XXIII: Oro
Fueron unos días de pesadilla. Sin apenas fuerzas ni ánimos
para seguir con su día a día, Ayashi, Xing Yi e Izaya estaban juntos más tiempo
que nunca, pero se sentían más solos que nunca. Mirumi estaba con ellos cada
vez más, en parte unido por el mismo sentimiento. Iban a las clases de barra,
estudiaban y trabajaban como siempre y, aunque no habían mermado sus
resultados, no se sentían nada satisfechos: Ririka los había traicionado, Saito
los había dejado y Genjuro los había vendido o regalado, sin lugar a dudas. Una
tarde, después de la clase de baile de barra, la cual sentían fría y dolorosa
sin Saito, se reunieron los cuatro (incluyendo a Mirumi) en la misma cafetería
en la que se sentaron juntos por primera vez.
Y encima la policía no quiere que nos acerquemos al
caso…-dijo Izaya con amargura-…después de todo esto, no se fían de nosotros.
Que somos peligros e inestables, dicen…
Las autoridades tienen que ser imparciales, supongo.-comentó
Ayashi-Es normal que nos quieran lejos después de la que liamos en el
Yashinori. Muebles rotos, sangre, peleas, tiroteos…
Pero…-dijo Izaya-… ¡no es justo! ¡Ni siquiera nos dejaron
quedarnos en el hospital para escuchar qué determinaban los médicos acerca de
Saito!
Y…-dijo Xing Yi-…si no nos han llamado…significa que…aunque
llegara vivo al hospital…
…definitivamente murió.-dijo Mirumi bajando la cabeza.
¡Mierda!-dijo Izaya-¡Y yo estaba allí! ¡Y no pude evitarlo!
¿Por qué? ¿Por qué no yo? Maldita zorra…espero que se haya muerto tras la
paliza que le metí.
Izaya, estás siendo muy injusta contigo misma.-dijo
Ayashi-Fuiste víctima, no culpable, ¿de acuerdo? Si hubieras muerto tú bajo la
katana de Ririka… ¿crees que nuestro dolor habría sido menor o distinto? ¿Crees
acaso que Saito estaría contento con ello? ¿Que alguno de nosotros lo
estaríamos?
No, pero…-dijo Izaya con rabia.
Nada de peros, amiga mía.-dijo Ayashi-Hiciste lo correcto
hasta el final y luchaste con valentía. Te sobrepusiste a la fiera de tu
adversaria. Sinceramente, creo que eres la más fuerte de todos nosotros en
todos los sentidos, y esto no ha sido sino otra prueba de ello. Creo en ti,
Izaya, no puedes venirte abajo.
Me da muchísima pena todo esto, y no puedo evitar sentirme
culpable.-dijo Izaya-No es sólo el dolor por Saito lo que me atenaza…es el hecho
de pensar que él estuvo enamorado de Ririka hasta aquel día…que no se atrevió a
declarársele por miedo a no gustarle, que incluso alguien tan seguro y tan
dominante como él tuvo recelo y dudas…y que sólo me lo contara a mí…me duele,
Ayashi, me duele mucho. Saito vivió un engaño que lo acabó matando. No es
justo, él era el más joven de nosotros, joder…
Imagino cómo te sientes, Izaya…-intervino Xing Yi-…pero no
puedes dejarte arrastrar. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas? Aún tiene que
haber algo que podamos hacer.
¿Siendo parias a ojos de los policías?-preguntó Izaya-¿Qué
vamos a hacer cuatro personas contra una trama de la que aún no sabemos NADA?
¿Lo mismo que hasta ahora?-preguntó Izaya agarrando a su
amiga entre sus brazos-¿Cuántas veces los hemos burlado? ¿Cuántos de sus culos
hemos pateado? ¿Crees de verdad que no hemos hecho una mínima mella en su
armazón? Seguimos teniendo información sobre ellos…el legado de Saito. Los
tenemos cogidos por las pelotas, Izaya, créeme…créelo. Si la policía no coopera,
que lo haga la Interpol. Me sobran ovarios para ir a verlos, incluso si tengo
que ir a su sede de Estados Unidos.
