lunes, 4 de mayo de 2015

[TY] Episodio 52: Fricción ardiente

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 52: Fricción ardiente

La noche de fiesta en el Atarashii continuaba. Los jóvenes héroes se sentían como un grupo de niños cuyas vacaciones de verano acababan de empezar. Comenzó a sonar una canción muy animada. Para sorpresa de todos, Shiena sacó a bailar a Veena.

El chico llevaba una blusa ajustada de color verde eléctrico y manga larga que marcaba su musculada figura. Cubría sus piernas con unos leggings de cuero sintético negro y sus pies con unas botas altas de color rojo intenso con chapas blancas decorativas. En el pelo llevaba colgando unas tiras de joyas de colores que simulaban pétalos de algunas flores. Cerca de él estaba Veena, quien vestía con un corsé de color azul celeste metalizado con dejes plateados y ribetes negros, una falda larga dividida en cuatro tiras de color gris y unas botas de tacón con plataforma de color plateado brillante. Su cabello, totalmente suelto, iba adornado por algunos velos en gama de grises.

¡Vaya, vaya!-comentó Rito tras darle un trago a su bebida sentado en uno de los cómodos sofás-¡Mi primo no pierde el tiempo!

¿Cómo les irá?-preguntó Hagane con curiosidad-Se gustan, ¿no?

Ufff…-dijo Rito-…es complicado. A mi primo le gusta Veena, pero a Veena le gusto o, mejor dicho, le gustaba yo…aunque esa parte ya la conocéis.

Sí, de eso estábamos al tanto.-contestó Hagane-Entonces, ¿Shiena no ha conseguido enamorar a Veena?

Eso es lo que todavía no sé.-explicó Rito-Shiena se está esforzando mucho, y creo que Veena está intentando enamorarse de él.

¿Le veis sentido?-terció Shirubei, quien compartía sofá con ellos-Shiena es un tío de puta madre, y Veena siempre ha sido una bellísima persona, pero…  si no hay correspondencia amorosa, ¿no están cayendo en un juego en el que se pueden hacer daño?

Creo que hacen buena pareja.-comentó Hagane-Y los considero a ambos lo bastante inteligentes como para saber parar. Es decir…si Veena viese que no hay ningún futuro en eso, la veo capaz de decírselo a Shiena para evitar herirlo.

Shiena y Veena bailaban cada vez más pegados.

Me parece que estamos arrojando sombras demasiado oscuras sobre algo que empieza a brillar…-dijo Shirubei-…voy a tener que retractarme de lo que he dicho. ¿Soy yo o se van a dar un beso?

Todo puede ser…-dijo Rito-…yo le deseo lo mejor a mi primo. Espero que consiga la felicidad.

Más allá de aquella prometedora pareja, a unos cuantos metros, Aoi e Inuhito bailaban juntos.

¡Mirad a ese par de dos!-exclamó Hagane-¡Qué arte tienen!

Aoi llevaba el pelo suelto y el lado más largo enroscado en su cuello como si fuera una gargantilla. En la cabeza llevaba un pasador de color blanco cristalino con forma de flor del cual colgaban algunos cables. Vestía con una camisa de color azul intenso de hombros abombados con un chaleco negro encima, unos pantalones negros de campana con bajos azules y unas botas altas de color azul metalizado con placas plateadas. A su lado, Inuhito movía sensualmente su cuerpo con la melena totalmente suelta. Llevaba un chaleco abierto de color azul oscuro, un top blanco debajo y unos pantalones muy ajustados de color rojo intenso. Calzaba unos botines de color dorado con chapas anaranjadas. Juntos, revolucionaban la pista de baile con sus ardientes y despampanantes movimientos. Parecían estar divirtiéndose mucho.

¡Qué suelto te veo esta noche!-exclamó Inuhito mientras marcaba el ritmo.

¡No es la primera vez que bailo!-respondió Aoi mientras seguía los movimientos de Inuhito de cerca.

Yamiyuki se acercó a ellos con un vaso en cada mano. Vestía una chaqueta encorsetada de color rojo sangre con brillo metalizado y placas de color gris marengo, unos pantalones rectos de color negro de los que pendían varias cadenas y correas y unas altísimas y toscas botas de color negro con algunos adornos rojos, hebillas y correas.

¡Vuestros favoritos!-exclamó el chico con una sonrisa-¡Invito yo!

¡Cómo sabes!-exclamó Inuhito agarrando el vaso que le tendió su amigo-¡Muchas gracias!

