martes, 2 de diciembre de 2014

[TY] Episodio 8: Placer sincero

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 8: Placer sincero

He tenido suerte con tu proposición…-dijo Shirubei mientras acariciaba a Hagane lentamente-…iba a proponértelo yo, pero me lo has ahorrado.

Hagane acarició un tobillo de Shirubei mientras cruzaba miradas con él. Lentamente, fue subiendo la mano por toda la pierna, frotó sus dedos lenta y pausadamente en la zona de la ingle y subió hacia el torso. Aun recibiendo los tocamientos por encima de la ropa, Shirubei se empezaba a sentir excitado. Correspondió a su amigo masajeando sus muslos lentamente con ambas manos. Se miraron sin poder evitar sonreír. Hagane desde su silla y Shirubei sentado en la cama intercambiaban caricias y tocamientos lenta y pacientemente. Ambos querían que aquel momento de placer fuese lo más duradero posible. Comenzaron a acercar sus cabezas: se acercaba el momento de repetir aquel beso que los empujó a la situación que estaban viviendo. Cuando sus labios, húmedos y cálidos, se encontraron, comenzaron a besarse con pasión y sin ninguna contención. En lugar de abrazarse, siguieron buscándose con caricias: cada uno se deleitaba con el tacto del cuello y el cabello del otro. Shirubei rodeó lentamente el torso de Hagane con sus brazos, mientras que éste puso sus manos en las mejillas de su compañero mientras lo besaba. Tras unos minutos con los ojos cerrados sintiéndose mutuamente, se separaron para mirarse de nuevo. Sus sonrisas de corrección y tranquilidad se habían teñido con un colorido deje de lascivia. Antes de pensar en desvestirse, Hagane se soltó el pelo. Se sentía mucho más cómodo y suelto a la hora del sexo así y, además, su melena lacia y colorida le confería un aspecto muy sensual.

Empezamos a desmelenarnos por el sentido más literal del término, ¿no es así?-Shirubei le sonrió con picardía.

El coletero es sólo el principio de todo lo que me voy a quitar esta noche…-respondió Hagane-…pero antes… ¡ven aquí!

Shirubei se dejó caer grácil y silenciosamente desde la cama sobre la silla. Hagane lo apresó con sus brazos y comenzó a lamer y besar su cuello. A modo de acompañamiento, el chico rubio rodeó y apretó a su pasional amigo con sus piernas, de tal modo que su entrepierna y el pecho de él se presionaron mutuamente.

Ah, joder…-suspiró el chico de ojos verdes-…estás tan caliente ahí abajo…uffff…

Pues ya verás cuando empiece a excitarme de verdad…-dijo Shirubei mientras Hagane seguía adorando su cuello.

Quiero ver eso…-dijo el otro chico-… tú eres de los que se moja mucho, ¿no?

Nunca he tenido problemas de lubricación.-respondió Shirubei mientras tocaba el cuerpo lleno de curvas de su amigo.

Eres de los míos entonces.-comentó Hagane-Estoy deseando ser testigo…

¿Quieres verlo?-preguntó el rubio con sensualidad-Quieres verlo, ¿eh? Te propongo algo: lógralo. Haz que me ponga a mil y te garantizo una noche inolvidable.

Con una condición.-respondió Hagane apartando levemente a Shirubei de encima de él.

¿Sí?-preguntó su amigo relamiéndose.

Que sea mutuo.-dijo Hagane-Convierte cada una de mis respiraciones en un gemido…hazme arder…necesito un buen polvo desde que nos besamos en la misión…

Ardamos juntos.-propuso Shirubei-¿Te parece?

