X: Entropía
Ante el sonido de los pasos de lo que parecía una marabunta
humana, Saito decidió no arriesgarse en exceso y prácticamente saltó hacia el
árbol más cercano, pegado a la acera, tras el cual se ocultó. Cuando dejó de
escuchar los pasos, asomó ligeramente la cabeza: ahí estaban. Los individuos
trajeados estaban allí. Entre los que había, reconoció a uno. El chico de
aspecto joven y cabello verde trenzado estaba con ellos. Se giró, clavando en
su sombra sus ojos anaranjados. Con el corazón en un puño, Saito deseó que no
se hubiera dado cuenta de su presencia.
Buenas noches.-oyó una voz masculina al lado del oído del
lado contrario al que se había asomado.
Instintivamente, Saito se despegó del árbol, viendo que el
joven de la trenza, mucho más bajo que él, estaba a su lado.
No hay necesidad de asustarse, compañero.-dijo cordialmente
el chico de la trenza-Necesito que me acompañes.
Lo siento, tengo planes.-dijo Saito-Bueno…tenía…
Tú lo has dicho.-dijo el chico con una tranquila
sonrisa-Como ya no tienes planes, creo que te podrás permitir venir un momento
conmigo, ¿no crees?
No, de verdad que no, sería un placer, pero no tengo tiempo,
tío…-contestó Saito, tras lo cual sonrió pícaramente-… ¿o debería
llamarte…Aries?
El chico de la trenza dejó de sonreír y, con una expresión
furibunda, corrió hacia el chico, saltó con ambas piernas flexionadas, lo
sobrevoló y, una vez a la altura de su espalda, se estiró, pateándolo
fuertemente en la zona dorsal con ambos pies y propulsándolo con fuerza. Tras
volver al suelo, corrió hacia Saito, que le daba la espalda, volvió a saltar y,
conforme se giró, le estampó los dos pies en la cara, tirándolo contra el
suelo.
Agh…-gimió Saito, que intentaba levantarse.
El joven de cabello verde era mucho más rápido que él.
Mientras intentaba levantarse, se encontró al individuo trajeado saltando de
nuevo y, girando sobre sí mismo, lo embistió con una tremenda patada que lo
estampó contra un árbol, sitio en el cual le dio puñetazos en el abdomen hasta
hincarlo de rodillas, altura a la cual pudo cruzarle la cara con un revés con
el dorso del puño. Al ver que el joven moreno intentaba encarársele de nuevo,
el chico de la trenza le dio una patada en la cara, inmovilizándolo
momentáneamente.
No sé cómo sabes eso...-dijo el chico-…pero te va a costar
la vida.
Ah, ¿sí?-respondió Saito-Y, ¿quién se la va a cobrar? ¿Tú y
cuántos más?
El robusto chico se levantó y dirigió un vehemente puñetazo
contra su contendiente, que saltó hacia atrás una gran distancia y, al caer,
chasqueó los dedos.
¡Encargaos de él!-dijo-¡Os espero en la limusina!
El tipo se retiró del campo visual de Saito de un salto.
Tras ello, aparecieron dos hombres que flanquearon al chico. Éste se los quitó
de encima a puñetazos, acto tras el cual comenzaron a rodearlo. Abatió con dos
puñetazos al que tenía más cerca. Uno de los que estaban a menos distancia se
lanzó a por él con una jeringuilla en la mano dispuesto a clavársela.
Ugh…-jadeó Saito.
Se había apartado a tiempo para ver cómo el contenido
chorreaba por el suelo, pero, por algún motivo, creía sentir el pinchazo.
Miedo, tal vez…no obstante, no tenía tiempo para pararse a pensarlo. Rodó por
el suelo y golpeó al tipo de la jeringuilla con una patada ascendente, tras lo
cual saltó desde el suelo y le cayó encima con un golpe de talón en la cabeza.
Cuando volvió al suelo, se encontró con que intentaba darle un puñetazo, pero
lo paró agarrándole el puño y crujiéndoselo apretándole con fuerza. En ese
momento, el tipo sacó un cuchillo, a lo que Saito respondió mostrando su enorme
navaja, con la que le hizo un corte en el pecho, causando unos segundos de
conmoción que le permitieron salir corriendo.
Menuda noche de viernes…-pensó mientras corría calle abajo.
Tras recorrerse varias calles, vio que no lo seguían. Por
precaución, se acercó a su casa por los sitios menos iluminados para así
asegurarse de que les costaría más avistarlo.
