Episodio 8: ¡Las
flores justicieras!
Las luces se encendieron, iluminando la amplia estancia en
la que se encontraban. Todas miraron a su alrededor: había vehículos aparcados,
armarios y poco más, salvo una puerta enorme en la otra punta de la sala.
¡Lo encontré!-se alegró Scarlet mientras quitaba la mano del
interruptor tras accionarlo.
Parece que la única salida de esta especie de…almacén –dijo
Saya- es ésa de enfrente.
Será mejor que nos demos prisa.-apremió Nadia-Si nos
encuentran, estaremos en un lío muy gordo.
No conocemos el tamaño de esta instalación…-reparó
Seira-¿pensáis que tal vez tengamos que separarnos?
Lo veo probable.-comentó Zira mientras avanzaban todas
juntas hacia la puerta-No sé por qué, pero me da por imaginarme el típico
edificio laberíntico de las películas…
¿Cómo se abre esto?-preguntó Apsaras mientras posaba una
mano en la puerta.
Parece automática.-dijo Mirai-¡Ah, mirad! Hay una botonera a
mano derecha.
La joven se acercó y pulsó el botón rojo que llevaba escrita
la palabra “abrir”. La pesada puerta se abrió sin apenas ruido alguno,
revelando ante las chicas un inmenso pasillo lleno de ramificaciones en forma
de puertas, escaleras ascendentes, escaleras descendentes, pasillos…
¡Esto es infranqueable!-exclamó Nadia-¿Cómo vamos a cubrir
tanta área?
Somos siete, ¿no es así?-dijo Saya-Tendremos que ir cada una
por un lado y esperar que la suerte quiera sonreírnos.
Las chicas se miraron y asintieron. Tras formar un corro y
chocar sus puños en el centro, se diseminaron, yendo cada una por una
ramificación, quedando aún cuatro más por explorar.
. . .
¿No deberíamos ir todas a por las participantes de los
juegos?-preguntó una de las chicas uniformadas-Dudo que acepten venir aquí por
las buenas.
Han ido unas pocas a buscarlas con el camión.-respondió la
otra que estaba en la sala-Nos irán avisando…
Buenas noches.-saludó una voz de chica detrás de ellas.
Las chicas, que montaban guardia, se giraron. Ante ellas
estaba una chica ataviada con una chaqueta amarilla muy brillante, larga por
detrás hasta los tobillos y con un dragón chino rosa y naranja dibujado, unos
pantalones cortos negros, botas negras altas, una melena verde recogida en una
trenza y la cara pintada de blanco con un engranaje negro en el ojo izquierdo.
¡Saya Tsukashi!-exclamó una de las chicas-Es ella, ¿verdad?
Se pusieron en guardia.
¿Qué decís que tenéis que contarme?-preguntó, desafiante, la
joven otaku-¿Dónde decís que están los rehenes?
¡Es nuestra oportunidad!-exclamó la otra chica mientras se
lanzaba-¡A atraparla!
Saya giró sobre sí misma y lanzó una elegante patada contra
la que antes se había lanzado, tumbándola. A la otra la interceptó con un golpe
de palma, noqueándola.
¿Vais a cantar?-les preguntó mientras guiñaba un ojo y les
pisaba un hombro a cada una.
. . .
Mirai corría escaleras abajo. Llevaba un abrigo largo hasta
las rodillas y ajustado cortado por los hombros que empezaba a darle bastante
calor. Mientras bajaba, se encontró con dos chicas que bajaban tras ella y otra
que subía desde abajo para cortarle el paso.
¡Tú eres Mirai Tategami, una de las finalistas!-exclamó una
de las chicas-No sé cómo ni por qué estás aquí, pero eres nuestra. ¡Avisad a
las demás!
Mirai se fijó en las tres. A la primera que sacó un aparato
de comunicación le dio una ágil patada en la mano, evitando que se corriera la
voz. Las tres chicas la acorralaron contra la barandilla de la escalera.
No querrás caerte por el hueco, ¿verdad?-preguntó otra de
las chicas.
¿Y vosotras?-preguntó Mirai mientras se deslizaba entre las
chicas, saliendo del triángulo que formaron.
Le dio una patada en la espalda a la que tenía más cerca,
empujándola contra la barandilla.
