jueves, 16 de octubre de 2014

[WCIII] Episodio XXII: La bestia despierta

REACTION
WORLDS COLLIDE III
Episodio XXII · LA BESTIA DESPIERTA

¿Quién te ha invitado?-preguntó Suiri algo molesto.
¿Y a ti?-le espetó Yamiyuki.
Se miraron de manera desafiante unos segundos. La tensión se palpaba.
Tú eres, si la memoria no me falla, Suiri Sumitomo.-dijo Yamiyuki-Estabas en esa nave cuando Marah dictó su orden de arresto.
Qué considerado…sabes mi nombre.-dijo Suiri-El niño mimado de los Kuroi, supongo.
Sí y no.-respondió Yamiyuki-Sí soy un Kuroi, pero no soy ni un niño ni alguien mimado: lo que tengo y lo que soy son frutos de mi hacer. Si no es mucha molestia, me gustaría saber qué narices haces asaltando una propiedad privada y extorsionando a sus beneficiarios…
He venido a recoger un residuo de uno de mis últimos trabajos.-dijo Suiri-No me gusta dejar basura tirada…es de muy mala educación y da mala impresión.
¡Eh!-Yamiyuki escuchó una voz de mujer cuyo timbre le era desconocido-¿Me estás llamando basura?
¡Ayako, para!-oyó a continuación a Nikola-¡Tendrá su merecido, créeme!
¡Gareki, puedo entender que no queráis que me esfuerce porque estoy recién operada, pero de ahí a dar carta blanca a un criminal como él para que nos insulte hay un abismo insalvable!-reprochó la voz femenina.
Así que habéis logrado salvar a Ayako…-dijo Yamiyuki-… ¿qué menos que ir a presentarme, entonces?
No, por favor, podrías mancharte.-dijo Suiri.
No tiene NI PUTA GRACIA todo lo que estás soltando por esa sucia boca.-dijo Yamiyuki-Voy a hacer que te disculpes, ¿te parece bien?
Inténtalo.-Suiri chasqueó los dedos.
Una nueva y desbordante horda de humanoides lo protegió como si de un pilar se tratase.
¡Yamiyuki!-el chico oyó a Yurika encima de él-¡Vamos a cargarnos a esa escoria!
Se fijó en que Yurika había adquirido un nuevo poder, un nuevo aspecto que poseía unas alas con las que ahora volaba por encima de él. Observó cómo, con su nueva y mágica belleza, tensó sus alas para disparar con ellas varios chorros de plumas que acribillaron a los humanoides, electrocutándolos al clavarse en ellos. Yamiyuki respaldó a su compañera alimentando el ataque eléctrico con uno de su cosecha: dejó salir de una de sus manos una espiral eléctrica que comenzó a arreciar contra aquellos enemigos aparentemente interminables.
¿Dónde se ha metido ese cobarde deslenguado?-preguntó Yamiyuki mientras despachaban a los soldados artificiales.
Siempre ha sido un cobarde que juega sucio.-dijo Metallurgy con un semblante que el chico jamás había presenciado-Mi imperio se llena de su basura…necesitamos una limpieza inmediata…
¡Ibara, Itami, Ayame!-apeló Freya-¡Id al ala opuesta a contener la invasión! ¡Sin peros ni preguntas! ¡Yamiyuki! ¡Has vuelto! Menos mal… ¿cómo han ido las cosas con Yamibara?
Ha sido todo muy complicado y largo de explicar, pero, de momento, te lo resumo en que, como dentro de dos días no hayamos conseguido hacer algo cercano a un milagro, estaremos más que jodidos.-explicó Yamiyuki a modo de saludo-¡La prioridad ahora es proteger este complejo!
Suiri se ha esfumado…-dijo Metallurgy-…es como un topo que traza redes de túneles…antes de que aparezca por lugares inesperados, voy dentro a…limpiar este desastre.
¡Yamiyuki!-lo llamó Dalton-Ve al interior…te necesitarán por allí. Yo me quedo aquí fuera con Yurika conteniendo la invasión en este flanco. Yuuji, ¿nos echarías un cable?
