lunes, 2 de febrero de 2015

[TY] Episodio 15: Miel

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 15: Miel
Qué conmovedor…-dijo Belladonna en tono sobreactuado-… ¡sois tan blandos mentalmente que no me extrañaría que acabarais muertos antes de lo previsto!

¿Es de ser blandos el obrar por tus camaradas?-preguntó Kuroageha-Blanda va a ser la pulpa a la que te voy a reducir, maldita escoria demoníaca…

¡JAJAJAJAJA!-Belladonna soltó una risotada-Dudo que puedas hacer tal cosa. Además, ¿por qué me la tienes tan jurada? ¡No he sido yo quien se ha cargado tu barecito!

Lo sé de sobra…arpía.-siseó Kuroageha-No obstante, no hace falta ser un genio para inferir que a ese demonio de cara gris lo manejas tú… ¡él quemó mi bar bajo tus órdenes!

Te equivocas, Taimanin.-respondió Belladonna-En ningún momento le dije que lo quemara…

Pero no desmientes haberlo enviado a asaltar mi posición, ¿eh, desgraciada?-increpó la Taimanin-¡Te voy a hacer polvo!

Fue él quien se ofreció.-la Mazoku se encogió de hombros-Podría haber enviado a cualquier otro subordinado, pero Delphine se empeñó en que quería demostrar que él también sabía arruinar bares…

¿Y me dices que te la tengo jurada?-la joven Taimanin apuntó a su enemiga con las cuchillas de sus armas-¡Mira quién fue a hablar!

No voy a participar más en esta discusión sin sentido.-la cortó Belladonna-Mi parte del plan ya ha sido cumplida, es hora de dar el siguiente paso…

Sí y no.-terció Yamiyuki-En efecto, has conseguido separarnos, pero no te va a servir para nada. Hemos ganado esta batalla y llevamos haciéndolo desde que empezó.

¿Qué te hace creer tan ciegamente en esa idea pueril y sin pruebas aparentes?-le espetó la demonio.

Tal vez se te ocurra la respuesta si te digo que sé perfectamente cómo habéis conseguido pisar nuestra tierra sagrada.-dijo Yamiyuki-Está con vosotros, ¿no es así?

¿De qué hablas?-preguntó Belladonna con un tono reacio.

Vamos, Belladonna, no te hagas la ignorante.-pidió Yamiyuki-Ahora que la persona afectada está fuera del rango de alcance, se puede hablar del tema en voz alta. Proteger a alguien bajo el racional amparo de la pertinencia es encomiable, pero negar la realidad es algo que no sirve para nada. Sé lo que habéis hecho…y ten por seguro que el día en que descubra CÓMO lo habéis hecho… ¡será vuestra perdición! Por lo que habéis hecho y por todo lo que eso entraña. Con el pasado no se juega…

No exageraban cuando me hablaron de tu gran inteligencia, tu razonamiento y tu intuición.-lo elogió la Mazoku-Puedo aplaudirte en eso, Taimanin Yamiyuki, pero estás lejos de lograrlo. ¿Quién te asegura que no va detrás de “la persona afectada”?

Tu malamente disimulada cara de farol.-le espetó mordazmente el chico-Eso y el hecho de que vuestros sucios y sádicos planes van más allá de un simple “aquí te pillo, aquí te mato”. Nos la queréis jugar todavía más y no tenéis ni idea de quién os la está jugando…es más, mientras hablamos, creo que se está dibujando en mi mente el “cómo” del que te hablaba…hay un lugar que sería idóneo…sobre todo por su contenido poético, ¿verdad? Jugar con el pasado por partida doble sin separar las esferas ni un milímetro…

¡Maldito mocoso!-Belladonna se debatía en su interior-Si esto sigue así…si uno solo de esos críos consigue volver a ese pueblo infecto de Gokuruma… ¡maldita sea!

Una figura enorme irrumpió en la estancia. Se trataba de un ogro altísimo de piel ocre.

¡Kazark!-exclamó Belladonna-¿Cómo te has teletransportado hasta aquí?

Me ha enviado la Máxima Jefatura.-respondió el recién llegado-Han visto pertinente que le ayude a cambiar de tema, dama Belladonna…

Belladonna apretó los puños.

No se preocupe, la quieren viva.-dijo el ogro-He venido a echarle una mano con estos dos incordios…

El enorme ser sacó de uno de sus bolsillos una esfera con varios focos de luz y la capacidad de girar una mitad sobre la otra. Le dio varias vueltas y la lanzó contra el suelo. Una explosión de tenue y translúcida luz azulada lo envolvió todo.

¿Qué es esto?-preguntó Belladonna.

Mi último invento.-explicó Kazark-Como demonio ingeniero, he desarrollado un aparato que combina tecnología y magia para dilatar el espacio y el tiempo. ¡En el remoto caso de que salgan vivos, estos Taimanin tardarán muchísimo en volver a su lugar de origen! He desplegado a algunas de mis tropas de ogros dentro de este espacio secundario, pero, para aumentar la seguridad, me gustaría que usted trajera a algunas bestias…

Está bien.-respondió Belladonna.

Kuroageha y Yamiyuki se pusieron en guardia.

. . .

