jueves, 9 de junio de 2016

[TY] Episodio 87: Jaques cruzados

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 87: Jaques cruzados

¡Maldición!-bramó Kuritöö-¡Odiosos Taimanin, no os saldréis con la vuestra!

La científica chasqueó los dedos.  Automáticamente, los demonios que sujetaban a los soldados saltaron lejos de los Taimanin.

¡Nos los llevamos a nuestras instalaciones!-instó la doctora-Abriré un portal directo. Tengo un activador mágico para transportarnos sin tener que desandar el camino.

No vais a ir a ninguna parte.-Kongqe se adelantó, agarrando de nuevo sus pistolas gigantes del ejército-Me encargaré de que os quedéis quietecitos. Cuidad de Elizabeth, chicos: ¡nos la llevamos a darle un tratamiento médico!

Déjamela a mí.-pidió Rito-Creo que puedo sacarla de peligro aunque no tenga capacidad suficiente para curarla.

Kongqe asintió y se adelantó hacia Kuritöö. Le apuntó entonces con sus armas. Debajo de la chaqueta llevaba una malla corporal sin mangas de color amarillo, revelando e insinuando buena parte de su delgado y tonificado cuerpo.

¿Piensas plantarme batalla?-preguntó con sorna la demonio-¿Tú? ¿El que menos potencia destructiva tiene de todo el pelotón?

Qué mal has hecho en creerte absolutamente todo lo que dejaba que se “supiera” de mí, doctora.-respondió el Taimanin-No conoces mi verdadero potencial de combate e incluso aunque lo conocieras sigo prefiriendo derrotar a mis enemigos con el poder de la inteligencia.

Pues no debes de ser muy inteligente cuando te acercas de frente a alguien como yo.-replicó la Mazoku-Llevas las de perder en un uno contra uno.

Entonces déjame convertirlo en un dos contra uno.-dijo Inuhito acercándose a Kongqe asiendo fuertemente su aro cortante-Es una guarrada, pero no tan grande como la que habéis hecho esta noche.

¡Inuhito!-se sorprendió Kongqe.

Déjame ayudarte, por favor.-pidió el chico-Hace muchísimo tiempo que no combatimos juntos, pensaba que habías muerto de verdad, te hemos echado de menos y quiero participar en la derrota de la persona que erradicó el clan Yonekura.

Está bien.-asintió el mayor de los dos-Hagámoslo juntos.

¡Incautos!-les espetó la doctora sacando su metralleta-¡Voy a destrozaros con esta baratija humana!

La científica comenzó a disparar contra los dos Taimanin. Kongqe destrozó las balas disparando sus cristales de energía con las pistolas especiales del ejército.

Yo anularé la peligrosidad de su arma de fuego.-dijo Kongqe-¡Aprovecha para abatirla!

Inuhito asintió con la cabeza y se lanzó a por su archienemiga como una saeta. Trató de embestirla con una patada voladora, pero su pie se vio frenado en seco al chocar con el abdomen de ella, duro como una piedra. La doctora espiró, contrayendo su musculatura abdominal y atrapando en ella el pie del Taimanin. Acto seguido, tomó aire con vehemencia, hinchando la barriga y lanzando a Inuhito por los aires varios metros. Tras ello, volvió a concentrarse en Kongqe, cuyos cristales comenzaban a ganar terreno a las balas.

Ya sabes lo que le pasará a tu cuerpo si te alcanzan.-comentó el Taimanin observando su ráfaga de coloridos cristales energéticos.

Eso no sucederá.-respondió la científica-No he terminado de calentar todavía.

Quitó una de las manos de la metralleta y la convirtió en un larguísimo y pesado tentáculo con el que le saltó las pistolas de las manos a su contendiente. Tras ello, las agarró enroscando fuertemente el tentáculo y las apretó hasta romperlas sin dejar de disparar la metralleta con la otra mano.

¡Cuidado!-gritó Inuhito.

Inuhito agarró a Kongqe y lo apartó de la ráfaga de balas insuflándose a sí mismo un incremento de reflejos con su poder de percepción y reacción amplificadas.

Se acabaron las pistolitas.-anunció la científica-¿Qué vas a hacer sin ellas, espía pusilánime?

No necesito armas militares para progresar en un combate.-Kongqe se encogió de hombros-¡Soy un Taimanin!

Cómo se os llena la boca con vuestro propio nombre.-se quejó la científica mientras su mano volvía a la normalidad-¡Voy a tener que pediros que os calléis!

Guardó su metralleta y abrió las dos manos, convirtiendo sus diez dedos en tentáculos cortantes con los que comenzó a perseguir y atacar a Inuhito y a Kongqe.

¡Ya nos sabemos ese truco!-gruñó Inuhito.

Con el filo de su aro, comenzó a golpear las puntas de los tentáculos, alejándolos.

Veo que vais a tratar de retenerme aquí…-Kuritöö pensaba en voz alta-… ya veo. ¡Llevaos a los soldados, hombres!

Tras reconstruir sus manos humanas, la científica sacó una gema azul de su bolsillo y la lanzó hacia la nada. Explotó en medio de su vuelo y reveló un portal a las instalaciones demoníacas de Tigres Black.

¡Entrad en el portal!-ordenó-¡Tenemos que deshacernos de los soldados! Por orden de Tigres-sama, tienen que ser torturados y asesinados antes de que amanezca. ¡Vamos!

Los demonios comenzaron a moverse, pero los Taimanin se interpusieron raudamente en su camino.

¡No os dejaremos!-gritó amenazadoramente Yamiyuki-¡Vamos, equipo! ¡Es hora de liberar a los soldados!

¿Por qué queréis salvarnos?-preguntó Gordon, quien no podía quitarse las manos del abdomen.

No tienen que morir humanos por nuestro trabajo: sólo demonios.-dijo Yamiyuki-Estamos hartos de repetirlo.

¡La sargento Phoenix y Púrpura están muertos!-intervino Émile, que estaba muy falto de fuerzas.

Púrpura ha tenido un accidente con un arma explosiva.-respondió Yamiyuki antes de que Shiena se incomodase-No hemos causado su muerte.

Y, ¿qué hay de la sargento?-terció James.

Ha sido la excepción.-respondió Kuroageha-Asumo la responsabilidad. Me la he cargado yo. Se la debía.

¡No os entretengáis y llevaos a los soldados a través del portal!-gritó Kuritöö mientras forcejeaba con Kongqe e Inuhito-¡Dad esquinazo a los Taimanin!

Los captores de los soldados comenzaron a esquivar a los Taimanin, dirigiéndose hacia el portal.

¡Qué ridículo final!-protestó Grant.

¡NO!-gruñó Margaret-¡No es el final, hombres!

¡Teniente!-exclamó Christian-¿Se encuentra bien?

Ninguno lo estamos.-respondió la mujer-Pero no podemos quedarnos de brazos cruzados. Tenemos que hacer acopio de nuestras últimas fuerzas. ¡Hombres, resistid! ¡Es una orden!

¡SEÑORA, SÍ, SEÑORA!-gritaron todos los soldados a coro.

Comenzaron a forcejear para tratar de salvarse de los demonios. Los Taimanin trataron de ayudarlos, pero los Mazoku comenzaron a moverse muy rápido para evitarlo. Tras un forcejeo mantenido, Margaret consiguió librarse de su captor de una patada, saltando hacia tierra firme.

¡Liberaos vosotros también!-ordenó la teniente-¡Yo misma os ayudaré!

¡Se ha zafado de los demonios!-exclamó Yamiyuki-¡Es nuestra oportunidad!

La atrapamos, ¿verdad?-preguntó Rito con Elizabeth en brazos.

En efecto.-terció Kuroageha-¡Seika, aprehéndela, corre!

Seika saltó hacia Margaret, la agarró con fuerza y la inmovilizó, llevándosela al lado de los Taimanin.

¡Soltadme!-gruñó la teniente-¿Qué pretendéis?

De nada.-le espetó Kuroageha-Te estamos salvando la vida.

Seguro que vuestro objetivo no es tan altruista.-respondió siseando la soldado.

Como si os merecierais algo así después de la guerra que nos habéis dado.-intervino Shirubei con una sonrisa.

¡Teniente!-oyó Margaret que gritaba uno de los soldados.

¡Ya estáis cerca del portal!-chilló Kuritöö-¡Vamos, llevaos a los hombres!

¡No os lo permitiremos!-gritó Inuhito-¡YAAAAAAAAAAAAH!

¡Ningún humano volverá a sufrir por vuestra culpa, demonios inmundos!-añadió Kongqe-¡HAAAAAH!

Los dos Taimanin se lanzaron una vez más contra la científica demoníaca, quien esta vez los repelió con una brutal patada, tras lo cual saltó hacia el portal mágico mientras disparaba con su metralleta para que no se le acercaran.

¡Os espero dentro, mis subordinados!-exclamó la doctora antes de esfumarse a través del portal.

Burlando los ataques de los Taimanin, los Mazoku se llevaron a los soldados y les hicieron atravesar el portal, que comenzó a cerrarse.

¡Mierda!-gruñó Kuroageha-¡Se los llevan!

Tenemos a su teniente.-respondió Yamiyuki tratando de poner calma-Vamos a saltar al portal antes de que se cierre y vamos a recuperar a sus soldados. No les quedará más remedio que escucharnos si quieren que no le pase nada.

¡Lo sabía!-gruñó Margaret.

Tarde o temprano te darás cuenta de que te estamos haciendo un favor.-la calló Kuroageha-¿Quiénes van a saltar?

Nosotros seis.-respondió Yamiyuki en nombre de su equipo-Equipo Kuroageha, os pido por favor que cuidéis de Elizabeth y retengáis a la teniente Margaret Johnson.

Rito dejó a Elizabeth en brazos de Kongqe, tras lo cual se acercó a Shirubei, Hagane, Aoi y Yamiyuki. Inuhito, que estaba cerca de Kongqe, también se acercó al resto del equipo.

Volveremos pronto.-dijo Yamiyuki-¡Esperadnos!

Kuroageha, Kongqe, Seika, Shiena y Veena asintieron. Los seis Taimanin del equipo Yamiyuki desaparecieron en el portal antes de que éste se cerrara. James, Grant, Émile, Leon, Christian, Gordon y Andrei habían sido capturados por los demonios y tenían que ser salvados para cumplir los fines estratégicos del bando de Gokuruma.

miércoles, 8 de junio de 2016

[TY] Episodio 86: La explosión del fénix azul

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 86: La explosión del fénix azul

Por efecto de la sobredosis de DMMA, Layla estaba transformándose en un ente demoníaco. Unas enormes alas de fuego azul se estaban formando en su espalda. En la zona baja de su espalda, justo encima de los glúteos, se le estaba formando una cola de ave muy larga y ramificada, también esculpida en trémulo y voraz fuego azul. Su piel se estaba oscureciendo, tomando un color bastante típico en las pieles de los Mazoku humanoides: no tenía un tono moreno como muchos humanos por su genética, por su estilo de vida o por combinación de ambas. Tenía un tono oscuro con un deje ocre que no se asemejaba al de ningún grupo étnico humano pero que tampoco parecía totalmente inhumano ni antinatural. Sus ojos, que habían sido toda su vida de un color peltre azulado, claro, cristalino y penetrante, habían adquirido una coloración violeta y amarilla que sí le confería un aspecto inhumano. Cuando las alas y la cola se le terminaron de formar, todos vieron que se trataban de las réplicas de la anatomía de un ave fénix. Su larga cabellera ondeaba salvajemente, empujada por su propia energía. Lo único que salió de su boca fue un alarido de dolor e ira.