Yo…-dijo Izaya-…me acosté con Saito. Puedo decir con total
sinceridad que no me he quedado pillada por él, que es joven e inexperto, que
le faltan muchas cosas que un hombre de mi talla tendría, pero…lo que vi en él
aquella noche fue gratificante. Su pasión, su temple, sus formas, su cuerpo,
sus ojos…conozco a los hombres, ¿sabéis? Y él era un buen hombre. Me lo dejó ver. Pude leerlo en él. Seguro que ahora pensaréis
que estoy muerta por sus huesos y que siento rivalidad amorosa hacia Ririka,
pero, ¿sabéis qué? Me da igual. Soy una mujer auténtica y no tengo necesidad de
ocultar nada de lo que pienso o siento. Os digo lo que pasa por mi cabeza tal
como pasa, supongo que para desahogarme…
Hasta las personas más fuertes necesitan manos de las que
agarrarse y hombros sobre los que apoyarse.-dijo Mirumi-Eres fuerte, Izaya,
pero no infalible…y todos necesitamos ayuda alguna vez. Deja de torturarte y
martirizarte por ello, no tiene sentido. Al contrario, aprende de tu
experiencia, como nos has demostrado que has hecho en cada segundo de tu rica
vida, y agradece todo lo bueno que puedas sacar de la vida, aunque nos clave
las más dolorosas astillas. Por favor, piénsalo. Sin el temor por nuestras
debilidades, no desarrollaríamos la fuerza que somos capaces de desplegar para
protegerlas.
Izaya se ajustó las gafas.
Tenéis razón.-respondió-Todos la tenéis. Soy perfectamente
consciente. Si alguno de vosotros estuviera en mi lugar, yo diría lo mismo.
Pero comprended que hay momentos en los que no vemos dónde está el siguiente
escalón. No voy a llorar, no lo necesito. Sólo os pido un poco de tiempo, menos
del que pensáis, para que encuentre el escalón…y, cuando lo suba…me tiraré
desde él a la puta cabeza de quien haga falta. Tenemos que acabar con esta
mierda y vengar a Saito.
Ése es el espíritu.-dijo Ayashi.
No esperaba menos de la futura doctora Kizuna.-Xing Yi le
guiñó un ojo.
Estamos contigo.-dijo Mirumi-Sé que no puedo sustituir a
Saito y que no valgo tanto como él para ninguna de las cosas que él hacía, pero
estoy aquí para lo que sea.
Ahora…-dijo Xing Yi-…Ayashi, creo que tienes que explicarnos
una cosa, ¿no es así?
Sí.-dijo Ayashi sin titubear-Tengo que contaros por qué no
estuve en el polideportivo el día de los hechos.
Exacto.-dijo Xing Yi-Saito me dijo que estabas… ¿cómo era?
Ah, sí…”puteando”.
Ni más, ni menos.-dijo Ayashi-Puteando a dos personas como
venganza y penitencia.
¿Eh?-preguntó Izaya.
Yoshigi y Tetsuo.-explicó Ayashi-¿Recordáis lo que dije el
primer día? Os dije que quería aprender a seducir a los hombres para ser mala
con ellos y hacerles sufrir…y no era una insinuación sexual, sino una verdad
como un puño. Quería causarles dolor, pánico, agonía…que sintieran la rabia, la
fuerza y el orgullo intachable de una mujer beligerante. Yoshigi era amigo de
mi anterior novio, y lo dejamos por su culpa. Todo fue abrupto y doloroso para
mí…y no sólo ellos dos, sino también los anteriores novios que tuve…todos los
hombres acabaron tratándome como a una puta. Nunca me han pegado, pero me han
roto el corazón muchas veces, y…ya que lo tengo roto, me imagino que no se me
romperá más por ser mala. Es el camino que he elegido…ser una zorra sin
escrúpulos, una puta, una planta carnívora escupidora de feromonas.
Probablemente acabe en la cárcel, pero me habré llevado a muchos por delante.
Quiero ver llorar a todos y cada uno de los hombres que me han hecho
daño…quiero que sientan mi dolor y mi sufrimiento de manera multiplicada…que
prueben el sabor de sus medicinas. Y voy a hacerlo. Les haré sufrir. Y, lo que es más, me sentiré una noble
impositora de justicia cada vez que lo haga. Ya lo he probado. Tetsuo, un amigo
de Saito, el hacker que le ayudó a reventar la seguridad de nuestros amigos
trajeados…ese cabrón estaba a punto de meterse entre sus filas, así que decidí
seducirlo aprovechando que era uno de los mejores amigos de Yoshigi. Los
encerré en mi casa, los drogué con Viagra, Diazepam y…licor…y les estuve pegando,
humillando, insultando, amenazando, sometiendo y forzando durante todo el día
mientras les hacía fotos. Les obligué a frotarse entre ellos, atándolos
incluso…y quemé toda su ropa. Bueno, salvo la mochila de Tetsuo…de la que saqué
una foto de Ririka que me impulsó a llamar a Saito para que fuera a por ti,
Izaya. Y Saito te llamó a ti, Xing Yi.
