lunes, 20 de octubre de 2014

[WCIII] Episodio XXIII: Chiaki Mitoge

REACTION
WORLDS COLLIDE III
Episodio XXIII · CHIAKI MITOGE

Las alarmas comenzaron a sonar. Luces rojas parpadeantes y penetrantes zumbadores acústicos se adueñaron del edificio. ¿Cómo unas instalaciones de máxima seguridad como aquéllas habían sido invadidas con tal presteza? Las fuerzas de seguridad se lo preguntaban, pero, en el fondo, tenían claro que se trataba de un ataque terrorista…de otro más, por desgracia para ellos y para el Gobierno. Japón parecía un país tranquilo y seguro, pero no dejaba de haber fuerzas antigubernamentales que luchaban contra el sistema por un gran cúmulo de razones que abarcaba desde la toma del poder hasta el mero placer por causar el desorden y sembrar el miedo, pasando, por supuesto, por cuestiones políticas. Aquel grupo terrorista, ya reincidente, no sólo era peligroso y contaba con amplias filas, sino que también tenía entre sus militantes a personas muy inteligentes, verdaderos estrategas asesinos, que habían vuelto a hacer alarde de sus dotes tácticas burlando la seguridad de un edificio de tal importancia. Se trataba de un complejo residencial en el que se encontraban varios políticos en aquel momento operativos, hospedados con motivo de un congreso que se celebraría dos días después. Amenazar de muerte públicamente a cargos tan importantes del Gobierno los colocaría mucho más cerca de sus metas, si no se las brindaba en un único asalto. No sólo habían sido oportunistas y retorcidos para aquello, sino que también habían decidido entrar por el ala de maquinaria, inaccesible salvo para personal autorizado, para ser más difíciles de detectar y, en caso de ser detectados, también más difíciles de perseguir. Nadie les dispararía teniendo tantos sistemas de potencia cerca: las explosiones podrían ser fatídicas.
Una avanzadilla formada por cinco de aquellos terroristas surcaba los intrincados pasillos del ala de máquinas: dos mujeres y tres hombres. Una de las mujeres iba en cabeza, la otra iba a su derecha sujetando un aparato de comunicación, uno de los hombres se colocaba a su derecha, alineado con la joven del comunicador, un poco por detrás de la que parecía la líder. Detrás de ellos, iban juntos los otros dos hombres.
¡Chiaki!-exclamó la chica del aparato del comunicador-¡Vienen los perros!
La joven mujer que iba en cabeza se paró un segundo y se giró hacia su compañera. Tenía aproximadamente su estatura, era muy delgada y tenía unos ojos marrones bastante amplios. Su cabello, castaño, estaba recogido en una larguísima trenza que atravesaba dos cuentas naranjas cristalinas encima de ambas orejas. Llevaba un uniforme negro con ribetes naranjas y estaba cargada con una mochila metálica de aspecto muy pesado. Sujetaba un aparato de comunicación con el que uno de los compañeros de equipo la mantenía informada.
¡Han visto a los mismísimos perros del Gobierno entrando en este alojamiento!-insistió la chica-¡Están bajando hacia aquí!
Están donde queremos.-respondió Chiaki, la líder-Si bajan aquí, no podrán hacer nada: ni dispararnos, ni amenazarnos, ni utilizar el Ether ni las artes cíbridas. De hacerlo, todo esto saltaría por los aires…a no ser que…
A no ser que… ¿qué?-preguntó su compañera.
A no ser que venga el mismísimo jefe Dalton en persona.-dijo Chiaki-Él podría…luchar de otra forma.
¿El jefe Dalton?-preguntó uno de los hombres-¿Ese crío ridículo? ¡Este país está loco! ¡Dejando a un maldito niño en el Gobierno! ¡Con razón tenemos que tomar el poder!
No es un niño, por desgracia.-dijo Chiaki-Es un hombre en un cuerpo de niño…si de verdad tuviera en personalidad la edad de su cuerpo, ya estaría muerto…pero no tenemos esa suerte.
