TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 37: Hotel
Rakuen
Los días pasaban. Después del
exorcismo del túnel de Benibatsu, Gokuruma volvía a gozar de una tranquilidad
absoluta y unas defensas inexpugnables. Aunque Inuhito seguía pasando una mala
racha y Rito seguía estando condolido por lo que aconteció con sus padres, los
seis chicos ya habían empezado sus estudios de doctorado, sus tesis y sus
actividades formativas para aprender nuevas habilidades de combate. Entre
estudios y entrenamiento, podría decirse que el equipo Yamiyuki gozaba de una excedencia.
Si Estados Unidos había llegado al Reino de Tokyo, lo cierto era que estaban
muy calmados. No había ningún atisbo de actividad. Asimismo, Kuroageha estaba
teniendo dificultades para encontrarlos y anticiparse con lo que fuera.
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. .
Hotel Rakuen. El edificio más
lujoso en lo que alojamientos respectaba en el Reino de Tokyo había sido
comprado por Layla Phoenix con fondos facilitados por el ejército a tal efecto.
Los cinco chicos gozaban de una planta entera para ellos solos, mientras que la
sargento se había adjudicado la planta de encima sólo para ella. A veces
parecían estar de vacaciones, pues no habían participado aún en ninguna pelea.
Necesitaban localizar a los Taimanin, pero no podían encontrar Gokuruma. Tras
la expulsión de los Mazoku, aquella aldea parecía haberse borrado de todos los
mapas a la vez que cambiaba su localización. Ni siquiera con la información que
recibieron días atrás de los labios del tal Nioiko Fuuma les fue suficiente.
Conocían a sus principales enemigos, pero no sabían cómo llegar hasta ellos. En
la última reunión estratégica habían decidido causar un revuelo lo
suficientemente fuerte como para hacerlos salir…aunque de eso se encargarían en
otro momento. Hacía una noche preciosa y calmada, perfecta para dormirse mirando
el cielo a través de la ventana tumbado en la cama. Émile sabía hacer esto muy
bien. Inteligentemente, se había adjudicado una de las habitaciones más grandes
y lujosas. Tumbado en una cama de tamaño matrimonial con sábanas moradas,
contemplaba el cielo estrellado. El enorme ventanal estaba cerrado, pero con
las cortinas separadas. Le gustaba mirar
al cielo mientras se tumbaba y disfrutaba de pequeños detalles: la
aromatización de su cuarto era impecable, con una mezcla de esencias florales
calmantes que le inspiraban una gran tranquilidad y paz interior. Las paredes,
pintadas en colores pastel, estaban oscurecidas por la coloración de la noche.
Los muebles eran lujosos. Él yacía desnudo. Le encantaba desnudarse para ir a
la cama, sentir la suavidad y la frescura de las sábanas rozando su cuerpo,
sentir su larguísimo cabello, desprovisto de lazos, acariciando su piel y, en
definitiva, sentirse en armonía con el aire de su alrededor. Su delicada figura
era bastante huesuda y provista de curvas, y tenía una belleza innegable. Sus
finas piernas estaban estiradas y separadas, así como también lo estaban sus
brazos. Su melena regaba las sábanas. Sus testículos colgaban con naturalidad y
elegancia y su pene lo hacía por encima de ellos. Estaba solo y no le importaba
estar así en su cuarto. No se sentía especialmente somnoliento, pero sí se
encontraba a gusto tumbado y contemplando el cielo. Pensó que tarde o temprano
se quedaría dormido, pues ya no tenía nada mejor que hacer…o eso pensaba hasta
que llamaron a su puerta.
¿Émile?-escuchó la voz de su
compañero Leon-¿Estás despierto?
Con sigilo y prontitud, Émile se
levantó de la cama y caminó hacia la puerta sin ningún calzado en sus pies. No
se preocupó por que lo vieran desnudo, simplemente se limitó a abrir la puerta.
¡Leon!-Émile sonrió a modo de
saludo-¿Qué te trae por aquí?
El otro chico también parecía
estar dispuesto a acostarse en la cama, pues sólo llevaba una camiseta interior
blanca de manga corta y unos bóxers negros, imprimiéndole un estilo muy
clásico. Su cabello estaba recogido en una trenza.
Querría hablar contigo…-dijo
Leon.
Pasa, pasa.-lo invitó el dueño de
la habitación.