Espera…-dijo Xing Yi-… ¿sabías que lo de Ririka iba a pasar?
Se lo conté yo.-dijo Izaya-A la salida de la comisaría,
cuando me la llevé en coche, se lo dije. Cuando me aparté de vosotros con esa
zorra rubia, me estaba diciendo que quedáramos por la tarde para que me pasara
no sé qué información del…”enemigo”…que me atañía especialmente. Lo que nadie
sabíamos era que se trataba de una trampa.
Tendríais que contarnos más cosas, ¿no creéis?-preguntó Xing
Yi algo preocupado-Está bien que entre chicas no haya secretos, pero ésta no es
una cotidianidad ordinaria, ¿sabéis?
Lo tendré en cuenta.-dijo Ayashi-¿Nadie va a decirme que soy
una puta criminal y que merezco que me cuelguen?
No.-dijo Mirumi-Tendría que quedarme frío, pero…no sé por
qué, ya no me sorprende nada. No siento ni padezco…
Dices esto delante de dos hombres…-dijo Xing Yi-…pues claro
que no es muy lícito, pero… ¿quién soy yo para juzgarte? Violé y vapuleé a una
persona en medio de un pasillo, hasta el punto de que casi mato al sujeto.
Pero, ¡era un asesino!-exclamó Ayashi.
Bueno…-dijo Xing Yi-…lo tuyo eran un futuro asesino y una
vendetta personal. Además…no los has matado, ¿verdad?
No.-dijo Ayashi-Los he…amaestrado.
¿A qué te refieres?-preguntó Izaya.
Yoshigi está atado dentro de un armario vacío en mi
casa.-dijo Ayashi-Le estoy sacando información sobre todos los capullos que
conoce que me hicieron sufrir…y Tetsuo…bueno, lo tengo atado a un ordenador
para que nos recaude información. Voy a hacer que traicione a su querida…
¿mafia? Nos va a regalar el acceso a sus culos para pateárselos.
Perfecto.-dijo Xing Yi-Además…ya sólo queda Mirumi con las
manos limpias aquí. Te recuerdo que maté a Stracciatella…o eso creo…y que Izaya
se cargó a Ririka…o Ruby, como la conocen en el mundo del crimen, según el
“amable” agente.
No lo sabemos…-dijo Izaya-…aunque, sinceramente, lo espero.
Todos nos hemos convertido en unas putas malas personas…Mirumi, deberías
alejarte y seguir con tu vida mientras estés a tiempo, ¿no crees? Te puedes
convertir en la escoria que somos nosotros…matones con pintas.
Ni el uno ni la otra están oficialmente muertos.-dijo
Mirumi-Y no sois escorias. Sois grandes deportistas, brillantes académicos, poseedores
del caprichoso don de la belleza y unas personas muy capaces y bien preparadas
para la vida. Gracias a vosotros, mi vida se ha visto salvada muchas veces. Os
debo tantas que temo perder la cuenta.
Todas esas veces…-dijo Izaya-…tu vida se ha visto en peligro
por nuestra culpa, así que…es lo comido por lo servido.
No es así, Izaya...-dijo Mirumi-…yo también estuve presente
la primera noche en la que se lió. Se fijarían en mí igual que se fijaron en
vosotros…o incluso más, porque me secuestraron el primero.
Sonó el móvil de Ayashi.
Mierda.-se quejó la chica.
Se trataba de una videollamada de Tetsuo.
Más te vale que sea algo importante, saco de pulgas.-dijo
Ayashi con una expresión fría y dominante-Te cortaré el cuello al llegar a casa
en caso contrario.
Los tengo.-dijo Tetsuo-Mañana por la noche, en el Golden
Pole Club, la sala de baile erótico más grande de la ciudad. Id bien vestidos y
preparaos para lo que pueda suceder. El líder supremo estará allí. Te dejo el
punto marcado en el mapa del móvil. Ah, y necesitaréis pagar un alto precio
para entrar…si no tenéis liquidez, ofreceros para bailar y os dejarán pasar
como pago.
Antes de que Ayashi pudiera preguntar nada, la conexión se
cortó.
