IV: Gajes del
oficio
Un coche azul celeste metalizado bastante grande aparcó en
una oscura y solitaria calle de los suburbios. Las cuatro puertas se abrieron.
De los tres asientos traseros salieron Xing Yi, Saito y un chico más. Del
asiento del copiloto se bajó Ayashi y, del asiento del conductor, Izaya.
Parece mentira que no llevemos ni un mes en la barra y ya
vayamos a…-dijo Izaya-…hacer un show.
¿Nerviosa?-preguntó Saito.
¿No debería?-preguntó Izaya-Tú llevas la tira de tiempo
enseñándoles el rabo a todos los objetivos móviles que pasan por tu lado en un
antro, yo no.
Estaría bonito que tuvieras rabo.-respondió el joven
stripper.
Me has entendido, capullo.-respondió Izaya.
¿Dónde están?-preguntó Xing Yi.
¿Quiénes?-se extrañó Ayashi.
¡LAS POLLAS QUE DIJE QUE QUERÍA CALENTAR!-dijo el chico
coreano-¡Una tras otra! ¡Vamos! ¡Que rulen!
Supongo que tenemos que bajar esas escaleras tan chungas,
¿no?-preguntó Ayashi.
Con el tiempo aprenderéis a perderles el miedo.-dijo
Saito-Por la pinta que tienen, parece que conducen a un tugurio insalubre y de
mala muerte, pero, cuando bajéis por ellas, veréis que…no sólo lo parece, sino
que lo es con letras mayúsculas. No obstante, uno acaba asimilándolo. El pastón
que nos van a soltar por cabeza es jodidamente enorme como para que os
amedrentéis por unas tristes escaleras.
Confiemos en el experto, ¿no?-dijo Izaya.
Ninguno de los cinco iba excesivamente arreglado. Les
dijeron, al concretar la oferta de empleo por teléfono, que les darían un
atuendo para la actuación. Comenzaron a bajar.
Es una suerte que te haya tocado con nosotros, ¿eh,
Sanagi?-dijo Xing Yi mientras bajaban-Así nos dará menos corte saltar a la
fama...
Llámame Mirumi, por favor.-respondió el chico-No es
necesaria la formalidad entre nosotros…
Mirumi era de la estatura del resto de sus acompañantes,
pero, a diferencia de ellos, no tenía curvas sino para adentro, pues estaba muy
delgado y se le marcaban muchos huesos. Su pelo era rojo, corto y lacio, y sus
ojos eran de un color aguamarina muy llamativo. Sus brazos y sus piernas eran
muy finos y la ropa que llevaba le quedaba muy holgada para la talla que era.
Llevaba una camisa de manga corta de color blanco, que le quedaba como un
camisón, y unos pantalones negros que le quedaban de campana y le arrastraban
por debajo de sus botas marrones.
Está bien.-dijo Xing Yi-Bueno, ¿llamamos a la puerta o qué?
Bienvenidos.-dijo una voz con tono poco amistoso-¿Sois los
de barra?
Así es.-respondió Izaya girándose hacia la voz con una
mirada fulminante.
Este antro se divide en cuatro trozos.-explicó el gorila,
que era muy alto y corpulento-En un trozo bailan las chicas para nosotros, en
otro bailan los chicos para las tías que quieran pagar por verlos y los otros
dos trozos son la zona gay y la zona lésbica. La zona lésbica está cubierta por
hoy, así que las chicas ya podéis pasar a calentar trancas por esa puerta.
Vosotros tres id a que el público femenino os meta billetes en la bragueta.
Esto…-se extrañó Xing Yi.
Ah, sí.-dijo de malas formas el portero-Tú debes de ser el
que solicitó expresamente bailar para los maricas. Tira por la tercera puerta.
¿Y ese poco respeto puede saberse a qué se debe?-preguntó
Izaya, a quien no le había causado ninguna buena impresión aquel hombre desde
el principio.
