domingo, 5 de junio de 2016

[TY] Episodio 85: DMMA

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 85: DMMA

¡Barreras!-exclamó uno de los mercenarios al chocarse con una pantalla de luz que antes no estaba ahí.

La noticia de la batalla campal entre los soldados y los guerreros ninja había llegado a oídos de los Mazoku. Tanto por tierra como por aire, los demonios se preparaban para prestar su ayuda a los militares estadounidenses. Lo que no sabían era que había barreras místicas en la zona urbana. Aparentemente no había nada ante ellos, pero, al intentar cruzar una determinada línea que no estaba dibujada en ningún lugar, se activaba un muro de luz que los repelía, pudiendo causarles incluso la muerte si no dejaban de exponerse a él.

¿Qué hacemos ahora?-preguntó otro mercenario desconcertado-¡Tenemos que entrar y asegurarnos de que los soldados venzan a los Taimanin! Es nuestro turno para combatir.

Hordas y hordas de mercenarios, orcos, ogros y bestias demoníacas controladas por domadores Mazoku bien entrenados poblaban las calles. Encima de ellos, monstruos voladores, algunos de ellos con jinetes, y helicópteros convencionales.

¡Aunemos nuestras fuerzas!-sugirió uno de los mercenarios-Si todos disparamos nuestra magia contra el muro, tal vez logremos un poder que, en suma, supere al de la barrera. Esto ha tenido que ser obra de esos asquerosos y arrogantes Taimanin, ¡seguro!

Respondiendo con un grito de guerra casi uniforme, todos los hombres y mujeres que allí había representando a las tropas de Tigres Black apuntaron a la zona donde la luz había aparecido antes con las palmas de sus manos. Comenzaron a disparar fuego azul de muy diferentes maneras. La luz lo bloqueó todo.

¡No funciona!-se quejó una mercenaria-¡Necesitamos más apoyo!

Armados con porras, hachas, martillos y demás armas pesadas, los orcos y los ogros se agolparon en torno a la barrera y comenzaron a golpearla con sus armas. Los domadores instaron a las bestias a que hicieran lo mismo. Desde el cielo, las bestias aladas cargaron con placajes y patadas aéreas. Las más poderosas, parecidas a dragones, escupieron fuego azul contra aquella pantalla de luz.

¡El muro sigue sin ceder!-gruñó una domadora-¡No podemos pasar!

Un grifo demoníaco descendió cerca de la mujer. Su jinete le habló.

Hemos sobrevolado la zona y comprobado que el poder de la muralla es uniforme.-explicó-No hay ninguna zona ventajosa para atacar, y su altura parece infinita, por lo que no podemos colarnos por encima.

Tendremos que pedir ayuda a quienes nos comandan hoy.-se limitó a decir la domadora.

Asintiendo con la cabeza, el jinete emprendió de nuevo el vuelo a lomos de su grifo. Se acercó entonces a un helicóptero.

¡Doctora!-llamó el hombre-¡Tenemos un problema! ¡No hay forma de entrar!

La puerta del helicóptero se abrió, como si alguien de dentro estuviera preparado para saltar desde él. Kuritöö, la científica Mazoku, se asomó.

Atacad más fuerte.-ordenó-No tenemos mucho tiempo. Si seguimos estancados aquí, nuestros planes se verán truncados.

Parece que esta barrera no se puede tumbar con fuerza bruta, doctora.-insistió el jinete-Por eso le pregunto si conoce alguna manera de conseguir abrirnos paso.

No me queda más remedio que utilizarlo…-suspiró la científica llevándose una mano a la frente.

¿Sucede algo, doctora?-preguntó el jinete.

¡Mira esto!-Kuritöö le enseñó al jinete una tableta electrónica-¡Estos humanos se empeñan en utilizar su estúpida tecnología y tengo que llevar el seguimiento de su estatus con ella! ¿Lees bien la pantalla?

En la pantalla del dispositivo de la científica se podía leer información relacionada con unos sensores de posición y medida de constantes vitales que todos los soldados llevaban encima para poder informar a los Mazoku desde la distancia de la situación del combate.

¡No puede ser!-se sorprendió el jinete-¿Cómo han llegado a…

Los Taimanin no son moco de pavo y esos humanos nos han fallado: por muy militares que sean, tienen más limitaciones que nosotros.-explicó la doctora.

