TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 65: Vestido de negro
El día del asalto a los Fuuma
había llegado. La fecha que Kuroageha facilitó a los Taimanin por fin se había
convertido en un hoy. A pesar de que, según la chica, el combate sucedería al
anochecer, se daba por supuesto que todos los implicados madrugarían para
prepararse física y psicológicamente para todo lo que les esperaba. Hubo una
persona que madrugó más que el resto: Yamiyuki. Ataviado con ropa de calle,
todavía sin ponerse el uniforme, caminaba por los pasillos del Instituto de
Gokuruma. Llevaba un jersey negro muy ajustado de cuello vuelto, unos
pantalones pitillo del mismo color, un cinturón también negro con hebilla
metálica y una cadena plateada colgando del lado derecho y unas botas negras
altas del mismo color que el resto de la ropa, con suelas gruesas y elevadas.
Encima del jersey llevaba un sobretodo, también negro, muy fino y con dos
faldones traseros que ondeaban junto con su melena al ritmo de su paso firme y
decidido. De su cuello colgaba una cruz plateada con una piedra roja en el
centro. Al llegar a una bifurcación, tomó el camino de la derecha hacia un
ascensor al que se subió para bajar unos cuantos pisos, hasta uno de los
niveles de sótano. Al salir del ascensor, bajó un pequeño tramo de escaleras y
llegó a una puerta metálica con cierre electrónico de aspecto muy robusto. A su
derecha había un teclado alfanumérico y un lector de tarjetas. El chico sacó de
uno de los bolsillos de su pantalón una tarjeta con banda magnética que pasó
por el lector. Tras esto, la pantalla se iluminó, a lo que Yamiyuki respondió
tecleando un código que combinaba muchos caracteres diferentes. En respuesta a
esto, la puerta se abrió de par en par, cediéndole el paso al joven.
Es hora de desenterrar el hacha de
guerra.-dijo el joven en un susurro para sí mismo.
Continuó caminando, dejando que la
puerta se cerrara tras de sí. Tras atravesar una laberíntica red de pasillos
llenos de puertas, llegó a una pasarela estrecha que conducía a una pequeña
plataforma redonda en cuyo centro se erigía un pilar de aproximadamente un
metro de altura. En cuestión de segundos, el veloz joven llegó a dicho pilar.
Tenía dos agujeros similares a cerraduras, uno blanco y otro de color violeta
intenso ennegrecido. Delante de la plataforma había dos puertas blindadas, cada
una del color de una de las cerraduras.
Ha llegado el momento, ¿verdad?-el
chico escuchó una voz femenina muy familiar.
Murasaki Yatsu, una de las dos
subdirectoras del Instituto de Gokuruma, apareció de entre las sombras. Esa
mujer había sido maestra y mentora de artes específicas de Rito, Seika y
Shiena, así como de todos los Sonozaki que pasasen por esas pruebas. Asimismo,
eran familia: los clanes Yatsu y Sonozaki compartían un porcentaje de su
sangre, así como las habilidades de regeneración y la impresionante fuerza
muscular, acompañada del gusto por las armas pesadas.
Murasaki-sama,-Yamiyuki hizo una
reverencia-buenos días. En efecto, considero que es el momento clave en el que
he de utilizarlo. ¿Has venido aquí porque pensabas que iba a aparecer por aquí?
Buenos días, Yamiyuki.-respondió
la subdirectora-Hemos venido para darte nuestra bendición y desearte lo mejor.
También queríamos ver cómo te queda… ya sabes…
¿Habéis venido?-preguntó el
chico-Ah, claro, seguro que has venido con…
¡Yami-chan!-exclamó una voz
femenina algo aniñada y también familiar para el joven-¡Me has pillado!
Sakura Igawa, la otra subdirectora
del Instituto de Gokuruma y hermana de Asagi, la más fuerte de las Taimanin,
había aparecido como por arte de magia. Era experta en camuflarse y desplazarse
en los sitios oscuros, pudiendo fundir su cuerpo en la oscuridad si fuera
necesario. Además, fue una de las maestras de artes específicas de Hagane junto
con Kuroyuri Kuzu, íntima amiga de Kotona Kurobara, la difunta madre de Hagane,
así como asesina del demonio causante de la muerte de dicha mujer, tratándose
éste del padre de Delphine, quien después fue asesinado por el propio Hagane en
un acto cuasi predestinado.
