XVII: El demonio
en tus ojos
Xing Yi no podía parar de correr. Era eso o saltar desde la
cuneta a la que lo habían obligado a acercarse. Lo perseguían decenas de esos
tipos…y aquella vez no llevaban pistolas, sino armamento pesado.
¡Xing Yi!-exclamaron los hombres mientras corrían tras él y
amenazaban con disparar-¡Xing Yi!
¿Cómo sabrían aquellos tipos su nombre?
Comenzaron a disparar. El chico se dio por muerto…
¡Xing Yi!-oyó-¡Xing Yi!
Abrió los ojos y vio un cuerpo borroso dibujándose ante él.
Cuando por fin recobró la nitidez visual, distinguió a Saito semidesnudo,
vestido con unos botines negros de suela metálica, unos calzoncillos negros muy
apretados, unos tirantes y un alzacuellos blanco del que colgaba una corbata
que le llegaba por los tobillos. Por un momento pensó que había muerto y que el
cielo se lo abría su atractivo amigo, pero pronto se vio con el chaleco entre
sus manos, zarandeándolo.
¡Xing Yi!-gritó-¡Menos mal! ¿Estás bien?
¿Saito?-preguntó Xing Yi-¿Cómo has…
Por fin te despiertas.-dijo el otro chico-Qué puto susto.
Nos han vuelto a cazar…
¿Qué?-Xing Yi despertó por completo, poniéndose de
pie-Mierda…y, ¿cómo me has encontrado, Saito?
No te he encontrado.-dijo Saito-Llevamos el uno frente al
otro dormidos en esta habitación lo que no me quiero imaginar…veo, por tus
pintas, que te pillaron en plena faena…
Xing Yi se miró y vio que seguía llevando la ropa
provocativa que se había puesto para la actuación. Entonces reparó en el
uniforme ligero de su amigo.
Lo mismo puedo decir de ti.-respondió el joven coreano-¿Al
final te surgió un trabajo?
Sí, tío.-respondió Saito-Me pilló de sorpresa y tuve que ir
corriendo, pero llegué…y fue terminar de bailar y…bueno, me encerraron en un
baño y me golpearon hasta que pudieron clavarme Dios sepa qué mierda en el
cuello…otra vez narcotizado.
A mí me hicieron lo mismo…-dijo Xing Yi.
Miró a su alrededor. La sala estaba completamente vacía,
carecía de muebles y de ventanas, teniendo sólo una puerta de aspecto robusto y
una rejilla de ventilación. En una esquina de la no muy grande habitación
estaba su mochila al lado de otra que reconoció como propiedad de Saito.
¿No son ésas nuestras cosas?-preguntó Xing Yi.
¡Sí!-exclamó Saito.
Los dos se acercaron a sus mochilas y fueron abriendo
bolsillo por bolsillo para comprobar que estaba todo.
Al menos no me han robado.-dijo Saito-Toda la pasta de la
faena la tengo aquí.
Yo también…-dijo Xing Yi con alivio mientras amasaba un
puñado de billetes.
Aunque no sé si es rentable trabajar de bailarín de barra si
cada vez que lo hacemos acabamos en casa ajena sudados y adormilados.-respondió
Saito-Y hablando de sudor… ¿a qué coño hueles?
A ninguno, eso te lo aseguro.-respondió Xing Yi.
Me resulta familiar…-dijo Saito guiñándole un ojo ante el
comentario jocoso.
Bueno, es sudor masculino.-dijo Xing Yi-Las hormonas de los
tíos huelen más o menos igual…
Sudor y una colonia jodidamente profunda que se mezcla con
él de manera más o menos aceptable.-dijo Saito-Me resulta muy familiar.
Xing Yi sacó el frasco de su mochila y se lo enseñó.
¡Ya decía yo!-exclamó el chico moreno-No te puedes imaginar
a cuántas me he tirado llevando eso.
A mí me lo vas a contar…-contestó Xing Yi-…oye, ¿y si
tocamos un poco esa puerta?
Saito asintió y, juntos, se acercaron a la puerta. Para
sorpresa de ambos, el picaporte cedió y la puerta se les abrió hacia otro
lugar. Se posicionaron, tras dos pasos, en una enorme estancia llena de
ordenadores, puertas, escaleras y varias pasarelas flotantes encima de ellos.
Esto no me gusta nada.-dijo Saito.
A mí tampoco…-coincidió Xing Yi.