Por supuesto.-dijo el chico.
Yamiyuki asintió y atravesó el boquete que lo condujo al interior de la fábrica de Metallurgy. Recordó varios momentos anteriores, especialmente cuando se presentó en aquel mismo lugar junto con Freya para presentarse a Metallurgy, con quien acabaron teniendo que luchar. Pudo ver a Nikola escoltando a una mujer musculosa más alta que él.
¡Encantado de conocerte, Ayako!-exclamó Yamiyuki-¡Soy Yamiyuki Kuroi, un compañero! ¡Me alegro de que te hayas recuperado! ¡Enhorabuena! ¡El primer regalo de celebración será la cabeza de ese tío en bandeja de plata!
Nikola y Ayako pararon en seco y se giraron hacia el chico.
Yamiyuki…-Nikola no pudo evitar sonreír-…me alegro de verte.
Lo mismo digo.-dijo Yamiyuki-Has elegido a una mujer muy hermosa. Ayako, es un placer conocerte y…que sepas que te llevas a un buen hombre. ¡Es hora de que luche! ¡Nos vemos!
¡Encantada!-le gritó Ayako antes de que se perdiera por el pasillo, demostrando que no era tímida.
Cuando llegó al enorme recibidor, Yamiyuki se encontró una auténtica batalla campal. Una horda alarmante de humanoides había entrado por la puerta principal, pero veía su avance bloqueado.
¡ATRÁS!-oía gritar a un grupo de hombres-¡FUERA!
Se asomó y vio a los operarios de Metallurgy atrincherados con varias estructuras de seguridad mientras les disparaban y les lanzaban cosas a los humanoides.
¡Aquí hay gente trabajando!-gritaban-¡No queremos que se nos moleste, ni mucho menos queremos ver triste a la jefa! ¡Largaos por donde habéis venido!
La pantalla informativa del hall fue invadida por la imagen de Metallurgy, que parecía estar en una sala de mandos.
¡Hombres!-exclamó Metallurgy-¡Os dije que os pusieseis a salvo! No obstante…me conmueven vuestras acciones. Ya que me habéis desobedecido y no habéis priorizado vuestra vida sobre esta escaramuza, os exijo una compensación: ¡HACED QUE SE ARREPIENTAN DE HABER VENIDO!
¡ÉSA ES LA JEFA!-gritaron todos los hombres.
Comenzaron a atacar con más fiereza, causando verdaderos estragos entre los humanoides. Yamiyuki aprovechó para atravesar el recibidor corriendo. Podía ayudar a Freya en el lugar al que se hubiera desplazado o respaldar a Metallurgy…todo dependía de a cuál de las dos chicas se encontraba primero.
. . .
¡Yiiiiiiiihaaaaaaaaa!-gritaba un jubiloso Itami.
Había colgado una cadena del techo y se balanceaba con ella como si de un péndulo se tratase, atropellando a los humanoides y clavándoles las botas con cuchillas que se había colocado. También llevaba armas de fuego enganchadas en los tobillos con las que disparaba tras apuntar moviendo sensualmente sus piernas como si fuera un contorsionista. Desde el suelo, Ibara y Ayame peleaban cuerpo a cuerpo. La chica se había enfrascado en una virulenta danza de sangre, exhibiendo su dominio de varias artes marciales árabes combinadas. Por su lado, Ayame encontró algo de motivación en luchar codo con codo con Ibara, razón por la cual se esforzó: lanzó su poder mágico contra un grupo amplio de humanoides y los redujo al tamaño de hormigas, pisándolos fuertemente tras ello.
Comenzaron a llegar varias criaturas similares a aquellos humanoides, pero mucho más grandes y con el aspecto de bestias muy pesadas. Amenazaban con tirar los muros exteriores para crear un flanco de invasión muy largo.
¡Mierda, no!-se quejó Ibara-¡Estamos ocupados! ¡Ayame, ve tú!
Pero…-dijo Ayame.