Sorprendentemente poco después de su caída, Rito se encontró de nuevo en terreno conocido. Había tenido la suerte de caer a muy pocos kilómetros de la ruta secreta hacia Gokuruma que sólo los Taimanin conocían. En el aire y, posteriormente, al caer, el musculoso y fornido joven se vio obligado a pelear con algunos demonios, pero no fueron mayor problema para él. Paso a paso, se acercaba a su hogar, al piso franco que ya echaba de menos. No paraba de pensar en todo lo que había pasado y no podía dejar de tener un mal presentimiento. Sin embargo, su decisión de seguir las órdenes de su capitán era y sería inquebrantable. Volvería a casa y esperaría el retorno de Yamiyuki. Aguardar a que volviera no significaba estar encerrado en el piso sin poder hacer nada, pero sí abstenerse de llevar a cabo por su cuenta ninguna acción orientada a la guerra en la que estaban inmersos. Sabía que su líder no desconfiaba de ellos, así como también sabía que les había pedido eso porque no quería tenerlos lejos, porque quería que lo hicieran juntos hasta el final…batalla por batalla hasta ganar la guerra. Con todos estos pensamientos en la cabeza, Rito entró por fin a su vivienda y no dudó en meterse en la ducha. Había sudado mucho y su cuerpo estaba lleno de magulladuras, polvo y, en general, restos del combate. Ya que no iba a hacer nada que pudiera comprometer la misión, no le pareció excesivamente frívolo el ducharse en aquel momento. El agua caliente limpió los restos adheridos a su piel y estimuló sus músculos, ayudando a que olvidaran cada uno de los momentos dolorosos que habían pasado. La mano de jabón inundó la estancia de un olor agradable que contrastaba con el olor a sangre y fuego de la última batalla. El champú en su cabello ayudó a que su cabeza se relajase y sus pensamientos se fuesen desenredando de manera paulatina. No podía quitarse de la cabeza todo lo que había pasado, pero, si quería ser fiel a su gran amigo, no podía hacer nada en el momento. Terminó de ponerse ropa limpia y, una vez se secó el pelo y le dio los cuidados pertinentes, salió del baño como si fuera un hombre completamente nuevo…al menos desde el exterior, si bien en su corazón seguían las mismas sensaciones.

Chicos…-suspiró.

Su parte más racional no temía por sus amigos porque sabía que eran lo suficientemente poderosos como para defenderse de cualquier amenaza y llegar así sanos y salvos al piso. No obstante, su parte más sentimental no podía evitar preocuparse, sentir miedo y echar de menos la compañía y el calor de las personas que significaban tanto para él. También pensaba mucho en su familia: sus padres se lo tomarían con algo más de entereza, pero su hermana melliza, Seika, era tan delicada y frágil en estas situaciones que no podía evitar tener el corazón en un puño. Se sentía desgarrado por no poder acudir a la casa Sonozaki a consolar a su hermana: si pasaba por el núcleo de Gokuruma ahora que los Mazoku habían penetrado en él, su avistamiento podría tener consecuencias fatídicas, sobre todo estando tan separados. Pensó que sólo un abrazo de su hermana, de su padre o de su madre podría mitigar la ansiedad que sentía con respecto a sus amigos, a la vez que sólo un abrazo de un amigo podría hacerle enfocar la ansiedad por ver a su familia con más optimismo. Rito también se preguntaba a veces cómo un chico con tanto corazón como él podía formar parte de un equipo como ése. Yamiyuki tenía un corazón de piedra, unos nervios de acero y una sangre del ácido más corrosivo, Shirubei podía llegar a ser tanto o más sanguinario que un Mazoku, Inuhito era conocido por su animalidad, su crueldad y su carencia de contemplaciones en el campo de batalla y él…él era de otra manera…pero seguían siendo sus amigos y sabían quererse por quienes eran. Aoi era el más parecido a él en el terreno personal, y Hagane solía ser menos duro en el día a día que el resto, si bien su otra cara en el campo de batalla brillaba casi como la de Shirubei…

¿En qué demonios estoy pensando?-se preguntó Rito en voz alta mientras miraba por la ventana.

Tal vez todo aquello era fruto de un golpe de tristeza a causa del resultado agridulce de aquella batalla. En el fondo, sabía que eran seis hermanos, seis almas gemelas, y que no difería tanto de ellos. Los habían separado a todos de todos a la fuerza, así que el estar allí sin que los demás hubiera llegado no lo convertía en culpable. Algo harto de darle vueltas a la cabeza, cogió sus llaves y salió del piso. No se acercaría a Gokuruma, pero necesitaba tomar el aire urgentemente.

El piso franco permaneció en soledad durante aproximadamente un cuarto de hora. La suerte no quiso que aquellos dos amigos no se encontraran por el camino, mientras uno llegaba y otro se alejaba. Inuhito había conseguido volver a casa. Había caído lejos, pero supo orientarse lo suficiente como para encaminarse sin perder más tiempo que el invertido en recorrer el trayecto hasta su casa. Sus sentidos ampliamente desarrollados le conferían, como efecto colateral, una gran capacidad de orientación. Además, en esos momentos, sus sentidos captaban algo parecido a una presencia en el hogar hacía no demasiado tiempo. Estaba tan preocupado y cansado que pensó que su percepción le estaba gastando una broma de muy mal gusto. Decidió ducharse: Yamiyuki no quería que hicieran nada al respecto de lo que estaba sucediendo, así que lo vio una manera bastante útil de invertir el tiempo muerto que pasaría hasta que el líder volviera a casa.

