miércoles, 19 de noviembre de 2014

[Taimanin Yamiyuki] Episodio 1: Los seis cerebros de Gokuruma

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 1: Los seis cerebros de Gokuruma

Tokyo…la que en su día fue una próspera ciudad. En la actualidad, se encuentra sumida en un ponzoñoso mar de maldad, corrupción y juegos sucios y peligrosos. De los mismísimos infiernos llegaron criaturas malvadas, demonios y monstruos, tan variopintos y heterogéneos como podrían serlo los habitantes naturales del planeta Tierra…y los más inteligentes se hicieron con el control sin legalidad alguna. Los espíritus de los ríos y de las montañas aterran a los ciudadanos y cumplen años y años bajo la imposición de su tiranía. Tráfico de drogas, tráfico de armas, compra-venta de países, corrupción política, trata de esclavos, prostitución ilegal, asesinatos y demás fechorías imaginables en las condiciones más inhumanas que se puedan pensar…con la impotencia como única respuesta del mundo de los humanos. Pese a todo el poder que existe todavía, dada la creciente pugna entre los países de todo el mundo frente a un grupo reducido de demonios en Japón, los humanos no saben muy bien cómo hacer frente a esta amenaza. La astucia humana ha logrado paliar mínimamente los casi siempre  escabrosos efectos del dominio demoníaco y, ante el inusitado respeto de los sobrenaturales visitantes del inframundo para con el poder político humano, se vive bajo un pacto de mutuo respeto en el que ni los demonios interfieren con los humanos en el día a día ni tampoco los humanos se interponen en el camino de los demonios. Como no es difícil de suponer, este pacto está lleno de lagunas y cláusulas ocultas que los demonios están explotando tanto como explotan a los propios humanos, a las pobres víctimas que caen en sus zarpas y se convierten en mera carne. No obstante, el pequeño reducto humano que conserva el valor y la voluntad para luchar por la justicia no está desnudo ni desarmado: una fuerza sin igual, un poder tan devastador como noble y una personificación del mismo en un ejército subrepticio existen en los entresijos que el ojo demoníaco no alcanza a ver…


…ellos son los Taimanin.