Leon entró y cerró la puerta tras
de sí. El tenue pero notable y constante aroma floral le hizo sentir bastante
familiaridad, pues era muy común en Émile.
Tú me dirás…-dijo el joven rubio.
No puedo evitar sentir que algo
no va bien.-dijo Leon-Ese Nioiko no me pareció trigo limpio. Es cierto que
hemos estudiado mucho japonés para misiones como ésta, pero no es la barrera
idiomática, sino la que ponen sus intenciones la que me da que pensar. Además,
no sé hasta qué punto nuestros contratistas son quienes dicen ser…
¿Por qué dudas tanto?-preguntó
Émile-Somos operarios de primera línea de batalla, sólo tenemos que pelear.
¿Es ésa razón para no pensar las
cosas?-Leon se sentía incómodo.
¡Por supuesto que no, Leon, no
era eso lo que quería decir!-respondió Émile en tono tranquilizador-A lo que me
refiero es al hecho de que sólo en nuestra primera lucha entenderemos realmente
las cosas. La barrera entre la teoría y la práctica la pone la experiencia, y
estamos en una situación en la que ni siquiera la teoría está bien cincelada.
De todas maneras, por muy encantado de ayudarte que esté, ¿por qué no consultas
estas cosas con James? Es nuestro líder, al fin y al cabo.
James está dormido…-dijo Leon-…Christian
no está en su cuarto…y sólo quedáis despiertos Grant y tú. Cualquiera le dice
nada a Grant con la mala leche que gasta desde que nos graduamos… además…contigo
siempre he tenido la sensación de que toda la confianza que pueda haber es poca…me
pareces un tío legal y siempre me lo has parecido.
Me alegra oír eso.-dijo Émile-La
confianza es muy importante entre soldados. Precisamente por eso, porque sé que
entre nosotros hay confianza, no me importa que me veas desnudo aun habiéndome
pillado en cueros en la habitación…
Por favor…-Leon se sonrió-…como
si no nos hubiéramos visto nunca en las duchas y en los vestuarios…eso es una
tontería. Lo que quiero decir es que siempre me has escuchado…
Émile sonrió con picardía.
Éste cae esta noche.-pensó.
.
. .
¡Yamiyuki!-exclamó Kuroageha.
Iban por la calle. El chico se
dirigía hacia su casa después de un día entero estudiando Matemáticas y, por
casualidad, Kuroageha dobló una esquina y apareció de detrás de él.
¡Llevo todo el día queriendo
encontrarme contigo!-exclamó la chica cuando su amigo se hubo parado para
recibirla-¿Mucho que hacer?
Estamos con los doctorados y la
segunda formación…-dijo Yamiyuki-…a ver si enterrándolo todo bajo ocupaciones y
esfuerzos conseguimos que Inuhito y Rito sanen definitivamente.
Yo también estoy liada…entre todo
lo que tengo que enseñar a los nuevos, los trámites para reabrir el bar y las
clases que tengo que impartir, no tengo demasiado tiempo.-dijo la chica-Y
tendré aún menos cuando vuelva a ser camarera, como llevo deseando desde que me
hundieron el negocio. En fin…quería decirte que por fin he encontrado a la
avanzadilla de Estados Unidos.
¿Sí?-preguntó Yamiyuki con
expectación-¿Dónde están?
En el hotel Rakuen.-dijo la
chica-Me ha costado localizarlos, pero allí están…después de haber comprado el
hotel para ellos solos. La encargada de la operación es Layla Phoenix, una
militar de altísimo rango y con CERO derrotas en su historial. Según he leído,
es increíblemente fuerte, más incluso que un demonio de alto rango. A su cargo
están cinco soldados recién graduados con unas notas impecables y unas
capacidades que desbancan a los más experimentados. La única razón por la que
todavía no han venido a por nosotros debe de ser el hecho de que no pueden
encontrarnos. Si en lo político han interceptado nuestro hilo comunicador con
la ONU, está claro que en el ámbito del combate han venido a por nosotros, a
por los Taimanin.
Iré a echar un vistazo.-dijo
Yamiyuki-Pásate por mi casa y explícaselo a los demás.
No hagas nada que pueda
delatarte, por favor.-le advirtió Kuroageha-Si te haces pasar por un potencial
huésped, harán ver que es un hotel normal que no ha sido privatizado y te darán
largas de alguna manera, pero, si muestras tus intenciones…incluso esa mujer
podría salir a recibirte en persona. Según tengo entendido, hablan un perfecto
japonés, así que no habrá problemas de comunicación.
