TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 81: Bailando con fuego
Para proteger a Veena, a quien llevaba
amando mucho tiempo, Shiena había optado por alejar a Púrpura del campo de
batalla y hacinarlo en un edificio para enfrentarse allí dentro con él.
Tu numerito ha sido fabuloso.-lo
elogió Púrpura-¡Una declaración de amor en el campo de batalla! Ha sido
precioso, de verdad. Aunque, sintiéndolo mucho, no va a evitar que te destroce
y que luego salga a cazar a tu amada con mis hermosas garras.
Ni yo te tengo miedo ni lo tendría
Veena si intentaras “cazarla”.-respondió Shiena-Estoy enamorado de ella y no
voy a permitir que le pase nada.
¿Crees que James no tiene
capacidad para vencerla?-preguntó el soldado-¡Ahora mismo tiene que estar
llorando y con las braguitas rotas!
James estará desangrándose en el
suelo ahora mismo.-respondió Shiena-Nos subestimáis. Y déjame decirte que no me
gusta extenderme en este tipo de conversaciones que no llevan a ningún lado.
¡Estoy furioso por lo que has intentado hacer con Veena y voy a cobrármelo muy
caro!
¡Qué temperamental!-se sorprendió
Púrpura-Seguro que en cuanto llevemos un par de golpes intercambiados,
empezarás a llo…
El militar no pudo terminar su
intervención: Shiena lo calló con una ágil patada en la cara. Las piernas
largas, finas, musculosas y ágiles del Taimanin lo habían hecho famosísimo
entre sus colegas.
¡Maldito!-chilló el soldado, aún
con el pie de Shiena en la cara-¡EN LA CARA NO! ¿Te has parado a pensar en lo
que podría pasar si mancillas mi hermoso rostro? ¡MALDITA HIENA, TE HARÉ
PICADILLO! ¡TE VIOLARÉ MIENTRAS TE MATO!
Los chillidos de Púrpura, que se
había enfurecido súbitamente, eran muy agudos y estridentes. Su voz le
resultaba molesta a Shiena. No tanto su timbre, sino la personalidad
desequilibrada y los trastornos que revelaba: aquel hombre era una especie de
asesino macabro y narcisista con las ideas muy retorcidas. Sin hacer caso a los
chillidos, el Taimanin lanzó otra patada, esta vez con la otra pierna y al otro
lado de la cara de su contendiente, derribándolo y haciendo que cayera al
suelo.
¡DESGRACIADO!-el soldado seguía
chillando-¡MI BONITA CARA! ¡Juro que te arrepentirás de haber nacido si me la
estropeas! ¡Voy a cortarte en pedazos! ¡YAAAAAAAAAAAAAAAAH!
Púrpura saltó desde el suelo hacia
la cara de Shiena con una patada diagonal ascendente. Al acertar con su golpe,
aprovechó la trayectoria de su impulso para rodearle el cuello con la corva
doblando la pierna con la que lo había pateado, dejándose entonces caer al
suelo para someter a su atrapado oponente.
¡AHORA TE DEJARÉ SIN AIRE Y NO TE
DESPERTARÉ HASTA QUE EL DOLOR QUE TE CAUSE NO TE DEJE VOLVER A DORMIR!-chilló
el militar mientras apretaba el cuello de su enemigo.
Shiena alzó una pierna hasta que
formó 180 grados con la otra, pegándola totalmente a su cuerpo y haciendo que
el pie impactara como la punta de un látigo en la ingle de su enemigo,
obligándolo a soltar su agarre y permitiéndole escabullirse con gran agilidad.
Tus estrategias funcionarían mejor
si no las pregonaras a los cuatro vientos, majadero chillón.-soltó el Taimanin
una vez se hubo levantado.
¿Te burlas de mí?-increpó Púrpura
incorporándose-¡Voy a enseñarte a temerme!
El soldado comenzó a lanzar ágiles
y potentes arañazos con sus uñas postizas especiales. Su arma personal era
pequeña, discreta y de muy corto alcance, pero perfecta para el combate uno
contra uno.
NAIL ATTACK!-chillaba el militar.
(¡Ataque de uñas!)
Shiena comenzó a ejecutar una de
las maniobras que mejor se le daban: esquivar. Sus ágiles y precisos
movimientos le permitían librarse de los peligrosos arañazos del soldado, pero
no tardó en darse cuenta de que la rapidez de éste no era algo que pudiera
superar fácilmente. Púrpura era extremadamente rápido y ágil, y sus golpes
contaban con una puntería casi milimétrica: si seguía esquivando sin parar,
Shiena se cansaría muy rápido, por lo que necesitó un cambio de estrategia. Con presteza, desplegó su urumi y comenzó a
golpearlo contra las uñas del soldado, parando los golpes a la vez que iba
desplegando la larga y flexible arma para ganar distancia y estar así
totalmente a salvo de las garras de su oponente. No necesitó tampoco mucho
tiempo antes de darse cuenta de que esa estrategia tampoco le serviría de
manera prolongada: el soldado arañaba con más fuerza con la que él podía
repelerlo, por lo que no sólo acabaría cansándose, sino también siendo sobrepasado
y, por tanto, golpeado cruelmente.