Ya aseado y con ropa limpia, Inuhito entró en su cuarto. Buscó algún libro o cualquier elemento que le permitiera acelerar el paso de aquellas horas tan lentas y amargas. Casi creyó oír el sonido de la puerta principal abriéndose…como si hubieran introducido y girado la llave. Casi creyó oler el aroma característico de una persona muy importante para él, oír el ritmo definitorio de sus pasos…

¡Un momento!-susurró Inuhito.

La esperanza comenzó a llenar su cuerpo. ¿Podría ser que de verdad hubiera llegado alguien más? Salió del cuarto y encendió la luz del pasillo. Sus sentidos le habían revelado quién era, pero no podía evitar sentirse sorprendido, contento y agradecido.

¡Rito!-exclamó Inuhito.

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro del joven de cabello verde.

Oh…-suspiró-… ¡Inuhito! ¡Estás bien! Y… ¡qué rápido me has detectado!

Estaba deseando volver a estar entre vosotros…-susurró Inuhito mientras se acercaba a su enorme amigo caminando lenta y decididamente-…es normal que te haya reconocido desde lejos…te conozco…puedo sentir tu aroma aun lejos de ti.

Rito no supo cómo tomarse aquello. Era cierto que Inuhito tenía un olfato prodigioso, pero la cuestión tenía más trascendencia…se le veía algo inestabilizado.

¡Joder!-chilló Inuhito mientras saltaba hacia su amigo y lo abrazaba-En el campo de batalla nunca se ha de perder la concentración, pero… he sufrido por vosotros. Han estado a punto de matarnos a todos…y preferiría morir el primero antes que ver que os pasa algo malo…

No digas tonterías…-dijo Rito mientras rodeaba a su amigo con los brazos-…si mueres el primero, nos causarás mucho dolor a los demás. Nadie va a morir. Estamos a salvo, y los demás también lo están. Yo también lo he pasado mal…pero supongo que es cuestión de tiempo que los demás vuelvan. Yamiyuki nos ha dado órdenes claras: no podemos hacer nada hasta que no estemos los seis juntos, así que…tratemos de relajarnos y evaluar todo lo que ha sucedido.

Ahora mismo no puedo…-dijo Inuhito mientras seguía adherido al cuerpo de Rito-…tal vez dentro de un cuarto de hora sí, pero, en este momento, sólo puedo desahogarme en silencio.

Tranquilo.-dijo Rito mientras apretaba con sus enormes brazos el cuerpo de su amigo a la vez que éste le apretaba a él-Estamos en casa, podemos desahogarnos.

¿Podrías pasar a mi habitación?-pidió Inuhito-El que te sientes un rato conmigo será suficiente para que me calme y pueda recuperar el raciocinio…

La verdad es que yo también estoy crispado…-dijo Rito-…vamos a calmarnos, ¿de acuerdo?

Rito puso su mano en el hombro de Inuhito para animarlo a entrar a la habitación. Acto seguido, entró detrás de él.

Sé que no hay nadie, pero…-se excusó Inuhito-…las costumbres de hermanos son sagradas.

Inuhito tomó unos calzoncillos del cajón de la ropa interior y los colgó del picaporte exterior de la puerta antes de cerrarla. Rito se fijó en que eran de color naranja con un diseño de mosaico y textura visual de escamas en gama de amarillos y dorados. Parecían muy ajustados. También se fijó en la habitación de su amigo. No era nada que no hubiera visto, pero no dejaba de ser un dormitorio sorprendente. Había una enorme estantería llena de libros, muchos de ellos de Química, y otros tantos de lecturas de ocio y curiosidades acerca de muchos temas. También un armario gigantesco, una cama muy grande y un escritorio muy ordenado y bien equipado. En las paredes había, a modo de decoración, imágenes de grupos de música generalmente ataviados con máscaras de gas, cables en la cabeza y, en definitiva, vestimentas cibergóticas. También podía apreciarse una estantería llena de revistas eróticas versadas en la dominación y la sumisión, películas relacionadas y algunas carpetas llenas de muchos documentos. En la mesita de noche podía apreciarse una fotografía enmarcada, pero estaba puesta bocabajo de tal forma que no se veía. En una de las paredes había una placa llena de objetos como tiras de cuero, cables de colores, plumas teñidas con pinturas muy saturadas y brillantes y algunas imágenes bastante seductoras de modelos enmascarados. También había una vitrina bastante alta llena de material de dibujo y pintura, desde reservas de lienzos y folios hasta gamas completas de lápices, pinceles, acuarelas y demás pinturas de muy alta calidad. Al lado de esta vitrina había un pequeño armarito de pie encima del cual estaban colocados de adorno varios instrumentos de laboratorio. En la habitación había un olor que no era desagradable, pero sí algo inusual. Un persistente y monótono olor a limpieza sustentaba las bases de una mezcla entre el propio olor característico de Inuhito y algunos de los perfumes extravagantes que gustaba de utilizar.

¿Sabes?-preguntó Inuhito-Me gustaría retratarte…me gustaría retrataros a todos. Sois muy importantes para mí: me gustaría inmortalizaros. Además, tienes un cuerpo muy bonito y digno de ser representado, y sería todo un reto como tratamiento anatómico para cualquier dibujante.