¡QUE MUEVAS TU ENCLENQUE CULO!-le gritó la chica-Itami y yo nos sobramos y bastamos aquí.
A una de las bestias le dispararon en la cabeza, creándole un agujero más que apreciable. Tras ello, Aquanika apareció de la nada, saltando sobre ella y haciéndole varios cortes en el lomo con varias armas blancas.
Me han mandado aquí con vosotros…-dijo Aquanika girándose hacia Ibara, Ayame e Itami.
Justo a tiempo.-dijo Ibara mientras arrancaba las cabezas de varios humanoides a golpe de bastón-Encargaos Ayame y tú de esas cosas gigantes, e Itami y yo impediremos que los que ya están dentro vayan muy lejos.
Una pantalla que había cerca del techo fue pinchada por la imagen de Metallurgy.
¡Craso error el haber venido aquí!-la oyeron decir.
Un misil cayó de un hueco del techo. La explosión obliteró a los humanoides presentes.
La jefa está cabreada.-dijo Metallurgy-¡Nadie pone en peligro a mis chicos! ¡Os vais a enterar!
Yamiyuki llegó a aquel punto. Vio a Aquanika levantando mágicamente a una criatura enorme y estampándola contra el suelo posteriormente. Tras ello, Ayame, quien antes era su enemigo, le saltó encima a la malograda bestia y la aplastó haciendo sus piernas gigantes.
¿Y Freya?-preguntó-Se ha esfumado de donde estábamos todos justo después de mandaros hasta aquí.
Ni zorra.-respondió Ibara-Estará cargándose a más bichos de éstos…
Por cierto, ¿a qué se debe que esté aquí este enemigo?-inquirió Yamiyuki.
Está obligado a ayudarnos a tender una emboscada a nuestros enemigos.-explicó Itami-Lo torturamos para ello. Es mi mascota…y, cuando esto se apacigüe, nos contará todo lo que necesitemos saber para pillar por sorpresa a todos los cabrones que nos han estado  tocando las narices.
Me parece bien.-dijo Yamiyuki, a quien ya no le sorprendía nada-Voy a cubrir otra zona, ¡os dejo a cargo de esta parte!
La voz de Metallurgy sonaba por toda la fábrica.
¡Fuera, maldita plaga!-gritó antes de lanzar otra arma de seguridad que materializó las pesadillas de muchos soldados.
¿A cuántas unidades ha traído ese chiflado?-se preguntó Yamiyuki en voz alta mientras buscaba otro punto de invasión.
Se encontró a Freya. Ella sola había limpiado un punto de entrada de enemigos y estaba reconstruyéndolo todo con magia.
Joder, Freya…-dijo Yamiyuki-…por fin te encuentro. He venido a ayudarte en lo que pueda.
Justo a tiempo.-dijo la chica-Tenemos que buscar a Suiri y pararle los pies: ¡Metallurgy está convencida de que está por aquí dentro habiéndose hecho indetectable previamente!
. . .
Dos tornados chocaron, causando una explosión de aire que despedazó a montones de humanoides. Yuuji y Yurika habían combinado sus poderes del viento para tal proeza.
Creo que este flanco ya está limpio.-dijo Dalton disparando al último de los humanoides que había reunido a su alrededor.
Tenemos que sellarlo…-dijo Yurika, todavía en su forma voladora.
Para eso, tendríamos que llamar a…-intentó añadir Yuuji.
¡No necesitáis llamar a nadie!-le cortó una voz masculina-¡Nosotros nos encargamos!
Una patrulla de operarios se había personado allí. Les dijeron que entrasen de nuevo al edificio y que ellos se encargarían de reconstruir los boquetes de esa zona. Sintiéndose acogidos por una familia gigantesca, Yurika, Dalton y Yuuji entraron en el edificio y se dispusieron a continuar con su lucha allí.
Yurika…-dijo Dalton-…tú conoces bien este edificio porque has sido alumna de Metallurgy, ¿no es así?
