†
WORLDS
COLLIDE †
Episodio V · REVUELO
El
amanecer del siguiente día fue totalmente caótico: radio, televisión, prensa
escrita y prensa digital escupían continuamente el misterioso caso de un
profesor encontrado muerto en el despacho de otro profesor en una universidad.
El cadáver estaba siendo examinado. A su vez, el dueño del despacho estaba en
comisaría, siendo interrogado. Rápidamente, en los calendarios de I+D del
complejo universitario de Japón apareció una señal de bloqueo en el proyecto
toxicológico del doctor Shiroi Kamiyama, indicando, pues, que la labor de
investigación se hallaba en suspensión de actividad hasta nueva orden.
Perfecto.-dijo
Freya con el móvil en una oreja-Lo estamos acorralando.
Sí.-le
respondió Yamiyuki desde el otro lado-Un trabajo impecable, como es normal en
ti.
Tenemos
dos opciones: aprovechar que está acorralado para ir a por él o aprovechar que
ha girado la cabeza para colarnos por donde no mira.-dijo Freya-Segunda opción,
¿no es así?
Sí.-respondió
el chico-Si vamos a por él de golpe, nos encontraremos a una marabunta de
esbirros y podríamos estar en serios problemas.
De
acuerdo.-dijo Freya-Estoy leyendo el boletín científico en tiempo real. En la
sección a la que sólo podemos acceder los investigadores homologados y
acreditados, aparece la noticia de que Shiroi pasará dos días fuera del ámbito
universitario, entre declaraciones, juicios, papeleo y demás mierda. Tenemos
hoy y mañana para sacar jugo.
Mañana.-contestó
el joven Yamiyuki-Shiroi siempre parte solo, pero vuelve acompañado. Si hoy no
se han ido todos a su lado, mañana no quedarán apenas personas en sus dominios,
la seguridad será menor y el riesgo de cabrearlo más de la cuenta se reducirá
de manera notable.
Me
parece bien.-concluyó la chica-Te tengo que dejar, entro a dar clase en un
cuarto de hora. ¿Esta noche trabajas?
Sí.-dijo
Yamiyuki-Voy a tocar en un bar de ambiente. Dicen que necesitan a un “mago del
sintetizador” como yo.
Me
pasaré, seguramente.-dijo Freya-Hoy me apetece trasnochar y allí sirven un agua
con hielo de puta madre.
¿Estás
de coña?-preguntó el chico.
En
absoluto.-respondió la joven mujer-Los cubitos que ponen son de buena calidad,
duraderos y muy bonitos. Refractan la luz que da puto gusto, y es precioso ver
los colores de las luces estroboscópicas y los pétalos de rosa a su través.
Pues allí
os veré al agua fría y a ti.-dijo Yamiyuki-Que se te dé bien la clase. No te
deseo suerte porque nunca la has necesitado. Me voy a poner a hacer un trabajo
y luego a estudiar lo que cogí de la biblioteca que me recomendaste. Hasta la
noche, Freya.
Nos
vemos.-Freya colgó.
Se puso
una bata blanca encima de su ropa, agarró un par de libros enormes y una
carpeta llena de papeles y se encaminó al aula, produciendo una resonancia en
el pasillo por el sonido de sus elevados y duros tacones.
. . .
Sin
mayor incidencia, la noche llegó. Después de todo un día trabajando en decenas
de sitios, Freya, que se había visto obligada a cambiarse en los vestuarios de
uno de los sitios donde trabajó, aparcó el coche frente al local llamado Hana.
Le gustaba vivir como al resto: caminar, ir en coche, etc. pese a que podía
perfectamente teletransportarse de un sitio a otro. Tras cerrar su ostentoso
vehículo y guardarse la llave, se atusó la melena con las manos y se estiró la
ropa, eliminando cualquier imperfección que pudiera haberse generado estando
sentada. Como siempre, vestía totalmente de negro, con un corsé muy ajustado y
que alzaba sobremanera sus senos, una falda corta con vuelo, botas altas hasta
la mitad de los muslos con correas, hebillas y una elevadísima plataforma de
brillante aleación chapada, brazaletes con púas, una gargantilla de la que
colgaban cadenas hasta casi el pecho y un ostentoso, voluminoso y vaporoso
faldón en arco que colgaba desde los laterales de sus caderas hasta el suelo,
tapándole la parte trasera de las piernas, dibujando un arco parabólico que
mostraba, detrás de su pelo, la parte descubierta de sus piernas. Abrió con
decisión la puerta del local. El sitio parecía un reto a la visión humana, pues
parecía que el consumidor estaba inmerso en una imagen tridimensional animada
por ordenador. El juego de luces en escala de grises, junto con el mobiliario,
estructura y decoración, en metales cuyos brillos se sumaban a los reflejos que
sus superficies pulimentadas ofrecían, hacía que aquello pareciera una
animación. En el techo y en las paredes había rayos de neón de colores,
lámparas halógenas, luces estroboscópicas, juegos de iluminación LED y espejos
que se combinaban formando abanicos de colores que bañaban dulcemente las
imágenes que no paraban de transitar los muros, que eran pétalos de rosa
holográficos de un rojo muy brillante y saturado. Entró y miró al techo, donde
pendía una ostentosa y vanguardista cúpula donde siempre estaba el DJ poniendo
su música. Allí estaba Yamiyuki, con unos enormes cascos, rodeado de cables y
manipulando un enorme equipo electrónico de música, conjugando sintetizador,
sampler, mesa de mezclas e incluso un ordenador portátil. Su música era
característica y rica, muy en armonía con el local y, si bien estaba moviéndose
todo el rato en la música electrónica, tenía la potestad de variar entre una
rama y otra de dicho género sin perder ni un ápice de belleza.
¿Qué se
te ofrece?-preguntó el camarero, un chico de la edad de Yamiyuki.
Agua
con hielo.-pidió Freya-En vaso de tubo, a ser posible también helado.
¡Marchando!-dijo
el chico con una hermosa sonrisa.
A los
pocos segundos, Freya tenía ante ella lo que había pedido. Tomó un sorbo.
Me
encanta esta agua.-dijo para sí.
Alzó el
vaso y observó, con fruición, cómo se refractaban los pétalos y los rayos de
luz. Se giró y enfocó a otro sitio para observar la iluminación distorsionada
desde otra perspectiva hasta que, de pronto, lo que veía a través del vaso
cambió a un color uniforme y parecido al de lo que podría ser la piel de una
persona. Dejó el vaso sobre la barra y vio frente a ella a una chica bastante
alta, menor que ella, no tan voluptuosa pero bastante bien dotada para lo que
eran las mujeres de su edad, con una larga melena roja, ojos plateados y el más
puro y floreciente cinismo cincelado en su rostro. Llevaba un chaquetón en
leopardo rojo vino y negro que le tapaba hasta la mitad de los muslos, y unas
botas negras altas. Su cabeza estaba adornada por una gorra militar negra que
llevaba una calavera plateada en la parte frontal. De una de sus manos pendía
una larga y robusta cadena que finalizaba en una gargantilla que rodeaba el
cuello de un chico que parecía sufrir una grave anorexia, vestido de cuero
negro, con correas, hebillas, cadenas y muy poca piel tapada. Su pelo era
plateado y desordenado, y apenas se le veía la cara, sólo la boca. De
inmediato, Freya infirió que iba a pasar algo con ellos.
¿Puedo
ayudaros en algo?-les preguntó.
Oh, ya
lo creo que puedes.-le espetó la chica-Un trío.
¿He
oído bien?-Freya se ahuecó la melena y fingió sorpresa en su rostro.
Sí.-respondió
la otra chica-Queremos montárnoslo contigo. O bueno…si está por ahí tu novio…un
cuarteto.
¿Mi
qué?-preguntó de nuevo Freya.
Tu
novio, joder.-la pelirroja empezaba a ponerse nerviosa-Ese morenazo
irresistible que tiene ese cuerpazo tan…
…follable.-respondió
el chico por ella.
¡Cierra
la boca, saco de pulgas!-le espetó la chica mientras le daba un rodillazo y
tiraba de su cadena-¡Estamos hablando los humanos!
Je…-rió
el extraño individuo.
No es
mi novio.-respondió Freya secamente-Y ni él ni yo tenemos interés, ganas ni
necesidad de participar en tal actividad. Buenas noches.
Se
llevó su vaso de agua a la boca, pero la chica le dio un manotazo y salió
expelido, rompiéndolo contra el suelo y derramando todo su contenido.
¡Eh,
tía!-le gritó la pelirroja-¡No he dicho que tengas opción! ¡O lo hacemos por
las buenas, o por las malas!
Freya
se levantó del taburete, dejando ver la diferencia de altura que había entre
ambas, de aproximadamente medio metro.
No me
intimidas nada.-dijo la chica apretando los puños.
La
joven de cabello azul agarró a su interlocutora del cuello y la levantó del
suelo.
Escucha,
niñata barriobajera.-dijo Freya con seriedad-He dicho que no. Paga el puto vaso
y vete antes de que os mate a ese espantajo y a ti.
La
presa de Freya se echó a reír.
¡Me
parece que no!-chilló entre risotadas.
Sacó
algo de su abrigo e hizo un ruido ensordecedor: un disparo. Llevaba un potente
y peligroso revólver con el que acababa de disparar al techo. La música se
detuvo, pues Yamiyuki había estado observando el panorama. Despavorido, el
público comenzó a huir del local. Se formó un tapón en la salida, que hasta los
camareros intentaban atravesar. La joven pelirroja aprovechó para lanzar una
patada contra Freya y soltarse. Revólver en mano, rodó hacia atrás, agarró la
cadena de su compañero y le apuntó a la cara.
Esta
noche toca probar la necrofilia, supongo.-dijo la joven.
Entre
los gritos de los consumidores, se oyó un cristal rompiéndose y una enorme bola
de fuego cayó en una pared, incendiando un área considerable de ella. La
multitud se puso seria y comenzó a salir ordenadamente sin dejar de chillar y
suplicar por sus vidas. A los pocos segundos, se vieron solos.
Qué
amables.-dijo la chica-Nos han dejado solos para poder utilizar este sitio de
picadero.
No
puedo creerme que estés organizando todo esto sólo porque te han dado
largas.-le espetó Freya-¿Se puede ser más inmadura?
Cierra
la puta boca.-la pelirroja comenzó a disparar.
Freya
esquivó las balas ágilmente y con gracilidad, como si bailara.
Es
inútil.-dijo la chica-No podrás darme.
¡Eso ya
lo veremos!-dijo indignada la chica de cabello rojo.
Se
guardó el revólver y sacó una metralleta con la que empezó a disparar. Freya se
concentró, posicionó sus manos y…
¡Ice
Wall!-exclamó.
Un
enorme muro de hielo se irguió ante ella, interceptando todas las balas.
Escuchó un golpe seco. Otro más. Y otro…y, finalmente, el muro se hizo añicos.
Su contendiente llevaba una esfera maciza rodeada de pinchos que pendía de una
cadena que no paraba de agitar.
Hora de
ponerse serios.-dijo la chica-¡Itami, ataca!
Soltó
la cadena y el chico de aspecto enfermizo comenzó a correr hacia Freya a cuatro
patas mientras chillaba y se reía. Saltó y le lanzó una tremenda patada, pero
la chica la bloqueó con un antebrazo y, acto seguido, lo retractó golpeándole
en el pecho con la palma de la mano, tras lo cual dio un paso hacia delante y,
girando sobre sí misma, lo pateó, alejándolo.
Tan
inútil como tú o más.-le espetó Freya a la chica pelirroja.
¡Hija
de puta!-exclamó la otra-¡Voy a matarte!
Su
acompañante se levantó y volvió a abalanzarse hacia Freya, pero una oscura
figura bajó del techo y lo interceptó. Fieramente, Yamiyuki agarró al otro
chico, que parecía tener su edad, de los hombros, lo zarandeó enérgicamente y
lo apartó con un fuerte puñetazo. Se había quitado los cascos y ya no estaba
rodeado de cables. Llevaba una sudadera negra ajustada y fina de cuello vuelto,
unos pantalones negros con cadenas, botas altas negras con hebillas de metal
esmaltado en rosa y una larga gabardina de color violeta saturado con botones
adornados en azabache y plata.
¿Es muy
tarde para unirme a la fiesta?-preguntó el recién llegado.
Diría
que no porque puedo con ellos utilizando un solo dedo.-dijo Freya-Pero, la
verdad, no sé por qué has tardado tanto en bajar.