Escucharon abrirse una puerta cercana. Pasos de varias personas. La discusión los había frenado y ahora estaban ante las consecuencias de tal error: varios soldados del Gobierno se habían personado ante ellos. A su cabeza se encontraba un joven militar de estatura algo elevada en disonancia con sus aniñados rasgos. Tenía una mata de pelo rojo tan larga como él, completamente lisa, y unos brillantes ojos de color verde eléctrico. Vestía un abrigo largo abierto de color blanco con varios símbolos militares bordados en color rojo, con plumas negras en los puños y en el cuello. Un uniforme militar de combate consistente en un chaleco negro con entresijos blancos, un pantalón reforzado negro, botas negras altas con cordones blancos y guantes también de color blanco. Debajo del chaleco asomaba un cuello alto blanco con volantes.
Chiaki Mitoge…-dijo-…volvemos a encontrarnos… ¡asesina!
La mujer se le encaró. Era algo alta, aunque menos que el chico. Tenía una larguísima melena de color castaño oscuro que llegaba hasta la altura de sus ingles, lacia y cortada en capas. Sus ojos, pequeños, finos, rasgados y de color marrón amarillento, se clavaban en los soldados del Gobierno. Llevaba unas gafas rectangulares pequeñas de montura fina de pasta naranja. Su cuerpo iba cubierto por un vestido de color negro, de mangas muy cortas, ceñido y hasta un poco por debajo de las ingles, siendo más largo por detrás, de donde colgaba un faldón con forma de cola de tiburón que llegaba hasta el suelo. Unos pequeños adornos en forma de líneas de neón rojo surcaban modestamente el ajustado vestido que resaltaba la exuberante copa de sus  firmes senos. Al final de sus trabajadas y descubiertas piernas, calzaba unas botas negras altas de tacón totalmente recubiertas por bordes metálicos de color naranja.
Justo como me temía…-dijo Chiaki-…el jefe Dalton…el único que no necesita disparar ni producir chispas para pelear.
¿Qué hacemos?-preguntó uno de los hombres-¡No haremos nada desarmados!
Yo sí.-dijo Chiaki-El amadísimo e idolatrado jefe Dalton será uno de los pocos de nuestra actualidad que domina las artes marciales…pero yo también.
¿Vas a retenerlo?-preguntó la otra chica.
¿Qué otro remedio nos queda?-respondió Chiaki-Por el bien de nuestra misión…tenéis que seguir sin mí. Además, llevo tiempo deseando despedazar a ese niñato… ¡y hoy será el día!
¡Qué altanera estás hoy, Chiaki!-terció Dalton-¿No te apetece sentarte a negociar? Eres una combatiente excepcional, nos gustaría tenerte en nuestras…
¡Cierra el pico, mequetrefe!-le espetó Chiaki-Nos hemos enfrentado directamente varias veces…y hoy será la última. ¡Te pondré fin!
Me parece bien que hoy sea la última.-dijo Dalton cruzándose de brazos.
Bien…-dijo Chiaki- ¡Ritsu! ¡Te encargo la coordinación de los pasos que le quedan por dar a esta avanzadilla!
Pero…-la otra mujer se intentó oponer.
Confío en ti.-dijo Chiaki-Ahora, ¡lárgate por donde has venido antes de que sea demasiado tarde!
Intentando reprimir el temblor en su mentón y en sus hombros, la chica asintió.
¡Sí!-exclamó.
Se dio la vuelta e intentó abandonar el ala de maquinaria de la residencia. Los tres hombres la siguieron.
¡Keiji! ¡Seiho! ¡Nitoha!-exclamó Chiaki-¡Os encargo la seguridad de Ritsu! Pobres de vosotros como vuelva y vea que le ha pasado algo…
Los tres hombres asintieron antes de perderse por el pasillo.
¡A por ellos!-exclamó Dalton señalando con el dedo al horizonte.
Los soldados que acompañaban a Dalton se fueron corriendo hacia los cuatro terroristas, dejando a Chiaki atrás.