Sí…tenemos esa suerte, dentro de todo lo que está sucediendo.-respondió Yurika.
La joven no iba a volver a su forma normal. Sentía que necesitaba su poder para esa batalla y, en cierto modo, se sentía agradada por el hecho de que los demás hablaban con ella cara a cara aunque tuviera un aspecto no humano.
Guía a Yuuji a los distintos puntos estratégicos donde creas que se hayan podido producir boquetes.-dijo Dalton-Yo tengo algo que hacer… ¡lo siento!
Dalton se separó de sus dos compañeros y echó a correr por un pasillo.
¡Dalton!-le paró Yurika.
¿Qué sucede?-preguntó el chico tras parar en seco.
…-Yurika tomó aire-¡Buena suerte!
¡Lo mismo digo!-respondió Dalton retomando la marcha.
Dalton se sentía preocupado porque no veía a Marah por ninguna parte… ¿adónde habría ido?
. . .
Disparó un rayo contra el último con ayuda de sus gafas. Marah se encontraba un poco perdida por aquellos enormes pasillos y había acabado limpiando parte de ellos de la amenaza. Avanzó dos pasos y, de pronto…
¡Buenos días, señorita!-la sorprendió Suiri.
¡Tú!-exclamó Marah poniéndose en guardia-¿Cómo has llegado hasta aquí?
Buscaba a mi muñeca rota, pero no la encuentro.-dijo Suiri-Tú eres una de las mejores amigas de su príncipe azul, ¿no es así? Seguro que sabes decirme dónde se esconden…
Entre saber y querer hay un cierto abanico de diferencias técnicas…-rehusó Marah mientras se ajustaba las gafas.
¿La niña que juega a ser doctora se pone rebelde?-preguntó Suiri-¡Cuando los críos se portan mal, se les dan unos azotes!
Tu comportamiento irrespetuoso ante una militar es más que reprochable.-respondió Marah.
¿Piensas enfrentarte a mí?-preguntó Suiri sonriéndose.
¿Acaso no es obvio?-respondió Marah-Estás arrestado y a tu sentencia anterior se le añade rebelión contra la autoridad y falta de respeto hacia la misma.
¿Tú eres una autoridad?-inquirió Suiri en tono menospreciante.
Desde luego que lo soy.-dijo Marah-Tengo autorizaciones legales y acreditación militar. Soy una médico del ejército y la capitana de la guardia personal del jefe Dalton.
¡Tú no eres autoridad ni eres nada, mosquita muerta!-le espetó Suiri-¡Eres una enana debilucha que no está a la altura de nadie que esté aquí dentro ahora mismo! Si tan decidida estás a enfrentarte a mí… ¡adelante! ¡Ya te arrepentirás!
No me gusta nada ejercer la violencia en mis acciones legales, pero…-dijo Marah-…la labor militar es la labor militar. ¡Prepárate, Suiri Sumitomo!
¡Eso!-respondió el hombre con socarronería-¡Prepárate! ¡Te voy a dar una paliza!
Marah respondió con un moderado grito de guerra. Lanzó entonces una patada a media altura, pero Suiri la bloqueó con la palma de la mano.
Tienes poca fuerza…-le advirtió Suiri.
La chica retractó su pierna e hizo una maroma lateral para golpear consecutivamente a su enemigo con los dos pies…aunque su ataque fue inefectivo, ya que el hombre lo bloqueó y desvió con dos manotazos.
¿Es esto lo que tiene que ofrecer la doctora?-se burló Suiri.
Marah se alejó varios metros con los propulsores de sus botas.
¡Open Ether Circuit!-exclamó-¡Fire Bolt III! ¡Ice Bolt III! ¡Lightning Bolt III! ¡Beam Bolt III!
Cuatro Ether fueron disparados a la vez contra Suiri. Una extraña pantalla azul los bloqueó, haciendo que impactaran juntos en su centro sin mayor efecto.