Déjalo, bombón.-respondió Xing Yi-Está dolido porque en un
par de horas voy a cobrar lo que él en tres meses. ¡Buena suerte en la
actuación! ¡Adiós, Mirumi, me ha encantado compartir estos momentos preestreno
contigo!
Xing Yi se perdió en la puerta de la zona gay.
Bueno, vamos a caldear la zona.-dijo Izaya-¿Lista, Ayashi?
Jodidamente.-respondió la chica de ojos verdes-Quiero
empezar a jugar con la gente ya.
Las dos chicas se perdieron en la puerta dedicada al público
masculino. Saito y Mirumi se miraron.
No pongas esa cara tan larga, machote.-dijo Saito-Vamos a
ver conejos, ¿no? Aunque te estrese pensar en que puedas equivocarte o cagarla,
te digo que va a ser una gran noche.
Los cinco jóvenes fueron conducidos a unos vestuarios, donde
se les ofrecieron trajes muy extravagantes y exhibicionistas. Todos fueron
recordando las últimas clases con su profesora como si se hubieran graduado.
Los últimos días, la joven había echado mano del reproductor de música de la
sala para enseñarles a coreografiar de manera elemental y preparar su oído musical
y su coordinación músculo-oído. Era el momento de poner en práctica sus
enseñanzas.
. . .
¡ADICTOS DE LA NOCHE!-gritó el DJ como un energúmeno ante un
micrófono-¡DAD LA BIENVENIDA A DOS CHICAS NUEVAS! ¡HA LLEGADO EL ESPECTÁCULO
MÁS DESEADO DE LA NOCHE! ¡EL BAILE DE BARRA! ¡RECIBID CON LAS POLLAS BIEN DURAS
AL DÚO ARRECIFE DE CORAL!
En el escenario había dos barras. Se iluminaron con un foco
azul y otro naranja. El encargado del trasfondo se había empeñado en vestirlas
a juego con sus llamativas melenas, así que allí estaban. Izaya con un bikini
azul lleno de brillantes, unos tacones de aguja y un tocado de plumas a la
espalda parecido a los de los carnavales brasileños. A su lado, Ayashi, con un
conjunto de igual diseño pero de color
naranja. A ambas les parecía ridículo llamarlas “arrecife de coral” y les
pareció de muy mal gusto la entrada del DJ, pero su momento había llegado. Al
menos, el público sólo las miraba, aplaudía y comentaba de manera normal, sin
ningún tipo de arrojos. Comenzó a sonar la música. Las dos chicas se miraron y
asintieron con la cabeza. Pensaron en Ririka, que había aceptado un trabajo
varias calles más lejos de donde estaban ellas. Agarraron la barra con un brazo
y, realizando los mismos movimientos las dos, comenzaron a girar y a estirar
las piernas. Al medio minuto, ya estaban encaramándose a la barra y girando
sobre ella. Era un movimiento muy difícil y en el que la profesora había
insistido mucho, pero dijo que estaban todos preparados para acometer aquel
trabajo puntual.
. . .
¡GUAPOOOOOOOOOOOOO!-gritaban las chicas del público entre
alaridos incomprensibles.
Saito estaba desfogándose sobre la barra. Sus movimientos
eran rígidos, decididos, vehementes y vigorosos. No se andaba con medias
tintas: estaba dispuesto a dominar la barra y a todas las que se le acercaran.
A su lado, Mirumi hacía los mismos movimientos. No se equivocaba en nada, y su
técnica era muy pulida, embellecida por su gran flexibilidad, pero no estaba
tan motivado ni tan suelto como su compañero. Iban vestidos con chalecos muy
ajustados, incluso para la ínfima talla del pelirrojo, pantalones muy apretados
y finos, tipo leotardo, botas altas y sendas corbatas. Al ver el enardecimiento
de las chicas, dándolo todo, desgañitándose y bebiendo copa tras copa, Saito le
guiñó un ojo a Mirumi y se bajó de la barra de un salto. Acto seguido, pasó por
en medio de todas las chicas, se subió a la barra donde estaban sentadas muchas
chicas, alargó un brazo, cogió una botella de la estantería y, ante los
perplejos ojos del camarero, la abrió, se desabrochó el chaleco y comenzó a
echarse el contenido de la botella por el pecho, atrayendo a muchas chicas. A
pesar de ello y del alboroto que eso acarreó, muchas siguieron hipnotizadas
ante el escuálido y preciso Mirumi.
