Mis queridos lectores… ¡ha pasado muchísimo tiempo!
Es normal en mí el cesar la escritura en verano, y así ha
sido, me he tomado unas largas y merecidas vacaciones. Otros veranos he escrito
algunas reseñas o algunos textos sobre hechos remarcables de mi vida, pero este
año ha sido complicado por muchas razones y no he tenido muchos deseos de
escribir. No obstante, eso no es una excusa: ya estamos en septiembre y no se
me olvida que tengo una historia a medio. Por supuesto, seguiré con ella hasta
terminarla. Este mes comenzaré a retomarla. No obstante, en esta entrada no es
mi propósito hablar de mi ritmo productivo, sino de otros asuntos.
Cuando creé el blog (cuyo segundo aniversario ignoré por
este valle de desgana) dije en su momento que, aunque no era su propósito
principal, sí podría tomarme de vez en cuando la licencia de hablar sobre mi
vida o sobre algún tema que considere interesante… y ésta es una de esas veces.
Voy a hablar de mi paso por la universidad, de mi experiencia sacando una
carrera adelante y de la visión de futuro que tengo ahora (no sólo en relación
con lo que he estudiado, sino en los demás aspectos).
Antes de empezar os doy dos avisos: el primero es que voy a
iniciar una descarga de bilis, injurias e ira similar a la que produje en la
reseña de “Cross Ange”, y el segundo es que mi intención no es bajo ningún concepto desmotivar o
desilusionar a nadie, sino todo lo contrario, concienciar a todo el mundo que
me esté leyendo sobre la importancia de perseguir lo que más se quiere sin
importar las consecuencias ni lo que piensen u opinen los demás. ¿Estáis
preparados? Sé que lo estáis… hay que estarlo para leerme… por lo que pueda
pasar.
El título de esta entrada es “La carrera de otra persona”,
así que ya os podréis imaginar por dónde van los tiros… y resulta que esta
historia es muy sencilla de explicar, pudiendo extenderme páginas y páginas
detallando con pelos y señales todo lo acontecido. Todo empezó cuando yo era un
niño feliz, alegre, sano y microscópico que por razones que tal vez no
alcanzaba todavía a entender o argumentar defendía que deseaba con todas sus
fuerzas ser un científico. Ese niño creció y siguió siendo feliz, alegre, sano
y, además, pasó a ser alto y guapo, aunque no penséis que soy un suertudo
porque vais a ver que la suerte se me acabó ahí y aún no ha vuelto. No importaba cuántos años pasaran, yo crecía,
aprendía y maduraba paulatinamente, pero algo se mantenía prístino, y era el
hecho de que tenía una gran pasión: la ciencia. Por supuesto, no toda mi vida
ha sido estudiar, he tenido experiencias similares a las que habréis tenido
vosotros: he conocido a muchas personas, he visitado muchos lugares, he ido
ganando aficiones a base de probar lo que hasta cada momento no había probado,
he descubierto qué cosas no me gustan… en general, no puedo quejarme de eso,
creo que ha sido (y sigue siendo) lo más normal del mundo en mi caso, nunca me
he sentido aislado ni poco relacionado con mi entorno. He visto y hecho todo lo
que he podido, con buenas y malas experiencias, buenos y malos recuerdos,
etcétera.
Volviendo a lo que quería relatar en esta entrada: bien
entrada mi adolescencia, yo ya tenía que poner mis miras en la universidad y en
el futuro que quería conseguir. Puse mis miras en la universidad porque así lo
deseé, ya que mi familia nunca me ha obligado a estudiar ni me ha dicho lo que
tengo o no tengo que hacer, hecho que agradezco y agradeceré enormemente
(¡Tengo una familia que no me la merezco!).
Yo seguía apasionado por la ciencia y tenía bien claro que quería ser matemático,
físico y químico (nótese la conjunción “y”, en ningún momento hubo disyunción
en mi mente). Aquí empezó a irse todo al garete a una velocidad vertiginosa.