Bailar da sed…-comentó Aoi mientras cogía el vaso-… ¡gracias, Yamiyuki!

¡De nada!-el chico les guiñó un ojo.

Tras esto, el joven líder clavó los ojos en el sofá donde Rito, Hagane y Shirubei estaban conversando. Alargó el brazo y le hizo un gesto a Rito para que se acercase.

Vaya…-Rito levantó una ceja-…habrá que bailar con el jefe…

Rito se levantó y se dirigió hacia Yamiyuki. Llevaba un chaleco abierto de color negro, unos guantes a juego y una camiseta ajustada de color gris debajo. De cintura hacia abajo iba ataviado con unos pantalones de combate de color marrón y unas botas militares de color negro verdoso. Su cabello, totalmente suelto, ondeaba mientras se acercaba a su amigo.

¿Me llamabas?-preguntó.

Yamiyuki se quitó la chaqueta y se la lanzó. Debajo llevaba una sudadera fina y ajustada de cuello vuelto de color negro y un colgante plateado con forma de cruz invertida con una piedra roja en el centro.

¡Te llamaba para bailar!-dijo Yamiyuki-¡Hacía mucho que no lo hacíamos! ¡VAMOS!

¡Desde luego!-corroboró Rito alegremente tras colgar la chaqueta de Yamiyuki en una percha-¡Dale!

La pista comenzó a quedar maravillada con los movimientos ardientes y sensuales de ambos chicos. Parecían auténticos bailarines eróticos. Shiena y Veena aprovecharon la distracción para alejarse un poco del grupo y hablar.

¿Cómo te lo estás pasando?-preguntó Shiena cortésmente.

¡Genial!-respondió Veena con una sonrisa-La verdad es que me apetecía mucho pasar algo de tiempo entre amigos. Bailar contigo me está resultando especialmente placentero y divertido…

Me encanta que me digas esas cosas.-dijo Shiena-Hoy estás preciosa…aunque, realmente, eres preciosa.

Me alegra que me veas así…-comentó Veena-…yo…

Escucha…-se aventuró Shiena-… ¿querrías besarme?

. . .

Tras unas horas muy divertidas, los Taimanin se retiraron a su hogar. La reapertura del bar de  Kuroageha había sido un éxito rotundo y pronto empezaría a tener ganancias para compensar todos los gastos que supusieron el proyecto, la obra y los meses sin trabajo. La fiesta los había agotado en buena medida: habían bailado mucho y actuado en los escenarios del Atarashii, lo cual se veía acrecentado por el hecho de que ese mismo día acababan de llegar del cuartel general de los Neo-Nómadas. Dormir y descansar les ayudaría a acometer el nuevo día con fuerza. Inuhito fue el primero en entrar en su habitación. No había nada en el picaporte de la puerta, por lo que los demás interpretaban que simplemente se iba a dormir. En el pasillo, los demás comentaban someramente lo ocurrido antes de entrar cada uno en su dormitorio.

¿Creéis que ha vuelto a decaer?-preguntó Shirubei con preocupación.

No tenía muy buena cara cuando ha entrado al cuarto…-respondió Yamiyuki-…debe de ser muy duro para él todo lo que ha sucedido. Tal y como nos contó, Benibatsu estuvo a punto de forzarlo…y, además, esa Kuritöö lo tiene esclavizado…si es verdad lo de que Benibatsu no es un traidor y que está viendo cómo es obligado a hacer el mal, entiendo que Inuhito esté sufriendo.

¿Qué hacemos?-preguntó Hagane.

Buena pregunta.-intervino Aoi-Si dejamos que pase esta noche, no sabremos si va a dormir o no…y no quiero imaginármelo toda la noche dándole vueltas a la cabeza en la cama sin poder pegar ojo.

En resumidas cuentas…-dijo Rito-…si no sabemos si él va a dormir o no, los que no vamos a pegar ojo somos nosotros. Por supuesto, no es eso lo que me preocupa…una noche sin dormir no es nada en comparación con el dolor de Inuhito.

Qué rabia…-insistió Hagane-…con lo animado que ha estado todo el día…

Es normal.-respondió Rito-Cuando estás tratando de superar un problema tan grave, es de esperar que aparezcan rachas de motivación y rachas deprimentes. Yo mismo las experimenté hace poco con lo de mis padres…y aún me vienen de vez en cuando…

Demonios hijos de puta…-siseó Shirubei-…quiero torturarlos a todos hasta que deseen la muerte…

Yamiyuki le puso una mano en el hombro a Shirubei.