Sin pensárselo dos veces, Hagane empujó a Shirubei hacia arriba, dejando que cayera sobre la cama. Acto seguido, saltó encima de él, se inclinó y comenzó a besar sus brazos y lo que su ropa dejaba ver de sus clavículas. Estaba muy excitado por el perfume de su amigo, que lo estaba volviendo loco. Se notaba una profunda higiene y un uso muy correcto del perfume: había sido aplicado en las horas más propicias del día y ahora estaba seco, habiendo dejado su fragancia impregnada en la piel y la ropa del dueño como un grabado a fuego.  Su aroma era muy característico, masculino y juvenil. Era fresco, penetrante y difícil de olvidar, con un fuerte sustento acuático contrastando con un aroma jabonoso y suave. Las notas especiadas daban a esa mezcla de penetrante y explosiva frescura un toque muy picante y sensual, especialmente por el generoso toque de pimienta que contenía la fórmula. Fuera como fuere, a Hagane le excitaba tanto que no podía evitar quitarle toda la ropa a su acompañante. La parte de las prendas que estaba en contacto directo con su piel estaba, lógicamente, más caliente, por lo que desprendía con más facilidad el olor de aquel perfume ligeramente mezclado con el propio olor característico de su piel. En aquella nube de fragante erotismo, el chico de cabello rosa y ojos verdes no se daba demasiada cuenta de que el otro chico, descalzo, le estaba quitando ropa ágilmente con los pies.

Maldito ladronzuelo desgraciado…-susurró Hagane al verse semidesnudo.

Con la parte de arriba de su vestimenta colgando únicamente de un brazo y los pantalones desabrochados y medio bajados, el chico no pudo sino dedicar un cumplido a los ágiles pies de su amigo, que se hallaba recostado en la cama en ropa interior con las manos debajo de la nuca.

Nos vemos constantemente en los vestuarios…-dijo Hagane observando atentamente el cuerpo de Shirubei-…pero no en las circunstancias más propicias para notar que tienes un jodido cuerpazo…

Shirubei sonrió. Sólo sus mejores amigos conocían a la bestia severa y sanguinaria que se escondía tras aquella sonrisa resplandeciente y de oreja a oreja. Su cuerpo, totalmente lampiño y resplandeciente, tenía una morfología curiosa. Todos los músculos de su cuerpo eran redondeados y de aspecto blando y suave, recordando a los de un bebé…de casi dos metros. El clan Anome, famoso entre todos sus ninja por el uso óptimo de una flexibilidad sobrehumana sólo superada por dos casas, siendo una de ellas la casa Kuroi, tenía una genética muy peculiar que los hacía desarrollarse de esa forma, lo que les confería su profunda y perenne flexibilidad. Además, se decía de los Anome que sus cuerpos tenían dos formas, pues, cuando tensaban los músculos, parecían auténticas bestias cazadoras, ya que la elasticidad de sus músculos permitía que se deformaran y se recuperaran de manera extraordinaria.

Deleitándose, Hagane acarició el cuerpo de Shirubei. Sus músculos en reposo eran ciertamente blandos, por lo que no pudo evitar masajearlos. Rápidamente, el chico rubio se incorporó para descolgar del brazo de su amigo lo que quedaba de ropa. En ese instante, sus músculos tomaron una forma mucho más adulta y fibrosa, como si fuera una persona diferente. También se endureció sobremanera. Sin poder dejar de sorprenderse, Hagane se dejó hacer. Reparó en los calzoncillos de su amigo, unos bóxers no muy ajustados de color verde caqui con la zona del elástico de color plateado y brillante. Estaban totalmente secos, señal de que el chico se estaba conteniendo para retrasar el placer lo máximo posible. Tras quitarse los pantalones del todo y exhibir su ropa interior, Hagane se dejó caer encima de Shirubei, apoyando la cabeza en su entrepierna. El leve aroma tibio, masculino y limpio lo embriagó.

¿Te importa si lo pruebo?-preguntó Hagane tras lamer la tela de los bóxers de Shirubei.

Adelante…-dijo Shirubei con una sonrisa-…siéntete como con tu cuerpo. Espero que tengas hambre…

Hagane comenzó a masajear el pene de su amigo por encima de la ropa interior. Los masculinos atributos del chico comenzaban a erigirse.