No pasa nada.-afirmó el
chico-Estás invitada a cenar, diles que te sirvan un plato cuando llegues.
Yamiyuki echó a andar rumbo al
hotel Rakuen.
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. .
Émile, ¿qué te pasa?-preguntó
Leon algo incómodo.
Nada…-dijo el otro joven-…es sólo
que la ropa interior que usas para dormir te hace un tipo muy atractivo…realza
tus músculos.
Leon tenía el cuerpo fibroso y su
musculatura empezaba a ser prominente, pero no tenía una complexión ancha ni
excesivamente corpulenta. Lo cierto era que su camiseta y sus bóxers estaban
bastante ajustados y marcaban las líneas naturales de su cuerpo que habían
nacido fruto de un buen entrenamiento. Émile lo miraba con lascivia.
No, Émile…-dijo Leon-…por favor…sabes
que te respeto, pero… no quiero.
Los cinco soldados constituían un
grupo muy unido, muy bien coordinado y, a la vez, muy heterogéneo. Cada uno
tenía una serie de rasgos que lo diferenciaban de los otros cuatro. Émile, a
diferencia de James, Leon, Grant y Christian, era homosexual, y no se
amedrentaba para nada a la hora de exhibir sus marcadas tendencias carnales.
Incluso sabiendo que sus compañeros no gustaban de otros hombres, Émile los
seguía viendo como a objetos de sus fantasías eróticas…trataba de respetarlos
como ellos lo respetaban a él, pero a veces perdía los estribos y se excitaba
sexualmente con mucha facilidad. Así era el auténtico Émile Delacroix: egoísta
y desvergonzado.
No pasa nada…-dijo Émile poniendo
una de sus manos sobre el hombro de su compañero para pegarlo a la pared-…no
voy a hacer ningún movimiento que pueda dolerte.
Como el dueño del dormitorio
estaba desnudo, podía verse con total claridad que tenía una erección. Su pene
no era demasiado grande, estaba levemente curvado hacia arriba como un gancho y
tenía un ángulo de erección muy marcado. La piel de sus testículos, que eran de
tamaño mediano, estaba bastante tersa y cuidada, y totalmente depilada. Como
gran parte de los hombres estadounidenses, estaba circuncidado. La cicatriz le
quedaba a la altura de la mitad de su miembro. La zona que antes había sido el
prepucio tenía una coloración rosada y su glande compartía más o menos el mismo
color, fruto de la cornificación y la pérdida de humedad que suponía haber
pasado por dicha operación quirúrgica. Estaba tan excitado que del orificio de
su pene ya brotaba un brillante y goteante hilo de líquido preseminal.
Émile…-dijo Leon-…por favor…no
quiero discutir contigo…
Si quisieras salir de ésta por las malas, lo habrías hecho ya.-pensó
el excitado joven-En el fondo quieres que
te seduzca...
Christian, James, Grant, joder, ayuda…-pensó Leon-…soy más fuerte que Émile, pero no quiero
darle un puñetazo. Esto es…
Notó algo húmedo y salado en sus
labios. Émile había capturado el gotero de líquido preseminal con el dedo
índice de su mano derecha y lo había llevado hasta los labios de su amigo,
donde lo untó como si fuera un bálsamo labial. Una catenaria de fluido
masculino unía el pene de Émile con su dedo y, por ende, con los labios de
Leon.
Ugh…-pensó Leon mientras miraba con repugnancia a Émile-...esto sabe a rayos. Se ha pasado de la
raya…
Leon golpeó a Émile con su puño y
lo lanzó lejos de él gracias a lo ligero que era.
Tendría que pedirte perdón por lo
que acabo de hacer…-dijo Leon mientras escupía y se limpiaba los labios con su
camiseta-…pero pídemelo tú a mí antes, ¿no?
. . .-Émile lo miró con ira.
Escucharon el timbre de la
recepción. Decidieron dejar su rencilla para otro momento.
¿Quién coño será?-preguntó
Émile-Voy a bajar. Sal de mi cuarto, por favor.