Al fin solos…-dijo Chiaki-…Dalton…
Chiaki…-dijo Dalton mientras se aproximaba hacia la chica con paso decidido pero lento-...no puedo evitar tener mis dudas. ¿Seguro que estás totalmente convencida de que esto es lo que quieres hacer?
¡No podría estarlo más!-le espetó la chica-¡Este Gobierno está podrido! Mandando a la gente a escenarios de contaminación de hace CINCO MILENIOS…abogando por políticas excesivamente clasistas en las que las víctimas de discriminación son elegidas a dedo por una oligarquía de corruptos que exigen responsabilidades políticas por ser uno mismo… ¡sois lo peor! Si el terrorismo es la vía para el cambio…entonces… ¡que así sea! ¡Mataremos a tus colegas, estúpido ministro! ¡Y yo te mataré a ti! Después de innumerables peleas uno contra uno, hoy por fin siento que será la última… ¡me llevaré tu cabeza al cuartel general!
Yo en tu lugar no estaría tan seguro.-le advirtió Dalton-Seré pequeño en edad, pero ya estoy harto de demostrar que estoy a la altura de cualquier hombre adulto en esta sociedad…
Oh, sí…-dijo Chiaki-…tu cuerpo es una gran aclaración al respecto. El político modelo, el hombretón en un cuerpo de niño… no puedo negar que destacas, pero no puedes ser lo perfecto que los medios te pintan porque… ¡trabajas para esa escoria!
No lo entiendes ni harás por ello.-respondió Dalton sin dar mayor importancia a las palabras de su enemiga-Ni siquiera después de la última vez…
Chiaki cerró los ojos por un momento. Aquel beso fue… ¡¿un golpe?!
Bloqueó instintivamente. Abrió los ojos y vio la pierna de Dalton siendo bloqueada por su antebrazo: había lanzado una patada realmente complicada y airosa.
¡No volverás a cogerme desprevenida!-le advirtió Chiaki-¡Toma esto!
La joven lanzó una patada frontal contra el abdomen de Dalton, que retrocedió levemente. El chaleco de combate amortiguaba los golpes en buena medida…y Chiaki se dio cuenta.
¡HIYA!-gritó Chiaki.
Lanzó una vehemente patada giratoria contra la cara de Dalton. Al no tener protección en la cabeza, el chico salió disparado por el impacto. Chiaki aprovechó este momento para acercarse a su presa dando volteretas. Una vez estuvo frente a él, lo interceptó al vuelo agarrándolo con las piernas y estampándolo contra el suelo, posición desde la cual se le subió encima y le amenazó arqueando su mano como si fuera una garra y apuntando hacia su cara.
No está mal.-Dalton se cogió de hombros.
El chico levantó las piernas, las cruzó alrededor de la cintura de Chiaki y la catapultó lejos de él, pudiendo levantarse de nuevo. Su abrigo blanco comenzaba a mancharse.
¡Lo haces bien!-exclamó Chiaki poniendo sus manos en el suelo para evitar caer con fuerza.
Tras incorporarse, la mujer lanzó una sarta continuada de patadas giratorias. Dalton comenzó a bloquearlas moviendo sus brazos y, entre el asalto, decidió cortar la ráfaga agresiva alejando a Chiaki de sí con una patada en las costillas.
¡HAAAAH!-gritó Chiaki.
Girando sobre sí misma, dejó caer un fortísimo golpe con el canto de su mano. Dalton lo recibió en el hombro, pero aprovechó la posición para agarrar el brazo de la chica con sus dos manos y hacerle una dolorosa llave para someter su brazo en el suelo.
Si no tomas la sabia decisión que espero que tomes…-dijo Dalton-…tu brazo puede acabar muy mal parado.
¡Piérdete!-le respondió la joven.