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Tokyo Kingdom, o el Reino de Tokyo. Una isla artificial unida al Japón natural mediante un puente hecho por unas manos de dudosa moralidad a modo de istmo que une la sencilla realidad con una depravada distorsión de las cosas…aún más real. Años atrás, la guerra contra los demonios llegó a su supuesto final. Los Nómadas, un clan vampírico de gran poder y con numerosos adeptos, se estaban haciendo con el control de todo a la vez que extendían sus sucias y crueles tramas de tráfico ilegal, prostitución, asesinatos y mafias. Muchos se preguntarán si lo de “clan vampírico” era algún tipo de epíteto usado en aquellos años, pero nada más lejos de la realidad: eran vampiros reales y, junto con ellos, todo tipo de demonios y criaturas sobrenaturales. Los monstruos provenientes de tierras lejanas estaban imponiendo su yugo de manera violenta en Tokyo Kingdom, pero, tras años de lucha, toparon con la horma de su zapato. Los Taimanin, guerreros ninja cazadores de demonios, también llamados ADN (Anti-Demon Ninja), lograron exterminar a los Nómadas. En aquella larga y espeluznante guerra, quienes jugaron un importantísimo papel fueron las mujeres. No fueron sino ellas, las Taimanin, las mujeres de aquel poderoso grupo, las que derrocaron la maldad acechante. Bajo el liderazgo de su capitana, Asagi Igawa, líder de los Taimanin y miembro más fuerte de ellos, la victoria contra Edwin Black, líder de los Nómadas, y sus secuaces, terminó por convertirse en una realidad. Asagi era (y hoy sigue siendo) fuerte, inteligente, valiente, intrépida, abnegada, ingeniosa y, en definitiva, una líder digna y orgullosa…pero tenía cierta edad. Para una persona que vive de unas capacidades físicas superiores a la media, la edad de retirarse de la profesión es muy temprana, por lo que tenía en mente la instauración de una sucesora, la idolatrada Murasaki Yatsu, una Taimanin de gran inteligencia con el orgullo de un león y la fuerza de un tanque. Actualmente, ni Asagi se ha retirado de sus labores como Taimanin, ni Murasaki está en el primer puesto de la jefatura…las circunstancias cambiaron en Gokuruma, tierra y aldea secreta de los Taimanin, cuando una generación de estrellas comenzó a brillar con una luz tan cegadora que rompió todos los esquemas. Ésta es la historia de Yamiyuki Kuroi, el hombre que multiplicó el poder de los Taimanin siendo apenas un adolescente, y de sus compañeros y amigos, probablemente los guerreros más memorables de ésta y muchas generaciones posteriores de estos ADN.
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Gokuruma. Un núcleo de población aparentemente normal, lleno de personas que llevan a cabo ocupaciones cotidianas: estudios, trabajo, familia, hogar…y un lado oculto. Incluso tras la aniquilación de los Nómadas, la mano demoníaca ha seguido arañando la paz y el orden, de manera intermitente, cierto es, pero sin cese definitivo. Los guerreros y guerreras que lucharon en la anterior guerra no tienen dudas de que volverán a las armas una vez más, pero están siendo más reservados: todos los veteranos de guerra se han convertido en profesores y mentores del Instituto de Gokuruma, en el que los jóvenes no sólo aprenden idiomas, ciencias, cultura y formación integral, sino también a aniquilar demonios, a ser Taimanin. Este instituto, dirigido por Asagi Igawa y con Murasaki Yatsu y Sakura Igawa, hermana de Asagi, a cargo de la subdirección, se ha convertido en un cuartel general inexpugnable. Cada profesor es un ADN muy poderoso, y cada alumno es capaz de vencer con una sola mano a decenas de personas de condiciones estándar. Dos días antes del momento en que nos centramos, habían aparecido en los medios de comunicación varias alertas de incidencias: se está pasando droga en Tokyo, un tipo de droga relacionada con la faceta sexual animal y, al parecer, también se están produciendo secuestros, principalmente de mujeres. Con motivo de la graduación de la actual promoción de Gokuruma, se iba a dejar a cargo la misión de investigar estos hechos a los seis mejores alumnos de la misma…seis alumnos muy peculiares, todos ellos varones, y todos ellos increíblemente bien preparados. Cada uno de ellos aprendió las artes específicas de su estilo con dos mentoras veteranas, lo que los convierte en guerreros temibles, lo nunca visto: unos Taimanin capaces de dominar varios Jutsu o estilos de artes ninja. Los alumnos se habían reunido en el patio para presenciar el acto, así como los profesores.  A modo de gala, los profesores llevaban sus uniformes de combate, así como también los llevaban los seis alumnos aventajados. El resto del alumnado llevaba el uniforme escolar verde de uso diario.
¡Silencio, por favor!-pidió, ayudándose del micrófono, una profesora-¡Estamos aquí reunidos para celebrar la graduación de los últimos alumnos que han superado los cursos formativos de las artes Taimanin, así como para repartir las Matrículas de Honor! Os iré nombrando a cada uno de vosotros para que deis unos pasos al frente y os giréis hacia vuestros compañeros para hacer una reverencia.
Detrás de la profesora había una mesa muy alargada en la que estaban sentadas muchas mujeres.
Detrás de mí están las profesoras encargadas de formar a esta promoción.-dijo la mujer-Como portavoz de este acto, quiero dar las gracias al personal del Instituto de Gokuruma. Con todos vosotros están Asagi Igawa, directora del centro, Murasaki Yatsu y Sakura Igawa, subdirectoras, y Saki Himehagi, médico del centro e investigadora profesional. Compartiendo la mesa están el resto de profesoras: Shiranui Mizuki, Aoi Mineasa, Kuroyuri Kuzu, Kouha Soga, Rinako Momota, Mari Shinohara, Rei Yakumo, Fang Bai Hua, Aiko Yatsu y Gong Zhou Sa. ¡Un aplauso!
Los alumnos estallaron en aplausos y vítores. Todas esas mujeres eran muy admiradas por los estudiantes.