Dieron algunos pasos. Trataron de acercarse a los
ordenadores para ver si en ellos aparecía algún dato de interés. En ese preciso
instante, escucharon un pequeño ruido metálico, como un mecanismo delicado y
preciso se hubiera movido. Xing Yi recorrió la estancia y vislumbró sobre sus
cabezas algo que lo aterrorizó.
¡SAITO, CUIDADO!-gritó.
Sin darle tiempo a reaccionar, se abalanzó sobre su
acompañante y lo tiró al suelo con el peso de su cuerpo. El sonido del golpe de
ambos cuerpos contra el suelo se vio ahogado por el penetrante y resonante
ruido de un disparo cuya peligrosa marca vieron en forma de profundo agujero en
un pilar.
¡Oh, cielos!-exclamó Saito-¿¡UN FRANCOTIRADOR!?
¡Míralo!-exclamó Xing Yi-¡Está ahí!
Saito levantó la mirada y vio el cañón de un rifle asomando
por una pasarela y moviéndose hacia ellos. Instintivamente, rodaron,
separándose el uno del otro. Al
incorporarse, vieron que, tras el nuevo ruido que habían oído, se había
dibujado un agujero en el punto en el que se encontraban.
¡Me voy a cagar en todo!-exclamó Saito-¡El hijo o la hija de
puta que esté agarrando ese trasto no siente demasiada devoción por el hecho de
que nos lata el corazón!
¡Debajo de los ordenadores!-exclamó Xing Yi.
Mientras el joven coreano rodaba hacia atrás hecho un
ovillo, Saito saltó ágilmente al hueco que había bajo un ordenador, quedando al
lado de su compañero, que estaba debajo de otro de los equipos.
¿Y si subimos y lo calentamos?-susurró Saito.
Otro ensordecedor disparo abrió un agujero entre medias de
ambos chicos.
Me cago en…-se quejó Saito-… ¡si nos acercamos, nos puede
fundir fácilmente!
Nadie ha dicho nada acerca de acercársele de frente.-dijo
Xing Yi-Pillar a gente por detrás se me da muy bien, por si no lo habías
supuesto.
No sé si admirarte o darte una hostia por conservar el
sentido del humor en este momento…-dijo Saito-…pero algo tenemos que hacer.
Una nueva bala pasó rozando a Saito.
¡DIOS!-gritó con una mezcla de temor y rabia.
¡Eh, mira eso!-dijo Xing Yi-¡Arriba!
Saito se fijó en el punto donde el dedo de su compañero
señalaba.
¡Es una ventana!-exclamó Saito-Tenemos que subir como sea y
ver si podemos escapar por ella…esto ya ha pasado a mayores. Si salimos de
ésta, hablamos con las chicas, movilizamos a la policía y denunciamos a todo el
que se tercie, incluyendo a los profesores de barra.
¡Cálmate!-exclamó Xing Yi-Voy a salir ahí a atraer su
atención. No dejaré de moverme para que no pueda acertarme, ¿de acuerdo?
Mientras tanto, vas a subir esas putas escaleras y, conforme te acerques, le
das un puñetazo de los tuyos. De los tuyos, no de nenaza, ¿de acuerdo?
Dislócale el jodido cuello, arráncale la puta cabeza si es necesario.
El joven de cabello verde se levantó y se acercó a una zona
abierta de la estancia. Hacía aspavientos, movimientos provocativos y fintas,
así como saltos, volteretas, giros y, por supuesto, amenazas y provocaciones
verbales.
Tiene los putos cojones como bolas de acero el cabrón.-dijo
Saito-Seguro que se da cuenta e intenta limpiarme, pero…o jugamos todos, o se
rompe la baraja.
Armándose de valor, Saito gateó entre los ordenadores hasta
llegar a la escalera, a la que saltó rápidamente y por la que empezó a subir
con el sigilo que lo caracterizaba. Se escondió tras una columna para tomar
aire: no había sido visto, y ya estaba al mismo nivel de altura que el
francotirador. Antes de avanzar, se asomó para ponerle, por fin, una cara a la
persona que los amenazaba y que no dejaba de disparar infructuosamente al
incansable Xing Yi, que parecía estar bailando con la atmósfera. Lo que vio lo
dejó perplejo: recordó inmediatamente esa figura, ese cuerpo, ese rostro, esos
ojos, esos aires, esa expresión facial, esa forma de vestir. Un enorme vestido
blanco con tiras rosas y negras con motivos florales, guantes negros ajustados
y muy largos, una larga melena negra, un pequeño sombrero rosa del que colgaban rosas azules, negras y
blancas y un lazo blanco de cuadros semitransparentes. Su piel, blanca como la
nieve, estaba maquillada de manera leve y exquisita, y sus penetrantes ojos
azules estaban siendo devorados a la vez que devoraban la mira del enorme rifle
de francotirador que tenía en las manos sujeto a un pie fijo en el suelo:
Stracciatella, el sádico y peligroso asesino travesti que casi se cobra la vida
de Xing Yi en aquella noche fatídica.
