miércoles, 8 de abril de 2015

[TY] Episodio 44: Unidad de Tentáculos Electrónicos

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 44: Unidad de Tentáculos Electrónicos

James, Leon, Grant, Émile y Christian se encontraban sentados en un banco. Habían sido rescatados con urgencia y les habían curado las heridas. Aún se encontraban muy mal, pero ya no corrían peligro de muerte. El lujo y la comodidad del hotel Rakuen habían terminado, y ahora se encontraban en una modesta nave abandonada de un polígono industrial de la que el ejército norteamericano se había adueñado para usarla como base de operaciones provisional. El banco en el que se encontraban se hallaba justo al salir de la nave, pues los cinco jóvenes soldados necesitaban tomar un poco de aire fresco después de aquella acalorada pelea. Ya era de noche: habían pasado todo el día recibiendo tratamientos de urgencia y siendo atendidos por médicos contratados expresamente para aquel día.

Del lugar no tardó en salir una mujer que se acercó a hablar con los chicos. Medía dos metros exactos, y su estatura era sólo una de sus imponentes bazas corporales: tenía un cuerpo muy marcado, atlético y robusto, con extremidades anchas y largas, hombros desarrollados, cadera prominente, cintura marcada y pechos muy grandes. Su cabello, rubio y largo, iba recogido en un apretado moño a excepción de dos mechones que caían a ambos lados de su cabeza. Sus ojos eran de un color marrón intenso y vivo con un deje rojizo. Llevaba unas gafas de montura fina rectangular. Vestía una camisa blanca de manga larga con puños abombados, un lazo rojo muy ostentoso pasado por las solapas del cuello de la camisa, una larga y vaporosa falda de color naranja y unas botas negras con refuerzos metálicos y tacón de aguja. Bajo su falda podían adivinarse unos leggings de camuflaje verde y marrón. Asía una regla bastante larga en una de las manos.

Los cinco chicos se levantaron, se irguieron e hicieron el saludo militar. La mujer, que parecía tener bastantes más años que ellos, se puso firme y les devolvió el saludo. Al parecer, se trataba de una soldado.

Como sabéis, soy la teniente Margaret Johnson.-se presentó la mujer-Nuestro pelotón se alegra de que estén fuera de peligro, soldados.

Mil gracias, señora.-respondió James-Soy el líder de este grupo, el soldado James Silver…quien le llamó por teléfono.

Descansen, soldados.-dijo la mujer relajando su postura-Hiciste bien, muchacho…podríais haber muerto si no hubieras hecho esa llamada. Si Layl…la sargento Phoenix está desaparecida, será cuestión de buscarla. Por supuesto, contamos con mis hombres, quienes son compañeros vuestros de equipo. Son un grupo reducido de soldados más veteranos que vosotros y que tienen roles militares importantes. ¡ES HORA DE PRESENTARSE!

De la nave salieron cuatro hombres. Llevaban las mismas chaquetas que los otros cinco y también vestían pantalones y botas de combate. Eran un grupo muy heterogéneo y parecían muy fuertes. Ninguno tendría menos de veinticinco años.

¡FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIRMES!-les ordenó Margaret.

Los cuatro soldados se irguieron.

¡Os presentaréis al resto de soldados que están presentes!-mandó la mujer-¡Saludad cuando seáis nombrados!  ¡Artillero Gordon Powers!

El más alto de aquellos hombres se adelantó. Su chaqueta era de color verde botella ennegrecido. Llevaba pantalones de combate de color gris claro con muchos bolsillos y unas toscas botas de asalto negras con revestimientos metálicos de color verde fluorescente. Su cabello era negro y lacio, bastante largo y tupido, y lo llevaba recogido en una cola de caballo baja bastante frondosa. Peinaba su flequillo a medio lado, y tenía un mechón teñido de un brillante e intenso color verde eléctrico. No sólo era alto, sino que, además, su complexión era infranqueable: ancho, robusto y muy musculoso, apreciable incluso con tanta ropa. Sus ojos eran de color gris. Efectuó el saludo militar y, tras serle devuelto por la mujer, se apartó de nuevo.

¡Torturador y verdugo Andrei Kagami-Volkov!-nombró Margaret.