¡Sakura-sama!-exclamó Yamiyuki-Un
control de sombras exquisito, como siempre.
¿Será posible?-preguntó Sakura con
los brazos en jarras-¿Cómo puedes tratarme con tanta formalidad cuando nos
conocemos de prácticamente toda la vida? ¡Sakura, como siempre! ¡No soy tan
mayor!
Sakura…-dijo Murasaki llevándose
una mano a la frente-…hemos venido aquí en nombre de Asagi-sama. ¡Compórtate!
Bueno, Yami-chan, ya sabes lo que
vas a tener entre manos a partir de ahora.-dijo Sakura ignorando a su amiga-Tras
la puerta blanca está el uniforme blanco de Asagi y sólo alguien como tú merece
tener algo guardado al lado del traje de guerra de mi hermana.
Muchas gracias por venir a
verme.-dijo el chico-Vuestra presencia me da seguridad y me hace sentir aún más
preparado para lo que viene.
Estamos muy orgullosas de que una
persona como tú haya sido un alumno de Gokuruma.-lo elogió Murasaki-Y más aún
de que te hayas convertido en el gran Taimanin que eres. Sabemos que lo harás
genial.
¡Ánimo!-gritó Sakura-¡Patéales el
culo en nombre de todos los Taimanin! Nosotras nos quedaremos aquí para
proteger nuestra tierra: nadie nos asegura que no puedan enviarnos unidades de
asalto al ver vuestras caras en el campo de batalla. Lo hicieron una vez y no
nos arriesgaremos a que lo hagan otra. ¡Destrúyelos!
Yamiyuki sacó de uno de sus
bolsillos una llave de color violeta intenso. Tras hacer una reverencia a ambas
mujeres, introdujo la llave en la cerradura del mismo color y la giró. La
puerta que estaba pintada del mismo color se abrió para él.
. .
.
Horas después, todavía por la
mañana temprano, en las afueras de Gokuruma reinaba un ambiente de despedida.
Un enorme ejército Taimanin estaba preparado para ir a la guerra. Muchísimos hombres
y mujeres armados y uniformados se reunían en aquel lugar, dispuestos a dar lo
máximo de sí mismos para acabar definitivamente con los Fuuma. Las familias de
los seleccionados y el resto de compañeros que no iban a ir a luchar porque
tenían que quedarse cuidando de Gokuruma para evitar asaltos oportunistas se
encontraban también en el lugar de reunión para dar una emotiva y vigorizante
despedida.
¿Tienes ganas de estrenar tu nueva
arma?-le preguntó Kuroageha a Veena.
El equipo Kuroageha era uno de los
que más adelantados estaban en el orden de filas. Tras el incidente que
sufrieron en la pelea contra Nioiko, Elizabeth y sus sicarios, a Veena le habían
fabricado un arma idéntica a la que se le había roto, esta vez con materiales
más resistentes.
¡Ya lo creo!-exclamó la joven
india apretando los puños-¡Me cobraré bien caro lo que ese desgraciado y su
muñeca me hicieron en aquella batalla!
Y yo te ayudaré.-dijo
Shiena-Siento que me lo tengo que cobrar también. Ya sabes que por ti, Veena,
yo…
No es el momento, chicos.-dijo
Kuroageha-Confío en que todo os saldrá bien, pero tenemos que concentrarnos en
el combate.
Shiena y Veena miraron al suelo algo
cohibidos. Kuroageha se giró hacia Seika.
Una líder tiene que ser fría en
determinados momentos…-se excusó.
Te entiendo.-dijo Seika sin saber
muy bien cómo responder-No te preocupes.
Uniformados y armados, los cuatro
jóvenes de ese grupo no eran los únicos que estaban preparados para el combate.