Podía leerse claramente que todos los soldados habían sido derrotados, incluyendo a las tres mujeres, que eran las más fuertes del pelotón.

Aún están vivos.-dijo Kuritöö mientras hurgaba en uno de los bolsillos de su bata blanca-A excepción de Púrpura Delgado, que ha muerto, todos los demás parecen poder ser salvados. Tenemos que recuperarlos cuanto antes. Ah… ¡por fin lo he encontrado!

La mujer sacó un tubo de ensayo lleno de un líquido de color rojo intenso. En lugar de llevar un tapón, la boca del tubo estaba obstruida por un mechón de pelo de color azul pastel que rodeaba las paredes de tubo por fuera formando una hélice cilíndrica.

¿Qué es eso?-preguntó el jinete, que seguía volando a ras del helicóptero.

Es nuestra llave para traspasar esa barrera.-explicó la científica-Más os vale aprovechar bien esta oportunidad: es una ayuda directa de Braulio-sama. Con un poco de su sangre y un mechón de su cabello, conseguimos dos cosas: que este frasco penetre la barrera al no contener materia puramente Mazoku y que desde dentro haga una llamada de sangre que nos teletransporte a todos al interior de la barrera.

Sin dar más explicaciones, Kuritöö lanzó el tubo de ensayo hacia la barrera, que se mantenía iluminada por los constantes ataques de las tropas. El objeto atravesó limpiamente la pantalla de luz y cayó al suelo, rompiéndose y derramando su contenido. La sangre y el pelo empezaron a formar una única sustancia que produjo una luz mágica. Esta luz atrajo a todos los demonios, que aparecieron instantáneamente dentro de la barrera. La científica aprovechó para bajarse de un salto del helicóptero. Tras ello, se colocó frente a todas las tropas.

Braulio-sama nos ha dado un mechón de su melena y un chorro de su sangre para atravesar esta barrera mística.-explicó-No desperdiciemos esta oportunidad. Nuestra misión no es enfrentarnos con los Taimanin hasta el final. Hemos de recuperar a los soldados. Inconscientes, malheridos… ninguno de ellos está bien. El cometido con el que hemos de cumplir es recuperarlos y reanimarlos levemente, lo suficiente como para poder llevárnoslos en condiciones de seguridad a la vez que nos aseguramos que entienden lo que ha pasado. Si los Taimanin se cruzan en nuestro camino antes de conseguirlo, será nuestra prioridad sortearlos. ¿Entendido?

Al ver que nadie pronunciaba ninguna objeción, la científica se preparó para dar la orden.

¡Romped filas!-gritó-¡Separaos y encontrad a nuestros compañeros caídos!

. . .

Kongqe se había quitado la chaqueta y había envuelto a Elizabeth con ella. No le gustaba la idea de que esa prenda amarilla que tantos malos recuerdos le traía tocara la piel de otra persona, pues le parecía mancillarla, pero lo prefería a dejar que la mujer perdiera su calor corporal. Asimismo, le incomodaba mirar a una mujer desnuda que no fuera Kuroageha.

Miró al cielo y vio descender en medio de la noche a una enorme mariposa de alas verdosas. La mujer de su vida estaba planeando con la cola de su vestido desplegada, probablemente buscándolo a él o a alguno de los otros compañeros.

¿Eres tú, Kongqe?-preguntó la chica en voz muy alta cuando todavía no podía distinguir de quién se trataba por la altura a la que se encontraba.

El mismo.-respondió él-Estoy aquí para ti.

Cuando la joven pudo aterrizar, se acercó corriendo a su novio. Se sorprendió al ver que tenía a una persona en brazos.

¿Qué le ha pasado al final?-preguntó Kuroageha preocupada-Jamás habría imaginado que detrás de esa máquina de matar se escondía una mujer que había sufrido tanto…

Le he devuelto la consciencia totalmente.-explicó Kongqe-Lo que no puedo asegurar es el estado de su cuerpo.  He destruido sus tentáculos y su armazón. No terminaba de ser un robot. Es una mujer humana, pero esa armadura estaba unida a ella por una serie de conexiones que no entiendo y que probablemente no se puedan analizar porque las he roto. Me ha parecido que estaba a caballo entre ponerse una armadura y convertirse en ella. La he tapado con mi chaqueta para que conserve algo de calor corporal y porque no quiero mirar a ninguna mujer desnuda que no seas tú. Si quieres echarle un vistazo a su cuerpo, no te lo impediré, pero no quiero mirar. Que quede entre vosotras.

