TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 69: Ojos azules y lágrimas rojas
Tigres-sama nos ha hecho un regalo
muy generoso.-escuchó Nioiko vagamente-Dejarnos torturar a este mequetrefe
antes de matarlo era justo lo que necesitaba para relajarme después de estos
días tan estresantes.
Ya te digo.-una voz de hombre
respondió a la mujer que acababa de hablar-Esto va a ser divertido. A pesar de
que no contábamos con la aparición de los Taimanin, hemos conseguido tirar a
esos Fuuma y ahora vamos a cargarnos a su querido mayordomo… ¡JAJAJAJA!
Y pensar que este debilucho
pretendía utilizar a Tigres-sama para revivir a su difunto señor...-dijo
Kuritöö suspirando al final.
Los oídos de Nioiko comenzaron a
estar acompañados de sus ojos. Estaba terminando de despertarse y, entre parpadeos,
lograba vislumbrar la estancia en la que se encontraba. El dolor sordo que
tenía en el cuello le recordó el golpe por el cual había perdido el
conocimiento: en pleno combate, Braulio Cromwell había hecho alarde de una gran
fuerza física y una envidiable técnica quitándole el conocimiento de un
golpe. Se dio cuenta de que estaba atado de pies y manos en una camilla ubicada
en el centro de aquella sala.
Aquel lugar estaba muy bien
iluminado y las paredes eran blancas. La gran cantidad de estanterías, mesas y
otros muebles hacían parecer que se trataba de un laboratorio. No obstante, la
naturaleza del instrumental que Nioiko alcanzaba a ver le daba a entender que
se encontraba, tal y como esperaba, en una cámara de tortura. El joven
mayordomo estaba bastante resignado, por lo que comprendió que no todas las
salas de tortura tenían que ser oscuras y estar sucias: sabía lo que le
esperaba y, por primera vez en su vida, no tenía artimañas a las que recurrir.
Lo único a lo que podía aferrarse era a un combate mano a mano en caso de que
pudiera deshacerse de sus ataduras, pero, aun si ganase la pelea, le sería muy
difícil salir de allí solo y sin apoyo. Su esperanza se vio aún más recortada
cuando se dio cuenta de que los individuos que estaban en la sala y a los que
oía hablar eran la doctora Kuritöö y su compañero Benibatsu Yonekura.
¡Se ha despertado!-apreció
Benibatsu.
¡Vaya!-respondió Kuritöö con
sorna-¿Y no nos da los buenos días?
La mujer se acercó a la camilla y
se colocó frente a Nioiko mientras lo miraba con suficiencia.
No son buenos.-se limitó a
responder Nioiko tratando de mantener la compostura.
¿Dónde está tu genio, gallito?-le
preguntó la doctora-¿Y esa altanería? ¿Te has deprimido y te has convertido en
un gatito dócil y sumiso ahora que no tienes nada a lo que aferrarte?
Me tengo a mí mismo.-respondió
Nioiko-¿Acaso no soy nada?
No diré que no llevas razón, mas
sigue siendo poco frente a lo que te tenemos preparado.-explicó la mujer
demoníaca-Además, dentro de poco vas a dejar de tenerte a ti mismo… aunque el
tiempo que tardes en perderte depende de
tu resistencia a la locura.
Asumís que voy a dejar que me
hagáis lo que queráis.-insistió el mayordomo de los Fuuma-Y, por supuesto, os
equivocáis.
Estás atado por tus cuatro extremidades.-Benibatsu
se unió a la conversación-¿Cómo piensas defenderte de nosotros?
Con la quinta, por
supuesto.-respondió Nioiko con un deje de malicia en su voz-Se os ha olvidado
inmovilizarla.
¿Cuál es tu quinta
extremidad?-preguntó Benibatsu con sorna-¿La polla? ¡Deja de hacerte el chulo!
No estaba pensando en ninguna
parte de mi cuerpo estrictamente hablando.-Nioiko contestó con frialdad.