Aquel joven de aspecto extravagante superaba por muy poco la estatura de la estricta mujer. Estaba muy delgado y sus extremidades eran severamente largas. Parecía reacio a mantenerse erguido y siempre se movía encorvando su cuerpo ligeramente. Su chaqueta era negra, y llevaba unos pantalones rectos estilo cargo también negros. Sus pies iban recubiertos por unas enormes botas blancas. Su cabello era negro, fino y ralo, casi lacio, y lo llevaba recogido en una coleta alta salvo dos mechones que decoraban ambos lados de su cabeza. Lo que más llamaba la atención de él era el color de su piel, que era gris, así como sus ojos, cuyos globos oculares eran negros y sus iris y pupilas eran rojos. Tras saludar y esperar a que Margaret le devolviese el saludo, volvió a replegarse.

¡Técnico de asesinatos Púrpura Delgado!-nombró la mujer.

Se trataba del segundo más alto de aquel grupo. Su complexión era muy delgada y atlética. Su chaqueta era de color violeta claro, y sus pantalones eran  de color rosa, ajustados y elásticos, muy parecidos a unos leggings. Calzaba unas botas metálicas de caña alta de color violeta perlado con algunos entresijos plateados. Su cabello era de color violeta intermedio, lacio y largo hasta la altura de los rodillas, y sus ojos eran grandes, muy vidriosos y de color violeta perlado. Su piel pálida resonaba con el brillo de la Luna. Mientras saludaba, dejó ver en su rostro una expresión llena de peligrosidad, con un aire muy amenazador. Tras serle devuelto el saludo, se retiró.

¡Técnico de inteligencia y espía Yellow Peacock!-anunció la teniente.

Aquel hombre era el menos alto de los cuatro y se hacía llamar por un nombre en clave. Era delgado y de complexión atlética. Su chaqueta era de color amarillo muy saturado, y en las piernas llevaba unos pantalones estilo legging de color ambarino. Sus pies estaban cubiertos por unas botas altas metálicas con chapas negras, plateadas y ambarinas. Su piel era muy pálida, y su cabello era negro como el carbón, recogido en una larga y fina coleta baja. Su rostro estaba tapado por un antifaz amarillo con forma de pavo real, imitando el plumaje de la cola de un macho encima de los ojos, tapando la frente y los laterales de la cabeza. Saludó y, cuando Margaret le devolvió el saludo, se retiró.

Éstos son los hombres que dirijo.-dijo Margaret girándose hacia James y los suyos-Como veis, sus roles son distintos a los vuestros y, por tanto, os podréis complementar.

Volvió a girarse a sus cuatro subordinados.

¡Hombres!-exclamó-¡Vuestra misión… NUESTRA misión es permitir que los hombres de Phoenix se recuperen y se integren, así como cooperar con ellos en la búsqueda y el rescate de la sargento en caso de que se encuentre en condiciones adversas!

¡SEÑORA, SÍ, SEÑORA!-exclamaron los cuatro a coro mientras saludaban.

¡Descansen, hombres!-mandó Margaret después de devolverles el saludo.

. . .

Nioiko estaba en su habitación. Había varias perchas colgadas de un perchero que estaba fijado a la pared. Una de ellas tenía su traje gris de mayordomo, otra su malla rosa de enfundar armaduras de combate y otras tenían algunos disfraces para infiltraciones.

El plan está saliendo a las mil maravillas…-dijo en voz alta mientras se miraba en el espejo que tenía en la puerta del armario.

Agarró la percha que contenía la malla rosa. Se la puso con presteza después de ajustarse la ropa interior. Con el cuerpo totalmente cubierto, Nioiko ya se sentía más que dispuesto a ponerse una de las armaduras Fuuma.

Es hora de beneficiarme de los frutos de mi esfuerzo.-dijo Nioiko agarrando un teléfono móvil-Mis estrategias harán que mi plan salga a las mil maravillas.

Marcó un número. En cuanto le contestaron, habló.

Llevad la ETU al punto estratégico.-pidió-Voy a infiltrarme.