A continuación…-dijo la profesora-…yo, Hanetora Kagemiya, habiendo sido elegida portavoz del acto, nombraré a los estudiantes. ¡Shirubei Anome!

Se adelantó un joven alto, delgado, atlético y de piel pálida. Su cabello era rubio intenso y corto, cortado en cazo, con dos coletas largas hasta la mitad de la espalda en la parte de atrás, sujetas las dos del mismo punto. Llevaba un traje de combate de color azul con una malla negra debajo que dejaba ver sus tríceps, parte de sus lampiñas axilas, las corvas y algo de las pantorrillas. En su rostro había dibujada una apacible sonrisa que parecía esconder una personalidad feroz. Tras los aplausos, la profesora llamó a otro chico.

¡Inuhito Yonekura!-exclamó la profesora con solemnidad.

Dio varios pasos al frente un chico de complexión similar a la del anterior, muy alto, de tal vez extrema delgadez, cuerpo fibroso y marcado, con los ojos de color rojo sangre delineados con negro y una larga melena blanca que llegaba hasta sus costillas, algo alborotada. Vestía un uniforme de combate de color naranja brillante que bien podría parecer una malla de gimnasia, con guantes negros y un calzado de una forma inusual, con plataformas negras elevadas y arqueadas que no tenían tacón, dejando sus talones en suspensión. Su expresión facial era turbia y distante, pero denotaba una gran mente.

¡Hagane Kurobara!-continuó la profesora.

La cadena de aplausos la continuó un joven afeminado, un poco menos alto que sus compañeros, más delgado que Shirubei pero menos que Inuhito, de aspecto algo frágil, pero con un semblante que desmentía tal apariencia. Su cuerpo pálido y carente de vello estaba muy expuesto por su uniforme de combate: un traje rosa con un agujero rómbico que dejaba ver su ombligo y sus costillas, otro detrás que dejaba ver la zona baja de su espalda, huecos en las ingles que dejaban ver un poco de sus piernas y aberturas espiralizadas en las mangas que dejaban entrever sus brazos. Llevaba zapatos de tacón alto y en la zona de la cadera tenía vuelos de tela rosa semitransparente que se asemejaban a una falda. Tenía unos ojos muy redondos y brillantes de color verde eléctrico, maquillados con sombras azules  y violetas y delineador rosa, y una larga melena lacia de color rosa violáceo recogida parcialmente, con caída por la espalda y dos mechones en la parte de delante, a ambos lados de la cabeza.

¡Rito Sonozaki!-siguió la portavoz.

Avanzó entonces un joven que rompía totalmente la estética de los anteriores. Era mucho más alto que ellos y, a diferencia de sus compañeros, su complexión era ancha, robusta, sólida y de aspecto inexpugnable. Aquel tren de musculatura de más de dos metros tenía una piel algo menos pálida que la de sus compañeros sin llegar a un bronceado profundo, y ostentaba unos hombros macizos e imponentes, brazos anchos y muy musculosos, piernas largas y fornidas, cadera ancha, cintura algo estrecha, abdomen cuadriculado, pectorales marcados…en definitiva, puro acero. Su cuerpo de testosterona y halterofilia no mancillaba su innegable belleza. Su rostro, que estaba adornado con una sonrisa candorosa, inocente y sincera, era hermoso, y sus ojos eran de color rosa rojizo apagado. Su cabello era verde y muy largo, recogido en una trenza que estaba adornada con largas tiras de tela trenzadas entre sí blancas, negras y rojas. Su uniforme de combate estaba formado por una malla verde ajustada cuyas mangas acababan algo por debajo de los hombros y con unas perneras que no tapaban ni la mitad de sus muslos. Utilizaba botas y guantes a juego, con ribetes metálicos, y hombreras también metálicas. También le aplaudieron cálidamente.