No creo que pueda conseguir mucho yo sola.-respondió Kuroageha-Sólo se me ocurre llevarla a Gokuruma y que la vean los miembros del equipo médico Taimanin. Si hay alguien en estas calles que nos puede ayudar ahora mismo, ése es Rito, y no estoy segura de hasta qué punto. Está siguiendo un entrenamiento especial para conseguir una técnica curativa definitiva basada en extrapolar el Fushikakuzei a cuerpos que no sean el suyo, pero no estoy al tanto de qué porcentaje de dominio tiene sobre esa técnica. Ni siquiera sé si la técnica se ha constituido en su totalidad, pues es algo totalmente novedoso y podría superar incluso las habilidades de la doctora Himehagi. Forma parte de su formación específica e individual y no hablamos mucho de eso.

¿En serio?-se sorprendió Kongqe-Rito se está haciendo un hombre de gran valía. Se me ha hecho un nudo en la garganta enorme al verlos a todos con sus uniformes personalizados y sus armas. No son los niños que solían jugar conmigo al ping-pong en las termas. Se han hecho unos auténticos adultos.

Y no sólo Rito.-respondió Kuroageha, orgullosa de sus compañeros-Shirubei es el autor de los negocios con la ONU de los que probablemente has oído hablar en el cuartel enemigo. Él solo ha movido todo esto. Inuhito se ha convertido en una persona capaz de hacerle frente al fantasma de su familia. Ha abandonado sus miedos y se ha desclavado las espinas. Tendrías que escucharlo hablar ahora. Hagane ha vengado la muerte de su madre y está preparando una tesis doctoral en base al cadáver del hijo de su asesino. Aoi ha dejado de ser el chico inseguro que un día fue y ya no le afectan las torturas psicológicas por las que solía caer. Son todos unos auténticos hombres y todos unos guerreros. Y Yamiyuki… bueno, ya lo has visto. El líder de todos estos genios y, por lo tanto, un genio de aún mayor envergadura. Se ha convertido en un icono en Gokuruma, en la revolución de los Taimanin. Su poder está empezando a rivalizar con el de Asagi-sama. Seika también se ha convertido en toda una mujer: ¿has visto cuánto enseña su uniforme? Ha aprendido por fin a estar orgullosa de sí misma y eso le ha dado una fuerza desmedida. Y también el primo pequeño, Shiena. Hemos tenido que contratar sus servicios de una manera casi prematura para asegurar el éxito en esta guerra.

Mientras Kuroageha hablaba, Kongqe sonreía mientras las lágrimas surcaban su rostro.

¿Por qué lloras?-se sorprendió la chica.

Porque estoy orgulloso.-respondió él-Orgulloso de que las personas a las que tanto quise se hayan convertido en lo que son ahora. Y muy feliz por haber vuelto y poder seguir queriéndoos a todos. Lo habéis hecho bien. Habéis sido fuertes. Gracias por luchar. Habéis honrado bien mi “muerte”. Perdonad por el retraso, pero… ¡ya estoy en casa!

Bienvenido.-respondió Kuroageha con lágrimas en los ojos-Pero no vuelvas a irte.

Estuvieron hablando durante unos minutos. Rápidamente, Kongqe empezó a ponerse al día: preguntó que quién era la chica extranjera que los acompañaba, pues nunca llegó a conocer a Veena. También indagó un poco más en las historias de todos sus amigos y, por supuesto, de su amada. Hablaron asimismo de la quema de su bar, el Nishi, y de su renacimiento en el Atarashii.

Tengo ganas de trabajar en nuestro bar de nuevo.-concluyó el joven-El Atarashii… estoy deseando ver su nueva apariencia.

Será un placer.-Kuroageha sonrió-Y ahora tengo algo que preguntarte: ¿tienes información sobre el enemigo?

Mi trabajo como espía ha sido muy productivo.-respondió Kongqe-En la seguridad de Gokuruma os lo explicaré todo. Será mejor que nos reunamos con los demás.