Aquello era un auténtico despliegue de armas, uniformes y frases bélicas. Kaen
y Kouen, las hermanas de Yamiyuki, lideraban cada una un equipo de élite de
cinco personas. Cerca de ellas se encontraban Meiou y Tamako, los padres de
Aoi, quienes lideraban juntos un pelotón de tiradores. A poca distancia estaba
el equipo Yamiyuki: con los uniformes puestos y las armas bien preparadas,
Shirubei, Inuhito, Hagane, Rito y Aoi aguardaban el momento de la partida. Los
acompañaban los padres de Shirubei y los tíos y primos de Hagane.
Hijo mío,-dijo Sanae, la madre de
Shirubei-no podemos participar en esta guerra. Se nos ha encomendado el
proteger Gokuruma con las armas en alto hasta que regreséis. Tu padre y yo te
queremos mucho, y os deseamos lo mejor a ti y a tus amigos. Estamos orgullosos
de ti.
Venga, no os pongáis sentimentales
ahora, por favor.-pidió Shirubei-Sabéis que sois las dos personas a las que más
quiero y querré por haberme dado la vida, pero no es momento para lágrimas de
emoción. ¿Qué somos los Anome? ¿Derramadores de lágrimas propias o de sangre
ajena?
¡Ése es mi hijo!-gritó Kinnosuke,
el padre de Shirubei-¡Acaba con ellos!
Gracias por venir a vernos,
señores Anome.-Rito les hizo una reverencia-Y gracias también a ustedes,
señores Kurobara. Recibir la visita de un líder de clan es todo un honor.
Bueno, bueno…-el tío de Hagane
trató de quitarle importancia-…no os sintáis cohibidos. Nuestro sobrino es una
persona importantísima en nuestra familia y, como sus mejores amigos, no nos
queda más que desearos lo mejor y pediros que cuidéis de él.
Hagane, querido mío…-la tía de
Hagane parecía algo afligida-…sé que nunca pudimos, no podemos y jamás podremos
llenar el vacío que dejaron tus padres al irse, pero siempre te hemos querido
muchísimo y hemos tratado de ayudarte con todo lo que ha estado en nuestras
manos. Miyabi y Kotona están orgullosos de ti y te observan desde el cielo. Tus
padres siempre estarán en nuestros corazones. No podemos ir con vosotros porque
hacemos equipo con los Anome, pero te queremos como si fueras nuestro hijo… es
más, eres nuestro heredero, incluso por encima de nuestros tres hijos.
Por favor, tía, no te
lamentes.-pidió Hagane-Volveré sano y salvo y celebraremos una victoria. Y
vosotros, pequeños cabroncetes, dejad bien alto el listón de los Kurobara. ¡Que
se note el potencial de los orgullosos Taimanin que vestimos de rosa!
Hagane se dirigía a sus primos.
Tenía tres, uno de su misma edad y dos mayores que él. A pesar de que eran
hijos de un matrimonio con más poder e influencia que los padres de Hagane, no
podrían liderar el clan Kurobara porque eran menos fuertes que éste: Gokuruma
era una meritocracia absoluta y no se tomaban aquellos hechos como una
injusticia o una ofensa, sino al contrario. Los primos de Hagane veían a éste
como todo un referente y un ejemplo de superación. Juntos, los tres chicos tendieron
sus puños hacia su primo, quien chocó en señal de fraternidad con su propio
puño.
Quedan tres minutos para la hora a
la que Yamiyuki dijo que llegaría.-comentó Aoi-Es un reloj, así que aparecerá
en tres minutos.
¡Qué ganas de que venga!-le
respondió Inuhito-Como se ha ido antes a hacer no sé qué, no lo hemos visto en
toda la mañana.
Los chicos no tuvieron que esperar
ni un segundo más después de lo informado por Aoi: Yamiyuki llegó con total
puntualidad. Todos los Taimanin que iban a ir a la guerra se giraron a mirarlo.
Iba caminando al lado de Asagi, la guerrera más poderosa de la historia de los
Taimanin, y no iba detrás de ella, sino a la misma altura. La solemne mujer
había dejado atrás su habitual uniforme violeta y llevaba uno blanco con el que
cargaba varias armas.
¡Hermanos!-exclamó la directora-¡Protegeré
Gokuruma con mi vida! Estoy segura de que esos demonios listillos intentarán
algo en cuanto vean la cantidad de tropas que van a encontrarse con ellos allí…
pero no serán ningún problema. Lideraré todos los equipos de guardia hasta que
la batalla acabe, así como a vosotros os liderará… ¡Yamiyuki Kuroi!