Toda mi vida superando todas las expectativas ajenas, con un expediente
académico brillante y esforzándome para superarme a mí mismo día a día para
recibir el mejor de los pagos: no iba a poder estudiar lo que quería. Vivo en
una ciudad muy pequeña, poco evolucionada, con opciones y alternativas muy
limitadas. El lado bueno es el hecho de que estamos muy tranquilos, vivimos
cómodamente y, en general, no tenemos que incurrir en gastos diarios de
autobuses ni metro. En resumidas cuentas, vivo en un pueblo grande. Ésta, mi
tierra natal, no tiene apenas opciones académicas, sin mencionar que la universidad
está subdesarrollada y carece de recursos. No hay absolutamente ninguna carrera
de ciencias puras. Nada, ninguna, cero. Mi gozo en un pozo. No sería problema
si no fuera porque en mi familia tenemos muy poco dinero y el pagarme cuatro
años fuera con alojamiento, comida, agua, electricidad, matrículas
universitarias y material académico supone un gasto inabordable e impensable
para nosotros. Le dije a mi madre que no se preocupara, que haría algo aquí y
ya vería qué me depararía el futuro. Creo que esto es lo único bueno de esta
historia, que no obligué a mis padres a estirar el cuello y a sufrir por encima
de sus posibilidades. Me siento orgulloso de haber librado a mi familia de esa
trampa, pero, por lo demás, me siento… en una silla, dejémoslo ahí (de
momento). Si eres de ciencias y no quieres o no puedes salir de esta ciudad,
tienes dos ramas: o avanzar por el camino de la salud (tenemos Enfermería,
Medicina y Farmacia… y aún sigo preguntándome por qué no tenemos Fisioterapia
con lo importante que es, pero bueno, no voy a darle más vueltas al tema: esta
universidad es un fiasco) o avanzar por el camino de la tecnología (si no me
equivoco contando, en Ingeniería disponemos de seis ramas divididas en dos
facultades). ¿Qué hice yo? Ingeniería Electrónica, Industrial y Automática… mi
cruz, los peores años de mi vida y el descenso a un punto a partir del cual me
está costando horrores volver a subir.
Esto es muy sencillo: no era la carrera que quería, sabía
que no me iba a gustar y no tenía otra opción, pues era la única que se
acercaba mínimamente a gustarme de entre lo poquísimo que hay aquí. No
obstante, por aquel entonces todavía tenía esperanza: pensaba que iba a recibir
una formación seria y de nivel que me iba a convertir en un buen profesional capaz
de ganar un mínimo de ingresos para poder emigrar y estudiar lo que de verdad
deseo. La realidad fue muy diferente. Básicamente entré en la carrera por
dinero, porque los ingenieros cobran (o, mejor dicho, cobraban) bastante por no
decir mucho… y el dinero es lo único que me falta para poder conseguir mis
metas, porque ya he descubierto y demostrado que tengo capacidad, voluntad,
determinación y disciplina más que de sobra para hacer lo que me proponga. Por
un lado, todo salió como estratégicamente planeé: la carrera no me gustó, pero
la saqué con muy buenas notas, quedando preparado para trabajar y ganar
suficiente dinero para hacer lo que quiero. Sucedió todo exactamente como
imaginé que sucedería. Debo de ser adivino. Por otro lado, esto no fue tan bonito
como puede verse: aunque contaba con ello, el dolor, el asco, la impotencia y
la rabia que he sentido no las pude estimar en su momento, pues han sido tan
intensos que hasta que no los he vivido no los he comprendido. Lo he pasado
verdaderamente mal: infeliz, insatisfecho, cansado, sin ganas, sin interés, sin
motivación… ha sido un auténtico asco. No sabéis hasta qué punto es duro
estudiar algo que no te gusta sólo porque no puedes aspirar a más. Toda una
carrera universitaria levantándome cada mañana con intensos deseos de dejar de
estudiar y buscar un empleo sin importar lo precario que fuera. Llegó un
momento en el que dejó de importarme el dinero que podría ganar, me sentía tan
asqueado y tan frustrado que al final, cuando ya me quedaba poco para acabar,
dije que acabaría por orgullo, por no decir que esa basura (porque, como os
explicaré a continuación, no se le puede llamar de otra manera) ha podido
conmigo. Admito y reconozco que pueda conmigo algo o alguien mejor o más fuerte
que yo, pero no la basura… la basura se patea, se ignora, se tira.