¡Aoi Makihara!-continuó la profesora.

Entre los aplausos avanzó un chico cuyo aspecto a primera vista sugería disparidad. También era alto y delgado, y tenía la piel muy pálida. Su cabello era de color azul eléctrico, liso y algo largo, cortado a capas y con una asimetría en el lado izquierdo: llevaba parte de su melena recogida en forma de moño sobre su cabeza. La caída de su melena por sus hombros no era recta, sino que hacía una curva con forma de media luna, como si estuviera peinada con planchas. Su rostro albergaba algunas pecas que describían una corta pero notable perpendicular a su tabique nasal. Eran unas pecas algo diferentes, que parecían brillar en lugar de notarse oscuras. Sus ojos eran plateados con dejes azulados, y en su rostro se reflejaba una expresión reservada pero contenta. Su uniforme de combate era negro, y cubría casi todo su cuerpo, salvo el pecho, que se mostraba parcialmente porque llevaba la parte de arriba abierta y perfectamente sujetada por una especie de cuello marinero de color azul eléctrico sujeto con unos remaches en forma de tornillos. Alrededor de su cadera llevaba colgada una sobrefalda de picos que llegaba casi hasta sus rodillas, del mismo color que el cuello, y también con adornos metálicos. Alrededor de los muslos llevaba unos vuelos de tela que hacían parecer que llevaba bombachos. Utilizaba botas altas y guantes largos parecidos a los de un motorista.

Y, por último…-anunció la profesora y portavoz-…el líder de este nuevo grupo, el mejor alumno de nuestra promoción y el único que ha logrado superar a estos cinco genios…saludad, por favor, todos juntos a… ¡Yamiyuki Kuroi!

Avanzó, entre ovaciones y vítores, una figura estilizada y llena de curvas, de una delgadez sólo camuflada por el grosor de su traje de combate, con una estatura imponente, más alto incluso que Rito, y una larguísima melena negra totalmente lacia que brillaba con la luz de la Luna mientras acariciaba todo su cuerpo al viento, posándose sobre sus pies cuando éste cesaba. Llevaba un traje de cuerpo entero de color cereza anaranjado, con guantes y botas reforzados con placas metálicas esmaltadas en color negro. Sus ojos eran de color rojo molibdeno, grandes y brillantes. Su piel era muy pálida y resplandeciente, aunque de ella sólo se veía el rostro. Ese cuerpo sensual y seguro, ese porte altanero y orgulloso, y esa mirada que reflejaba una capacidad sin parangón eran algunos de los constituyentes del que sería el gran héroe de esta nueva cruzada contra los Mazoku, como se llamaba a las criaturas demoníacas.

Las profesoras se levantaron. Tras hacer una reverencia a los seis alumnos, éstos se la devolvieron. Henchidos de orgullo y sin poder dejar de sonreír, los seis nuevos Taimanin se hacían con la sensación de ser los protagonistas de aquel acto.

Enhorabuena.-habló la directora-¡Mi más sincera enhorabuena! Habéis demostrado unas capacidades increíbles que han hecho que las diferencias entre vosotros y nosotras queden reducidas a la experiencia. Hacía muchos años que no mandábamos Taimanin sin graduar a las misiones peliagudas y, ahora, por fin, lo haréis de la manera más oficial posible como verdaderos graduados. Habéis ayudado mucho en las batallas pasadas, y confío que también lo haréis en las presentes y futuras. Queridos alumnos…estos chicos siempre serán vuestros aliados, vuestros colegas Taimanin, vuestros familiares en espíritu…pero ya no son vuestros compañeros de clase, ni siquiera senpai graduados…son los seis nuevos profesores de este instituto, seis mentores, seis auténticos genios, guerreros, figuras de nuestra estirpe. Su incorporación a las filas oficiales de los Taimanin traerá cambios para el Instituto Gokuruma.