Este combate no va a ser nada fácil.-pensaba Shiena mientras
buscaba un punto por el que detener a Púrpura-Tal vez necesite más entrenamiento para enfrentarme a enemigos como
éste… pero he hecho lo correcto protegiendo a Veena. Ese James Silver no da ni
la mitad de miedo que este lunático. No podría decir que la amo si no fuera
capaz de sacrificarme por ella. ¡Librar esta batalla ha sido mi decisión y
tengo que cargar con su peso!
Mientras el Taimanin organizaba
sus ideas, la distancia que había creado entre su oponente y él se consumía de
manera amenazadora. En cuestión de segundos, las garras de Púrpura estarían al
alcance de su cuerpo y aquello no era algo que le causara especial interés.
Supongo que,-dijo Shiena-en este
caso, la mejor defensa es un buen ataque. Ninpô – Mai no Jutsu!
(¡Arte ninja de la danza!)
Las piernas de Shiena se cargaron
con una energía de color verdoso, dándole un impulso que le permitió esquivar a
Púrpura en el momento oportuno, pudiendo lanzarle una patada cargada de fuerza
antes de que recuperara la guardia tras el arañazo que pensaba que iba a
acertarle.
¡AAAAAAAAAAAAAAH!-chillaba Púrpura
mientras trataba de defenderse del ataque.
Agarró la pierna de Shiena
enroscándole los dos brazos y le clavó en ella las diez uñas, interrumpiendo el
flujo de energía especial por su cuerpo y causándole un agudo dolor.
¡NGH!-gruñó Shiena, indefenso, sin
poder recuperar la posición de su pierna.
Estás acabado.-dijo Púrpura con
una sonrisa macabra mientras movía sus dedos dentro de la pierna del otro
joven-¡Sabandija!
Shiena no paraba de sentir dolor
mientras el militar hurgaba macabramente en sus heridas, haciéndolas cada vez
más grandes y sangrantes. Eran diez agujeros que no paraban de crecer en diámetro
y profundidad. Sin duda, Púrpura Delgado era experto en matar y hacer sufrir.
Qué combate tan corto y
sencillo.-se jactó el soldado-¿Realmente pensabas que ibas a poder conmigo?
¡Mírate! ¡Eres un enclenque! ¡Y te has quedado sin pierna para siempre por una
tía! El amor os hace débiles. ¡Nunca más
volverás a caminar! Suponiendo, claro está, que salgas vivo de ésta…
¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!
El militar levantó una pierna:
quería lanzar una patada contra Shiena para desgarrarle toda la musculatura de
la pierna manteniendo sus uñas clavadas en ella mientras el impulso de la
patada hacía el resto. Con gran rapidez, el Taimanin paró el golpe formando un
aspa con sus brazos. Acto seguido, le agarró el pie y le retorció el tobillo
mientras le levantaba la pierna.
¡Suéltame la pierna o te retuerzo
la tuya desde el tobillo hasta la rodilla!-amenazó el Taimanin-¡VAMOS!
Púrpura movió los dedos más
rápidamente todavía dentro de las heridas, como si fuera un topo excavando.
¡Veamos si sigues teniendo
raciocinio cuando llegue al hueso y lo picotee!-gruñó.
¡QUE ME SUELTES,
DESGRACIADO!-bramó Shiena retorciendo aún más el tobillo de Púrpura, quien se
vio obligado a parar por el dolor.
Está bien…-dijo el soldado
mientras desclavaba las uñas de la pierna de Shiena y la dejaba caer al suelo.
Buen chico.-dijo Shiena tirando a
Púrpura al suelo de un empujón en el pie que le había levantado.
Con presteza, el militar rodó
hacia atrás y se incorporó rápidamente, preparado para hundir sus uñas en el
cuello de su contendiente y matarlo.
Ninpô – Fushikakuzei!-exclamó
Shiena.
(¡Arte ninja! ¡Despertar del inmortal!)
La pierna de Shiena se recuperó
total y perfectamente, volviendo toda la sangre derramada a su interior y
cerrándose todas las heridas. Desapareció el dolor y lo único que quedó fue un
mal recuerdo, así como diez agujeros en el traje de combate del chico. Estando
de nuevo al cien por cien, no le fue difícil esquivar la estocada de su enemigo
doblándose hacia atrás, haciendo muestra de su gran flexibilidad.
Lo he pasado muy mal.-pensó Shiena-No sé si aguantaré sin desmayarme si vuelve a hacerme algo así. Si me
desmayo, será mi fin. Creo que me he equivocado de oponente, aunque seré feliz
con esta decisión si ello me permite salvar a Veena de un mal mayor. Si le
hubiera pasado esto a ella, que no puede regenerarse… tal vez ahora estaría
muerta. Tal vez no esté a la altura de Púrpura, pero, si puedo estarlo a la de
la mujer a quien amo, estaré orgulloso, incluso si muero.