Tranquilo, Shirubei.-le pidió-Seguro que recuerdas lo que hizo tu madre hace doce años…

Sí.-dijo Shirubei enterrando su enfado en una candorosa sonrisa-Se acercó a las familias de los demonios que dejaron lisiado a mi padre y…los mató a todos. Mi madre es una gran heroína, y toda una artista: no todo el mundo puede eviscerar un cuerpo de una manera tan elegante. Yo quiero seguir sus pasos…quiero agarrar a todos los capullos que os han hecho sufrir y hacerlos pedazos lentamente de tal forma que el sonido de mis hojas rasgando sus cuerpos les haga llorar lágrimas de sangre.

Ésta es una batalla que vamos a ganar, Shirubei, ¿me oyes?-insistió Yamiyuki-Acabaremos con todo esto.

Estoy muy harto, Yamiyuki…-dijo Shirubei-…me duele mucho veros así. No olvidaré lo mal que lo ha pasado Aoi por culpa de Kazark, lo que esa zorra inmoral de Belladonna hizo con los señores Sonozaki y lo que esa puta de Kuritöö ha hecho con Inuhito…

Kazark está muerto.-intervino Aoi-No tienes que flagelarte más por mí. Me he vengado…y lo he disfrutado. ¿No es eso lo que tú habrías hecho en mi lugar? Nos hemos acercado más gracias a ese suceso…no te preocupes.

No voy a seguir lamentándome por mis padres.-dijo Rito-Claro que los echo de menos, por supuesto que me gustaría tenerlos aquí, es obvio que desearía que no hubieran muerto…pero quedarme quieto llorando sería desaprovechar la oportunidad de vivir que me han dado. Si de verdad quiero honrar a mis padres, lo primero que tengo que hacer es seguir luchando. Voy a liderar el clan Sonozaki…tengo que ser fuerte.

Chicos…-susurró Hagane-…me alegra ver que no os venís abajo. No sabría a dónde agarrarme si ahora se derrumbara todo. Estamos pasando por una racha amarga, eso es todo, ¿verdad? Pronto nos recuperaremos…estoy seguro. Necesitamos cuidar y proteger a Inuhito…darle el orgullo que tendría que tener. Al fin y al cabo, es el líder del clan Yonekura…tenemos que esforzarnos para hacer que vuelva a tener la cabeza bien alta. Yo también soy huérfano…y no soy un líder de clan porque mis padres no tenían tanto poder en el clan Kurobara como los de Rito lo tenían en el clan Sonozaki. Mis tíos son los actuales líderes del clan, pero, gracias a la meritocracia de Gokuruma, esas consideraciones no me han afectado en mi desarrollo. Quiero mucho a mis tíos y me llevo muy bien con ellos, pero podrían ser objetivos de algún ataque…y, según me dijeron en la última reunión, si les pasara algo…tal vez yo tendría que cargar con su peso, pues mis primos, aunque son fuertes, no han llegado a mi nivel. Con esto quiero deciros que tal vez somos demasiado jóvenes para cargar con todas estas responsabilidades…quiero justificar lo mal que lo estamos pasando a ratos…dar sentido a todo lo que está pasando…y así defender la idea de que no lo estamos haciendo mal. ¿Estáis conmigo?

Por supuesto.-respondió Yamiyuki con solemnidad.

No lo dudes.-añadió Rito.

Hagane tiene razón.-apuntó Aoi-Además, siempre nos surge la misma idea: no hay nada que no hayamos logrado. Todas las horas son la hora de luchar.

Chicos…-dijo Shirubei-…siento haber empezado toda esta conversación tan deprimente. Creo que voy a pasarme a hablar con Inuhito dentro de un rato. Antes me ha comentado algo que creo que puede servir para ayudarle…

Rito lo miró con complicidad. Shirubei se sonrió.

Está bien.-dijo Yamiyuki-Inténtalo. Confiamos en ti. De todas maneras, mañana nos tendremos que sentar a hablar igualmente. Vamos a cambiarnos y a tratar de descansar…no tengáis reparos en despertarme si necesitáis algo.

. . .

Inuhito había escuchado toda la conversación, aunque su mente no la había procesado mucho. Simplemente estaba en otro mundo, ausente, obnubilado. No sabía si le dolía o no. Estaba en estado de shock, no sentía ni padecía, aunque su cerebro seguía funcionando y esperaba una visita de Shirubei en breves instantes. Su oído no lo traicionó: a los pocos minutos, llamaron a la puerta.