La cola láser de Nioiko se desplegó
y, con raudos latigazos, destrozó las ataduras que le impedían levantarse de
aquella camilla.
Todo lo que vayáis a hacerme será
por encima de mi cadáver.-amenazó Nioiko poniéndose en guardia y sacando sus
garras de luz-¡No puedo hacer otra cosa sino pelear!
¿Ya te has lucido?-le preguntó
Kuritöö-Muy bien pues. ¡Adiós a tus armas!
La científica sacó un mando a
distancia del bolsillo de su bata blanca y pulsó un botón. De forma inmediata,
las garras y la cola de Nioiko desaparecieron, impidiéndole utilizar sus
características técnicas de lucha similares a los movimientos de un felino.
Esta sala está dotada de sistemas
inhibidores de frecuencia selectivos.-explicó la doctora-Acabo de ajustarlo a
la frecuencia de los láseres de corte y éste es el resultado. Tus armas están
totalmente inutilizadas. ¿Vas a liarte a patadas y a puñetazos con nosotros,
bravucón?
Evidentemente.-respondió Nioiko
apretando los puños y ejecutando una pose de guardia ninja-¡No me queda más
remedio que pelear como un ninja!
¿Evidentemente?-se mofó
Benibatsu-¿Ninja? ¡No me hagas reír!
¿Acaso habéis olvidado que los
Fuuma somos uno de los clanes ninja más tradicionales y longevos?-preguntó
Nioiko-¡Por supuesto que soy un ninja y he recibido entrenamiento como tal! Tú,
como Taimanin que fuiste, tendrías que saberlo.
No me sermonees, haz el
favor.-Benibatsu cortó a Nioiko-Intenta cualquier cosa contra nosotros, vamos,
estás invitado. Al fin y al cabo, eres hombre muerto.
¡Ya lo veremos!-bramó Nioiko
sacando un manojo de cuchillos kunai de un bolsillo oculto y lanzándolos contra
sus dos contendientes.
Ambos desviaron los cuchillos de
un golpe: Benibatsu de un manotazo y Kuritöö con un tentáculo afilado.
¿Eso es todo, señor ninja?-se
burló Kuritöö.
¡En guardia!-gritó el mayordomo de
los Fuuma mientras desaparecía de la vista de los Mazoku-¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
Nioiko apareció por detrás de la
pareja y lanzó otra remesa de cuchillos arrojadizos. Los dos demonios tuvieron
que esquivar el impacto, pero, al tratar de contraatacar, se dieron cuenta de
que el joven había vuelto a escabullirse. Esta vez apareció por el flanco
derecho de la sala, tratando de apuñalar a Kuritöö en un costado con un
cuchillo tantô, pero la mujer se dio cuenta y lo desvió con una patada en la
cabeza que lo hizo volar hasta estamparse en una pared.
¡Menuda fuerza!-pensó Nioiko-¡Vaya
golpe! ¡Me duele todo!
Hasta nunca.-se despidió Kuritöö
disparando hacia su enemigo con la metralleta de la que nunca se separaba.
Ágilmente, el mayordomo se apartó
de aquel punto y dejó que las balas destrozaran el mobiliario. De nuevo se
lanzó al ataque con su cuchillo, pero Benibatsu se interpuso entre la mujer y
él y partió el arma con el canto de una mano.
¡No me da miedo tu fuerza!-bramó
Nioiko al ver que su arma se había roto ante la mano de su contendiente-¡Te
atravesaré!
El joven sacó una katana que
llevaba oculta y, tras desenfundarla a la velocidad del rayo, lanzó una
estocada frontal hacia el hígado de Benibatsu, pero éste asió su doble guadaña y
contraatacó con un golpe ascendente.
¡UAAAAAAAAH!-gritó Nioiko mientras
saltaba por los aires y su katana caía lejos de él.
¡Eres mío!-gruñó Benibatsu
lanzando un codazo hacia el indefenso enemigo.