Antes comentaba que tenía la esperanza de ser formado como
un buen profesional… pero esa esperanza se esfumó rápidamente. El primer día
que entré a la universidad me di cuenta de lo poco que importábamos allí. Sólo
éramos una fuente de ingresos para la institución. Cada año fue peor que el
anterior. No obstante, en resumidas cuentas, puedo explicaros que la formación
que he recibido ha carecido de nivel, de seriedad, de orden y de calidad. El
nivel está por los suelos, aprendí más en el instituto, con eso os lo digo todo
(también influye el salto al vacío que supuso pasar de uno de los institutos
con más nivel y tasa de excelencia de la ciudad a una universidad
tercermundista). Nos han enseñado poco y mal. No creo que la culpa sea de los
profesores, pues, como en todas partes, hay gente buena y gente mala… he tenido
profesores excelentes, profesores promedio y profesores incompetentes. La culpa
puede ser de los planes de estudio, del Gobierno y de muchas otras fuentes de
las que no pretendo hablar hoy. Lo importante es el resultado: no hemos
aprendido nada que haga un ingeniero en su día a día. Hemos hecho el idiota,
hemos perdido el tiempo con cientos de tareas que hoy en día nadie se plantea
en una empresa y no hemos tenido el más mínimo acercamiento a la ingeniería
real. Por un lado agradezco el no haber entrado de lleno, pues es una profesión
que me disgusta bastante y tal vez lo habría pasado peor, pero, por otro lado, creo
que si lo hubiéramos hecho así, nos sería mucho más fácil encontrar trabajo. Si
pudiera decir que no me ha gustado la carrera pero he salido bien formado, tal
vez no estaría tan asqueado al respecto, pero resulta que no sólo me ha
parecido un auténtico aburrimiento y un verdadero estigma que ha tardado cuatro
años en cicatrizar, sino que, además, no he aprendido nada que merezca la pena.
Comprenderéis que es indignante, supongo.
¿Quiere decir esto que los ingenieros no son profesionales
válidos? ¿Quiere decir esto que el ejercicio profesional de la ingeniería no es
importante? ¿Quiere decir esto que yo tengo algo malo que decir de los
ingenieros? La respuesta a todas estas preguntas es la misma: NO.
No pretendo ofender a nadie ni hablar mal de la profesión.
Por supuesto que los ingenieros son trabajadores muy importantes en la sociedad
actual. Y ni que decir tiene que son trabajadores dignos y honrados como
cualquier otro. En este texto pretendo hacer un resumen de lo que ha sido mi
experiencia universitaria con objeto de animaros a perseguir lo que de verdad
queréis y no cometer los mismos errores que yo, así como desahogarme y soltar
todas estas ideas que llevo dentro… pero no insultar a nadie por su profesión.
El ingeniero que haya entrado a su carrera por vocación, desempeñe su trabajo y
viva bien con él es una persona feliz y completa como la que más. Y, por
supuesto, el trabajo que hacen en esta familia profesional es importantísimo, y
más ahora que todo está tecnificado.