Antes de perderse en sus
pensamientos, el Taimanin aprovechó que se había doblado hacia atrás para
apoyar las manos en el suelo y completar una voltereta con patada con la que pudo
apartar a su enemigo de él. Acto seguido, trató de inmovilizarlo con el urumi.
¡Pronto entenderás que la distancia
no te salvará de mí!-gritó Púrpura con su tono pretencioso y lleno de
jactancia-Cutting Wave!
(¡Onda cortante!)
El soldado comenzó a lanzar
arañazos al aire, liberando a través de sus uñas unas vistosas y luminosas
ondas energéticas que cortaban y destrozaban todo lo que tocaban. Para Shiena
aquel ataque fue mucho más lento y sencillo de esquivar que los arañazos
directos, pues sólo tenía que doblarse, saltar, agacharse o ladearse conforme
veía las ondas llegar hasta él. Cualquiera de esas ondas lo cortaría por la
mitad, provocándole un dolor atroz que retrasaría la regeneración, causándole
serios problemas.
Ninpô – Mai no Jutsu!-exclamó
Shiena.
(¡Arte ninja de la danza!)
De los pies de Shiena comenzó a
emanar una energía de color verdoso muy potente. El joven comenzó a dar patadas
al aire, liberando ondas de color verde capaces de chocar y disipar las de su
enemigo.
Ganará quien antes acierte al otro con un ataque a distancia.-pensó
Shiena mientras lanzaba elegantes, hermosas y variadas patadas.
El edificio estaba quedando en muy
mal estado. Las ondas de Púrpura eran cortantes y dejaban rajas y roturas muy
peligrosas en las zonas de impacto, mientras que las de Shiena eran de fuerza y
dejaban cráteres, boquetes y destrucción. Estuvieron unos minutos sin mediar
palabra, tratando de vencerse el uno al otro. En un instante de lucidez, el
Taimanin pudo atrapar al soldado por un punto descubierto, acertándole con una
onda que le golpeó y lo lanzó por los aires hasta estamparlo contra la pared.
¡Es el momento!-exclamó
Shiena-Ninpô – Mai no Jutsu! Suzumebachi no Butai!
(¡Arte ninja de la danza! ¡Baile de la Avispa!)
Las piernas de Shiena se cargaron
de energía mientras se lanzaba horizontalmente sobre sí mismo hacia Púrpura en
una patada taladro que le impactó en el abdomen. El golpe giratorio y la
descarga de energía hicieron que el cuerpo del soldado atravesara la pared y
pasara a la sala contigua del edificio, hacia donde el Taimanin saltó,
dispuesto a impedirle que se recuperara.
¡Puedo hacerlo!-pensó, muy motivado-¡Puedo obtener la victoria!
¡SE ACABARON LOS JUEGOS!-chilló el
soldado desde el suelo-¡PREPÁRATE!
Una llamarada de color morado
emanó de la espalda del soldado, embistiendo a Shiena y estampándolo contra el
techo.
¿Qué ha sido eso?-pensó
Shiena mientras caía en picado al suelo buscando una posición estratégica para
aterrizar a la vez que su regeneración le quitaba las quemaduras.
Cuando el Taimanin quiso aterrizar, su enemigo ya se había
levantado y le esperaba con las uñas en vilo.
¡Te patearé el trasero!-lo amenazó.
Púrpura dobló la pierna derecha hacia atrás y la pasó por
encima de su tronco, golpeando a Shiena en el pecho con la punta del pie como
si fuera un escorpión clavando el aguijón de su cola por encima de su cabeza.
¡Una patada del
escorpión!-se sorprendió Shiena-Muy
pocas personas dominamos esa técnica… ¡pero yo soy uno de ellos y no voy a
amedrentarme!
El soldado continuó con sus patadas de escorpión,
convirtiéndolas en una sarta veloz y peligrosa.
Shiena comenzó a esquivarlas todas simulando una danza frenética.
Aquello no le resultaba tan difícil: Púrpura era mucho más rápido con los
brazos que con las piernas y aquel tipo de patada no podía ser tan rápido como
otros por su complejidad y sus exigencias anatómicas. Para poner fin a aquel
juego de persecución, Shiena enroscó el urumi en sus dedos, simulando unas
garras, y lanzó un zarpazo contra Púrpura, acertándole en la mejilla izquierda.
¡MALDITO DESGRACIADO!-Púrpura montó en cólera-¡TE DIJE QUE
EN LA CARA NO! ¡PAGARÁS POR ESTO, GUSANO!
Shiena aprovechó que Púrpura no estaba razonando para lanzar
una patada giratoria y acertarle en el costado con el armazón cortante que
llevaba ceñido al pie, pero el soldado lo sorprendió de nuevo con su ataque de
fuego.
Heat Blade EX!-bramó el militar.
(¡Hoja de calor EX!)
El fuego teñido en gama de violetas impactó frontalmente
contra el Taimanin, atropellándolo y tirándolo al suelo.
