domingo, 13 de julio de 2014

[EPISODIO PILOTO] Taimanin Yamiyuki

Tokyo…la que en su día fue una próspera ciudad. En la actualidad, se encuentra sumida en un ponzoñoso mar de maldad, corrupción y juegos sucios y peligrosos. De los mismísimos infiernos llegaron criaturas malvadas, demonios y monstruos, tan variopintos y heterogéneos como podrían serlo los habitantes naturales del planeta Tierra…y los más inteligentes se hicieron con el control sin legalidad alguna. Los espíritus de los ríos y de las montañas aterran a los ciudadanos y cumplen años y años bajo la imposición de su tiranía. Tráfico de drogas, tráfico de armas, compra-venta de países, corrupción política, trata de esclavos, prostitución ilegal, asesinatos y demás fechorías imaginables en las condiciones más inhumanas que se puedan imaginar…con la impotencia como única respuesta del mundo de los humanos. Pese a todo el poder que existe todavía, pues se están midiendo los países de todo el mundo frente a un grupo reducido de demonios en Japón, los humanos no saben muy bien cómo hacer frente a esta amenaza. La astucia humana ha logrado paliar mínimamente los escabrosos efectos del dominio demoníaco y, ante el inusitado respeto de los sobrenaturales visitantes del inframundo para con el poder político humano, se vive bajo un pacto de mutuo respeto en el que ni los demonios interfieren con los humanos en el día a día ni tampoco los humanos se interponen en el camino de los demonios. Como no es difícil de suponer, este pacto está lleno de lagunas y cláusulas ocultas que los demonios están explotando tanto como explotan a los propios humanos, a las pobres víctimas que caen en sus zarpas y se convierten en mera carne. No obstante, el pequeño reducto humano que conserva el valor y la voluntad para luchar por la justicia no está desnudo ni desarmado: una fuerza sin igual, un poder tan devastador como noble y una personificación del mismo en un ejército subrepticio existen en los entresijos que el ojo demoníaco no alcanza a ver…

…ellos son los Taimanin.

. . .
/Tokyo, 16 de junio, 22:45 p.m. /
Un helicóptero negro sobrevolaba una zona de los suburbios demoníacos de la ciudad. Se había corrido la voz: iba a venderse al aire libre algo inusual, muy inusual. Una turbia empresa dirigida por un demonio adinerado de poco intelecto iba a vender como esclavas a un grupo de diecisiete mujeres de distintas edades que habían sido secuestradas en un parque de atracciones a plena luz del día una semana atrás. Los demonios habían violado con total descaro el pacto de no intervención, y más de una persona había acordado que necesitaban un aviso serio.
Que no quede ni uno.-dijo el líder.
Dentro del helicóptero había cuatro hombres jóvenes con aspectos muy dispares y llamativos.
¿No vamos a tomar rehenes para interrogarles?-preguntó uno de los otros tres chicos.
Por supuesto.-respondió el líder-Pero no de entre esa chusma. Nos quedaremos con el pez gordo…literalmente.
Je…-rió un tercero-…me gusta ese plan. Puedo oler a ese pez gordo…apesta.
Tus sentidos son tan eficientes como siempre, Inusen.-lo elogió el cabecilla-No es sin motivo el que te llamamos “el sabueso de los Taimanin”.
Sigo insistiendo en que “el perro” está bien, capitán…-el chico sonrió.
Eso nos traería problemas frente a las personas de mente cerrada que piensen que tu dignidad como hombre está en el apodo que la gente use para apelarte.-dijo el líder-Conozco bien todos los porqués…créeme…de que te identifiques con un perro…no obstante…lo dejaremos para la intimidad, ¿no crees?
Siempre tan correcto y tan táctico, líder Yamiyuki…-respondió el chico-…me vas a hacer jadear.
Y no es para menos.-terció el cuarto joven-Es el Taimanin varón más fuerte de Gokuruma, el más poderoso de entre los hombres en nuestro oficio...ostentador de un poder tal que lo coloca a la altura de nuestra mismísima líder…Asagi Igawa.
Basta de cháchara.-Yamiyuki tensó sus músculos-Se va a producir la venta. Han llegado dos tipos vestidos de negro con un aura demoníaca muy potente. ¡Taimanin, al ataque!