Inuhito, ¿estás despierto?-oyó a Shirubei al otro lado de la puerta-Quiero pasar un rato contigo…

El chico se levantó de la silla en la que se había sentado. Se había quitado la ropa y la había guardado ordenadamente en su armario. Iba en calzoncillos. Ataviado únicamente con unos ajustados bóxers negros con unas seductoras franjas de color rojo anaranjado en la parte elástica y en los laterales de las perneras, agarró el picaporte de la puerta y abrió para recibir a su amigo.

Hola, Shirubei.-dijo Inuhito -Pasa…

El otro joven entró a la habitación, cerrando tras de sí la puerta. Para sorpresa de Inuhito, él también estaba en calzoncillos y llevaba todo el pelo suelto, formando una sensual, atractiva y brillante campana sobre su tronco superior. Sus bóxers eran de color azul saturado con una franja negra en el elástico y ribetes rojos en los laterales de las perneras. También llevaba una toalla blanca colgando del brazo izquierdo.

Qué guapo te has puesto para venir a verme, ¿no?-preguntó Inuhito con cierta sorna amistosa.

Igual que tú para recibirme.-Shirubei le sonrió-¿Cómo estás?

No me encuentro muy bien ahora mismo, la verdad.-dijo Inuhito-No obstante, siempre es buen momento para estar con cualquiera de vosotros. No iba a rechazar tu visita ni aunque estuviera muriéndome en la cama…

He venido a intentar animarte…-comentó Shirubei.

¿En calzoncillos?-preguntó Inuhito tratando de sonreír-Curioso, cuanto menos.

No soy el mejor de nosotros en lo que a charlas sentimentalistas respecta, ya lo sabes…-dijo Shirubei-…por supuesto que puedo hablar contigo de lo que quieras y siempre te voy a escuchar, pero hoy voy a intentarlo más a mi manera. He venido a verte en calzoncillos, sí, y, si haces memoria, podrás imaginar el porqué.

Inuhito arqueó una ceja.

No me digas que…-intentó articular.

¡Sí!-Shirubei sonrió con picardía-He venido por esas pajas que llevamos negociando todo el día. No es la gran cosa, pero hasta el más corto de los minutos de felicidad es venerable. ¿Te apetece?

No se me habría ocurrido hacerme una paja ahora mismo ni en sueños…-dijo Inuhito rascándose la nuca-…pero…ahora que lo propones…joder…digamos que…cualquiera se niega…

Shirubei miró de reojo la entrepierna de su amigo. Parecía gustarle la idea.

Sí, ya veo que no estás muy por la labor de negarte…-comentó Shirubei-…menos mal que he traído la toalla…

¿Para no ponerlo todo perdido?-preguntó Inuhito con una media sonrisa pícara.

Efectivamente.-corroboró Shirubei.

No era la excitación sexual lo que había hecho sonreír a Inuhito. No del todo al menos. Seguía muy preocupado y confundido, pero aquella mezcla de buenas intenciones le hacía sentir arropado. El cariño de sus amigos, su voluntad de ayudarle, sus esfuerzos por hacerle sentir bien, la excitación del momento…con todo, se sentía muy dispuesto a compartir un momento íntimo y placentero con Shirubei para alejar sus penas, incluso si sólo pudiera ser durante unas horas.

Con cuidado y mimo, Shirubei extendió la toalla en uno de los vértices de la cama.

Siéntate en la toalla, Inuhito…-pidió-…vamos  a pasar un buen rato, ¿de acuerdo?

Inuhito se sentó encima de la toalla. Aquel rectángulo de absorbente tejido blanco iba a sacrificarse para evitar que las sábanas se mancharan de semen. Con los calzoncillos aún puestos y las piernas bastante abiertas, apoyó las manos en la cama por detrás de su espalda y miró hacia arriba, a su amigo. Éste comenzó a bajar su cuerpo lentamente hasta sentarse frente a su amigo, muy pegado a él. Estaban frente a frente. La pierna izquierda de Shirubei estaba encima de la pierna derecha de Inuhito. La pierna derecha del primero y la izquierda del segundo se rozaban por varios puntos hasta apoyar levemente los dedos de los pies en el suelo. Como Shirubei no tenía más trozo de cama a su espalda, se agarró con el brazo izquierdo al hombro derecho de Inuhito como si se colgase de una barra de baile para evitar caerse hacia atrás contra el suelo.  Sus ojos se cruzaron, sus miradas chocaron.

Guau…-dijo Inuhito-… ¿vamos a hacernos una paja o a…?

