XXII: Eslabón
tras eslabón
Genjuro cayó arrodillado al suelo. La presión del agua hizo
saltar algo de su cara, algo del mismo tono que su cabello…
Mierda, no.-dijo Xing Yi-Estoy teniendo un déjà vu…
Cortó el chorro del agua. Debajo de la peluca, Genjuro era
moreno, tenía una corta y desordenada cabellera negra. Lo miró entonces a la
cara, la cual encontró…partida. Más de la mitad se había vuelto de un tono muy
pálido, casi blanco como la nieve, quedando sólo un pequeño vestigio de su tez
morena habitual.
¿Maquillaje?-preguntó Xing Yi-Oh, no me digas que…
Se fijó en sus ojos. Por alguna razón, el ojo izquierdo le
lloraba. Entre sus lágrimas, distinguió una gota de color violáceo claramente
diferenciable por el blanco de su piel. Miró bien el ojo que le lloraba y se
dio cuenta de que era azul. La lágrima era… ¿una lentilla de color?
¡Vaya, vaya!-gritó Xing Yi-Así que detrás del lerdo de
Genjuro Ryugeki se esconde la peligrosísima y sanguinaria reina Stracciatella.
Y dime, ¿te crees que te voy a dejar irte ahora que sé que has sido un topo
todo este tiempo? A saber los dispositivos de escucha que llevaras metidos
hasta en la polla…en caso de que tengas. Ah, sí, sí tienes, te la vi ese día,
¿recuerdas?-Xing Yi le guiñó un ojo y le sacó la lengua.
¡MALDITO!-gritó con furia Stracciatella.
Se centró en lanzar agujas hacia Xing Yi, quien las esquivó
con más facilidad que antes.
Parece que te desorientas con facilidad cuando las cosas se
te tuercen.-dijo Xing Yi-Ya ni siquiera puedes fingir la voz de lerdo que
tenías antes…sólo quedan tu ira ciega y tu voz de pito. Una lástima, la verdad…
¡Veamos qué gracia te hace ESTO!-gritó de nuevo el asesino.
Mojado, desgarbado, con una lentilla caída y la mitad de su
maquillaje arrastrado por el agua, Stracciatella lanzó una sarta de agujas
hacia Mirumi, quien se quedó paralizado del susto.
¡No!-exclamó Xing Yi-¡Mirumi!
El joven corrió hacia su compañero y lo apartó de un
empujón, cayendo al suelo con él y librándolo en el último segundo de las
agujas.
¡Lo siento, te habré hecho daño!-se disculpó Xing Yi, tras
lo cual se levantó y se giró hacia su enemigo-¡A la tercera va la vencida,
cabrón! ¡De ésta no te libras!
Xing Yi saltó hacia Stracciatella girando sobre sí mismo y
descargó sobre él una enérgica patada giratoria que lo abatió. Acto seguido,
alzó verticalmente la pierna y descargó, como si de un hacha se tratara, un
fuerte golpe de talón que el asesino esquivó rodando, golpeando la pierna del
chico un banco, que partió por la mitad. El asesino se colocó detrás de Xing Yi
y le agarró el cuello haciendo una cruz con ambos brazos.
Estás muerto.-susurró en su oído.
Sin los tacones no eres tan alto.-dijo Xing Yi justo cuando
Stracciatella le iba a partir el cuello-Pensaba que eras un tío largo, pero ya
veo que te me quedas corto.
Grrr…-gruñó Stracciatella.
Intentó descargar una patada contra Xing Yi antes de
matarlo, momento que éste aprovechó para librarse de él, darse la vuelta para
encararlo, atraparle los brazos y hacerle una espectacular llave giratoria que
acabó poniéndolo contra el suelo, posición en la que Xing Yi le pisó el cuello
con un pie.
Puedes pedirle perdón a Mirumi ahora mismo.-dijo Xing Yi-Te
ahorrará dolores antes de morir.
Púdrete.-susurró Stracciatella.
No oigo las disculpas.-dijo Xing Yi.
¡Que te pudras!-gritó Stracciatella.