¡Se está volviendo loca!-exclamó Yamiyuki-¡Esto va a ser peligroso!

¡Os mataré!-gritó Layla con la voz distorsionada-¡Acabaré con todos vosotros! Taimanin, Mazoku… me da igual. ¡Todos sois mis enemigos! ¡No tendré piedad!

Instintivamente, la militar transformada batió sus recién formadas alas. Una brisa de fuego azul arreció en dirección al grupo de los Taimanin.

¡Cuidado!-exclamó Kongqe-¡Apartaos del fuego!

No será necesario.-respondió Yamiyuki-Observa en lo que nos hemos convertido, Kongqe. Míralos.

Ninpô – Hyôton no Jutsu!-exclamó Shirubei.
(¡Arte ninja del hielo!)

Ninpô – Dôton no Jutsu!-se sumó Rito.
(¡Arte ninja de la tierra!)

Shirubei y Rito saltaron hacia el fuego mientras Yamiyuki los señalaba con el mentón para dirigir la atención de Kongqe. Juntos, conjuraron sus técnicas especiales para crear un enorme muro de hielo y rocas que paró la llamarada.

¡Increíble!-los elogió Kongqe-¡Os habéis hecho increíblemente fuertes!

¡Eso no es nada!-chilló la sargento-¡NADA!

Lanzó un nuevo ataque de fuego, esta vez una enorme bola azul que amenazaba con caer de manera devastadora sobre los Taimanin. Seika y Veena se adelantaron a sus compañeros y conjuraron juntas sendas técnicas especiales.

Ninpô – Kinton no Jutsu!-exclamó Seika.
(¡Arte ninja de los metales!)

Ninpô – Sumi no Jutsu!-la respaldó Veena.
(¡Arte ninja de la tinta!)

Una enorme muralla metálica se alzó entre el fuego y los Taimanin. Una fina pero especialmente dura capa de tinta negra la recubrió, dándole un toque ennegrecido elegante y altamente defensivo. La bola de fuego explotó contra aquella protección doble, salvando a todos del peligro.

¡MOCOSOS MOLESTOS!-gritó Layla-¡ACABARÉ CON TODOS Y CADA UNO DE VOSOTROS!

No, no lo harás.-respondió Kuroageha avanzando hacia ella-Voy a terminar lo que me he dejado a medio antes.

¡No podrás vencer el poder de este fuego azul!-gritó la soldado-¡HAAAAAAAAAAAH!

Lanzó una patada al aire, liberando, a través de su pie, un enorme chorro de fuego demoníaco. Kuroageha se protegió liberando con su flauta un chorro de ondas sonoras que logró extinguirlo.

¡Es demasiado peligroso, Zhao Heiyangyu!-exclamó Kongqe preocupado.

Llevo pegándome con esta zorra desde antes de que volvieras.-insistió la Taimanin-Es mi cometido acabar con ella.

Aún recuerdo lo que te hizo la otra vez…-susurró el prometido de ella-…y tengo miedo.

No te voy a culpar por tener miedo, y siento haberte preocupado, pero quiero que confíes en mí.-respondió la joven-Tampoco pretendo acusarte de desconfiado, pero te quiero y deseo curar tu miedo. Sustitúyelo por confianza y apoyo, y ten por seguro que no perderé bajo ningún concepto. Incluso volveré de entre los muertos si hace falta para reencontrarme contigo. Nada volverá a separarnos, ¿de acuerdo?

De acuerdo.-respondió Kongqe-Y, como de costumbre en estos casos, prohibido ayudarte, ¿verdad?

Verdad.-respondió Kuroageha, tras lo cual se volvió hacia sus compañeros-¡Que nadie toque a esta zorra! ¡Es mía!

¡A LA ORDEN, CAPITANA!-gritaron a coro Kongqe, Seika, Shiena y Veena.

Tuya es.-añadió Yamiyuki-Reviéntala. Quédate a gusto, Kuroageha. Logra tu meta.

Los seis miembros del equipo Yamiyuki levantaron sus pulgares y sonrieron en señal de apoyo.

Respaldada por todos sus compañeros, Kuroageha corrió hacia Layla, quien, con su nueva forma, no tardó en contraatacar. Se enzarzaron en un peligroso y frenético intercambio de golpes en el que pronto salieron a relucir llamaradas azules, chorros de toxinas, ondas sonoras y cuchillos voladores.

¿Vienes a por más, maldita Taimanin?-preguntó Layla totalmente fuera de sí-¡Echas de menos un cuchillo mío en tu vientre! ¡Masoquista!

Voy a cerrarte la boca, maldito demonio.-respondió Kuroageha-Estás más que jodida.

¡Ya lo veremos!-gritó la sargento-¡HWOAAAAAAAAAAH!

Lanzó un cuchillo al aire. Espontáneamente, estalló en llamas azules. Al caer a la altura de su pierna derecha, que estaba elevada, lo pateó. Mágicamente, el cuchillo se multiplicó por ocho, convirtiéndose en un dirigido y peligroso enjambre de proyectiles llameantes y penetrantes.

¡Ni se os ocurra intervenir!-advirtió Kuroageha al entrever por el rabillo del ojo que algunos de los miembros de su equipo apretaban los puños-¡Ésta es mi batalla! ¡Ella es mi enemiga y voy a darle muerte!

Kuroageha saltó por encima de los cuchillos y rodó haciéndose un ovillo en el aire para caer encima de Layla sin darse cuenta de que el fuego demoníaco hizo que los cuchillos la persiguieran. Al terminar de rodar, atrapó el cuello de su enemiga con sus piernas y se dispuso a crujírselo mortalmente, pero sintió la velocidad y el calor de las armas que iban a caer sobre ella, por lo cual decidió saltar de encima de la militar, dejando que los cuchillos cayeran sobre su dueña, quien los fundió bloqueándolos con sus alas de fuego, anulando el ataque.

Ha estado cerca.-susurró la Taimanin-¡YAAAAH!

La joven lanzó una potente patada circular contra su enemiga, pero ésta la paró con otra patada, tras lo cual lanzó otro golpe con la otra pierna, alejándola por el impacto.

¡RAAAAAAAAAAGHHHHHH!-gruñó Layla.

Lanzó una patada al aire, liberando una enorme llamarada azul a través de su pie. Kuroageha se ladeó a tiempo, viendo pasar el chorro cerca de ella y entendiendo el peligro del que se había salvado. Acto seguido, agarró su cerbatana y disparó una sarta de dardos envenenados.

Je…-se sonrió la sargento.

Golpeó los dardos con su cola de fuego, haciéndolos cenizas. Tras ello, alzó el vuelo, tensó sus alas y se lanzó a ras de suelo a por su contendiente. Al llegar a sus inmediaciones, hizo una pirueta para dejar sus pies apuntando al cuerpo de Kuroageha, preparándose para una patada voladora envuelta en llamas. La Taimanin saltó hacia ella, esquivando el fuego de sus pies como un tigre circense saltando a través de un aro incendiado. Cuando estuvo justo encima de ella, empujó sus costillas hacia abajo con las palmas de ambas manos, apoyándole la espalda en el suelo para tratar de someterla.

Eres muy atrevida.-siseó Layla-Si juegas con fuego… ¡TE PUEDES QUEMAR!

La militar dejó salir una onda de fuego de su cuerpo. Kuroageha saltó impulsándose en el abdomen de su enemiga como si de una cama elástica se tratara, clavándole los tacones en el acto. Aquella onda de fuego se extendió a ras de suelo, lejos de la Taimanin, que se preparó para caer en un peligroso vuelo: desplegó la cola de su vestido, que se volvió a tensar con la forma de sus alas de mariposa, aprovechando la estabilidad en el aire que ello le brindaba para dejar caer una lluvia de líquidos corrosivos y venenosos mezclados. Layla los bloqueó tocándolos con las alas y con la cola, provocando su evaporación.

¡LERDA!-gritó Kuroageha-¡Toma esto! Ninpô – Ototon no Jutsu!
(¡Arte ninja del sonido!)

Con la flauta, Kuroageha creó una bola de energía sonora que empujó con la palma de la mano que tenía libre contra los vapores, generando una explosión de sonido que distorsionó el aire, moviendo los gases en un patrón tal que rodearon a Layla como si de una nube se tratasen.

¡GRRRRRRRRRRRRAAAAAAAAGHHHHHH!-chilló la soldado.

Su piel estaba humeando y quemándose. Si bien sus alas y su cola seguían intactas, su cuerpo, por mucho que hubiera cambiado el tono de su piel y su resistencia, seguía siendo susceptible a la corrosión y a las infecciones.

¡Qué combate tan espectacular!-comentó la doctora Kuritöö.

Y qué traición tan descarada.-respondió Yamiyuki.

¡Arpía!-añadió Seika.

¡ZORRA!-gritaron Veena y Shiena a coro.

Eso también podría decirlo yo.-respondió la científica encogiéndose de hombros-Yellow Peacock nos ha traicionado.

Yellow Peacock nunca ha existido.-terció Kongqe-No os he traicionado porque nunca he sido uno de los vuestros. No desmerezcáis mi labor para con los Taimanin, mi verdadera, única y auténtica facción, por el hecho de haber sido incautos e ingenuos. Vosotros acabáis de volveros contra gente que confiaba en vosotros y os ayudaba en vuestro trabajo. ¡Acabas de sentenciar a muerte a quien se suponía que era tu amiga!

¿Amiga?-preguntó Kuritöö entre risotadas-No me hagas reír. Nunca he tenido de eso. Valiente pérdida de tiempo… no sé cómo os podéis tragar esas mierdas los humanos. Layla Phoenix ha sido, es y será un peón más en mi jugada maestra. Esto es la guerra y yo soy una estratega militar: interprétalo así. Además, ¿quién la ha sentenciado a muerte realmente? Tu querida Kuroageha ha sido quien la ha envenenado. Si no le hubiera pinchado el medio litro de DMMA, habría muerto de todas formas.

¿¡Medio litro!?-intervino Inuhito, cuya mentalidad de químico estaba activándose-¡Estás loca de atar! ¡Vas a provocar una explosión a gran escala con el cuerpo de la sargento!

¡Lo dices como si no lo hubiera planeado y calculado de esta manera!-le espetó la científica entre pérfidas risas-El cuerpo de Layla Phoenix es ahora un sistema inestable realimentado positivamente. Teniendo en cuenta la naturaleza de la energía que se está produciendo y utilizando en él, está claro que la única opción que los principios de la Termodinámica nos dejan es QUE EXPLOTE TARDE O TEMPRANO.

¿Realimentado positivamente?-Inuhito no daba crédito a lo que estaba escuchando-¿Qué clase de droga es ese DMMA?

Me he dedicado a reformularla.-se jactó la doctora-Mi especialidad son las drogas que confieren poder. No hay nada que no pueda hacer con ellas. Si viviera, mi hijo estaría formando parte de mi equipo de investigación. Él era experto en drogas capaces de conferir poder… ahí abajo… pero ya ha dejado de ser en todos los términos, ¡pues tú me lo arrebataste!

¡Después de que tú me quitaras a toda mi familia, grandísima hija de puta!-le espetó Inuhito-¡Tómatelo como el inicio de mi venganza! ¡Esto es sólo el principio!

¡No me retes, cabrón!-Kuritöö se mostró impositiva-Tienes suerte de que hoy nos toque torturar a estos soldados de mierda y no a ti.

¿Qué?-soltó Shirubei, quien no pudo callarse más.

Personas de usar y tirar.-respondió la científica-Como las cáscaras de las naranjas que has terminado de exprimir. No son más que basura y, por tanto, los tiraremos al vertedero. Que se los follen los orcos, que se los coman las bestias o que les hagan lo que quieran. Nos los llevamos a nuestras instalaciones a poner fin a sus vidas.