Las pajas con las manos son muy bonitas y divertidas, pero…-dijo Shirubei-…ya que estamos aquí reunidos, vamos a aprovechar para hacer algo que no podamos hacer en soledad, ¿no te parece?

Me parece bien.-respondió Inuhito.

El tacto amplificado de Inuhito funcionaba desde el primer instante. La mano de Shirubei sobre su hombro le transmitía temblores y vibraciones. Se le estaba agarrando, pero se sentía como una caricia placentera y cariñosa. El hecho de tener uno de los redondeados y sensuales muslos de su amigo encima le hacía sentirse muy excitado. Además, podía escuchar su respiración y los latidos de su corazón gracias a su prodigioso oído. Notaba la excitación como si un pincel mágico la describiera en el aire con tinta imborrable.

Ufff…-resopló Inuhito.

¿Qué te pasa?-preguntó Shirubei arqueando una ceja-Te noto calentito…

Me estoy poniendo como un perro en celo sólo con sentir lo cachondo que te estás poniendo…-confesó Inuhito-…eres tremendo cuando te excitas.

Y eso que aún no hemos empezado a sudar ni a hacer nada…-comentó Shirubei-…esto promete.

Shirubei aprovechó el agarre con el hombro de Inuhito para pegarse más a él. Su zona genital había quedado justo encima de la de su amigo con sólo algo de aire de separación. Irguió su cuerpo para alzarse un poco por encima de Inuhito y dar más erotismo a la situación gracias a aquella insinuante separación. Escuchar cada roce y sentirlo en su piel hacía que el joven, con sus sentidos amplificados, perdiera el conocimiento durante algunos segundos. Por su parte, el chico rubio se empezaba a excitar más y más gracias a las caras de placer de su amigo. La imaginación pervertida y tórrida de ambos estaba corriendo más rápido que sus cuerpos.

Tu olor…-dijo Inuhito-…me embriaga.

Shirubei sonrió. Las explosivas notas de pimienta de su perfume hacían las delicias del olfato de su curioso compañero. El aroma acuático, fresco y masculino de aquel perfume tan propio de Shirubei podía crear una gran ambivalencia olfativa, pues tenía a la vez notas frescas y notas ardientes. Esto, sumado al propio olor de la piel del chico, que comenzaba a dejar salir sus hormonas, creaba una atmósfera excitante y cuasi opiácea para las personas que estuvieran cerca.

Disfrútalo…-dijo Shirubei-…siéntelo todo lo cerca que quieras…

Se abrazó a Inuhito. Al juntarse los cuerpos de ambos, la excitación sexual aumentó. Inuhito tomaba aire por la nariz como si acabara de salir de debajo del agua. El olor de Shirubei le estaba haciendo sentir como en los cielos. El tacto de su suave y cuidada piel rozando su cuerpo le hacía temblar.

Mmmmh…-se relamió Shirubei-…tu cuerpo responde tan bien…es como un reloj…

Inuhito tenía la piel muy caliente. A pesar de su delgadez extrema, su sangre era fuerte y su cuerpo funcionaba con un gran rendimiento. Shirubei, que estaba encima de él, podía sentirlo. Sus piernas se movían lenta y nerviosamente. Su perfume ácido y altamente masculino y rompedor también penetraba en cualquier nariz. Frotarse el uno contra el otro los estaba preparando de manera más que suficiente para lo que iban a hacer.

Creo que es hora de empezar…-dijo Shirubei con una sonrisa.

Se separó de Inuhito y volvió a quedarse sólo con una mano en su hombro. Acto seguido, bajó su cuerpo como si quisiera sentarse en el vértice de cama vacío que había entre las piernas de Inuhito. Esto hizo que sus entrepiernas chocaran y se tocaran. Cada uno sintió el calor y el tacto del otro, incluso con las telas de ambos calzoncillos entre medias.

Joder…-pensó Inuhito-…vamos a estallar en llamas esta noche…

Apoyándose  en el hombro de Inuhito, Shirubei comenzó a subir y bajar levemente su cuerpo mientras movía la cadera. Con sus genitales acariciaba los de su amigo. El roce comenzó a levantar algo más que pasiones. El aumento de temperatura estaba haciendo que los perfumes de ambos chicos se mezclaran. Los aromas, volátiles y fuertes, los rodeaban. Además, el inicio de las poderosas erecciones de ambos chicos hizo que se levantaran fragancias más masculinas y naturales. La tensión en los bóxers de ambos suavizó la atmósfera con un ligero olor a ropa recién lavada, pues ambos llevaban sus calzoncillos prácticamente recién puestos. Asimismo, este agradable y suave olor a suavizante y limpieza se mezcló con los olores fuertes y seductores de dos hombres excitados. Estos olores a su vez eran una mezcla de hormonas sexuales y de cuerpos recién duchados. Se estaban excitando con fuerza. Parecía que sus calzoncillos fueran a romperse de un momento a otro, pero Shirubei parecía muy concentrado en seguir con aquel movimiento de vaivén contra lo que ahora era marcadamente el pene de su amigo. La erección era tan fuerte en ambos que ya se notaban a la perfección las formas de sus miembros viriles y podían frotarlos el uno contra el otro como si se tratara de un combate de espadachines.