¡Un campo magnético!-exclamó Marah-La alteración de las trayectorias de las nanomáquinas ha sido crítica…
Sin preocuparse más por aquel hecho, disparó, todavía desde la distancia, un rayo bastante amplio por sus gafas. Un campo magnético hizo que el rayo rodeara a Suiri sin embestirlo y volviese de nuevo hacia Marah, quien, al ver aquello, apagó el haz, logrando que el rayo desapareciera antes de sufrir ningún daño.
Veo que te gusta mucho pelear a distancia…-observó Suiri.
Permíteme corregirte…-dijo Marah-… ¡no me gusta pelear! No obstante, si no hay más remedio…
 Pobre niña…-dijo Suiri con desdén.
Marah decidió cambiar de estrategia. Convirtió sus guantes en taladros y, con los propulsores de sus botas, se lanzó como un perdigón hacia su enemigo. Una barrera magnética se interpuso entre ellos, provocando un efecto anómalo en el guante, que se calentó de manera exagerada. Antes de ponerse al rojo, se activó un mecanismo de seguridad y saltó de la mano de Marah, reventando antes de caer al suelo.
¡No pasa nada!-se dijo Marah-¡Aún me queda otro!
Lanzó un vehemente golpe con el canto de la mano, como si de un sablazo se tratase. Suiri se apartó saltando hacia atrás y se alejó con varias volteretas. Un chorro de energía magnética persiguió entonces al guante y se introdujo en él, causando un malfuncionamiento que hizo que se convirtiera en un martillo, luego en un taladro, posteriormente de vuelta a su forma normal y así sucesivamente hasta que, por mucho que Marah intentó alejarse cambiar de posición su mano, ocultarla, etcétera, acabó por resultar dañado en su sistema interno y apagarse. Sin mediar palabra, Marah se lo quitó y lo dejó caer. Tenía las manos desnudas, pero no estaba desarmada. Volvió a alejarse de Suiri con sus propulsores.
¡Ether Drive!-exclamó Marah-¡Inferno III! ¡Blizzard III! ¡Lightning III! ¡Satellite III!
Lanzar Ether de área amplia en lugar de objetivo individual no impedirá que la alteración magnética lo inutilice.-dijo Suiri mientras observaba las coloridas explosiones de los ataques fallidos de Marah.
Creo que me toca a mí…-dijo Suiri.
Con una velocidad inesperada, Suiri se puso frente a Marah y embistió su cintura con una patada giratoria. Acto seguido, le propinó un rodillazo en el esternón y un golpe de palma en la cara con el cual la incrustó en la pared. Agarró la cabeza de la chica con su enorme mano.
Suéltame…-dijo Marah mientras agarraba el brazo de Suiri con las dos manos.
La chica no sólo sentía el dolor de los golpes, sino también la sensación de que algo no iba bien. Su pelo comenzó a emitir descargas eléctricas leves. El magnetismo de Suiri estaba haciendo estragos con las nanomáquinas que utilizaba habitualmente.
¡Vaya!-exclamó Suiri-¿Qué hace una militar seria como tú siendo tan frívola? ¿Te arreglas la melena con nanomáquinas?
Marah retorció el brazo de Suiri con sus manos, obligándole a soltar su cara.
Eso no es de tu incumbencia.-dijo la chica, notando que tenía las gafas descolocadas-Puedo lucir como me apetezca, independientemente de mi trabajo.
Sin soltar el brazo de Suiri, Marah se levantó. Estaban tan cerca el uno del otro que decidió propinarle un rodillazo, pero el hombre lo bloqueó y contraatacó con un placaje de hombro, volviendo a estamparla contra la pared. Tras eso, le cruzó la cara de un revés con el dorso de su mano, dejándola hincada de rodillas de espaldas contra la pared. Las descargas de su pelo se intensificaron, y notó que le faltaba algo. Se giró y vio que su cofia estaba en el suelo.
¡Me has tirado la cofia!-bramó Marah-¡Ahora sí que la has hecho buena!
Marah se giró muy enfadada hacia Suiri, levantándose y lanzando una fuerte patada.
¡Tus pataletas me son indiferentes!-bramó Suiri mientras golpeaba a Marah con un gancho alto.
