martes, 17 de febrero de 2015

[TY] Episodio 24: Los cinco sentidos de la bestia

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 24: Los cinco sentidos de la bestia

(Dedicado a mi amiga Darkness. Éste es su personaje favorito.)

Inuhito no tuvo un buen despertar. Cuando abrió los ojos, lo único que vio fue el suelo. Por alguna razón que no entendía, estaba a cuatro patas. Se intentó mirar: sus manos y sus pies estaban fijados al suelo por cuatro estructuras troncocónicas gigantescas y muy pesadas que se hallaban ancladas al suelo. Aquellas trampas metálicas no le causaban dolor, pero lo tenían atrapado como si de cepos se tratasen. Su cuello era muy flexible y bastante largo, pero no era milagroso, por lo que no pudo ver la totalidad del lugar en el que se encontraba. A juzgar por los colores de las paredes, el suelo y el techo y la disposición del mobiliario, infirió que estaba dentro de un laboratorio. Algunas mesas estaban llenas de ordenadores y carpetas, otras tenían instrumental de laboratorio y gran cantidad de productos químicos embotellados y otras tenían diversos instrumentos parecidos a los utilizados en muchas especialidades médicas. Las estanterías, altas y abundantes, contenían todo tipo de frascos, cajas, libros, aparatos y material diverso. Al fondo de las instalaciones podía ver varios tubos con cuerpos aparentemente humanos sumergidos en un líquido verdoso. Su despertar fue acompañado por dos pensamientos: uno era el hecho de que si era cierto lo que dijeron los Neo-Nómadas de que cada uno se quedaría con uno de los chicos, estaba claro que su oponente sería el doctor Karistus a juzgar por las instalaciones. El otro pensamiento fue la frase de Yamiyuki, el momento en el que dijo que los Mazoku “lo habían vuelto a hacer”. ¿A qué se referiría? No tuvo mucho tiempo para pensárselo, pues no tardó en oír pasos acercándose a él. Su intuición era tan aguda como sus sentidos: el doctor Karistus había llegado. Vestía una camisa roja, unos pantalones negros, zapatos marrones y una bata blanca de laboratorio. El pelo caía suelto por sus hombros.

Vaya, vaya…-dijo el científico-…el perro de los Taimanin ha despertado.

Ni tú ni los de tu calaña tenéis derecho a llamarme así.-se limitó a responder Inuhito.

¿No?-preguntó Karistus con sorna-Entonces, ¿quién puede llamarte “perro”? ¿Tus amiguitos del alma?

Haz el favor de tragar varios litros de lejía antes de mentar a mis amigos, chiflado.-le espetó el Taimanin.

Oh, vamos, mírate…-respondió el Mazoku-…estás a cuatro patas, como el perro que eres. Además, no puedes moverte… ¿qué vas a hacer? Los perros como tú sólo ladráis…

Créeme cuando te digo que estás equivocado…-respondió Inuhito con aire amenazador mientras intentaba soltarse.

Aquellas estructuras eran imposibles de burlar. Sus manos y sus pies estaban tan atascados en ellas como si los hubiera introducido en cemento fresco y éste hubiera fraguado.

Te aconsejo que dejes de intentarlo.-le explicó el doctor-No vas a poder escapar del dominio de estas trampas. Han sido especialmente diseñadas para la retención de presas difíciles…

Ya, claro.-respondió el Taimanin-Y, ¿qué quieres que haga? ¿Que me quede aquí aguantando lo que quieras hacerme? Venga ya…

¡Por supuesto!-respondió Karistus con una sonrisa-Te voy a contar unas cuantas cosas interesantes…como, por ejemplo, el poder especial que poseo.

Me importa un comino, tío.-Inuhito negó con la cabeza-¿Tanto miedo me tienes que no te atreves a enfrentarte a mí como desde siempre se ha hecho?