El piloto levantó su dedo pulgar y, pulsando un botón, abrió las puertas del vehículo. Los cuatro chicos saltaron con suma gracilidad, describiendo elegantes piruetas mientras aterrizaban en aquel patio sucio y descuidado donde pretendían vender a mujeres inocentes. En ese preciso instante, un piloto rojo en el traje de Yamiyuki comenzó a parpadear mientras emitía un pitido.
¡Nos han avistado!-exclamó Yamiyuki-¡Hay francotiradores a nuestro alrededor! Separémonos antes de que salgamos heridos.
Líder…-dijo uno de los chicos-…estamos en el aire.
Eres demasiado inteligente como para que me tome en serio ese intento de excusa.-dijo Yamiyuki-¡Haced lo que sabéis!
¡A la orden!-exclamaron los otros tres chicos.
Pulsaron unos botones de sus trajes especiales de combate y en sus espaldas se desplegaron unas ala-deltas que les permitieron dispersarse en distintas direcciones. Separados, los cuatro jóvenes se prepararon para llevar a cabo la caída más estratégica posible. Los disparos de los francotiradores sólo conseguían fallar y ahogar los gritos de las desesperadas mujeres.
Fue sólo uno de los jóvenes el que cayó en el lugar del delito que estaba a punto de cometerse. Una figura estilizada y llena de curvas, de una delgadez sólo camuflada por el grosor de su traje de combate, con una estatura imponente y una larguísima melena negra totalmente lacia que brillaba con la luz de la Luna mientras acariciaba todo su cuerpo al viento. Llevaba un traje de cuerpo entero de color cereza anaranjado, con guantes y botas negros. Sus ojos eran de color rojo molibdeno, grandes y brillantes. Su piel era muy pálida y brillante, aunque de ella sólo se veía el rostro: Yamiyuki Kuroi, el más fuerte de los varones Taimanin, había aterrizado.
Buenas noches, escoria.-saludó mientras se quitaba el armazón de la espalda-¿Habéis decidido avanzar por el buen camino, no teniendo mejor manera para ello que escoltando a estas pobres mujeres perdidas a sus casas?
Es uno de esos Taimanin molestos.-dijo el tipo de negro, quien supuestamente iba a comprar a las mujeres-¡Matadlo! ¡Sois muchos!
Varios de los escoltas de las mujeres rodearon a Yamiyuki: eran toscos, de cuerpos anchos y algo deformes, bastante altos y con mucha barriga. Sus pieles eran verdes, y sus harapientas ropas estaban sudadas y rasgadas. Iban armados con objetos diversos, algunos incluso con la única compañía de sus puños.
Hay muchas cosas en este mundo que me dan asco.-dijo Yamiyuki-Una de esas cosas sois vosotros, orcos apestosos. Si estuviera en mi mano, ya habría exterminado vuestra innecesaria y sucia raza, pero, ya que sois demasiados…me resarciré matándoos a vosotros. ¡Ninguna mujer recibirá tratos indebidos en mi presencia! ¡Arrepentíos en el infierno, parias!
Los pocos orcos que tenían armas de fuego comenzaron a disparar. Yamiyuki se esfumó del centro del círculo que habían formado, por lo que las balas formaron un fuego amigo que hirió de muerte a varias de las criaturas demoníacas.
Ni siquiera podéis disparar un arma eficientemente.-dijo Yamiyuki-No valéis para nada…
¡RAAAAAAAAGH!-gritó un orco mientras corría hacia el Taimanin con un hacha levantada.
No te acerques a mí, pedazo de mierda.-dijo con mucha serenidad Yamiyuki mientras oprimía el panzudo abdomen del orco de una patada y lo obligaba a vomitar sangre.
El orco se desplomó entre jadeos. Yamiyuki se ahuecó la melena.
¿Alguien más quiere un poco de medicina?-preguntó el chico.
Tres orcos con armas blancas cargaron contra el chico.
¿De verdad que no vais a aprender nunca la lección?-preguntó Yamiyuki mientras sacaba de un bolsillo oculto un puñado de shuriken.
Saltando grácilmente hacia atrás, Yamiyuki lanzó sus armas arrojadizas en medio de una pirueta, acertando en los dos ojos y el entrecejo de cada uno de los orcos y cayendo elegantemente de pie al lado de las mujeres, que se abrazaban unas a otras entre sonidos de grilletes y llantos.
Buenas noches, señoritas.-saludó Yamiyuki mientras destrozaba las cadenas con una rápida maniobra-No teman, están a salvo.
