†
WORLDS
COLLIDE †
Episodio XIX · ACERCAMIENTO
En un
breve lapso de tiempo, unos dos días, Yurika se reunió con Freya y Yamiyuki en
un sitio donde pudieron hablar sin interrupciones. Largas fueron las horas de
conversación, pues Freya sometió a Yurika a todo tipo de preguntas sobre el
libro, su fenomenología y su contexto, mientras tomaba notas. Finalmente,
concertaron una fecha en la que, durante la noche, Yurika esperaría despierta
por la noche y entraría con Freya, quien iría infiltrada, en la biblioteca para
ver el libro directamente.
Llevamos
mucho tiempo sin salir por la noche.-le comentó Yamiyuki a Freya por el móvil
la mañana del día concretado-Tómate lo de hoy como una excepción. A todo hay
que sacarle el lado divertido, ¿no crees?
Seguro
que me divierto.-respondió Freya-Los misterios mágicos son un manjar. He estado
mirando en libros sobre el objeto y parece que estamos ante otra entidad
apócrifa, para variar. Me he hecho una ligera idea de lo que puede ser, pero
esta noche lo veré con mis propios ojos.
Suerte.-dijo
Yamiyuki-Sintiéndolo mucho, hoy no vamos a poder vernos, tengo dos exámenes y
tres entrenamientos.
Descuida.-le
respondió Freya-Yo voy a estar todo el día trabajando, así que demos lo mejor
de nosotros para rendir bien hoy. Ya que no va a poder ser en este día,
necesito que nos reunamos cualquier otro para hablar sobre Aquanika.
¿Sobre
Aquanika?-Yamiyuki aguzó el oído-¿Ha pasado algo con ella?
Ya sé
cómo llegó hasta Metallurgy antes que nosotros.-respondió Freya-Estaba en la
cafetería aquella noche…
¿En
serio?-preguntó Yamiyuki-Es cierto que es una gran maestra del camuflaje y la
ocultación…quién lo habría imaginado…y, ¿cómo has descubierto tal cosa?
Lo
siento, pero esta maga no te puede revelar ese truco…-respondió Freya.
¿Es una
forma de hablar o has utilizado la magia?-preguntó el chico.
Interprétalo
como desees.-respondió la joven sin darle mayor importancia.
Y, ¿qué
es exactamente lo que quieres hablar con respecto a ella?-inquirió Yamiyuki.
Nada
grave, no te preocupes.-dijo Freya-Lo hablaremos mañana…o cuando podamos. Te
tengo que dejar, entro a dar clase en cero coma.
De
acuerdo, Freya.-Yamiyuki no quiso insistir-Hasta mañana, supongo.
Hasta
mañana.-Freya colgó.
. . .
Finalmente,
tras mucho trabajo, estudio y esfuerzo, la noche llegó. Los jardines de la
universidad privada de Yurika yacían tranquilos y serenos bajo la luz lunar. De
vez en cuando, leves vientos sacudían suavemente las ramas de los árboles y las
flores que poblaban el suelo. A pesar de que no había rosas, se veían pétalos
rojos surcar los cielos, arrastrados por el gentil viento…
Ya
estamos aquí.-susurró Freya entre el ramaje del árbol más alto.
Oteó su
alrededor. En una de las alas residenciales, vislumbró una suave luz. Aguzó la
vista y vio que la ventana estaba entreabierta.
Buenas
noches, Yurika.-saludó mientras cerraba la ventana tras de sí, dentro del
dormitorio de la chica.
¡Joder!-susurró
Yurika-¡Qué susto! Me has pillado de espaldas…
Yurika
se quedó mirando a la recién llegada. Iba embutida en un traje negro de espionaje
con botas de seguridad, tal y como cuando se infiltró en los laboratorios de
Shiroi.
Un
guerrero ha de saber mantenerse en guardia cada segundo de su vida.-replicó
Freya.
No sin
curiosidad, Freya observó el dormitorio. Tenía varias ménsulas llenas de libros
colgadas de las paredes, un gigantesco escritorio perfectamente organizado, una
cama de matrimonio con dosel, un armario ropero enorme, un pequeño sofá,
algunas sillas, un mueble con un televisor, un gigantesco aparador y baño
propio. Observó a la dueña de aquel lujoso dormitorio: iba vestida con una
falda negra de tablas llena de flecos rosas plumosos, botas negras metalizadas
con recubrimientos a juego con la falda, fundas de campana desde el codo hasta
la muñeca, también negras y ribeteadas en rosa, una blusa de color rosa muy
saturado, un chaleco negro ajustado con la cremallera medio abierta y, encima,
una toga ajustada sin mangas, también negra y con los bordes rosas. Llevaba el
pelo liso y unas mechas postizas negras y rosas muy ostentosas y algo cardadas
que ensanchaban su ya de por sí opulenta melena y le daban más vigor.