¡Aún no he terminado!-insistió
Nioiko.
El chico se estabilizó en el aire
con una ágil pirueta y lanzó una patada voladora en picado hacia el codo de
Benibatsu, impactando y ganando una pequeña superficie en la que apoyarse,
girar sobre sí mismo y lanzar una patada giratoria hacia el cuello.
¡Ríndete!-le ordenó el antiguo
Taimanin mientras paraba su patada agarrándole el pie con la mano-¡No eres
rival para mí!
¡Nunca infravalores a un ninja de
los Fuuma!-gritó el joven.
El chico se esfumó. En la mano de
Benibatsu sólo quedó su botín. El traje de mayordomo se desplomó en el suelo,
completamente vacío.
¿Qué…-intentó articular Kuritöö.
La científica se calló cuando vio
a Nioiko colgado de la parte alta de la sala, con un pie en el techo y otro en
una pared. Estaba encaramado como una araña. Su cuerpo semidesnudo estaba
parcialmente cubierto con un uniforme ninja muy revelador y parecido a los que
llevaban los guerreros Taimanin. El color base era un rojo muy saturado y
brillante, acentuado por el tejido elástico, que de por sí era bastante
brillante. Constaba de una pieza con cuello vuelto y manga larga que cubría su
tronco hasta sus ingles, como un maillot de
gimnasia. Los antebrazos estaban cubiertos por una malla granate
semitransparente, al igual que ciertos cortes que tenía en la zona de la
cintura y las costillas. Sus manos estaban cubiertas por unos mitones rojos que
sólo cubrían totalmente el dedo corazón de cada mano. En las piernas llevaba unas
botas muy altas, ceñidas y elásticas hasta la mitad de los muslos, también de
color rojo, algunos cortes verticales con malla granate y refuerzos metálicos
dorados en los pies y en los laterales de las tibias. A modo de decoración llevaba
algunas piedras plateadas repartidas por el uniforme. Su espalda estaba casi
totalmente al descubierto y se marcaba mucho su zona íntima. Desde aquella
posición se le marcaban los tendones de las ingles y los músculos de las
piernas, tensos y preparados para un movimiento explosivo.
Tan bonito como inútil.-comentó
Benibatsu.
Desde ahí puedo tirarlo.-informó
Kuritöö-¡Toma ésta!
La voluptuosa mujer insistió con
su metralleta. Nioiko saltó en picado y cayó en medio de sus dos enemigos.
Apoyó las manos en el suelo, hizo el pino y separó sus piernas en ángulo llano,
pateando a ambos y separándolos entre sí. Tras esto, giró sobre sí mismo
ayudándose de las manos, cerró las piernas y se incorporó, volviendo de nuevo a
estar de pie. Sacó entonces dos cuchillos kunai bastante grandes y que tenían
un diseño especial que parecía contener bastantes mecanismos.
¡Ésta es mi auténtica arma
ninja!-exclamó Nioiko-¡Probad mis kunai gigantes!
Nioiko pulsó unos botones ocultos
en las empuñaduras de sus armas. Los mecanismos se desplegaron y se juntaron,
formando una hoja exterior que ampliaba ambos cuchillos hasta conferirles un
tamaño enorme. Con sus pesadas y peligrosas armas, el mayordomo de los Fuuma
comenzó a lanzar rápidos y sigilosos ataques giratorios y alternos, moviéndose como si bailara en el campo de
batalla.
Benibatsu con su doble guadaña y
Kuritöö con sus tentáculos cortantes se concentraron para parar cada uno los
golpes de uno de los cuchillos, llegando a un momento en el que Nioiko no pudo
encadenar un ataque con otro y quedó paralizado a merced de ambos. En este
momento, la científica le propinó al mayordomo un brutal rodillazo que le hizo
soltar por la boca una gran cantidad de saliva entremezclada con sangre. El Taimanin traidor lanzó un gancho alto
contra la barbilla de su víctima, enderezando su cuerpo tras doblarse hacia
abajo por acción del golpe de su compañera.