Por esto, pido que no me malinterpretéis. Este texto no es
una pancarta que diga “¡No estudiéis Ingeniería!”. Realmente aquí menciono la
ingeniería porque es lo que he hecho, no porque quiera hablar de ella o de
quienes la profesan. Si hubiera estudiado Derecho y no me hubiera gustado, el
contenido de estos párrafos sería exactamente el mismo sustituyendo el nombre
de la formación. La ingeniería es un trabajo digno, honrado y con importancia
social, como cualquier otro. De lo que quiero hablar es de lo mal que lo he
hecho todo. Sí, todo ha salido tal como pensaba, pero… ¿y qué? Cuando encuentre
un trabajo como ingeniero, sentiré el mismo vacío que sentía cuando estudiaba,
no me satisfará lo que haré y no seré todo lo feliz que podría ser por mucho
que cobre. No obstante, no hay mal que cien años dure: sé que no voy a cobrar
una fortuna desmedida y sé que no voy a ser rico por ser ingeniero, pero sí voy
a ganar un dinero que me va a permitir hacer lo que en su momento no pude.
Cuando pueda hacer lo que quiera y dedicarme a ello, estaré mucho más contento,
aunque tarde mucho y aunque cobre menos que siendo ingeniero (aunque esto nunca
se sabe).
La idea que quiero transmitiros es que persigáis vuestras
metas y que siempre tratéis de cumplir vuestros sueños. No importa que a los
demás no les guste, no importa que sea difícil, no importa que sea lento… y no
os voy a decir que estudiéis una carrera u otra o que no estudiéis, pero sí os
pido que penséis con la cabeza bien fría y que tratéis de no cometer mi error
porque os pesaría mucho después. Realmente la ingeniería no es algo malo,
insisto. Si sientes que es tu sueño, tu vocación y tu pasión, te invito a que
lo hagas. Que a mí no me haya gustado no significa que sea malo o que a los
demás no vaya a gustarles. También os digo que si queréis estudiar una carrera
universitaria y dudáis entre varias, tenéis que apuntar siempre a la que más
sintáis que os llama. Si no sabéis si una carrera os va a gustar mucho o no
pero os sentís llamados a entrar porque os sería fácil acceder (por cuestiones
de nota media, por estar en el mismo lugar en el que resides…), de verdad… ¡NO
LO HAGÁIS! Id a por lo que os gusta, y más si os lo podéis permitir, porque
también tengo que deciros que absolutamente todos mis amigos han podido irse de
casa con 18 años a cumplir sus sueños, he sido el único que ha tenido que
pringar y los que no han hecho lo mismo ha sido o bien porque su sueño estaba
en esta misma ciudad o por cuestiones de notas y no de medios económicos o
logísticos. Si lo tienes claro, ve a por ello, no lo pienses, es para ti y para
nadie más… si alguien tiene quejas o no le gusta, que no mire. Aunque no lo
parezca, yo también estoy persiguiendo mis sueños. El haber superado este
infierno es (o creo que es) prueba suficiente de la determinación que tengo: no
me importan las dificultades, no me importa la tardanza, no me importa nada, yo
quiero seguir mi camino y nada ni nadie me lo va a impedir. Sí, tengo la
sensación de que he perdido el tiempo, de que me han estafado, de que no he
hecho nada de provecho. Sí, me siento a disgusto con mi situación académica y
profesional. Sí, ahora mismo estoy en una racha un poco dura. No, esto no
durará para siempre, en cuanto tenga una independencia económica me sentiré más
aliviado y entenderé mejor por qué todo esto ha tenido que ser así. Es así de
sencillo, aunque la realización sea difícil.
Por todo esto os animo a que persigáis vuestras metas con
todas vuestras fuerzas. Que sea lo que os gusta no significa que vaya a ser
fácil ni rápido. Las mejores recompensas requieren los mayores esfuerzos.
Aunque ahora mismo no lo aprecie bien, yo he dado un paso, y detrás de ése
vendrá otro, y así sucesivamente. Para conseguir todo lo que estoy a punto de
lograr (con mi expediente no creo que tarde mucho en encontrar trabajo) he
tenido que sacarme la carrera de otra persona, y os aseguro que ha sido lo peor
que me ha pasado en la vida junto con una lesión deportiva bastante severa que
sufrí hace unos años y que no viene al caso, pero lo he conseguido. No
obstante, insisto en que os conviene enormemente evitar por todos los medios
tener que sacaros la carrera de otra persona… porque no podréis sentiros
vosotros mismos.