Muy
visual.-observó Freya-¿Te pones tan guapa siempre que te enfrentas al libro?
Siempre
me arreglo.-respondió Yurika-Tenga que hacer lo que tenga que hacer.
Bien pensado.
Me gusta tu estilo.-concluyó Freya-¿Vamos a la biblioteca ya?
Sí.-dijo
Yurika-Sígueme, te llevaré por el camino más seguro para que no nos pillen.
¿No
tenéis cámaras de vigilancia?-preguntó Freya antes de salir del cuarto.
Dímelo
tú.-respondió Yurika con una mirada de complicidad.
A
montones.-respondió la chica de cabello azul con una sonrisa-Pero son fáciles
de burlar.
Premio.-dijo
Yurika-Apaga la luz cuando salgas. ¿Has venido armada?
Vivo
armada.-respondió Freya.
Apagó
la poca luz que había en el cuarto y cerró la puerta tras de sí. Yurika se
acercó para echar la llave y, acto seguido, se escabulleron juntas. No tardaron
en salir del ala. Una vez en el jardín exterior, corrieron con sigilo hacia la
biblioteca.
Está
por aquí…-indicó Yurika una vez terminaron de subir tres tramos de escaleras.
¿Tengo
tu garantía de que no me voy a ver mezclada con tu gente?-preguntó Freya con
severidad.
Total y
absoluta.-dijo Yurika-Esta noche ya hemos terminado la expedición, y todos se
han ido a acostar. Por eso te dije que quedásemos a esta hora tan intempestiva.
Perfecto.-dijo
Freya.
No
obstante, creo que sería más preocupante que “mi gente” se viera involucrada
contigo.-dijo Yurika-Por ellos, más que nada…
Es una
de las muchas razones por las que te he hecho esa pregunta.-dijo Freya-Lo tengo
todo controlado.
Yurika
asintió con la cabeza y se acercó a una de las estanterías. Tras escarbar entre
algunos libros, sacó un pequeño pero
ancho libro de cubierta negra y dura con ribetes anaranjados.
Es
éste…-dijo Yurika.
¿Puedo?-Freya
extendió una mano.
Yurika
le dejó el libro. Al quedar totalmente en contacto con las enguantadas manos de
Freya, el libro emitió chispas negras de aspecto bastante intenso.
Qué
juguetón…-comentó Freya-…intenta hacerme cosquillas.
¿No te
afecta?-preguntó Yurika sorprendida.
Me han
lanzado descargas infinitamente más fuertes.-dijo la chica.
Colocó
el libro sobre una mesa y trató de abrirlo, pero notó oposición.
No
quiere que lo abra…-observó Freya.
No
intentes forzarlo.-dijo Yurika-Este libro no entiende de brazos fuertes…
¿Quién
ha dicho que sea la de mis brazos la fuerza que vaya a emplear?-preguntó
Freya-O, mejor dicho, ¿por qué das por supuesto que voy a valerme de fuerza
existiendo algo mejor como la maña?
La
chica abrió el libro con total facilidad. Las páginas estaban en blanco.
¿A
vosotros también os aparecen las páginas en blanco?-preguntó Freya.
Sí.-respondió
Yurika-Ahora viene la parte en la que nos absorbe.
Según
comentaste, se queda abierto aquí encima y aspira a quien se acerque…-dijo
Freya.
Sí, así
es.-contestó Yurika.
No me
interesa que ese factor tenga una probabilidad de modificar mis planes para
esta noche mayor que cero.-dijo Freya mientras chasqueaba los dedos.
Yurika
observó cómo una semiesfera negra translúcida se cerraba alrededor de la mesa
en la que estaban. Al terminar de construirse, se volvió invisible.
Nadie
podrá acercarse.-dijo Freya-¿Tenemos que meter primero la cabeza o nos invita a
entrar cortésmente?
Nos va
a introducir ya.-dijo Yurika señalando con el dedo.
Freya
vio cómo el libro comenzaba a brillar. Una corriente de rayos negros comenzó a
fluir desde la nada hacia el interior del libro, absorbiendo a ambas chicas.
. . .
Aparecieron
en el interior de una mazmorra, encerradas a cal y canto en una enorme y
lóbrega celda.
¿En el
último capítulo os atraparon los malos?-preguntó Freya.