¡LAS ESCLAVAS!-instó el hombre vestido de negro-¡LAS QUIERO AHORA! ¡IGNORAD AL TAIMANIN, PROTEGEDLAS CON VUESTROS MUGRIENTOS CUERPOS Y ACERCADLAS A MÍ!
Un portal de oscuridad en forma de círculo se abrió en el suelo detrás del hombre misterioso, que protegía su rostro con una capucha.
Las haré pasar por aquí y nos iremos.-informó el hombre.
La otra figura, envuelta completamente en una capa negra con capucha y atada con correas, asintió con la cabeza. La elevada presión de las correas dejaba leer la forma de las curvas de su cuerpo, incluyendo la pista de que debajo de ese atuendo había una mujer.
No sé quién eres ni qué te impulsa a pensar que me quedaré de brazos cruzados presenciando lo que dices que vas a hacer…-dijo Yamiyuki-…pero sí sé que apestas a demonio y que probablemente no salgas vivo de aquí.
¿Has olvidado a los francotiradores?-preguntó el encapuchado.
Creo que eres TÚ quien los ha olvidado.-dijo una voz masculina desde una posición desconocida.
Yamiyuki sonrió dulcemente.
¿Número de unidades restantes?-preguntó Yamiyuki.
Cero…-dijo el chico aproximándose con unos pasos muy sonoros y rítmicos-…capitán.
El joven había llegado hasta la espalda de Yamiyuki. Sonreía sádicamente con sus ojos de color miel y brillo dorado abiertos como platos. En una de sus manos llevaba una garra metálica con la que había atravesado la cabeza de un francotirador y lo llevaba colgando con un brazo levantado. Las manchas de sangre no negaban su belleza: era alto, delgado, atlético y de piel pálida. Su cabello era rubio intenso y corto, cortado en cazo, con dos coletas largas hasta la mitad de la espalda en la parte de atrás, sujetas las dos del mismo punto. Llevaba un traje de combate de color azul con una malla negra debajo que dejaba ver sus tríceps, parte de sus lampiñas axilas, las corvas y algo de las pantorrillas. En su rostro había una demencial sed de sangre: el sádico y despiadado Shirubei Anome había llegado.
Shirubei, bienvenido.-dijo Yamiyuki-Llegas justo a tiempo para acompañarme en la diversión de frustrar los planes de estos estigmas andantes.
Perfecto.-dijo Shirubei-Le he mandado una señal al helicóptero para que baje a por las chicas. En cuanto estén a salvo la liamos, ¿de acuerdo?
Me parece bien.-dijo Yamiyuki.
¡Haced algo, fantoches!-instó el encapuchado a los orcos.
Mientras los anonadados esbirros volvían en sí y agarraban sus armas, Shirubei soltó al difunto francotirador e hizo que las tres hojas de su garra se juntaran más hasta quedar paralelas. De su otra mano brotó otra garra igual, así como también lo hicieron de ambos pies. Mientras reía a carcajadas, comenzó a lanzar arañazos y patadas contra los orcos, despachándolos en breve.
Me encanta manejar este arma.-dijo Shirubei mientras lamía ávidamente sus labios-A propósito, ¿no has traído tu arma, capitán?
Claro que la he traído.-dijo Yamiyuki-Es muy grande, pero no me separo de ella.
¿No quedan más orcos aquí?-preguntó el encapuchado.
El pez gordo está debajo de este suelo.-dijo Yamiyuki-Puedo sentir su aura. Baja a por él, Shirubei, y tráelo vivo. Yo me encargo aquí arriba.
¡Marchando!-dijo Shirubei mientras saltaba por la trampilla por la que habían subido los orcos y las mujeres.
El helicóptero negro estaba muy cerca ya de la escena. Yamiyuki chasqueó los dedos, señal que le bastó al piloto para comenzar a disparar. Aprovechando la distracción que le estaba causando a la pareja encapuchada, el joven Taimanin comenzó a escoltar a las mujeres y a ayudarlas a subir al helicóptero.
Asegúrate de que esta noche se les dé tanta comida como sea necesaria, agua corriente y un sueño reparador, así como todos los servicios médicos que sean necesarios.-le encargó Yamiyuki al piloto después de subir a la última mujer, antes de bajar a por los demonios restantes.
¡Sin problemas!-dijo el piloto-¡Me llevo a las chicas a donde acordamos! ¡Nos vemos en el cuartel general, Yamiyuki!