Era consciente de que podrían haberlo matado, por lo cual
sentía alivio de haberse salvado, pero, a la vez, no podía dejar de darle
vueltas al tipo de la melena verde. Parecía un niño…era muy bajito, estaba muy
delgado y tenía unas facciones muy poco adultas, pero…le había dado una paliza.
Se había visto incapaz de leer sus movimientos, de adelantarse a él, de medirse
con él: era sorprendentemente raudo y fuerte.
Dejó de calentarse la cabeza cuando por fin llegó a su casa.
Dejó sus cosas y se dispuso a darse una ducha y a conectarse al chat a ver si
podía hablar con sus compañeros y contarles lo sucedido, pero, de repente,
comenzó a sentirse mareado, fatigado, extenuado y pesado…se sentó en la cama y
se llevó las manos a la cara. ¿Qué le estaba pasando? Le empezó a doler el
pecho, por lo que decidió tumbarse y respirar hondo…entonces su mente empezó a
procesar ideas de manera desbordante…todo lo que había encontrado era real…ese
mensaje encriptado, esas fotos…Aries…
Cayó en la más profunda oscuridad.
. . .
Y éste será su puesto de trabajo, señorita Kizuna.-dijo el
guía del complejo-Toda esta planta está llena de laboratorios que se dedican a
la investigación de su área, por lo que se la podría requerir en cualquiera de
ellos. Tenga su comunicador siempre con usted y con el sonido activado:
funcionan con la red de frecuencias interna del complejo, teniendo cada
trabajador un número propio, siendo así prescindible el uso de teléfono
personal para evitar así mezclar lo profesional con lo cotidiano fuera del
puesto de trabajo.
Está bien.-dijo Izaya guardándose el aparato, con forma de
teléfono móvil antiguo, en el bolsillo de su bata blanca de laboratorio-Pues
entraré y me pondré manos a la obra con lo necesario. Una última pregunta, por
favor…
¿Sí?-dijo amablemente el guía.
Ya que trabajaré para los investigadores, me imagino que mi
jefe será uno de ellos.-dijo Izaya-Si no es molestia ni es confidencial, me
gustaría saber a quién he de dirigirme para conocerlo en persona, presentarle
mis respetos, agradecerle esta oportunidad y aprovechar para hacerle unas
consultas acerca del doctorado y la investigación, pues es realmente el puesto
al que vocacionalmente quiero acceder cuando la experiencia y las
circunstancias lo permitan.
Su jefa no se encuentra aquí en este momento.-dijo el
hombre-Es una mujer muy ocupada que vive en el pluriempleo, pero coordina todas
las investigaciones y proyectos del complejo ahora mismo. Podrá conocerla
cuando se pase por aquí, cosa que hace con frecuencia.
Muchas gracias por todo.-dijo la chica haciendo una
reverencia-Entraré al laboratorio a empezar mi labor. Nos vemos luego.
Izaya entró decidida por la puerta de un laboratorio, donde
fue recibida por una pequeña plantilla de técnicos de laboratorio que, al
parecer, trabajarían según sus directrices. Así que los licenciados
tendrían que encaminar, dirigir y
controlar las actividades de laboratorio siguiendo las pautas y las ideas de
los investigadores…se le adivinaba un trabajo apasionante.
. . .
Jamás pensé que pudiera volver a ser feliz con un
hombre.-dijo Ayashi con una sonrisa feliz mientras cogía al chico de la mano.
Estaban sentados en una mesa del bar donde solían reunirse
los chicos del polideportivo. Después de muchos años de infortunios en el amor,
la chica volvía a sentirse enamorada. Tras un ligero beso, se miraron con una
sonrisa.
Jo, Ayashi, soy tan feliz…-dijo el chico-…me llevabas
gustando muchos años, pero jamás pensé que era correspondido. Menos mal que nos
vimos la última noche de fiesta…para que luego digan que el amor tiene
barreras.
Claro que no las tiene.-respondió Ayashi feliz.
¡Hola, hola!-los saludó una voz familiar.
Ah, ¡hola, Xing Yi!-saludó Ayashi al ver a su compañero-Os
presento: Xing Yi, éste es Yoshigi, mi novio. Yoshigi, te presento a Xing Yi,
un compañero del gimnasio.
El chico que acompañaba a Ayashi se levantó y estrechó la
mano del recién llegado.
Un placer.-dijo Yoshigi con una sonrisa.
El gusto es mío.-respondió Xing Yi amablemente.
No quiero cortaros el rollo, sólo venía a pedirme una
botella de soda de melón.-dijo Xing Yi-Pero me gustaría que habláramos cuando
estuvieses desocupada, Ayashi…me preocupa el hecho de que Saito lleve todo el
fin de semana pasando de nuestra cara.