El único que acabará teniendo miedo aquí eres tú.-respondió el demonio-Verás, mi poder es muy peculiar. Parece trivial, pero es muy versátil y potente…

¡Que me la pela!-respondió Inuhito-¡Todos los Mazoku sois unos cobardes! Siempre tenéis que montar estos numeritos… ¿no hay nadie valiente en vuestras filas? Joder…

Pronto dejará de darte igual, tenlo por seguro.-Karistus sonrió macabramente-Mi poder es tu perdición. Puedo eliminar un quinto de la información sensorial que emito…en otras palabras, siempre soy imperceptible por uno de los cinco sentidos a no ser que relaje totalmente mi estado de concentración mágica y se me perciba por los cinco sentidos.

Muy bien.-respondió Inuhito-¿Te sientes más realizado ahora? Deja de contarme tu vida, por favor…

Nunca relajo mi concentración en este poder, ¿sabes?-siguió Karistus-Necesito relacionarme con otros individuos para conseguir mis metas, así que tengo que asegurarme de que mis circunstancias de interrelación con los demás son óptimas, por lo que siempre inhibo mi información olfativa. Si desactivara mi anulación de olor, el resultado sería…-Karistus desactivó su poder-…catastrófico.

Inuhito sintió que su cuerpo se quemaba por dentro. Aquel hombre olía a pura podredumbre, a falta de higiene, a moho, a húmedo, a crudo y a basura. Aquella pestilencia dejaba entender una acusada falta de higiene, y eso no era de recibo para Inuhito, cuyo olfato estaba muy, muy desarrollado. El olor penetró en su sistema respiratorio como si fuese una inhalación de fuego ácido. Las lágrimas salían de sus ojos a causa de las potentes arcadas, que acabaron en un desagradable vómito.

¡Qué asco!-pensaba Inuhito entre lágrimas mientras vomitaba sin poder remediarlo-¡Esto es horrible! ¡Que alguien pare esto!

Después de haber encharcado el suelo con su vómito, Inuhito sintió el alivio propio del cese de aquel olor: al parecer, Karistus había vuelto a inhibirlo.

Vamos a por la mejor parte, ¿de acuerdo?-propuso Karistus sádicamente.

Inuhito distinguió una erección en los pantalones de su enemigo. No necesitaba ser un genio para entender lo que iba a pasar. Aquel asqueroso demonio le enseñó su pene erecto. Era largo y bastante fino, con testículos hinchados y peludos y una importante mata de vello púbico rosado en su bajo abdomen. El prepucio parecía tan adherido a su glande que no parecía normal. Una textura grumosa podía apreciarse debajo de éste.

Maldita sea…-pensó Inuhito.

El científico comenzó a retraer su prepucio. Crujía.

¿Por qué cruje?-se preguntó Inuhito con el corazón en un puño-No me digas que lo tiene pegado de tanta mierda que ha acumulado ahí abajo…joder…

Tal y como Inuhito predijo, el pene de Karistus crujía porque el prepucio estaba adherido al glande a través de una gruesa y reseca película de esmegma. Al secarse, se había vuelto algo amarillento y había enrojecido todo el glande y la parte interior del prepucio.

Eso está enfermo…-pensó Inuhito-…está podrido…

En ese momento, Karistus dejó de inhibir el olor. Inuhito fue atacado por una agresiva nube cargada de amoníaco, sales ácidas y podredumbre. Antes de vomitar otra vez, decidió contener la respiración. El olor ya no le causaba problemas, pero no podría estar así eternamente.