¡Gracias por todo!-exclamó Yamiyuki mientras saltaba del helicóptero.
Maldito mocoso…-dijo el tipo encapuchado-… ¡no te perdonaré esto! ¡Adelante, mi fiel mascota!
Del portal de oscuridad que había conjurado apareció una enorme serpiente demoníaca de varios metros de ancho y muchos más de largo. Sus enormes colmillos podrían ser casi tan largos como el propio Yamiyuki.
¿Crees que esa cosa tiene posibilidades contra mí?-preguntó Yamiyuki-¡Deja de soñar! Ninpô - Bara no Jutsu - Rose Clutch!
Yamiyuki hizo un sello ninja con las manos. Entre brillantes espirales de rojos pétalos de rosa, montones de espinosas ramas de rosal se enroscaron en el cuello de la serpiente, haciendo una presión muy elevada que la hizo sangrar por los múltiples agujeros. Enfurecida, la bestia intentó atacar, pero la presión de la planta que tenía en el cuello acabó por estrangularla y hacer que se desplomara.
Maldito Taimanin…-dijo el tipo- ¡te arrepentirás de haber nacido!
El hombre saltó por el portal agarrando a la mujer tras de sí y haciendo que el círculo se cerrase tras ellos.
¡Yamiyuki!-oyó el joven líder que lo llamaba Shirubei mientras subía-¡Ya lo tengo!
Un orco de corta estatura con una acusada obesidad pataleaba entre los brazos de Shirubei, que lo llevaba inmovilizado para evitar su escape.
Buen trabajo, compañero.-dijo Yamiyuki-El helicóptero se ha ido: las mujeres están a salvo.
¿Qué es esa cosa?-Shirubei señaló el cadáver de la serpiente.
La mascota del cobarde que ha huido por su propio portal de oscuridad.-dijo Yamiyuki-No se le veía muy por la labor de luchar, aunque tampoco es mayor problema: nuestro objetivo era impedir el trágico destino de las mujeres y lo hemos hecho. Buen trabajo.
Se oyeron sendos pitidos en los trajes de ambos.
Aquí Yamiyuki.-dijo el líder.
Aquí Shirubei.-añadió el compañero.
¡Chicos!-dijo una voz familiar-¡Me temo que la misión será más difícil de lo que pensábamos!
¡Inusen!-exclamó Yamiyuki-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estás?
Voy a transmitir mis coordenadas al GPS del ordenador portátil de vuestros brazales.-dijo el otro Taimanin-Estoy aproximadamente a dos manzanas del lugar inicial de la misión. ¡Se está produciendo una violación en público!
Yamiyuki y Shirubei comenzaron a escalar edificios y a saltar de azotea en azotea en pos de su compañero. Si los criminales se habían dispersado y aquello sólo había sido una maniobra de distracción para atraer a los Taimanin, las cosas podrían ser mucho peores de lo que temían.
Y encima tenemos que ir con esta albóndiga putrefacta en brazos…-dijo Shirubei mientras se acercaban a la posición de Inusen.
Hay un camión del cuartel esperando cerca.-dijo Yamiyuki-Acaba de llegar.
Menos mal que al menos tú puedes desplazarte mientras miras el GPS.-respondió Shirubei-A mí me encantaría, pero no queremos que se me caiga este carcamal al suelo desde esta altura…
Agradezco tu comprensión.-dijo Yamiyuki-Si nos descolgamos desde el edificio que está a nuestra izquierda, llegaremos al camión sin ser vistos y podremos dejar al rehén.
Dicho y hecho, los dos chicos llegaron hasta el camión y hablaron con el conductor para que encerrara dentro al orco que, al parecer, había urdido todo aquello.
Y ahora vamos a por el impostor.-dijo Shirubei.
Yamiyuki y él se miraron y asintieron con la cabeza.
¡Yamiyuki, Shirubei!-exclamó una voz a pocos metros de ellos.
Miraron al frente. Un chico de complexión similar a la de ellos dos, muy alto, delgado, de cuerpo fibroso y marcado, con los ojos de color rojo sangre delineados con negro y una larga melena blanca que llegaba hasta sus costillas, algo alborotada. Vestía un uniforme de combate de color naranja brillante que bien podría parecer una malla de gimnasia, con guantes negros y un calzado de una forma inusual, con plataformas negras elevadas y arqueadas que no tenían tacón, dejando sus talones en suspensión: Inusen Yonekura.