Los soldados se mostraron aterrados. Los demonios que los agarraban comenzaron a sujetarlos con más fuerza.

Es el momento de luchar por nuestros enemigos.-susurró Yamiyuki-Si nos hacemos con los soldados, la ventaja estratégica será nuestra.

Se volverán en contra de los Mazoku sin dudarlo, sí.-asintió Hagane, también entre susurros.

Y lo que es más importante:-añadió Yamiyuki-Te van a comer la polla, Shirubei. Enterita. Y no van a dejar ni una gota.

Shirubei sonrió sádicamente. La sagacidad empezó a brillar en sus melosos ojos.

Ya entiendo lo que quieres decir, tío.-respondió Shirubei-Creo que es buena jugada.

Tenemos que sacar a los soldados de entre los brazos de los demonios, ¿no?-intervino Rito-No será difícil, supongo.

Sólo hay que derrotar a los que los están agarrando.-añadió Aoi-Y parecen demonios menores… nada a lo que no nos hayamos enfrentado antes.

¿Qué estáis cuchicheando?-inquirió Kuritöö  alzando la voz.

Un fuerte estallido interrumpió la conversación. Volvieron a fijarse en el combate entre Kuroageha y Layla: las dos mujeres estaban en el aire, una gracias a sus alas de fuego y la otra gracias a sus alas de tela. Intercambiaban golpes y se lanzaban proyectiles constantemente. En medio de un forcejeo, la sargento creó una enorme bola de fuego demoníaco y la pateó contra la Taimanin, quien cerró sus alas para caer en picado, alejándose de la trayectoria de la bola y apoyándose en un balcón del edificio más cercano para saltar de nuevo hacia su enemiga, desplegando sus alas de nuevo.

¡TE MATARÉ DE UNA VEZ POR TODAS!-chilló la soldado, quien ya no podía controlar su voz correctamente, presa del dolor y las drogas-¡ARDEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!

Batiendo sus alas, la mujer transformada lanzó una masa ígnea contra su contendiente, que se envolvió en una burbuja de ácido para traspasar el fuego y golpear como una bala de cañón a gran velocidad. Layla, que ya tenía bastantes heridas fruto del ácido, recibió el impacto de lleno. Su abdomen, que ya se veía porque la ropa se le había roto, presentaba gran cantidad de comeduras y heridas.  Por su parte, a Kuroageha le empezaba a pesar aquel combate: había recibido algunas cuchilladas, aunque el fuego azul cauterizaba las heridas conforme eran trazadas. Pensó que le iba a costar regenerar su piel, pero probablemente sería un tratamiento más estético que médico, así que insistió en el combate. Llena de quemaduras y con algunas roturas en el uniforme, la Taimanin roció las heridas de su oponente con veneno.

¡NO SIENTO TU VENENO!-gritó Layla-¡SOY INMUNE POR EL DMMA! ¡ESTO ES PODER!

Lanzó una gran sarta de patadas al aire, acompañando todas ellas con peligrosos chorros de fuego en múltiples trayectorias. Atrapada en medio de aquella encrucijada de caminos ardientes, Kuroageha se precipitó verticalmente al vacío tras recibir los duros impactos de los chorros de llamas demoníacas.

¡HEIYANGYU!-gritó Kongqe-¡NOOOOOOOOOOOOOOO!

Al oír la voz de su prometido, la Taimanin espabiló y empujó hacia arriba la cola de su vestido, volviendo a acolcharse en sus preciosas alas de mariposa, que le permitieron planear para amortiguar la caída.

Has durado demasiado y te dije que te mataría.-sentenció Kuroageha-No puedo permitirte que sigas adelante. Déjame decirte que una mujer que intenta hundir a otra… ¡jamás será una mujer! Y, por tanto, prefiero hacerte el favor de erradicar tu existencia para que no tengas que llorar por la mujer que nunca has sido. ¡Rata demoníaca, ESFÚMATE! Ninpô – Dokuton no Jutsu! Hissatsu! Hebigami no Hanketsu!
(¡Arte ninja del veneno! ¡Técnica exterminadora! ¡Juicio del Dios Serpiente!)

Durante unos segundos, Kuroageha se quedó paralizada en el aire, ingrávida. En su espalda comenzaron a girar, describiendo aros, líquidos de diferentes ácidos, toxinas y contaminantes de colores violeta, verde oscuro, verde amarillento, ocre, amarillo y rosa. Los aros pronto formaron una enorme rueda líquida llena de flores y espinos rodeándola.  De esa rueda salieron siete cabezas de serpiente de color violeta con ciertas escamas con el resto de los colores. Como saetas, las serpientes comenzaron a brotar sin importarles los límites de su longitud, y las siete juntas arremetieron contra Layla, destrozándola a mordiscos e inyectando toda su carga destructiva en ella. Entre alaridos de dolor, se desfiguraba mientras ardía: su poder se había descontrolado. Para salvar a los presentes, la Taimanin hizo que las serpientes se alargaran, elevando a Layla por los cielos hasta que sus penetrantes y sobrecogedores alaridos de dolor se dejaron de oír. Finalmente, la predicción de Kuritöö se cumplió: el cuerpo de la soldado explotó. El cielo se tiñó de azul momentáneamente, pero las serpientes se tragaron el fuego y los restos de Layla, escupiéndolo todo sobre el ejército demoníaco, diezmándolo críticamente con aquella combinación de líquidos asesinos, vapores y llamas. Finalmente, la Taimanin cayó elegantemente de pie frente a Kuritöö, retándola con la mirada e instándola a mirar a su alrededor: sólo quedaban los demonios que sujetaban a los soldados, a los cuales había decidido dejar con vida porque en cierta manera podía predecir lo que Yamiyuki estaba pensando, y algunos más.


Danos a los soldados.-instó Kuroageha mirando penetrantemente a la demonio-Ahora.

domingo, 5 de junio de 2016

[TY] Episodio 85: DMMA

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 85: DMMA

¡Barreras!-exclamó uno de los mercenarios al chocarse con una pantalla de luz que antes no estaba ahí.

La noticia de la batalla campal entre los soldados y los guerreros ninja había llegado a oídos de los Mazoku. Tanto por tierra como por aire, los demonios se preparaban para prestar su ayuda a los militares estadounidenses. Lo que no sabían era que había barreras místicas en la zona urbana. Aparentemente no había nada ante ellos, pero, al intentar cruzar una determinada línea que no estaba dibujada en ningún lugar, se activaba un muro de luz que los repelía, pudiendo causarles incluso la muerte si no dejaban de exponerse a él.

¿Qué hacemos ahora?-preguntó otro mercenario desconcertado-¡Tenemos que entrar y asegurarnos de que los soldados venzan a los Taimanin! Es nuestro turno para combatir.

Hordas y hordas de mercenarios, orcos, ogros y bestias demoníacas controladas por domadores Mazoku bien entrenados poblaban las calles. Encima de ellos, monstruos voladores, algunos de ellos con jinetes, y helicópteros convencionales.

¡Aunemos nuestras fuerzas!-sugirió uno de los mercenarios-Si todos disparamos nuestra magia contra el muro, tal vez logremos un poder que, en suma, supere al de la barrera. Esto ha tenido que ser obra de esos asquerosos y arrogantes Taimanin, ¡seguro!

Respondiendo con un grito de guerra casi uniforme, todos los hombres y mujeres que allí había representando a las tropas de Tigres Black apuntaron a la zona donde la luz había aparecido antes con las palmas de sus manos. Comenzaron a disparar fuego azul de muy diferentes maneras. La luz lo bloqueó todo.

¡No funciona!-se quejó una mercenaria-¡Necesitamos más apoyo!

Armados con porras, hachas, martillos y demás armas pesadas, los orcos y los ogros se agolparon en torno a la barrera y comenzaron a golpearla con sus armas. Los domadores instaron a las bestias a que hicieran lo mismo. Desde el cielo, las bestias aladas cargaron con placajes y patadas aéreas. Las más poderosas, parecidas a dragones, escupieron fuego azul contra aquella pantalla de luz.

¡El muro sigue sin ceder!-gruñó una domadora-¡No podemos pasar!

Un grifo demoníaco descendió cerca de la mujer. Su jinete le habló.

Hemos sobrevolado la zona y comprobado que el poder de la muralla es uniforme.-explicó-No hay ninguna zona ventajosa para atacar, y su altura parece infinita, por lo que no podemos colarnos por encima.

Tendremos que pedir ayuda a quienes nos comandan hoy.-se limitó a decir la domadora.

Asintiendo con la cabeza, el jinete emprendió de nuevo el vuelo a lomos de su grifo. Se acercó entonces a un helicóptero.

¡Doctora!-llamó el hombre-¡Tenemos un problema! ¡No hay forma de entrar!

La puerta del helicóptero se abrió, como si alguien de dentro estuviera preparado para saltar desde él. Kuritöö, la científica Mazoku, se asomó.

Atacad más fuerte.-ordenó-No tenemos mucho tiempo. Si seguimos estancados aquí, nuestros planes se verán truncados.

Parece que esta barrera no se puede tumbar con fuerza bruta, doctora.-insistió el jinete-Por eso le pregunto si conoce alguna manera de conseguir abrirnos paso.

No me queda más remedio que utilizarlo…-suspiró la científica llevándose una mano a la frente.

¿Sucede algo, doctora?-preguntó el jinete.

¡Mira esto!-Kuritöö le enseñó al jinete una tableta electrónica-¡Estos humanos se empeñan en utilizar su estúpida tecnología y tengo que llevar el seguimiento de su estatus con ella! ¿Lees bien la pantalla?

En la pantalla del dispositivo de la científica se podía leer información relacionada con unos sensores de posición y medida de constantes vitales que todos los soldados llevaban encima para poder informar a los Mazoku desde la distancia de la situación del combate.

¡No puede ser!-se sorprendió el jinete-¿Cómo han llegado a…

Los Taimanin no son moco de pavo y esos humanos nos han fallado: por muy militares que sean, tienen más limitaciones que nosotros.-explicó la doctora.

Podía leerse claramente que todos los soldados habían sido derrotados, incluyendo a las tres mujeres, que eran las más fuertes del pelotón.

Aún están vivos.-dijo Kuritöö mientras hurgaba en uno de los bolsillos de su bata blanca-A excepción de Púrpura Delgado, que ha muerto, todos los demás parecen poder ser salvados. Tenemos que recuperarlos cuanto antes. Ah… ¡por fin lo he encontrado!

La mujer sacó un tubo de ensayo lleno de un líquido de color rojo intenso. En lugar de llevar un tapón, la boca del tubo estaba obstruida por un mechón de pelo de color azul pastel que rodeaba las paredes de tubo por fuera formando una hélice cilíndrica.

¿Qué es eso?-preguntó el jinete, que seguía volando a ras del helicóptero.

Es nuestra llave para traspasar esa barrera.-explicó la científica-Más os vale aprovechar bien esta oportunidad: es una ayuda directa de Braulio-sama. Con un poco de su sangre y un mechón de su cabello, conseguimos dos cosas: que este frasco penetre la barrera al no contener materia puramente Mazoku y que desde dentro haga una llamada de sangre que nos teletransporte a todos al interior de la barrera.

Sin dar más explicaciones, Kuritöö lanzó el tubo de ensayo hacia la barrera, que se mantenía iluminada por los constantes ataques de las tropas. El objeto atravesó limpiamente la pantalla de luz y cayó al suelo, rompiéndose y derramando su contenido. La sangre y el pelo empezaron a formar una única sustancia que produjo una luz mágica. Esta luz atrajo a todos los demonios, que aparecieron instantáneamente dentro de la barrera. La científica aprovechó para bajarse de un salto del helicóptero. Tras ello, se colocó frente a todas las tropas.