La espalda de Marah chocó con el techo. La hebilla metálica a la que llevaba enganchadas las protecciones pectorales y de hombros se rompió por el golpe, y los arneses se soltaron. Al caer al suelo, las protecciones de Marah se desprendieron y sus senos se expandieron, revelando ser bastante más grandes de lo que parecían. Se escuchó un chasquido: las nanomáquinas estéticas del pelo de Marah se apagaron y revelaron un secreto.
Vaya…-se sorprendió Suiri.
Marah tenía una melena hasta las ingles. Con la nanotecnología, se lo recogía en pequeños rollos inapreciables para hacerlo lucir más corto, pero en realidad era muy largo. Miró furibunda a Suiri.
Me da asco esa cara de niña sucia y rota…-le espetó Suiri.
Volvió a cruzarle la cara, esta vez con el dorso del puño. Sus gafas, que se rompieron por el golpe, salieron disparadas hasta caer al suelo. Marah se vio reflejada en el pulido suelo: todo su pelo suelto, sus grandes pechos notándose más que nunca y su cara…muy diferente a como era con gafas. Sus ojos no eran tan grandes y redondeados: esto era un efecto de sus enormes gafas. Realmente tenía unos ojos finos, no muy grandes y algo rasgados. Las facciones de su cara no eran tan blandas como las gafas hacían ver, por lo que ya no parecía tan aniñada, sino todo lo contrario, mucho más adulta y madura. Lo único que conservaba igual era su ropa. A efectos de lo demás, era una mujer distinta. Al verse así, algo estalló en su interior.
¡TE ARREPENTIRÁS DE ESTO!-le gritó con fiereza.
Se desacopló las botas y saltó hacia Suiri con los pies únicamente cubiertos por las finas zapatillas que llevaba bajo las botas. Sin que el hombre se lo esperase, la chica lo embistió con una patada voladora con ambos pies que logró tirarlo al suelo. Antes de que pudiera levantarse, aquel hombre sintió cómo el talón de Marah se clavaba en su espalda, volviendo a tumbarlo con fuerza. Después de ese impacto, comenzó a recibir patadas en las costillas. La enemiga a la que tanto menospreciaba tenía ahora una fuerza que se alejaba de los límites de lo humano, y una velocidad comparable a la propia del ahora desfavorecido Suiri.
¡No cantes victoria!-exclamó el hombre.
Paró una de sus patadas con una de sus manos gigantescas y se levantó ágilmente, dispuesto a lanzar un puñetazo. Marah le dio un codazo en el pecho y, con el brazo aún doblado, atrapó el puño de Suiri entre el bíceps y el antebrazo como si de una pinza se tratase. Desde esta posición, giró el hombro, subiendo aquel agarre de pinza con un doble efecto: estampar su puño en la cara de Suiri mientras le retorcía el hombro. Las técnicas de Marah habían cambiado profundamente: seguía basándose en las artes marciales tradicionales, pero no con objeto de defenderse y cumplir una misión, sino con el propósito de…matar.
Con un grito, Marah lanzó de nuevo contra el suelo a Suiri. Desde esa posición, le pisó el pecho con un pie para que no se levantara y le pateó la cara repetidas veces con el otro pie.
¡VOY A MATARTE!-chilló Marah-¡A MATARTE! ¿ME OYES?
Suiri experimentó el miedo por primera vez. Marah era demasiado fuerte, y no podía hacer nada para liberarse de ella. Como si respondiera a sus plegarias, la joven se bajó de encima de él y lo levantó con sus manos. Lo lanzó entonces contra la pared de un empujón y ejecutó entonces una guardia de Muay Thai.
¡Maldita cría!-gritó Suiri.
Marah saltó horizontalmente y lanzó un impactante puñetazo como si fuera el pistón de un motor, agrietando la pared presionándola con el castigado cuerpo de Suiri.
¡ESTÁS MUERTO, DESGRACIADO!-gritó Marah agarrando a Suiri del cuello por detrás de él.