Leon asintió y se fue sin mediar
palabra. Émile se colocó un albornoz de raso de color rosa irisado con las
mangas muy cortas y que apenas le tapaba hasta la mitad de sus muslos. Abierto
de tal forma que se veía su pecho, se ató suavemente el cinturón para esconder
sus partes íntimas y bajó a la recepción.
¿No hay habitaciones libres?-oyó
que preguntaba un chico que todavía no veía porque no había doblado la esquina
del pasillo-Oh, mire, tengo una pequeña urgencia esta noche y…
Lo siento.-dijo el recepcionista
tembloroso y con nervios-De verdad, últimamente han venido muchas eminencias y
han ocupado todo el hotel…lo lamento profundamente.
Yamiyuki estaba dispuesto a
insistir cuando vio llegar a un chico bastante afeminado con un albornoz que
parecía comprado de un sex-shop. Pensó
en lo que le había dicho Kuroageha: a juzgar por la edad que aparentaba, podría
ser uno de esos jóvenes recién graduados, un enemigo en el campo de batalla al
que todavía no se había enfrentado.
Buenas noches.-saludó Yamiyuki
con educación para aparentar que era un simple visitante.
Buenas noches…-dijo Émile
mientras se acercaba a él.
Pasó por al lado de Yamiyuki y
siguió avanzando.
…Taimanin.-susurró cuando estuvo
a la altura del visitante.
Émile siguió su camino,
probablemente hacia unas instalaciones deportivas cubiertas que había tras
recorrer el pasillo en el que había entrado. Algo iba mal: los conocían y no
sabía por qué. Por esto, el líder de los Taimanin decidió salir de allí
asegurándose de que no lo seguían: sería necesario reagruparse y hablar del
tema otra vez.
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. .
En las instalaciones deportivas,
Christian golpeaba un saco de boxeo. Estaba prácticamente desnudo, sólo llevaba
unas calzas de boxeador blancas con ribetes negros. Los pies y las manos los
llevaba atados con vendas negras. Había recogido todo su pelo en una cola de
caballo y golpeaba al enorme saco con ágiles y vigorosos puñetazos. A pesar de
su corta estatura en comparación con el resto del grupo y de su cara aniñada,
su cuerpo estaba muy bien formado: era pura fibra, sin llegar al músculo, pero
totalmente marcado y definido, lampiño y pálido. Su piel estaba cubierta con
sudor. Acompañaba sus golpes con
respiraciones controladas y secuenciadas. En uno de los puñetazos, el saco le
volvió violentamente: Émile se había colocado en el otro lado del mismo y se lo
había devuelto de una fortísima patada, demasiado fuerte para su frágil y
delgado cuerpo.
¡Émile!-exclamó Christian
esquivando el saco con una ágil maniobra de boxeador-¡Qué susto!
Haciendo caso omiso a su amigo,
el rubio lanzó una patada giratoria aérea contra el saco que logró descolgarlo
del techo y tirarlo pesadamente al suelo. Su sudoroso y pelirrojo compañero se
quedó anonadado.
Ese tal Nioiko que habló con la
sargento no era ningún mentiroso.-dijo Émile-¿Has oído el timbre hace poco?
Sí…-respondió Christian.
Era un Taimanin.-dijo el joven
del albornoz-Uno de los que aparecían en los apuntes de Nioiko. Uno de los
importantes si no el más importante: el tal Yamiyuki Kuroi, líder del grupo que
queremos aniquilar.
¿En serio?-Christian se
sorprendió.
Sí, así es.-dijo Émile-Ya que
James está dormido, aunque Leon, Grant, tú y yo estemos despiertos, será mejor
que dejemos la reunión al respecto para mañana por la mañana…no hablemos de lo
que nos supondría despertar a la sargento a estas horas.
Tienes razón.-dijo
Christian-¿Alguna idea?
El estratega es Grant.-dijo
Émile-Haremos lo que él diga. No obstante, nos conocemos desde hace mucho
tiempo…y estoy tan seguro como tú…de que nos dirá que preparemos algo para mañana
por la noche.
AGGGGG nuevos personajes y, por una vez, Yami se podría haber quedado en su casa xDDDDDDDDDDDDDD
ResponderEliminarNo pueden ser enemigos estos dos bandos, me niego xDDDDDDDDD se aliaran, la suerte es que lo voy a leer en breve y lo sabré
MUAHAHAHAHAHAHAHAHAHA
Bueno...ya lo verás...seguro que te sorprendes.
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