Braulio-sama nos ha dado un mechón de su melena y un chorro de su sangre para atravesar esta barrera mística.-explicó-No desperdiciemos esta oportunidad. Nuestra misión no es enfrentarnos con los Taimanin hasta el final. Hemos de recuperar a los soldados. Inconscientes, malheridos… ninguno de ellos está bien. El cometido con el que hemos de cumplir es recuperarlos y reanimarlos levemente, lo suficiente como para poder llevárnoslos en condiciones de seguridad a la vez que nos aseguramos que entienden lo que ha pasado. Si los Taimanin se cruzan en nuestro camino antes de conseguirlo, será nuestra prioridad sortearlos. ¿Entendido?

Al ver que nadie pronunciaba ninguna objeción, la científica se preparó para dar la orden.

¡Romped filas!-gritó-¡Separaos y encontrad a nuestros compañeros caídos!

. . .

Kongqe se había quitado la chaqueta y había envuelto a Elizabeth con ella. No le gustaba la idea de que esa prenda amarilla que tantos malos recuerdos le traía tocara la piel de otra persona, pues le parecía mancillarla, pero lo prefería a dejar que la mujer perdiera su calor corporal. Asimismo, le incomodaba mirar a una mujer desnuda que no fuera Kuroageha.

Miró al cielo y vio descender en medio de la noche a una enorme mariposa de alas verdosas. La mujer de su vida estaba planeando con la cola de su vestido desplegada, probablemente buscándolo a él o a alguno de los otros compañeros.

¿Eres tú, Kongqe?-preguntó la chica en voz muy alta cuando todavía no podía distinguir de quién se trataba por la altura a la que se encontraba.

El mismo.-respondió él-Estoy aquí para ti.

Cuando la joven pudo aterrizar, se acercó corriendo a su novio. Se sorprendió al ver que tenía a una persona en brazos.

¿Qué le ha pasado al final?-preguntó Kuroageha preocupada-Jamás habría imaginado que detrás de esa máquina de matar se escondía una mujer que había sufrido tanto…

Le he devuelto la consciencia totalmente.-explicó Kongqe-Lo que no puedo asegurar es el estado de su cuerpo.  He destruido sus tentáculos y su armazón. No terminaba de ser un robot. Es una mujer humana, pero esa armadura estaba unida a ella por una serie de conexiones que no entiendo y que probablemente no se puedan analizar porque las he roto. Me ha parecido que estaba a caballo entre ponerse una armadura y convertirse en ella. La he tapado con mi chaqueta para que conserve algo de calor corporal y porque no quiero mirar a ninguna mujer desnuda que no seas tú. Si quieres echarle un vistazo a su cuerpo, no te lo impediré, pero no quiero mirar. Que quede entre vosotras.

No creo que pueda conseguir mucho yo sola.-respondió Kuroageha-Sólo se me ocurre llevarla a Gokuruma y que la vean los miembros del equipo médico Taimanin. Si hay alguien en estas calles que nos puede ayudar ahora mismo, ése es Rito, y no estoy segura de hasta qué punto. Está siguiendo un entrenamiento especial para conseguir una técnica curativa definitiva basada en extrapolar el Fushikakuzei a cuerpos que no sean el suyo, pero no estoy al tanto de qué porcentaje de dominio tiene sobre esa técnica. Ni siquiera sé si la técnica se ha constituido en su totalidad, pues es algo totalmente novedoso y podría superar incluso las habilidades de la doctora Himehagi. Forma parte de su formación específica e individual y no hablamos mucho de eso.

¿En serio?-se sorprendió Kongqe-Rito se está haciendo un hombre de gran valía. Se me ha hecho un nudo en la garganta enorme al verlos a todos con sus uniformes personalizados y sus armas. No son los niños que solían jugar conmigo al ping-pong en las termas. Se han hecho unos auténticos adultos.

Y no sólo Rito.-respondió Kuroageha, orgullosa de sus compañeros-Shirubei es el autor de los negocios con la ONU de los que probablemente has oído hablar en el cuartel enemigo. Él solo ha movido todo esto. Inuhito se ha convertido en una persona capaz de hacerle frente al fantasma de su familia. Ha abandonado sus miedos y se ha desclavado las espinas. Tendrías que escucharlo hablar ahora. Hagane ha vengado la muerte de su madre y está preparando una tesis doctoral en base al cadáver del hijo de su asesino. Aoi ha dejado de ser el chico inseguro que un día fue y ya no le afectan las torturas psicológicas por las que solía caer. Son todos unos auténticos hombres y todos unos guerreros. Y Yamiyuki… bueno, ya lo has visto. El líder de todos estos genios y, por lo tanto, un genio de aún mayor envergadura. Se ha convertido en un icono en Gokuruma, en la revolución de los Taimanin. Su poder está empezando a rivalizar con el de Asagi-sama. Seika también se ha convertido en toda una mujer: ¿has visto cuánto enseña su uniforme? Ha aprendido por fin a estar orgullosa de sí misma y eso le ha dado una fuerza desmedida. Y también el primo pequeño, Shiena. Hemos tenido que contratar sus servicios de una manera casi prematura para asegurar el éxito en esta guerra.

Mientras Kuroageha hablaba, Kongqe sonreía mientras las lágrimas surcaban su rostro.

¿Por qué lloras?-se sorprendió la chica.

Porque estoy orgulloso.-respondió él-Orgulloso de que las personas a las que tanto quise se hayan convertido en lo que son ahora. Y muy feliz por haber vuelto y poder seguir queriéndoos a todos. Lo habéis hecho bien. Habéis sido fuertes. Gracias por luchar. Habéis honrado bien mi “muerte”. Perdonad por el retraso, pero… ¡ya estoy en casa!

Bienvenido.-respondió Kuroageha con lágrimas en los ojos-Pero no vuelvas a irte.

Estuvieron hablando durante unos minutos. Rápidamente, Kongqe empezó a ponerse al día: preguntó que quién era la chica extranjera que los acompañaba, pues nunca llegó a conocer a Veena. También indagó un poco más en las historias de todos sus amigos y, por supuesto, de su amada. Hablaron asimismo de la quema de su bar, el Nishi, y de su renacimiento en el Atarashii.

Tengo ganas de trabajar en nuestro bar de nuevo.-concluyó el joven-El Atarashii… estoy deseando ver su nueva apariencia.

Será un placer.-Kuroageha sonrió-Y ahora tengo algo que preguntarte: ¿tienes información sobre el enemigo?

Mi trabajo como espía ha sido muy productivo.-respondió Kongqe-En la seguridad de Gokuruma os lo explicaré todo. Será mejor que nos reunamos con los demás.

¡Kuroageha! ¡Kongqe!-escucharon que los llamaba una voz.

Era Yamiyuki. A pesar de que se había alejado mucho del campo de batalla, se las había ingeniado para volver.

¿Cómo han ido las cosas por aquí?-preguntó el recién llegado.

Elizabeth está bajo control.-explicó Kongqe.

Le he pateado el culo a esa zorra de Layla.-añadió Kuroageha-Ahora mismo debe de estar pudriéndose con el veneno del que la he llenado. ¡Que se joda!

He vencido a Gordon Powers, pero lo he dejado vivo.-explicó Yamiyuki a modo de respuesta-Hay gato encerrado. Mi intuición no me falla cuando digo que ese chico no quiere pelear. Creo que es consciente de que está siendo un títere y dejarlo vivo me parece una ventaja estratégica. Es inteligente… o eso dice, por lo que se las ingeniará para volver a todo este entuerto cuando se despierte, probablemente en un bando diferente.

Perdonadnos por haberos estado escuchando.-dijo una voz muy dulce desde las sombras.

Aquella voz masculina les sonó muy familiar: estaba claro que era Hagane. Apareció desde un sombrío callejón al lado de Shirubei, en cuyo hombro se apoyaba.

¡Mírate!-se quejó Shirubei señalando a Yamiyuki con un dedo-¡Nosotros hechos mierda y tú ni siquiera te has ensuciado la ropa!

Es que he peleado en calzoncillos.-respondió el líder del equipo con total seriedad-Os lo podéis creer o no.

Confiamos en ti.-terció Hagane-Siempre lo hemos hecho. Y bueno, tampoco es para tanto lo nuestro: sólo se me ha deshecho el moño…

Estás muy guapo con el pelo suelto.-comentó Kuroageha con una sonrisa-O guapa. ¡Diva!

Perdona que no me ría, cabaretera de ojos felinos, pero me duelen las costillas.-respondió Hagane guiñando un ojo-Tengo tantas patadas marcadas en ellas que he perdido la cuenta. Ahora bien: ese Émile no volverá a dar por culo. Lo he dejado en pelotas y medio muerto. Espero que le duela la cabeza cuando se despierte como si tuviera resaca.

Leon Fitzgerald también es historia.-añadió Shirubei-Me ha supuesto un gasto tremendo de energía espiritual, pero lo he dejado bien dormidito. No lo he matado, porque no es nuestro cometido matar humanos, pero creo que no volverá a molestarnos.

No pueden estar muy lejos…-oyeron que comentaba una chica cuya voz les resultaba familiar.

A juzgar por los destellos policromados que se han visto hace un momento cerca de aquí, diría que se han disparado cristales ionizantes en esta calle o en alguna cercana.-le respondió un chico, también de voz familiar-Si mal no recuerdo, las pistolas de Kongqe iban cargadas con ellos.

¡Veena!-gritó Kuroageha-¡Aoi! ¡Estamos aquí!

Con gran rapidez, los dos jóvenes llegaron al lugar de reunión, guiados por la voz de su compañera.

No hay derivaciones energéticas de ningún tipo a favor de nuestros enemigos.-comentó Aoi-He derrotado a Christian Miller… aunque creo que todo esto no era lo que él quería. Está inconsciente.

Yo también he vencido a uno de los militares.-añadió Veena-James Miller ha caído en un combate mano a mano contra mí. Ha demostrado ser… un buen hombre.

¡Qué curioso!-respondió Yamiyuki-¡A todos les pasa lo mismo! ¿No hay nadie que sienta real vocación por joder el orden? ¿Son todos marionetas?

Émile.-respondió Hagane-Él no parecía tener muchos signos de arrepentimiento. Creo que le gustaba ser un capullo.

Leon tampoco parecía arrepentirse de nada, aunque tiene cara de ser demasiado bueno para la mierda que le han encomendado.-añadió Shirubei.

Layla era una hija de puta consumada.-terció Kuroageha-Por eso la he matado.

Eso deja a Christian, a Gordon y a James como los únicos de los que podemos sacar ventaja estratégica induciendo en ellos un cambio de bando.-dedujo Yamiyuki.

Pues sí, porque con Andrei no puedes contar.-Inuhito apareció por detrás de él-Vaya un cabrón. ¡Casi me mata! No me he sentido tan feliz meando encima de un enemigo abatido en mi vida. Bueno, tampoco suelo hacerlo mucho…

¿Estás bien?-preguntó Yamiyuki mientras le daba una palmada en la espalda al recién llegado.

Todo lo bien que puede estar alguien que  ha estado varias veces al borde de la muerte en una noche.-respondió Inuhito-No os preocupéis.

Bueno, creo que es hora de hacer un inciso para la presentación formal.-dijo Kuroageha-Veena, éste es Ling Kongqe, el miembro restante del equipo Kuroageha y mi prometido. Kongqe, ésta es Veena Idaiyar, una de las mejores Taimanin de su generación, nacida y criada en la República de la India.