¿Has decidido suicidarte?-preguntó Karistus-Eso no sería divertido…

Inuhito no respondió. Aquel pene sucio y mantenido en la oscuridad con alevosía le estaba causando pesadillas en vigilia, pero decidió mantenerse fuerte. Sentía que se ahogaba paulatinamente por no respirar, pero el haber dejado su nariz de lado le permitía concentrarse mejor en otros sentidos, así que comenzó a abusar de su tacto amplificado. Aunque llevaba puesto su traje de Taimanin, que era de cuerpo entero, y no tenía las manos ni los pies desnudos, podía sentir con ellos mucho más que cualquier otra persona llevando las manos descubiertas. Comenzó a palpar, a buscar en lo más íntimo de aquellas trampas en aras de buscar su mecanismo de control. Si tardaba más, tendría que tomar una bocanada de aire y eso implicaría impregnarse del olor de Karistus, causándole perfectamente la pérdida del conocimiento. No obstante, Inuhito tuvo suerte y encontró unos resortes parcialmente ocultos de muy pequeño tamaño. Accionó los cuatro y sintió cómo sus extremidades se liberaban. Sin dudarlo ni un segundo, el chico saltó de su cautiverio, alejándose al máximo de su captor mientras tomaba aire limpio.

No sé cómo lo has hecho, pero te aseguro que te arrepentirás…-dijo Karistus mientras guardaba su pene y se preparaba para el combate.

¡Por fin vamos a zurrarnos!-exclamó Inuhito mientras hacía piruetas en el aire-¡Te tengo ganas desde lo de Gokuruma, desquiciado!

Aquella vez no te enseñé nada de mi poder…-dijo Karistus-…mira y aprende, niñato.

La mano izquierda del científico se convirtió en un enorme manojo de tentáculos verdes y parduzcos. Estos tentáculos interceptaron al chico en el aire y lo apresaron con fuertes ataduras. Tras esto, el demonio acortó sus tentáculos para atraer a su presa hacia él, pero se sorprendió al ver que el ninja fue capaz de cortar dichos tentáculos con facilidad.

Ninpô – Kiba no Jutsu!-exclamó Inuhito-¡Mi cuerpo lo corta todo!
(¡Arte ninja de los colmillos!)

Maldito seas…-siseó Karistus mientras sus tentáculos se regeneraban.

El Taimanin lanzó una brutal patada giratoria contra el cuello de su oponente. Acto seguido, lo embistió con una combinación de puñetazos y lo terminó de lanzar por los aires con un golpe doble de su codo y rodilla derechos. Notó que el olor corporal desaparecía, señal de que el científico lo había vuelto a inhibir.

¡No creas que esto va a ser tan fácil!-exclamó Karistus.

Inuhito volvió a sentir el hedor asqueroso que atenazaba su garganta, pero no veía a Karistus. Notó que algo se clavaba en su espalda. Tras caer de rodillas por el agudo dolor, se arrancó tres bisturíes: el científico se los había lanzado desde una posición desconocida.

¡He inhibido mi información visual!-exclamó Karistus-¡No puedes verme!

El científico comenzó a correr en círculos por todo el laboratorio a diferentes altitudes. No paraba de lanzar bisturíes desde cada punto que pisaba. El Taimanin tenía dificultades: podía esquivar algunos y desviar otros, pero siempre le pasaba rozando alguno.

¡JAJAJAJAJA!-rió el científico.

Hijo de puta…-siseó Inuhito.

El chico activó su técnica cortante y empezó a girar sobre sí mismo, destruyendo todos los bisturíes que llovían sobre él. Llegaron a un punto en que el científico tuvo que parar porque no le quedaban más de aquellos objetos quirúrgicos, por lo que tendría que bajar al suelo a recoger los que se habían quedado clavados…momento en el que, para su sorpresa, se llevó una fuerte patada en la caja torácica acompañada de un rodillazo en la cara que le hizo caer al suelo, volviéndose de nuevo visible.

¿Cómo…-bramó el demonio.

Eliminas UN QUINTO de tu información organoléptica.-Inuhito repitió las palabras de su enemigo-Si no puedo verte, está claro que puedo oírte y olerte, por lo que no me es difícil seguirte el rastro teniendo en cuenta lo mucho que apestas y lo mal que se te da el sigilo.

Sigilo, cuerpo a cuerpo y demás tonterías humanas.-dijo Karistus mientras se levantaba-Mi madre estaba obsesionada con que aprendiera todo eso, ¿sabes? ¡Veamos si de verdad mi entrenamiento al respecto ha valido la pena!