¡Impostor!-dijo Yamiyuki con una falsa sonrisa-¡Cuánto me alegro de verte!
¿De qué me estás hablando?-Inusen se molestó-¡Somos compañeros!
Eres un demonio mimético que puede camuflar incluso su peste a basura Mazoku.-terció Shirubei-No sé cómo vuestra brujería puede interferir con nuestras señales de telecomunicación, pero lo has hecho bien.
Chicos, dejaos de bromas…-Inusen se cruzó de brazos y les lanzó una mirada severa.
¿”Chicos, dejaos de bromas”?-se burló Yamiyuki-El verdadero Inusen ya nos habría intentado hacer un tocamiento o algo similar. Además… ¿pretendes en serio que nos creamos que un Taimanin se quedaría mirando una violación sin impedirla y salvar a la víctima? ¿Por qué clase de estúpidos nos tomas? Y lo más importante…sabemos dónde están y cuántos son. Sí, los de la emboscada. Devolvednos a Inusen y dejad de bromear con las agresiones sexuales: son algo muy serio que os costará la vida a todos.
…-el Taimanin de cabello blanco se quedó callado.
Sin mencionar que no hay nadie siendo violado en esta posición.-dijo Shirubei-Tu estratagema es tan patética que hemos venido a reírnos de ella.
Mátalo, Shirubei.-dijo Yamiyuki-Cuanto antes salgan esos bastardos, antes podremos matarlos. Ir a buscarlos es invertir un tiempo que no tenemos, y más teniendo en cuenta que uno de nosotros no nos ha dado señales.
Shirubei no medió palabra. Con una sonrisa cordial, atravesó el vientre del supuesto Inusen con una de sus garras. En sus apretadas mallas podía leerse una vigorosa erección fruto del placer que le producía ver la sangre brotar de la herida que le había causado a aquel demonio.
Los demonios sois horribles…-dijo Shirubei con una sonrisa-…pero tenéis un punto de hermosura. ¡Veros sufrir es TAN bello! Podría deleitarme horas y horas viendo cómo os retorcéis de dolor… ¡bazofia, hijos de puta!
De los edificios colindantes comenzaron a salir orcos y algunos humanos cooperando con ellos.
¿Más de esta chusma?-preguntó Yamiyuki-Incluso personas como nosotros cooperando con esos…bastardos.
No se lo tengas en cuenta, amigo mío, están locos.-dijo Shirubei mientras limpiaba su garra con el pelo del cadáver de su víctima-Es hora de divertirnos dándoles caza.
Mientras Shirubei se acercaba a los enemigos, el cadáver del impostor se deformó  hasta adquirir la forma de un demonio putrefacto de piel renegrida, su supuesto aspecto original.
¿Dónde está Inusen?-preguntó Yamiyuki.
¡Bajadlo!-dijo uno de los orcos.
Una caja muy grande cayó de la azotea de un edificio. Shirubei saltó y la interceptó, colocándola cuidadosamente en el suelo.
¿Habéis metido a Inusen en una caja?-preguntó Shirubei-Tenéis que estar deseando morir, ¿no es así?
El joven rubio abrió la caja: dentro de ella estaba su compañero con las piernas abiertas en forma de “M” y un brazo atado a cada una de ellas, así como con una mordaza metálica.
No todos los perros toleran los bozales…-dijo Shirubei mientras liberaba a su amigo-… ¿no es así, Inusen?
¡Lamentarán haberme hecho esto!-dijo el joven, que lucía exactamente igual que el demonio que había adoptado su forma, mientras saltaba de la caja-¡Sentid mi mordisco!
En medio de su increíble salto, Inusen lanzó un manojo de cuchillos kunai contra los orcos bajo la atenta mirada de Yamiyuki. Al bajar, abatió a uno de los humanos de una patada con el talón y, una vez de pie, se colocó unos extraños guantes articulados de un brillante color blanco que parecían armazones de hueso artificial. Con ellos, comenzó a propinar contundentes puñetazos que rápidamente diezmaron a los enemigos que participaban en la emboscada. Los arañazos que esos guantes dejaban eran muy profundos. Cuando no quedaba nadie en pie, apareció un enorme y musculoso ogro casi desnudo.
¿El as bajo la manga?-preguntó Yamiyuki.
¡Ridículo!-comentó Shirubei.
Ninpô…-dijo Inusen realizando un sello ninja con sus manos-Kiba no Jutsu!