Será un placer trabajar contigo, Veena.-Kongqe sonrió-Me han hablado muy bien de ti.

Veena se arrodilló como si estuviera en una clase de artes marciales y saludó.

Gracias por devolverle a Kuroageha el fragmento de vida que le faltaba.-respondió la chica inclinándose-Te debemos mucho.

Bueno, veo que ya os conocéis todos.-dijo una voz familiar.

Los que quedaban por llegar acababan de aparecer. Por orden de Kuroageha, Seika había salido a buscar a los demás, encontrando a su hermano Rito y a su primo Shiena.

¡Rito!-exclamó Hagane con tono jovial-¡Hola de nuevo!

Cómo me gustaría a mí también estar intacto.-se quejó Inuhito-Puta regeneración… qué bien os cuidáis.

Luego te cuidaré yo a ti con algo muy bonito como compensación.-respondió Rito guiñando un ojo-Chicos, he vencido a Grant Steeler. Nunca más quiero volver a ver a ese cabrón. Es pura maldad, un psicópata infiltrado en el ejército.

¡Igual que el de la cara gris!-respondió Inuhito-Puñetero Andrei…

Púrpura ha…-comentó Shiena en voz baja-…ha… muerto…

¿Lo has matado?-preguntó Kuroageha.

¡No!-respondió Shiena-De hecho, casi muero yo a sus manos. Su arma ha fallado y le ha explotado. No he podido hacer nada salvo apartarme para proteger mi vida. Necesito ampliar mis capacidades: he sobrevivido por pura suerte. ¡Lo siento!

No lo sientas.-intervino Seika-Has permanecido con la guardia alta hasta el final. Si de verdad te preocupas por tus habilidades, intervendrás tiempo en mejorarlas y no volverás a sentirte tan amenazado en un combate. No creo que hayas sobrevivido sólo por suerte, Shiena. Si no hubieras querido luchar, no habrías conseguido tanto. Incluso si necesitas fortalecerte, alégrate de tus logros.

Todos sonrieron. Ver a Seika dando una lección de orgullo y autoestima les demostraba cuánto había madurado como persona.

He derrotado a la teniente Johnson.-añadió la musculosa joven-Está inconsciente, pero era lo mínimo que se merecía después de haber sido partícipe de una crueldad como la de la pobre Elizabeth…

Si la doctora Himehagi ve pronto a Elizabeth, tal vez puedan arreglar alguno de sus problemas.-respondió Kongqe-De todas maneras, Rito, según Heiyangyu, tú puedes…

Déjame intentarlo, pero no estoy seguro de cuánto podré conseguir.-respondió Rito en tono solemne-En cualquier caso, se quedará mejor de lo que está ahora.

Kongqe apoyó cuidadosamente a Elizabeth en el suelo y retiró la mirada. Rito le quitó la chaqueta y comenzó a transmitirle energía curativa. En ese momento, escucharon un aplauso.

Qué bonito reencuentro.-los felicitó con escarnio una voz que les resultaba desagradablemente familiar.

Se giraron y vieron a la doctora Kuritöö con una gran cantidad de demonios y soldados Mazoku detrás.

¡TÚ!-gritó Yamiyuki-¿A qué has venido?

Pues a recoger a mis camaradas.-respondió la científica-¿A qué si no?

Vieron que los Mazoku habían vestido a los soldados con sus ropas de uniforme típicas para cubrir la desnudez de muchos de ellos por la destrucción de sus armaduras. Todos ellos, salvo Púrpura, estaban en brazos de los soldados. Estaban despiertos, incluidas Margaret y Layla.

Tienes que aparecer siempre en los momentos más inoportunos, perra odiosa…-siseó Inuhito.

¿Decías algo?-preguntó la Mazoku-Ten mucho cuidado. Sigo sin haberme olvidado de que mataste a mi hijo.

Y tú eres la siguiente, zorra desalmada.-respondió taimadamente el chico de cabello blanco.

Ya lo veremos.-se limitó a decir Kuritöö.

Mi abdomen…-se quejaba Gordon mientras se llevaba las manos al cráter que le había hecho Yamiyuki.

¿Se puede saber qué le has hecho a esa mole, pedazo de animal?-susurró Shirubei acercándose a Yamiyuki con Hagane aún agarrado.

Sólo ha sido un puñetazo.-respondió Yamiyuki encogiéndose de hombros.

Los dos se miraron y se sonrieron.

¡Mi hermosa melena!-gruñía Émile-¡Pagarás por esto!

Habéis matado a Púrpura…-se quejó Andrei-…el único con el que podía hablar de asesinatos con tranquilidad… vaya cojones tenéis…

¡Silencio, por favor!-pidió Kuritöö-Si habláis, vuestras heridas os harán más daño. Os llevaremos a nuestras instalaciones y os trataremos debidamente.

¡No, por favor!-pidió Layla, escurriéndose de los brazos del soldado que la sujetaba-¡Ayúdame ahora!

La sargento se arrastró por el suelo hasta llegar a los pies de Kuritöö.

Kuritöö, por favor…-pidió Layla-…no puedo dejar que esa Taimanin viva. El veneno que me ha inyectado me está consumiendo. No me queda mucho tiempo. Por favor, Kuritöö… dame poder para vencer. Dame DMMA…

¿El DMMA no es esa droga que confiere poderes sobrehumanos a los organismos en los que se inyecta?-preguntó Aoi preocupado-¡Es la droga que confiere el poder del fuego azul!

¡La droga del caso Blue Rabbit!-añadió Rito-Si la sargento consume esa droga… su poder será…

DEMONÍACO.-Kuritöö le terminó la frase mientras sacaba de su bata una pistola hipodérmica-Vamos, Layla, voy a concederte tu deseo. Es lo que una amiga haría, ¿no es así?

La demonio clavó las agujas de la pistola en el cuello de la militar. Acto seguido, presionó el gatillo, haciendo que el líquido de los tubos entrara al cuerpo de la mujer.

¿Habéis visto cuántas agujas tenía esa cosa?-preguntó Shirubei-¿Y cuántas dosis?

Es una sobredosis segura.-respondió Inuhito.

Algo no me cuadra.-terció Aoi.

¿Seguro que no te cuadra?-preguntó Yamiyuki-¿En qué son expertos los demonios?

¡En ser unos trai…-se aventuró a responder Rito.

No pudo terminar su frase porque se sorprendió al ver el cuerpo de Layla arder en fuego azul unos instantes. Acto seguido, la sargento se puso de pie como si no tuviera ninguna herida.

¡Voy a masacraros!-amenazó.

Tras gritar, un chorro de sangre salió disparado de su boca. Sentía un poder desmedido y a la vez un dolor asesino.

¿Qué me has hecho, zorra?-gritó Layla muy ofendida-¡Esto no era lo que me explicaste en los efectos del DMMA!

Al ritmo de sus gritos brotaban llamas azules de sus manos y de sus pies: el poder demoníaco era real, pero parecía sufrir una sobredosis. Sentía que no podía controlar el poder que había adquirido y que se iba a romper viva en pedazos.

Te expliqué los efectos de una dosis normal de DMMA, no de las varias decenas que te acabo de meter, peón inútil.-le espetó Kuritöö-¡Haz algo útil por una vez! Llevas mucho tiempo gorroneando en nuestras instalaciones. ¡Compénsanos!

¡PUTA TRAIDORAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!-chilló Layla mientras una explosión de fuego azul salía de su cuerpo y el dolor se apoderaba de ella.


Horrorizados, los soldados comenzaron a entender el futuro que les esperaba y que no estaban en brazos de los demonios como ayuda para moverse por las palizas que habían recibido. El fuego que rodeaba a Layla comenzó a concentrarse en su espalda y a formar algo a raíz de ella: parecían alas.

sábado, 4 de junio de 2016

[TY] Episodio 84: Mujer

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 84: Mujer

El último programa que Christian había cargado en Elizabeth había hecho efecto. La que un día fue una mujer enferma de muerte había vuelto a su estado de supresión de personalidad, siendo de nuevo una máquina asesina sin sentimientos. Mientras los Taimanin y los militares se separaban unos de otros y se dividían en combates uno contra uno repartidos a lo largo y ancho de la zona, Kongqe, el Taimanin que se había hecho pasar por el espía del ejército norteamericano Yellow Peacock, se había quedado con ella para observar su evolución. Al no ser un experto en la salud humana ni en la tecnología robótica, no había podido curar a la pobre víctima de ninguno de los dos grandes males que la atormentaban: la leucemia y la conversión en híbrido mecánico. No pensaba que aquello fuera culpa suya, pero sí sentía en su interior el imperativo moral de hacer algo por mejorar aquella situación tan desgarradora.

¿Elizabeth?-preguntó el joven chino, dudoso del estado de aquella mujer mancillada.

La respuesta fue el lanzamiento de un tentáculo larguísimo que avanzaba cortando el aire con una fuerza aterrorizante. El Taimanin lo esquivó con una elegante maniobra giratoria.

No quiero pelear contra ti.-insistió-No somos enemigos. Eres una víctima más de esos monstruos. Tienes que volver en ti, Elizabeth. Quiero ayudarte.

Sin mediar palabra, la mujer robótica desplegó una gran cantidad de tentáculos a través de su espalda y comenzó a fustigar con ellos todo cuanto encontró, avanzando inexorablemente hacia el hombre al que consideraba su enemigo.

Para, por favor.-insistió Kongqe-Te estás equivocando, Elizabeth.

El joven se vio obligado a alejarse  de la mujer: no podía saltar porque los tentáculos lo alcanzarían de la misma manera que si intentase flanquear a su fuente emisora. No quería atacar a Elizabeth, por lo que, tras dar varios pasos hacia atrás, se dio cuenta de que la única opción que tenía era utilizar las pistolas gigantes con las que seguía contando y levantarlas para interceptar los tentáculos. Haciendo esto, logró atenuar en gran medida la tempestad de ataques, pero las pistolas no tardaron en caer al suelo, dejando al joven hombre indefenso a merced de los tentáculos, ante cuya arrolladora fuerza salió volando por los aires.

Tiene que haber alguna manera de deshacer los algoritmos que ha introducido Christian Miller en Elizabeth.-pensó el joven mientras hacía por incorporarse después de caer al suelo-Con lo que me ha costado devolverle a esta pobre persona su identidad…

Cuando por fin consiguió ponerse en pie de nuevo, Kongqe miró hacia arriba y vio que Elizabeth había saltado hacia él, dispuesta a caerle encima con una patada. El joven se apartó con una voltereta, observando el cráter que la androide dibujaba con su pie en el suelo.

¡Vuelve a ser Elizabeth Goldmine, por favor!-insistió el Taimanin-¡Tienes que reaccionar! ¡Aún no está todo perdido!

Impasible, la robot golpeó a Kongqe en el abdomen con un fortísimo puñetazo, levantándolo del suelo y haciendo que escupiera sangre.

Me niego a dejar que sigas siendo una herramienta de esos bastardos.-insistió el joven-Puede que no sea capaz de curar tus dolencias, pero al menos sí podré asegurarte que termines tu vida de la mejor manera posible, no siendo esta criatura maldita.

Dicho esto, se apartó de su contendiente, pudiendo poner de nuevo los pies en el suelo. Seguía vestido con el uniforme del ejército, sus ropas amarillas, las que lo habían acompañado en su periplo. Sentía muchas ganas de deshacerse de aquello y volver a vestir su uniforme de combate de Taimanin, pero no disponía de él en aquel momento, por lo que, pensó, sólo le quedaba aprovechar al máximo los recursos del equipo del que Estados Unidos lo había dotado.