¡Me importa un bledo tu madre!-respondió Inuhito-¡Sólo quiero acabar contigo!

Karistus demostró saber algo de artes marciales. Su técnica era pobre, pero sus golpes eran demoledores: tenía una fuerza exageradamente elevada para su complexión muscular.

¿Cómo cojones puede pegar tan fuerte?-se preguntó Inuhito-Ha tirado dos estanterías de una patada y casi me rompe una articulación en un forcejeo…

Años y años de inyecciones de drogas para incrementar la fuerza.-dijo Karistus como si hubiera leído la mente del guerrero ninja-Un invento…familiar.

¿Los Mazoku hacéis algo aparte de drogaros, evitar las duchas y creeros lo que no sois?-preguntó Inuhito.

Karistus respondió haciéndose invisible. Inuhito se concentró para darle caza de nuevo, pero fue sorprendido por un enorme tentáculo que fustigó su cuerpo y lo propulsó contra el suelo, desde donde lo ató de los tobillos y lo lanzó por los aires.

¿Cómo ha podido?-pensó Inuhito-Un tentáculo así de grande tiene que rozar con… ¡claro!

En medio de su vuelo, Inuhito vio a Karistus correr de una esquina a otra: se había hecho invisible para alejarse, pero ahora estaba escondiéndose y lo que había anulado era su información auditiva.

Bien jugado, doctor, pero no lo suficiente.-dijo Inuhito mientras se estabilizaba en el aire.

El chico cayó de pie sobre una de las vigas desnudas del techo. Desde aquella altura, el olor de Karistus no se podía apreciar tanto como en un rango cercano, pero sí lo suficiente. De cualquier modo, desde las vigas podía ver a su oponente corriendo y lanzando los bisturíes que recogía con un silencio absoluto. Al verlo, pudo predecir y burlar todos sus movimientos, cayendo finalmente sobre él con una vigorosa patada. El lugar en el que se encontraban era una especie de cuarto oculto entre un falso techo. Allí había algo muy valioso: el enorme aro cortante del chico.

¡Ajá!-exclamó Inuhito-¡Mi arma!

¡No te lo permitiré!-bramó Karistus.

¡Por fin te dejas oír de nuevo!-exclamó el chico mientras cortaba los agresivos tentáculos de su enemigo con su técnica especial-¡Una lástima que no vayas a poder frenarme en este sitio tan angosto!

Inuhito no tardó en zafarse de su contendiente y agarrar su arma. Con ella de nuevo en las manos, se lanzó al ataque y golpeó al doctor con una fuerza tal que lo tiró de las vigas, haciendo que cayera con fuerza contra el suelo.

¡Prepárate!-exclamó el Taimanin tirándose encima de su enemigo.

Karistus rodó sobre sí mismo y lanzó un par de jeringuillas llenas de un líquido extraño, pero fallaron. Decidió ponerse en pie para sabotear el aterrizaje del joven con una patada que, para su disgusto, fue esquivada.

¡Te voy a cortar en dos!-exclamó Inuhito.

El aro cortante que el chico asía atravesó la totalidad del cuerpo de Karistus…literalmente. El arma había atravesado a Karistus como si éste fuera aire.

¡JAJAJAJAJAJAJA!-rió el científico.

¿Qué narices…-se preguntó Inuhito en voz alta.

Ya no emito señales al tacto.-dijo Karistus-Eso quiere decir…que soy incorpóreo, penetrable, inexistente. ¡Qué bonita sinergia!

Y… ¿por qué no te cuelas atravesando el suelo en tal caso?-preguntó Inuhito con sorna.

Porque no quiero.-respondió el Mazoku-¿Crees de verdad que mi poder es tan imperfecto? Je…

Un tentáculo muy duro salió de la palma de la mano del científico. Se enrolló en el cuello de Inuhito y le obligó a soltar el aro. Mientras el demonio acortaba el tentáculo para acercar a su presa, sus dedos se convertían en tentáculos puntiagudos.