Los alumnos estaban expectantes. Sentían curiosidad por lo que la directora tenía que decir. Sin necesidad de esperar mucho más, la venerada directora continuó hablando.

Yamiyuki, por favor, acércate a la mesa.-pidió.

El joven de ojos rojos se acercó a paso firme al lugar donde estaban las profesoras de aquella promoción.

El Instituto Gokuruma se complace de presentaros…-dijo la directora-… ¡a vuestro nuevo profesor de Matemáticas!

Los alumnos estallaron en aplausos, aunque no tardaron en desconcertarse. ¿Qué sucedería con la anterior profesora? En cualquier caso, la susodicha parecía haberles leído la mente.

No os preocupéis por mí.-dijo la subdirectora Yatsu-No me alejaré de vosotros. Estaré en el laboratorio de investigación junto con la doctora Himehagi y abriré un nuevo programa de prácticas científicas para todos aquellos que deseéis dedicaros a la profesión sin salir de nuestras filas. Llegados al punto de que fuera necesario, os daría las clases de Matemáticas que fueran necesarias…y ni que decir tiene que mi despacho sigue en el mismo sitio y siempre seréis bienvenidos si necesitáis mi ayuda. He pasado muchos años en la enseñanza, y creo que un chico como Yamiyuki merece que le demos una oportunidad de cumplir su sueño. Un Taimanin matemático no es tan raro, ¿no es así?

¡Bien dicho, Mucchan!-la elogió la subdirectora Igawa-¡Estos chavales prometen!

Sa…-balbució la otra subdirectora entre susurros-… ¡Sakura! ¡Estamos en un acto oficial!

¡Ya nos conocemos!-insistió Sakura con una sonrisa-Y esto no es lo único. Pronto se irán incorporando los demás como profesores: Shirubei en Economía, Hagane en Biología, Inuhito en Química y Aoi en Física. Rito-chan se dedicará a la enseñanza personalizada en programas de entrenamiento y medidas de higiene y salud a demanda, además de encargarse de las cocinas con sus excelentes habilidades gastronómicas. Y, por supuesto… ¡los seis serán elegibles como mentores de artes específicas para los alumnos de cursos superiores a partir del curso que viene!

. . .

Tras la estruendosa explosión en el edificio, una lluvia de escombros saludó macabramente a los recién llegados visitantes.

¡Joder!-exclamó Shirubei mientras se parapetaba debajo de una escalera-¡Nos hemos graduado esta mañana y ya estamos jugándonos el pellejo! No os lo toméis como una queja…-el rostro del chico se vio invadido por una tórrida sonrisa-…me gustan las emociones fuertes de este tipo.

Si hay algo más asqueroso que un orco…-comentó Inuhito-… ¡eso es un orco con dinamita! ¿Quién narices les da explosivos a esos seres inferiores? ¿Pretenden reventar sus propios planes, valga la redundancia?

La verdad es que no son muy buenos con la colocación estratégica de explosivos…-corroboró Hagane-…así como con el resto de tareas que hagan, como buenos inútiles que son. Ahora bien, con este humo, la persecución no será la más fácil de nuestra carrera.

¿Seguro?-le preguntó Inuhito sonriendo con sorna-¡Seguidme! ¡Por aquí huele a orco que apesta!

Hay pocas cosas que nunca fallan.-dijo Yamiyuki-El lanzamiento de armas arrojadizas de Aoi y el olfato de Inuhito son dos de ellas. ¡Vamos!

Yamiyuki, Shirubei y Hagane salieron corriendo detrás de Inuhito. Rito y Aoi, que estaban algunos metros detrás, hicieron lo mismo.