Para que esta entrada no parezca una invitación a llorar y
desesperarse, pues entiendo que ha sonado muy negativa, tengo que deciros que
también he tenido momentos buenos. Mi sentimiento de asco y desgana está
dirigido únicamente a los estudios y al trabajo, pero la vida no es sólo eso.
En todo lo demás no puedo quejarme de absolutamente nada, así que no penséis
que esto ha sido el fin del mundo o que vosotros vais a tener que pasar por lo
mismo. No puedo quejarme de mi familia, me han dado todo lo que han podido y
estamos muy unidos, nos queremos muchísimo y no tenemos ningún problema, ni de
salud ni entre nosotros. Mis amigos son increíbles, ahora mismo puedo decir que
tengo un montón de buenos amigos y a veces pienso que son tan geniales que no
me los merezco. En mi tiempo libre he podido hacer todo lo que me ha apetecido
dentro de las opciones que tengo. ¿Que la situación económica no es la mejor y
ha sido la causa de que haya tenido que pasar por todo esto? Bueno… es cierto,
pero no me ha faltado nada importante, ni a mí ni al resto de mi familia, y,
como os decía, todo esto lo he hecho así en parte para proteger a mi familia de
situaciones duras… no puedo pedirles lo que no me pueden dar, y menos cuando me
han demostrado que me han dado más de lo que han podido en muchas ocasiones…
esto simplemente habría sido demasiado. Conozco familias que lo han hecho y los
padres están, con perdón, puteados hasta la coronilla por mandar a sus hijos a
estudiar fuera… y no quiero que mis padres pasen por eso. De verdad, mi vida
estos cuatro años ha sido buenísima quitando la universidad. No hay que venirse
abajo ante las dificultades… esto también forma parte de mi historia: lo he
pasado horriblemente mal, pero he ganado esta batalla y he salido por la puerta
grande, alzando mis puños victorioso.
Añado ahora un pequeño apartado para los que me leáis desde
España: ya sabéis cómo están las cosas en este país. Para prosperar, sólo
tienes tres opciones: o recurres al innoble arte del nepotismo (el comúnmente
llamado enchufe), o eres rico de
nacimiento o, por último y, por desgracia, menos importante, eres el mejor en
lo tuyo. Parecen muy difíciles y, salvo que tengáis una suerte tremenda, la
única viable será la tercera, que casualmente es la menos valorada en España y
la que más trabajo implica para el interesado (las otras son automáticas). No
obstante, os animo a que seáis los mejores. Es sencillo: os lo proponéis y lo
hacéis. Esforzaos. Luchad. Me he muerto de asco en la universidad, el último
año casi me dormía en las clases y hacía las cosas sin motivación ni ganas, no
he puesto todo el interés que podría, pero he tenido claro lo que había que
hacer a la hora de la verdad: ya que ni tengo enchufe ni vengo de una familia
millonaria, tendré que ser, con perdón, el puto amo, ¿no? Pues eso. Aun no
gustándome y pareciéndome lo peor que he hecho en mi vida, he estado toda la
puñetera carrera hinchándome a sacar sobresalientes y Matrículas de Honor como
un poseso, y he salido de allí con un buen par, con Matrícula de Honor en el
Trabajo de Fin de Grado y demostrando que aunque soy pobre, no tengo contactos
y no estoy donde debería ni me gustaría, soy una persona que vale. Gracias a esto, algunas empresas se están
interesando en mí y ya he tenido que enviar mi expediente completo en algún
sitio. Resulto interesante a ojos de entidades que me pueden dar trabajo… tengo
esperanza, tengo mi futuro en mis manos… y voy a conseguirlo. Todo lo que me
proponga. TODO. Y si he demostrado toda esta valía en algo que ni siquiera me
he tomado con interés, imaginaos lo que puedo hacer cuando pueda volcarme en lo
que me apasiona. Todos empezamos desde abajo… ahora sólo tengo que subir. No
escribo esto para alardear de mis notas (es más, creo que han sido bajas de
más, no he salido muy contento con ellas, pero tampoco puedo quejarme porque no
me he esforzado todo lo que podría), sino para haceros ver que, si no os
movéis, no se va a mover nadie por vosotros. Lo único que he hecho ha sido
tomarme esto con un poco de filosofía y lanzarme a por ello. Vosotros podréis
hacer lo mismo.