Xing Yi levantó a Stracciatella del suelo, lo estampó contra
la pared y comenzó a patearlo una y otra vez con una larga combinación de
ágiles y estilosas patadas combinando sus distintos estilos de artes marciales.
Me aseguraré de que tus engranajes no vuelvan a girar, ¿de
acuerdo?-insinuó Xing Yi taimadamente mientras lanzaba incesantes patadas
contra su enemigo-Ya nos has causado bastantes problemas.
Ugh…-Stracciatella escupió sangre, salpicando a Xing Yi.
El coreano tiró a su enemigo al suelo y se lanzó contra su
estómago clavándole la rodilla derecha.
No te atrevas a mancharme con tu sucia sangre de rata de
cloaca, ¿me oyes?-preguntó Xing Yi-¿Acaso piensas que no voy a cobrarme bien
caro lo que me hiciste esa noche? ¡Podrías haberme matado!
Stracciatella abrió ampliamente sus ojos. El miedo se
apoderó de él.
¡NO!-gritó-¡OTRA VEZ EL DEMONIO NOOOOOOOOOOOOOOOOO!
Xing Yi le tapó la boca de un codazo. Acto seguido, lo
levantó del suelo y, mientras él mismo se levantaba, lo lanzó contra la pared
contraria. Se lanzó corriendo a por él y lo embistió con una patada voladora.
¡ATRÁS, DEMONIO!-chilló Stracciatella poniéndose en guardia
haciendo acopio de fuerzas.
Con un alarde de extrema flexibilidad, el asesino se pasó
una pierna por encima de la cabeza y pateó a su contendiente en la nuez,
retractándolo. Acto seguido, se dio una voltereta con la que pateó en el mentón
al coreano, cayendo a cuatro patas en el suelo, posición desde la cual lanzó
varios golpes a las piernas de Xing Yi con las manos posicionadas como si
fueran garras, terminando por tirarlo al suelo. Saltó entonces sobre él,
descargando golpes sobre todo su cuerpo mientras apresaba su cintura con sus
piernas.
Ya me he cansado.-dijo Xing Yi agarrando las muñecas de
Stracciatella con sus manos-Cometes un craso error al pillarme por la cintura.
Me llegas a agarrar por los muslos y tal vez…sólo tal vez…me habrías podido
callar la boca. Pero es demasiado tarde.
Stracciatella miró a ambos lados y vio las forzudas y
flexibles piernas de Xing Yi cerrándose alrededor de su cuello. Se oyó un leve
crujido y, acto seguido, Mirumi observó con recelo cómo su compañero
catapultaba al asesino con sus piernas contra casi el techo, altura desde la
cual cayó desplomado.
Maldito hijo de perra…-dijo Xing Yi levantándose y
sacudiéndose el polvo, la sangre y el agua-…así aprenderás a no ladrar.
Mirumi se levantó lentamente.
¿Estás bien?-preguntó Xing Yi-¿Cómo te encuentras?
Debería ser yo el que preguntara eso…-dijo Mirumi-…pero creo
que estás bien.
Crees correctamente.-dijo Xing Yi-Escucha, antes de que
preguntes…este tío era el que me hizo las heridas que me viste cuando te salvé
de que te llevaras un tiro.
Mirumi tragó saliva ruidosamente. Tenía un nudo en la
garganta.
. . .
¡UUUUUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!-gritó Izaya.
Juntó los puños y lanzó un fuerte golpe en martillo contra
Ririka, que cayó de espaldas contra la colchoneta, esperando pocos segundos
para levantarse con una patada que atrapó a Izaya y la dejó a merced de una
combinación de dolorosos golpes con los cantos de las manos de la chica.
¡Maldita hija de puta!-gritó Izaya intentando desviar los
excesivamente rápidos golpes-¡La que no va a salir de una pieza de aquí vas a
ser tú, puta rubia!
¡Eso ya lo veremos!-exclamó Ririka.