Así que ese extraño
fuego era la hoja de calor, la famosa arma de los militares de Estados Unidos.-pensó
Shiena mientras trataba de incorporarse-Recuerdo
a una joven soldado llamada Claudia que nos dio más que un problema con esa
tecnología… pero su fuego era rojo y resplandeciente.
Cuando Shiena hizo por levantarse, se dio cuenta de que no
podía: Púrpura se le había echado encima y le había pegado los brazos al suelo
agarrándole las muñecas con las manos a la vez que le había inmovilizado las
piernas poniéndole las suyas encima.
¿Qué te he dicho antes?-preguntó Púrpura rabioso-¡Te voy a
violar mientras te mato por haber manchado mi hermoso rostro! ¡Voy a
transformarte en algo feo y desagradable, como has intentado hacer conmigo!
¡Llorarás hasta que te dé el golpe de gracia!
¿Que me va a violar?-pensó
Shiena-No sé de qué va este tipo, pero
cada vez es más y más fuerte y me estoy preocupando. Tengo que quitármelo de encima de alguna
manera…
El insistente soldado comenzó a frotar su entrepierna contra
la del Taimanin.
¡Eh, esto no me gusta nada!-exclamó Shiena-¡Déjame!
¡Continuemos el maldito combate!
No me importa que no te guste: tiene que gustarme A
MÍ.-insistió Púrpura-Eres mi presa y hago contigo lo que quiero. ¿Por qué no
reaccionas ahí abajo?
¿Tal vez porque no me gustas?-respondió Shiena
furioso-¡Respeto totalmente que seas gay, pero entiende que yo no lo soy y que
incluso siéndolo no podría gustarme alguien como tú, majadero!
Te voy a tapar esa boquita para que no puedas pronunciar más
insultos contra mi persona.-amenazó Púrpura-¡Vas a tragarte mi polla!
Joder, qué asco, ¡no!-insistió Shiena-¡Quítate de encima o
te prometo que te daré una paliza de la que no podrás recuperarte!
¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!-el soldado se rió-¡Ni tú mismo
puedes creerte tal cosa! ¡Sabes que soy demasiado fuerte para ti!
No sé hasta qué punto
lleva razón y eso me preocupa mucho…-pensó Shiena bastante agobiado.
Al tener al soldado tan cerca, Shiena pudo notar su olor. No
era algo fuera de lo común, ni agradable ni desagradable. Estaba sudando, igual
que él, pero no tenía un olor demasiado fuerte ni agresivo. Lo que le llamó la
atención fue la peculiar nota del aroma de su piel. Le dio a pensar que Púrpura
podía tener tras él una historia compleja.
¿Por qué me hueles con tanta atención?-preguntó Púrpura, que
no se perdía ni una reacción de Shiena-¿Estás empezando a excitarte? Tal vez te
gusten más otras cosas que tengo para ti.
¡Cierra la boca!-respondió el Taimanin.
No podía quitárselo de encima: sus
extremidades estaban inmovilizadas y la única manera que tenía de conseguirlo
era golpeándolo hacia arriba con el abdomen, pero el soldado no se le había
pegado lo suficiente como para estar al alcance de ese hipotético golpe. Con
maña, el militar se desabrochó el pantalón rozándolo contra las correas negras
del uniforme de Shiena para no soltarle las extremidades ni un momento. Acto
seguido, frotó la tela morada que cubría su zona íntima contra las ingles del
ninja para liberar su pene erecto, mostrándolo con una sonrisa de orgullo a la
que él respondió con una mueca de asco. Aquel pene estaba muy bien formado y
parecía hecho a medida. Ni una irregularidad, ni un defecto, ni una marca.
Curvado hacia arriba y sin inclinarse ni un grado hacia la izquierda ni hacia
la derecha. Largo, muy largo, y de anchura intermedia. Sus testículos también
tenían una forma muy perfecta y redonda, y tenían poca caída, quedando bastante
prietos a ambos lados por debajo de su pene. El conjunto era totalmente lampiño
y tenía la piel muy tersa y brillante. Como era de esperar en un
estadounidense, estaba circuncidado, pero la cicatriz prácticamente era
invisible.
No le veo la cicatriz de la circuncisión por ningún lado.-pensó
Shiena-Y parece hecho con tiralíneas. Es…
demasiado… ¿perfecto?
Veo que la miras con
interés.-insistió Púrpura-¿De verdad no te gusta? Vas a degustarla ahora mismo…
Supongo que el cirujano que te
quitó la mejor parte de tu aparato reproductor lo hizo muy bien.-respondió el
Taimanin con sarcasmo-La cicatriz está muy disimulada. ¿O es que no hay tal
cosa?
¿Qué importa eso?-preguntó
Púrpura-En Estados Unidos nos mandan a operar nuestros padres cuando somos
pequeños. Lo importante es que te vas a tragar esta polla enorme hasta que te
ahogues.
Me resulta curioso.-insistió
Shiena-En Japón nos parece una barbarie inhumana lo que os hacéis, pero es que
te ha quedado tan discreto y disimulado que cualquiera diría que naciste sin
prepucio.