Sería un placer posar para ti…-dijo Rito-…aunque no sé hasta qué punto podría hacerlo bien ahora mismo.

¿Lo intentamos?-preguntó Inuhito-Si no sale bien, siempre puedo dejarlo para otro momento. De este modo, creo que nos entretendremos con algo y nos ayudará a despejar un poco el embotamiento mental que tenemos…

De acuerdo.-dijo Rito, a quien le parecía bien hacer cualquier cosa para calmar a su amigo-¿Cómo quieres dibujarme?

Tu cuerpo resultaría bonito en cualquier posición.-dijo Inuhito-Pero, para que estés más cómodo… ¿qué te parece tumbado sobre la cama?

No me negaría.-respondió Rito sonriendo-Una cama cómoda y grande me vendría de perlas ahora mismo…

Inuhito era un Taimanin graduado, químico de profesión a ojos de toda la sociedad y dibujante de afición. Le encantaba plasmar sobre el papel o el lienzo todas sus ideas, retratar la realidad y dar forma a su imaginación. También era muy ducho en el diseño asistido por ordenador. Rito sería un buen modelo para él, estaba seguro.

¿Tengo que desnudarme?-preguntó Rito entre risas.

¿Te molestaría?-preguntó Inuhito con curiosidad.

Rito miró a su amigo con sequedad.

¿Cómo iba a importarme?-le espetó Rito-¡Como quieras!

Pues…-dijo Inuhito-…desnúdate, adelante. Deja la ropa donde quieras, no hay problema.

Rito llevaba un chaleco marrón y negro muy ajustado con un cuello ribeteado por una tira de pelo sintético, unas muñequeras marrones con hebillas metálicas y unos pantalones blancos acampanados con un cinturón negro, una sobrefalda también negra muy corta y una malla a juego que cubría las perneras de los pantalones. En los pies calzaba zapatos negros con un poco de plataforma. Comenzó a quitarse el chaleco, revelando su torso musculoso y lleno de vigor y energía juvenil. Inuhito soltó un silbido.

No seas tonto…-Rito se rió.

Después de descalzarse y dejar los calcetines sobre los zapatos, el joven de cabello verde se quitó los pantalones. Sólo le quedaban los calzoncillos: unos anchos y vaporosos bóxers de color verde vivo. Eran tan amplios y holgados que hacían un efecto similar a unas calzas de boxeador.

Se me ha ocurrido una pose estupenda.-dijo Inuhito mientras abría la puerta de la vitrina del material de dibujo.

¿Cómo es?-preguntó Rito con curiosidad.

Túmbate en la cama en la pose más sugerente que se te ocurra, pon una cara seductora y suéltate el pelo.-explicó Inuhito-Con lo largo que lo tienes, podrías dejarlo caer como una cortina por entre tus piernas y que parezca que estás completamente desnudo ocultando tu miembro viril.

Suena muy artístico.-Rito aceptó.

Se tumbó en la cama después de deshacerse la trenza y se acomodó la larga melena. La dejó caer por su espalda como una cortina y, recorriendo su cintura y su cadera, bajó hacia su entrepierna, tapándola por completo. Acto seguido, se quitó los calzoncillos y los arrojó a un lugar donde no molestasen.

¡Vaya!-Inuhito se sonrió-Te veo dispuesto a meterte en el rol de modelo…

Sé que así te concentrarás mejor en el dibujo.-dijo Rito sin darle más importancia-No me da ningún pudor, sin mencionar que no se me ve nada. ¡Quiero un buen retrato! ¿De acuerdo?

Inuhito se acercó a su modelo.

Eres realmente hermoso.-le dijo-Una auténtica preciosidad, un milagro de la naturaleza. Tu cuerpo lleno de músculos perfectos y definidos clama al arte, y tu rostro refinado y hermoso da a tu conjunto un toque aristocrático capaz de impactar a cualquier observador en cualquier retrato. Además, estás muy guapo ahora mismo…

¡Gracias!-Rito sonrió-Tú tampoco estás nada mal, ya sabes…

No tienes que devolverme el cumplido…-susurró Inuhito-…me basta con tenerte de nuevo cerca. A esta distancia puedo notar el calor de tu piel… me he sentido tan frío desde que en mi mente se clavó el cuchillo de la probabilidad de vuestra pérdida…

Inuhito se arrodilló ante la cama para estar más cerca de Rito.

Quiero teneros cerca de todos de nuevo.-dijo Inuhito-Perdóname por ser tan débil…ni siquiera voy a poder concentrarme en dibujar… ¿será posible?

No eres débil, Inuhito.-dijo Rito posando sus manos sobre los hombros de su amigo-Todos atravesamos malas rachas, todos tenemos malos momentos, todos sentimos malas vibraciones de vez en cuando. Deja de flagelarte por ello: volverás a ser el de siempre en cuanto estemos todos juntos de nuevo… ¡ay!

Rito se resbaló ligeramente con las sedosas sábanas de su amigo. Su cortina de cabello se retiró violentamente en el movimiento que tuvo que hacer el chico para no caerse, regando la cama y parte de la pared como si fuera un manantial verde…y no pudo hacer nada para taparlo: Inuhito lo vio.

¡JODER!-no pudo evitar gritar-¡JO-DER!