Agh…-Nioiko se atraganto.
Estaba de pie, oscilando hacia el
frente y hacia atrás, totalmente reacio a soltar sus armas.
¡RAAAAAAGH!-gritó Benibatsu
mientras tomaba fuerza.
El musculoso guerrero Mazoku
fustigó a Nioiko con un vigoroso golpe con el brazo estirado. Mientras se
tambaleaba, la científica demoníaca levantó la pierna y le dejó caer el talón
en el cráneo, quitándole las fuerzas y obligándole a soltar las armas mientras
caía a cuatro patas en el suelo.
¡Ahora, doctora!-pidió
Benibatsu-¡Los afrodisíacos!
La mujer corrió hacia un carro y
cogió de él varias jeringuillas. Comenzó a clavárselas a Nioiko en los glúteos,
en las ingles y en el bajo abdomen a través de su uniforme. Tras inyectarle
todo el líquido de cada una, empujó contra el suelo al indefenso ninja de los
Fuuma.
No lo olvido ni lo olvidaré
jamás.-dijo Kuritöö-Él sintetizó estas drogas y ahora serán tu perdición. Se
sentiría orgulloso si lo pudiera ver.
¿De quién hablas, vieja
zorra?-preguntó Nioiko sin ningún cuidado, con todas las esperanzas perdidas.
De Karistus.-respondió la
doctora-De mi hijo. Ah, y zorra lo será tu hermana. Seguro que los Taimanin se
la han cepillado todos, desde el primero hasta el último.
Los Taimanin no son vuestros
sucios orcos.-replicó Nioiko.
No necesitamos a los orcos para
darle su merecido a ratas insumisas como tú.-le espetó la científica-¡Benibatsu,
dale una lección!
Será un placer.-respondió
Benibatsu mientras se acercaba al cuerpo indefenso de Nioiko mientras se
masajeaba la entrepierna con una mano.
A pesar de que los golpes le
habían causado un dolor tal que no podía moverse y que las inyecciones le
estaban nublando el juicio, Nioiko entendió que Benibatsu lo iba a violar.
¡No!-gritó Nioiko al sentir que su
enemigo lo agarraba por los tobillos-¡NOOOO!
Trató de patalear, pero no se
sentía con fuerzas.
Estos afrodisíacos convierten
todas las fuerzas de tu cuerpo en receptividad nerviosa concentrada en las
zonas erógenas.-dijo Kuritöö con una sonrisa macabra-Dicho de otra forma, te
quitan las ganas de todo y las convierten en sensibilidad sexual… que no en
deseo. De esta forma, te sentirás violado, pues no tendrás ganas de que te den,
y sufrirás mucho sin poder defenderte. Fueron el último invento del hijo del
que me siento orgullosa y voy a usarlo en su honor para acabar con un enemigo
de los Neo-Nómadas. Él habría hecho lo mismo.
No puede ser…-susurró Nioiko
mientras sentía que las lágrimas invadían sus ojos.
Benibatsu agarró la tela del
uniforme de Nioiko que le tapaba las nalgas y la arrancó bruscamente. Tras
ello, abrió su propio uniforme con una cremallera que atravesaba ambas ingles
y, a través de ella, pudo sacar a relucir su enorme pene parcialmente erecto.
No me pones lo suficiente.-el
Taimanin traidor evaluaba al mayordomo de los Fuuma-Así no se me va a poner
bien dura. Desde que me pasé al lado de los Mazoku he aprendido a hacer de
tripas corazón y a violar tanto a hombres como a mujeres, pero tú… tú no molas.
Haz lo de siempre.-le propuso
Kuritöö sin darle más importancia.
Benibatsu flanqueó a Nioiko y se
colocó frente a él. Le acercó el pene a la cara.
¡Chúpame la polla!-le ordenó.