. . .
¡Qué jodidamente buenos que estáis todos!-gritaba Xing Yi
mientras retozaba en la barra, se restregaba por ella y la lamía con unos ojos
que reflejaban la más infinita lascivia-¡Os follaba a todos en serie! ¡Poneos a
cuatro patas y preparaos para recibir al señor Hwong!
A pesar de que no tenía micrófono y, con la música y los
gritos, nadie lo oía, el chico se divertía y se motivaba a sí mismo
desgañitándose mientras bailaba. Estaba sudando mucho y podía notar las gotas
de sudor resbalar desde la barra hasta su mano cada vez que agarraba su
herramienta de trabajo para ejecutar un movimiento. Algunos chicos atrevidos se
subieron a la tarima donde estaba la barra. Xing Yi se encaramó a la misma y
les dedicó una sensual mirada seguida de un gesto para que se acercaran. Siguió
bailando, girando en torno a la barra, rozando con su cuerpo a los chicos que
se habían acercado y lo miraban con deseo. De pronto, lanzó algo al público:
cinturones. Los chicos miraron hacia abajo y vieron que no llevaban los suyos.
El joven de cabello verde saltó de la barra y comenzó a acariciar las
entrepiernas de los chicos mientras los miraba con una sonrisa de puro celo.
Los chicos comenzaron a tocarle todo el cuerpo mientras él, con sus brazos, los
dirigía hacia donde quería: a hincarlos de rodillas en el suelo. Justo cuando
iba a mostrarles su miembro viril, se oyó un sonido muy fuerte y una explosión
de alaridos. La gente comenzó a movilizarse.
¡UN DISPARO!-oyó gritar el chico.
Muy enfadado por la interrupción justo cuando iba a tener sexo
grupal, Xing Yi bajó de la tarima y, en lugar de correr hacia la salida como
los demás, se adentró en el local. Vio la puerta que daba a la zona lésbica y,
frente a ella, a muchos metros, la puerta que daba a la zona de chicas. Su
prioridad en medio de aquel caos era encontrar a sus compañeros, por lo menos a
Izaya y a Ayashi, que estarían tras esa puerta. Con su erección como única
compañera, se lanzó hacia la puerta. Por el camino, oyó más disparos y golpes,
así como sonidos de vidrio rompiéndose. Al abrir la puerta, vio a sus dos
compañeras vestidas de carnaval y a un grupo de gente trajeada. Eran dos
hombres con gafas de sol, muy altos y delgados, uno rubio y con el pelo
engominado hacia atrás y otro moreno y con el flequillo hacia delante, un corpulento
hombre negro calvo por toda la cabeza salvo por detrás, donde tenía una larga
trenza, y una mujer de cabello castaño recogido en una cola de caballo.
¡Que nadie se mueva!-instó al unísono el par de hombres de
gafas de sol mientras se ajustaban unos guantes.
¿Qué es esto?-chilló Ayashi-¿La letra pequeña del contrato?
A mí que no me jodan.-dijo Izaya-Que me traten como a una
puta me jode, pero es algo con lo que se puede lidiar. Ahora bien, eso de que
me exponga a un tiro en la cara lo llevo peor… ¡eh, mira, es Xing Yi!
El chico, que no había sido avistado por el extraño
cuarteto, se acercó hacia ellos por debajo de la barra de servir bebidas. Le
hizo un gesto a la asustada camarera para que no lo delatara y, acto seguido,
salió de su escondrijo, quedando detrás del cuarteto. Si uno de los cuatro se
giraba, estaría muerto. Les hizo un gesto a las chicas señalando la puerta que
daba a la zona de chicos: quería reunir a todos. Ayashi e Izaya asintieron con
la cabeza, y el chico abrió la puerta, de la cual salió automáticamente un
hombre trajeado expelido, cayendo contra el suelo. Saito salió por la puerta
con un gesto amenazador, dispuesto a agarrar a aquel hombre y golpearlo, pero
vio que no estaban solos. Los cuatro individuos apuntaron al joven con pistolas,
todas ellas dotadas de silenciador.