¡Kuroageha! ¡Kongqe!-escucharon que los llamaba una voz.

Era Yamiyuki. A pesar de que se había alejado mucho del campo de batalla, se las había ingeniado para volver.

¿Cómo han ido las cosas por aquí?-preguntó el recién llegado.

Elizabeth está bajo control.-explicó Kongqe.

Le he pateado el culo a esa zorra de Layla.-añadió Kuroageha-Ahora mismo debe de estar pudriéndose con el veneno del que la he llenado. ¡Que se joda!

He vencido a Gordon Powers, pero lo he dejado vivo.-explicó Yamiyuki a modo de respuesta-Hay gato encerrado. Mi intuición no me falla cuando digo que ese chico no quiere pelear. Creo que es consciente de que está siendo un títere y dejarlo vivo me parece una ventaja estratégica. Es inteligente… o eso dice, por lo que se las ingeniará para volver a todo este entuerto cuando se despierte, probablemente en un bando diferente.

Perdonadnos por haberos estado escuchando.-dijo una voz muy dulce desde las sombras.

Aquella voz masculina les sonó muy familiar: estaba claro que era Hagane. Apareció desde un sombrío callejón al lado de Shirubei, en cuyo hombro se apoyaba.

¡Mírate!-se quejó Shirubei señalando a Yamiyuki con un dedo-¡Nosotros hechos mierda y tú ni siquiera te has ensuciado la ropa!

Es que he peleado en calzoncillos.-respondió el líder del equipo con total seriedad-Os lo podéis creer o no.

Confiamos en ti.-terció Hagane-Siempre lo hemos hecho. Y bueno, tampoco es para tanto lo nuestro: sólo se me ha deshecho el moño…

Estás muy guapo con el pelo suelto.-comentó Kuroageha con una sonrisa-O guapa. ¡Diva!

Perdona que no me ría, cabaretera de ojos felinos, pero me duelen las costillas.-respondió Hagane guiñando un ojo-Tengo tantas patadas marcadas en ellas que he perdido la cuenta. Ahora bien: ese Émile no volverá a dar por culo. Lo he dejado en pelotas y medio muerto. Espero que le duela la cabeza cuando se despierte como si tuviera resaca.

Leon Fitzgerald también es historia.-añadió Shirubei-Me ha supuesto un gasto tremendo de energía espiritual, pero lo he dejado bien dormidito. No lo he matado, porque no es nuestro cometido matar humanos, pero creo que no volverá a molestarnos.

No pueden estar muy lejos…-oyeron que comentaba una chica cuya voz les resultaba familiar.

A juzgar por los destellos policromados que se han visto hace un momento cerca de aquí, diría que se han disparado cristales ionizantes en esta calle o en alguna cercana.-le respondió un chico, también de voz familiar-Si mal no recuerdo, las pistolas de Kongqe iban cargadas con ellos.

¡Veena!-gritó Kuroageha-¡Aoi! ¡Estamos aquí!

Con gran rapidez, los dos jóvenes llegaron al lugar de reunión, guiados por la voz de su compañera.

No hay derivaciones energéticas de ningún tipo a favor de nuestros enemigos.-comentó Aoi-He derrotado a Christian Miller… aunque creo que todo esto no era lo que él quería. Está inconsciente.

Yo también he vencido a uno de los militares.-añadió Veena-James Miller ha caído en un combate mano a mano contra mí. Ha demostrado ser… un buen hombre.

¡Qué curioso!-respondió Yamiyuki-¡A todos les pasa lo mismo! ¿No hay nadie que sienta real vocación por joder el orden? ¿Son todos marionetas?

Émile.-respondió Hagane-Él no parecía tener muchos signos de arrepentimiento. Creo que le gustaba ser un capullo.

Leon tampoco parecía arrepentirse de nada, aunque tiene cara de ser demasiado bueno para la mierda que le han encomendado.-añadió Shirubei.

Layla era una hija de puta consumada.-terció Kuroageha-Por eso la he matado.

Eso deja a Christian, a Gordon y a James como los únicos de los que podemos sacar ventaja estratégica induciendo en ellos un cambio de bando.-dedujo Yamiyuki.