Jamás, maldito demonio…-siseó
Nioiko.
El fornido Mazoku agarró a su víctima
del pelo y le golpeó la cabeza contra el suelo. Aprovechando que se le había
abierto la boca del dolor, le introdujo su enorme pene.
¡Ngh!-a Nioiko se le saltaron las
lágrimas mientras se debatía entre arcadas.
¡Vamos!-gruñía Benibatsu mientras
hacía un movimiento de vaivén con la cadera-¡Chupa! ¡Usa bien esa lengua!
Nioiko no podía hacer nada. El
pene de su enemigo entraba y salía de su boca, reptando por su paladar y su lengua
y dejando grabados su textura y su sabor. Por el gran tamaño que tenía, le
hacía daño en las mandíbulas y lo atragantaba constantemente.
¡No estás chupando!-insistió
Benibatsu mientras castigaba a Nioiko-¡Cuanto peor me la comas, más doloroso
será tu final!
A pesar de que Nioiko no ponía de
su parte, Benibatsu sentía el placer propio de la fricción de su pene contra la
humedad y la estrechez de la boca del otro chico. Los deslizamientos y
vaivenes, acompañados de los movimientos de su prepucio hicieron que su pene se
endureciera dentro de la boca.
Lo has hecho fatal, pero me
sirve.-explicó el joven Mazoku-¡Ya la tengo dura! ¡Prepárate!
Benibatsu dejó la boca de Nioiko
tranquila y se acercó de nuevo a sus nalgas. Sin compasión, lo agarró de los
glúteos y le introdujo de golpe el pene en el ano.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAARGHHHHHHH!-chilló
Nioiko, sintiéndose partido por la mitad por aquella abominación.
¡Esto ya es otra cosa!-exclamó
Benibatsu-¡Esto sí me pone! ¡Me encanta cuando mis víctimas chillan y piden
clemencia! ¡Aúlla, perra!
Los choques de la cadera y los
testículos de Benibatsu chocando contra el cuerpo de Nioiko se escuchaban
fuertemente y hacían que las paredes retumbaran.
¡ACABA CONMIGO!-suplicó
Nioiko-¡MÁTAME! ES LO QUE QUIERES, ¿NO?
¿Toda tu vida engañando y
utilizando a la gente y éste es el aguante que demuestras cuando te utilizan a
ti?-preguntó Benibatsu indignado-¡Vaya una mierda de tío! ¡Que sepas que te
estoy utilizando como vertedero de semen! ¡Voy a descargarme y a limpiarme en
ti!
A pesar de las palabras de
Benibatsu, Nioiko no se veía como a un criminal, sino como a un guerrero
orgulloso de haberse mantenido fiel a su ideología. No obstante, un criminal
sermoneando a otro era absurdo y, en el fondo, entendía que ninguno de los dos
era el brazo de la ley. No podía pensar ni razonar: el ardiente dolor de
aquellas embestidas se había adueñado de su cuerpo. También pensaba que
probablemente ya hubiera sufrido un desgarro anal.
Mientras tanto, la doctora Kuritöö
se hallaba sentada encima de una mesa con las piernas abiertas y estimulándose
la vulva con una mano por dentro de la falda y a través de su ropa interior.
Así, Benibatsu…-decía con
lascivia-…así me gusta. Disfruto muchísimo viendo estas cosas. ¡Haz que esta
sesión sea memorable!
Nioiko lloraba. Recordó que en el
campo de batalla había visto la cabeza cortada de Engel Klage. También recordó
la captura de su hermana, la muerte de su señor y, en resumidas cuentas, la
forma en la que lo había perdido todo. Sus sollozos eran el tercer instrumento
de aquel macabro concierto, junto con los choques de las embestidas de
Benibatsu y los gemidos de Kuritöö, que actuaba como espectadora.
¿Cansado?-preguntó con sorna
Benibatsu mientras sacaba su pene del ano de su víctima-¡Esto es sólo el
principio!