Es una lástima que tengas que volver a desinhibir el tacto para atacarme…-dijo Inuhito-…yo puedo aprovechar eso muy bien. Ninpô – Ki…

¡El mismo truco no funcionará dos veces!-exclamó Karistus.

El tentáculo que apresaba el cuello de Inuhito se regeneró casi inmediatamente, mostrándose casi indestructible.

¡No lo necesito!-bramó Inuhito.

El chico se apoyó en el tentáculo que lo ahorcaba y se colocó en suspensión horizontal, pateando el plexo solar de Karistus con los pies juntos y rompiendo el tentáculo por la mitad, pudiendo liberarse de él. Tras esto, volvió a agarrar el aro y se puso de nuevo en guardia.

Voy a tener que ponerme serio…-dijo Karistus-… prepárate, Inuhito Yonekura, voy a acabar contigo y luego te vas a comer mi esmegma a bocados...

Muérete.-respondió Inuhito.

No puedo dejar que alguien como tú siga vivo…-dijo Karistus-…y es que… ¿sabes una cosa? Tus conocimientos químicos nos ponen en evidencia…tengo que silenciarte en nombre de los Neo-Nómadas.

Vamos…-se jactó Inuhito-…inténtalo…

Karistus desapareció. Inuhito no pudo sentir su olor. Algo parecía haber cambiado.

La máxima extensión de mi poder es la inhibición de dos quintos de mis señales organolépticas.-explicó Karistus desde encima de Inuhito.

Se había subido al techo y parecía haber anulado a la vez su visibilidad y su olor. Tendría que confiar en el sonido…aunque no lograba escuchar gran cosa. Para colmo, unos ruidosos compresores de aire se habían puesto en marcha.

¡Hay que ventilar las instalaciones de vez en cuando!-exclamó Karistus mientras golpeaba a Inuhito desde un ángulo inesperado.

El chico salió volando. Su tacto hacía que el dolor que sentía siempre fuera mayor, pero, aunque no tuviera tal característica, era más que obvio que Karistus tenía una capacidad destructiva temible. Había ocultado dos de sus sentidos y había camuflado otro con ruido.

Además, en caso de que tenga que desinhibir mi olor…-dijo Karistus desde la nada.

Se abrieron unos poros en algunas partes de las paredes. Comenzó a salir un gas rosado con un fuerte olor floral.

Concentrado de geranios y gardenias…-pensó Inuhito-…olores muy fuertes para distraerme…y casi se lo agradezco, porque, aunque no me gusten, son mejores que el pestazo a mierda de su cuerpo…

Se fijó en que había ido recogiendo muchos de los bisturíes que habían quedado clavados. Pronto empezaron a lloverle de nuevo.

¡Maldita sea!-bramó Inuhito.

Tras lograr evadirse de la lluvia de bisturíes parapetándose debajo de un saliente, el Taimanin se paró a pensar. No sólo había descubierto un cuarto oculto debajo del saliente con una manguera y varias garrafas de productos de limpieza, sino que también había tomado una decisión.

Es hora de honrar a mis maestros.-pensó Inuhito-Rinako-sensei, tengo tu fuerza, puedo hacer que los enemigos sientan los golpes. La casa Momota me ha enseñado bien…pero también soy un alumno de la casa Soga. Kouha-sensei, préstame tu fuerza. Déjame que les enseñe por qué eres LA BESTIA…. ¡POR LOS SOGA, POR LOS MOMOTA, POR LOS YONEKURA!

Karistus lanzó un tentáculo invisible contra Inuhito, pero…

Ninpô – Gôkanjuka no Jutsu!
(¡Arte ninja de los cinco sentidos de la bestia!)