Tranquilo…-dijo Saito-…sólo tienes que acercarte con sigilo.
Lo tienes por el flanco y está centrado en Xing Yi, con quien seguro que tiene
algo personal…el sigilo es lo mío, puedo acabar con esta situación.
Agazapado, Saito echó a correr en cuclillas. Apenas se le
veía entre las barandillas de las pasarelas, y no hacía ningún ruido. Se
encontraba cada vez más y más cerca de aquel hombre, incluso ya podía oler su
perfume femenino y floral. Sin esperarse a estar demasiado cerca como para que
su olor, su calor corporal o su respiración lo delataran, el chico se incorporó
con vehemencia, aprovechando la fuerza de sus piernas elongándose y
canalizándola en un brutal gancho alto con el puño derecho, levantando con
violencia al travesti y dejándolo a merced de un segundo golpe.
¡YIAH!-gritó Saito.
Un potente y abrumador directo golpeó en la cara del
asesino, echándolo hacia atrás hasta que tropezó con un cable y se cayó al
suelo de espaldas. La falda se le levantó un poco, dejando ver que llevaba medias
blancas con flores bordadas y unos enormes zapatos de tacón con plataforma de
color azul eléctrico que incluso Saito recordó de aquella otra noche.
¡Muy bien!-exclamó Xing Yi-Espera, ¿ése no era…
Xing Yi comenzó a perder los estribos: recordó lo horrible
que fue la noche en la que se enfrento a ese asesino y, por algún impulso
irracional, comenzó a temer que se repitiera.
Sí.-dijo Saito mientras abría las trabas del pie que
sujetaba el rifle-Stracciatella. Pero bueno, le voy a quitar a su amigo…
Una vez desfijado del suelo, Saito pudo tirar el rifle y el
pie por la barandilla, cayendo al nivel inferior, donde Xing Yi se encargó de
esconderlos bajo el ordenador de una patada, tras lo cual subió las escaleras
para estar junto a su compañero por lo que pudiera pasar.
¡Cuidado!-gritó Xing Yi.
Saito vio volar tres escalpelos hacia él, por lo que sacó la
navaja y los desvió de un tajo.
¡Maldita sea!-gruñó Saito-¡Este cabrón nos quiere amargar!
Una puerta que había detrás de Stracciatella se abrió,
dejando ver a dos hombres y dos mujeres con traje y corbata.
¡Stracciatella!-gritó
uno de los hombres-¿Por qué coño no te has deshecho de ellos? Les
dejamos la celda abierta al lado de tu campo de tiro favorito para que los
aniquilases.
Stracciatella asintió y se giró hacia Saito, poniéndose en
guardia. Al ver a Xing Yi, se quedó perplejo y retrocedió.
¿Qué coño pasa?-preguntó el otro hombre.
¡Ese…ese hombre!-señaló Stracciatella con pánico-¡Matadlo y
yo me encargaré del otro!
Pero…-dijo Xing Yi indignado hasta un punto tal que su rabia
superaba a su miedo-¿SERÁS HIJO DE PUTA? ¡CASI ME MATAS, CABRÓN! ¿CON QUÉ
DERECHO ME MIRAS CON ESA PUTA CARA? ¿EH? ¡ME PUDISTE HABER HUNDIDO LA VIDA! ¡O
TE VA EL TEATRO, O ERES UN PUTO FALSO DE MIERDA!
¡NOOOOO!-chilló Stracciatella implorante-¡Por favor, no me
dejéis solo con él! ¡Es muy peligroso! Aquella noche…aquella noche, yo… ¡pude
ver al demonio en sus ojos! ¡NO QUIERO VOLVER A ESTAR CERCA DE ÉL!
Saito se sorprendió.
¿Qué demonios es todo esto?-preguntó, tras lo cual se giró
ante su compañero-¿Algo que no nos hayas contado?
No es realmente importante…-dijo Xing Yi-…ya hablaremos
cuando tengamos tiempo, ¿no crees?