El traidor pateó a Nioiko,
haciendo que su cuerpo subiera del suelo. En el aire, lo agarró con las manos y
estampó su cuerpo contra el techo de un salto. De éste salieron unos grilletes
que inmovilizaron al mayordomo y lo sujetaron. La estructura de los grilletes
bajó, dejando al joven Fuuma suspendido en el aire e indefenso. Desde esta
posición, Benibatsu comenzó a penetrar a su víctima de nuevo, esta vez con
mucha más saña, agarrándolo de los hombros y a veces del cuello.
¡UGHAAAA!-los gritos ahogados de
Nioiko eran ignorados por los allí presentes.
Tengo una idea.-avisó Kuritöö
entre gemidos y jadeos.
La mano con la que la mujer no se
estaba masturbando se convirtió en un tentáculo. Con este tentáculo, la
científica agarró una jeringuilla diferente a las que había usado antes y se la
clavó a Nioiko en el perineo con fuerza, inyectándole el contenido y haciéndole
gritar de dolor. Tras ello, la mujer retiró la jeringuilla vacía, la tiró al suelo.
Rápidamente, una erección se dibujó en el ajustado y roto uniforme del
mayordomo. Tras ello, el tentáculo se convirtió en una garra y arrancó la tela
del uniforme del joven que cubría su entrepierna, causándole algunos arañazos
en el abdomen. Se pudo ver entonces el pene erecto del mayordomo de los Fuuma:
la doctora Kuritöö le había administrado un fármaco capaz de provocar al
instante una erección en cualquier hombre.
Qué pequeña la tienes…-susurró
Kuritöö entre risas.
Nioiko no podía sentirse más
humillado. Benibatsu también vio su pene y comenzó a reírse y a mofarse.
¿Cuántos años tienes?-preguntó
mientras se reía como una hiena-¿Seis?
¡VETE AL INFIERNO!-gritó Nioiko
entre lágrimas-¡DÉJAME EN PAZ! ¡MÁTAME YA!
El pene de Nioiko era ciertamente
corto. Su tamaño apenas llegaba a la media japonesa y, a pesar de que estaba
totalmente endurecido, prácticamente no despuntaba. Sus testículos eran también
bastante pequeños y se encontraban muy pegados a su cuerpo. Aquel miembro viril
presentaba una pronunciada curva hacia arriba con forma de plátano. Su prepucio
estaba tenso y parcialmente retraído, y su frenillo era muy corto: parecía
estar a caballo entre un caso de fimosis y otro de fimosis mal corregida.
El ver y escuchar cómo sufres y
maldices me pone muchísimo.-dijo Benibatsu entre jadeos-¡Creo que voy a
correrme dentro de ti!
Nioiko no sabía si alegrarse por
el fin de su tortura. El hombre que lo estaba violando comenzó a gemir y a
convulsionarse. Dentro de él, notó que aquel enorme pene vibraba y experimentaba
ciertos espasmos: iba a eyacular inminentemente.
¡PARA TI!-gritó Benibatsu con
rabia.
En la última embestida, Benibatsu
arrancó la estructura que sujetaba a Nioiko del techo. Además, como la cara de
Nioiko estaba pegada a la pared, al romper la estructura lo estampó
fuertemente, abriendo un boquete y empujándolo contra la sala contigua mientras
salía disparado como un cohete. En su caída dejó un reguero de semen fruto de
la caudalosa eyaculación de su verdugo, cuyos fluidos no paraban de emanar.
. . .-Nioiko no podía decir nada.
Libre de ataduras y lastres,
intentó incorporarse. De su ano brotaban chorros de semen y sangre. Se
encontraba destrozado y su pene seguía erecto. Le dolía, al igual que el resto
del cuerpo. Benibatsu lo miraba con suficiencia mientras se mantenía con los
brazos en jarras y su enorme pene erecto. Del extremo del mismo caía un chorro
de semen que se había adherido al orificio de su glande y había quedado
colgando como un cable hasta el suelo.