. . .-Elizabeth parecía más ofuscada que nunca en su propósito de eliminar a los Taimanin.

Lanzó otro puñetazo contra Kongqe, pero esta vez lo pudo esquivar. Aprovechó para colocarse detrás de la peligrosa androide y manipular el armazón de su espalda. Aún conservaba el dispositivo USB que le había colocado como prueba para Kuroageha de que no era ningún impostor. Por su mentalidad estratégica y previendo que una situación como la que estaba viviendo podría llegar a ocurrir con facilidad, usó una memoria extraíble con un diseño especial. Estaba dotada de un botón que al pulsarlo daba la orden de volver a vaciar los ficheros en la máquina de destino. Al hacer tal operación, el Taimanin esperaba que la reprogramación final de Christian fuese suprimida o reescrita, devolviéndole así la consciencia a Elizabeth.

¡AAAAAAAAAAH!-chilló la mujer.

Se llevó las manos a la cabeza. Comenzó a retorcerse y se quitó a Kongqe de encima con un brusco golpe. Parecía estar debatiéndose internamente.

¡Elizabeth!-exclamó el Taimanin preocupado-¡Resiste!

La mujer cayó al suelo. Comenzó a retorcerse de dolor, llevándose las manos esta vez al pecho. Con poca frecuencia emitía algún quejido o sonido similar de dolor.

¡Aguanta, Elizabeth!-Kongqe saltó hacia ella-¡Te ayudaré!

El joven Taimanin trató de calmar a su potencial enemiga transmitiéndole sus buenos sentimientos a través del tacto de sus manos, pero fue rápidamente empujado de una patada.

Está claro que no voy a conseguirlo de esa manera…-se lamentó el espía mientras aterrizaba.

Entre espasmos y convulsiones, Elizabeth se retorcía y agonizaba. La imagen de aquello era sobrecogedora. El dolor de aquella persona parecía no tener solución.

¡Tiene que haber algo que pueda hacer!-pensó Kongqe-¡Me niego a dejar esto así!

¡NO!-gritó de pronto la androide-¡NO QUIERO GOLPEAR A MI SALVADOR! ¡DETENTE, CUERPO MALDITO!

¡¿Elizabeth?!-se sorprendió el Taimanin-¿Eres tú?

¡Soy yo!-chilló ella, presa del dolor-Pero…no puedo… serlo… mucho tiempo… mis fuerzas me…

¡No dejes que te abandonen!-pidió Kongqe-¡Aférrate a la consciencia! ¡Que tus fuerzas no se vayan de tu lado! ¡Lucha, Elizabeth! Estoy intentando luchar por ti, darte una compensación por lo que esos monstruos te han hecho, pero… ¡no puedo hacerlo solo! Si tú también luchas por ti misma, tal vez entre los dos… ¡consigamos romper los barrotes de tu prisión!

¡Mi cuerpo amenaza con romperse en pedazos!-gritó Elizabeth entre sollozos-La fuerza que hago para impedir que se mueva y te golpee no es suficiente. ¡Me estoy desgarrando!

¡No pasa nada, estoy acostumbrado, soy un guerrero!-insistió el Taimanin-¡Golpéame si es necesario, pero no te hagas más daño del que te han hecho! ¡Concéntrate en gobernar tu mente y luchemos juntos por estabilizar el desequilibrio de tu cuerpo!

Si hago eso…-balbució la mujer-… ¡acabarás malherido!

Estoy dispuesto a que así sea.-Kongqe no dejaba de afirmar-Llevo mucho tiempo malherido. Vestir las ropas de esta mafia desalmada ha quemado mi piel, y tener que mostrarme como enemigo de las personas que han ayudado a construir mi vida, incluyendo a la mujer a la que amo, ha desgarrado mi corazón, hundiéndolo en una cama de espinas emponzoñadas. ¿Crees que voy a venirme abajo por unos golpes? ¡Quiero que estés tan dispuesta a salvarte como lo estoy yo, tanto a ti como a mí mismo!

¡Perdóname!-gritó Elizabeth mientras se lanzaba con una patada giratoria aérea.

Finalmente, la mujer había dejado de hacer fuerza para reprimir las órdenes de las máquinas que la gobernaban por dentro. Kongqe esquivó la patada y miró a los ojos a su agresora, quien ya no tenía aquella mirada fría y asesina, sino la de una persona con sentimientos.

¿Lo ves?-el Taimanin sonrió-No pasa nada. El combate es una de mis especialidades. Está todo bajo control.

Gracias por lo que estás haciendo, Ling Kongqe, ¡gracias!-dijo con sinceridad Elizabeth mientras los tentáculos se desplegaban de su espalda.

Uno por uno, aquellos flexibles apéndices de combate se clavaban en el suelo con fiereza. Su dueña no podía controlarlos, por lo que el joven chino debía sortearlos como pudiera.

Me prometí a mí mismo que te salvaría en cuanto descubrí tu historia.-explicó el joven-Voy a devolverte a tu ser. Siento mucho no poder curar tu enfermedad, pero al menos podré librarte del yugo de las máquinas.

¡No quiero hacerte daño!-insistió con desesperación Elizabeth al ver que los tentáculos seguían patrones de ataque cada vez más peligrosos-Has demostrado tener un gran corazón, y con eso ya estoy contenta. ¿Por qué no lo dejas? Al fin y al cabo, como dijo la sargento Phoenix, yo moriré de todas formas. Gracias por este último regalo, de verdad, pero… sálvate tú. No sé si estas máquinas podrán matarme.

Hablas con una persona que ha vuelto de entre los muertos.-la rebatió Kongqe mientras esquivaba los tentáculos y en ocasiones era golpeado por algunos-Me negué a morir por poder volver a estar con mis seres queridos y con mi prometida y, ahora que la he vuelto a ver y nos hemos besado de nuevo, siento que no moriré en ningún combate. ¡Nada podrá conmigo! E incluso si llegara el fatídico caso de que me mataran, volveré a la vida una y otra vez, como he hecho ahora… ¡COMO EL AVE FÉNIX! El fénix vuela y reparte el fuego de la vida. Quiero que sus alas te abracen y te den la calidez que mereces, que derritan la frialdad de la que te han rodeado y que te protejan hasta el último momento. No te preocupes por mí, Elizabeth, pues eres tú quien necesita ser salvada. Déjate ayudar. Merecerá la pena.

Incluso si me rescatas de las garras de la tecnología, la leucemia me matará…-dijo amargamente la mujer a la vez que sus tentáculos formaban espirales para intentar abatir a Kongqe-… no merecerá la pena en absoluto. Podrían quedarte lesiones irreparables fruto de este combate. Ya he apreciado tu bondad y me has hecho feliz con ella. No es necesario que sigas.

Si no quieres que siga por ti, lo hare por mí.-el Taimanin se mostró tajante-Nutriré mi orgullo desproporcionado jactándome de que te salvé. ¿Es eso lo que quieres? La gente ha sido tan egoísta y tan hija de puta contigo que si yo también lo hago no te parecerá nuevo y no intentarás detener el cambio, ¿verdad? ¡Que así sea!

La maltrecha Elizabeth comenzó a llorar a lágrima viva.

¡Nunca había pensado que me encontraría con un corazón tan puro y bello como el tuyo!-gritó la híbrida mientras miraba al cielo y a su adversario a la vez-No dejarás de intentar salvarme de cualquier manera, ¿verdad?

Verdad.-respondió Kongqe con una sonrisa.

Entonces, si no puedes vencer al “enemigo”…-dijo Elizabeth-… ¡únete a él! ¡HAAAAAAAAAH!

Haciendo fuerza contra sí misma, logró agarrar los tentáculos con sus manos y arrancárselos uno a uno.

¡NGHHHHHHHHH!-gruñó la mujer.

¿Te duele?-se sorprendió el Taimanin.

Por alguna razón, sí.-las lágrimas de Elizabeth eran ya una mezcla entre dolor físico y psicológico-Estos tentáculos malditos y asquerosos parecen parte de mí. El dolor me va a matar antes que la enfermedad a este paso. ¡NO PUEDO RESISTIRLO!

Elizabeth…-suspiró Kongqe.

¡POR FAVOR!-chilló Elizabeth entre lágrimas mientras se arrancaba los tentáculos-¡PON FIN A ESTE DOLOR! ¡DÉJAME SIN CONOCIMIENTO! MIENTRAS ME ESTÉ AUTOLESIONANDO NO PODRÉ ATACARTE. APROVECHA ESTA OPORTUNIDAD. SI TANTO QUIERES AYUDARME, HAZME ESTE FAVOR. ¡SÁLVAME DE ESTE TORMENTO!

El Taimanin apretó los puños. Con los ojos humedecidos por unas lágrimas que amenazaban con brotar, se acercó a sus pistolas, las que habían salido volando cuando las había utilizado de escudo, y las agarró de nuevo.

¡AUNQUE ME QUEDE DÉBIL Y PIERDA TODA LA FUERZA QUE AHORA TENGO!-gritó la mujer-¡AUNQUE ME DESPIERTE CON DOLOR Y NO PUEDA VOLVER A DORMIR POR ÉL UNA NOCHE MÁS! ¡AUNQUE LAS GARRAS DE LA LEUCEMIA DESPEDAZEN MI CUERPO! ¡ME DA IGUAL! ¡SÁLVAME, KONGQE! ¡QUIERO SER UNA MUJEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER!

¡MALDITOS MILITARES DE ESTADOS UNIDOS, PAGARÉIS POR ESTO!-chilló Kongqe mientras disparaba sus pistolas a toda potencia.

De los cañones comenzaron a salir preciosos cristales de colores cargados de chispeante energía. Los tentáculos que le quedaban a la mujer fueron destruidos uno a uno. La armadura que cubría su cuerpo también, revelando que en su interior seguía su figura primigenia, quedando desnuda y revelando una triste realidad: era mucho más delgada de lo que su armadura la hacía. La enfermedad se la estaba comiendo. Estaba llena de hematomas, cicatrices y punciones, y algunos cables sobresalían de su cuerpo, puenteando diferentes zonas de su maltrecha e injustamente tratada anatomía.

Una mujer…-Elizabeth perdió las fuerzas para gritar-…quiero ser una mujer… y quiero… vivir…

¡Estás viva aún!-Kongqe sonrió.

Tengo…frío…-susurró la mujer mientras sentía que la abandonaban las fuerzas.

El Taimanin corrió hacia ella y la sujetó con sus brazos justo antes de que cayera al suelo por el desmayo que acababa de experimentar.


Doctora Himehagi…-dijo el joven en voz alta mientras miraba al cielo para no contemplar la figura desnuda de Elizabeth-…me alegraré de volver a verte, pero, antes de celebrarlo, tengo trabajo para ti.

jueves, 2 de junio de 2016

[TY] Episodio 83: Resolviendo rencillas

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 83: Resolviendo rencillas

¡MARGA!-chilló Layla al ver caer a la teniente Margaret-¡MARGAAAAAAAAAAAAAA! ¿QUÉ TE HAN HECHO? ¿CÓMO HAS PODIDO CAER ASÍ? ¡MARGA, NO! ¡RESISTE!

Kuroageha, que estaba en aquella enorme azotea peleando con la sargento Layla, también había visto el final del combate entre Seika y Margaret. Se sintió muy contenta y orgullosa por la victoria de la joven.

¡BIEN HECHO, CAMPEONA!-gritó la líder del equipo ninja para que su subordinada pudiera escucharla.

Vio a Seika levantar el puño victoriosa mientras la miraba. La hermosa líder se sintió aún más contenta, pues veía a la que un día fue una chica acomplejada e introvertida siendo toda una guerrera solemne y orgullosa.