Un paso en falso y no dudaré en tirarte.-dijo Mirai-Lo que
habéis hecho está muy pero que muy mal: habéis estado a punto de matar civiles
y tenéis secuestradas a cuatro personas. ¿Crees que me iba a dar cargo de
conciencia que alguna de vosotras tuviera una mala caída?
La chica se apartó de la barandilla y se lanzó de nuevo a
por ella con el puño en alto. Resignada, Mirai la pateó y la tiró por el hueco
de la escalera.
¿Y si cae cerca de nuestras compañeras?-preguntó la tercera
de las chicas.
Mirai le dirigió una mirada fulminante. La chica que quedaba
aprovechó para hincarla de rodillas con una patada en la corva, tras lo cual la
agarró del cuello.
¡Deja de forcejear!-le espetó-De ti depende que te deje
inconsciente o que te disloque el cuello…
La joven gótica le estampó la planta de su pie derecho en el
bajo vientre, obligándola a soltarla. Al ver aquello, la chica que quedaba
volvió a subir rápidamente las escaleras.
¡Cobarde!-exclamó Mirai-No puedo dejarla ir, pero…-se
aseguró de que la otra estaba inconsciente-…tengo que encontrar rápido a Kira y
a los demás, sólo Dios sabe qué podrán tener pensado hacerles…
. . .
¿No habéis oído gritos en las escaleras?-preguntó una chica.
Se encontraban en una especie de sala de descanso, con un
sofá y una amplia mesa.
¡Para gritos los que vais a soltar si no cooperáis!-les
gritó una voz.
¿Quién va?-preguntó otra chica levantándose y poniéndose en
guardia.
KNOCK OUT.-gritó la voz mientras tumbaba a la chica de un
puñetazo.
Las tres chicas restantes se levantaron. Ante ellas había
una chica de larga melena negra ataviada con una falda de tablas de cuadros
escoceses con los colores de la bandera británica, botas blancas, un top negro
y guantillas rojas y negras: Scarlet Homura.
¡Es una participante!-gritaron-¡A por ella!
Scarlet golpeó sucesivamente a dos chicas en la nariz con
rápidos puñetazos, haciéndolas caer de espaldas contra el sofá. A la que
quedaba la cogió del tejido del uniforme que rodeaba su cuello y la zarandeó.
¿Dónde están los rehenes?-preguntó-Dímelo o te arrastraré
desde aquí mismo hasta la policía, ¿de acuerdo?
. . .
Es una lástima que no nos dejen coger las armas.-comentó,
aburrida, una de las que montaban guardia-Con ellas, habríamos capturado ya a
todo el mundo.
Disculpad…-dijo una voz tímida a las dos chicas que se
recorrían el pasillo-¿de verdad es necesaria tanta violencia?
Las chicas se giraron. Vieron a una niña de baja estatura,
piel morena, una media melena de color morado suelta, un top rosado, unos
bombachos blancos, zapatos rosas de estilo árabe y un largo pañuelo rosa
semitransparente atado a las muñecas y colgando por su espalda.
¿Quién demonios eres tú?-preguntó la otra chica apuntando
con una pistola.
¿De dónde la has…-la otra chica estaba asustada.
Es de aire comprimido.-respondió-Suficiente para cazarla.
Apsaras tragó saliva. Oyó el inexorable estallido de la
pistola al disparar. Instintivamente, se ladeó. Al verse ilesa, arremetió
contra la chica que llevaba el arma, saltó y se la arrancó de las manos.
¡Estas cosas no traen nada bueno!-exclamó, tirando la
pistola lejos de las chicas-¡No, por favor, he venido a hablar!
Al ver que las dos chicas se lanzaban a por ella, Apsaras rodó
por el suelo, tomó impulso, saltó y las barrió en el aire con una ágil patada,
haciéndolas girar sobre sí mismas en el aire, aprovechando el momento para
colocarse debajo de ellas y amortiguar sus caídas con las palmas de las manos.
Al no poder mantener con sus débiles brazos a las dos chicas, se cayó al suelo
con ellas, pero rápidamente se levantó y les saltó encima sucesivamente con una
inocente pose.
¿Me decís dónde tenéis a la gente que habéis raptado, por
favor?-preguntó amablemente Apsaras agachándose hacia las chicas-No tengo
problema en pedíroslo gentilmente de nuevo.-guiñó un ojo.
. . .
¡Eh, eh, eh!-exclamó una chica-¿Qué estás haciendo aquí?