Lanzó una patada giratoria contra el ogro. Como si se tratase de una figura de mantequilla, fue cortado limpiamente por la mitad de forma longitudinal, luego transversal y, finalmente, explotó en sangre y trozos de carne con formas macabramente perfectos.
Esos desgraciados me atacaron con una toxina extraña…-se justificó Inusen-…redujeron mis capacidades momentáneamente y…el resto ya lo conocéis. Mis disculpas, capitán, Shirubei.
No has de disculparte: has luchado bien.-dijo Yamiyuki-No obstante, seguimos sin recibir ningún mensaje de nuestro compañero. Terminaremos la batalla de esta noche cuando lo encontremos.
¡A la orden!-respondió Inusen-Después podré agradeceros el haberme rescatado…
No hay nada que agradecer…-dijo Shirubei acercándose sutilmente a Inusen-…pero, si insistes…lo hablaremos más tarde. Notáis eso, ¿verdad?
Energía demoníaca.-dijo Inusen-Hay algo grande en el puente que está al otro lado de este barrio.
Sobran las palabras entonces.-dijo Yamiyuki mientras se lanzaba a la zona con la velocidad del rayo.
Cuando llegaron al puente, vieron un panorama atroz: la infraestructura estaba partida, el tráfico se había colapsado en un lado de la grieta y en el otro los demonios se preparaban para avanzar hacia el centro de la ciudad.
¿Qué narices se creen que hacen?-preguntó Shirubei indignado-¡Vamos a pararles los pies!
¡Alto!-instó Yamiyuki.
¿Qué sucede?-preguntó Shirubei.
Algo no va bien.-dijo el líder-Presiento que algo o alguien va a hacer un mal movimiento.
¡YAAAAAAAAAAAAH!-oyeron gritar a una voz familiar.
Aquella voz tenía un tono algo afeminado, aniñado y acaramelado, pero no dejaba lugar a dudas de que se trataba de un hombre. Era un timbre muy característico.
¿Está aquí?-preguntó Shirubei-¿Por qué no nos ha dicho nada?
¡Es su olor!-afirmó Inusen.
Tendrá sus razones para no haberse puesto en contacto con nosotros.-dijo Yamiyuki-Estamos en la parte alta de la estructura…justo encima de él…si saltamos ahora, podremos ver lo que…
Oyeron un golpe y vieron a una figura salir disparada.
Ya tiene que ser poderoso el demonio para que…-dijo Shirubei.
¡No!-respondió Inusen-¡Ha sido un demonio el que ha salido expelido! ¡Con una velocidad increíble!
Tu vista no tiene parangón entre nosotros, Inusen.-dijo Shirubei.
Creo que conozco a lo que sea que esté debajo de la capa y la capucha de la figura del centro.-señaló Yamiyuki.
¿No es la mujer que estaba con el comprador?-preguntó Shirubei.
Sí.-respondió Yamiyuki-Y, si es quien creo que es, incluso nuestro compañero va a tener problemas… ¡vamos!
Los tres Taimanin saltaron hacia el campo de batalla en el que se había convertido el puente.
¡Yamiyuki! ¡Shirubei! ¡Inusen!-exclamó un chico detrás de ellos.
Tres demonios voladores se lanzaron contra ellos, pero los interceptaron para garantizar la seguridad de su compañero. Se giraron entonces para mirarlo. Era un poco menos alto que ellos, mucho más delgado, de aspecto algo frágil, pero con un semblante que desmentía tal apariencia. Su cuerpo pálido y carente de vello estaba muy expuesto por su uniforme de combate: un traje rosa con un agujero rómbico que dejaba ver su ombligo y sus costillas, otro detrás que dejaba ver la zona baja de su espalda, huecos en las ingles que dejaban ver un poco de sus piernas y aberturas espiralizadas en las mangas que dejaban entrever sus brazos. Llevaba zapatos de tacón alto y en la zona de la cadera tenía vuelos de tela rosa semitransparente que se asemejaban a una falda. Tenía unos ojos muy redondos y brillantes de color verde eléctrico, maquillados con sombras azules  y violetas y delineador rosa, y una larga melena lacia de color rosa violáceo recogida parcialmente, con caída por la espalda y dos mechones en la parte de delante, a ambos lados de la cabeza: el cuarto miembro del equipo, Hagane Kurobara.
¡Hagane!-exclamó Yamiyuki-¿Estás bien?