¿Nos vemos en el gimnasio después de las clases y lo hablamos
mientras entrenamos juntos o algo?-preguntó la chica.
¡Claro!-respondió el joven coreano con una sonrisa.
Acto seguido, dejó a la pareja en su intimidad y se fue a
buscar su refresco.
. . .
¡MIERDA!-gritó Saito.
Estaba sudando. Su persiana estaba subida, por lo que pudo
ver que estaba a plena luz del día. Llevaba la misma ropa con la que se había
acostado…y grande fue su sorpresa cuando miró el móvil, que lo llevaba en el
bolsillo, y vio que era lunes. ¿Había estado un fin de semana entero en la
cama? Le dolía todo, pero lo achacó al hecho de haber estado dos días encamado,
por lo que se levantó, notando pesadez y un dejo de dolor al hacerlo. Se miró
al espejo: estaba hecho unos zorros. Era buena hora para prepararse antes de ir
a clase…le daría tiempo a ducharse y tomar la primera hora como si nada hubiera
pasado en el fin de semana. Tenía que cumplir con sus propias exigencias antes
de dejarse llevar por lo que había pasado.
Cuando se hubo terminado de cambiar después de la ducha,
miró su teléfono con más detenimiento y vio que tenía decenas de mensajes de
Ayashi, de Xing Yi y de Izaya. Cargó su mochila con lo necesario y salió del
piso mientras leía detenidamente cada mensaje. Al cerrar su puerta con llave,
escuchó algo en el suelo: se fijó y vio que había pisado un trozo de papel. Se
agachó a cogerlo y vio que tenía escritas las palabras “Instituto de
investigación mineralográfica”. Parecía arrancado de una especie de folleto, lo
que le recordó que estaban buscando becarios estudiantes de informática para
ayudarles en el control numérico…así que decidió pasarse por la noche, después
de la clase de barra, ya que le dijeron que tenían atención al público durante
esas horas.
. . .
Para bien o para mal, llegó la hora de la clase. Los alumnos estaban llegando y colocando sus
barras para celebrar religiosamente el cuarto de hora de rigor.
¡Izaya!-exclamó contenta Ayashi al ver llegar a su
compañera-¿Qué tal tu primer día de trabajo?
¡Ayashi!-exclamó ella, pletórica-¿Qué tal tu primer día
fuera de la soltería?
¡GENIAL!-exclamaron las dos a la vez.
Sois tal para cual, ¿eh?-dijo Ririka con una media sonrisa
mientras calentaba.
Mirad…-dijo Xing Yi-…el rey de Roma…
¡SAITO!-exclamó Ayashi-¿Qué coño ha sido de ti este fin de
semana? Y perdón por ser tan brusca…
¿Me mandaréis a la mierda si os soy sincero?-preguntó
Saito-Es que…
¡Buenas tardes!-los saludó Genjuro, que acababa de llegar.
¡Hola!-dijo Mirumi mientras pasaba de largo para colocar su
barra al lado de la de otro chico con el que estaba hablando.
¡Hola, Sanagi!-saludó Izaya con una amable sonrisa que
convirtió en una cara de asco al girarse al otro chico-Hola, Genjuro, hola a ti
y a tu olfato para las conversaciones personales. ¿Tanto te luce cortarnos el
rollo?
Ay, perdón…-dijo el chico-… ¿por qué sois tan secretistas?
Mira, tío, todos tenemos nuestros problemas.-dijo Izaya-Yo
tengo los míos, tú tienes los tuyos…y cada uno decide si apoyarse o no en los
demás para ayudarse a resolverlos y, si decide hacerlo, en quién apoyarse.
Estamos pasando un momento delicado. ¿TE IMPORTA?
Vale, arisca…-dijo Genjuro intentando imitar a un niño
lloroso-…no te pega ser tan arisca con lo guapa que eres.
Puto pesado…-dijo Izaya mientras se alejaba.
Bueno, ¿qué ha pasado?-preguntó Ayashi, pero escuchó una voz
totalmente nueva para ella que le impidió continuar.
Buenas tardes.-dijo una peculiar voz masculina.
Se quedaron mirando la puerta. El cuarto de hora había
finalizado, y un chico joven cerraba la puerta tras de sí. Era mucho más alto
que cualquiera de los presentes, y tenía una figura escultural, de definida y
sensual musculatura, mucha ligereza de ropa y una complexión envidiable. Dejó
sus cosas en el banco y se acercó a la barra de la profesora, mirándolos a
todos a la cara. Llevaba unos pantalones negros muy cortos, unas botas negras
con cordones blancos y suela de aproximadamente veinte centímetros con
plataforma y un top con forma de mariposa rosa y negra hecha con correas.