¿Te gusta?-preguntó Shirubei tras lo que habrían sido veinte minutos de frote.

Me encanta…-respondió Inuhito todavía con las manos detrás de la espalda.

Con la mano con la que no se estaba agarrando a nada, Shirubei le quitó los calzoncillos a Inuhito. Su enorme pene salió a la luz. Estaba muy duro y su prepucio amenazaba con resbalar y retirarse automáticamente con la humedad. Para alargar los prolegómenos, el joven rubio tomó el prepucio de su amigo suavemente con los dedos y lo volvió a subir. Inuhito emitió un gemido leve, pero Shirubei le hizo un gesto para que se mantuviera en silencio.

. . .-Inuhito se mordía los labios mientras sus ojos se ponían en blanco.

Shirubei se acercó los bóxers de su amigo a la cara y los olió por la parte frontal. Su rostro enrojeció levemente. Aquel olor tan masculino le estaba haciendo perder los estribos. Recordó a Hagane. Su olor tan suave y dulce, adornado con un perfume que parecía de mujer y fuertemente escindido por las notas masculinas de su cuerpo y su actividad sexual…aquello fue el inicio de una nueva pasión: el hambre de Shirubei por los hombres había despertado. Seguían pareciéndole atractivas las mujeres, pero también los hombres. Deseaba poder disfrutar de aquel morbo y aquella pasión durante mucho tiempo. La respiración de Inuhito se aceleró. Quitó las manos de la cama y se dispuso a bajarle los calzoncillos a Shirubei, quien llevaba la misma intención, por lo que la mano de éste y las dos manos del primero se chocaron en la parte frontal del elástico. Se miraron y se sonrieron. Aún con los calzoncillos de Inuhito en la mano, Shirubei se quitó los suyos mientras su amigo le ayudaba. Su pene cayó pesadamente. El ángulo de erección era tal que la zona de su cuerpo esponjoso quedó apoyada en el extremo del pene de Inuhito, siendo besada por el aro del prepucio de éste.

Inuhito miró a Shirubei como si tuviera hambre. El chico lo entendió y le lanzó sus calzoncillos a la cara. Emitió entonces un leve quejido, señal de que el olor le gustaba. De nuevo, su prepucio empezó a retraerse solo, pero Shirubei volvió a impedirlo.

Maldito Shirubei…-pensó Inuhito-…cómo le gusta torturarme…

Tras varios segundos manteniendo aquella posición, ambos lanzaron los calzoncillos contra el suelo y, totalmente desnudos, procedieron a disfrutar. Como el aro del prepucio de Shirubei tenía un diámetro menor que el de Inuhito, no solía experimentar episodios de retracción no manual, por lo que ambos chicos tenían el glande cubierto.

¿Preparado?-preguntó Shirubei.

Inuhito asintió y se dejó hacer. El chico rubio bajó su cuerpo y chocó su pene contra el suyo como si fueran dos animales orgullosos sacando pecho. Tras esto, comenzó un vaivén de tronco y cadera, frotando rítmicamente su pene contra el de su amigo.

Qué bueno…-susurró Inuhito-…creo que voy a volar a otro planeta…

¡Me encanta!-exclamó Shirubei-¡Tu polla está tan caliente! ¡Nos vamos a quemar!

Tú tampoco la tienes fría, ¿sabes?-comentó Inuhito-No me importaría incendiarme contigo en este momento… no te preocupes, no te cortes, dale todo lo duro que quieras y puedas…me va la marcha.

Ambos notaron una fase húmeda y cálida entre sus penes. Los dos chicos estaban mojados y sus líquidos preseminales estaban saliendo incluso con el prepucio en su sitio. Shirubei mojó su dedo en aquellos líquidos y se lo llevó a la boca.