¿Me puedes hacer un favor antes de la felación?-preguntó Hagane con la excitación grabada en su rostro.

Suena a que no voy a poder negarme…-Shirubei le guiñó un ojo.

Suéltate el pelo, por favor.-pidió Hagane-Me pone muchísimo pensar en ti con la melena al viento…me hará querer comértela hasta ahogarme…

Para incentivar a su acompañante, Hagane continuó acariciando su pene con una mano mientras con la otra masajeaba suavemente sus testículos, todavía sin quitarle la ropa interior. Se incorporó para ver la reacción de su amigo, pero éste le puso la pierna encima y le hizo presión para que no pudiera despegarse de su entrepierna. Hagane entendió el mensaje y continuó trabajando el pene de su amigo con sólo una fina tela de separación. En respuesta, Shirubei se llevó las manos a la nuca y se soltó las coletas que siempre solía llevar bajo su corte de cazo. Su melena se dejó caer como la crin de un caballo. Rubio, brillante, fino y largo como una cortina, el pelo de Shirubei rodeó su cabeza, su cuello y parte de sus hombros como si fuera una campana. Tenía el pelo algo más largo que Hagane.

Perdón.-dijo Hagane-Te pagaré otros.

¿Eh?-preguntó Shirubei.

Antes de poder comentarlo, vio cómo Hagane rasgaba sus calzoncillos por la mitad y tiraba los restos contra el suelo. Por fin pudo contemplar el pene de su amigo, caliente y en proceso de erección.  Era de un ancho algo notable, aunque no demasiado. Su longitud era espectacular, y sus testículos eran bastante grandes y colgantes. Mientras que sus testículos estaban totalmente depilados, alrededor de la base del pene conservaba una bien cuidada y reducida corona de vello rubio y brillante. Su prepucio parecía muy estrecho y tenso.

Qué belleza…-dijo Hagane sujetando el pene de Shirubei con sus manos.

¿Te gusta?-preguntó el otro chico.

Me encanta.-dijo el joven de ojos verdes-Es precioso…

A ver el tuyo…-dijo Shirubei mientras le arrebataba la ropa interior a Hagane con los pies.

El pene de Hagane empujó la ropa interior y facilitó que se dejara caer entre sus piernas. También estaba cerca de la erección.

¡Nada mal!-comentó Shirubei-Buena polla, claro que sí…no esperaba menos de uno de mis más grandes y queridos amigos. Su forma me recuerda mucho a la mía… ¡es como la mía pero algo menos grande!

Calidad y cantidad no siempre van juntas, lo sabes, ¿no es así?-le advirtió Hagane.

No lo dudaba.-dijo Shirubei-Pocos chicos de nuestra edad tienen eso que sostienes entre tus piernas, igualmente…

Entonces ya ni hablemos de ti…-comentó Hagane mientras jugaba con el pene de su amigo.

Disfrútalo.-respondió Shirubei recostándose en la cama.

Oye…-comentó Hagane-…tu prepucio está…

Shirubei sonrió con picardía.

Pruébalo.-dijo Shirubei-Si crees que tengo fimosis, es el momento para que salgas de dudas…vamos, atrévete…no me harás ningún daño…no temas.

Hagane intentó retraer el prepucio de su amigo. Como si fuera automático, se deslizó a la perfección, dejando ver un glande con un aspecto fungiforme más acusado que el suyo y de un tono más rojizo, parecido al del vino.

¡Es increíble!-exclamó Hagane-¡Parece un martillo!

Es hora de que te pongas duro tú también…-dijo Shirubei-…te recomiendo dejar el frenillo accesible… ¡prepárate!

Shirubei coló sus piernas entre las de Hagane y las abrió para forzar la separación de las de su amigo, que cayó hacia el frente. Evitando un choque, Shirubei agarró el cuerpo de su amigo con las piernas y lo colocó a la altura óptima para que sus penes se chocaran y se rozaran mutuamente en cada movimiento a la vez que mantenían sus labios a una distancia suficiente para intercambiar besos. No tardaron en completar la erección los dos. La sensación tórrida y espasmódica de frotar sus penes los estaba calentando rápidamente.