Los ojos de Inuhito se iluminaron leve y momentáneamente. En tiempo casi cero, Inuhito esquivó el impacto y cortó el tentáculo por la mitad con su aro aun sin poder verlo. Sus poderes ninja no sólo incluían un cuerpo cortante: también podía amplificar sus sentidos hasta los extremos más exagerados. Sus sentidos mejorados y amplificados le eran naturales, los tenía así por herencia genética y por entrenamiento, pero una de sus artes ninja se basaba en multiplicar esas capacidades aún más, llevando asociado un gran incremento de los reflejos y la movilidad.

Karistus intentó lanzar más bisturíes, pero Inuhito los agarró todos con los huecos de entre los dedos y los lanzó lejos del alcance del demonio. No podía verlo ni olerlo, pero podía oírlo claramente ahora que había liberado su técnica. Se lanzó decidido a por él ahora que podía localizarlo. Un fuerte codazo hizo que el científico volviera a ser visible. Teniéndolo a tiro, el Taimanin lo golpeó con fuerza en repetidas ocasiones, arrojándolo violentamente al suelo. Sin perder ni un segundo, el científico se levantó y volvió a esfumarse.

Ha anulado la información visual…y también la auditiva. Tendré que olerlo…-pensó Inuhito-…no obstante, los bisturíes están aseptizados, así que tendré que ingeniármelas.

El arte ninja de los cinco sentidos de la bestia también le confería unos instintos amplificados. Gracias a esto, pudo predecir las trayectorias de varios bisturíes, pero no fue capaz de acercarse a su enemigo porque no dejaba de lanzar ataques a distancia. Después de cortar varios tentáculos y esquivar los intentos de agresión de algunos otros, Inuhito finalmente llegó hasta donde había inferido que estaba Karistus y lanzó un fuerte golpe con su aro…pero no tocó nada.

¿Me he equivocado?-pensó el joven-¡No puede ser!

Inuhito olfateó el aire. No podía estar equivocado…y no lo estaba, pero tardó demasiado en darse cuenta de que había cambiado momentáneamente el oído por el tacto, haciéndose incorpóreo además de invisible, causando unos segundos de duda que le permitieron al científico lanzar un tremendo golpe.

No volverás a jugármela.-pensó Inuhito mientras caía a cuatro patas en el suelo.

Con sus movimientos mejorados, Inuhito volvió de nuevo a acercarse a la posición de su enemigo. Entendía que su táctica era anular la información del tacto momentáneamente para esquivar los golpes y cambiar de posición para luego contraatacar desde un ángulo inesperado. No sólo era fuerte, sino que podía escabullirse muy bien y, además, era eficiente tanto en cuerpo a cuerpo como en ataque a distancia: el doctor Karistus era un oponente duro.

Tras varios intercambios de golpes, el Taimanin comenzaba a cansarse. Karistus parecía haber tomado la delantera, pues no podía ser visto, oído, tocado ni olido. Alternaba sus inhibiciones sensoriales con tal rapidez que su limitación de dos a la vez resultaba estúpida. En este marco de circunstancias, el científico pensó que podría acabar con la vida de Inuhito. No obstante, al Taimanin le quedaba un as en la manga. Se acercó de manera arriesgada a su enemigo y lo lamió justo antes de esquivar el golpe que tenía preparado.

Ya lo entiendo…-dijo Inuhito-…no puedes anular tres señales sensoriales a la vez ni puedes cambiarlas tan rápido. ¡Estás usando el sentido del gusto como puente todo el rato creyéndote que no me daría cuenta! ¡Voy a jugar a tu estúpido juego!

Inuhito se alejó de donde creía que estaba Karistus. Desde su nueva posición, comenzó a lanzar armas arrojadizas contra su enemigo. Como no había gastado ninguna, aún le quedaban muchas para el momento en el que el científico se quedó de nuevo sin los bisturíes que había recogido. Aprovechando esto, bloqueó los tentáculos que sentía que se le acercaban con su aro y utilizó una gran cantidad de shuriken para clavar al demonio en una pared como si lo fuera a crucificar. Esto hizo que volviera a ser visible.