Inuhito tuvo una vista completa y frontal del pene de su amigo Rito, al que no pareció importarle demasiado. Era, con abismal diferencia, el pene más enorme y fornido que había visto nunca: largo, muy largo, y ancho, muy ancho. En estado de flacidez total, aquel miembro viril parecía una anaconda agazapada entre la hierba dispuesta a asestar el golpe letal en cualquier momento. Estaba completamente depilado, tanto en la base como en los testículos, sin un solo rastro de vello. Los vasos sanguíneos se notaban mucho y la diferencia de nivel entre los cuerpos cavernosos y el cuerpo esponjoso se hacía notar incluso en estado de flacidez. La piel estaba totalmente limpia y cuidada, tersa, reluciente y beneficiaria de un cariño profundo y una higiene estricta por parte de  un hombre cuyo cuerpo es el templo de los templos para él. También su prepucio era más que notable: su forma era perfecta, recubría su glande sin dejar adivinar ni una de sus curvas y acababa en un aro bastante ancho y de un color sonrosado de aspecto muy sano. Mirado desde cualquier ángulo, el prepucio se veía muy abundante, espeso y trabajado. También llamaba la atención el hecho de que sus testículos eran enormes y colgaban de manera natural con una caída elegante y recta. Parecían inflamados de tan grandes que eran.

No te escandalices, Inuhito…-dijo Rito con una sonrisa mientras se rascaba la nuca-…es grande, pero no creo que sea para tanto, ¿no?

¿Que no es para tanto?-preguntó Inuhito-¡No me extraña que no puedas llevar calzoncillos apretados! ¡Los catapultarías hacia la órbita de Saturno!

¡Oye!-Rito se rió-¡Deja a mi pene tranquilo! Bastante tengo con lidiar con él…

¿Lidiar?-preguntó Inuhito de nuevo-¿LIDIAR? ¡Dios mío, Rito, eso es una bendición! ¡Es precioso, perfecto, esplendoroso! ¿Puedo dibujarlo?

En menudo lío me he metido…-Rito se encogió de hombros con una sonrisa-…no me importa que lo dibujes, adelante.

Rito separó sus piernas y dejó que su gigantesco pene se apoyara en una de ellas para que pudiera verse con claridad. Con ese aspecto tan vigoroso, parecía uno más de sus portentosos músculos, sobre todo por el hecho de estar entre sus piernas, que eran muy grandes, robustas, musculosas y fuertes.

Cualquiera diría que es la primera vez que ves un…-intentó decir Rito.

Inuhito pareció ausente. Estaba extasiado. No sabía muy bien qué iba a suceder, pero Rito tenía la corazonada de que muy pronto iba a pensar como su amigo.

¿Qué te parece si hacemos otra cosa?-preguntó Inuhito.

¿Como qué?-Rito se mostró curioso.

Siéntate en la silla, por favor…-pidió Inuhito.

Mientras Rito se acomodaba en la silla donde Inuhito se iba a sentar a dibujar, éste se acercó al armarito de pie, lo abrió y sacó de él un amasijo negro.

¿Qué haces?-preguntó Rito algo extrañado.

¿Por qué le pregunto eso?-pensó el chico musculoso-¡Son unas correas de cuero sintético! Está claro que va a atarme… y, para bien o para mal, no estoy nada en desacuerdo con la idea…creo que los dos necesitamos una alegría después de lo que ha pasado…aunque nadie me habría podido decir que iba a acabar haciendo esto con alguien que es como mi hermano…

Nada que vaya a disgustarte, tranquilo.-dijo Inuhito mientras pasaba las correas que había sacado por los entresijos de la silla.

En pocos segundos, Rito tenía los brazos completamente fijados al respaldo de la silla y las piernas atadas a las patas delanteras. Acto seguido, el joven de cabello blanco puso en marcha un reproductor musical que tenía arrinconado en el cuarto. Sonó esa música electrónica tan dura y ácida que tanto le gustaba, y sonaría durante horas.

Ufff…-resopló Rito-…esto no pinta muy cuerdo…

Hay buena música de fondo…-pensó-…no creo que pueda salir muy mal aunque esté atado.

¿No quieres?-preguntó Inuhito con sinceridad.

No he dicho que no quiera…-dijo Rito-…sólo me parece sorprendente que la situación haya evolucionado así. De cualquier manera…creo que me va a gustar…y a ti también. Haz lo que tuvieras pensado, por favor.

Inuhito agarró el pene de Rito suavemente con la mano izquierda. Rodeó la base de su glande como si asiera un vaso, todavía sin moverle el prepucio del sitio.

¡Cómo pesa!-se sorprendió Inuhito-¡Es extraordinario!

Me alegro de que te guste…-Rito no sabía muy bien qué decir.

Inuhito siguió jugando un poco con el pene de su amigo. Lo acarició con ambas manos, lo masajeó levemente, contrastó el calor del borde de su prepucio con las frías puntas de sus dedos, acarició sus testículos, jugó con ellos suavemente…y Rito permanecía quieto y callado. Parecía estar disfrutando.

Noto que aumenta su temperatura levemente.-dijo Inuhito-Estás empezando a ponerte a tono, ¿verdad? No tengo prisa: un pene tan grande necesitará mucha sangre para endurecerse. En cierto modo esperaba que fueras un shower

Con el cariñoso pero incesante masaje de Inuhito, el pene de Rito comenzó a endurecerse. Sólo fue un poco de crecimiento, pero fue lo bastante notable como para sorprender al otro chico.