Tras colgar, pulsó una combinación de botones en un panel numérico que tenía en la pared. Un trozo de ésta se retiró, revelando un hueco en el que había una brillante y peligrosamente armada unidad de equipo individual Fuuma. Miró fijamente aquel pesado equipo. Unos rayos azules muy finos y débiles salieron de sus ojos. La armadura desapareció de allí. Acto seguido, colocó el trozo de pared en su sitio y agarró un espejo de mano que tenía en su escritorio. Se miró la cara.

No estoy mal.-se sonrió el chico.

Miró fijamente al espejo y le lanzó los mismos rayos oculares que a la armadura. Rebotaron en el espejo e hicieron que el chico desapareciera de allí.

. . .

Con un chasquido casi silencioso, Nioiko apareció en un almacén lleno de robots desguazados. Parecía que los Mazoku habían agarrado algunas muestras después de haber peleado en el hotel Rakuen, hecho del que ya estaba más que informado. Entre los escombros había una flamante armadura de color rosa violáceo de los Fuuma.

Ha llegado sana y salva…-el joven se sonrió de nuevo.

Antes de enfundarse la armadura, se guardó el espejo de mano, pues aún lo tenía agarrado. Tras equiparse completamente, se puso el casco, haciéndose irreconocible. Abrió la puerta del almacén de una patada y comenzó a surcar los pasillos de aquel edificio en busca de objetivos.

No puedo creerme que esté en los cuarteles generales de los Neo-Nómadas…-pensó Nioiko-…todo se acabará si atrapamos a Tigres. ¡Seguro que está por aquí!

Pasó cerca de lo que parecían unas puertas de seguridad. Distinguió a la doctora Kuritöö entre varios mercenarios Mazoku de rango raso. Decidió esconderse detrás de una columna para enterarse de lo que sucedía.

¿Para qué se me requiere?-preguntó la mujer.

Piden acceso y dicen que van de su parte.-dijo una mercenaria.

Activad las cámaras.-ordenó Kuritöö.

Una imagen se mostró en una de las pantallas más cercanas. Era Layla Phoenix.

¡Layla Phoenix!-exclamó Kuritöö-¡Abridle las puertas!

Sin rechistar, los mercenarios dejaron que la militar pasase. Al parecer, Layla y Kuritöö se conocían y tenían un trato favorable. Una vez se hubieron encontrado frente a frente, se sonrieron.

¡Doctora Kuritöö!-exclamó Layla con cordialidad-¿Cómo ha podido ser? ¡Tanto tiempo trabajando en el mismo país y no nos habíamos visto en persona hasta nunca! ¡Dichosos los ojos!

¡Sargento Phoenix!-Kuritöö también parecía contenta con el encuentro-¡Qué alegría verte de nuevo! Adelante, entra. ¿Qué te trae por aquí?

Nioiko pensó que si se tuteaban estaba claro que podían haber estado tramando algo codo con codo durante más tiempo del imaginable.

Esos asquerosos hombres de armaduras rosas me han impedido volver con los críos.-dijo malhumorada la sargento-No he tenido otra opción que la de replegarme hasta aquí. Necesito un favor…que me mandéis de vuelta al hotel Rakuen.

¡El hotel Rakuen ya no existe!-pensó Nioiko-¡La peregrinación a la que hemos obligado a esta mujer favorece su desinformación!

Por supuesto.-respondió la científica-Acompáñame a una sala de espera y déjame que consulte cómo podemos hacerlo de la mejor manera posible…

Nioiko las siguió con extremo sigilo. Una vez entraron en la sala de espera, la científica demoníaca se despidió y se fue. Era el momento para atacar a una de las dos. El comunicador del joven Fuuma comenzó a sonar: le comunicaron que los hombres ya estaban listos para entrar en combate. Decidieron, pues, ir a por Layla, quien estaría cansada de moverse.

Irrumpieron en la sala sin miramientos. Nioiko fue el que movió la puerta, pero sus subordinados no tardaron en colarse con sigilo. Layla se levantó y se puso en guardia.

¿Vosotros otra vez?-preguntó la sargento-¿Qué hacéis aquí?

Layla Phoenix…-dijo Nioiko-…eres uno de nuestros objetivos prioritarios.