Y ahora…-lo amenazó Inuhito-… ¡PREPÁRATE!

Inuhito saltó hacia Karistus y lo golpeó con fuerza. No obstante, justo cuando le iba a asestar el golpe de gracia con el aro, su enemigo se escapó de los shuriken que lo inmovilizaban y, con gran agilidad, le clavó al chico una aguja en el perineo.

¡AAAAAAAAARGHHHH!-bramó Inuhito-¡HIJO DE LA GRAN PUTA!

Se trataba de una inyección. Karistus introdujo el líquido dentro del cuerpo del Taimanin, que comenzó a sentir mucho calor.

Déjame adivinarlo…-dijo Inuhito-… ¿la última droga afrodisíaca que has inventado? Sí, se me está poniendo dura, pero eso no te va a servir de nada…

Ya lo veremos.-dijo Karistus con una sonrisa macabra-Esta droga te hará amar las cosas sucias…como mi polla…

Karistus dejó ver su pene de nuevo. Inuhito comenzó a verlo con otros ojos, pero el nuevo brillo que le había transmitido su técnica ninja lo protegía.

¡NO!-se dijo el chico-¡No puedo dejarme llevar por su juego sucio!

Inuhito pateó violentamente los genitales de Karistus, haciéndole sentir un dolor que lo dominó. Aprovechando esta oportunidad, el Taimanin tiró de nuevo al Mazoku al suelo.  Antes de que pudiera tirarse encima de él, Karistus ya se había puesto en pie y había echado a correr, pero Inuhito lanzó dos kunai contra sus zapatos y los rasgó por la mitad, rompiéndolos y haciendo que el científico tropezara y cayera descalzo al suelo. Aprovechando su velocidad incrementada, Inuhito agarró a Karistus y lo arrojó contra los cuatro cepos troncocónicos que antes lo habían atrapado a él, dejándolo a cuatro patas y bocarriba,  así como incapaz de liberarse, pues las trampas se habían bloqueado de nuevo.

¡Mierda!-bramó Karistus.

A eso te voy a reducir.-dijo Inuhito mientras se acercaba lentamente a su enemigo.

Sin hacer caso de las amenazas y los insultos del científico, el ninja comenzó a desnudar al primero. Rasgaba su ropa con las manos y la arrancaba a trozos. Cuando finalmente estuvo desnudo…

Es hora de que sufras.-dijo Inuhito con una sonrisa.

El chico pateó al demonio en la espalda, tirando de sus cuatro extremidades a causa de los cepos. Acto seguido, dejó caer uno de sus talones en su abdomen y otro en sus genitales.

Ugh…-balbució el doctor Karistus.

Es tu fin…-dijo Inuhito-…escoria. Vas a pagar por haberme sometido a esta experiencia tan asquerosa. Obligarme a olerte para seguirte la pista es la jugada más ruin, rastrera y sucia que has podido hacerme…de hecho, ahora que se ha pasado todo, tengo ganas de vomitar otra vez y… ¡PUAJ!

El chico no pudo evitar vomitar de nuevo. El cuerpo de Karistus quedó inundado de vómito.

Lo de que tenía ganas de vomitar era cierto…-dijo Inuhito con una sonrisa-…pero lo de vomitarte encima no ha podido ir más a propósito.

Ante la cara de rabia del científico, el Taimanin comenzó a rasgar sus extremidades con el aro. Acto seguido, lo liberó de los cepos y lo lanzó contra el suelo. No podía andar ni mover los brazos.

¡Maldito Taimanin desgraciado!-gritó Karistus-¡Voy a acabar contigo!

Las manos y los pies del doctor se convirtieron en tentáculos. Inuhito tuvo algunos problemas lidiando con ellos, pues, al ser muchos, recibió varios latigazos y fue víctima de varios intentos de atadura. No obstante, una vez los hubo cortado todos, condujo el cuerpo de su damnificado enemigo a patadas hacia el cuarto que había descubierto antes en el que había una manguera.