Nunca pensé que esto fuera tan placentero…-comentó Hagane.

Aún no hemos hecho nada…-dijo Shirubei-…espera y verás…

Lo siento…-se disculpó Hagane-…no voy a esperar más. Tú sabrás hacer buenas presas… ¡pero yo sé romperlas!

Hagane escapó rápidamente de las piernas de Shirubei y se dejó caer entre ellas. Con fruición y ansia, comenzó a lamer el majestuoso pene delgado y curvo de su amigo como si fuera un helado a punto de derretirse.

Ahh…-gimió Shirubei-…ahhhhh…

El sabor uniforme y agradable que Hagane estaba notando en su boca comenzó a cambiar. Cuando dejó de lamer el pene de Shirubei para introducirlo en su boca rítmicamente, notó unas notas saladas: el glande de su amigo se estaba humedeciendo con fluidos preseminales.

¿Estoy cumpliendo mi parte del trato?-preguntó Hagane mirando el rostro enrojecido de su amigo.

Shirubei volcó a Hagane contra la cama, le separó las piernas entrelazándolas con las suyas y le inmovilizó los brazos con sus manos. Acto seguido, se dobló sobre sí mismo desde encima del cuerpo de su amigo para alcanzarle el pene e introducir en su boca sólo el glande, trabajándolo con movimientos circulares de su lengua. En respuesta a esto, Hagane comenzó a gemir con satisfacción.

¿Contesta esto a tu pregunta?-rebatió Shirubei dejando de lamer unos segundos.

Hagane notó que la boca de su amigo había quedado unida a su pene por un pequeño hilo brillante de líquido preseminal y saliva. Shirubei, que parecía disfrutarlo, siguió haciéndole aquella felación a su amigo, que empezó a salivar levemente. Tras unos intensos minutos, Shirubei se volvió a erguir y besó apasionadamente a Hagane, iniciando un intercambio de fluidos.

Esto es demasiado…-dijo Hagane-…estoy muy cachondo…qué bien lo haces…

Lo mismo digo…-dijo Shirubei-…me arde la polla…

¡Déjame seguir!-exclamó Hagane lanzándose de nuevo a devorar el pene de su amigo.

De eso nada…-dijo Shirubei resistiéndose a gemir-… ¡o jugamos todos o se rompe la baraja!

Shirubei se volcó sobre Hagane de tal manera que pudo colocar su cabeza frente a su pene, pudiendo devolverle el favor a la vez que él se lo hacía. Las sábanas de la cama ya estaban totalmente arrancadas y revueltas, pero poco parecía importarles a aquellos jóvenes apasionados que disfrutaban de la postura 69.

Tras lo que pudo ser una hora de intercambio de felaciones, los cuerpos de ambos comenzaron a temblar.

Parece que nos vamos a correr…-dijo Hagane entre risas.

Pero quiero disfrutar más…-añadió Shirubei.

Bueno…-dijo Hagane-…nadie nos impide eyacular más de una vez esta noche. Además, yo no he descargado esta tarde, así que tengo muchas ganas.

¿Llevas toda la tarde masturbándote y no has llegado al clímax?-preguntó Shirubei-¿Te estabas conteniendo para esto?

Digamos que sí.-respondió Hagane.

Qué sucio…-comentó Shirubei sarcásticamente-…voy a darte tu merecido.

El chico rubio comenzó a lamer el pene y los testículos de Hagane con gusto y dedicación.