Salimos
de aquí hace nueve noches…-dijo Yurika en voz alta-… ¿por qué hemos vuelto?
Tal vez
es porque estoy yo.-dijo Freya-Me estoy embebiendo de la naturaleza mágica y
fenomenológica de este artilugio. Una noche de esto será suficiente para
elaborar mis pesquisas con corrección.
¿Estás
segura de que un experimento de campo tal como éste es lo mejor que puedes
hacer?-preguntó Yurika.
¿Te
estás preocupando por mí?-Freya respondió con otra pregunta-Sé defenderme.
Cuento con tu ayuda, y tú con la mía. Además, como mejor se aprenden las reglas
de un juego es jugando. Tampoco tengo pensado venir todas las noches…sólo
espero descubrir algo.
¿Algo
como qué?-preguntó Yurika.
Cualquier
cosa, por nimia que sea, que me permita esclarecer mis hipótesis sobre qué es
todo esto.-dijo Freya-Creo que la teoría ya la llevamos muy avanzada en lo que
va de semana, ¿te parece si pasamos a la práctica?
Yurika
asintió con la cabeza.
Lo
primero que tenemos que hacer es salir de aquí.-dijo Yurika-Recuerdo que
hicimos…
Escuchó
un fuerte golpe. Se giró y vio un enorme boquete en los barrotes de la celda.
Hecho.-dijo
Freya crujiéndose los nudillos-¿Izquierda o derecha?
¡No
tenías que haber hecho eso!-exclamó Yurika-¡Has alertado a los guardias!
Que
vengan.-dijo Freya-Eso es lo que quiero.
Los
pasillos se llenaron de sombrías figuras con raídas capas de colores pardos.
Armados con arcos, comenzaron a disparar hacia las chicas.
¡No!-gritó
Yurika.
De sus
manos salió una gran bola de fuego que impactó contra una de las figuras,
dejándola vencida en el suelo.
No
sabía que supieras hacer tales cosas…-dijo Freya-… ¡me gusta!
Freya
esquivó las flechas una tras otra mientras se acercaba a un puñado de aquellos guardias.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lanzó una tremenda patada contra el
pecho de uno, seguida de otra que iba dirigida al más cercano al que acababa de
golpear. Sin darles tiempo a tensar sus arcos, los fue abatiendo a golpes, con
fieros puñetazos y ágiles patadas. Mientras los golpeaba, observaba que sus
cuerpos eran bastante uniformes, todos altos y delgados, con aspecto misterioso
y sin indicios que permitieran discernir si se trataba de hombres o mujeres.
Tras dejarlos a todos en el suelo, agarró a uno y le quitó la capucha. No tenía
piel…ni cuerpo. Era una violácea masa de oscuridad con dos puntos dorados a
modo de ojos y una melena de color gris oscuro, con orejas puntiagudas.
Tengo
un par de preguntas que hacerte.-dijo Freya.
Por su
parte, Yurika estaba combatiendo a los que quedaban en la otra mitad del
pasillo. Saltó y lanzó una enorme burbuja de agua contra uno de ellos,
tirándolo al suelo. Acto seguido, comenzó a lanzar patadas una tras otra. Ya
que Freya pensaba interrogarlos, intentaba noquearlos sin matarlos, pero
decidió inutilizar totalmente a unos cuantos para evitar posibles remontadas.
Cuando apenas quedaban diez, convirtió una de sus piernas en una motosierra y
los cortó por la mitad de dos en dos con vigorosas patadas cortantes.
¿Tú
tampoco quieres colaborar?-oyó a Freya-¡Peor para ti!
Se giró
a mirarla. Vio cómo le crujía el cuello con un leve movimiento. Tanto su
compañera como ella observaban que, cuando aquellas criaturas “morían”, su
cuerpo se desvanecía, quedando sus ropas y armas en el suelo.
¡Si
seguimos así, se levantarán todos y nos retendrán!-advirtió Yurika-¡El tiempo
corre igual aquí dentro que fuera! Si no nos damos prisa, amanecerá y estaremos
en problemas. Es más, creo que estas cosas no hablan…
¿Dónde
está la persona, cosa o raza inteligente más cercana?-preguntó Freya.
El
carcelero habla.-dijo Yurika-Pero tiene muy mal carácter.
¿Dónde
está?-preguntó Freya mientras remataba a patadas y pisotones a los guardias
desmayados-Quiero hacerle unas preguntas.
Con el
jaleo que estamos armando, creo que vendrá él solo.-respondió Yurika.
Escucharon
un temblor. Acto seguido, unos pasos de gigante comenzaron a sacudir la
estancia, oyéndose cada vez más cercanos.