Pues sí, porque con Andrei no puedes contar.-Inuhito apareció por detrás de él-Vaya un cabrón. ¡Casi me mata! No me he sentido tan feliz meando encima de un enemigo abatido en mi vida. Bueno, tampoco suelo hacerlo mucho…

¿Estás bien?-preguntó Yamiyuki mientras le daba una palmada en la espalda al recién llegado.

Todo lo bien que puede estar alguien que  ha estado varias veces al borde de la muerte en una noche.-respondió Inuhito-No os preocupéis.

Bueno, creo que es hora de hacer un inciso para la presentación formal.-dijo Kuroageha-Veena, éste es Ling Kongqe, el miembro restante del equipo Kuroageha y mi prometido. Kongqe, ésta es Veena Idaiyar, una de las mejores Taimanin de su generación, nacida y criada en la República de la India.

Será un placer trabajar contigo, Veena.-Kongqe sonrió-Me han hablado muy bien de ti.

Veena se arrodilló como si estuviera en una clase de artes marciales y saludó.

Gracias por devolverle a Kuroageha el fragmento de vida que le faltaba.-respondió la chica inclinándose-Te debemos mucho.

Bueno, veo que ya os conocéis todos.-dijo una voz familiar.

Los que quedaban por llegar acababan de aparecer. Por orden de Kuroageha, Seika había salido a buscar a los demás, encontrando a su hermano Rito y a su primo Shiena.

¡Rito!-exclamó Hagane con tono jovial-¡Hola de nuevo!

Cómo me gustaría a mí también estar intacto.-se quejó Inuhito-Puta regeneración… qué bien os cuidáis.

Luego te cuidaré yo a ti con algo muy bonito como compensación.-respondió Rito guiñando un ojo-Chicos, he vencido a Grant Steeler. Nunca más quiero volver a ver a ese cabrón. Es pura maldad, un psicópata infiltrado en el ejército.

¡Igual que el de la cara gris!-respondió Inuhito-Puñetero Andrei…

Púrpura ha…-comentó Shiena en voz baja-…ha… muerto…

¿Lo has matado?-preguntó Kuroageha.

¡No!-respondió Shiena-De hecho, casi muero yo a sus manos. Su arma ha fallado y le ha explotado. No he podido hacer nada salvo apartarme para proteger mi vida. Necesito ampliar mis capacidades: he sobrevivido por pura suerte. ¡Lo siento!

No lo sientas.-intervino Seika-Has permanecido con la guardia alta hasta el final. Si de verdad te preocupas por tus habilidades, intervendrás tiempo en mejorarlas y no volverás a sentirte tan amenazado en un combate. No creo que hayas sobrevivido sólo por suerte, Shiena. Si no hubieras querido luchar, no habrías conseguido tanto. Incluso si necesitas fortalecerte, alégrate de tus logros.

Todos sonrieron. Ver a Seika dando una lección de orgullo y autoestima les demostraba cuánto había madurado como persona.

He derrotado a la teniente Johnson.-añadió la musculosa joven-Está inconsciente, pero era lo mínimo que se merecía después de haber sido partícipe de una crueldad como la de la pobre Elizabeth…

Si la doctora Himehagi ve pronto a Elizabeth, tal vez puedan arreglar alguno de sus problemas.-respondió Kongqe-De todas maneras, Rito, según Heiyangyu, tú puedes…

Déjame intentarlo, pero no estoy seguro de cuánto podré conseguir.-respondió Rito en tono solemne-En cualquier caso, se quedará mejor de lo que está ahora.

Kongqe apoyó cuidadosamente a Elizabeth en el suelo y retiró la mirada. Rito le quitó la chaqueta y comenzó a transmitirle energía curativa. En ese momento, escucharon un aplauso.

Qué bonito reencuentro.-los felicitó con escarnio una voz que les resultaba desagradablemente familiar.

Se giraron y vieron a la doctora Kuritöö con una gran cantidad de demonios y soldados Mazoku detrás.

¡TÚ!-gritó Yamiyuki-¿A qué has venido?

Pues a recoger a mis camaradas.-respondió la científica-¿A qué si no?

Vieron que los Mazoku habían vestido a los soldados con sus ropas de uniforme típicas para cubrir la desnudez de muchos de ellos por la destrucción de sus armaduras. Todos ellos, salvo Púrpura, estaban en brazos de los soldados. Estaban despiertos, incluidas Margaret y Layla.