Haciendo muestra de flexibilidad, alargó su pierna hasta alcanzar a Dalton por encima de ella, pudiendo romper su agarre y rodar por el suelo hasta poder incorporarse con seguridad. Sin perder un segundo, lanzó varios puñetazos hacia Dalton, quien se enzarzó con su contrincante en un intercambio de puñetazos en el que ambos dieron y recibieron. Tras varios golpes, Chiaki tensó y arqueó sus manos como si fueran garras, lanzando desde esta posición fuertes y ágiles manotazos. Dalton intentó bloquear el primero con su muslo izquierdo, pero el impacto de la chica se lo bajó de nuevo al suelo. Entendió entonces que aquellos golpes estaban hechos para causar dificultades a quien bloquea, por lo que decidió cambiar de estrategia…si bien, en la fracción de segundo en la que estuvo pensando el cambio, recibió de lleno uno de esos manotazos. Tras él, fueron varios más y, finalmente, un golpe con la palma de la mano en el esternón que casi comprometió la integridad del chaleco de combate.
Qué agresiva te noto hoy…-dijo Dalton mientras preparaba un contraataque.
El chico saltó, giró sobre sí mismo en el aire describiendo una trayectoria paralela al suelo y se extendió por completo, propinando una patada a Chiaki con los dos pies que la mandó lejos de él. Corrió entonces a apresarla agarrando sus piernas, que eran sus principales armas, pero la chica fue más rápida y fueron sus piernas las que aprisionaron las manos de Dalton.
Te romperé las manos como retribución por lo que casi me has hecho en el brazo…-dijo Chiaki.
Ya lo veremos.-respondió Dalton con serenidad.
Con una ágil maniobra, se libró del ataque de Chiaki y la agarró completamente por la espalda, dispuesto a someterla de nuevo con una llave. No obstante, en lugar de aquello, decidió pegarse a ella y estrangularla con los brazos.
Agh…-boqueó Chiaki.
De pronto, las luces se apagaron, así como toda la maquinaria adyacente.
¡Ánimo, Chiaki!-oyeron una voz femenina.
La terrorista agarró los brazos de Dalton, se los soltó del cuello y tiró al chico contra el suelo con una espectacular llave. En esa posición, le pisó el cuello aprovechando la falta de visibilidad.
Ritsu…-murmuró Chiaki-…harás que te maten…
Habla también por ti…-dijo Dalton.
El chico agarró la pierna con la que Chiaki lo pisaba y tiró de ella hasta hincar a su contendiente de rodillas. Tras ello, lanzó un martillazo con sus dos manos entrelazadas, pero una brillante pantalla luminosa se interpuso entre su objetivo y sus manos.
Ahora que está todo apagado, no tengo que reservarme.-dijo Chiaki-Mi escudo de Ether concentrado funciona a la perfección en atmósferas no explosivas…
Haciendo fuerza con su escudo contra la fuerza de Dalton, Chiaki se levantó de nuevo.
No olvides que yo tampoco tengo que reservarme…-advirtió Dalton.
Materializó en sus manos una enorme guadaña con una hoja de color rosa fucsia constituida por energía cortante. Lanzó varios golpes con ella, pero la chica los bloqueó con sus botas, de las que, de repente, emanaban ondas azules altamente cortantes. Tras un fugaz forcejeo, los contendientes se separaron el uno del otro: Chiaki se había llevado un corte en el costado, y Dalton había recibido de lleno una de esas ondas cortantes y sentía que sus protecciones se rompían y se clavaban en su ropa.
Dalton hizo que la hoja de su guadaña se separase en tres y la lanzó contra su enemiga como si de un boomerang se tratase. Chiaki hizo el pino, separó sus piernas y giró sobre sí misma, creando un aro cortante estático que repelió la guadaña y la devolvió a la mano de su dueño, que la hizo desaparecer de nuevo.
Voy a tener que ponerme serio…-dijo Dalton.
Unos aros azules lo envolvieron, cambiándolo a su uniforme rojo de artes cíbridas. En sus piernas se revelaban sus botas de fuego…las que no sabía que años después usaría contra los que ahora eran sus superiores.
¡HAAAAAAAAAAAAAAAH!-exclamó el chico.