Bingo.-dijo
Yurika.
¿Ése es
el carcelero?-preguntó Freya-Voy a ponerme guapa para él.
El
cuerpo de Freya se iluminó. Sus ropas comenzaron a cambiar. Cuando finalmente
cesó el resplandor, la chica se encontraba ataviada con un corsé negro y plateado
de armadura, una larga y vaporosa falda semitransparente que le caía por la
parte de atrás de las piernas, botas negras altas con redoble blanco y
medallones plateados y guantes largos a juego, así como un elegante manto negro
con hilos plateados y flecos blancos en los hombros. Su cabeza estaba rodeada
por una fina cadena de plata en cuyo centro había una joya cuadrada que
reposaba sobre su frente.
¿Qué
demonios has hecho?-preguntó Yurika.
Cambiarme
de ropa.-dijo Freya-Me gusta llevar uniformes acordes a lo que vaya a hacer en
cada momento…como las muñecas, pero con la salvedad de que éstos tienen
propiedades que propician lo que quiera hacer con ellos. Una larga historia…
Mejor
me la cuentas luego.-Yurika apretó los puños-¡Aquí viene!
La
pared que tenían más cerca saltó en pedazos. Freya se sorprendió: ¿aquella cosa
hacía tanto ruido? Era mucho más grande que los que habían visto, estaba
cubierto por una armadura negra que impedía ver si era una figura de oscuridad
u otro tipo de ser, llevaba una capa negra y armas enfundadas. Brillaba
emitiendo un aura morada. Sus pies resonaban cada vez que avanzaba, pero no
parecía torpe ni lento, aunque sí extremadamente pesado, demasiado para su
tamaño. Era grande, mucho más alto que Yurika, pero un poco menos que Freya.
¡Buenas
noches!-exclamó Freya con una cordial sonrisa-Me han dicho que es usted el
señor carcelero. ¡Qué agradable coincidencia! Estaba deseando hacerle una serie
de preguntas…
¡SILENCIO,
PRISIONERA!-exclamó el recién llegado-Has roto las puertas de una celda de
castigo… ¡serás ejecutada por ello!
Ya.-dijo
Freya sacudiéndose el pelo-Ven a consumar tus palabras si tienes lo que hay que
tener.
¡Freya,
no lo provoques!-exclamó Yurika mientras corría hacia su compañera-¡No es nada
que hayas podido ver ant…AAAAAAAARGH!
Mientras
intentaba acercarse a Freya, Yurika recibió un manotazo del carcelero en el
estómago con una fuerza tal que salió expelida y chocó con un muro.
Ya has
visto de lo que es capaz…-dijo Yurika mientras hacía ademán de levantarse-…casi
morimos cuando huimos de él la otra vez…
Te
recuerdo, pequeña.-dijo el carcelero-Esta vez no tendrás la misma suerte. Tú y
tu amiga seréis pasto de las ratas.
¿Suerte?-preguntó
Freya-¡Eso es para pardillos! ¡La habilidad es la suerte convertida en hábito!
Y, créeme… ¡somos gente hábil!
Me
gusta tu humor, pequeña…-dijo el carcelero-…lástima que tenga que acallarlo
dándote muerte.
¡Freya,
apártate!-exclamó Yurika lanzando una bola de fuego.
El
hombre…o lo que fuera aquel ser…agarró la bola con una mano y la estrujó,
provocando su explosión, sin recibir daño alguno.
¿Sólo
sabes hacer eso?-preguntó-¿No has aprendido nada desde la vez que los dioses te
dieron suerte para escapar de mis dominios?
La
magia no es lo mío…-dijo Yurika con rabia-…sobre todo cuando me vi obligada a
formar parte de su truculento mundo sin tener oportunidad de opinar o elegir.
Créeme, si hubiera aprendido algo mucho mejor, no habría tardado en borrarte
del mapa con ello…
El
carcelero se echó a reír. El eco de su feroz risotada hizo resonar toda la
zona.
Chicos,
estoy aquí.-dijo Freya-Como te decía, amigo, quiero hablar contigo.
Habla
después de que te mate.-dijo el carcelero soltando una risotada.
Habrá
que hacerlo por las malas…-respondió Freya apuntando al horizonte con la palma
de su mano izquierda.
Se
abrió un agujero de oscuridad en el suelo del que salió un enorme bastón negro
con una punta enjoyada en forma de rosa roja de la que colgaban cadenas de
brillantes joyas de color verde que simulaban ramas espinosas de rosal. La
chica asió el arma con firmeza y el agujero se cerró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario