† WORLDS COLLIDE †
Episodio
X · METALLURGY
WATANABE
Otro
día más. Otra pelea. Otra amenaza. Otro edificio derrumbado. Otro tumbo. Decidieron
ponerse manos a la obra con lo que se habían propuesto para aquel día. Al caer
la noche, al abrigo de la Luna y las tinieblas, cuando los curiosos ojos de la
luz se cerraban y los seres de la negrura se sentían libres para salir y vivir,
Freya y Yamiyuki volvieron a darse cita en la misma cafetería del otro día. Su
puntualidad era tal que se encontraron de camino, justo en la puerta. Llevaban
sendas carpetas en sus manos. Tras saludarse, entraron. Los recibió el cálido,
hogareño y familiar ambiente de la oscuridad, la tibia penumbra, las débiles
luces y el juego de blancos y rojos que jugaba a hacer una trémula película en
el negro dominio del local. Se acercaron a la mesa más recóndita, que también
gozaba de una temperatura aún más cálida por estar cerca de unos exquisitos
radiadores camuflados de elegante y rompedor diseño…una belleza sólo
perceptible ante los ojos más agudos, aquéllos capaces de distinguir negro
entre lo negro…ojos como los rojos de Yamiyuki o los azules de Freya.
No
tardaron en servirles lo que pidieron poco después de sentarse: una larguísima
fuente que ocupaba todo el canto de la mesa, de exquisita porcelana montada
sobre placas radiantes que mantenían caliente la larga hilera de transparentes
teteras que poblaba el recipiente. Exquisitos tés de todos los colores,
formando una hilera policromada que estimulaba los ojos en aquella penumbra,
una mezcla de colores, texturas, temperaturas, dulces y ricos aromas y
profundos sabores, todos ellos a base de flores o frutas. Junto a ello, un
generoso cuenco de selectas y perfectas piezas de chocolates artesanales de
decenas de tipos sobre lecho de una tenue pero helada colcha de gelatina que
impediría que se derritiesen. Entre las piezas de chocolate, deliciosas
galletas. Cafés variados aromatizados en el otro extremo de la mesa. Un pequeño
cesto con terrones de azúcar, onzas de chocolate, ramas de canela, pétalos de
vainilla y otros endulzantes naturales.
El de
fresas al aroma de fruto de la pasión y toque de rosa es de mis favoritos.-dijo
Freya mientras agarraba una jarra de té de un penetrante y brillante color rojo
y llenaba su vaso con ella.
¿De qué
es el verde?-preguntó Yamiyuki, que llevaba unos segundos mirándolo.
Kiwi al
aroma de menta y ralladura de limón.-le explicó la chica-Una delicia mucho más
dulce de lo que parece.
El
chico tomó la jarra y se sirvió. El exquisito olor le inspiró confianza. Lo probó.
Era una auténtica delicia. Se preguntó por qué, con toda la gente a la que
mataban, se merecían algo tan bueno como lo que tenían en esos momentos…
Bueno...-dijo
Freya tras tragar un bocado de un trozo de chocolate que brillaba por la fina
cubierta de gelatina neutra-…quiero que veas esto. Me ha costado tanto
encontrarlo que aún ni me lo creo.
La
seductora joven abrió su carpeta y sacó un dossier. Lo puso en medio de la
mesa, girado para que su compañero, sentado frente a ella, pudiera leerlo.
¿No hay
foto?-se fijó Yamiyuki-Qué raro…y este papel…
La
impresora no tiene la culpa.-respondió Freya-Esta ficha tiene que ser una
fotocopia de una fotocopia de una fotocopia…de un largo etcétera de fotocopias.
Parece como si fuera adverso para con el resto de la comunidad científica el
que se conociera la identidad de esta persona…
Persona,
tú lo has dicho.-dijo Yamiyuki-Con este nombre tan atípico, no sabemos si es
hombre o mujer. Metallurgy Watanabe…bueno, tiene el nombre de una ciencia, es
de esperar que se trate de una mujer, ¿no?
Tiene
que serlo.-dijo Freya-Algo me induce a pensarlo, no sólo el nombre. Pero…mira
la ficha. Es una élite andante, merece la pena que la tengamos en cuenta.
Domina
varias ingenierías…-leyó el chico-…ciencias puras…experta en técnicas de
fabricación, inventora, investigadora y… ¿es su propia operaria en los procesos
productivos?
Así
es.-dijo Freya-Ella idea, ella inventa,
ella diseña, ella recolecta materiales y ella construye y fabrica. O él…
Eso es
francamente genial.-respondió el joven-La única persona que conozco que es
capaz de hacer eso…eres tú.