Ya lo habéis oído, ¿no?-preguntó la joven-Arreglaos como las
putas que en vuestros corazones duermen. Mañana vamos a liarnos a hostias con
todo el mundo. Después de muchos días lloriqueando, es la nuestra. Sin policía
ni mierdas. Además, podremos bailar y todo.
Yo bailaré.-dijo Izaya-No podría soportar tener que derramar
más sangre seguida.
Entonces yo meteré las narices.-dijo Ayashi-Xing Yi, Mirumi,
¿contamos con vosotros?
Esta vez vamos a hacerlo con un poco de profesionalidad,
como si nosotros fuéramos la mafia, ¿no creéis?-preguntó Xing Yi.
Explícate, por favor…-pidió Ayashi.
Vamos a sincronizar nuestros relojes, optimizar nuestros
móviles para mantener abiertas múltiples vías de comunicación entre nosotros y
a operar de manera conjunta. Si Izaya baila, podrá ver lo que pasa en todo el
local. Si tú te camuflas en el público, podrás observar los detalles, Ayashi,
pero… ¿os dais cuenta de lo que nos pasa siempre que entramos a un sitio de
ésos? Exacto, que nos la dan. Esta vez no será así. Me encargaré de montar
guardia y avisar periódicamente de la salida más viable en cada momento. Mirumi
vendrá conmigo e impediré que le toquen un pelo. ¿Os parece buen plan?
No esperaba menos de alguien como tú.-lo elogió Izaya.
Me parece estupendo.-dijo Ayashi.
. . .
A la noche siguiente, un coche azul y una moto de gran
cilindrada aparcaron frente a una verja que rodeaba un enorme edificio marrón
oscuro con estructuras de torres, lleno de luces doradas y con un rótulo rojo
enorme que rezaba “GOLDEN POLE CLUB”, adornado con un aro luminoso dorado
detrás. Del coche bajó una chica de gran estatura con un vestido azul que sólo
tapaba los pechos, de los cuales bajaba un pequeño hilo del ancho del ombligo
que, al llegar a la cintura, se bifurcaba y ensanchaba formando una mini-falda.
Caminando ruidosamente con sus zapatos de tacón azules con plataforma de gran
tamaño, Izaya le abrió la puerta del asiento del copiloto a Ayashi, que llevaba
un hermoso vestido morado con lazos en forma de flor y anchos huecos que
dejaban ver las costillas y calzaba unos enormes zapatos de tacón rosas. Mientras
que Izaya llevaba la melena suelta y perfectamente planchada, Ayashi llevaba su
pelo muy firmemente recogido con un coletero con forma de agujas y flores
plateadas, colgando de él toda su melena perfectamente conformada en un enorme
y ancho tirabuzón helicoidal. De la moto bajó primero Xing Yi, que se agarraba
al conductor. Al quitarse el casco, dejó ver que llevaba, por primera vez desde
que se conocían, la melena suelta y planchada, con el flequillo planchado hacia
delante en forma de una cresta que se abría en abanico y pasaba por la mitad de
su frente. Vestía un entallado y apretado corsé negro con brillos y cordones
plateados, unos largos guantes hechos a base de correas y una larga y vaporosa
falda del rojo más puro y brillante que podía haber encontrado, con la forma de
los pétalos de una flor, colgando dos de ellos de sus muñecas mediante
brillantes hilos verdes. En los pies llevaba unas botas metálicas de color
verde botella con cordones de alambre rojo y suelas metálicas altas y macizas
pintadas en rojo brillante y chapado. Seguidamente, bajó el conductor, Mirumi,
que llevaba unos leggings muy apretados de color negro con ribetes irisados en
los que se podía leer perfectamente la forma de su desproporcionado pene aun
estando flácido. Asimismo, vestía una camisa roja y azul a mitades que le
estaba enorme, como media gabardina, debajo de la cual llevaba una camiseta de
talla extremadamente pequeña de color naranja saturado, tan pequeña y estrecha
que se le quedaba corta, dejando ver la prominente y famélica forma de su bajo
abdomen y sus sobresalientes huesos iliacos. Calzaba unas botas altas de color
azul marino con cordones de color turquesa.
Puede que no lo contemos esta noche, pero tengo que
decirlo.-dijo Izaya-Estáis tan guapos que me cuesta miraros sin que me dé el
fogonazo en la cara.
Gracias.-dijo Xing Yi inclinándose, mostrando la belleza del
despliegue de su falda cuando se movía-Vosotras también estáis preciosas.