¿Qué está buscando con esa clase de comentarios?-Púrpura se sentía
algo inquieto-¿Acaso lo está intuyendo?
Para no gustarte los rabos, estás
analizando el mío al detalle.-el soldado intentó cambiar la vertiente de la
conversación.
Pues…-Shiena se sonrió-…para estar
empeñado en que tiene que gustarme el tuyo, te gusta muy poco que le preste
atención. ¿Tienes algo que ocultar, Púrpura?
¡Ya te lo he enseñado todo!-le
espetó Púrpura-¡Seguro que estás muerto de miedo pensando lo que puede hacer
una cosa tan grande dentro de tu ojete!
Shiena empezó a reírse. Aquel
orgullo exagerado de Púrpura por el tamaño de su pene lo estaba relajando y
quitándole el miedo. Además, creía haber descubierto la debilidad del soldado.
Digamos que no has visto la mía y
creo que tu orgullo no querría hacerlo.-respondió el Taimanin-En el clan
Sonozaki no son los músculos lo único que tenemos grande. Nuestra genética es
maravillosa. Ah, e incluso si la tuvieras más grande que yo, no podrías
asustarme. No después de haberme bañado tantas veces con mi primo Rito. Eso sí
que da miedo. Aunque lo que realmente da miedo de todo esto es que hayas nacido
sin prepucio. Esa cicatriz tan bien disimulada me resulta curiosa.
¡Déjalo ya!-insistió Púrpura-¡Voy
a follarte la boca!
El soldado pegó su cuerpo al del
Taimanin y se deslizó sobre él sin soltarlo, tratando de introducirle el pene
en la boca. Por fin llegó el momento que Shiena esperaba: aprovechando su tono
muscular, golpeó hacia arriba con el abdomen y se libró del soldado con un
golpe seco, pudiendo apartarse de él, y ponerse de pie. A Púrpura se le cayó un
trozo de papel de un bolsillo por la fuerza del golpe. Parecía una foto.
¡NO!-chilló el soldado.
¿Qué es eso?-preguntó Shiena con
curiosidad mientras agarraba fugazmente el papel del suelo con su gran
velocidad.
¡Devuélveme esa fotografía!-gruñó
el soldado mientras se lanzaba hacia el Taimanin dispuesto a clavar sus garras
en él.
Shiena miró detenidamente la
fotografía. Se trataba de una mujer. Era muy alta, delgada y de piel pálida y
brillante. Tenía unos pechos muy grandes, una larguísima melena de color
violeta intermedio recogida en dos coletas hechas tirabuzones gigantes y con coleteros con púas y flores. Sus ojos
eran de color violeta perlado y tenían un aspecto vidrioso y brillante. Sin
duda era bella. Iba ataviada con un vestido muy exótico de color morado. Las
mangas, ajustadas al principio, se abombaban al llegar a los codos, igual que
la parte de abajo, que pasaba de una forma de tubo a una ancha forma de falda
que caía como una flor gacha. En los hombros y espalda llevaba una especie de
chal de un color violeta brillante muy claro con flecos y bordados de flores.
Entre sus manos sujetaba un ramo de flores y una cinta muy larga con los
colores y el escudo de la bandera de España. El Taimanin, que era aficionado a
la danza y a las artes, rápidamente identificó el conjunto, y la bandera
española le dio la pista definitiva: aquel vestido era de flamenca, el chal era
una toquilla típica española y los coleteros eran unas peinetas. Conocía el
estilo y arte del flamenco, originario e identificativo de España, un país muy
lejano al suyo: aunque no lo practicaba ni conocía a nadie que lo hiciera, lo
había visto en libros y material digital.
¡Qué guapa!-se sorprendió
Shiena-¿Es familia tuya? ¿La señorita Delgado?
¡No te importa!-bramó Púrpura.
Bueno, yo no hablo español, pero
sé que tu nombre y tu apellido son palabras españolas, que tú tienes sangre
española y que esta mujer se parece a ti. Además, lleva la bandera y un traje
típico.-respondió Shiena-Es normal que tenga curiosidad.
La madre que te parió…-siseó Púrpura en español.
¡No te entiendo!-Shiena fingió
infantilidad sabiendo que eso desequilibraría a su enemigo, si bien era cierto
que no entendía ni una palabra-¿No vas a explicarme quién es esta chica tan
guapa y tan flamenca?
¡He dicho que no es asunto
tuyo!-insistió el soldado-¡Dame esa foto!
Estás enfadado porque eres tú,
¿verdad?-le espetó Shiena súbitamente.
El soldado volvió a guardar su
pene en su ropa y su semblante se tiñó de seriedad. Activó entonces su hoja de
calor y comenzó a soltar llamas por todas partes.
¡Arde!-gritó.
¡Tranquilízate!-chilló el
Taimanin-¡No es asunto nuestro que seas transexual, pero no tienes que
enfadarte por ello! Al fin y al cabo, eres quien quieres ser ahora, ¿no? ¿Qué
más da el pasado?
¡ME INCORDIA QUE LA GENTE LO
SEPA!-chilló Púrpura como si hubiera perdido el juicio-¡SIEMPRE ODIÉ SER MUJER!