Nunca he estado mejor.-respondió Hagane con una sonrisa pícara-Ver que mis compañeros se preocupan por mí me llena de fuerzas.
Con presteza, sacó a relucir sus armas: dos abanicos metálicos de color violeta con las empuñaduras y los bordes rosados.
¡Es hora de repeler la amenaza demoníaca de Tokyo de esta noche!-exclamó Hagane.
¿Lo de la venta de mujeres ha sido una maniobra de distracción para lo que sea que estén haciendo en este puente?-preguntó Yamiyuki.
No exactamente.-dijo Hagane-Por lo que he podido averiguar, no se han puesto de acuerdo para ello, pero les ha servido. Según tengo entendido, pretenden abrir un portal gigantesco en este puente para que los demonios…”terraformen” en Tokyo de manera acelerada esta misma noche.
¿Qué demonios se les ha pasado por la cabeza a estos majaderos?-preguntó Inusen-¿Qué ha sido del pacto de no intervención y mutuo respeto?
Se lo han pasado por los huevos.-dijo Shirubei-Nos han mentido a todos los humanos. Es hora de que los Taimanin tomemos la iniciativa y contraataquemos.
Se oyó una risa de mujer. Las correas de la figura que estaba en el centro del caos se cayeron, permitiendo que la persona que estaba dentro pudiera desliar la capa y dejarse ver. Se trataba de una mujer alta, delgada y llena de curvas, de piel muy morena y con unas botas negras de tacón, unos guantes del mismo color y un cortísimo y ajustado vestido negro con ribetes plateados y detalles en color ocre que se asimilaban a un conjunto de lencería subyacente como único atuendo además de la capa negra. Sus ojos eran mates y de color verde oliva, y su melena, rubia, muy larga y alborotada, también mate. Tenía unos pechos enormes y desproporcionados.
Tú eres…-dijo Yamiyuki-… ¡Belladonna Rubidium!
Vaya, vaya…-dijo la mujer entre risotadas-…qué honor…un Taimanin joven que conoce mi nombre…
¿Quién es ésta, Yamiyuki?-preguntó Shirubei sacando a relucir sus garras-Nunca la había visto…
Una aristócrata Mazoku.-respondió Yamiyuki-Aunque sólo se parecen en el tono de piel y en la talla, tengo entendido que es familia de la mismísima Ingrid, la Caballera Infernal.
Nunca viene mal un poco de la cultura de nuestro reino antes de…-dijo la tal Belladonna-… ¡MORIR!
Una llamarada verdosa afloró de sus manos. Comenzó a amasarla y darle forma hasta que la convirtió en un arma sólida: un larguísimo bastón plateado con ambos extremos terminados en forma de gruesas esferas con cristales amarillos muy brillantes.
Conozco esas piedras.-dijo Yamiyuki-Las estudiamos en clase, ¿recordáis? Cristales Mazoku…amplifican el poder mágico. Cuidado con el arma, amplificará su brujería a la vez que le servirá como una doble maza…
Murasaki-sensei nos enseñó bien…-dijo Hagane.

Nunca ha sido mi estilo estar pendiente de las cábalas de unos críos que van a besar a la muerte…-dijo la mujer demonio-… ¡PERROS DEL INFIERNO, ATACAD!
Belladonna extendió la mano y, mágicamente, se dibujaron varios círculos del suelo en el aire de los que saltaron enormes perros hechos de armaduras metálicas y llamas. Entre rugidos, se abalanzaron contra los jóvenes Taimanin.
¡Tiene poderes de invocación!-exclamó Inusen.
La estrategia está clara.-dijo Shirubei-¡Hay que tumbar a esa bruja antes de que sus criaturas causen más problemas de la cuenta! ¡Lanzaos a por ella, yo me encargo de estas bestias!
Shirubei encaró a los perros del infierno haciendo su sello ninja.
Ninpô  - Suiton no Jutsu - Toge! –conjuró Shirubei.
Uno de los perros mordió con su gran boca el cuerpo del joven Taimanin, pero éste se deshizo en agua…en un remolino de agua que comenzó a enroscarse a su alrededor y a enlazar a los demás perros hasta que, una vez atados…el agua se congeló formando estacas de hielo que los atravesaron por múltiples ángulos.
¡Bien hecho, Shirubei!-exclamó Hagane mientras saltaba-Ninpô - Fûton no Jutsu!
El andrógino Taimanin agitó sus abanicos lanzó una ráfaga de viento contra Belladonna, quien interpuso su bastón entre el viento y ella, reteniéndolo por completo.