Izaya se dejó caer al suelo, evadiendo los dos últimos
golpes de Ririka. A continuación, le atrapó los tobillos con las piernas y la
tiró al suelo, tras lo cual se lanzó hacia ella, cayéndole sobre las costillas
con ambas rodillas. Tras esto, apretó su tronco entre sus muslos y se dispuso a
darle puñetazos en varios puntos.
¡Traga, zorra!-gritaba Izaya mientras golpeaba a Ririka casi
a ciegas, pues no había encontrado sus gafas-¡TRAGA!
Se oyeron golpes en la puerta. Golpes muy fuertes.
¿QUIÉN ESTÁ AHÍ?-gritó una voz familiar-¡ABRAN LA PUERTA!
¡IZAYA, SÉ QUE ESTÁS AHÍ DENTRO! ¡NO ME IGNORES, POR FAVOR!
¡Saito!-exclamó Izaya.
La distracción por los golpes fue un error por parte de
Izaya, pues Ririka se la quitó de encima y la abatió con una patada con el
canto de un pie. La chica de cabello azul no tardó en levantarse y someter a su
enemiga a una serie de brutales golpes al estilo militar. Ririka contraatacó
con una combinación de golpes de Karate y siguieron así hasta que, de pronto,
oyeron un grito muy fuerte.
¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!-oyeron
gritar a Saito.
Un fortísimo golpe tiró la puerta. Saito irrumpió y accionó
el interruptor de la luz de un puñetazo, revelando una dantesca escena ante él:
una bolsa de deporte abierta y desparramada en el suelo, un enorme consolador
azul y, en medio de la estancia, distinguió a Izaya, sin las gafas, con toda la
ropa rota, magullada y agarrada del cuello por…
¡Ririka!-exclamó Saito-¿Qué es todo esto?
¡No te acerques, Saito!-exclamó Izaya-¡Está con ellos!
¡CIERRA LA BOCA!-gritó Ririka.
Hundió a Izaya en el suelo de un codazo.
¿Qué demonios…-preguntó Saito.
Gracias, Saito.-dijo Ririka-Gracias por acercarme a
vosotros. Con la tontería de que te la pongo dura, no has dudado en incluirme
forzadamente en vuestras maquinaciones. Llevar estas horribles, horteras y
estúpidas pintas de niña dulce da su fruto, ¿eh?
Saito no supo qué decir, pero podía verse el desengaño, la
tristeza, la impotencia y la rabia en sus ojos.
Nos hemos adelantado a todas vuestras contramedidas.-continuó
Ririka-Vais a quedar como idiotas delante de la pasma. Es más, creo que ya
tendríais que haber recibido un correo electrónico…mira tu móvil, por favor.
Saito sacó su móvil del bolsillo y vio un correo electrónico
de la policía.
El presunto lugar de los hechos se encuentra
demolido.-leyó-Falsa acusación. ¡MIERDA!
Somos intocables, malditos idiotas.-dijo Ririka-Es hora de
que muráis.
¡Cabrona!-gritó Izaya, extenuada, desde el suelo-¡Eres una
hija de puta, criminal, traidora, asquerosa y encima juegas con los
sentimientos de un amigo! ¡Sigue dándome razones para obliterarte y te aseguro
que desearás no haber nacido con una intensidad tal que te meterás en el coño
de tu madre con un petardo en tu sucio y dilatado culo de zorra barata!
Ririka se dirigió a su bolsa y comenzó a rebuscar.
Karate, Aikido…-dijo Ririka-…nací de una familia muy
tradicional. Soy un guerrero de las novelas históricas de nuestro país…con
tetas.
Permíteme discutir eso último, pista de aterrizaje con
sujetador.-la instó Izaya mientras se levantaba.
Lo que quería decir…-dijo Ririka mientras sacaba un objeto
muy largo de su bolsa-…es que domino los estilos de mayor tradición en Japón.
Esto es…soy más que una hija de puta en Iaido y Kendo. Voy a filetearos ahora
mismo.
Ririka le quitó la funda al enorme objeto que había sacado,
dejando ver que era una katana de aspecto muy afilado.
Tus ubres de vaca no te dan derecho a menospreciarme.-dijo
la chica rubia-Y menos cuando voy a ser tu verdugo, ¿sabes?