¡ODIO A LAS MUJERES! ¡NINGUNA ME HA HECHO NADA BUENO JAMÁS! ¡SER UN HOMBRE FUE
MI SUEÑO TODA LA VIDA Y, CUANDO ESTADOS UNIDOS ME PERMITIÓ CAMBIAR DE SEXO A
CAMBIO DE DEDICAR MIS CONOCIMIENTOS Y HABILIDADES MILITARES PARA ELLOS, SE ME
ABRIERON LOS CIELOS!
¡Estás chalado!-bramó
Shiena-Entiendo que no quisieras ser mujer y respeto tu decisión, pero no es
cierto que ninguna te haya dado nada bueno: ¡una te dio la vida!
¡ODIO A MI MADRE!-chilló Púrpura-¡LA
MATÉ! ¡COMO HARÉ CON TU AMADA Y CONTIGO! ¡NO MERECES VIVIR AHORA QUE SABES MI
SECRETO! ¡ODIO QUE LA GENTE SEPA QUE FUI UNA MALDITA
MUJEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER!
Púrpura siguió lanzando fuego,
acertando en la mano de Shiena en uno de sus disparos, quemando la foto hasta
hacerla cenizas.
Por eso estaba tan
atento.-insistió Shiena-Me sorprendió que no tuvieras el olor de un hombre, y
también que no tuvieras cicatriz. Como en Estados Unidos casi nadie tiene
prepucio, pediste que te construyeran el pene sin él y por eso no tienes
cicatriz, ¿verdad?
¿QUÉ IMPORTA ESA MIERDA?-chilló
Púrpura mientras envolvía a Shiena en una columna de llamas moradas-¡Voy a
matarte! ¡Juro que voy a matarte! ¡Nunca antes me habían humillado tanto en
toda mi carrera militar! ¿Cómo te atreves a decir que no huelo como un hombre?
¡Soy un hombre!
¡PERO UN HOMBRE LOCO Y
DESALMADO!-bramó Shiena mientras repelía las llamas con la luz de su
regeneración-Que sepas que tienes más lugar del que crees. No vamos a juzgarte
por tus decisiones. ¡Te enfrento porque eres mi enemigo, no por lo que fueras o
lo que quieras ser!
¿Tú qué sabes de eso?-preguntó el
soldado mientras lanzaba llamas y las combinaba con sus ondas cortantes-¡No
tienes ni idea!
Es cierto: no lo sé.-respondió
Shiena-Siempre me he sentido un hombre, siempre he estado de acuerdo con el
cuerpo con el que nací y no quiero cambiarlo. Tampoco he conocido a nadie que
haya querido cambiarlo o lo haya cambiado… hasta ahora. Pero hay mucha gente
que ve más allá de todos esos detalles y se queda con las personas. La vida te
habrá tratado mal, pero has decidido responder con más maltrato y te has
consumido en tu propio odio. ¿No te has dado cuenta de que estás loco, loco de
atar?
¿Me llamas loco por no haber
querido vivir como mujer?-gritó Púrpura mientras continuaba con su
ataque-¡Insensible!
Tres ondas cortantes golpearon a
Shiena, haciendo que su sangre saliera a chorros para terminar siendo quemado
por una enorme explosión de fuego.
Muerto.-se dijo Púrpura mientras se
preparaba para trocear el cadáver.
Te llamo loco…-dijo Shiena
mientras se regeneraba-…porque crees que las mujeres son todas malvadas y
porque sólo quieres herir y matar a todo el mundo. ¡Me parece estupendo que no
hayas querido ser mujer y que lo hayas cambiado si era lo que querías! ¡No estás
razonando! Aunque… ¿qué se puede esperar de un loco?
¡TE MATARÉ!-chilló Púrpura.
El soldado dejó de lanzar ataques
a distancia y se dispuso a propinar arañazos y patadas contra Shiena, quien se
defendió con el urumi y sus propias patadas, iniciando de nuevo un forcejeo.
Así no voy a poder hacer nada…-pensó Shiena-… tengo que llevármelo a mi territorio. Si no aprovecho su
inestabilidad mental, no podré vencerlo. Lo siento, Púrpura… sé que no es justo
para ti, pero… ¡Veena me espera! O TÚ, O YO.
¡Ya no puedes doblegarme!-se burló
el Taimanin-¡Te has desquiciado tanto que tus golpes han perdido efectividad!
Aquello era mentira: el enfado de
Púrpura lo había vuelto más peligroso, pero las palabras de Shiena le estaban
afectando más que nunca.
¿Sí?-se sorprendió el
militar-¡Pues prepárate! ¡MORIRÁS DE LA MANERA MÁS HERMOSA Y MACABRA POSIBLE!
¡SOY EL SOLDADO MÁS GUAPO DEL MUNDO!