Mierda…-dijo Saito.
¿Está bien?-preguntó la mujer de cabello castaño.
Lo ha noqueado.-dijo el hombre de la trenza mientras le
tomaba el pulso al que parecía ser su compañero.
¿Has sido tú?-preguntó la chica.
Esto…-dijo Saito.
Te voy a volar la puta tapa de los sesos como no contestes a
mi pregunta. ¿Has sido tú?-repitió la mujer-¿Sí o no?
Antes de que Saito pudiera contestar, vio cómo la chica era
derribada por una abrumadora fuerza y caía de bruces al suelo. Ayashi e Izaya
se le habían abalanzado, aun sabiendo lo que ello iba a desencadenar.
Comenzaron a disparar. Entre la confusión, el fuego cruzado y las marabuntas
del público huyendo de aquellos individuos trajeados, que parecían haber
taponado las salidas, aprovecharon para juntarse todos. Las dos chicas
corrieron hacia Saito, pero el hombre moreno y el rubio les cortaron el paso.
Saito le tocó al rubio en un hombro, lo hizo girarse y le dio un potente
puñetazo en la cara, desequilibrándolo. Tras ello, hizo una extraña pose y le
golpeó con la mano como si fuera una zarpa, tirándolo al suelo. Al verlo, su
compañero rubio trató de atacar al joven stripper, pero Xing Yi apareció en un
estrafalario salto y le estampó la planta del pie en la cara, exhibiendo lo que
parecía una complicada patada voladora.
¡VÁMONOS DE AQUÍ!-gritó el chico-¡ESTÁ BIEN LO DE COBRAR,
PERO PREFIERO SEGUIR VIVO!
¿DÓNDE ESTÁ SANAGI?-chilló Izaya para hacerse oír entre el
caos-¡NO PODEMOS DEJARLO AQUÍ!
¡VOY A POR ÉL!-chilló Saito-¡NO SABE DEFENDERSE! YA VEO QUE
VOSOTRAS SÍ…
El hombre de la trenza le cortó el paso.
¡NO ME JODAS, CAPULLO!-gritó el stripper mientras le daba un
puñetazo en la cara.
En un prolongado grito, el joven se agarró la mano: se había
hecho un daño tremendo.
Xing Yi corrió hacia los dos y lanzó una fuerte patada
giratoria contra la sien del hombre trajeado, quien ni se canteó.
¡VE A POR MIRUMI!-gritó Xing Yi-¡YO ENTRETENDRÉ A ESTA MOLE!
Saito cruzó hacia la zona de los chicos, pero se llevó una
cruel sorpresa. Un grupo de hombres trajeados había cogido a su compañero y se
lo había llevado. Estaban saliendo por la puerta.
¡ALTO AHÍ!-gritó Saito.
Los aludidos comenzaron a disparar, obligando al chico a
saltar fuera de esa sala. Volviendo a la sala de las chicas, vio que el
panorama no había mejorado mucho: el hombre de la trenza había abatido a Xing
Yi de un golpe y estaba persiguiendo a Izaya y a Ayashi.
¡VAMOS A LARGARNOS!-gritó Saito a las chicas mientras
cargaba a Xing Yi sobre sus hombros-¡PASAD DE ESE CABRÓN! ¡SE HAN LLEVADO A SANAGI!
¡TENEMOS QUE IR TRAS ELLOS!
¿ESTÁS LOCO?-chilló Ayashi mientras esquivaba los ágiles y
peligrosos golpes del corpulento hombre.
¡TODOS LOS GENIOS LO ESTÁN!-gritó Saito-¡VÁMONOS DE AQUÍ
ANTES DE QUE LISIE A ESTE CABRÓN!