No me hagas reír.-dijo Izaya-Voy a meterte eso por el culo.
Izaya se levantó y se puso en guardia. Saito se interpuso y
se sacó su navaja del pelo, abriéndola amenazadoramente. Podía leerse el
despecho, la amargura y la ira en su rostro y sus ojos.
¡No, Saito!-dijo Izaya preocupada-Esto es entre ella y yo…
¡Lleva una jodida katana!-gritó Saito-No pienso dejarle que,
además del corazón, me quite a una amiga, ¿me has oído, Izaya?
Ririka corrió katana en mano hacia Saito, quien interpuso su
navaja entre su cuerpo y el arma de su enemiga. Sin apenas ruido, la navaja fue
limpiamente cortada e inutilizada.
¡Ja!-rió Ririka-¿De verdad creías que una mierda de navaja
del Oeste podría con nuestras katana tradicionales? ¡Patético!
La chica rubia lanzó un tajo directo al pecho de Saito,
quien saltó hacia atrás pero calculó mal, llevándose un corte que, si bien
podría haber sido más grande y letal, era lo suficientemente aparatoso. Se
abrió y comenzó a sangrar a chorros.
¡Saito!-exclamó Izaya al ver cómo su compañero se desplomaba
entre casi inaudibles gemidos-¡SAITOOOOOOOOO! ¡NOOOOOOOOOOOOOOO!
Izaya miró con rabia a Ririka.
Dieciocho años…-dijo Izaya-…sólo dieciocho…era el más joven
de nosotros, joder… ¡Y TE LO ACABAS DE CARGAR! ¡ERES UNA PUTA, TE MATARÉ!
Izaya lanzó una patada al suelo, haciendo saltar sus gafas,
las cuales cogió al vuelo y se las puso. Acto seguido, adoptó la guardia del
Krav Maga y miró amenazante a Ririka, quien le sonreía con la katana en las
manos.
¡ACABARÉ CONTIGO!-gritó Izaya mientras corría hacia
Ririka-¡TE HUNDIRÉ! ¡TE HARÉ SUFRIR!
Se agachó, esquivando la primera estocada de Ririka. Con sus
gafas, veía mucho mejor y podía explotar al máximo su exuberante agilidad y
rapidez. Aprovechó para saltarle la katana de un golpe, le dio un puñetazo en
el mango y la lanzó lejos, dejándola clavada en una pared. Acto seguido,
arremetió contra Ririka con los ojos inyectados en sangre y henchida de ira. Un
atronador golpe ahogó el grito de terror y dolor de la chica rubia.
. . .
Llama a la policía.-dijo Xing Yi-Diles que vengan corriendo
y que se acerquen a la sala de artes marciales del fondo de la planta. Yo
estaré allí para cuando llegue. Por favor, quédate con ellos y contesta a sus
preguntas. Saito e Izaya están donde yo tengo que ir.
Está bien.-dijo Mirumi con determinación-Tengo demasiadas
dudas, pero te las preguntaré cuando tengamos tiempo.
Así me gusta.-dijo Xing Yi mientras agarraba el cuerpo
inconsciente de Stracciatella-Me llevo a este saco de mierda, no vaya a ser que
despierte y se escape.
Xing Yi y Mirumi se dieron la mano. El chico pelirrojo se
fue a la entrada, donde sacaría su móvil y llamaría a la policía. Mientras
tanto, el coreano se fue hacia la sala citada mientras cargaba con el cuerpo de
Stracciatella bajo un brazo.
Conforme se acercaba, intuyó que algo no iba bien. Vio la
puerta arrancada y escuchó infinidad de fuertes y sonoros golpes acompañados de
gritos de mujer. Cuando iba a entrar, distinguió el cuerpo de Ririka, magullada
y casi inconsciente, saliendo propulsado de la puerta, estampándose contra la
pared. Xing Yi se paró en seco sin dar crédito a lo que estaba viendo…y oyendo.
¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!-escuchó
gritar a Izaya.