¡Hemos desactivado los sistemas de seguridad que protegen esta sala!-informó uno de los hombres-¡No vendrán refuerzos Mazoku!

¡Ni falta que hacen!-bramó la mujer.

Agarró dos cuchillos que llevaba ocultos en su chaqueta y los lanzó con patadas hacia dos hombres, haciéndolos caer al suelo.

¡Disparad!-ordenó Nioiko.

Aquella sala se convirtió en el escenario de un tiroteo. Layla rodó y se escondió detrás del enorme sofá para evitar las balas.

¡Malditos pesados!-exclamó mientras lanzaba cuchillos a ciegas a base de puntapiés-¡Acabaré con vosotros!

Algunos hombres fueron presa de los cuchillos, pero no todos. Se dio la suficiente holgura para los Fuuma como para volar el sofá por los aires y obligar a Layla a salir.

¡Voy a mataros!-los amenazó.

La fiera mujer comenzó a acortar distancias con los Fuuma, cuya principal baza era el combate a distancia. A base de fuertes patadas, fue noqueándolos, evitando que dispararan más. Entre el forcejeo, Nioiko se fijó en que sus compañeros habían dejado una enorme caja encima del trozo transparente de techo que tenía esa sala.

¿Qué miras?-le preguntó Layla mientras le daba una patada frontal en el pecho-Eres el cabecilla de todo esto, ¿no es así?

No me corresponde hablar de eso.-respondió Nioiko-Hemos venido a llevarte con nosotros. Ríndete.

¡Jamás!-exclamó la sargento-KICK AND KNIFE!
(¡Patear y apuñalar!)

Layla saltó y comenzó a hacer que los cuchillos llovieran sobre los Fuuma. Al ver que podría quedarse solo, Nioiko sacó un mando a distancia y pulsó el botón rojo de activación.

¡Activando ETU!-exclamó Nioiki.

¿¡ETU!?-bramó Layla-Así que… ¡aquí estaba!

ETU – Electronic Tentacles Unit (Unidad de Tentáculos Electrónicos) – Elizabeth, -apeló Nioiko- ¡ATACA!

El tanque que había visto Nioiko antes se abrió. De su interior salió una figura antropomorfa que penetró por el trozo de vidrio del techo, cayendo pesadamente en cuclillas frente a Layla. Cuando se incorporó, dejó ver que se trataba de una mujer bastante alta. Su cuerpo era poco femenino a excepción de sus anchas caderas y sus grandes pechos. Era tosca, robusta y compacta, concentrando gran cantidad de masa corporal en una figura delgada. Iba ataviada con una malla de cuerpo entero de camuflaje verde y marrón, con una placa pectoral y abdominal de color negro, unas hombreras a juego y unas botas altas negras flexibles con cordones. A juego con las botas llevaba unos guantes ceñidos y elásticos, también negros. De su espalda pendía un enorme armazón metálico lleno de orificios grandes. Su cabello era largo y de color ocre, y sus ojos eran de un color verde brillante bastante poco natural.

¡Elizabeth!-exclamó Layla-¡Por fin te encuentro! ¡Me vienes genial para reagruparnos!

La recién llegada lanzó un corto y fugaz puñetazo contra el estómago de la sargento.

¡UGH!-boqueó Layla-¿Por qué te insubordinas?

La ETU Elizabeth ya no es tu herramienta…-dijo Nioiko-…sino la nuestra.

¿La habéis reprogramado?-preguntó Layla enfurecida-¡Hijos de puta!

Y, según tengo entendido, es demasiado dura como para que una persona pueda hacer mella en su cuerpo.-dijo Nioiko-Veamos cómo te las apañas para no sucumbir ante nuestro poder…

Layla estaba en un apuro. Aquella recién llegada no era una mujer, sino un robot militar con forma de mujer. Su construcción estaba muy orientada a la guerra, y poseía armas muy potentes así como un cuerpo impenetrable de gran defensa. Las armaduras de los Fuuma eran de papel en comparación con la dura coraza de Elizabeth.

Es fácil…-respondió la sargento-… ¡pasaré de ella y acabaré contigo!