Varias de las chicas uniformadas corrieron pasillo abajo
para acercarse a un objetivo que habían visto correr. La encontraron de
espaldas. Llevaba una chaqueta de chándal blanca con rayas negras y rojas. Al
girarse, vieron que llevaba una camiseta negra ajustada de tirantes, unas
mallas negras cortas, las piernas descubiertas y unas zapatillas deportivas muy
anchas y de suela alta, blancas y negras. Su larga melena iba recogida en
coletas.
¿Ésa no es Seira Mochizuki?-preguntó una de las chicas,
poniéndose en guardia.
Sí, lo soy.-respondió ella-¿Por qué no solucionamos esto
como chicas civilizadas y me decís qué está pasando aquí?
La avanzadilla se lanzó a por ella.
Vosotras lo habéis querido…-dijo Seira muy seria y con los
puños apretados.
Girando sobre sí misma, casi como si bailara, Seira se
introdujo en la muralla humana que formaban aquellas chicas uniformadas y las
fue separando a patadas. De pie, saltando, haciendo el pino, tumbada…lanzando
patada tras patada, logró deshacerse de sus perseguidoras, llevándose varios
golpes en el proceso. Una de las chicas, la última que quedaba de pie, corrió
intentando dejarla atrás para llamar refuerzos.
¿Vas a alguna parte?-preguntó Seira mientras corría a
grandes zancadas.
Dando un potente y ágil salto, pasó por encima de la chica
y, al caer, le agarró el cuello con las piernas, forzándola a caer contra el
suelo. Apoyando un brazo en el suelo, se incorporó y apretó las piernas.
No quiero ponerme desagradable.-dijo Seira-¡Dime dónde están
las personas que habéis secuestrado!
. . .
Zira agarró el picaporte de una puerta. Lo dobló
sigilosamente, entornó la puerta un mínimo y se asomó a la rendija. Era una
sala con espejos, un saco de boxeo y varias chicas golpeándolo. Decidió pasar a
la acción. Abrió bruscamente la puerta y se plantó ante las cuatro chicas que
había dentro. Era más alta que cualquiera de ellas. Llevaba una camiseta negra
ajustada con rayas de colores eléctricos y los hombros abombados con forma
esférica. De cintura para abajo, una inmensa y pesada falda negra cubría todo
su cuerpo, no dejando ver ni una parte de sus pies. Los colores de la falda
estaban a juego con la camiseta. Llevaba las manos enguantadas con unos mitones
rojos, azules y negros. Su pelo estaba recogido en dos coletas laterales y una
muy alta en el medio, con extensiones y trenzas verdes, rojas, amarillas,
azules y naranjas. Su boca estaba cubierta por una enorme máscara de gas de la
que salían tres tubos con rejillas rojas.
Sabéis de sobra quién soy.-dijo Zira-No me parece nada bien
que hayáis arruinado nuestro torneo con la ilusión y el esfuerzo que hemos
puesto en él. Y lo que es aún peor… ¡sois unas secuestradoras! ¡Vais a pagar
por lo que habéis hecho!
Las cuatro chicas se lanzaron a por la imponente cyberpunk,
quien estampó a dos contra el techo lanzándolas hacia arriba con la fuerza de
sus brazos. A la tercera la estampó contra el saco de una patada y le golpeó en
el cuello con las puntas de los dedos, dejándola inconsciente. A la cuarta la
empujó con las dos manos, rompiendo un espejo con su espalda.
Estamos muy enfadadas.-dijo Zira en tono amenazador-Todas.
Más te vale hacer lo único que está en tus manos para contribuir al arreglo de
lo que habéis armado: dime dónde tenéis a los rehenes y cómo podemos salir de
aquí con ellos y de manera segura. No conocéis la ira de una mujer enamorada
FURIOSA.
. . .
¡Ya está bien!-se oyó decir a una chica en el pasillo
contiguo-¡Nos están invadiendo! ¡Las chicas están desperdigadas por el
complejo! ¡Qué gran día para averiarse la videovigilancia!
Tiraron la puerta de una patada. Cinco chicas aparecieron y
sorprendieron a una solitaria chica de melena rubia. Llevaba una camiseta
escotada de tirantes de color azul, unos pantalones ajustados de color blanco y
unas botas altas de tacón de color marrón rojizo.