¡SÓLO QUEDA ESTA ZORRA!-exclamó Kuroageha-¡ME ENCARGARÉ DE LIQUIDARLA! ¡TÚ VE A BUSCAR AL RESTO!

Al ver que la sargento seguía obnubilada mirando el cuerpo desmayado de su subordinada, Kuroageha le lanzó una patada giratoria, sacándola de su conmoción y devolviéndola al combate.

¡La habéis hecho buena!-gruñó la soldado-¡Pagaréis esto muy caro! ¡Te volveré a derrotar y saldré corriendo a vengar a Margaret!

Llevamos un buen rato zurrándonos mutuamente.-respondió la ninja guiñando un ojo y sonriendo con sorna-No creo que después te queden fuerzas para perseguir a nadie. Es más, imagínate que encuentras a Seika y la pillas reunida con el resto. Creo que no quieres que te linchen entre todos. Bueno, entre todos tal vez no: Yamiyuki nunca pega a mujeres. ¡Entre todos menos uno!

Por eso voy a encargarme de hacerte morder el polvo rápido. Si consigo que a tu amiguita no le dé tiempo a reunirse con nadie, aún puedo darle su merecido por herir a Margaret.-rebatió la sargento.

Oh, de eso nada.-se negó la Taimanin-Si aquí hay alguien que tiene algo que devolver, ésa soy yo. Tengo que cobrarme la puñalada que me metiste hace tiempo. No descansaré hasta que te la devuelva con intereses.

¿Sigues resentida por eso?-se jactó Layla-La verdad es que a ambas nos vendrá bien que no lo olvides, pues vas a llevarte otra herida igual, y me aseguraré de que ésta sea letal.

Cielo santo, maldita zorra, no sabes cuántas ganas tengo de apalearte hasta convertirte en molienda.-suspiró Kuroageha mirando hacia el cielo-¡Terminemos este combate de una vez!

¡Me parece una gran idea!-respondió la sargento-¡Probablemente la mejor que has tenido en tu vida! Kick and Knife!
(¡Patear y apuñalar!)

Layla lanzó al aire un manojo de sus grandes y variados cuchillos y comenzó a dirigirlos certeramente contra Kuroageha a patadas. La Taimanin dio una palmada y provocó, con su arte ninja, una onda sonora que pitó con suficiente intensidad como para perturbar el vuelo de las armas blancas y hacer que se clavaran inútilmente en el suelo de aquella azotea.

Esta noche…-siseó la Taimanin-… seré yo quien te atraviese.

Eso aún está por ver.-respondió la militar lanzando más cuchillos y pateándolos en el aire.

Kuroageha desvió los cuchillos disparándoles dardos con su cerbatana. Acto seguido, se llevó su flauta a los labios y tocó una melodía encantada con su técnica del sonido. Al oírla, la militar sintió que le flojeaban las piernas levemente. Su enemiga aprovechó este momento para acercarse a ella y asestarle un puñetazo en el plexo solar, tirándola de espaldas.

¿Te crees muy lista?-preguntó Layla provocativamente.

Se incorporó acompañando su impulso con una patada, fustigando a la Taimanin con ella y aprovechando el momento para girar sobre sí misma y asestarle un potente rodillazo bajo un brazo, en una axila, apretándole fuertemente el músculo pectoral contra las costillas.

Veo que sigues sin estar a mi altura, Taimanin.-comentó la sargento al ver la mueca de dolor de su contendiente.

No, no estamos a la misma altura.-respondió la joven agarrando la rodilla de su contrincante-Yo estoy de pie y tú, ¡en el suelo!

Con una ágil llave, Kuroageha empujó a Layla moviéndole la pierna y la precipitó de nuevo contra el suelo, posición que aprovechó para subirse encima de ella y atraparle los brazos contra el tronco haciéndole una pinza enroscando las piernas a su alrededor. Tras ello, colocó las cuchillas en forma de mariposa de su flauta y de su cerbatana a ambos lados del cuello de su oponente.

Es hora, por fin, de devolvértela.-dijo la ninja con satisfacción-¿Unas palabras de despedida?

Sí: vete al cuerno.-respondió secamente la militar.

Layla se abrió de piernas 180 grados, pegando sus ingles y glúteos al suelo. Desde esta posición, describió el cierre de un círculo llevándose las piernas a la cintura, atrapando a Kuroageha con los hombros y arrancándosela de encima, catapultándola a la vez que extendía las rodillas.

¿De verdad pensabas que te lo iba a poner fácil?-preguntó la sargento mientras se ponía de nuevo de pie.

Vaya hostia…-la elogió Kuroageha-…pareces un poco mejor que tu teniente  querida.

¿Te ríes de una compañera caída?-Layla se mostró enfadada.

No paras de reírte de una herida que me causaste y que me podía haber matado.-la Taimanin se encogió de hombros-Ojo por ojo y diente por diente.

Ojo por ojo y el mundo acabará ciego.-la corrigió la sargento tratando de enfadarla.

Nació ciego.-la joven ninja no se dejó llevar-Me gustaría buscarle una cura, pero primero necesito espantar a las moscas que no me dejan trabajar en ello.

Las “moscas” como yo picamos con muy mala leche.-respondió la soldado lanzando cuchillos de nuevo.

Y yo tengo el poder para fumigar cualquier plaga.-Kuroageha se encogió de hombros-Ninpô – Dokuton no Jutsu!
(¡Arte ninja del veneno!)

Kuroageha sopló a través de su cerbatana un gas de color morado que formó una nube alrededor de Layla, quien empezó a toser y a tratar de apartarse.

¡Corta eso con tus cuchillos si puedes!-instó la Taimanin.

¡Voy a tener que enseñarte un par de cosas!-bramó Layla.

La soldado apoyó las manos en el suelo, hizo el pino, separó las piernas hasta formar un ángulo plano y giró sobre sí misma a gran velocidad cruzando y descruzando los brazos. La energía cinética que produjo disipó el gas de manera vehemente. Acto seguido, se lanzó contra su oponente con esta misma patada en hélice. Antes de ser atropellada por aquel potente ataque, Kuroageha saltó y cayó justo encima de su agresora, poniéndose de pie apoyando los tacones en los laterales de las rodillas de quien intentaba atacarle, bloqueándole dichas articulaciones e impidiendo que volviera a su posición neutral.

Je…-Kuroageha sonrió con satisfacción.

Levantó la mano izquierda con los dedos índice y corazón extendidos y el resto doblados. Alrededor de esos dos dedos comenzó a formarse una burbuja de un líquido de color verde oscuro que no tardó en lanzar con fuerza hacia abajo, hacia Layla. En tiempo casi cero, la soldado reaccionó, giró sobre sí misma haciendo fuerza con los brazos, logrando que Kuroageha se escurriera y se cayera de encima de ella, dándole libertad para juntar de nuevo las piernas y rodar lejos de aquella bola de líquido, que colisionó contra el suelo, produciendo un sonido silbante y una pequeña columna de vapor, dejando finalmente un cráter.

¡¿Ácido?!-la sargento no daba crédito.

El Dokuton no Jutsu es un arte muy versátil para acabar con molestias como tú.-se limitó a responder Kuroageha.

Apretando rabiosa los dientes, Layla continuó lanzando cuchillos a patadas, alternando cada lanzamiento con un desplazamiento rápido, creando una especie de prisma de cuchillos voladores a alta velocidad. Algunos pasaron rozando a la Taimanin, causándole algunos cortes, pero, a pesar de ello, conseguía evitar que ninguno se le clavara: no quería acabar como en su batalla anterior contra la temible y poderosa sargento. Para defenderse mejor de aquel enérgico asalto, Kuroageha comenzó a lanzar chorros y burbujas de ácido contra los proyectiles, corroyéndolos e inutilizándolos antes de que la alcanzaran. Necesitaba golpear a Layla al menos una vez para escapar de aquella prisión que, si bien no era sólida, restringía sus movimientos con macabra precisión.

Ninpô – Ototon no Jutsu!-exclamó la Taimanin.
(¡Arte ninja del sonido!)

Chasqueó los dedos, produciendo un ruido ensordecedor que alteró el equilibrio de Layla, empeorando y ralentizando sus desplazamientos. Esto permitió que se pusiera fin al prisma de cuchillos: Kuroageha saltó hacia su enemiga y la lanzó por los aires con un ataque giratorio describiendo un molinillo con los brazos extendidos. Las alas de su uniforme se desplegaron por la vehemencia del movimiento en el aire, dándole el aspecto de una mariposa guerrera por unos segundos.

Estás jugando con fuego.-advirtió Layla estabilizándose con un giro aéreo-¡Y vas a quemarte!

La sargento se lanzó en picado a por Kuroageha con una patada. Tras golpearla, agarró su cuello con ambos muslos, hizo una inversión hacia abajo, apoyó las manos e hizo presión para golpear a su presa contra el suelo. Lejos de soltarla, continuó haciendo presión con los muslos para estrangularla.

Ngh…-boqueó Kuroageha-… ¡suéltame!

Con las palmas de ambas manos, la Taimanin golpeó a su enemiga, consiguiendo que la soltara y escabulléndose de su peligrosa llave. Acto seguido, lanzó dos cuchilladas cruzadas con las hojas de sus dos armas, pero fueron paradas por dos cuchillos de gran tamaño.

Parece que esto se ha convertido en un pulso.-comentó la soldado-¿Quién tendrá más fuerza de las dos? Creo que soy yo.

No te lo niego.-respondió Kuroageha-No obstante, no necesito tener una gran fuerza para ser la vencedora. Tengo otras capacidades.

Con la rapidez característica de los guerreros ninja, la Taimanin se zafó de aquel forcejeo y apareció al otro lado de los cuchillos, pegada a su adversaria, agachada como una depredadora preparándose para cazar. Al incorporarse, lanzó dos tajos ascendentes con sus armas, rasgando la tela del revelador uniforme de combate de Layla y causándole dos sangrantes cortes.

¡Maldita seas!-gruñó la sargento-¡Voy a obliterarte del mapa!

La sargento Phoenix saltó rápidamente hacia atrás, alejándose de su oponente, quien sonreía con satisfacción. Tras ello, lanzó hacia el suelo los dos cuchillos que llevaba en las manos y los pateó ágilmente, disparándolos en pleno vuelo. Con gran elegancia, Kuroageha giró sobre sí misma, bateando los proyectiles con la pesada cola de su uniforme y devolviéndolos contra su lanzadora, causándole dos cortes más, cada uno de ellos perpendicular a uno de los anteriores.

¡Agh!-gimoteó la sargento, curvándose hacia abajo-Te aseguro que te mataré. No saldrás viva de este combate.

Eso tendría que decirlo yo en todo caso.-la corrigió su contendiente-Voy a devolverte multiplicado el sufrimiento que me causaste aquella noche. Ninpô – Dokuton no Jutsu!

Aprovechando la distancia que las separaba, Kuroageha conjuró un ataque especial consistente en disparar una ráfaga de agujas tóxicas hechas de líquidos venenosos cristalizados. Teniendo que hacer un importante acopio de fuerzas, la soldado comenzó a correr, esquivando aquellas peligrosas esquirlas que sin duda le causarían grandes problemas en caso de contacto.

¡HAAAAAAAAAAAH!-gritó sorpresivamente Layla.

En cuanto consiguió flanquear a Kuroageha, lanzó un cuchillo contra ella de una patada con objeto de clavárselo en la cintura. La Taimanin lo vio a tiempo, dejó de lanzar sus agujas y se escudó desplegando la cola de su uniforme con un brazo, bloqueando el proyectil con una hermosa ala de mariposa.