Tía, pásame una toalla antes de que empiece a mojarme.-le
susurró Izaya a Ayashi-¿Has visto qué ejemplar? ¿Cómo se puede estar tan
jodidamente bueno? ¡Se va a romper!
Pues porque tengo novio, que, si no…-respondió Ayashi-… ¡Dios,
está tremendo, más incluso que Mirumi, Mekai y el resto de cantosos de la fila
de delante!
Xing Yi, éste es nuestro, lo sentimos.-dijo Izaya-Menos mal
que tienes buenas piernas para remar en ese charco de babas que te estás
montando.
Si te digo lo que me babea ahora mismo, nena…-dijo Xing
Yi-…es un puto ángel caído. Aunque hetero…
¿Lo conoces?-preguntó Izaya-¿Es hetero? ¿Me puedo lanzar?
No, no lo he visto en mi vida.-respondió Xing
Yi-Pero…conozco a los hombres. Míralo a los ojos: tiene cara de ser de los que
agarran una teta y no la sueltan…
Bienvenidos a clase de baile de barra.-dijo el chico
mientras miraba al grupo que susurraba, dando a entender que los había oído
perfectamente-Veo que algunos os encontráis sorprendidos…veréis, aunque, por
las circunstancias del presente curso, es probable que lo hayáis olvidado, el
primer día se os informó de que la impartición del mismo se llevaría a cabo por
más de una persona. Las clases de baile de barra de este centro las llevamos
entre la profesora que siempre os da clases y yo, con la colaboración puntual
de otras autoridades del tema. La razón por la que nunca os haya impartido yo
clases es tan sencilla como que estoy trabajando en estas horas, salvo hoy, que
me he cogido un permiso para cubrir a mi compañera, que se ha tenido que coger
el permiso aquí porque la han requerido de manera indispensable en otro de sus
empleos, en el que por cierto también coincidimos de manera ocasional. Al igual
que pasa con mi colega, mi nombre no es relevante en el desarrollo de los
contenidos del curso y podéis referiros a mí con cualquier palabra sinónima de
“maestro” o “profesor” si así lo necesitáis. Como coautor del programa del
curso, estoy al tanto de las lecciones impartidas y las que quedan por
impartir. Hoy vamos a seguir con el agarre de tobillos, pero, antes, tengo que
enseñaros dos maniobras que son imprescindibles para concatenar y muy frecuentes
en el uso junto a dicho agarre, que son el giro inverso con centro de cadera y
el deslizamiento en giro hacia abajo…
. . .
Terminada la clase, el alumnado pudo comprobar que el chico
no era blando en absoluto. Pensaban que nadie podría ser más duro que la chica
que normalmente los coordinaba, pero, si bien él no era como ella, los hizo
sufrir sobremanera igualmente.
Muy buen trabajo.-los elogió el chico-Os recomiendo para lo
sucesivo una pequeña mentalización y una ligera preparación de los sartorios. Os
habéis merecido una ducha relajante que espero que disfrutéis tanto como yo la
mía. Hasta la próxima sesión.
El chico se fue de la sala arrastrando su tupida y pesada
melena, que recordaba a la de la profesora.
Vaya paliza…-dijo Saito-…nada que envidiar ante la chica,
supongo.
Yo me voy a la ducha, que me voy a pasar por el curro otra
vez.-dijo Izaya-Pagan bien las horas extra…con lo que me luce a mí eso, creo
que me voy a forrar.
Yo voy a estudiar hasta que me entre sueño.-dijo Xing
Yi-Tengo un examen de Fisioterapia Deportiva muy gracioso dentro de tres días.
Yo también voy a estudiar.-dijo Ayashi-La noche se presta a
ello…
Yo tengo muchísima prisa, tengo que ir a un sitio antes de
que me cierren.-dijo Saito-¡Me voy a la ducha! ¡Mañana hablamos!
Quería ir al instituto mineralográfico a solicitar un puesto
de becario. Ahora que su antro de preferencia había sido derruido, necesitaba
otra fuente de ingresos si pretendía comer. Mientras se duchaba en el
vestuario, se dio cuenta de que no les había dicho nada a los chicos de lo que
pasó el viernes…
Yo me voy a quedar a entrenar un rato más.-dijo
Mirumi-Mañana paso examen y quiero flexibilizar un poco, que llevo todo el fin
de semana estudiando.
