
vamos a matar.-dijo Freya-Espérame aquí.
Freya
chasqueó los dedos. Se apareció frente a una montaña de rocas cercana, la
golpeó con un puñetazo y destrozó la superficie, revelando un objeto pequeño y
brillante que no tardó en agarrar con la mano.
El
cristal.-dijo Freya apareciéndose frente a Yamiyuki de nuevo-Misión cumplida.
¿Qué es
eso de que no los vamos a matar?-preguntó Yamiyuki.
Déjame
a esa cosa.-dijo Freya mientras se guardaba el cristal.
Ahí lo
tienes…-dijo Yamiyuki.
Freya
agarró a Itami del cuello y lo levantó del suelo.
¿Me
oyes, pulgoso?-preguntó Freya con desdén.
Puta…-dijo
Itami casi sin fuerzas.
Tu
novia os ha vendido.-dijo Freya-Sois oficialmente nuestros empleados. Decid
adiós a Shiroi.
Lanzó a
Itami contra Ibara. Acto seguido, cogió a ambos y se los cargó a los hombros.
Si picó
Aquanika, que es más lista, ¿cómo no iba a morder el anzuelo ésta?-preguntó
Freya-Ya tenemos dos matones más. Shiroi se va a cagar.
Me
parece bien…-dijo Yamiyuki-...siempre podremos matarlos si se sublevan.
Exacto.-dijo
Freya-Tendrán un contrato como el de Aquanika.
Se
alejaron, dispuestos a volver a casa y poner a Ibara y a Itami fuera del
peligro de muerte que corrían.
No hay comentarios:
Publicar un comentario