Espectacular.-dijo el chico-Vamos a seguir con el baile…

Ágilmente, se retiró el prepucio, dejando ver su glande, que estaba muy húmedo y goteaba. Inuhito, que no podía evitar notar el olor, sonrió con lascivia. En medio de su sonrisa, Shirubei le agarró el pene y le retiró el prepucio con una mano, descubriendo también su rojizo y húmedo glande.

Eres todo un campeón…-dijo Inuhito mientras sentía escalofríos por el prepucio rozándole el glande.

¿Sí?-preguntó Shirubei-¿Por qué?

Porque tu espada es más grande que la mía…-comentó Inuhito-…y me da mucho morbo mirarla.

Mírala todo lo que quieras.-dijo Shirubei-Para eso te la he traído, para que la disfrutes. ¡Vamos!

Ahora que tenían cada uno su glande al descubierto, el placer se incrementó para ambos. Sentían que sus cuerpos eran más ligeros, que el placer les daba ingravidez. Los movimientos de Shirubei eran cada vez más acelerados y perversos. Inuhito lo disfrutaba y lo apreciaba, pero lo cierto era que estaban disfrutando los dos, juntos y unidos, como buenos amigos.

Tenía muchísimas ganas de darme una alegría…-pensó Shirubei-…pero tengo todavía más ganas de ver a Inuhito sonreír. Espero de verdad que esto le esté ayudando…vamos a ahogar nuestras penas en semen durante un rato…

¿Te gusta, Inuhito?-preguntó Shirubei mientras dirigía miradas lascivas y cómplices a su amigo.

Grrr…-Inuhito emitió un rugido-… ¡me encanta! ¿Y a ti?

Ufff…-suspiró Shirubei-…tu polla contra la mía…piel con piel…frotándonos hasta la ignición… ¿cómo no va a gustarme? Tu pedazo de vástago está tan caliente… ¿tienes fiebre ahí abajo?

Tengo la fiebre que me estás causando…-dijo Inuhito entre jadeos-…a ti también te arde… ¿de qué la tienes hecha? ¿De cera? ¿De metal al rojo?

Y todavía no las tenemos lo suficientemente calientes…-recordó Shirubei mientras agitaba el cuello para sacudirse el sudor de su brillante melena-…quiero ver auténticas llamas esta noche…como si Yamiyuki estuviera quemando vivos a esos hijos de puta como sabe que tanto nos pone…

¡AAAAGH!-Inuhito emitió un gemido muy agudo-¡Esa imagen mental es exquisita! ¡Sigue frotándote! ¡Sigue!

Los gritos del chico parecían las risas de una hiena. Sus sentidos amplificados lo estaban volviendo cada vez más loco: el éxtasis sexual que producía tener el pene de uno de sus mejores amigos frotándose contra el suyo le provocaba espasmos y casi alucinaciones. El rítmico y tórrido vaivén provocaba eróticos, ardientes y sensuales rozamientos. Los prepucios de ambos se movían hacia arriba y hacia abajo por mero contacto entre ambos penes. La humedad que los dos chicos producían era salvaje, natural, cálida, espesa, fuerte y muy masculina. La toalla comenzaba a estar empapada entre los líquidos preseminales y el sudor. Al suelo goteaban algunas porciones de aquellos masculinos fluidos que sus miembros viriles producían como si fueran surtidores majestuosos y brillantes.

Dios…-suspiró Shirubei con los ojos en blanco-…me va a dar algo…

Me estoy poniendo malo…-corroboró Inuhito mientras se quitaba el sudor de la cara con una mano.

Pues no te me pongas malo, que he venido a curarte de todos tus males por una noche.-dijo Shirubei en tono casi amenazador-¿Quieres un medicamento?

Si me lo das tú…-dijo Inuhito-…  ¡quiero cualquier cosa!

¿Sí?-preguntó Shirubei con lascivia-¡Pues toma!