Y ahora... está claro que ha terminado una etapa de mi vida
y está empezando otra. Estoy buscando empleo activamente, así que no puede
decirse que me encuentro de brazos cruzados. Si me contratan en algún sitio,
trabajaré lo mejor que pueda, me ganaré un sueldo y en cuanto pueda formarme
para alguna otra profesión me olvidaré de esto para siempre. En el resto del
tiempo seguiré escribiendo, seguiré entrenando mi cuerpo y estudiaré alemán por
lo que pueda pasar (allí pagarán mejor que aquí seguramente). Si no me
contratan… seguiré buscando empleo y seguiré haciendo todo lo que antes he
mencionado, pero en distintos horarios hasta que me contraten. No voy a dejar
de moverme, de luchar, de intentarlo, de seguir adelante. Tengo unos sueños muy
claros y voy a lanzarme a por ellos. Si no los consiguiera, nadie podría decir
que no lo he intentado.
Sueño con ser un gran escritor, y por ello me entrenaré en
este blog hasta llegar a vuestros corazones. Si no llego a vuestros corazones,
no podré saltar al mundo editorial, pues sois vosotros, los lectores, los que
tenéis que decir a quién queréis y a quién no, no me basta con quererme a mí
mismo (que me quiero).
Sueño con ser un matemático y un científico de alta
categoría… y me da igual empezar a estudiar mis carreras de verdad (recordad el
título del texto) con 30 ó 40 años. Si puedo permitírmelo, lo haré cuanto
antes, me doctoraré y trabajaré en una universidad, a ser posible fuera de este
país.
Sueño con ser un profesional del fitness. Los gimnasios me
apasionan y cada día tengo más claro que quiero formarme como monitor. Llevo
desde los 15 años practicando Aerobic y deseo con todas mis fuerzas poder
impartirlo y encender los corazones de la gente con él, llegar a ellos,
activarlos, cambiar sus vidas con el movimiento y la música, hacerlos felices,
hacerlos más completos… porque el fitness no es enseñar brazos, no es hacerse
fotos sudando, es cambiar vidas, es introducir la felicidad en el interior de
las personas a través de los movimientos de tu cuerpo, de la música, de la
confianza y de la alegría. Si pudiera titularme, tengo claro que dejaría de ser
ingeniero para ser monitor y así ahorrar para mis estudios futuros y, en
general, mi vida… aunque cobre mucho
menos.
Y sueño con muchas más ideas, pero tengo que tomarlas una a
una para asegurarme de que llego a su esencia y las cumplo con todas las de la
ley. Ahora mismo estoy un poco tocado, pero no hundido: estoy orgulloso de
haber dado este paso, de haberme formado para salir de mi situación actual, de
haber vencido todos los obstáculos que se me han presentado. Estoy orgulloso de
haber sacado unas notas muy altas y tener uno de los expedientes más brillantes
de mi promoción a pesar de que no me ha gustado nada de lo que he hecho. Estoy
orgulloso de haber puesto a mi querida familia por delante de lo que podría
haber sido un desastre económico para nosotros. Estoy orgulloso de no haber
tirado la toalla, aunque por ello siga pensando que he perdido el tiempo hasta
que vea el dinero en mi cuenta corriente. Estoy orgulloso de superarme con cada
una de las historias que escribo, de mejorar mi cuerpo poco a poco, de
conseguir lo que quiero sin prisa pero sin pausa… y estoy muy orgulloso de
todos los que están haciendo lo mismo. Todos esos amigos que están pasando por
situaciones parecidas lo están haciendo muy bien. Estoy también orgulloso de la
familia que tengo, de lo bien que me han educado y de sus esfuerzos para
convertirme en una persona autónoma y luchadora.