¡Cuidado, Rito!-exclamó Aoi.

Antes de que Rito pudiera hacer nada, Aoi lanzó un kunai hacia el cielo. El arma se clavó en un trozo de piedra bastante grande que cayó al vacío sin poder impactar sobre Rito, que era su objetivo.

¡Hay alguien o algo lanzando piedras desde la azotea de enfrente!-exclamó Aoi-¿Qué hacemos, líder?

Id Rito y tú a ver qué sucede.-pidió Yamiyuki-Hagane, acompáñalos por si las cosas se complican. Shirubei y yo alcanzaremos a Inuhito.

Asintieron. El dispar trío formado por el fornido Rito, el lánguido Aoi y el afeminado Hagane se dispuso a entrar en acción. Con unos lanzagarfios ocultos se anclaron a la pared del edificio del que había llegado la piedra y se propulsaron haciendo que los dispositivos enrollaran el cable extendido sobre sí. Mientras surcaban el cielo nocturno, veían a sus tres compañeros entrando en el otro edificio por el boquete que había abierto la explosión de hacía un momento.

¿Qué porras es eso?-preguntó Rito mientras trepaba con sus dos compañeros hacia la azotea.

Hagane y Aoi alzaron la vista. Tres piedras cayeron hacia ellos, todas ellas de tamaño considerable.

¡Dejadme esto a mí!-se aventuró Rito.

El chico saltó hacia las piedras. Apretó los puños y golpeó dos de ellas, astillándolas ruidosamente. La tercera piedra pasó rozando su nariz, pero antes de seguir bajando se chocó con su rodilla y sufrió el mismo destino que las otras. Se colgó entonces de un balcón para no caer. Apartándose de la gravilla producida por los impactos para que no les cayera en los ojos, Aoi y Hagane subieron hasta el mismo balcón, tratando de observar con más detenimiento la amenaza a la que intentaban enfrentarse.

¡Es un ogro!-señaló Hagane-¡Un ogro al que le han dejado una cuba de camión llena de cascotes! ¡Tan rudimentario como molesto!

Es muy sencillo.-dijo Aoi-Lo derrotamos y volvemos con el resto. ¿Estamos de acuerdo?

¿Cuándo no lo hemos estado?-Hagane se levantó y le guiñó un ojo a su compañero.

Los tres Taimanin saltaron hacia el ogro. Aquella criatura era imponente, pero no debía de ser muy grande entre los de su especie, pues, al acercarse, vieron que Rito era más imponente.

¡Guau!-exclamó Rito-¡Jamás pensé que vería a un ogro más bajo que yo!

¿OS ESTÁIS BURLANDO DE MÍ?-chilló el monstruo, que había sido entrenado para mostrarse violento con los Taimanin.

Tal vez.-terció Hagane-No obstante, ¿qué repercusión tendrá eso en tus años de descanso eterno?

¡NO TE ATREVAS A AMENAZARME, MUJER DE PECHO PLANO!-le espetó el ogro.

Aoi y Rito se miraron con complicidad. Hagane no estaba alterado, pero sí se mostraba expectante ante una señal por parte de sus compañeros. Los otros dos chicos siguieron mirándose y asintieron.

Túmbalo, Hagane, lo estás deseando.-dijo Aoi encogiéndose de hombros.

Hagane se sonrió. Profirió un intenso grito de guerra y corrió hacia el ogro. La voz del chico era un poco aguda, aunque tenía un punto varonil semienterrado. Saltó ágil y elegantemente y cayó diagonalmente sobre el abdomen del ogro con una patada voladora en la que clavó su tacón en los cuadriculados músculos de la criatura, quien recibió el daño suficiente como para desequilibrarse. Apoyado con su tacón en el vientre del ogro, Hagane giró sobre sí mismo y sacudió sonora y vigorosamente la cara de su enemigo con una patada giratoria con la pierna que no tenía apoyada. El monstruo salió expelido sin proferir más sonido que el de su cuello rompiéndose con estruendosos crujidos. Tras aquella momentánea paliza, Hagane caminó orgulloso hacia la cubeta y la volcó de un empujón sobre el cadáver de su enemigo, cubriéndolo de piedras.