Maldito cabrón…-balbució Hagane con insultos desde el cariño-…te vas a enterar…

Hagane volvió a trabajar oralmente el pene de Shirubei. La excitación de volver a estar unidos en esa postura los llevó a eyacular finalmente. No pudieron inundar cada uno la boca del otro porque se vieron obligados a apartar la cabeza para gemir fuertemente. Ambos orgasmos fueron explosivos y majestuosos. Caudalosas eyaculaciones de varios chorros que alcanzaron alturas impresionantes antes de caer sobre la cama y sobre sus cuerpos fueron la blanquecina guinda de aquel pastel.

Vaya…-comentó Hagane-…lo hemos dejado todo pringado… ¿seguimos en el suelo? La habitación es grande…

¿Por qué no vamos mejor a la mía?-preguntó Shirubei-Me daría mucho morbo que ensuciáramos mi cama con nuestro semen igual que ésta…no es nada que nuestra lavadora no pueda arreglar.

Es tu habitación…-dijo Hagane-…si quieres, no veo inconveniente.

¡Vamos!-dijo Shirubei entusiasmado.

Agarró a Hagane de la muñeca, cerraron la puerta del cuarto y entraron al de Shirubei, quien cogió unos calzoncillos limpios y los colgó del picaporte exterior antes de cerrar la puerta. Sin dejar que su amigo abriera la boca, lo agarró y lo lanzó contra la cama como si fuera una pluma.

Je…-Hagane rió con lascivia. Su pene todavía estaba erecto y deseando tener acción.

Shirubei se subió encima de Hagane y comenzó a prepararse para la penetración. El cuarto era espacioso y cómodo, aunque en ese momento sólo había un par de luces ambientales muy tenues y azuladas que reducían la visibilidad. La cama era grande y espaciosa, así como también lo era el armario. Tenía una enorme estantería llena de libros sobre temática económica y financiera, novelas de distintos géneros, prensa macroeconómica y mucho más material de lectura. En una estantería tenía colocadas con agarraderas varias pelotas de distintos juegos deportivos: de fútbol, de baloncesto, de béisbol, de tenis…de todos los deportes que le encantaba practicar. También tenía las paredes decoradas con bates, raquetas y demás accesorios para otros deportes. Entre la decoración también había trofeos deportivos e imágenes de deportistas famosos. En un pequeño estante arrinconado tenía una enorme pila de material gore que rara vez compartía con nadie. Rodeados por aquella atmósfera nocturna y acogedora, hicieron el amor. La habitación de Shirubei olía tanto a él que Hagane no podía evitar excitarse más y más. Dejes de su perfume, de su marca de jabón de preferencia, de su propio cuerpo, de las horas que probablemente estuvo masturbándose…un olor único y característico que tenía nombre y apellido: Shirubei Anome.

¡Argh!-gimió Hagane.

¿Te duele?-preguntó Shirubei tras la primera penetración-No estás muy estrecho, lo siento si te he…

No, no me duele…-dijo Hagane-…el placer me desborda…quiero que sigas…como desees…

Entonces…-dijo Shirubei-…empezaré a moverme.

Shirubei movió sus pronunciadas y sensuales caderas. La humedad de su pene sirvió de lubricación. En pocos minutos, el coito entre ambos era fluido y estable, placentero para ambos, divertido y agradable.

Joder…-gemía Shirubei-…esto es genial…

¡Sí!-profirió Hagane-¡Lo es! ¡No pares! ¡Quiero que me des más! ¡Ah! ¡Ahhhh!

¡Oh, Dios!-Shirubei se retorcía de placer mientras penetraba a su amigo-¡Vamos a subir hasta el cielo si seguimos así!

Como una vez dije antes de graduarnos…-dijo Hagane entre jadeos y gemidos-…no importa cuál sea el destino si es en vuestra compañía…con un amigo como tú iría a cualquier parte…y más en un momento como ést… ¡AHHHH! ¡JODER, SHIRUBEI, JODER! ¡ERES UN EXPERTO!

Es la primera vez que lo hago con un chico…-dijo Shirubei-…estoy intentando extrapolar lo que hacía con las chicas y no me está resultando muy extraño ni complicado…me alegra que estés disfrutando.