Vaya…-la
joven esbozó una media sonrisa-…veo que estás al tanto.
Leí tu
nombre más veces que ningún otro cuando saqué las fichas de la facultad.-le
respondió su compañero-¿Cómo llevas ese tren de musculatura artificial? Tiene
que ser apasionante.
Ayer
terminé un bíceps…-Freya puso cara de placer y satisfacción-…perfecto.
Me
alegra oír eso.-dijo Yamiyuki-Me encantaría seguir hablando de eso, pero
continuemos con lo que nos ocupa…esta persona es increíble. Está establecida en
una fábrica, integra taller, cadena de montaje, laboratorio, centro de
investigación, sistema de transporte y distribución, comunicaciones e incluso
vivienda propia… ¡eso tiene que ser enorme!
Lo
será.-dijo Freya-Y me gustaría verlo, pero…sigue leyendo y verás.
Yamiyuki
arqueó una ceja al terminar.
No está
especificado dónde está.-dijo-¿Qué hacemos ahora? Espera, algo me dice que
tienes una respuesta.
Claro
que la tengo.-dijo Freya-Sea quien sea, ha de tener una magia muy poderosa.
¿Puedes
detectarla leyendo una ficha de datos laborales?-se sorprendió Yamiyuki.
Teniendo
en cuenta que sólo se puede leer esta ficha desde las bases de datos si sabes
magia…sí.-concluyó la joven.
¿Esta
ficha estaba oculta con protección mágica?-preguntó el chico-Qué raro…una
persona con semejante talento… ¿por qué querría ocultarse del mundo?
Tal vez
tenga negocios turbios.-dijo Freya-No sería de extrañar viniendo de
personalidades tan apócrifas. Piensa que nosotros estamos en las mismas. Nos conoce
todo el mundo, somos héroes internacionales, pero…realmente…hacemos lo que nos
da la gana. Nadie podría darse cuenta de todo lo que llevamos entre manos.
La
diferencia entre la gente con negocios turbios y nosotros…-respondió el
chico-…es que nosotros hacemos lo que nos da la gana en el buen sentido. ¿Qué
tiene de malo el estudiar, investigar, trabajar, entrenar y dar lo mejor de
nosotros cada día para alcanzar la perfección? Bueno…para que no nos alcance,
mejor dicho.
Buen
comentario el último.-dijo Freya tras tomar otro trago-Y estoy de acuerdo. La
mayoría de esta gente tiene asuntos en negro…mira por ejemplo a la renombrada y
flamante doctora Vinokourov…expediente académico diáfano, resultados
brillantes, investigaciones punteras…y se tira los santos días matando por
dinero o por placer.
Y mucha
gente más que desconozcamos…-dijo Yamiyuki con pesadumbre mientras se rellenaba
el vaso con la jarra azul-… ¿es de arándanos?
Arándanos
al aroma de vainilla.-respondió Freya-También está muy bueno. Realmente no hay
ninguno que no sea excepcional. Éste…-dijo mientras agarraba la jarra
amarilla-…es un té de plátano con clorofila al aroma de canela, y también me
fascina. Espero que no se enfríen los cafés…el colombiano con chocolate blanco
es excelente…
Será un
placer probarlo.-dijo Yamiyuki, quien había descubierto el local gracias a
Freya-Como decía…la doctora Vinokourov no debe de ser la única que se dedique a
la carnicería…
Créeme,
no lo es.-respondió Freya tras acercarse suavemente el vaso para olerlo-Hay varias
personas más por ahí…el excelente doctor Kamiyama, sin ir más lejos. Y una que
está muy lejos pero que, según mis fuentes, tiene relaciones con Aquanika…
¿Relaciones?-se
extrañó Yamiyuki mientras partía una galleta con sus manos-¿De qué tipo?
De
beneficio mutuo.-dijo Freya-No sé si son familia, amigas o…lo que gente como
ella pueda considerar amiga, pero mantienen una especie de alianza. No te
preocupes por ella, está en otro continente y dudo que se acerque por aquí.
Lo
dejaré pasar por ahora, pues.-concedió el joven-Entonces, volviendo al tema de
Metallurgy Watanabe… ¿cómo podremos establecer contacto?