Tarde o temprano se te clavará algún cuchillo y entonces será tu fin.-insistió Layla con autoconfianza-¡Encaja ESTO!

La sargento saltó, dejó caer un manojo de cuchillos y comenzó a patearlos a gran velocidad. Kuroageha se apartó de aquella rápida lluvia con elegantes volteretas hacia atrás y después de eso contraatacó soplando por su flauta y lanzando una bola de energía sonora a su través. El choque provocó que las heridas de la militar sangrasen más, obligándola a aterrizar.

Esto no es nada.-dijo la soldado tras escupir algo de sangre-He sufrido heridas más aparatosas en otras batallas que he acabado ganando. Tu fin está cerca.

Dejando los cuchillos atrás, Layla corrió velozmente hasta su enemiga, dispuesta a atraparla con una cadena de patadas. Kuroageha respondió con más patadas, chocando sus piernas entre sí como si estuvieran manteniendo un duelo de espadas.

¡HAH! ¡YIAAAAAH! ¡HWOAAAAAAH!-Layla gritaba con ferocidad en cada patada-¡Te abatiré y te convertiré en un colador!

¡Vas a desangrarte antes de eso!-insistió Kuroageha mientras bloqueaba y contraatacaba los fieros golpes de su adversaria-¡Este combate es mío!

Me niego rotundamente a dártelo.-respondió la sargento aumentando el ritmo y la fuerza de sus patadas-¡Me niego!

Tras aguantar durante un tiempo aquel choque de fuerzas, finalmente la soldado pudo burlar la defensa de la Taimanin, sumergiéndola de lleno en su combinación de patadas.

¡Maldición!-pensó la Taimanin mientras el dolor invadía su cuerpo.

¡Ya eres mía!-se jactó Layla-¡Éste es tu fin!

Con una sonrisa sádica y perversa, la militar continuó pateando a la Taimanin sin darle tiempo a recuperarse. Se acercaba la hora de combinar esas patadas con cuchillos para acribillarla a quemarropa y estaba dispuesta a acabar la pelea a lo grande.

¡NO!-pensó Kuroageha al ver que un cuchillo caía de la chaqueta de Layla-¡Otra vez no! ¡La lleva clara si se ha creído que va a ganar dos veces con el mismo truco!

Exponiéndose a un daño mayor por las patadas, la Taimanin se pegó a Layla como pudo y evitó que el cuchillo cayera cerca de los pies de su dueña golpeándolo con la hoja en forma de mariposa de su cerbatana. Acto seguido, lanzó un golpe con la hoja idéntica de su flauta, sorprendiendo a la militar y obligándola a alejarse para no recibir otro corte.

Has tenido suerte.-apreció la sargento.

Yo lo llamo “habilidad”.-respondió Kuroageha tras limpiarse con la mano la sangre que le goteaba de los labios.

Intentando sacar partido de la distancia que había vuelto a crearse entre ambas guerreras, Layla volvió a lanzar cuchillos a patadas. Esta vez combinaba cada lanzamiento con maniobras de acercamiento y alejamiento casi instantáneas, alternando una patada desde cerca y un lanzamiento de cuchillo desde lejos, impidiendo que su enemiga pudiera ver ningún patrón de ataque más allá de la alternancia entre un tipo de golpe y otro: cada patada y cada cuchillo llegaban de direcciones totalmente diferentes.

No puedo perder más tiempo.-pensó Kuroageha mientras trataba desesperadamente de esquivar todos los imprevisibles ataques.

Las dos tenían cortes en el cuerpo. No podían permitirse un sobreesfuerzo tan grande sin tratarse las heridas, si bien era cierto que Kuroageha tenía la ventaja en ese aspecto, pues los cortes que tenía eran más pequeños que los que había logrado hacerle a Layla, y ya casi no sangraban, a diferencia de los de ella. En un momento de lucidez, la sargento pudo atrapar a su adversaria con un fortísimo rodillazo, aprovechando esa circunstancia para continuar con una patada descendente de talón en la cabeza que combinó con varias patadas giratorias alternando ambas piernas.

¡ARGH!-gritó Kuroageha, arrollada por las patadas de su enemiga.

¡Te aplastaré cual gusano!-bramó Layla-¡Muere!

En una de sus patadas, Layla se sorprendió al ver que Kuroageha había parado el golpe agarrándole el pie con una mano.

He dicho que no.-siseó la Taimanin-¡Este combate me pertenece! ¡Te lo debo por intentar matarme! ¡Te joderé viva! ¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Apoyándose en el pie de Layla con las dos manos, Kuroageha dio una voltereta y fustigó la cara de su enemiga con ambas piernas de manera alternada. Al llegar de nuevo al suelo, agarró a la soldado de los hombros, se encaramó a su cuerpo y se quedó erguida en posición vertical encima de ella. Desde esta posición hizo fuerza con la espalda y los hombros para girar sobre sí misma, crujiéndole la espalda a su enemiga con fuerza.

¡NGH!-gritó Layla, dolorida.

Con la furia de una guerrera sedienta de venganza dibujada en su hermoso rostro, Kuroageha se curvó sobre sí misma sin soltar los hombros de Layla hasta bajar sus rodillas contra el abdomen de ella, embistiéndola con fuerza mientras le mantenía la espalda torcida, causándole un crujido muy doloroso. Finalmente, la Taimanin soltó los hombros de su enemiga, bajó al suelo y, ya de pie, le propinó un fuerte puñetazo en el esternón con el brazo derecho, tras el cual la hizo rodar por el suelo con un golpe de palma con la mano izquierda.

Si me abre las heridas que están empezando a cerrarse con sus patadas, tendré un problema.-pensó Kuroageha-Tengo que putear a esta zorra todo lo que pueda o me buscaré la ruina.

¡JAJAJAJAJA!-rió Layla-Cuanto más me provoques, más dolorosa será la muerte que te ganarás.

Sin mediar más palabra, la sargento saltó hacia su enemiga y giró sobre sí misma, cayéndole encima con un abanico de patadas giratorias. Tras ello, la lanzó por los aires con una voltereta con patada, momento que aprovechó para volver a saltar y lanzarle una lluvia de cuchillos que no podría bloquear.

¡NO INSISTAS MÁS!-gritó Kuroageha recuperándose en el aire-¡He dicho que no vas a matarme! ¡Voy a devolvértelas todas juntas esta puta noche!

Con las cuchillas de su flauta y su cerbatana, la Taimanin desvió todos los cuchillos a golpes. Tras ello, aterrizó elegantemente de pie y comenzó a alternar soplidos rápidamente entre sus dos armas, disparando dardos contra Layla y combinándolos con ondas sonoras mientras movía enérgicamente las caderas. Gracias a esta combinación, los proyectiles envenenados bailaban y perseguían a la sargento, quien trataba a toda costa de aterrizar sana y salva.

¡Maldita Taimanin obstinada!-gruñó Layla mientras bloqueaba los dardos con las coderas y las rodilleras-¡Voy a matarte de una vez por todas!

Justo cuando consiguió aterrizar, la sargento sintió un pinchazo: uno de los dardos de Kuroageha se le había clavado.

¡Mierda!-siseó la militar.

Estás jodida.-se limitó a decir Kuroageha con una sonrisa.

¡Esta pequeñez no va a poder conmigo!-rebatió la sargento buscándose el dardo con el tacto y arrancándoselo.

Has tardado demasiado en quitártelo.-explicó la Taimanin-Mis venenos son de muy rápida distribución. Sabiendo que esta noche nos íbamos a enfrentar a vosotros, he rellenado mis dardos con toxinas especialmente peligrosas contra seres humanos, que son muy diferentes a los venenos asesinos de Mazoku. ¿Tienes alguna última voluntad?

¡ACABAR CONTIGO!-chilló Layla, ocultando la preocupación por el ardiente dolor que empezaba a sentir en la zona en la que se le había clavado el dardo.

Layla abatió fugazmente a Kuroageha con una patada giratoria en la cabeza que combinó con una pinza de piernas para someterla en el suelo. Desde esta posición, luchó desesperadamente por estrangularla.

Ngh…-la ninja sentía que le faltaba el aire.

Al menos moriremos las dos, ¿no?-insistió la soldado.

¡Suéltame, perra!-bramó Kuroageha tratando de liberarse, con cada vez más dificultades para respirar.

No puedo darme por vencida.-pensó la joven mestiza-No puedo perder. ¡No ahora que sé que mi amado está vivo! ¡La persona que da sentido a mis días está cerca de mí, luchando a mi lado como solíamos hacer! ¡Ese amor me da una fuerza que esta perra sin sentimientos jamás podrá entender! ¡Aguarda, mi amado, ya voy! Chicos, tampoco os dejaré atrás a vosotros. Equipo Kuroageha, equipo Yamiyuki y… amado mío… ¡dadme fuerzas para vencer a esta escoria humana!

¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!-chilló la Taimanin haciendo acopio de fuerzas.

Con la propia fuerza de sus brazos, Kuroageha desdobló las rodillas de Layla, liberando su cuerpo y pudiendo volver a tomar aire de nuevo. Tras esto, agarró a su adversaria con determinación y la lanzó contra el suelo con una prodigiosa llave de Judo, después de lo cual la pateó en las costillas para hacerla rodar y alejarla.

No hemos terminado.-siseó la militar mientras comenzaba a incorporarse.

¡Pronto lo haré!-exclamó Kuroageha con fuerza-¡Estás acabada!

La sargento terminó de recuperarse y se lanzó horizontalmente contra la Taimanin, cruzando sus piernas y girando sobre sí misma como si fuera la broca de una taladradora.

Ninpô – Dokuton no Jutsu! Shinen no Dokubari!-exclamó Kuroageha.
(¡Arte ninja del veneno! ¡Aguijón Abismal!)

La pierna derecha de la Taimanin se recubrió de un líquido tóxico de color morado gelificado. Con esto, dio una potente patada lateral contra los pies de su agresora, parando su ataque y salpicando una gran cantidad de gotas de veneno que mancharon a la sargento, quien todavía tenía heridas abiertas.

Agh…-gimió la sargento, notando que empezaba a sudar.

Aún con la pierna envuelta en veneno, Kuroageha pateó a Layla repetidas veces.

¡Sí!-exclamó la Taimanin con una gran sonrisa-¡Es tu fin! ¡VENDETTA!

La militar sintió que su cuerpo se untaba en veneno. Aquel gel de extraña naturaleza era rápidamente absorbido por su piel y le nublaba los sentidos.

Mientras pateaba a Layla, Kuroageha subió los dos brazos y juntó ambas manos formando un sello ninja. Creó una enorme bola de ácido de color verde y la estampó contra su enemiga para finalizar el ataque, haciéndola chillar de dolor y dejándola tendida en el suelo.

No…-intentó articular la sargento-…no puede…ser…

La Taimanin se acercó al cuerpo tendido de su adversaria con andares amenazadores y sensuales hasta quedar de pie a su lado. La miró con superioridad. Se llevó la uña del dedo pulgar al cuello y describió con él una línea horizontal a la vez que sacaba a la lengua, haciendo ademán de decapitación. Tras ello, una sonrisa de orgullo se apoderó de su juvenil y bello rostro.

Esto te pasa por mala pécora.-dijo la Taimanin con satisfacción-¡JAJAJAJAJA!

Mientras reía, pisó la cabeza de Layla, clavándole fuertemente el tacón en la sien y haciendo un boquete en el suelo progresivamente, primero con su cabeza y luego con el resto de su cuerpo, terminando de hundirla y poniendo fin al combate.

Y que el veneno haga el resto.-pensó la Taimanin-Que muera lenta y dolorosamente. Se lo merece.