Metallurgy, que lo había visto todo desde su sala de mandos, no tardó en aparecer por allí.
¿Qué está pasando?-preguntó extrañada-¿¡Marah!? ¿Eres tú, Marah?
Marah miró a Metallurgy. Con su larga melena haciendo de cortina en su cara, sus ojos inyectados en sangre y, en definitiva, su verdadero aspecto revelado, Metallurgy no reconocía a su compañera, quien hasta ese momento le había recordado a ella misma.
¡NO ME INTERRUMPAS!-gritó Marah, siendo lo único que se le ocurrió decir.
En ese instante de dubitación, Suiri pudo quitarse a Marah de encima y salir corriendo.
¡RETIRADA!-exclamó Suiri-¡RETIRADAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
¡COBARDE!-gritaron Metallurgy y Marah echando a correr tras él.
Los humanoides salieron del edificio en tropel. Grandes, pequeños, de un color o de otro…todos comenzaron a irse a gran velocidad. Suiri dio esquinazo rápidamente a las dos chicas y, en cuestión de minutos, aquella batalla campal se estaba reduciendo a cenizas convalecientes.
¡MALDITO SEA!-gritó Marah indignada.
¡Marah!-exclamó Metallurgy-¿Quieres tranquilizarte?
Metallurgy no entendía nada de aquello…sólo podía temer ser atacada por su compañera en cualquier momento.
¿Por qué has tenido que aparecer?-le preguntó Marah en un tono más suave y taimado-Si no te hubieras entrometido, ahora ese tío estaría… ¡HWOAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!
Furibunda, Marah lanzó un fulminante puñetazo contra Metallurgy, que no sintió daño alguno por estar recubierta de una piel cerámica.
¡Cálmate, por favor!-exclamó Metallurgy nerviosa.
¡Ese hombre ha arruinado todo lo que había conseguido hasta ahora!-chilló Marah mientras lanzaba una patada contra Metallurgy.
¡Para!-la advirtió Metallurgy parando su pie con una mano-¡No hay nada arruinado, sigues siendo Marah, nuestra compañera! Veo que eres…diferente a como creíamos, pero ése no es motivo para que demos nada por sentado…ni yo ni los demás…
¿Qué sabrás tú?-le espetó Marah mientras lanzaba un puñetazo con lágrimas en los ojos.
¡QUE TE ESTÉS QUIETA!-bramó Metallurgy, también al borde del llanto.
Le hizo una llave y la estampó sonora y pesadamente contra el suelo valiéndose de su fuerza sin parangón. Incluso en ese estado, Marah sabía que, si intentaba escapar de Metallurgy en esa posición, su hombro se separaría del resto de su cuerpo de manera irreparable, por lo que dejó de forcejear.
En ese instante, Dalton atravesó corriendo un pasillo perpendicular a aquel. Metallurgy vio ahí una oportunidad clara para resolver ese entuerto.
¡Dalton!-gritó-¡Dalton!
El chico se dio la vuelta y volvió hacia el pasillo. Reconoció la voz de Metallurgy y no dudó en acercarse.
¡Ayúdame, Dalton!-exclamó Metallurgy muy nerviosa-Marah está…está… ¡no sé qué le pasa! ¡No quiero verla sufrir así!
Dalton miró a Marah y vio su pelo suelto, su auténtica cara, sus gafas rotas, su cofia en el suelo, sus botas abandonadas, sus pechos expuestos y el semblante de su rostro. No pudo evitar sorprenderse y llevarse las manos a la cabeza.

2 comentarios:

  1. Joder lo de Mara me ha encantado. Todo. Ha sido la mejor parte. Espero con ansía saber que dice Dalton. Ha molado un montón.

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    1. ¡Me alegro mucho! Llevaba mucho tiempo deseando escribir esta parte...con un personaje que tiene tanto que ocultar como ella, es difícil contenerse... ¡qué ilusión me ha hecho escribirlo! ¡Acabo de publicar la continuación directa! ¡Que la disfrutes!

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