Shirubei hizo alarde de una flexibilidad cuasi sobrehumana. No por nada los Anome eran uno de los clanes Taimanin más flexibles. Se dobló sobre sí mismo, formándose una cortante depresión en su abdomen. Sin dejar de frotar su pene contra el de su amigo, agachó el cuello y se introdujo ambos miembros viriles en la boca sin pestañear. Comenzó a succionar, a agitar la cabeza y a mover la lengua con pura lascivia. El morbo y la excitación lo invadieron: no era la primera vez que le hacía una felación a un hombre, pues ya tenía práctica con Hagane, pero sí era la primera vez que se lo hacía a Inuhito y, lo que aún era más impactante…era la primera vez que se hacía una felación a sí mismo. Tenía dos penes en la boca y uno de ellos era el suyo…se sentía como un demonio malvado invocándose a sí mismo, como un soberano de las tinieblas, como un alma negra encerrada en el éxtasis…se sentía pletórico, lleno de placer, lleno de vida, lleno de fuerza, lleno de magia, lleno de todo lo positivo. Su lengua y su paladar podían distinguir perfectamente a los dos hombres a los que estaba saboreando, si bien él era uno de ellos. Por como estaban ubicados, estaba claro que el pene que tenía más pegado al paladar era el de Inuhito. Además, el tacto de su lengua le permitía perfilarlos y distinguirlos. Por supuesto, los sabores eran distintos y, lo que era más, distinguibles. Inuhito tenía un sabor fuerte, ácido, marcado, muy masculino y muy salvaje, animalizado y propio de una fiera. Por su parte, el pene del propio Shirubei estaba algo salado. Tenía unas notas muy neutras e incluso dulces, pero, cuando su lengua pasaba por la corona del glande y los bordes del prepucio, recibía un reflejo salado propio de sus fluidos.

Ohhhhh…-Inuhito tenía un nudo en la garganta: si no era el placer, su propia saliva lo ahogaría.

Shirubei notó algo húmedo encima de él: su amigo estaba babeando. Miró hacia arriba todo lo que pudo y vio a Inuhito extasiado, boquiabierto y con los ojos en blanco, moviéndose por puro instinto. De su boca colgaba un pequeño reguero de saliva. El chico rubio interpretó aquello como una petición de coronación e incrementó el ritmo lascivo y frenético de su lengua. Pasaba su hábil y húmeda lengua por las zonas más comprometidas: la franja que separaba los penes de ambos chicos en medio de aquel intenso frote, la zona del glande, la del frenillo y la de los bordes del prepucio en ambos miembros. Continuaron así durante lo que pudo ser casi una hora. Aquello parecía un paraíso de saliva, sudor, fluidos preseminales y gemidos. Inuhito sólo podía emitir quejidos y algún elogio, mientras que Shirubei no podía hablar porque estaba ocupado con aquella felación doble con la que tanta maestría exhibía.

Tras lo que parecía tortura sexual más que dación de placer, Shirubei se incorporó de nuevo. Se miraron. Estaban sudando, agotados y deseando explotar en llamas como habían vaticinado.

Nunca olvidaré este sabor…-susurró Shirubei-…ha sido mágico…

¿Estamos listos para salir ardiendo?-preguntó Inuhito-Me gustaría devolverte el favor, pero, si tuviera que moverme ahora para hacerte una mamada…creo que sólo quedaría de mí un montón de cenizas…

Otro día me la comes.-Shirubei le guiñó un ojo-Tienes polla para rato y no se la debo a nadie, así que no hay prisa. Creo que es hora de descansar por hoy… ¡previa bajada de telón!

Shirubei embistió el pene de Inuhito con el suyo propio como si fueran dos espadachines cruzando aceros. El frote se hizo cada vez más intenso hasta que, por fin, se produjo el orgasmo.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-chilló Inuhito mientras sentía las convulsiones prostáticas-¡Allá va!

¡SÍ!-gritó Shirubei como si hubiera perdido el juicio-¡SÍ, DIOS! ¡JODER! ¡ME CORRO! ¡UOAAAAAAAAGHHHH!

Los dos eyacularon a la vez. Dos enormes, brillantes, cálidos, húmedos y blanquecinos chorros de semen ascendieron verticalmente como si de una fuente se tratara. La mezcla de aquellos caudalosos chorros de semen dio lugar a una forma parecida a un géiser que se deshizo en el aire como una flor que se marchita en otoño. Comenzó a gotear y chorrear por los cuerpos de los dos chicos, mezclándoseles con el sudor.

Ufff…-resopló Shirubei-…uffff…agh…

Inuhito abrió las manos y las extendió hacia Shirubei. Éste hizo lo propio. Se agarraron fuertemente de las manos antes de caer rendidos.

Ha sido genial…-dijo Shirubei-…eres el puto amo…

Lo que puede dar de sí una paja, ¿eh?-preguntó Inuhito entre la vigilia y el sueño.

El próximo día…-dijo Shirubei-…que sea entre todos.

Inuhito sonrió.

Shirubei, ¿puedo comentarte algo?-preguntó Inuhito mientras sentía que sus músculos se relajaban al contacto con la cama.

Dime…-respondió el chico en un tono algo ido.

Gracias…-dijo Inuhito-…gracias por ser mi amigo.

Se sonrieron. Tendrían que descansar un rato antes de limpiar aquel desastre.

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