Como una bala de cañón, la chica salió volando de la sala,
saltando mientras giraba sobre sí misma hecha un ovillo. Al llegar cerca de
Ririka, se estiró por completo, estampando sus dos pies en la cabeza de la
chica rubia, empotrándola bestial y sonoramente, ocasionando un derrame de
sangre por el techo, el suelo y su propio cuerpo. Jadeando, Izaya observó cómo
Ririka, con lágrimas y sangre en la cara, se desplomaba y caía sentada al
suelo.
¡Izaya!-exclamó Xing Yi-¿Qué es todo esto?
Era una trampa…-dijo la chica al borde del desmayo-…casi me
mata. Saito no lo podrá contar…
¿Qué?-gritó Xing Yi.
Esa zorra lo ha rajado…-dijo Izaya-…con una katana.
Xing Yi entró corriendo a la sala, dejando tirado el cuerpo
que llevaba.
¡Saito!-gritó-¡SAITO!
Con fiereza, el joven coreano se arrancó un enorme trozo del
pantalón que llevaba, atándolo alrededor del pecho del chico. Acto seguido, se
soltó varias trenzas y, con los hilos que se quitó del pelo, ató fuertemente la
tela al cuerpo del chico, improvisando un torniquete.
Necesita un médico urgentemente.-dijo Xing Yi-Hay que ir al
hospital. La policía está en camino.
¿Qué?-preguntó Izaya desconcertada-Y, ¿quién es ése?
Falta saber si la señorita Stracciatella se llamaba en
realidad Genjuro o era otra de sus farsas.-dijo Xing Yi-Acércate y observa.
Izaya se fijó en la piel, el pelo y los ojos. No necesitó
mucho tiempo para inferir que Genjuro y Stracciatella eran la misma persona.
Genial…dos topos a falta de uno.-dijo Izaya-Y, ahora, ¿qué?
Escucharon pasos de mucha gente corriendo hacia el sitio.
¡POLICÍA!-oyeron gritar.
El jefe de la avanzadilla llegó hasta la sala y vio el panorama:
tres cadáveres, dos personas heridas y magulladas.
¿Qué ha pasado aquí?-preguntó el jefe.
Una conspiración…-dijo Izaya-…una especie de…mafia, secta o
lo que sea…han intentado matarnos…se han llevado a nuestro amigo…
Izaya señaló, destrozada, a Saito.
Casi muero a manos de ese suplantador de identidad.-dijo
Xing Yi mirando el cuerpo de Stracciatella.
¡Jefe Kojima!-gritó una policía detrás del jefe-¿Esa chica
rubia y ese hombre de ahí no son Ruby y Stracciatella? ¡Llevábamos años tras
ellos! Tenemos que llevárnoslos. Con suerte, aún pueden estar vivos…si les
interrogaremos, sabremos para quién trabajan.
Está bien.-dijo el jefe-Cargad con ellos. Llamad a una
ambulancia para estos dos.
Los agentes asintieron y se movilizaron.
¿Qué es de vosotros?-preguntó el jefe mirando a Izaya y a
Xing Yi.
El chico que les ha llamado es amigo mío.-dijo Xing Yi-Yo le
pedí que les llamara. Y esto es…
…defensa propia.-concluyó Izaya.
Ya hablaremos en comisaría…-dijo el jefe.
De pronto, un ensordecedor ruido comenzó a sonar y los cristales
reventaron. Gracias a las luces de la sala y del pasillo, distinguieron un
helicóptero en la ventana que había ametrallado las ventanas. Unos ganchos se
clavaron bajo las ventanas. Como si del abordaje de un barco se tratara, varios
tipos trajeados irrumpieron en el polideportivo. La chica de la cola de caballo
apuntó a la cabeza del agente con dos pistolas.
¡Que nadie se mueva!-gritó el jefe, tanto para la
avanzadilla, como para los recién llegados, como para Izaya y Xing Yi.
Los individuos trajeados cogieron los cuerpos de Ririka y
Stracciatella y saltaron por las ventanas, volviendo al helicóptero, retirando
tras ello los ganchos. El vehículo no tardó en alejarse.
Mierda.-maldijo el agente.
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