El joven dio tres pasos al frente,
acercándose a todos los guerreros que iban a ir con él a la batalla. Lo
recibieron con aplausos y vítores. Iba uniformado, como el resto de guerreros,
pero no portaba el uniforme que acostumbraba a utilizar, sino uno nuevo. Era
totalmente negro a excepción de los refuerzos y los ribetes metálicos, que eran
de un elegante color plateado. Se trataba de un uniforme de Taimanin de cuerpo
entero con cuello vuelto y engrosamientos en las botas y en los guantes. En los
laterales de su ardiente cintura había unas franjas plateadas muy brillantes.
Su entrepierna, prominente y sensual, estaba cubierta por una placa plateada
que hacía una forma muy sugrente. En la espalda, tapados por su melena, había
varios contenedores plateados que contenían armas o eran en sí armas plegadas.
Ceñida en horizontal a la altura de su cadera había una nodachi de las mismas
dimensiones que la que habitualmente llevaba, pero con una funda negra y una
empuñadura plateada, blanca y negra. Llevaba también espinilleras y tobilleras
plateadas.
Gracias a todos por vuestro cálido
recibimiento.-dijo el chico con una reverencia-Seré el líder de mi equipo
habitual, pero estaré a vuestra disposición para lo que necesitéis. ¡Acabaremos
con los Fuuma! ¡Por nuestra misión y nuestro honor! ¡Gloria a los Taimanin!
¡GLORIA A LOS TAIMANIN!-gritaron
todos los presentes.
Tras aquel breve y pero solemne
discurso, Yamiyuki se acercó a su equipo.
¡Qué guapo te has puesto,
cabrón!-le espetó Shirubei dándole un codazo-¡Estás buenísimo! ¿No íbamos a
pelear? ¿O es que me he confundido y vamos a ligar?
Shirubei lleva razón.-Inuhito se
sumó a la conversación-Tío, con esas pintas tienes aún más aspecto de querer
matarlos a todos. Seguro que ese traje nuevo lleva muchas cosas chulas…
Gracias, chicos, sois muy detallistas.-dijo
Yamiyuki con una sonrisa cómplice mientras arqueaba una ceja-Pronto será la
hora de partir, ¿estáis listos?
Siempre.-respondió Rito apretando
un puño, tras lo cual guiñó un ojo-Y, por supuesto, ¡bonito traje!
El negro siempre te sienta
genial.-terció Aoi levantando ambos dedos pulgares-Tu nuevo look es genial,
refleja la importancia y la solemnidad de esta misión.
¡Estás imponente!-añadió
Hagane-¡Seguro que acabamos con ellos!
Claro que lo haremos.-respondió
Yamiyuki-Confío en vosotros más que en nadie. Además, mis hermanas vendrán a la
batalla, y ellas son MUY fuertes.
Mis padres también estarán con
nosotros.-comentó Aoi-Tengo muchas ganas de enseñarles lo que he aprendido.
Será, sin duda, una batalla
histórica.-asintió el líder del equipo-Por cierto, señores Kurobara, señores
Anome, disculpen mis modales. ¡No he tenido apenas tiempo para pararme a
saludar! ¡Es un placer y un honor recibir su visita!
Como le pase algo a mi hijo…-lo
amenazó Sanae con una sonrisa amistosa.
Descuide.-Yamiyuki le devolvió la
sonrisa-Lo que les pasará a ellos a manos de su hijo será peor, créame.
¡Lo hemos criado para eso!-terció
Kinnosuke.
Protegeos los unos a los
otros.-pidió la tía de Hagane-Ayudadnos a triunfar. Nosotros nos quedamos aquí
con nuestros hijos.
La familia de Hagane es nuestra
familia.-respondió Yamiyuki-Y los miembros de una familia se apoyan unos en
otros. No les defraudaremos.
Tras unos minutos más para la
despedida, Yamiyuki se acercó a los chicos del equipo Kuroageha.
¿Listo?-preguntó la líder.
Como desde que nací.-respondió
Yamiyuki con altanería-Kuroageha, me he acercado para decirte que agradezco
muchísimo todo lo que has hecho mientras estábamos separados. Sin ti, todo esto
no habría sido posible.