…lo cierto es que siempre me he considerado un grower.-explicó Rito con algo de apuro.

¿Me estás queriendo decir que esto va a crecer más?-preguntó Inuhito entusiasmado.

Eso me temo, amigo mío.-Rito sonrió con candor, como solía hacer. Era tan puro y tan buena persona que no le importaba mostrarse tal y como era ante las personas a las que quería sin importarle lo demás.

Me encanta…-dijo Inuhito mientras amasaba el pene algo crecido de su amigo-…tocar este pene es tan placentero y gratificante…

Bueno, Inuhito…-Rito intentó entablar una conversación-…ya sabes que, aunque siento que mi amor sólo podré dárselo a una mujer, creo y sé que el sexo se lo puedo dar tanto a mujeres como a otros hombres…es más fácil entre nosotros encontrar los músculos que tanto me excitan…y ahora mismo me estoy empezando a excitar.

Yo no soy musculoso…-dijo Inuhito fingiendo pena-… ¿me vas a dejar con las ganas?

Para nada.-Rito sonrió-Nos lo pasaremos muy bien juntos. No eres musculoso, pero estás tan delgado que puedo leer tu musculatura. Aunque no sea grande ni prominente, podré excitarme con ella…ya que eres un amigo encantador.

Inuhito pareció excitarse mucho con ese comentario.

¿Qué tienes ahí?-preguntó Rito apuntando con la barbilla a la entrepierna de su amigo.

¿Quieres verlo?-preguntó Inuhito con una sonrisa salvaje.

Me encantaría.-dijo Rito-Así podremos comparar y debatir en qué tipo de cuadros encajaríamos mejor cada uno…

Inuhito soltó el pene de su amigo y se irguió frente a él. Llevaba un apretado dos piezas de chaqueta y pantalón estilo cibergótico, negro con adornos y ribetes de color naranja fosforescente. Se quitó la chaqueta, dejando ver que debajo llevaba un apretado maillot de color rojo parduzco que se quitó también, revelando su delgado y pálido torso, que le confería un aspecto de esqueleto recubierto de luz. Tras esto, se desabrochó los pantalones, acercando su entrepierna a la cara de Rito. En este momento, el musculoso joven atado a la silla pudo sentir y apreciar el olor de su amigo. Su piel siempre había tenido un aroma muy característico, fuerte, varonil y con un toque ácido, y su perfume terminaba de complementarlo de una forma rompedora. Tenía una base de vainilla que endulzaba la mezcla de aromas, pero pronto se dejaba arrastrar por una bandada de notas muy ácidas y algunas un poco amargas, con media base de almizcle y algunos cítricos como complementos. Al estar parcialmente desnudo y con su entrepierna cerca de Rito, el olor que Inuhito estaba dejando sentir en su amigo era más fuerte que si hubiera estado completamente vestido. Además, el calor de su entrepierna avivaba el perfume a cada segundo. Finalmente se desabrochó el pantalón y se lo quitó, dejándolo caer al suelo. Llevaba unos calzoncillos tipo bóxer con una base de neopreno de color gris marengo, algunos detalles en colores de neón y unas tiras de cables de colores unidas desde la vertical del ombligo hasta el lado izquierdo de la cadera. Un bulto comenzaba a dibujarse en aquellos calzoncillos de diseño.

Guau.-dijo Rito con una sonrisa-Esto empieza a gustarme. Estás bastante bueno, ¿sabes?

Sí, lo sé.-la excitación sexual parecía haber recobrado el orgullo y la mente altanera de Inuhito-Aunque ahora mismo siento que no tanto como tú…

¿Te gusta lo que ves?-preguntó Rito.

Ya lo creo.-respondió el chico de cabello blanco.

Pues a mi amigo pareces gustarle también…-comentó Rito dirigiendo los ojos a su propio pene.

Había crecido bastante. El prepucio seguía tapando el glande con estoicismo y elegancia.

Un chaval tan involucrado en el cuidado de su cuerpo como él no puede tener ningún tipo de limitación en ningún miembro de su hercúleo santuario.-pensó Inuhito-Considerando esto, si me paro a pensar en que el prepucio no se la ha movido ni un centímetro…eso significa que tiene que estar tan bien entrenado como el resto de su cuerpo y que tiene una elasticidad y una capacidad bestiales, tanto como para estar completamente en reposo o completamente retraído en cualquier estado, a total voluntad… ¡es un pene realmente prodigioso!

Inuhito comenzó a masturbar con suavidad a Rito.

Joder…-dijo el chico-…voy a necesitar las dos manos.

Puedes usar lo que desees…-dijo Rito-…mientras me hagas sentir bien.

Eso no lo dudes.-dijo Inuhito.

A los pocos minutos, el pene de Rito ya estaba bastante duro. Era ingente, descomunal, de película. Un reguero espeso, cálido y semitransparente chorreó por la apertura de su prepucio. La excitación sexual en él era tal que ya estaba lubricando, y en grandes cantidades al parecer. Sus fluidos preseminales estaban ensuciando el suelo.

¡Guau!-se sorprendió Inuhito.

Se agachó, se dejó caer cómodamente en el suelo y recogió el chorro con su boca, repartiéndolo por sus labios con su lengua.

¡Estás muy mojado!-exclamó Inuhito-¿Tienes más?