¡Venga, capullo!-gritó una de las mujeres-¡Pelea!
Eres más que capaz de ventilártelos a los dos.-dijo la otra
mujer-¡LOS QUEREMOS MUERTOS EN DIEZ MINUTOS COMO MÁXIMO!
Los cuatro se fueron dando un portazo y cerrando con llave
tras de sí. Stracciatella se vio obligado a colocarse en su exótica y atípica
guardia.
Kalaripayatu.-dijo Saito-He oído hablar de él…es letal e
impredecible.
Xing Yi alzó los puños y flexionó levemente las piernas.
Taekwondo.-dijo con la mirada fija en Stracciatella-Pateando
caras desde tiempos remotos.
Saito adoptó una guardia muy elegante, con las manos
colocadas de manera amenazadora.
Pencak Silat.-dijo Saito con sorna-Una manera vistosa de
joderle la vida al oponente.
Saito y Xing Yi se miraron y asintieron. Se lanzaron
corriendo a por Stracciatella, quien saltó con una voltereta hacia atrás y se
preparó para recibirlos con una patada giratoria que los fustigó en el aire,
retractándolos con fuerza. Tras ello, se lanzó a por ellos, saltó, se abrió de
piernas y golpeó a ambos en la cara, acto tras el cual giró sobre sí mismo con
las manos arqueadas como si fueran garras, golpeando repetitivamente a los dos
y cayendo entre medias de ambos, posición en la que los agarró y los chocó con
fuerza al uno contra el otro. Xing Yi lanzó una patada para alejarlo, pero el
asesino se escabulló serpenteando alrededor de su pierna, terminando en una
extraña voltereta perpendicular a él con una patada que lo tumbó. Acto seguido,
lanzó un arañazo contra Saito, quien lo bloqueó con el antebrazo, tras lo cual
lo propulsó con la palma de la mano, golpeando su abdomen. Mientras salía
disparado hacia atrás, Stracciatella lanzó varios bisturíes hacia sus
contrincantes. Saito los volvió a interceptar con la navaja.
Eres bueno, capullo.-dijo Xing Yi-Menos mal que estás aquí.
¿Pasa algo si le meto la navaja por el culo a tu capullito
de alhelí?-preguntó Saito mientras le daba vueltas a la navaja.
Nada en absoluto.-respondió Xing Yi-Por mí, como si lo atas
a las vías del tren.
Perfecto.-dijo Saito.
El chico se lanzó a por el peligroso hombre que los
encaraba, pero lo sorprendió con una patada aérea y lo tiró al suelo, tras lo
cual le saltó la navaja de una patada, le cogió el brazo por la muñeca, se lo
puso entre las piernas y, pisándole el pectoral con un tacón, giró la cadera,
retorciendo fuertemente su brazo.
¡AH!-gritó Saito-¡AHHHHHHHHHHH! ¡PARA, HIJO DE PUTA! ¡ME VAS
A ARRANCAR EL BRAZO!
¡Saito!-exclamó Xing Yi-Eh, perra, más te vale soltarlo…
Xing Yi corrió hacia Stracciatella y le lanzó una patada
giratoria, pero el hombre levantó su pierna y se escudó con ella, bloqueando el
movimiento.
Perfecto.-dijo Xing Yi sonriente.
Giró en sentido contrario mientras flexionaba las piernas,
haciendo un barrido con la pierna izquierda, obligándolo a soltar a su
compañero. Tras ello, se quedó en guardia esperando a que se levantara. Con una
cara irreconocible, Stracciatella corrió hacia Xing Yi haciendo una amenazadora
pose con las manos, a lo que el joven coreano respondió devolviéndole su fuerza
con un movimiento circular que acabó en una llave que lo proyectó contra el
suelo. Tras tres embestidas más que acabaron en llaves, el travesti sacó un
manojo de tijeras de su falda y las lanzó contra la pareja. Saito rodó por el
suelo, cogió su navaja con el brazo que no tenía dolorido y desvió todas las
tijeras, salvo unas, que se le clavaron bajo una costilla.
¡AHHHH, MIERDA!-gritó Saito-¡XING YI, ARRÁNCAME ESTO, POR
DIOS!
El joven no dudó en extraerle las tijeras con un vehemente
gesto, ignorando el gemido de dolor que su compañero profirió. Tras ello, sacó
una cinta negra de su mochila y se la ató alrededor del cuerpo. No terminó de
hacer bien el nudo cuando sintió algo muy pesado quemándole la espalda: acababa
de recibir un latigazo. Al girarse, vio que su peligroso adversario había
sacado su enorme y pesado látigo.