¡Venga ya!-Kuroageha empujó al
chico con las dos manos-¡Es mi trabajo!
Un trabajo bien hecho no es
cualquier trabajo.-insistió Yamiyuki-Quiero que juntos nos bañemos en la sangre
del enemigo esta noche. Será la copa con la que brindemos por todos los
esfuerzos que hemos hecho hasta hoy. Si nos quitamos a los Fuuma de encima,
sólo nos quedarán los demonios y los militares… y, puesto que van juntos,
caerán juntos. Todo será mucho más fácil.
Acabaremos con este bando enemigo
que nos ha estado amenazando y complicando la existencia durante años.-aseguró
Kuroageha-Vamos a lograrlo. Somos cientos. Somos imparables.
Kuroageha y Yamiyuki chocaron sus
puños. Se acercaba el momento de marcharse.
. .
.
Tras un viaje lleno de saltos,
sigilo y trayectos entre las sombras, un enorme ejército Taimanin llegó a las
cercanías del campamento de Nioiko. En aquel lugar, el joven líder en funciones
de los Fuuma mantenía presos a Philell y a los suyos. También se reunía con sus
nuevos sicarios para planear sus acciones.
Ni él ni su camarilla sabían que se encontraban rodeados por centenares
de Taimanin. Los equipos de Yamiyuki y Kuroageha se encontraban juntos.
Hemos llegado mucho antes de la
hora prevista para el ataque de las fuerzas demoníacas.-informó
Kuroageha-Tenemos algo de tiempo para ultimar la estrategia. Viendo el
panorama, se me plantea la disyuntiva de esperar a que lleguen los Mazoku y los
militares para atacar a todos a la vez o atacar ahora a los Fuuma. ¿Qué
opináis?
La estrategia más evidente sería
aplicar el “divide y vencerás”.-respondió Rito-Si atacásemos ahora a Nioiko y a
los suyos, los Mazoku se encontrarían el campo de batalla lleno de Taimanin
tendiéndoles una emboscada, pero no es lo más aconsejable ahora mismo. Tenemos
un serio problema: el maldito Nioiko es cobarde, tramposo, sucio y muy listo
cuando quiere. Si le atacamos ahora, estará prácticamente solo ante nosotros y,
por tanto, podrá concentrarse en jugárnosla. Es capaz de desperdigar a nuestro
ejército con sus ojos, y estoy seguro de que no acabaríamos en un lugar seguro
si lo hiciera. No obstante, si esperamos a la llegada de las fuerzas de Tigres
Black, la batalla será muchísimo más difícil, pero habrá que pensarla menos: sé
que suena contraproducente esperar a que el enemigo se agrupe y forme frente,
pero esto hará que Nioiko tema más por su vida. A pesar de que el miedo a la
muerte agudizará su ingenio, por muy buenas ideas que se le ocurran, no podrá
putearnos a todos a la vez. Además, todos tenemos un límite y, aunque el
peligro le ayude a reaccionar rápido, llegará a un punto en el que le surta el
efecto contrario. A esto añadimos que se desorientará en algún momento de duda,
preguntándose a quién se la jugará primero. Esto hará que sea más fácil
aprehenderlo. Al fin y al cabo, por muchos demonios y militares estadounidenses
que puedan aparecer, nuestro objetivo esta noche es Nioiko Fuuma y no ellos.
Tienes toda la razón.-respondió
Kuroageha con una mirada de elogio-Eres todo un estratega, Rito. Además, como Tigres Black no nos espera,
mandará un número grande de tropas, pero no tantas como las que mandaría si
supiera que estaremos aquí. Esto hará que los números no sean muy
desfavorables.
¿Los habéis oído?-preguntó
Yamiyuki girándose al ejército.
Todos asintieron. Confiaban mucho
en sus líderes: Yamiyuki era un guerrero inigualable y poseía una gran
inteligencia, al igual que Kuroageha. Eran muy similares y compartían muchas
habilidades. Tan buenos generales como estrategas, estos dos jóvenes serían las
piedras angulares de la batalla de la que sería testigo aquella noche
tranquila.
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