TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 38: Careo
en Amidahara
En la casa donde vivían los
chicos, ya se había asentado toda la información acerca del hotel Rakuen y los
soldados estadounidenses. Todos estaban al tanto de lo que sucedía y se
preparaban para posibles actuaciones. El hecho de que los soldados conocieran
sus identidades o, al menos, la de Yamiyuki, los descolocaba, por lo que
decidieron investigar al respecto. Apenas habían terminado de desayunar y ya
estaban preparándose para un intenso día más de estudios doctorales y
entrenamientos avanzados.
¡Me piro!-exclamó Shirubei-¡Las
clases empiezan temprano hoy!
Tras despedirse de sus
compañeros, el chico se fue del piso. Estaban todos realmente ocupados. En el
cuarto de baño, Aoi, Rito y Hagane ocupaban cada uno un espejo en el que se
acicalaban.
Mi tesis sobre los Mazoku va a
ser un auténtico golpe.-dijo Hagane con optimismo mientras se pintaba los
ojos-¡Estoy tan motivado con el doctorado! Ah, qué ilusión…
Yo estoy como un crío a punto de
abrir sus regalos de cumpleaños.-comentó Rito mientras se frotaba la cara con
una crema limpiadora-Desde que he vuelto con la Física me siento mucho más
fuerte…y poco a poco van sanando mis heridas. Es una pena que mi regeneración
no funcione con las dolencias del alma, pero bueno, somos personas fuertes,
podemos con todo.
Me gusta oírte decir eso.-lo
elogió Aoi mientras se planchaba el pelo-Ahora tenemos que intentar que Inuhito
vaya a clase con mejor cara…pobre…está destrozado. Lo de Benibatsu le sentó
peor que un tiro en el corazón…tanto dolor siendo tan pequeño lo marcó…
Intentaré llevármelo esta tarde a
tomar un helado o algo.-dijo Hagane-Su facultad y la mía están cerca, así que
espero poder sentarme un rato con él para ver si se anima antes de los
entrenamientos vespertinos…y me gustaría saber dónde demonios he puesto la
máscara de pestañas.
Eso sería estupendo.-comentó
Rito-Por cierto, Aoi, ¿qué tal llevas tu entrenamiento ahí abajo?
¡Es verdad!-comentó Hagane
sorprendido-Estamos todos muy contentos de que hayas superado ese miedo.
¡Confío en que lo lograrás!
Pues bastante bien, la
verdad.-dijo Aoi con bastante menos vergüenza al respecto que antes-Estoy
empezando a ver resultados. Os invitaré a todos a una ronda bien generosa de lo
que queráis cuando lo consiga… ¡porque lo voy a conseguir!
¡Así se habla!-lo elogió Rito.
¡Por fin!-comentó Hagane-¡Puta
máscara de pestañas! ¡Aquí estabas!
Se oyó que cerraban la puerta.
Inuhito se había ido tras despedirse en voz baja.
Qué daño me hace cuando lo veo
así de triste…-suspiró Rito.
Ya…-corroboró Hagane-…es
horrible.
¡Chicos!-Yamiyuki se asomó al
baño-No os pongáis más guapos, no quiero una cola de enamoradas en la puerta
del piso.
¡Fue a hablar el que parece que
va a una fiesta!-le espetó Aoi con sorna.
Un hombre tiene que estar
preparado para exhibir su belleza.-dijo Yamiyuki ahuecándose la melena-Me voy
yo también. ¡Nos vemos esta tarde! Si pillo a Inuhito por el camino, intentaré
decirle algo…
.
. .
Veena hundió su cimitarra en las
juntas de la articulación del brazo de un gigantesco androide. Le cortó entonces dicha extremidad.
¿Desde cuándo los Mazoku tienen
tecnología robótica?-se sorprendió la Taimanin.
No lo sé.-respondió Kuroageha
mientras cortaba los cables de una máquina con las cuchillas de sus armas-Dudo
que estas máquinas sean suyas. De ser así, está claro que las han robado.
Un enorme robot bípedo se
abalanzó hacia Kuroageha por su espalda, pero Seika lo interceptó con su lanza,
cortándole la cabeza aprovechando las juntas del cuello.
Vienen de un camino muy
sospechoso para no ser de los Mazoku…-señaló Seika.
Parecen máquinas americanas…-comentó
Shiena, que también estaba en aquella misión de combate-…pero no creo que estén
siguiendo la voluntad de ningún inmigrante de dicho continente. Entre los
objetivos a los que atacan y el lugar del que salen…me huele a demonios.
Por ahí se va hacia…-dijo
Kuroageha-… ¡CLARO! ¡Amidahara, la ciudad demoníaca! Se quedó en total calma
cuando cayó Edwin Black, pero… ¿quién nos garantiza que no haya vuelto a tener su
antigua vitalidad?
Tendremos que volver,
¿no?-preguntó Shiena-Cuatro personas solas no podremos hacer mucho en Amidahara…
Sí, volvamos.-dijo Kuroageha-Que
en Gokuruma se enteren de lo que está sucediendo. Si hay que fumigar Amidahara,
será a lo grande, sin asumir riesgos.
¿Que los demonios han robado máquinas?-pensó Kuroageha-Aunque es una teoría asumible, no la consigo
creer. El ejército de Estados Unidos está haciendo algo…
.
. .
A lo largo del día, la situación
en Amidahara se volvió más violenta y tensa. Las catástrofes aparecían incluso
en la televisión de Gokuruma. Cuando las clases del doctorado hubieron acabado,
los chicos ya estaban más que informados de la situación. Yamiyuki avanzó hacia
Gokuruma a toda velocidad con su enorme moto de alta cilindrada. Por el camino,
recibía mensajes de voz en su comunicador manos libres, que llevaba prendido de
la oreja. Aquello violaba las normas de circulación, pero la situación era muy
apremiante.
¿Habéis visto la que se está liando en Amidahara?-preguntó Shirubei
por el canal común.
Voy en moto.-dijo Yamiyuki-Llegad
cuanto antes a los cuarteles para prepararnos. ¡Salimos inmediatamente!
Está anocheciendo…-comentó Hagane-…es la hora perfecta para los Mazoku.
Mi hermana me ha mandado unos mensajes.-explicó Rito-Lo que encontraron en el camino hacia
Amidahara no fueron monstruos, sino robots.
¿Robots?-se sorprendió Aoi-Entonces,
puede que en Amidahara se encuentren…
… ¡los militares norteamericanos!-lo cortó Inuhito-Si es así, todo esto puede ser una trampa
para llevarnos a Amidahara y someternos allí a la peor de las emboscadas…
Estamos preparados para eso.-dijo Yamiyuki con seguirdad-Además, es buen momento para atacarles y que
no revelen nuestras identidades a más gente. No sé cómo saben quiénes somos,
pero uno de esos soldados me reconoció en el Rakuen… ¡apuesto a que lo
encontraremos allí esta noche! ¿Cuánto tardaréis en llegar a los cuarteles?
Tengo la moto aparcada a menos de cincuenta metros.-dijo Aoi-Voy a hacer que las marchas rujan…
Yo estoy poniéndome el casco para coger la mía.-dijo Rito-¡Estaré allí antes de que os deis cuenta!
Me he traído el coche. –dijo Hagane-Pensé que volvería a casa con Inuhito y lo he visto más cómodo que la
moto.
Vamos juntos en el coche, de hecho.-añadió Inuhito-¡No os preocupéis!
.
. .
¡No bajéis ni un milímetro de las azoteas!-exclamó Kuroageha a
través de su canal de comunicación-Dirección
nos ha encomendado barrer Amidahara en vista aérea. ¡Que nadie os vea! ¡Saltad
de edificio en edificio y no os dejéis ver! Informad también de cualquier punto
que observéis y os resulte notable.
¡A la orden!-exclamaron a coro Seika, Shiena y Veena.
El equipo Kuroageha se estaba
encargando de otear Amidahara para analizar la situación. En su misión no
entraba el participar activamente en combates, no al menos hasta que no llegase
el equipo Yamiyuki.
¿Cuándo van a llegar mi primo y compañía?-preguntó Shiena.
Deben de estar terminando de equiparse.-respondió Kuroageha-¡Llegarán en breves instantes!
¡Veo algo!-exclamó Veena.
Como los cuatro estaban
separados, tenían que informarse a través de unos comunicadores parecidos a
unos teléfonos microscópicos inmersos en una red privada.
¡Te veo, Veena!-le respondió Seika-Eso que hay frente a ti son… ¿¡robots de patrullaje!?
¡Yo también he encontrado algo!-exclamó Kuroageha-Hay máquinas destrozando un barrio
abandonado… ¡quieren simular un ataque Mazoku! ¡Está claro que es una trampa
del ejército!
Se escuchó un leve pitido en las
orejas de los cuatro: era la señal de que otra red privada Taimanin estaba
ejerciendo su influjo cerca.
.
. .
Los seis chicos corrían por las
desiertas calles de Amidahara con sus armas en las manos. La infinita nodachi
de Yamiyuki parecía una cola que jugaba con su melena mientras corría.
¡Vamos, equipo!-exclamó el
joven-¡Tenemos que averiguar qué está pasando aquí!
Unas abejas enormes les salieron
al paso. Su color amarillo brillante y sus ojos artificialmente azules las
delataron: eran robots voladores. Las sospechas se convirtieron en secretos a
voces cuando se dieron cuenta de que en la parte final del tórax, donde tendría
que haber un aguijón, había un orificio del que comenzaron a salir balas a
ritmo de ametralladora.
¡A la mierda, no tenemos
tiempo!-bramó Hagane.
Agitando sus abanicos y nombrando
una técnica, Hagane desvió todas las balas con un fuerte viento que alteró
también las trayectorias de todas las abejas.
¡Fuera de nuestra vista!-exclamó
Aoi.
Imitando a su amigo, Aoi hizo que
llovieran rayos sobre los robots, provocando que explotaran.
Creo que vamos por buen camino…-dijo
Yamiyuki-…seguro que sí.
A las abejas las siguieron unos
perros negros. También eran robots, lo cual demostraron cuando dejaron ver que
tenían metralletas por rabos y comenzaron a disparar con ellas.
¡Mierda!-exclamó Shirubei
mientras lanzaba una técnica.
Las balas se congelaron y
comenzaron a caer.
¡Tranquilo, amigo, a esto jugamos
juntos!-exclamó Rito.
Estampó su maza en el suelo y
conjuró una técnica, creando un temblor de tierra que terminó por romper en pedazos
las articulaciones de los lobos. Del suelo comenzaron a salir unas hormigas
rojas robóticas que también comenzaron a disparar.
¿Qué es esto?-preguntó
Inuhito-¡Tenemos que estar acercándonos a algo importante!
El Taimanin cortó todas las balas
por la mitad y, al acercarse a las hormigas, las rompió con sutileza. Yamiyuki
conjuró entonces unas llamas que las hicieron explotar, evitando cualquier
posible reanimación o reconstrucción.
Tras varias escaramuzas intensas
en los callejones, llegaron a una plaza muy grande rodeada de edificios altos,
carteles y escaparates. Los esperaban cinco hombres jóvenes, no mucho mayores
que ellos, tal vez de la misma edad, que vestían con chaquetas idénticas en
cinco colores diferentes. Iban armados y los miraban con superioridad. Aunque
los Taimanin no los conocían, ellos eran James Silver, Leon Fitzgerald, Émile
Delacroix, Grant Steeler y Christian Miller, los nuevos miembros del ejército
de Estados Unidos.
¡Es él!-exclamó Yamiyuki
señalando a Émile-¡Lo sabía!
Buenas noches…-dijo Émile
parafraseando su anterior encuentro-… Taimanin.
¿Éste es el famoso Yamiyuki
Kuroi?-preguntó Grant-Je… ¡no es nada más que un alfeñique! Es alto, pero no
parece nada del otro mundo. ¡Preséntense, soldados! Si vamos a tener una pelea
entre guerreros y nosotros conocemos sus nombres… ¿qué menos que equilibrar las
tornas?
James Silver.-dijo James
adelantándose un paso.
Se fijaron en su arma. Era una
enorme caja metálica paralelepipédica con algunas asas. La base frontal estaba
llena de orificios por los que podría salir disparado cualquier tipo de
proyectil.
Leon Fitzgerald.-dijo el tirador
tras su líder.
Aquel chico llevaba dos pistolas.
Eran bastante grandes, pero no parecían nada nunca visto. Su expresión parecía
más amenazadora que sus armas.
Émile Delacroix…-dijo el chico
más alto y afeminado-…aunque ya nos conocemos, ¿verdad?
Se adelantó un paso. Su armamento
parecía bastante atípico y extraño: llevaba 16 frascos prendidos en los
antebrazos, 8 en cada uno, con líquidos de diferentes colores en su interior.
Asimismo, llevaba cuatro tubos metálicos con una oquedad, dos en cada pierna,
uno a cada lado de cada extremidad.
Grant Steeler.-dijo el chico de
gafas que había menospreciado a Yamiyuki.
Fue el único que permaneció en la
retaguardia. Portaba un bastón de lo que parecía madera tallada. Su empuñadura
era metálica y muy ceremoniosa. Lo sujetaba como si fuera un caballero inglés.
Christian Miller.-dijo el último
chico, adelantándose también un paso.
Aquel joven aniñado cargaba con
una especie de mochila roja muy pesada y de la que colgaban muchos cables y
bombillas. A ambos lados de la parte baja de dicho aparato colgaban sendos
objetos redondos muy grandes de color rojo rosado.
No hace falta que nos digáis
vuestros nombres…-se aventuró James-…Yamiyuki Kuroi, Shirubei Anome, Inuhito
Yonekura, Hagane Kurobara, Rito Sonozaki y Aoi Makihara…sabemos bastante sobre
vosotros…
¿Por qué será?-preguntó
Yamiyuki-En cualquier caso, veo que habláis un japonés estupendo. Es muy
caballeroso por vuestra parte: nos ayudará a entendernos.
¡El idioma de la batalla es
universal!-terció Grant-¡Comencemos con la estrategia!
Pero, Grant, ahora es…-dijo Leon.
¡Formalidad, soldado
Fitzgerald!-exclamó Grant malhumorado apuntándole a su compañero con el
bastón-¡Ya no somos compañeros de clase, somos soldados graduados! ¡Steeler o
soldado Steeler para ti!
Está bien, Steeler…-dijo Leon-…como
quiera, Steeler…
¡Caerán desprevenidos!-exclamó
Grant con su voz grave, penetrante y altanera-¡Silver, al frente! ¡Delacroix, a
por el menos alto!
¡Sí!-exclamaron a coro James y
Émile.
James se lanzó hacia Yamiyuki y,
girando sobre sí mismo, trató de embestirlo con una patada, pero el chico la
bloqueó con su pierna. Por su parte, Émile corrió hacia Hagane.
Vaya…-dijo Hagane-…y yo que
pensaba que era el único tío con tacones en kilómetros a la redonda… ¡vete a
plagiar a otra persona!
Je…-Émile rió sádicamente-… ¡te
vas a enterar!
Hagane saltó hacia Émile y se
dispuso a darle una patada.
Canon de Parfum!-exclamó Émile en
un perfecto francés.
(¡Cañón de perfume!)
De varios de sus frascos salieron
disparados chorros a presión que lanzaron a Hagane por los aires, describiendo
una parábola hacia el suelo. La mezcla de olores lo aturdió.
¡Hagane!-exclamó Yamiyuki.
James aprovechó para apartar la
pierna del Taimanin y finalizar su patada, embistiendo con fuerza al otro
chico.
¡A por ellos!-exclamó Inuhito.
¡Que sangren!-bramó Shirubei.
¡Miller, bloqueo!-exclamó
Grant-¡Ahora!
¡Sí, Steeler!-exclamó Christian.
El soldado de la chaqueta roja
descolgó las dos piezas redondas de su mochila y se fijó a los dedos de cada
mano unos anillos que sujetaban unas cuerdas que ataban las piezas: parecían dos
yo-yos.
E.M.Y.Y. – Electro-Magnetic
Yo-Yo!-exclamó Christian.
(¡Yo-yo electromagnético!)
Los yo-yos de Christian salieron
disparados hacia Shirubei e Inuhito. Comenzaron a irradiar chispas y, al
golpear a los Taimanin, les produjo unos espasmos muy fuertes que los obligaron
a retractarse.
¡Sin perder un segundo,
Fitzgerald!-bramó Grant-¡Abata a los restantes!
Con una velocidad casi increíble,
Leon acortó distancias con Rito y Aoi y les apuntó con sus pistolas.
Bullet Storm!-exclamó el soldado.
(¡Tormenta de balas!)
Los disparos de Leon eran rápidos
y endemoniados. Podría agujerear a Aoi y a Rito con facilidad…
Ninpô – Kata no Jutsu!-exclamó
Aoi.
(¡Arte ninja de la dureza!)
Con ayuda de un trozo de pancarta
que había en el suelo, Aoi creó un escudo rígido que bloqueó las balas de Leon.
Cederá.-amenazó el soldado-Mis
balas lo atraviesan todo.
¡Aguanta, Aoi!-exclamó Rito-¡Voy
a por su estratega!
Rito saltó hacia Grant como si
fuera una rana de fuerza sobrehumana.
Si el estratega se queda en la retaguardia…-pensó Rito-…seguro que es porque es menos fuerte. ¡Voy
a darle una buena tunda para desorientar a su equipo!
Lo estaba esperando…-pensó Grant-…su estratega contra nuestro estratega, que soy yo. Y seguro que piensa
que soy un enclenque… ¡JA!
¡YIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!-gritó
Rito.
Lanzó un brutal golpe con su
maza, pero Grant lo paró en seco con su bastón.
¿Qué demonios…?-Rito estaba sorprendido.
¡Es un arma muy grande por cuyos
recovecos puedo entrar con facilidad!-exclamó Grant-¡Mala elección!
Grant coló su bastón por encima
del eje del arma de Rito, hundiéndoselo debajo del esternón.
¡UGH!-Rito soltó un grito
ahogado.
Y ahora…-pensó Grant-…la
carta del triunfo.
Punishing Strike!-la voz de Grant
sonó aún más grave cuando pronunció con orgullo el nombre de su técnica.
Grant golpeó a Rito en las
espinillas, en las escápulas, en las costillas y en otras zonas en las que los
huesos estaban rodeados por menos músculo que el resto, causándole agudos y
penetrantes dolores que le hicieron caer hincado de rodillas.
Esto no puede ser un bastón normal…-pensó Rito entre jadeos.
¡Muy bien!-exclamó Yamiyuki desde
el suelo-¡La estrategia de hacerse los sorprendidos funciona a las mil
maravillas! ¡CONTRAATAQUE, TAIMANIN!
Yamiyuki agarró el tobillo de
James y lo tiró al suelo, donde se encaramó a él y comenzó a golpearle.
Siguiendo su ejemplo, Aoi convirtió el trozo de pancarta en una especie de
punta de ariete y la lanzó contra Leon, obligándole a dejar de disparar y
tirándolo al suelo. De forma paralela, Shirubei e Inuhito pararon con sus armas
cada uno de los yo-yos de Christian y, juntos, lo tumbaron con sendos
rodillazos. Hagane se colocó por la espalda de Émile y lo propulsó de un codazo
y Rito se levantó para lanzar una fuerte patada contra Grant.
¡Maldita sea!-gruñó Grant
mientras saltaba hacia atrás para esquivar la patada.
Nos hemos hecho los sorprendidos en el primer ataque…-pensó
Shirubei-…pero lo cierto es que no lo
hacen nada mal.
¡Vamos a tumbarlos!-exclamó
Yamiyuki-¡AL ATAQUE!
Grant dirigió su bastón hacia la
cara de Rito, pero éste lo paró con su arma. Con un grito de guerra, el
malhumorado estratega de los militares lanzó un puñetazo hacia las costillas
del Taimanin, pero no logró hacerle mucho daño.
No es irracionalmente fuerte…-entendió Rito-…es ese bastón extraño. En el cuerpo a cuerpo no es débil, pero no es
más que una mosca en comparación conmigo…
Mala elección el enfrentar tus
músculos a los míos.-dijo Rito mientras agarraba el puño de Grant como si fuera
de papel.
Agh…-Grant rechinaba los dientes
mientras trataba de evitar que su contendiente le torciera el brazo.
Por su parte, Shirubei e Inuhito
se lanzaron de nuevo a por Christian mientras Aoi forcejeaba con Leon. Oyeron
un estruendo: se giraron y vieron que por fin Rito había estampado a Grant
contra el suelo.
¡Uno menos!-exclamó Rito alzando
el puño.
¡Y, próximamente, DOS!-exclamó
Hagane mientras se ensañaba lanzando patadas contra Émile.
El militar de melena rubia
recibía potentes y elegantes patadas en el pecho, en los hombros, en el cuello
y en la cara. La última de las patadas fue interceptada, quedando ambos
combatientes chocando sus piernas como si fueran espadas.
¡Canijo!-exclamó Émile-¡Soy
cinturón negro de Taekwondo! ¿Crees que tus patadas pueden rivalizar con las
mías?
¿Canijo?-preguntó Hagane-¡Metro
ochenta y ocho y a mucha honra! ¡No necesito ser tan alto como tú para sentirme
infinitamente más grande! ¡La grandeza de un hombre está en su espíritu! Por
cierto…este mundo es demasiado pequeño para dos héroes con tacones… ¡ESFÚMATE,
PRINCESITA!
Hagane imprmió fuerza en su
cadera para desbancar a Émile, pero los tubos metálicos que éste llevaba en las
piernas le conferían masa adicional y, por consiguiente, una fuerza superior
que utilizó para derrocar a Hagane y tirarlo al suelo. Tras ello, le pisó la
espalda con uno de sus tacones.
¿Princesita?-preguntó Émile iracundo.
¡Hagane!-exclamó Aoi-¡Aguanta!
Aoi comenzó a moverse todo lo
rápido que pudo: Leon había sacado dos metralletas y estaba disparando con
auténticas ganas de destruir.
¡Cuidado, Aoi!-bramó Inuhito-¡Parapétate
detrás de las estructuras si quieres darle esquinazo!
Con la distracción de Inuhito,
Christian aprovechó para saltar, abrirse de piernas ciento ochenta grados y
patear firmemente las caras tanto de Shirubei como de Inuhito. En esta pose,
sus genitales se marcaban visiblemente en sus pantalones. Todavía en el aire,
el ingeniero de campo militar dio rienda suelta a sus yo-yos.
¡Alto ahí!-exclamó Shirubei
congelando sus garras y parando ambos objetos rodantes.
Inuhito y Shirubei se miraron y
asintieron. Inuhito se lanzó contra Christian. Por su parte, James y Yamiyuki
forcejeaban violentamente. El líder de los Taimanin asía tres kunai entre sus
dedos a modo de garra corta, y los utilizaba para bloquear y desviar los golpes
cortantes de James: el faldón que llevaba colgando del cinturón no era sólo
decorativo. Sus apéndices metálicos puntiagudos eran cortantes y punzantes.
¡Eres bueno!-exclamó James.
Lo sé.-dijo Yamiyuki mientras
trataba de arañar a James con sus cuchillos.
Pero…-dijo el militar-… ¡no lo
suficiente!
James blandió su enorme caja metálica
y golpeó a Yamiyuki, echándolo hacia atrás por su peso. Tras esto, se lanzó
volando en una patada taladro. Rito no parecía dispuesto a dejar que aquello
sucediese, por lo que comenzó a correr hacia su líder, pero un fuerte golpe en
el pie le hizo caer a la vez que le causaba un dolor que ascendía hasta su
rodilla.
¡Tu oponente soy yo!-le espetó Grant
mientras se levantaba apoyándose en su bastón.
El estratega había hecho un
barrido a ras de suelo con su arma y había tirado a Rito.
¡Estamos jodidos!-exclamó
Shirubei mientras intercambiaba patadas con Christian.
Sólo un poco…-murmuró Inuhito-…
¡acabaremos con ellos!
Al ver a Inuhito, Christian
apartó a Shirubei de una patada. Tras esto, recibió a su nuevo atacante con un
puñetazo. Mientras, Aoi caía encima de Émile látigo en mano.
¡Craso error!-dijo con desdén el
chico rubio.
Levantó la pierna hasta pegarla a
su cuerpo. Aquello supuso una fuerte patada ascendente para Aoi, que perdió el
control de la caída a la vez que su látigo se destensaba. Hagane aprovechó esta
oportunidad para rodar y dejar de estar debajo del soldado, con lo cual pudo
levantarse y lanzar un vehemente corte con uno de los abanicos. Émile lo paró
con los frascos, cuyos envases parecían estar hechos de un material mucho más
fuerte que un simple vidrio comercial.
Habiéndose quedado solo, Leon se
dispuso a apoyar a James para abatir a Yamiyuki. La situación se tornaba
apremiante: el líder de los Taimanin estaba siendo flanqueado por dos soldados,
Hagane estaba bloqueado por Émile, Rito estaba siendo golpeado por Grant, Aoi
había caído al suelo y Shirubei e Inuhito estaban atravesando dificultades con
Christian.
¡Estamos a punto de obtener la
victoria!-exclamó Grant orgulloso mientras vapuleaba a Rito con su bastón.
Este bastón…-pensó Rito mientras se deshacía en dolor-…está dotado de alguna película externa que
sobreexcita los receptores nerviosos del dolor…es la única explicación que le
veo…
Hagane observó la escena. Rompió
el bloqueo de Émile tirándolo de un rodillazo y se dispuso a animar a su amigo.
¡Vamos, Rito!-exclamó
Hagane-¡Enséñale a ese cascarrabias de qué estás hecho!
Rito captó la indirecta. Tensó su
abdomen y lanzó a Grant por los aires, tras lo cual se regeneró.
¡Hora de un cambio de tornas!-bramó
el musculoso Taimanin mientras se disponía a interceptar al militar en el aire.
¡Bien hecho, chicos!-exclamó
Yamiyuki.
Dicho esto, desenvainó su nodachi
y giró sobre sí mismo, ahuyentando a James y a Leon, que se llevaron un corte
en un brazo y otro en el muslo respectivamente.
Pronto no tendréis fuerzas para
pelear…-dijo Yamiyuki.
Aoi, que se había levantado de su
anterior caída, se colocó sigilosamente detrás de Leon y le hizo un lazo en el
cuello con el látigo, impidiendo que atacara otra vez.
¡Leon!-exclamó James.
¡HAAAAAAAAH!-gritó Yamiyuki.
La poderosa nodachi del chico
hizo que James retrocediera varios metros al chocarse con su caja metálica.
¡James!-exclamó Christian-¡Leon!
¡Aguantad! E.M.Y.Y.!
Los poderosos yo-yos de Christian
volaron hacia Yamiyuki. Inuhito y Shirubei se dispusieron a interceptarlos,
pero les pasó la corriente y fueron propulsados contra el suelo en mitad del
salto. Justo antes de que pudiera hacer nada, el joven líder vio cómo los
abanicos de Hagane amortiguaban los golpes: los había lanzado desde su posición
anterior, quedando desarmado ante Émile, quien no dudó en bajarlo contra el
suelo de una patada de talón. Para contrarrestar este movimiento, Aoi soltó a
Leon, que quedó aturdido tras la estrangulación. Tras esto, fustigó a Émile
desde su espalda, captando su atención.
¡Que no me retires la mirada,
princesita!-bramó Hagane tirando a su oponente contra el suelo de una llave.
¡Muy bien, amigos!-bramó Yamiyuki
mientras lanzaba los abanicos de Hagane contra su dueño.
¡Bien, mis armas!-se sonrió
Hagane.
Escucharon a Rito intercambiar
golpes con Grant.
Ya no eres tan duro,
¿verdad?-preguntó el musculoso Taimanin mientras lanzaba un rodillazo contra el
militar.
¡Cuidado!-exclamó Grant-¡Nunca
sabes qué golpe puedo parar con…MI BASTÓN!
La rodilla de Rito impactó contra
el bastón de Grant. El Taimanin profirió un alarido de dolor.
Je…-se sonrió Grant-…
¡HAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡YIAAAAAAAAAAAAAAAH!
Dos vehementes e implacables
patadas hicieron que Rito se tambalease. No obstante, el incansable joven
respondió con varios puñetazos y un revés con su maza.
Ugh…-boqueó Grant.
Lo dicho: ya no eres tan
duro.-dijo Rito sonriéndose.
Que te crees tú eso…-susurró
Grant-… ¡SOLDADOS, ES HORA DE NUESTRO PLAN ESPECIAL!
Los otros cuatro chicos se
reagruparon como pudieron.
¡Silver!-exclamó Grant-¡Ahora!
Harpoon Shooting!-exclamó James.
(¡Disparo de arpones!)
De los agujeros de la caja de
James comenzaron a salir arpones sujetos a cables. Rápidamente formaron una
intrincada malla que restringió sobremanera los movimientos de los Taimanin.
¡Los tenemos!-exclamó
Grant-¡Delacroix, Miller, asegurad su fijación!
Christian sacó unas pinzas que
iban colgadas de su mochila. Estaban colgadas de unos cables gruesos. Al
atrapar los cables de James con las pinzas, comenzaron a recorrerlos unos rayos
rosas que aturdieron y causaron espasmos y daños a los seis chicos, que sufrían
entre quejidos y rabia.
Canon de Parfum!-exclamó Émile.
(¡Cañón de perfume!)
Émile lanzó varios chorros de
líquidos aromáticos, creando una mezcla que nubló los sentidos de los presos.
¡El golpe de gracia!-exclamó
Grant con orgullo-¡Fitzgerald, Delacroix, acabar con ellos!
Bullet Storm!-exclamó Leon.
(¡Tormenta de balas!)
Leon saltó y sacó un
lanzagranadas de su chaqueta. Comenzó a disparar proyectiles explosivos que amenazaron
con llover sobre los Taimanin.
Jambes Explosives!-gritó Émile
con voz sádica y meliflua.
(¡Piernas explosivas!)
Saltó junto a Leon y dejó ver qué
eran realmente los tubos que tenía en las piernas: cuatro bazookas que se
dispararon a la vez.
Creo que te debo una disculpa…-susurró
Leon en el aire.
Disculpas aceptadas.-respondió
Émile también susurrando.
¿Será rastrero?-pensó Leon-¡Es
él quien tiene que pedirme perdón por untarme esa cosa en los labios! Aunque,
ahora que lo pienso… ¿realmente sabía tan mal?
¡ESTO TIENE QUE SER UNA
BROMA!-gritó Hagane al ver toda aquella lluvia de explosivos.
Ninpô – Kiba no Jutsu!-exclamó
Inuhito.
(¡Arte ninja de los colmillos!)
Ejecutó un elegante movimiento y
apuntó a todos los explosivos con la mano derecha. Unos hilos blancos marcaron
su fin: todas las granadas y cohetes explotaron en medio del aire, permitiendo
que los Taimanin se salvasen.
¿Cómo lo ha hecho?-preguntó
Shirubei en voz alta-Pensaba que sólo podía cortar con…
…sí, partes de mi cuerpo.-dijo
Inuhito con una sonrisa pícara-Ha molestado un poco al dar el tirón, pero, con
esta melenaza, no me ha importado arrancarme un cabello por cada proyectil.
¡Muy buena!-exclamó Rito-¡Qué
inteligente! ¡Como se esperaba de uno de nuestros hermanos!
¡Chupaos esa, militares de
pacotilla!-les espetó Hagane.
La onda expansiva de las
explosiones había disipado los perfumes de Émile y había obligado a Christian a
retirarse, por lo que ya no pasaba corriente por los hilos. En ese momento, el
oído sobrehumano de Inuhito se activó.
Si están aquí, podemos entrar en
acción, ¿no?-oyó que preguntaba una voz masculina familiar.
Sí, pero con cuidado.-le
respondía una voz de mujer, también familiar.
Cortando el aire, una figura se
tiró desde una azotea hasta caer de pie entre los Taimanin. Era alto, delgado,
musculoso y guapo. Su cabello verde lima y sus ojos de color coral lo
identificaban: se trataba de Shiena Sonozaki, del equipo Kuroageha. Su uniforme
de combate constaba de una malla de cuerpo entero de color verde intermedio que
marcaba todos sus músculos y tendones. Alrededor del pecho llevaba unas correas
negras, así como también llevaba alrededor de la entrepierna, marcando sus
atributos masculinos de una manera bastante sensual. En los pies calzaba botas
altas que prácticamente se mimetizaban con la malla. Las punteras y suelas iban
envueltas en unos extraños armazones de metal negro afilado. Sus dedos iban
cubiertos de unos dedales negros puntiagudos que parecían garras y, tras ellos,
había unos pequeñísimos carretes metálicos que parecían sortijas o anillos
negros.
¡Shiena!-exclamó Yamiyuki.
¡El equipo Kuroageha se une al
combate!-exclamó el primo menor de Rito-¡EQUIPO KUROAGEHA, AL ATAQUE! ¡ESTÁN
AQUÍ!
Leon se preparó para disparar a
bocajarro, así como también Christian se preparaba para lanzar una ofensiva.
Ninpô – Sumi no Jutsu!-exclamó
una voz desde las sombras.
(¡Arte ninja de la tinta!)
Unos chorros de líquido negro
llovieron sobre los militares, impidiéndoles atacar porque las manchas les
quitaban visibilidad. Tras los chorros de tinta apareció Veena, digna,
orgullosa, estoica y preparada para combatir cimitarra en mano.
¡Malditos Taimanin!-exclamó
Grant-¿Por qué hay más? ¡Esto no estaba en los dossiers!
El malhumorado pensador se
dispuso a lanzar un garrotazo contra Veena, que había aterrizado cerca de él,
pero un gigantesco puño metálico desvió su bastón.
Ninpô – Kinton no Jutsu!
Tekken!-exclamó Seika apareciendo delante de Grant.
(¡Arte ninja de los metales! ¡Puño de Hierro!)
El puñetazo de Seika fue
ascendente y lanzó a Grant hacia atrás varios metros.
¡Nunca tocarás a mi amiga!-lo
amenazó.
¡Plan B!-exclamó Grant-¡SALID!
Una horda de robots apareció por
todos los callejones, rodeando la plaza.
Mierda…-susurró Inuhito.
¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!-oyeron
gritar a una voz familiar.
Del cielo descendió una enorme
mariposa de alas verdes y negras: Kuroageha se había tirado en vertical hacia
el campo de batalla. Cuando aterrizó, una onda ultrasónica muy potente hizo que
las estructuras de los robots vibraran con violencia: algunos se calentaron
hasta quemarse y otros hasta hacerse pedazos.
Buen trabajo, equipo
Kuroageha.-dijo la recién llegada-Es hora de echar a estos turistas que no
saben comportarse. ¡Shiena, libera al equipo Yamiyuki!
¡Sí, capitana!-exclamó Shiena.
El chico enseñó su arma personal:
los carretes de sus dedos se desenroscaron, dejando ver unas largas, flexibles
y cortantes tiras negras metálicas. Se trataba de un urumi, un arma tradicional
de la India consistente en una espada de muchos filos largos y flexibles como
látigos. El de Shiena estaba acondicionado para el combate Taimanin, por lo que
era plegable mediante bobinados automáticos y además salía de los dedos, sin
necesidad de asideros. Las hojas del urumi cortaron los cables de los arpones
de James, liberando a los seis chicos, que estaban bastante malogrados por el
encarnizado combate.
¡Gracias, primo!-exclamó Rito.
¡No hay de qué!-Shiena le guiñó
un ojo.
Esto no ha hecho nada más que
empezar…-dijo Grant.
Aparecieron más hordas de robots
rodeando la plaza.
Sí…-dijo una voz femenina-…
¡ACABAMOS DE EMPEZAR!
Miraron al cielo. Un avión sobrevolaba
la escena describiendo círculos. Un punto se hacía cada vez más grande: alguien
se había tirado del vehículo y se disponía a aterrizar. Instintivamente, todos
le dejaron espacio: la caída produjo una onda expansiva muy fuerte. Al
disiparse el humo producido por dicha onda expansiva, la recién llegada se
levantó. Poca ropa, aspecto amenazador, extremidades enfundadas y escudadas en
metales, larga cabellera: la sargento Layla Phoenix había llegado.
Cuando parecía que volvían a la normalidad... zasca.
ResponderEliminarMe da pena que se enfrenten xD me caen bien. Sigo manteniendo mi esperanza jajajajaja.
La esperanza es lo último que se pierde...
Eliminar