Existen
unos dispositivos mágicos comúnmente conocidos como identificadores de conjuros
y brújulas mágicas. Son dos artilugios distintos que se complementan en su
funcionamiento.-explicó Freya-El identificador de conjuros es aparentemente
inútil si se usa solo, pues lo único que hace es absorber la esencia mágica, la
idea y el funcionamiento de un hechizo usado siempre y cuando se le acerque al
objeto hechizado. La brújula mágica guía a su portador hacia la mano que ha
lanzado el conjuro que el identificador que se le acople ha captado. Sencillo,
¿verdad?
Totalmente.-dijo
Yamiyuki-Y no me equivocaré al afirmar que tú sabes, puedes y, de hecho, vas a
conseguirlas para usarlas.
Veo que
me entiendes.-dijo Freya-Es de agradecer, pues los idiotas que nos rodean en el
día a día no tienen ni puñetera idea de nada ni nadie y obran como los necios
que son.-se sirvió un vaso de ese café colombiano con chocolate blanco,
liberando un dulce aroma alrededor de la mesa-El identificador es una piedra, y
la brújula no es más que un soporte mineral con una aguja de un cristal
encantado. Aunque su funcionamiento es totalmente mágico, se fabrican mediante
alquimia…mediante una alquimia bastante avanzada y tortuosa, siendo precisos.
No se venden apenas y, si se encuentran, tienen precios desorbitados. Su uso es
único, desintegrándose tras verse el portador frente a la mano lanzadora del
conjuro.
En
resumidas cuentas…-Yamiyuki acababa de probar un café con dulce de leche y
azúcar moreno que le había dejado una media sonrisa-…vas a fabricarlos porque
eres una experta alquimista.
Exacto.-dijo
Freya-Además de laboratorios, tengo mi propio taller de alquimia, aunque no
trabajo con ni para nadie en él y no está abierto al público, como el resto de
mis zonas de trabajo. Esta noche lo abriré, entraré y fabricaré los dos
objetos. Mañana, al rayar el alba, estarán listos. Tengo todo lo necesario,
pero en su estado más virgen. Tendré que realizar varias y sucesivas
transformaciones. Tras librarnos de Ibara e Itami otra vez esta tarde, he
pedido el día libre por asuntos propios en los sitios donde me tocaba trabajar
y he hecho que cierren las facultades para hacer inventario de libros para que
no te pierdas nada de clase.
No sé
si sorprenderme por todo lo que haces…-comentó Yamiyuki tras morder una galleta
azucarada-…o no hacerlo y sentirme acostumbrado a tus…proezas.
Lo dejo
a tu libre elección.-le dijo la chica apartándose la melena-Oh, no te vayas sin
probar la jarra naranja de té. Como su color indica, lleva naranja, mandarina,
mango y extracto de pomelo. Te dejará la boca helada tras el calor del café…por
muy caliente que puedas ver el té, te lo aseguro.
Je…-rió
Yamiyuki-…entonces, mañana madrugamos y nos vamos a buscar a Metallurgy
Watanabe para exponerle la situación, ¿no es así?
No del
todo.-corrigió Freya-Mañana madrugas. Yo no creo que duerma. Tengo que fabricar
los objetos y diseñar un ciclotrón más eficiente para el laboratorio de partículas
de la facultad de Ciencias Físico-Químicas de Kyoto, a los que les tiene que
llegar por fax a las seis en punto de la mañana. No me mires con esa cara, son
pequeños trabajos ocasionales que hago en mi tiempo libre…
Entonces…-dijo
Yamiyuki-… ¿hago el “equipaje”?
Hazlo,
así como yo también lo haré.-concedió Freya-Es mejor prevenir que curar. Ármate
hasta los dientes si lo ves necesario. Nunca se sabe. Y, por supuesto, buenas
provisiones de dinero y cualquier cosa que vayas a poder necesitar.
Descuida.-dijo
Yamiyuki tras terminarse el vaso de café, comenzando a servirse el té de
naranja-¿El montaje mágico no mide distancias?
Para
eso se necesita una materia prima que dejó de existir en nuestro planeta, según
dicen los libros de Alquimia.-dijo Freya-No obstante, podemos ir en coche, y
tenemos dinero de sobra para pagar cualquier transporte colectivo, sin hablar
de que podemos desplazarnos básicamente como nos dé la gana sin apenas
restricciones.
Entonces
no hay problema.-concluyó Yamiyuki-Visto así, tardaremos poco en llegar hasta
su presencia, ¿no es así?
Relativamente
poco, supongo.-respondió Freya tras fundir una onza de chocolate relleno de
pasta de melocotón en un vaso de té-Es una pena que no puedas volar…
Respecto
a eso…-intentó decir Yamiyuki.