¿Cómo puedes ser tan educado y taimado en un momento así?-preguntó Hagane-Tu polla…está cada vez más hinchada…tienes que estar…jodidamente…lleno…ahhh…

Shirubei se limitó a continuar sus embestidas que combinaban amabilidad y consideración con lascivia y regodeo.

Pensaba que te ibas a poner como en el campo de batalla…-dijo Hagane-…como un auténtico psicópata…como esa bestia que me excita por mucho miedo que dé…

Tengo un lado muy hijo de la gran puta, lo sé.-respondió Shirubei-No obstante, no puedo ser así con vosotros…no me sale. Creo que os merecéis lo mejor de mí.

¿Lo mejor de ti es esta pedazo de tranca que está hirviendo mis entrañas?-preguntó Hagane-Si es así, quiero seguir mereciéndomela indefinidamente… Dios…

Relájate.-Shirubei extendió los brazos de Hagane y le hizo leves cosquillas con las yemas de los dedos por todo el cuerpo-Tienes que disfrutar tú también…tenemos que corrernos juntos de nuevo…extiende los brazos sobre la cama, relájate y déjate hacer…

Hagane encontró plena concordancia entre sus instintos y los deseos de su amigo, con lo cual obedeció. Shirubei agarró entonces el gran pene de su amigo y comenzó a masturbarlo con las dos manos de una manera lenta y acentuada, con gran maestría, demostrando que tenía mucha práctica al respecto.

Voy a quedar inconsciente como esto siga así…-dijo Hagane.

Estás en una cama, no pasa nada.-dijo Shirubei-Te dejaría descansar hasta que despertases por tu cuenta…

¿Seguro que no me harías nada mientras estuviera inconsciente?-preguntó Hagane.

Nada que no te gustase…-dijo Shirubei mientras frotaba el glande de su amigo con ambos dedos pulgares-…pero te encanta que te toque y te encanta saborearme, así que no habría problema en todo lo que tengo pensado…

Así planteado…-comentó Hagane entre jadeos-…me entran ganas de quedarme inconsciente de verdad…aunque, si me vas a follar la boca, prefiero estar consciente para no perderme ni el más mínimo detalle.

Te tomo la palabra.-dijo Shirubei-Cuando terminemos de follar, nos duchamos y te pongo de rodillas, ¿qué te parece?

No hace falta.-dijo Hagane-Ya me pongo yo solo…

De momento, ya veremos cómo acabamos después de esto…-comentó Shirubei-… ¡estoy a punto!

¡AAAAAAAAH!-Hagane gemía fuertemente.

El chico de cabello rosado y ojos verdes levantó las piernas y se dobló sobre sí mismo. Hagane se contorsionó de tal manera que uno de sus pies tocaba un pie de Hagane, apoyándose con el otro en la cama para poder seguir con la penetración mientras masturbaba a su amigo de todas las formas que se le ocurrían.

Ufff…-jadeaba Shirubei-…aaaaahhh…. ¡sí, por favor! ¡SÍ! ¡AAAH! ¡AAAAAAH!

¡Me corro!-gritó Hagane-¡ME CORROOOO!


Entre orgásmicos gemidos, los dos chicos eyacularon a la vez. La cama quedó igual o peor que la de Hagane. Se desplomaron los dos en la cama. Estaban extenuados, sudando, satisfechos, temblando de placer y mojados con semen por todas partes. Se quedaron así un rato más. Ya se habían acostumbrado al olor del semen y al aumento de la humedad ambiente que había producido, por lo que decidieron quedarse descansando un rato más antes de limpiarlo y recogerlo todo.

2 comentarios:

  1. Dios como disfruto!! soy una jodida pervertida pero joder, que capítulo más sublime! está narrado de forma magistral!! nada que envidiar a las novelas BL. *_*

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    1. Me alegra leer esto...y más aún me alegra decirte que ésta es la primera de muchas escenas así en Taimanin Yamiyuki. ¡ARRIBA!

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