Quitando el hecho de que íbamos a librar la final y que yo
participaba en ella…-las saludó Nadia mirándolas con cara de asco-…habéis
cometido graves crímenes. Lo sabéis, ¿verdad? Intento de homicidio, amenazas a
civiles, secuestro… ¿de verdad pensáis salir impunes tras haber mostrado
vuestra desfachatez delante de personas que llevan toda la vida luchando por
llegar alto de manera justa?-se puso en guardia elegantemente-¡No podríais
estar más equivocadas!
Las chicas se lanzaron a por Nadia. Una llevaba una porra
eléctrica y, las otras, aturdidores.
Vuestros cacharros no me dan miedo.-dijo Nadia mientras
esquivaba al tropel de chicas con ágiles piruetas.
Tras ella había una red de ordenadores en grandes mesas.
Cogió una taza que había en una de las mesas y la lanzó contra el grupo de
chicas. La de la porra eléctrica la golpeó en pleno vuelo, haciéndola añicos.
Nadia silbó sarcásticamente ante la capacidad del arma. Arremetió decidida
contra ellas. Con una cadena de llaves, las fue tumbando y castigando con un
forzamiento articular una a una. A la última le propinó una patada en la cara y
la tiró al suelo de un puñetazo en el estómago.
La sala de los rehenes.-dijo Nadia-¡Vamos! No sabes lo que
es una corriente intensa si lo único que has tocado son esos juguetes…
. . .
¡Yiah!-gritó Seira.
Tiró de una patada a una de las chicas. Saltó hacia la otra
y cayó, liberando, tras patear el suelo, una corriente de agua que la arrastró.
Dos chicas más llegaron por el pasillo perpendicular, pero, de pronto, un
fuerte viento las arrastró hasta estamparlas en una pared cercana.
¿Estás bien, Seira?-preguntó Saya corriendo hacia ella.
¡Saya!-se alegró Seira-¡Al parecer, tienen capturados a los
chicos al final de este pasillo!
Yo también he logrado averiguarlo…-dijo la joven de tez
morena-…periodismo de investigación.
¡FIRE PUNCH!-oyeron gritar a sus espaldas.
Se giraron y vieron a Scarlet golpear a una chica con el
puño en llamas, lanzándola bien lejos.
¡EH, CHICAS!-gritó, contenta-¡Saya! ¡Seira! ¡Vamos por buen
camino!
Una de las chicas uniformadas se levantó y sacó un aturdidor
eléctrico. Antes de que ninguna pudiera reaccionar, una brillante esfera rosada
la embistió, le saltó el arma y la dejó inconsciente.
¡Justo a tiempo!-exclamó Apsaras, apareciendo por unas
escaleras cercanas.
Las cuatro se miraron y avanzaron por el pasillo. Se las
habían ingeniado para que les dijeran el paradero de los rehenes. A sabiendas
de que podría tratarse de una trampa, siguieron avanzando. No tardaron en
encontrarse a Mirai y a Zira arrodilladas y jadeando en el suelo.
¡Zira!-exclamó Scarlet.
¡Mirai!-gritó Saya a la vez.
¿Estáis bien, chicas?-preguntó Seira mientras se acercaba a
ellas-¿Qué ha pasado?
Ambas señalaron al frente mientras hacían acopio de fuerzas
para levantarse. Un robot. Era de color azul metalizado con algunas partes
plateadas. Tenía forma humana, una estatura cercana al metro ochenta y parecía
muy pesado.
¡A por él!-gritaron Seira, Saya y Scarlet a la vez.
Antes de que pudieran golpear al robot, éste las lanzó por
los aires con un brusco puñetazo. Apsaras era la única que quedaba de pie.
¡No te acerques!-exclamó Apsaras-¡Prakāśa Kī gēnda! (¡Bola de luz!)
Una esfera rosada impactó contra el chasis del robot, pero no
pasó nada.
Se me ha ocurrido una idea…-dijo Zira mientras se
levantaba-…pero vamos a tener que cooperar todas.
Somos todas oídos, supongo…-respondió Mirai, mientras se
levantaba.
Si somos lo bastante rápidas y nos compenetramos
bien…-comenzó a explicar Zira-…Apsaras, Saya, tú, Mirai, y yo podríamos
mantener ocupada a esa bestia mientras Scarlet y Seira se concentran en
calentar y enfriar un punto repetida y rápidamente…eso debilitará la carcasa y
nos permitirá hacerle una mella.
¡Gran idea!-dijo Scarlet apretando el puño-¿Preparada, Seira?