Izaya agarró una silla y se la rompió en los hombros, pero
el persistente individuo seguía intacto…hasta que se desplomó boca abajo.
¿QUÉ COÑO…-gritó Izaya sin comprender lo que pasaba.
¡NOS LARGAMOS!-gritó Saito-¡OS REPITO QUE HAN RAPTADO A
UN COLEGA!
Lograron salir por los vestuarios, por lo que aprovecharon
para coger las bolsas en las que llevaban sus cosas. Las dos chicas se
arrancaron los tocados de plumas y, vestidos todos como profesionales del sexo,
salieron al aire libre.
¡Por fin un poco de silencio!-exclamó Saito mientras corrían.
¡Saito, ya estoy bien!-exclamó Xing Yi-No podemos
permitirnos que te canses cargándome…
Xing Yi se bajó de los robustos hombros de su compañero y
comenzó a correr junto al grupo.
¡El coche está girando esta esquina!-exclamó Izaya-¡Podremos
seguir a esos cabrones! Porque todos esos coches negros son suyos, ¿no? Antes
no estaban…
Al llegar a la calle donde estaba aparcado el coche de
Izaya, encontraron a una multitud de hombres trajeados inspeccionando el
vehículo por el exterior.
¡Las manos fuera de mi carro, bastardos!-gritó Izaya.
A callar, puta.-respondió uno de los hombres mientras todo
el grupo apuntaba con pistolas.
Se hizo el silencio. ¿Qué iban a hacer ahora?
¡HAAAAAAAAAAAAH!-oyeron que gritaba una voz femenina
familiar.
Vieron algo en el aire…una figura que lanzaba una ágil
patada giratoria en salto, abatiendo a uno de los miembros de aquel extraño
grupo con lo que parecía una bota metálica. La figura aterrizó y se deslizó
entre los demás individuos de traje patinando…lo que creyeron que era una bota
metálica era en realidad un patín en línea.
¡Ririka!-exclamó Ayashi sorprendida.
La joven llevaba unos pantalones cortos, un chaleco ajustado
y protecciones metálicas. Su pelo, suelto, como de costumbre, se movía al son
de los acelerones de sus patines. Se colocó ante sus compañeros, cerrando el
puño en señal de beligerancia.
¿Qué coño te crees que haces?-inquirió, enfadado, otro de
los hombres.
Con cara de muy mal genio, Ririka patinó hasta el hombre que
tenía más cerca y…
¡YIAAAAAAAAAH!-gritó.
Se dio una voltereta hacia atrás, golpeándole en el mentón
con una patada que lo lanzó por los aires.
¿Qué demonios…-preguntó Xing Yi.
¡No hay tiempo para explicaciones!-exclamó Ririka-Tenemos
que… ¡AH!
Algunos de los hombres habían dejado las pistolas y corrían
hacia ella con cuchillos en sus manos. Justo cuando iba a ser múltiplemente
apuñalada, se oyó un choque de aceros: algo se interpuso entre sus atacantes y
ella. Cuando abrió los ojos, vio que se trataba de Saito, que había parado las
cuchilladas con una navaja bastante grande. Sin mediar palabra, lidió con
cuatro hombres a la vez a base de navajazos, chocando su arma con las de ellos.
Xing Yi, Izaya y Ayashi se miraron y asintieron: era la hora de colaborar.
Aquello era una locura y, si iban a morir, por lo menos lo harían habiendo dado
guerra.
Justo cuando iban a lanzar la ofensiva, fueron
inmovilizados. Izaya estaba siendo agarrada por el hombre rubio, Ayashi por el
moreno y Xing Yi por la mujer de antes. No había ni rastro del hombre de la
trenza, pero habían aparecido dos personas más para agarrar a Ririka y a Saito,
que había logrado esconderse la navaja antes de que se la quitaran. Intentaron
soltarse, pero sólo consiguieron que les retorcieran un brazo y les golpearan
con las rodillas en la espalda. Acto seguido, les pusieron a todos un pañuelo
en la nariz, tras lo cual se desplomaron en el suelo.
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