Inuhito apretó amable y cuidadosamente el pene de Rito desde la base hasta el cuello. Comenzó a salir líquido preseminal casi a chorros.

Tu vocación por la cocina es innegable, ¿verdad?-preguntó Inuhito-Siempre dispuesto a dar algo delicioso a tus invitados…y hoy…hoy tienes miel…una miel de gran calidad.

Inuhito, extasiado en su lascivia, comenzó a lamer la punta del prepucio de Rito, recogiendo en su boca los fluidos preseminales, que pronto gotearon por su cuerpo y cayeron al suelo desde sus hombros y su espalda.

Esto es…-susurró Inuhito-…jodidamente genial…quiero más.

Inuhito se arrodilló frente a su amigo, agarró su pene con ambas manos e introdujo la lengua con decisión en el prepucio, barriéndolo desde dentro con envolventes movimientos circulares. Sacó la lengua de su cálida y húmeda prisión como una cuchara llena de sopa. Antes de que la captura chorrease por los lados de su lengua, Inuhito cerró la boca y se tragó todo lo que había sacado.

Me encanta tu miel, Rito.-dijo mientras se sonrojaba levemente-Para ser un chico tan cuidadoso y productor de tan buena miel, déjame decirte que huele y sabe bastante fuerte… es una auténtica delicia…fuerte como tú, muy fuerte…

Rito se sonrió con cierta sorna.

Si crees que me voy a avergonzar o sonrojar por el hecho de que me digas estas cosas…-dijo-…te equivocas. Lo haces muy bien…me encanta cómo la chupas…sigue cuanto desees…ahhh…

Rito no tenía cara de éxtasis ni se estaba dejando llevar. Al contrario, parecía más frío y calculador que nunca, midiendo cada movimiento y respondiendo con una sonrisa sensual y explosiva. Inuhito se tomó un descanso y se encaramó al cuerpo de Rito, dejándose caer suavemente sobre él de tal forma que su pene se apretó contra su pecho. Desde esta posición, Inuhito podía disfrutar de su amigo con todos los sentidos. Su gusto amplificado le estaba ayudando a descomponer todo el sabor del líquido preseminal de su amigo, nota a nota. Su oído super-desarrollado le permitía disfrutar de cada respiración, cada latido, cada movimiento, y su olfato infalible, su mejor sentido, le permitía disfrutar del excitante aroma de su musculoso amigo. Su cuerpo, de manera natural, olía como se podía esperar de alguien con unos niveles estratosféricos de testosterona. Un olor fuerte, exótico, salvaje, masculino y con un deje térreo y amaderado. No obstante, no era desagradable, porque el chico se cuidaba mucho y siempre mantenía su cuerpo limpio. Esto se unía a la suave fragancia de su jabón especial para el cuidado muscular, que no resultaba tan excitante como el olor de sus hormonas, especialmente cuando el sudor estaba empezando a aparecer, pero daba un toque fresco que permitía establecer una referencia para medir los aromas de su cuerpo. Finalmente, de su entrepierna emanaba el aroma de su masculinidad, una mezcla entre la fragancia suave e inocente de un pene recién lavado y la fuerza y la pasión de un pene mojado deseando tener sexo…una mezcla que a Inuhito le parecía deliciosa. Antes de trabajar su pene un rato más, Inuhito comenzó a lamer los pectorales y las clavículas de su amigo. Tras un rato recorriendo su musculoso cuerpo con su lengua, haciendo hincapié en todas y cada una de las curvas de su cuadriculado abdomen, se acercó a sus labios con la intención de besarle. Rito le guiñó un ojo y empujó la punta de la lengua de su amigo con la suya propia, provocando un roce momentáneo muy excitante. El pene de Rito había crecido tanto que Inuhito ya no estaba demasiado cómodo en esa posición, por lo que decidió volver a arrodillarse.

Estoy muy duro…-dijo Rito con un tono seductor-…creo que ha llegado el momento de ponernos serios, ¿no crees?

Inuhito asintió con una sonrisa lasciva. Ni él entendía por qué todavía llevaba los calzoncillos puestos, pero no parecía preocuparse mucho. Se acercó de nuevo al pene de Rito, observando que sus enormes testículos, los cuales había masajeado y lamido con fruición, se habían hecho aún más grandes. Tomó el prepucio de su amigo con las manos y lo rodeó cariñosamente.

¿Lo retiro?-preguntó.

Adelante.-Rito sonrió.

Inuhito retrajo el prepucio de su amigo, liberando un impacto muy cálido y aromático en el ambiente. Comenzó a lamer su glande. Estaba muy húmedo y caliente, y pudo recoger la lubricación que había producido, añadiendo la de su saliva para no perjudicar la relación.

Uff…-dijo Rito-…esto va a terminar de crecer. ¿Puedes acomodarme el prepucio? Lo haría yo, pero… ¡me has atado!

¿Que te lo acomode?-preguntó Inuhito.

Sigue retrayéndolo.-pidió Rito-Con suavidad, pero haz que supere la corona.