Es hora de que te laves.-dijo Inuhito.

Asió la manguera y la accionó, empapando a Karistus con agua a presión. Tras esto, cerró la llave de paso e introdujo la boca de la manguera fuertemente en el ano del científico.

¿Qué crees que estás haciendo?-bramó el doctor.

Preparar el terreno.-dijo Inuhito con una sonrisa macabra.

¿QUÉ?-gritó Karistus.

Sin responder, Inuhito abrió el grifo y comenzó a llenar el interior del cuerpo de Karistus con agua. Mientras se le hinchaba el vientre, sentía dolor, asco y humillación.

Es hora de quitar todo ese esmegma…-dijo Inuhito seriamente.

Volcó todas las garrafas de productos de limpieza sobre el cuerpo húmedo del Mazoku. Aprovechando esta humedad, comenzó a frotar todos los líquidos, geles y polvos que había, produciendo una gama de espumas muy agresivas.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAARGHHHHHHH!-chilló Karistus, quien sentía que lo estaban quemando vivo.

El dolor se le multiplicó exponencialmente cuando Inuhito comenzó a restregar las espumas por su pene. Finalmente, introdujo la mezcla dentro del prepucio y destruyó toda la suciedad, que se deshizo y se dejó arrastrar por las espumas. El olor a detergente industrial no era el más agradable del mundo, pero daba una sensación de limpieza que era totalmente antagónica al hedor de Karistus.

Je…-rió Inuhito.

El ninja se puso de pie. Al ver lo hinchadísimo que estaba el vientre de su enemigo, decidió castigarlo con un puñetazo. La manguera salió disparada y del ano de Karistus salió un chorro de agua con sangre e inmundicia. El puño se incrustó de tal manera en el vientre del demonio que dejó un surco sangrante.

Y ahora…-dijo Inuhito-…vas a pagar los efectos de tu droga de mierda.

Karistus, que se encontraba medio muerto, no podía dar crédito a lo que estaba pasando. Vio cómo el Taimanin cogía un tubo de goma e introducía su enorme pene erecto en él. Acto seguido, lo cogió de los tobillos, le separó las piernas y lo penetró analmente.

¿QUÉ COJONES HACES?-gritó Karistus entre dolor, humillación y cólera.

Matarte.-dijo Inuhito-Matarte con estilo.

El científico no entendía lo que estaba pasando…hasta que recordó cómo el chico había logrado destruir varios de sus bisturíes.

Veo que te lo estás imaginando…-Inuhito se sonrió-…eso me gusta.

Se hizo el silencio durante unos segundos.

Ninpô – Kiba no Jutsu!-exclamó Inuhito.
(¡Arte ninja de los colmillos!)

Inuhito movió su cadera fuertemente, de tal manera que su pene cortó por la mitad el cuerpo de Karistus desde dentro como si fuera una espada. El demonio se deshizo en un alarido desgarrador.

¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!-se rió Inuhito mientras terminaba de partir a Karistus por la mitad tirando de ambas mitades con las manos-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!


Un chorro de semen hizo que el tubo de plástico saliera disparado. Acto seguido, el resto de la eyaculación del Taimanin cayó sobre el cadáver de Karistus, que había sufrido una estrambótica vivisección. La alegría de la victoria le había hecho eyacular.

2 comentarios:

  1. Bien, voy a comentar por tercera vez.
    ¡Yuju! Blogger me odia.
    En fin, yo había puesto que tal y como lo pintabas tenía miedo. HE PASADO MIEDO.
    Doy gracias que yo sé que no podía ser violado y menos... joder menos tal y como lo pintabas. Me ha molado que uses los olores para describir lo de las feromonas y demás. Perooooooooooo Inuhito (EVIDENTEMENTE) huele mejor, no lo dudaba. Se volvió la tortilla DEMOS GRACIAS.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Entonces, ¿te ha gustado? ¡Me alegro un montón! ¡Éste era para ti! ¡Muchas gracias!

      Eliminar