El asesino se arrancó la ropa,
revelando el traje que llevaba debajo: un maillot de ballet de color violeta
intermedio, unas medias semitransparentes de color violeta claro, unos botines de
color violeta metalizado y unos brazaletes de tela elástica a juego con las
medias. Como si se hubiera accionado por un resorte, del maillot comenzó a
desplegarse un enorme tutú de color violeta blanquecino de aspecto solemne y
amenazador. Sus uñas brillaban más que nunca.
¡Antes de asesino fui campeón de
ballet y patinaje sobre hielo!-dijo Púrpura-¡Te voy a enseñar el arte de un
asesinato hermoso y eficiente!
¡Por fin hablamos en el mismo
idioma: en el de la guerra!-se alegró Shiena-¡Yo además de Taimanin soy experto
en baile moderno y en gimnasia rítmica! ¡Veamos quién se mueve mejor!
Púrpura se puso de puntillas hasta
apoyarse sobre las punteras de los botines, como si fuera a hacer unos pasos de
danza clásica. Acto seguido, comenzó a bailar grácilmente y a girar sobre sí
mismo de manera frenética, combinando sus piruetas con patadas y arañazos,
liberando ondas cortantes a su paso. Shiena poco pudo hacer para defenderse de
aquello, resultando atropellado en el primer intento y cayendo al suelo.
¡Es hora de la patada
final!-exclamó amenazadoramente el soldado levantando la pierna izquierda y
dispuesto a estampar el talón en el cráneo de su enemigo.
Shiena se incorporó, apoyó las
manos en el suelo y lanzó una coz hacia arriba, propulsando a Púrpura lejos de
él. Hecho aquello, se levantó y desplegó su urumi, golpeando a su contendiente
y causándole algunos cortes. Aprovechó el momento de desconcentración de su
enemigo por el escozor de los cortes para acercarse a él y lanzarlo por los
aires con una llave tras la cual lo interceptó con una patada voladora. En
medio del aire, como si volaran, Púrpura se defendió lanzando una cadena de
patadas y arañazos y, acto seguido,
pulsó unos botones ocultos en sus botines, haciendo que desplegaran unas
cuchillas de patinaje sobre hielo. La última patada que lanzó fue cortante y le
acertó a Shiena en un pectoral, haciéndolo caer dolorosamente.
¡No eres rival para mi técnica ni
para mi belleza!-bramó el soldado asesino.
Cuando hubo terminado de
regenerarse, Shiena lanzó un puñado de cuchillos kunai contra Púrpura para
mantenerlo ocupado repeliéndolos. Aprovechó ese instante para lanzarse a ras de
suelo, agarrarle las piernas y tirarlo al suelo, posición en la cual volvió a
rodear sus dedos con el urumi para hundírselo en el pecho. Su ataque fracasó,
pues el tutú de Púrpura comenzó a dar empujones con un mecanismo especial y lo
lanzó por los aires. Acto seguido, el asesino comenzó a girar sobre sí mismo,
activando la hoja de calor que llevaba en el tutú y liberando una mortal rueda
de fuego que se enroscó en Shiena, inmovilizándolo y quemándolo.
¡Di tus últimas palabras!-gritó
Púrpura.
Se acercó hasta su enemigo
deslizándose. Patinaba cortando el suelo. Cada corte que hacía se convertía en
una fuente de calor de la que emanaban llamas moradas. Cuando llegó hasta
Shiena, lo lanzó por los aires con una patada alta y esperó a que cayera por la
gravedad mientras describía líneas caóticas con sus patines, convirtiendo toda
la estancia en pilares de fuego. Pensó que si quemaba vivo a Shiena no podría
dejarle que se regenerase. El Taimanin entendió la intención de su enemigo y
bajó cargando sus piernas con energía, disipando las llamas a su alrededor y
aterrizando de manera segura. Púrpura
podría salirle por detrás de cualquier columna de fuego: aquello no sólo era
mortalmente peligroso, sino que también restaba visibilidad. En un intento de
finalizar el combate, el soldado saltó por encima de un pilar de fuego y cayó
hacia Shiena con una coz aérea con las piernas juntas, pero éste lo repelió
dándole un fuerte puñetazo con el que logró tirarlo de cabeza a las llamas.
¡Cómo ha volado!-se sorprendió Shiena-¡Es muy ligero! Antes no lo
era tanto…
Sin darle tiempo a su enemigo
continuar, el soldado salió de entre las llamas, furioso y enloquecido.
¿Y SI LLEGAS A QUEMARME LA
CARA?-bramó Púrpura-¡VOY A PONERLE FIN A ESTO CON UN GRAN REMOLINO DE BELLEZA Y
MUERTE!
Púrpura giró sobre sí mismo
mientras daba rienda suelta a la hoja de calor de su tutú, creando un enorme y
brillante tornado de fuego violeta a su alrededor con el que avanzó hasta
Shiena y lo arrolló.
¡AAAAAAAAAAAAAARGHHHHHHHH!-el
Taimanin se perdía entre las llamas y sentía que su regeneración lo abandonaba.
¡TE QUEMARÉ VIVO!-chilló
Púrpura-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!