Deja que se acerque…-susurró Saito.
Xing Yi asintió y se colocó en guardia. Stracciatella se
acercó hacia ellos con sus bamboleantes pasos, tras lo cual blandió el látigo y
lo descargó intentando barrer a ambos de un golpe. Saito se puso en medio y
lanzó un fuerte navajazo contra la punta del látigo, logrando remansarlo lo
suficiente como para agarrarlo con la otra mano y tirar de él, pese al dolor
que sentía en el brazo que aquel psicópata casi le disloca. Ante la abrumadora
fuerza muscular de Saito, el lánguido y ligero asesino poco podía hacer tirando
del látigo, por lo que se vio arrastrado en la dirección que el joven stripper
le marcaba. Tras varios forcejeos, sacudió el látigo, intentando desencajarlo
de las manos de Saito, movimiento que éste aprovechó, soltando el arma con un
giro de cadera hacia la ventana, conduciendo el latigazo hacia la misma y
rompiéndola en pedazos.
¡Vía libre!-dijo Saito-¡Vámonos a tomar por culo!
Claro.-dijo Xing Yi-Pero antes… ¡el regalo de despedida!
Mientras Saito terminaba de apropiarse del látigo, Xing Yi
corrió hacia Stracciatella y, dándose una voltereta, lo embistió con los dos
pies, tras lo cual saltó y, girando sobre sí mismo, lo pateó violentamente dos
veces, movimiento después del cual salió corriendo, lo agarró en el aire, lo
lanzó contra el suelo y, girando sobre sí mismo, le estampó un talón en el
esternón, obligándolo a toser fuertemente. El asesino se levantó y lanzó varias
patadas contra Xing Yi, que las bloqueó con los antebrazos y las piernas
flexionadas, tras lo cual lo hincó de rodillas con un codazo descendente que le
impactó en un trapecio. Desde esta posición, lo levantó de nuevo con un codazo
ascendente en la barbilla y, dando vueltas, lo sometió a una combinación de
codazos circulares, finalizando con una combinación de patadas giratorias y un
fuerte empujón con la planta del pie derecho que lo tiró por la barandilla.
Tras escuchar el pesado golpe de la caída, Xing Yi se giró hacia Saito y le
levantó el dedo pulgar.
¡Guau!-exclamó Saito-Menuda manera de codear, cabrón. ¿Muay
Thai?
No.-Xing Yi sacó la lengua-Sólo conozco estilos de mi
tierra, Corea. Eso, querido Saito, era Kun Gek Do.
No lo había oído en la vida.-dijo el joven de cabello negro.
Es un estilo único y ecléctico.-explicó Saito-Una fusión
moderna entre Muay Thai y Taekwondo, para que nos entendamos. Trasciende de eso
en muchos aspectos, pero combina ambas disciplinas creando un estilo único.
Me ha quedado claro.-dijo el joven stripper-Te gusta darle
coba a tu tierra y sus cosas, ¿eh?
Estoy orgulloso de ser coreano.-dijo Xing Yi-Y es una tierra
muy bonita que os invito a visitar…al igual que vosotros estáis en vuestro
derecho de sentiros orgullosos de ser japoneses…tenéis motivos para ello, sois
gente maravillosa y este país es la polla. Bueno, vamos a asomarnos por la
ventana…a ver cuántos metros de caída hay.
Se asomaron y vieron que la ventana daba a un callejón tras
el cual podrían salir a la calle.
Bueno…-dijo Saito-…supongo que el plan será descender por
esa pedazo de tubería –señaló a su derecha-apuntarnos muy bien la dirección de
este edificio, contactar cuanto antes con los demás y empezar a liarla, ¿no?
Salvo por lo de liarla, creo que coincido en todo.-dijo Xing
Yi-Primero tendríamos que ir a que te viera un médico…te han clavado unas
tijeras y a saber cómo te hayan dejado ese hombro…
Vale, pero creo que antes pasaré por mi casa para ducharme y
cambiarme.-dijo Saito-No es cuestión de ir de esta guisa…
Iremos al hospital derechitos.-dijo Xing Yi-No pienso dejar
que nadie más salga perjudicado por culpa de ese cabronazo con tacones.
Dicho esto, Xing Yi saltó hasta la tubería, se encaramó a
ella y comenzó a bajar. Saito no tardó en seguirlo.
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