Ha llegado tu hora.-informó
Benibatsu mientras se golpeaba levemente el pene para que el semen residual
cayera al suelo.
Agarró su doble guadaña y apuntó a
Nioiko, que ya sabía lo que le esperaba. Lo cortó por la mitad silenciosamente,
bañándose en su sangre y jugando con ella. Con su técnica de manipulación
sanguínea, creó una estatua en forma de esqueleto que salía de las dos mitades
del cuerpo muerto del mayordomo de los Fuuma. Ante su macabra creación, el
chico estalló en carcajadas. La doctora Kuritöö, que se hallaba lavándose las
manos en un grifo que había en la sala, se giró para observar el porqué de tantas
risas. Al ver aquello, no pudo evitar reírse también.
. .
.
Horas después, los Taimanin que
participaron en la guerra llegaron a Gokuruma. Se encontraron su tierra natal
llena de sangre y trozos de cadáveres de demonios destrozados.
¿Qué ha sucedido?-preguntó
Kuroageha mientras se acercaba a una guerrera que estaba cerca de la entrada.
Ha pasado lo que nos
temíamos.-explicó la mujer-Los demonios han venido a atacarnos en cuanto os han
visto allí. No obstante, estábamos preparados y hemos acabado con ellos sin
ninguna baja. Si veis a alguien en malas condiciones, probablemente esté
cansado o, en el peor de los casos, herido, pero no grave.
La directora Asagi no tardó en
acercarse para recibir a sus camaradas.
¿Cómo ha ido?-preguntó.
Hemos ganado.-respondió
Yamiyuki-Los Fuuma ya no serán un problema. La mala noticia es que los
Neo-Nómadas se han llevado a Nioiko.
No creo que lo dejen con
vida.-respondió Asagi-En cualquier caso, enhorabuena a todos y gracias por
vuestro brillante trabajo.
Tras unos efusivos instantes
llenos de abrazos, lágrimas de alegría, gritos de victoria, aplausos y vítores,
pasó un único día con tranquilidad. Después de esa valiosa jornada que todos
aprovecharon para reponerse y reflexionar, llegó hasta los Taimanin algo que,
si bien no podrían decir que no se esperaban, sí les sorprendió que fuera tan
rápido: en los buzones aparecieron ejemplares de un periódico que hacía pública
la muerte de Nioiko Fuuma a manos de los Neo-Nómadas. También explicaba que las
pocas tropas que quedaban vivas habían sido interceptadas por las fuerzas de
Tigres Black y estaban siendo ejecutadas una a una. Las páginas extra incluían
una foto del cadáver de Nioiko con la estatua de sangre y una declaración de
guerra a los Taimanin firmada por Tigres y Braulio.
No me asusta nada.-dijo Yamiyuki
tras leer el periódico aquella mañana-Sabíamos que tarde o temprano estaríamos
en guerra directa contra los Neo-Nómadas. Lo único que me da que pensar es el
hecho de que la prensa esté tan manipulada. Si Tigres Black ha logrado echar
mano a los servicios públicos, significa que su influencia se está extendiendo
demasiado. Necesitamos desbloquear cuanto antes las pruebas incriminatorias que
enviamos a la ONU.
El chico se encontraba reunido en
un aula magna. Todos los equipos Taimanin que habían participado en la guerra
se encontraban allí y debatían. Si, en efecto, lo que consiguieron con su
esfuerzo meses atrás pudiera llegar hasta la ONU, la fuerza opositora contra
los demonios dejaría de ser Japón para ser el planeta entero. Sin embargo, como
ya sabían, Estados Unidos había bloqueado esas transacciones a conveniencia y
no podían hacer nada para corregirlo porque el propio ejército federal estaba
metido de lleno en el asunto. Les aguardaban unos días de planificación y
reflexión muy duros, pero tenían algo muy claro: los Fuuma ya no existían ni
jamás volverían a existir.
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