¡Maldita sea!-exclamó Hagane mientras mantenía el chorro de viento haciendo flotar sus abanicos y moviéndolos con un sello ninja que también le permitía levitar-¡Yamiyuki, Inusen, atacad!
Inusen intentó una maniobra, pero Yamiyuki fue más rápido y se colocó detrás de la mujer demoníaca, quien le lanzó un fuerte golpe con el bastón que paró fácilmente con la palma de una mano.
¿Cómo has podido…?-Belladonna se sorprendió.
Tranquila.-dijo Yamiyuki-Yo no pego a mujeres…
La distracción hizo que la barrera se rompiera, por lo que el chorro de viento arreció contra la mujer a la vez que Yamiyuki retiraba la palma de su mano, quitando todo apoyo para la hechicera, quien se golpeó contra el suelo y salió rodando.
…dejar o no dejar que se peguen ellas mismas es otro asunto.-terminó de decir el líder.
Cuatro contra uno no es demasiado caballeroso, señor “yo no pego a mujeres”…-dijo Belladonna mientras se levantaba- ¿qué tal un HORDAS CONTRA CUATRO?
La hechicera agitó el bastón e invocó a varias criaturas de gran tamaño y aspecto animal que se lanzaron contra los Taimanin, quienes, distraídos combatiendo la amenaza, no pudieron impedir que la mujer Mazoku abriera un portal en el suelo que le permitió llamar a un ejército de soldados demonio acompañados de esbirros orcos.
¡Matadlos!-exclamó Belladonna mientras saltaba al portal-¡Que no quede ni uno!
El portal se cerró tras ella.
¡Es tan cobarde como el hombre que la acompañaba!-exclamó Yamiyuki.
No está mal del todo, ¿no creéis?-preguntó Hagane-La hemos espantado…
Los demonios se hacen los cobardes a veces…-dijo Shirubei-…cuanto más tardan en luchar…
…más peligrosos y destructivos se muestran después.-continuó Yamiyuki.
Edwin Black…-recordó Inusen en voz alta.
No hay de qué temer.-dijo Yamiyuki-Nuestra líder lo mató y remató. ¡Es hora de terminar lo que hemos venido a hacer aquí!
¡Estaba deseando que lo dijeras!-gritó Shirubei lamiendo sus garras.
¡Será un placer!-exclamó Inusen entré gruñidos mientras salivaba.
¡Vamos allá!-exclamó un sonriente Hagane haciendo una pose algo indecente mientras apuntaba a los enemigos con sus abanicos.
Estáis locos, chicos.-dijo Yamiyuki con seriedad-En el campo de batalla sois eficientes, pero mezcláis la guerra con vuestra…lascivia…y vuestras ideas distorsionadas…quiero que lo hagáis bien, compañeros…
Una hilera de pétalos de rosa se dibujó en la espalda de Yamiyuki. La agarró con las dos manos, materializando una enorme nodachi enfundada.
Ninpô…-susurró Yamiyuki-…Katon no Jutsu!
Una enorme llamarada comenzó a abrasar a los orcos y a los soldados. Yamiyuki sonrió macabramente, tornando sus ojos en puro sadismo.
¡QUIERO QUE LO HAGÁIS BIEN!-gritó Yamiyuki-¡QUE LOS OBLITERÉIS, QUE LOS HOSTIGUÉIS! ¡QUE SUFRAN! ¡QUE LES HAGÁIS DAÑO! ¡QUE IMPLOREN! –su sonrisa se hacía cada vez más llena de satisfacción y placer a la vez que sus compañeros no se molestaban en ocultar que se estaban excitando cada vez más, luciendo sus cada vez más obvias erecciones con naturalidad- ¡QUE LA ESCORIA DEMONÍACA SUFRA HASTA SU ÚLTIMO ALIENTO! ¡QUE ASAGI-SAMA SE SIENTA ORGULLOSA! ¡TAIMANIN, AL  ATAQUE!
En medio del fuego que él mismo había provocado, Yamiyuki corrió hacia las hordas enemigas, desenfundó su nodachi y lanzó un amplísimo corte giratorio que bien podría asesinar a una decena de víctimas…el primer corte de una noche que se haría de leyenda.
. . .

Yamiyuki Kuroi presenta…

TAIMANIN YAMIYUKI

PRÓXIMAMENTE.