Lo sabía.-dijo Shiena-Púrpura
era demasiado para mí. He llegado muy lejos, pero no ha sido suficiente. Lo
siento por todos. Veena, espero que estés sana y salva y que logres ser feliz
durante el resto de tu vida.
¡NO!-gritó el soldado muy
sorprendido.
La hoja de calor había fallado por
sobreuso y el tornado se había debilitado. Shiena pudo salir de las fauces de
aquellas voraces llamas y regenerarse mientras veía que el fuego de su enemigo
se volvía contra él.
¡MIERDA!-chillaba-¡NO PUEDO APAGAR
ESTA COSA! ¡NO ME RESPONDE!
El soldado se estaba quemando
vivo. Shiena no hizo nada: era su oportunidad para ganar el combate. Si la hoja
de calor derribaba a su dueño, su misión habría terminado.
¡NO PUEDO TENER ESTE FINAL TAN
RIDÍCULO!-gritó el soldado mientras destrozaba el tutú con sus uñas.
Las llamas disminuyeron en
cantidad y área, pero las pocas que quedaron se hicieron más fuertes y
salvajes.
¿Y si termino de romper todo su armamento tecnológico y pongo fin al
combate?-pensó Shiena-¡Un Taimanin
tiene que ser valiente y proactivo! ¡Incluso si gano viéndolo arder lo habré
hecho mal!
Ninpô – Mai no Jutsu! Utsukushii Odori!-exclamó
Shiena.
(¡Arte ninja de la danza! ¡Baile de hermosura!)
Con las piernas cargadas de
energía de color verde blanquecino, Shiena giró elegantemente sobre sí mismo,
dando una patada al final de cada vuelta, creando un remolino de espirales
energéticas que el Taimanin alimentó combinando sellos ninja con pasos de Break Dance, atrapando al soldado hasta
generar una explosión. Finalizó el ataque con una patada voladora cargada de
energía, como una flecha explosiva. Púrpura fue estampado contra la pared y sus
hojas de calor terminaron de volverse locas, estallando en pedazos y envolviéndolo
todo en fuego. Cuando el humo se hubo disipado mínimamente, el Taimanin observó
a su enemigo: su ropa estaba casi totalmente consumida y su cuerpo lleno de
quemaduras, pero se estaba masturbando con la mano derecha.
Nunca había visto una forma tan
hermosa de acabar un combate.-dijo Púrpura-Un bonito regalo antes de mi
ridícula muerte. Traicionado por mis propias armas y vapuleado por un debilucho
novato… ¡al menos me haré una última paja antes de irme al otro barrio!
Shiena apartó la mirada. Aquello
le parecía desagradable. Púrpura continuó masturbándose afanosamente mientras
su cuerpo ardía y se consumía. No sentía dolor por las llamas. Sólo sentía
placer en su pene y nada más. Sus sentidos lo abandonaban, su juicio se estaba
apagando y su vida estaba terminando, pero quería acabar todo con un orgasmo.
Continuó masturbándose durante unos minutos, iluminado por el hermoso y
peligroso fuego violeta de sus armas. Sólo sentía el placer. Nada le importaba
ya.
Al menos has peleado bien y no has
manchado el nombre que tienes.-susurró Shiena-Me habría dolido mucho que
hubiera sido diferente viniendo de alguien que se llama como alguien de mi
familia.
El soldado no le hizo caso. Sólo
se masturbaba. Su cara, desfigurada por el éxtasis y el placer, daba a entender
que no le importaban ni el dolor ni la muerte. Probablemente ya ni oía ni
entendía nada.
Murasaki.-continuó Shiena, todavía
de espaldas a su enemigo-¿No es ése el significado de tu nombre en español? En
fin, supongo que ya da igual. He protegido a Veena y eso es todo lo que importa…
¿no?
¡Me corro!-chilló Púrpura, rompiendo
el silencio que el Taimanin había generado tras su última frase-¡Ya puedo
morir! ¡A LA MIERDA TODO! ¡QUÉ ASCO DE MUNDO!
El soldado expulsó una gran
cantidad de semen. Se manchó todo el cuerpo, incluido el rostro, por el que tanto
aprecio sentía. Justo cuando su pene tiñó su herida y magullada cara de blanco,
las hojas de calor terminaron por explotar, derrumbando el edificio y, con él,
a aquel asesino. Para Shiena no fue demasiado difícil salir de allí antes del
momento clave, por lo que se vio en la calle, de pie e intacto, pero no muy
contento: había muerto un humano en un combate contra él, cosa que los Taimanin
no querían, y casi lo matan a él mismo. Entendió que le faltaban muchísimas
habilidades de todo tipo, pero se aferró a la idea de que había salvado a la
mujer a la que amaba para no venirse abajo después de aquella experiencia tan
sobrecogedora y macabra. Miró hacia el cielo. Creyó ver a dos mujeres
intercambiando golpes en la azotea de un edificio. Decidió acercarse, pues
seguramente una de ellas sería alguna de sus compañeras y amigas. Además, por
el camino tendría que pasar por el lugar en el que se separó de Veena…
No hay comentarios:
Publicar un comentario