. . .
Estoy orgulloso de
ser yo mismo.
. . .
Aprovecho para dar las gracias a todos los que han estado
conmigo en estos años tan duros, incluyendo a mis compañeros de la universidad,
pues, aunque no me ha gustado la carrera y a ellos sí, no puedo negar que son
grandes personas y me ha encantado estar con ellos aunque a veces hayamos
tenido nuestros más y nuestros menos. Mis amigos, mi familia, la gente del
gimnasio, las personas que me conocéis por las redes sociales… todos vosotros
habéis puesto vuestro grano de arena para ayudarme a superar este bache y,
aunque creo que justo delante hay otro aún más profundo, no me da ningún
miedo. Finalmente, os animo a que os
sintáis orgullosos de todo lo que habéis conseguido y de estar donde estáis…
seguro que muchas veces habéis pensado que no merece la pena continuar o que no
compensa todo lo que estáis haciendo con
lo que (creéis que) vais a tener después, pero tenéis que vencer esas rachas de
pesimismo, angustia y cansancio y miraros en un espejo, os tenéis que dar
cuenta de lo que habéis hecho, de lo que habéis superado y de lo que podréis
superar. Aunque no tengáis esa idea en
mente, pensad que hay personas que no han hecho tanto como vosotros, aunque os
siga atenazando la idea de que hay gente que ha hecho más o mucho más… es muy infrecuente
el ser el primero en la fila, tanto como ser el último.
Sed vosotros mismos y tratad de vivir vuestra vida, no
tardéis más de lo necesario en dejar de vivir la vida de otra persona o la que
los demás querrían que tuvierais.
Cambiando un poco de tema… preparaos. Taimanin Yamiyuki va a
volver con mucha guerra, queda lo más intenso de la historia y aún estamos
lejos del final. No sé cuándo exactamente podré terminarla, pues el número de
episodios no lo tengo programado y en función de mi horario para este año tan
turbulento podré escribir más o menos, pero seguidla de cerca, os aseguro que
os gustará… y, tarde más o tarde menos, no os preocupéis cuando se acabe,
porque tengo en mente unas ideas que pienso llevar a cabo, se me han ocurrido
nuevas historias que van a ser muy calientes… ¡animaos a echar un vistazo!
¡Hasta pronto!
P.D.: Ahora ya me conocéis un poco mejor y puedo añadir otro rasgo más de mi personalidad que hará este artículo más comprensible: soy un quejica. Lo admito, me quejo muchísimo y siempre he sido así, por lo que veo este tipo de palabras muy normales en mí. En mi defensa alego que soy el tipo de quejica que es capaz de quejarse y hacer por solucionar sus problemas a la vez. Hay personas que se sientan, se cruzan de brazos y se quejan sin parar, y yo puedo estar quejándome hasta extremos insoportables, pero seguro que mientras lo hago estoy tratando de acometer todo lo que tengo que hacer.
P.D.: Ahora ya me conocéis un poco mejor y puedo añadir otro rasgo más de mi personalidad que hará este artículo más comprensible: soy un quejica. Lo admito, me quejo muchísimo y siempre he sido así, por lo que veo este tipo de palabras muy normales en mí. En mi defensa alego que soy el tipo de quejica que es capaz de quejarse y hacer por solucionar sus problemas a la vez. Hay personas que se sientan, se cruzan de brazos y se quejan sin parar, y yo puedo estar quejándome hasta extremos insoportables, pero seguro que mientras lo hago estoy tratando de acometer todo lo que tengo que hacer.
Fans.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, chicos!
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