El
portátil no lo tenía sólo para mezclar música.-dijo el chico dejando atrás la
modestia que nunca tuvo-He estado fotografiando a estos individuos y buscando
sus señas. Ibara Kasumidai e Itami Kirishima, al parecer con más antecedentes
penales que nuestra acompañante de la noche anterior…
…esa
zorra pulgosa…-malmetió Freya.
¿Dónde
coño te has metido para saber nuestros nombres?-preguntó la chica-Bueno, sí, me
llamo Ibara…ya sabes qué nombre gritar cuando te domine. ¡Itami, a ellos!
El
chico volvió a levantarse y, juntos, se lanzaron de nuevo a por la pareja.
Te dejo
al…perro…-dijo Freya-…porque sé que te da aprensión sacudirle a esta zorra.
Además, le he cogido ganas. Dicen que nos quieren matar porque no nos interesa
tener sexo en grupo con ellos.
Yamiyuki
se echó a reír.
¡Par de
IMBÉCILES!-gritó-¡Ven aquí, perrito! ¡Tengo un hueso que te va a encantar!
¡No lo
rajes demasiado, que está buenísimo!-dijo Ibara mientras saltaba hacia Freya.
Itami
sorprendió a Yamiyuki con su gran fuerza y lo estampó contra las mesas de una
embestida. Mientras tanto, Freya bloqueaba con sus brazos el rodillazo aéreo
que la chica le lanzaba.
¡Tu
amigo está jodido!-gritó Ibara.
No
tanto como el tuyo.-respondió Freya.
Agarró
a Ibara de la pierna y, sin dejarla que aterrizase, le dio vueltas en el aire
hasta soltarla súbitamente, estampándola contra una vitrina llena de licores.
Acto seguido, corrió hacia ella, pero fue interrumpida porque algo cayó sobre
ella: Itami le había lanzado a Yamiyuki de una coz.
¡CUIDADO
CON EL PERRO, QUE MUERDE!-chilló Ibara excitada mientras corría sobre la barra
para patearle la cara a Freya.
Que
muerda ESTO.-gritó Yamiyuki.
El
chico lanzó un enorme chorro de electricidad contra Itami, lanzándolo por los
aires.
¡Buena!-exclamó
Freya mientras intercambiaba golpes con Ibara.
¡Ya
estoy harta!-exclamó Ibara.
Sacó un
sable y comenzó a lanzar furiosas estocadas. Demostrando que no era la única
hábil en ocultar armas, Freya paró el sable de Ibara con un tanto que acababa
de sacar y, tras partir el arma de su contendiente, lanzó un tajo vertical que
logró destrozar los botones del abrigo de la chica.
¡Vamos
a acabar con esto!-gritó Itami-Vivos o muertos, esta noche les damos.
¡Tienes
razón!-exclamó Ibara.
Sacó
una pequeña barrita negra de su bolsillo. Girándola entre sus dedos, hizo que
se alargara cada vez más y más hasta que se convirtió en un rígido y potente
bastón con el que empezó a lanzar embates contra Freya, que tenía que esquivar
continuamente sin importar la distancia, pues aquel palo parecía alargarse
infinitamente. Mientras tanto, Itami saltó contra Yamiyuki, le rodeó el cuello
con sus piernas y, dando una voltereta, lo intentó catapultar contra el suelo,
pero Yamiyuki posó las palmas de sus manos en el suelo, frenando en seco la
caída. Haciendo fuerza contra su oponente, se lo quitó de encima, lo agarró y
lo sometió contra el suelo haciendo una estilosa y brutal presa.
¡O te
estás quietecito o te rompo una puta pierna!-amenazó Yamiyuki-Señorita, por
favor, si valora la vida de su pretendiente…
¡MIERDA!-chilló
Ibara-Hasta aquí habéis llegado… ¡ésta no os la paso!
Con una
potente voltereta, Ibara se colocó en el centro de la estancia, clavó su bastón
en el techo y en el suelo y comenzó a girar agarrada a él como si realizara
pasos de baile de barra. Al son de sus rítmicos movimientos, comenzaron a salir
disparados de su entorno unos enormes y afiladas estacas de hielo. Con ágiles
volteretas, Freya las fue esquivando, observando el devastador impacto que
causaban: un enorme boquete y la zona circundante congelada. Sin soltar a
Itami, Yamiyuki dejó salir de su mano una violenta y desordenada masa de fuego
que fundió los proyectiles que se acercaban a él.