Tienes que aparecer siempre en los momentos más inoportunos, perra odiosa…-siseó Inuhito.

¿Decías algo?-preguntó la Mazoku-Ten mucho cuidado. Sigo sin haberme olvidado de que mataste a mi hijo.

Y tú eres la siguiente, zorra desalmada.-respondió taimadamente el chico de cabello blanco.

Ya lo veremos.-se limitó a decir Kuritöö.

Mi abdomen…-se quejaba Gordon mientras se llevaba las manos al cráter que le había hecho Yamiyuki.

¿Se puede saber qué le has hecho a esa mole, pedazo de animal?-susurró Shirubei acercándose a Yamiyuki con Hagane aún agarrado.

Sólo ha sido un puñetazo.-respondió Yamiyuki encogiéndose de hombros.

Los dos se miraron y se sonrieron.

¡Mi hermosa melena!-gruñía Émile-¡Pagarás por esto!

Habéis matado a Púrpura…-se quejó Andrei-…el único con el que podía hablar de asesinatos con tranquilidad… vaya cojones tenéis…

¡Silencio, por favor!-pidió Kuritöö-Si habláis, vuestras heridas os harán más daño. Os llevaremos a nuestras instalaciones y os trataremos debidamente.

¡No, por favor!-pidió Layla, escurriéndose de los brazos del soldado que la sujetaba-¡Ayúdame ahora!

La sargento se arrastró por el suelo hasta llegar a los pies de Kuritöö.

Kuritöö, por favor…-pidió Layla-…no puedo dejar que esa Taimanin viva. El veneno que me ha inyectado me está consumiendo. No me queda mucho tiempo. Por favor, Kuritöö… dame poder para vencer. Dame DMMA…

¿El DMMA no es esa droga que confiere poderes sobrehumanos a los organismos en los que se inyecta?-preguntó Aoi preocupado-¡Es la droga que confiere el poder del fuego azul!

¡La droga del caso Blue Rabbit!-añadió Rito-Si la sargento consume esa droga… su poder será…

DEMONÍACO.-Kuritöö le terminó la frase mientras sacaba de su bata una pistola hipodérmica-Vamos, Layla, voy a concederte tu deseo. Es lo que una amiga haría, ¿no es así?

La demonio clavó las agujas de la pistola en el cuello de la militar. Acto seguido, presionó el gatillo, haciendo que el líquido de los tubos entrara al cuerpo de la mujer.

¿Habéis visto cuántas agujas tenía esa cosa?-preguntó Shirubei-¿Y cuántas dosis?

Es una sobredosis segura.-respondió Inuhito.

Algo no me cuadra.-terció Aoi.

¿Seguro que no te cuadra?-preguntó Yamiyuki-¿En qué son expertos los demonios?

¡En ser unos trai…-se aventuró a responder Rito.

No pudo terminar su frase porque se sorprendió al ver el cuerpo de Layla arder en fuego azul unos instantes. Acto seguido, la sargento se puso de pie como si no tuviera ninguna herida.

¡Voy a masacraros!-amenazó.

Tras gritar, un chorro de sangre salió disparado de su boca. Sentía un poder desmedido y a la vez un dolor asesino.

¿Qué me has hecho, zorra?-gritó Layla muy ofendida-¡Esto no era lo que me explicaste en los efectos del DMMA!

Al ritmo de sus gritos brotaban llamas azules de sus manos y de sus pies: el poder demoníaco era real, pero parecía sufrir una sobredosis. Sentía que no podía controlar el poder que había adquirido y que se iba a romper viva en pedazos.

Te expliqué los efectos de una dosis normal de DMMA, no de las varias decenas que te acabo de meter, peón inútil.-le espetó Kuritöö-¡Haz algo útil por una vez! Llevas mucho tiempo gorroneando en nuestras instalaciones. ¡Compénsanos!

¡PUTA TRAIDORAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!-chilló Layla mientras una explosión de fuego azul salía de su cuerpo y el dolor se apoderaba de ella.


Horrorizados, los soldados comenzaron a entender el futuro que les esperaba y que no estaban en brazos de los demonios como ayuda para moverse por las palizas que habían recibido. El fuego que rodeaba a Layla comenzó a concentrarse en su espalda y a formar algo a raíz de ella: parecían alas.

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