Descanse en…-dijo Hagane-…la más absoluta discordia. ¡Vamos con los demás!

Por su parte, Yamiyuki, Shirubei e Inuhito habían sido rodeados por un grupo orcos.

¿Qué hacéis aquí?-preguntó uno de ellos, apuntando a los Taimanin con un hacha de mano de doble filo.

¿Os mostraríais más apacibles e interesados si dijéramos que venimos a venderos lotes de jabón, sales de baño, champú y perfumería variada?-preguntó Shirubei entre risas.

Pfffff…-Inuhito reprimió su risa también.

¡Inuhito, Shirubei!-les reprimió Yamiyuki con una expresión facial dura-¡Más seriedad! ¡Ya somos graduados! ¡Debéis hablar en serio, sin artificios! No hay ningún problema en que…-la cara estricta de Yamiyuki se dobló en una sonrisa cómplice-…seáis unos auténticos capullos con ellos. ¿Quién, si no son ellos mismos, se iba a asustar aquí al oíros? Je…

Es cierto lo que decían los de arriba…-dijo otro orco-…los Taimanin sois un puñado de capullos orgullosos y altaneros. ¡Os vamos a enseñar a ser más modositos!

¿Te crees que puedes imponernos lo más mínimo sólo porque llevas una escopeta anticuada en tus sucias y verrugosas manos, orco de mierda?-preguntó Yamiyuki-Créeme si te digo que si ese arma vetusta no está rota es porque no queremos…

¡Vais a acabar como vuestras queridas profesoras hace unos años!-exclamó un tercer orco, que asía una maza.

Las sonrisas de los Taimanin se borraron.

Habéis tocado un tabú.-les informó Shirubei-Nadie vivirá para contar que se ha reído de las víctimas de vuestras asquerosidades del pasado…

Aniquiladlos.-dijo Yamiyuki- ¡Ahora!

Shirubei e Inuhito se lanzaron a por los orcos. El primero disponía de garras retráctiles y plegables en sus manos y pies que podían variar su inclinación a demanda. El segundo iba armado con un enorme aro cortante de color blanquecino con un toque de latón. Con sus armas personales, ambos Taimanin dieron buena cuenta de los orcos en pocos minutos.

¿Quién más hay aquí?-preguntó Yamiyuki en voz alta-¡Mostraos!

¡Yamiyuki!-el chico oyó la voz de Rito tras él.

Se giró. Rito, Aoi y Hagane habían llegado.

Había un ogro lanzando piedras.-informó Aoi-Nada suficiente para frenarnos. Ya es historia.

Buen trabajo.-dijo Yamiyuki-Acabamos de segar las inútiles vidas de esos sicarios baratos que veis en el suelo… ¡pero tenemos que buscar al resto de implicados! Según el briefing de la misión, aquí se están tramitando de manera subrepticia ciertos negocios de tráfico de drogas afrodisíacas y armas explosivas.

Según los planos…-dijo Hagane-…más adelante hay oficinas equipadas con terminales de ordenador. Seguro que encontramos algo.

Una de las puertas que se suponía que separaba una oficina de aquel recibidor salió disparada. De ella salió un hombre que jugueteaba con un aro de energía mágica en sus manos.

Les dije que este puñado de orcos era poca defensa contra gente como vosotros…-dijo.

Lo miraron de pies a cabeza. Iba vestido con una larguísima gabardina de color violeta con adornos rojos. Debajo de la misma, parecía llevar pantalones del mismo color y zapatos oscuros. Tenía una espada enfundada prendida en el cinturón, y una capucha cosida sobre la gabardina que en aquel momento no  llevaba puesta. Su tez estaba medianamente bronceada, y su cabeza estaba completamente rapada. Sus ojos eran negros.