Inuhito obedeció. Como si hubiera quitado un seguro, el pene de Rito terminó de crecer, llegando al estado de erección más majestuoso. En muchos hombres, el prepucio se mantenía plegado como un aro de piel alrededor de la base del glande después de ser retraído, pero no era el caso de Rito: su pene era tan largo y enorme y su prepucio era tan elástico, abundante y trabajado que permaneció totalmente invertido, demostrando también que su frenillo era prodigioso en términos de elasticidad y salud general. Su pene ahora parecía una mezcla entre el tronco de un árbol y una torre muy carnosa, pues se veía la totalidad de la cara interior del prepucio, húmeda y con gotas de líquido preseminal, de tal forma que la punta de su prepucio sin retraer, ese elegante aro rosado, se había quedado entre medias de la longitud de su falo sobresaliendo levemente como las branquias de un pez majestuoso que abre las aguas con su cuerpo en vertical.

Y éste es mi amigo.-dijo Rito con una sonrisa-Espero que os llevéis bien…

Encantado de conocerte…-dijo Inuhito.

Se acercó al pene totalmente crecido de Rito y comenzó a lamer el interior expuesto de su prepucio. La música lo excitaba cada vez más y más a modo de contribución al acto sexual. Se estaba dejando caer en los brazos del éxtasis poco a poco.

Está delicioso…-dijo Inuhito-… ¡voy a perder la cabeza! La fragancia en esta zona de la piel está muy concentrada, mis sentidos se desbordan… si sigo así, mi tacto va a hacer que mi lengua se vuelva adicta… pero… ¡ahora mismo no me importa!

Los testículos de Rito crecieron más. El chico sólo tenía una sonrisa para ofrecer a tal situación.

¿Te importa que me ponga cómodo yo también?-preguntó Inuhito.

Estás en tu casa.-Rito sonrió.

Inuhito se puso de pie otra vez. Si sus calzoncillos estarían vivos, gritarían y llorarían. No estaba completamente erecto, pero la presión en su ropa interior ya no era soportable. Se quitó ágil y elegantemente los calzoncillos y los lanzó por los aires, enseñándole a Rito su pene con una sonrisa. En efecto, no era tan grande como el de Rito, pero no era para nada pequeño. El pene de Inuhito era como una cola o, tal vez, como un látigo. Era largo y tenía bastante caída aun con tanta sangre dentro, demostrando que también era pesado. Su diámetro era medio, pero la longitud lo hacía parecer más fino en proporción. Estaba completamente depilado a excepción de tres tiras de vello blanco y bien cuidado alrededor de la base del pene que se asemejaban a los rayos del Sol. Su prepucio ya estaba muy tenso y luchaba por bajar a su lugar durante la excitación. El glande, bastante ancho para lo que era el resto del pene, tenía una coloración algo rojiza, nada enfermizo, pero sí más oscuro e intenso que el tono rosado, neutral, brillante y cuidado de Rito. Los testículos estaban bastante hinchados, aunque no eran demasiado grandes. Tenían una caída bastante sugerente. Con el pene de su amigo en la cara, Rito pudo sentir una nueva altura en la escala del aroma. El olor ácido pero endulzado era más acentuado y persistente en su pene. Tenía un aroma muy salvaje y penetrante que atravesaba su nariz como chorros de fuego, pero, lejos de desagradarle, a Rito le excitaba. Se notaba que estaba recién duchado y que el perfume se lo había extendido muy bien. Tenía un olor y un aspecto más que apetecibles.

Vaya, vaya…-dijo Rito-… por fin me la enseñas… ¡qué bonita polla tienes ahí, amigo!

Está muy cachondo…­-pensó Inuhito-…más de lo que ninguno de los dos hubiéramos podido llegar a imaginar…esto promete.

Rito alargó su lengua y pudo alcanzar la cabeza del pene de su amigo. Lamió a partes iguales el prepucio y el glande, ayudando a que el primero se terminara de replegar detrás del segundo de manera perfecta. Le guiñó un ojo a su amigo y continuó chupando el glande como si fuera una piruleta. Su sonrisa evolucionaba a marchas aceleradas.

Je…-rió Rito mientras jugaba con el pene de su amigo.

Inuhito miró al suelo: el pene de Rito estaba escupiendo fluidos preseminales como un caracol suelta su baba. Instintivamente, se agachó y comenzó a lamer todo el pene del chico desde la inserción de los testículos hasta el final del frenillo, recogiendo las secreciones parcialmente, dejando que lo que no cabía resbalara por las comisuras de sus labios. Cuando miró de nuevo a Rito, se dio cuenta de que su sonrisa se había congelado del todo. Se puso de pie de nuevo.

Vamos a jugar mucho, ¿de acuerdo?-preguntó Rito entusiasmado.

Inuhito se hizo una idea de lo que le esperaba. Con un leve cabezazo, Rito lo tiró contra la cama desde donde estaba. Lo había hecho sólo para imprimir un poco de fuerza, pero no le había dado un golpe doloroso. En la cama, Inuhito se revolvió y se apartó la melena de la cara para mirar a Rito, que parecía haber cambiado totalmente de personalidad. Sin esfuerzo, separó sus brazos y piernas de la silla, rompiendo en pedazos todas las correas. Tras esto, se levantó.


2 comentarios:

  1. Primero batalla épica y ahora fiesta party hard.
    Estas son siempre mis partes favoritas (sí, lo sé, soy una pervertida pero... OH SÍ COMO ME GUSTA)

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    1. ¡Vamos, vamos, que no decaiga la fiesta! Espero que esté siendo de tu agrado esta escena sexual con la que tanto he disfrutado... ¡llevaba tiempo queriendo relatarla!

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