¿Pasas examen?-preguntó Ayashi con curiosidad.
¿No lo sabías?-preguntó Mirumi-Examino a los futuros
monitores de aeróbic. Mañana se presenta una promoción y voy a tener que dar
ejemplo.
Sabía que era lo tuyo, pero no sabía que lo era tanto.-dijo
Ayashi-¡Eres una caja de sorpresas!
Hay gente para todo.-respondió él con una sonrisa-Por
ejemplo, no sería capaz de dominar las artes marciales como vosotros…
Todo es ponerse…-intervino Xing Yi-…aunque, claro está,
tenemos que buscar lo que nos haga sentir más felices y realizados. ¡Bueno,
mejor hablamos mañana, que me espera una montaña de libros!
¡Venga, chicos, mucho ánimo!-les dijo Mirumi.
¡Igualmente!-respondieron los demás antes de irse.
. . .
Izaya se colocó su bata y volvió a la planta de los
laboratorios. Había tenido que ducharse en tiempo récord y se había tenido que
llevar el coche pese a que prefería ir andando a los sitios. Fue tirar de la
puerta de vidrio y llevarse una sorpresa al ver a una ingente figura con una
bata blanca como la suya.
Esto…-dijo Izaya al reparar en quién era-¡hola!
Buenas noches, Izaya.-la saludó-Siento no haber podido
recibirte personalmente esta mañana, pero he estado en un congreso de expertos
metalúrgicos. He tenido que compensar el desajuste con las horas de la tarde y
acabo mi turno justo ahora.
Espera…-dijo ella-… ¿tú eres la jefa?
Actualmente, sí.-respondió la sensual y enorme profesora de
baile de barra-Ya he dejado todo coordinado. Mañana tendré todo el turno de la
mañana aquí, así que podré verte personalmente. Me han dicho que querías hablar
con jefatura de investigación acerca del doctorado en Geología…no te preocupes,
podré aclararte cuanto necesites. Y, por favor, mantengamos este contacto
profesional lejos del alcance de manos ajenas.
Tras hacer un amable gesto, la joven se quitó su bata,
dejando ver un precioso vestido negro con un dragón chino plateado y rosado
recorriéndolo, abierto por ambos laterales y en contraste con sus enormes
tacones plateados de aguja. Se fue por una salida trasera que daba al garaje
del personal.
Sorprendida, Izaya se pasó por su despacho, cogió una de sus
calculadoras y se la echó al bolsillo de la bata junto con varios instrumentos
pequeños de medida, cargando el otro bolsillo con pequeños frascos de reactivos
y un par de bolígrafos. Tomó el clipboard que tenía en su mesa y fue rellenando
una serie de fichas experimentales mientras caminaba por el pasillo hacia la
recepción para pedir que no se apagaran las luces hasta tarde.
. . .
Así que podrías venir ocho horas a la semana y te pagaríamos
una módica cantidad…-dijo el encargado de la ventanilla.
Muchas gracias.-dijo Saito-Mañana presentaré la solicitud de manera formal.
Justo cuando fue a girarse para irse, vio a una científica
salir de la zona de trabajo. Llevaba la bata abierta y debajo de ella se veía
una falda azul celeste de tubo hasta las rodillas, una camiseta de tirantes a
juego muy ceñida y unas botas altas de tacón con un diseño en mosaico de
escamas azules y plateadas. Iba escribiendo en un clipboard mientras
caminaba…era Izaya.
¡Izaya!-exclamó Saito-¿Ahora trabajas aquí?
Sí, aquí es donde me han contratado.-dijo Izaya-Mi turno es
de mañanas, pero hoy estoy haciendo extras para celebrar que es mi primer
día…mira, es el momento perfecto para que tengamos una charla.
¿Sobre qué?-preguntó Saito temiéndose lo que iba a decirle.
Me gustaría saber por qué después de aquella noche pusiste esa
cara tan jodidamente trágica.-dijo Izaya con tono enfadado-Como has visto, no
me he enfadado contigo como tal, pero me sentó como un tiro que, después de
todo, lo único que tuvieses fuera…eso…esa cara para ni querer mirarme. No sé
con quién te juntas, pero no a todas las mujeres nos va ese rollo. No me he
quedado pillada por ti ni te voy a acosar por el tema, pero creo que me
corresponde saber qué te llevó a ese arrepentimiento que se leía en los ojos
como un puto libro abierto. Y rapidito, que tengo que trabajar.
Yo…-dijo Saito.
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