Layla esquivó el segundo ataque de Elizabeth y se lanzó a por Nioiko, aunque no sabía que se trataba de él. Dirigió una feroz patada giratoria contra su cabeza, pero fue restringida desde su espalda: del armazón trasero de Elizabeth salieron unos tubos metálicos muy largos, flexibles y pesados que se asemejaban a los tentáculos de los demonios. Estos tentáculos artificiales atraparon a Layla por las cuatro extremidades, impidiéndole seguir luchando, aunque la patada llegó a su objetivo y le saltó el casco antes de aquella atadura.

Nioiko quedó con la cara descubierta ante la sargento. Se miraron mutuamente.

¡NIOIKO FUUMA!-bramó la sargento-¡ASÍ QUE HAS SIDO TÚ TODO ESTE TIEMPO! ¡ME LA HAS JUGADO! ¡TRAIDOR! ¡SINVERGÜENZA!

Era necesario para la consecución de mis planes.-dijo el mayordomo de los Fuuma-No es nada personal…

¡Vete al infierno!-bramó la mujer militar-¡Acabaré contigo! ¡Suéltame, Elizabeth!

Elizabeth no hablaba, pero cumplía las órdenes de los Fuuma a rajatabla.

¡He dicho que me sueltes!-reiteró la soldado.

Negativo.-respondió Elizabeth con una voz algo artificial-Mi misión es atraparte.

¿Olvidas quién soy?-preguntó la mujer.

Negativo.-insistió Elizabeth.

Y, aun así, ¿te muestras así ante mí?-Layla no daba crédito.

Afirmativo.-corroboró Elizabeth.

Nioiko sonrió con satisfacción.

Mi plan ha sido brillante.-pensó-Ha sido muy sencillo: me hice pasar por aliado del ejército para venderles a los Taimanin. Con la pelea entre los Taimanin y Estados Unidos asegurada, queda garantizado el cansancio de ambos bandos. Si, en un segundo paso, se obliga a corregir la trayectoria de retirada a los soldados estadounidenses, es obvio pensar que se moverán a territorio Mazoku por el intenso trato de favor que se tienen. Logrado este repliegue de militares hacia demonios, es más que elemental atacar a los dos mandos juntos: Mazoku y soldados de Estados Unidos. Haciendo caer a todos estos guerreros y convirtiéndolos en nuestros títeres, el futuro de los Taimanin está decidido: morirán. ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!

La puerta se abrió violentamente: Kuritöö llegó con varios mercenarios.

¿Qué está pasando aquí?-preguntó la científica extrañada.

¡Sería bueno que me echaras una mano!-pidió Layla.

¡Eso está hecho!-Kuritöö se relamió.

La científica se acercó hasta Elizabeth y la lanzó por los aires de una patada.

La doctora Kuritö…-pensó Nioiko-… ¿cómo puede tener tantísima fuerza? Ha movido a Elizabeth con un golpe…

Los mercenarios Mazoku comenzaron a batirse con los hombres de los Fuuma. Mientras tanto, Elizabeth forcejeaba con Kuritöö y Layla se abalanzó hacia Nioiko.

¡Te vas a enterar!-lo amenazó.

¡Hombres, cubridme!-pidió Nioiko.

El chico agarró su casco perdido, se lo volvió a poner y se alejó de la sala.

¡Ven aquí, cobarde!-exclamó Layla.

¡Espera!-le pidió Kuritöö-¡No vayas tras él! ¡Tenemos que contener a este androide!

Te echaré una mano entonces.-dijo Layla-Es justo después de lo que acabas de hacer por mí…

Kuritöö y Layla comenzaron a luchar juntas contra los Fuuma, ahora comandados por Elizabeth, quien, paradójicamente, existía para ser comandada. En medio de la pelea, no vieron cómo Nioiko se esfumaba de allí con un espejo de mano.

Menos mal que no ha ido detrás de él…-pensó la científica-…hacer un buen teatro ahora puede conducirnos a una gran oportunidad… ¡JAJAJAJAJAJAJAJA!

2 comentarios:

  1. -.-'' Este capítulo me ha dejado patinando, supongo que poco a poco iré entiendiendo más por qué actuan como lo hacen.

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    1. ¡Por supuesto! ¡Todas las incógnitas tienen su respuesta!

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