Me entristece pensar que nos hemos puesto tan guapos
para…-dijo Ayashi.
No vamos a morir.-dijo Izaya-Te lo aseguro.
Así es.-dijo Xing Yi-Esta noche hay que darlo todo. ¿Te has
traído música, Izaya?
Me he bajado algo de los grupos que tengo entendido que le
gustan a la profesora.-dijo Izaya-Por muy turbia que sea su figura, esa tía me
inspira confianza y pienso rendirle tributo.
Perfecto.-dijo Xing Yi-Mirumi y yo montaremos guardia. Venís
todos avituallados y equipados, ¿verdad?
Digamos que sí.-dijo Ayashi.
Izaya sacó un estuche azul de su enorme escote.
¿Os creíais de verdad que me iba a tirar una noche entera
con lentillas?-preguntó la chica-En la vida me he comprado unas.
Sacó del estuche unas preciosas gafas de montura azul
celeste y plateada con alas de cisne en las patillas y unas alas de mariposa de
oro blanco entre las dos lentes. Tras ponérselas, entraron en el local,
quedándose Xing Yi y Mirumi fuera dando vueltas con la moto.
Al entrar, Ayashi e Izaya pudieron ver que se trataba de un
antro, pero un antro muy bien acondicionado, con decoración exquisita, luces
estroboscópicas, juegos de iluminación LED, música de todos los tipos, mesas
para sentarse a beber, una barra enorme de madera antiquísima, estanterías
llenas de todo tipo de licores de las mejores marcas…y la música que sonaba les
recordó a alguien. ¿De quién sería el turno en la barra? Al fijarse,
distinguieron la inconfundible figura de su profesor. El joven chico estaba
casi desnudo, únicamente tapado por un juego de correas alternadas rojas y
negras, llevando una bota roja en la pierna de las correas negras y una bota negra
en la pierna de las correas rojas, con la parte interna de los muslos
totalmente descubierta, una placa metálica a la altura del esternón y un guante
rojo y otro negro en alternancia con las correas exactamente igual que en las
botas, terminando ambas en pulseras de pinchos. Tras maravillarse con los
movimientos del chico, se produjo el cambio de turno. Izaya fue rápidamente
entrevistada para inscribirse como bailarina. Después del chico, bailarían dos
personas más y, posteriormente, ella, para dar, después, paso a los demás
artistas de la noche. El cambio de canción no las dejó de sorprender.
Identificaron mentalmente a la bailarina al escuchar las primeras notas…
…y, efectivamente, allí estaba. Su kilométrica y
tremendamente dotada profesora, la mejor bailarina de barra de la historia,
según un comentarista del club.
Todo esto es muy raro.-dijo Izaya-A ver si al final van a
estar en el ajo…
No lo sé…-dijo Ayashi-…pero no es momento de retractarse. Si
nos tenemos que ver las caras con ellos, que así sea. Esta noche es la noche,
¿no es así?
Sí.-dijo Izaya-Después de la profesora, bailará otra persona
y, después, yo. Mientras bailo, quiero que te fijes en todo de cerca mientras
yo lo hago desde la distancia. Tenemos que lograrlo, cueste lo que cueste.
¡Sí!-exclamó Ayashi.
Mientras hablaban, cambió la canción entre los vítores y
aplausos del público. El cambio de melodía las tranquilizó, pues la música no
les recordó a nadie…no obstante, por curiosidad, miraron a la barra. Estaba
bailando una chica con un conjunto de chaqueta y falda de color verde claro
adornado con bordados dorados de flores y pájaros al estilo chino, botas
metálicas, mitones grises y la chaqueta abierta, mostrando un sujetador blanco
con un lazo azul. Al mirarla a la cara, entre sus exuberantes movimientos,
vieron que era rubia y tenía los ojos azules: Ririka.
Izaya y Ayashi se miraron, frías.
¡Mierda!-susurró Izaya-¡Métete entre el público! ¡Que no te
vea! ¡Yo me quedaré lejos de su vista hasta que me toque bailar!
Pero, si bailas…-dijo Ayashi-…te verá. ¡Te verá todo el
mundo!
¡No es momento para pararse a pensar en eso!-dijo Izaya-¡Ya
no hay vuelta atrás! ¡Yo le plantaré cara si hace falta! ¡Vamos, haz tu
cometido!
Ayashi e Izaya se separaron, temiendo ambas que ésa fuera su
última conversación juntas.
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