Esas ropas…-señaló Shirubei-…debe de tratarse de un mercenario de los Mazoku. Algo más que un sucio orco, pero un mandado a fin de cuentas.

Ya veréis lo que este mandado va a hacer con vosotros…-dijo el hombre-… ¡los mercenarios no somos moco de pavo!

Extendió su mano. Una onda expansiva de fuerza mágica retractó a los seis Taimanin, haciendo que cayeran al suelo al haber poco mobiliario con el que colisionar en aquella estancia tan amplia y diáfana.

Dejadme a mí a este idiota.-dijo Yamiyuki-Vosotros habéis hecho bastante por hoy. No es justo que me vaya frío a casa esta noche, ¿no creéis?

Mientras se levantaban, los otros cinco asintieron con complicidad: si les había algo casi tan placentero como extender la justicia acabando con los demonios, eso era ver cómo lo hacía Yamiyuki.

No te conozco…-dijo el mercenario al ver que Yamiyuki se le acercaba lenta y amenazadoramente-…ni a ti ni a tus acompañantes. ¿Sois nuevos entre los Taimanin?

No te importa para nada.-dijo Yamiyuki mientras hundía su puño en el estómago del mercenario con una agilidad tal que le fue imposible prevenirlo.

Agh...-boqueó el mercenario-… ¡maldita sabandija! ¡Voy a hacerte picadillo!

El emisario demoníaco desenvainó su espada y lanzó una estocada circular contra Yamiyuki, quien levantó su pierna e interceptó la espada con su espinillera de metal negro. Tras unos segundos de forcejeo, la espada se partió en dos y la hoja cayó de punta en el suelo, clavándose en él.

No…-dijo el mercenario-… ¡no puede ser!

Yamiyuki, que aún tenía la pierna en alto, decidió relajar su postura, dejando caer su extremidad sobre el cuello del mercenario en una elegantemente cruel patada. Viéndose en el suelo, el mercenario intentó lanzar magia con sus manos, pero el líder del equipo Taimanin se las rompió con suma facilidad. Haciendo caso omiso de los gritos de dolor del inutilizado mercenario, el joven Yamiyuki se arrodilló encima de él a una altura tal que su cabeza quedaba entre sus piernas. Juntó entonces los muslos, apretando el cuello del mercenario hasta dejarlo casi sin aire. Justo cuando iba a morir, le soltó el cuello y lo remató aplastándole la cabeza contra el suelo con un golpe de palma que hizo que sus sesos se derramaran por el suelo.

Es hora de investigar las oficinas.-dijo Yamiyuki.

Si el mercenario estaba en lo cierto con lo de que aquellos orcos no eran suficientes para aquella operación, entonces estaban solos en el edificio. Cada uno de los chicos registró una de las oficinas. Como, naturalmente, eran más de seis, fueron repartiéndose por todas ellas hasta que consiguieron hacerse con gran cantidad de documentos digitalizados y un único folio impreso que Inuhito encontró por casualidad.

¿Sabéis que dentro de cinco días se inaugura en Yomihara el nuevo club nocturno?-preguntó el chico señalando al folio-Parece ser que los afrodisíacos y las armas están destinadas a ese futuro antro…el llamado Moist Desire.

2 comentarios:

  1. Empieza fuerte pero claro, daba la ambientación, no podía ser de otra manera. Ya sabes quién me gusta... ¿Ojos rojos y pelo blanco? mi prototipo *_*

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    1. ¿Inuhito? Pues todo esto es el principio...seguro que te seguirá gustando.

      ¡Muchas gracias por volver a leerme! ¡Espero que disfrutes tanto leyendo esta historia como yo escribiéndola! ¡Va para largo!

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