Con elegantes y difíciles patadas, Dalton incendió parte de la estancia. El fuego iluminó lo que el apagón había hecho invisible, facilitando el intercambio de golpes. La chica cruzó sus piernas y apuntó con sus manos abiertas y mirando hacia el techo a Dalton. Sus dedos se vieron envueltos de unos dedales negros con tiras de neón azules muy brillantes. De esos dedales salían unas agujas finas y punzantes. Mientras intercambiaban patadas y el fuego de Dalton se contrarrestaba con la energía de Chiaki, ésta comenzó a lanzar arañazos contra su enemigo. El uniforme de artes cíbridas era cómodo, flexible y funcional, pero estaba menos protegido que el traje militar, por lo que no tardó en arañar al chico con las agujas en varios puntos.
¡Ahora es el momento!-exclamó Chiaki en medio de la refriega.
Clavó las cinco agujas de una de sus manos en el vientre de Dalton. Desde esta posición, lo levantó y le clavó también la otra mano. Hizo fuerza para separar sus manos, haciendo que las agujas tirasen de las entrañas del chico, quien se veía apurado no sólo por el dolor, sino por el compuesto que esos dedales tenían dentro y le inyectaban a través de las agujas…
Seguro que conoces mis venenos.-dijo Chiaki-Soy una anestesista letal, ¿sabes? Pronto estarás muerto.
Las botas del joven militar se habían apagado. Aquello parecía una victoria para Chiaki, la terrorista.
Chi…-balbució Dalton-…aki…
Un hilo de sangre salió de la boca de Dalton, cayendo sobre el pelo de la terrorista. Ésta lo soltó de sus agujas y lo interceptó en el aire con brutales patadas ascendentes. El joven se retorció en el suelo e intentó rodar para alejarse de su enemiga, que parecía querer darle el golpe de gracia.
Je…-rió Chiaki-…por fin…jefe Dalton…
No…-intentó articular el chico-…cantes…victoria… ¡OPEN ETHER CIRCUIT! ¡MEDICA REST!
Una potente luz envolvió a Dalton, regenerándolo por completo y eliminando las toxinas de su cuerpo.
¡Mierda!-bramó Chiaki-¡Maldita sea!
Las botas de Dalton se encendieron de nuevo. Chiaki recibió un golpe de la suela ardiente de su enemigo, saliendo disparada hasta caer al suelo. Sin levantarse, apuntó a Dalton con sus dedales, disparando decenas de jeringuillas teledirigidas.
¡Eso no funcionará de nuevo!-exclamó Dalton.
El chico lanzó una patada al aire, llenándolo todo con una gran llamarada que fundió todas las jeringuillas. Chiaki se levantó y se apartó antes de que Dalton cayera con un ardiente pisotón encima de ella. Ejecutó entonces una tremenda combinación de patadas de Capoeira a cuya mitad liberó de nuevo la descarga energética de sus botas, repartiendo ondas cortantes y de choque. Tras recibir varias decenas de patadas, Dalton salió disparado y quedó incrustado en una pared. Su uniforme de artes cíbridas desapareció, volviendo de nuevo al traje militar mientras Chiaki se acercaba a él sonriendo y riéndose sádicamente. Ametralló al chico a quemarropa con sus jeringuillas, tras lo que sacó una enorme pistola con la que le apuntó a la cara.
Despídete…-dijo Chiaki.
Disparó el arma. El cañonazo dejó un boquete inmenso en la pared, pero ni rastro de Dalton. Sólo estaba su abrigo blanco en el suelo, lleno de jeringuillas clavadas. Chiaki se giró y vio al ágil Dalton lanzando una patada que no pudo evitar recibir en el cuello.
¡Sé sincera contigo misma!-le gritó Dalton-¡Soy un agente de la humanidad! ¡Quiero salvarte! ¡Os quiero salvar a ti y a todos los que pueda!
¡Muérete!-gritó Chiaki mientras se liberaba de la pierna de Dalton.
¡Ya está bien de pelear!-exclamó Dalton-Sólo quiero hacerte ver que estás equivocada…no por tus ideas políticas, sino por cómo te tratas a ti misma…te estás mintiendo, engañando, hiriendo… ¡ésa no es forma de vivir!