Seira asintió. Apsaras, Saya, Mirai y Zira se lanzaron a por
el robot. Saya lanzó un torbellino, Mirai lanzó un martillazo con una masa de
oscuridad en sus manos, Apsaras lanzó una onda luminosa dibujándola con una
mano y Zira lanzó una aguja de color verde eléctrico. El robot comenzó a
recibir los impactos y, mientras le costaba moverse, Scarlet le golpeó con el
puño en llamas en el pecho. Seguidamente, Seira le lanzó una patada que liberó
agua. Repitieron el proceso varias veces. El pecho del robot se ponía al rojo
y, acto seguido, se ennegrecía. Mientras las otras cuatro chicas corrían en
círculos alrededor del robot y lanzaban ataques, Scarlet y Seira seguían
concentrándose en el pecho, pero cometieron un error y el robot las pateó a las
dos, enviándolas lejos de él. Las otras cuatro pararon en seco, lo cual le dio
tiempo al robot a tirarlas a puñetazos. Magulladas y agotadas, las chicas
jadeaban en el suelo.
¡No podemos caer aquí!-exclamó Mirai-¡Tenemos que continuar!
¡Por Kira! ¡POR TODOS!
Haciendo un sobreesfuerzo, se levantó de nuevo. Cargó
oscuridad entre sus manos y lanzó una onda contra el robot, al cual le resbaló,
literalmente, el impacto. Las demás comenzaron a levantarse y a lanzar ataques
de nuevo.
¡Scarlet!-exclamó Seira-¿Y si nos concentramos para conseguir
el calentamiento y el enfriamiento máximos en un solo golpe de cada una de
nosotras?
Lo veo bien…-dijo Scarlet-…aumentará nuestras probabilidades
de salir de ésta.
¿Quién es la más forzuda aquí?-preguntó Seira.
Pensaba que eras tú…-dijo Scarlet.
¡Es Kira!-respondió Apsaras mientras se esforzaba
desesperadamente en atacar y esquivar al robot-¡Pero no está!
¡Tranquilas, chicas!-dijo Zira-La naturaleza me hizo grande
para algo… ¿para qué necesitáis fuerza?
Scarlet y Seira se estaban concentrando. Sus auras, roja y
azul, respectivamente, se intensificaron.
¡HOMURA PRIDE!-gritó Scarlet con rabia.
De su puño salió un enorme chorro de fuego que impactó contra
el pecho del robot y se mantuvo unos segundos, poniéndolo al rojo vivo.
¡ÁGUA DA LUA!-gritó Seira estridentemente. (¡Agua de la Luna!)
Hizo una larga combinación de patadas cargadas de agua en el
aire, liberando un ingente proyectil de ondas acuáticas que impactó sonoramente
contra el robot, haciendo que saliera una gran cantidad de humo negro, quedando
el pecho del robot deteriorado y reblandecido.
¡Para eso necesitamos la fuerza!-dijo Scarlet-¡Vamos, Zira!
¡Chicas, ayudadle a que se suba a ese trasto y le arranque el chasis!
Saya lanzó un tornado bastante grande, Apsaras convocó un
pilar de luz y Mirai lanzó un chorro de oscuridad mientras Zira saltaba hacia
el pecho del robot. Cargó sus manos con energía de color verde eléctrico,
apresó a la máquina con sus piernas y le hundió las manos cargadas, atravesando
el pecho. Haciendo fuerza hacia atrás y apoyando ahora las piernas en la
carcasa pectoral, Zira tiró concienzudamente hasta arrancarle un trozo de
chapa, saliendo disparada hacia atrás y revelando sus circuitos internos. Antes
de que ninguna pudiera hacer el siguiente movimiento, un rayo azul, horizontal
y oscilante impactó contra el robot, entrando dentro del agujero. La sobrecarga
ocasionó su inmediata explosión, liberando una inmensa llamarada y una
peligrosa lluvia de piezas incandescentes que todas pudieron esquivar in
extremis.
Perdón por el retraso…-dijo Nadia-casi me cogen por el
camino…
Las chicas dedujeron que ese rayo lo había lanzado ella. Se
alegraron de estar las ocho juntas de nuevo.
Es hora de avanzar y rescatarlos a todos, ¿no
creéis?-preguntó Nadia.
Se acabaron los juegos, chicas. -dijo una voz de mujer de un
tono muy peculiar.
Miraron al frente. Una puerta se había abierto. Había una
persona dispuesta a recibirlas…
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