Escucharon
el tenue sonido de la puerta del local abriéndose. Un individuo con una capa negra había
abandonado el local. Freya miró el reloj.
Es hora
de irse.-dijo Freya-Pronto, la Luna llegará a su punto álgido y tendrá el
influjo más benevolente sobre las obras alquímicas. Será mejor que me encierre
en el taller y lo ponga todo a punto.
De
acuerdo.-asintió el chico-¿Dónde y cuándo nos reunimos mañana?
A las
seis en punto de la mañana en el borde Norte de la ciudad.-dijo Freya-Trata de
descansar.
¿No
tenías que entregar los planos de un ciclotrón?-preguntó el joven.
A las
seis de la mañana como muy tarde.-subrayó la sensual chica-Nunca apuro las
fechas. ¿Te importaría conducir por esta vez?
En
absoluto.-dijo cordialmente el apuesto joven-Estaré allí con el coche.
Bien
pues.-dijo Freya.
Recogió
la ficha, la guardó en la carpeta y se levantó de la mesa. Yamiyuki la siguió.
Tras pagar la cuenta, salieron del local. No hacía frío, pero la atmósfera no
tenía la misma calidez que el recóndito y agradable local. Se despidieron y
tomaron cada uno su camino, dispuestos a llegar a casa cuanto antes.
. . .
Entre
los árboles, cuando nadie la veía, Freya chasqueó los dedos y se deshizo en una
brisa de rojos pétalos de rosa. Apareció entre muros de piedra, ante una enorme
y pesada puerta rocosa. No tenía ninguna cerradura ni ningún atisbo de
mecanismo de apertura. Puso su mano en el centro de la construcción,
reaccionando al instante. Una cálida y moderada luz abrió la pesada puerta,
permitiendo la entrada de la joven, tras lo cual volvió a cerrarse pesadamente.
Otro chasquido de dedos y sus prendas cambiaron mágicamente, como si efectuase
una transformación. Su cuidada y elegante ropa de calle de un elegantísimo y
exuberante estilo gótico se transformó en un vestido de seda negra encorsetado
con cordones, encajes y ribetes blancos, largo hasta casi las rodillas, unas
botas altas del mismo color con cordones blancos, guantes negros con cierre de
cinta ajustable de seda blanca, una larga, vaporosa y voluminosa capa, también
negra y ribeteada de blanco, de la que colgaban dos largas mangas de campana
triangular para introducir los brazos en caso de necesidad. Su cabeza quedó
adornada con amplio y rompedor gorro negro del que colgaban algunas plumas y
flores de espectaculares y brillantes blancos. En su cara aparecieron unas
gafas redondas de montura negra y lentes esmaltadas con reflejo blanquecino. El
espejo que había a su lado reaccionó, amueblando automáticamente la vacía
estancia: una mesa enorme, estanterías llenas de libros, cajones y aparadores
llenos de materias primas y herramientas, un enorme almacén a puerta cerrada,
un caldero gigantesco y multitud de cosas más. Al mismo tiempo, apareció un
bastón de madera negra de gran longitud, como hecho a medida para la altísima Freya,
adornado con cristales, joyas, plumas, colmillos, pétalos y demás objetos
atados con cadenas finas o hilos de brillantes colores. En un rincón de la
amplísima sala había un enorme espacio vacío. La chica extendió sus brazos y
abrió las manos, generando un brillante círculo mágico con un polígono
estrellado de veinte vértices.
Permutación.-susurró.
El
espacio vacío quedó poblado con una gran mesa de trabajo en la que había un
ordenador de sobremesa, un portátil, material de dibujo, varias calculadoras, cajones
llenos de útiles, un fax, un teléfono, una impresora y, al lado de la mesa, un
gigantesco plotter, así como una gigantesca silla de oficina con gran respaldo.
A
trabajar.-se dijo mientras se ajustaba las gafas.
Abrió
el cajón más bajo del aparador que tenía más cerca. Estaba lleno de polvos
metálicos clasificados con nombres escritos en una simbología que en nada se
parecía a su japonés natal. Agarró una pequeña fuente y, con una cuchara de
porcelana, tomó ciertas cantidades de cada uno de los polvos, los cuales, tras
realizar las pesadas pertinentes con una balanza, mezcló en la fuente. Eran los
primeros pasos para fabricar un perfecto par constituido por el identificador
de conjuros y la brújula mágica que los llevarían, al amanecer, ante la enigmática
personalidad conocida como Metallurgy Watanabe.
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