¡Prefiero ser una mártir por mi causa que una esclava más de esta mierda!-bramó Chiaki.
¿CREES DE VERDAD QUE APOYO ESTA TIRANÍA?-gritó Dalton-Si estoy aquí es para derrocar al Gobierno…he venido a derrotarlos desde dentro ya que desde fuera son inexpugnables. Llevo diciéndotelo desde la primera vez que nos enfrentamos y no sé cómo hacer que dejes de ignorarme…
No tengo motivos para creerte.-respondió Chiaki-Aun así, si suponemos que es cierto lo que dices, sigue importándome una mierda lo que quieras hacer en tu vida.
Sabes que quieres abandonar la vida que llevas, Chiaki.-dijo Dalton-Te has sincerado mucho conmigo desde que…ya sabes, desde nuestro primer beso. No hay nada malo en enamorarse, yo ya he admitido y admito que te amo… ¿tanto te cuesta afirmar que me correspondes? No he venido a alardear, sólo te digo que estoy más que seguro de que me amas…cambias completamente cuando te echas a mis brazos…
¡Cállate!-gritó Chiaki con lágrimas en los ojos-Nunca tendría que haber tocado tu cuerpo…eso fue un error…déjame en paz…
¡Chiaki!-gritó Dalton-¿Qué te impide dejar atrás tu vida oscura como asesina y empezar a vivir como una ciudadana limpia? Te estoy brindando esa oportunidad… ¡y la de luchar conmigo contra el Gobierno corrupto también!
¿Y mis camaradas?-preguntó Chiaki-¿Me pides que los deje tirados?
¡Podrás explicárselo la próxima vez que los veamos!-respondió Dalton-El interés que tengo en que cedas es que te liberes de tus ataduras y dejes atrás a los demonios que te persiguen en el interior…
Ya me gustaría…-dijo Chiaki rompiendo a llorar-…pero elegí mal desde el principio. Soy una asesina sucia y sádica…una criminal…no puedo ser una ciudadana…he matado a tanta gente que mis manos nunca estarán limpias…
Dalton se acercó a Chiaki y la besó en la boca mientras la abrazaba.
Yo te las lavaré si es necesario.-dijo Dalton-Te guiaré para que no te pierdas. Te rescataré. Les diré que eres mi rehén y les obligaré a retirarse para que nos dejen en paz y podamos empezar tu reconducción.
Podrían matarme por todo esto…-dijo Chiaki-…o el Gobierno, o tú mismo traicionándome y revelando que todo esto es un engaño para tenerme a tiro…o mis propios camaradas…aunque, si sigo así, acabaré suicidándome…es cierto que te amo, Dalton, y no quiero seguir así. Hasta una sicaria como yo se ve capaz de cambiar junto a un hombre como tú…
Entonces…-dijo Dalton-…dame la mano y ven a una esfera de bondad y nobleza de la que no te dejaré salir jamás, Chiaki…o, mejor dicho…Marah.
. . .
Y así…-dijo Dalton mientras observaba, dolido, el cuerpo dormido de su amada-…fue como conocí a Marah…así nos hicimos novios y por todo eso es realmente como la veis ahora y no como siempre se ha mostrado. Tenemos más historias que oír, ¿no es así? ¿Por qué no nos cuentas la tuya, Metallurgy?

2 comentarios:

  1. Hostia es que la historia de Mara no me la esperaba para nada, me has dejado patinando xDDDDDDDDD por eso me ha gustado tanto. Increíble. Muy buena.

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    1. ¡Cuánto me alegro! Quería llevar a cabo algo sorprendente con ella...ambas mitades del personaje me surgieron más o menos a la vez y pensé que eran tan diferentes y me gustaban tanto que no podía pasar con una...así que ideé esta historia. Me alegra muchísimo, de verdad, que te haya gustado este capítulo, y que estés tan enganchada con esta temporada me hace ver que me estoy superando...más o menos. ¡Muchas gracias! ¡Ya queda poco!

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