¡Esto
no es todo!-gritó Ibara.
Las
estacas de hielo dejaron de aparecer. Una enorme ventisca de nieve sacudió el
interior del local. Todas las luces fueron arrancadas de cuajo, Freya fue
arrastrada y Yamiyuki vio burlado su fuego, sucumbiendo también al arrecio de
semejante sacudida. Itami aprovechó para levantarse y acercarse a su compañera.
¡Tiene
una magia muy fuerte!-susurró Freya, que había caído cerca de Yamiyuki.
La
magia es cosa tuya…-dijo Yamiyuki.
Tranquilo.-dijo
Freya.
La
chica se levantó, beligerante, y señaló a Ibara con un dedo.
¡Técnica
especial del Combate Floral!-exclamó-¡Estrella Papilionácea!
Dibujó
una estrella con forma de flor en el aire, de la cual salió disparada contra la
chica una enorme ola energética, liberando una enorme explosión que la sacudió
tanto a ella como a Itami. El abrigo de la chica quedó destrozado, quedando en
sujetador, bragas y botas. Aprovechando que se había soltado del bastón y que
éste se había reducido en longitud y había salido disparado, chasqueó los
dedos, arrancando de la pared con una pequeña explosión mágica un enorme adorno
con forma de cruz que salió volando hasta Ibara. Justo cuando se juntaron,
Freya hizo aparecer una enorme mata de espinosos rosales que la ató a la cruz,
la cual se quedó flotando ingrávida.
Éste es
el trato:-expuso Freya-Tú, Itami o como te llames, te largas de aquí. Acto
seguido, te seguirá tu chica y no volveréis a molestarnos. De lo contrario, os
matamos aquí mismo a los dos.
Furioso,
Itami sacó una enorme garra de su ropa, se la colocó en una mano y lanzó un
fuerte arañazo contra Freya, pero Yamiyuki lo interceptó agarrándole el brazo y
retorciéndole la muñeca, alzándole el brazo bien alto.
Un
brazo machacado no es mejor que una pierna machacada.-dijo Yamiyuki-Sé un buen
chico, ¿quieres?
Las
ataduras de Ibara se apretaban cada vez más. Las espinas se clavaban en su piel
y la hacían sangrar.
Nadie
ha especificado la ausencia de veneno de estas ataduras.-dijo Freya-Estáis a
tiempo.
Haz lo
que dice…-susurró Ibara.
Pero…-dijo
Itami.
¡MALDITA
SEA, HAZLE CASO!-gritó Ibara-¿ACASO QUIERES QUE NOS MATEN?
El
chico se encaminó a la salida del local.
Vaya…-dijo
Yamiyuki-…el perro sabe andar.
Muérete.-susurró
Itami en voz muy baja.
Después
de usted.-dijo Yamiyuki con la voz bien alta.
Una vez
Itami hubo cerrado tras de sí la puerta, Freya chasqueó los dedos e Ibara cayó
al suelo. Los rosales comprimieron la cruz hasta hacerla añicos.
No
intentes nada.-dijo Freya-Lárgate con tu novio y no volváis a molestarnos nunca
más. La próxima vez no tendré piedad.
Volveremos.-dijo
Ibara-¡OS VIOLAREMOS CONTRA TODAS Y CADA UNA DE LAS PAREDES DEL EDIFICIO MÁS
INTRINCADO QUE ENCONTREMOS PARA ENCERRAROS!
Ya será
menos.-dijo Freya-Largo.
Ibara
se fue de allí, casi desnuda.
¿Por
qué no los has matado?-preguntó Yamiyuki.
Porque
tengo la sensación de que tienen algo que ver con el camino que hemos elegido
llevar.-dijo Freya-Y porque no iba a ser tan fácil. Tú no lo puedes ver porque
no sientes la magia, pero yo sí…y te digo que ese par ocultaba algo. Ya no hay
mucho más que hacer aquí…para una noche que salgo de fiesta, me la tienen que
joder. Vámonos…mañana toca meter las narices en la zorrera de Kamiyama.
Yamiyuki
asintió. Abandonaron el local, que había quedado destrozado por la feroz
tormenta de nieve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario