lunes, 1 de diciembre de 2014

[TY] Episodio 7: Volátil y fragante

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 7: Volátil y fragante

Después de la demolición del Moist Desire, al equipo de Yamiyuki le dieron dos días libres como recompensa, además de sus honorarios acordados. Con el cambio de semana, el reparto de tareas había variado, con tal suerte que a Rito le tocó encargarse de la gestión de todos los documentos durante la semana. Durante uno de los momentos que estuvo dedicándose a ello, recibió un mensaje de correo electrónico de gran importancia, por lo que decidió convocar al resto de sus compañeros en su misma habitación, donde estaba trabajando en ese momento.

Los cinco chicos llegaron a la habitación de su amigo. Aunque su principal interés era leer el mensaje, también les picaba la curiosidad la habitación de Rito, pues tanto él como los demás tenían la costumbre de variar de vez en cuando la decoración, la colocación de los enseres y demás elementos. El dormitorio era, como el resto de los que había en el piso franco, ingente. Había un escritorio muy grande con un ordenador de sobremesa de alta gama, así como una perfecta ordenación de libros, carpetas y documentos en todo el mueble, salvando un espacio grande para apoyar objetos o escribir. La cama era alta y tenía una amplia cajonera debajo. El armario era muy alto, bastante profundo y poco ancho. En el espacio restante había una estantería llena de barras, mancuernas y discos, así como un pequeño estante con una bonita colección de guantes de entrenamiento. También había una estantería gigantesca llena de libros dividida en estratos horizontales: uno de los pisos estaba lleno de libros de cocina, otro lleno de libros sobre la actividad física del ser humano, otro repleto de libros científicos, en concreto de Física, otros tantos de libros de lectura de ocio y un último estante con lo que parecía ser material erótico. Al lado de esa estantería, en una vitrina muy vistosa y decorada, había una colección de geles musculares, frascos de perfume, botes de desodorante y una nutrida gama de lubricantes sexuales, así como algunos accesorios para la masturbación. Las paredes estaban decoradas con pósteres e imágenes de hombres y mujeres con cuerpos muy musculosos, posando orgullosos, levantando pesas o realizando alguna actividad física. Los chicos se fijaron en un póster que no estaba allí dos días atrás. Era una mujer rubia con unos ojos penetrantes del color de la miel, un cuerpo grande, desarrollado y musculado, grandes pechos, un uniforme de lucha libre y una característica pintura roja en la cara.

Power Lady…-observó Shirubei-…tú y tu fetiche con los musculitos…vas a hacer que acabe gustándome, ¿sabes?

¿Qué hay de malo?-preguntó Rito con una media sonrisa-Es cierto que fue nuestra enemiga en el pasado, pero…gracias a Asagi-sama, se ha reinsertado. Ahora se dedica a la lucha profesional de manera limpia y deportiva. Nuestra líder decidió que ya pagó bastante castigo con lo que le hicieron pasar sus propios superiores y con…eso…ya sabéis.

Sí…-recordó Hagane-…conocemos la historia: Asagi-sama le rompió el útero de manera irrecuperable en su pelea del Dildo de la Muerte. Está orgullosa de su victoria, aunque entendió que fue un resultado muy cruel. No sé si la reinserción de Power Lady es una compensación por ello o una condena a vivir mutilada…misericordiosa como un ángel o cruel como el demonio, Asagi-sama es una mente genial.

Rito, ¿te das cuenta de una cosa?-terció Aoi-Eres tan buena persona que eres capaz de construir sobre lo que nos hicieron nuestros antiguos enemigos. Me gusta mucho esa faceta tuya, aunque no deja de sorprenderme…me recuerda a cuando encargaste aquellos DVDs en inglés de “Cocina con Emma Harbor”…

¡Ya no son nuestras enemigas!-insistió Rito-Ahora hacen buenas acciones. Además, Power Lady era una mandada y Emma Harbor nunca nos lanzó ninguna ofensiva…el ejército de Estados Unidos no fue sino una marioneta de nuestros verdaderos enemigos, los Mazoku, en aquellos momentos. Ambas aparecen en la televisión pública de sus respectivos países dedicándose a hacer sonreír a la gente…

El próximo en sonreír serás tú cuando te pongas esos bonitos ojos rosados en blanco con todo ese material pajillero que tienes a la vista como si fuera una galería de arte…-señaló Inuhito.

¡Hay que ver cómo sois!-Rito sonrió sin avergonzarse lo más mínimo-Sólo he reordenado la vitrina…antes de hacerlo ya tenía todos esos objetos. Como preparador físico, puedo asegurarte que una buena masturbación es el mejor cierre para una sesión de ejercicio…yo lo hago y me va genial.

Así me gusta.-dijo Yamiyuki-Dando consejos útiles y sin intentar timar a nadie como en esos anuncios publicitarios de dietas milagrosas. Muy bonita tu nueva decoración, por cierto. Algún día te pediré uno de esos frascos.

¿Perfume?-preguntó Rito con una sonrisa cómplice-Pensaba que en tu familia erais expertos en…

No, un frasco de los que hay más abajo.-dijo Yamiyuki arqueando una ceja-En cualquier caso, ¿le echamos un vistazo a ese e-mail?

¡Aquí lo tenéis!-respondió Rito-Es un comunicado del Servicio de Inteligencia. Han localizado los laboratorios del doctor Karistus y han hecho un seguimiento de sus proyectos activos más recientes. Al parecer, están financiados por Belladonna, quien no parece desconforme en dar su firma para todo lo que haga este hombre. Por otra parte, parece ser que el tal Delphine, el dueño del difunto Moist Desire, es un…bueno, lo que esperábamos en al menos una cabeza de todas las implicadas.

¿Un traficante de esclavos?-preguntó Yamiyuki sin sorprenderse-Qué originalidad…me abruman.

Sí.-respondió Rito con pesadez-No me gusta nada la idea, pero, al menos, lo sabemos y podremos idear un plan para pararle los pies.

Sólo hay una razón por la que no quiero pedir que ese hijo de puta caiga el primero.-dijo Hagane.

¿Que los otros dos se estén dedicando a algo aún peor?-preguntó Inuhito.

Bingo.-respondió Hagane-¿Se sabe algo de los proyectos de Karistus? Belladonna parece dar únicamente el aval monetario, así que Karistus y Delphine son los demonios a los que tenemos que tener controlados…

Inteligencia dice que van a programar una infiltración de reconocimiento en sus instalaciones para facilitarnos los datos y permitirnos tomar nosotros las acciones decisorias.-leyó Rito-Siguen buscando más datos que relacionen a estos tres sujetos, también. Además, mencionan que no han encontrado nada acerca de la supuesta esposa de Edwin Black.

No está mal para ser un comienzo, ¿no creéis?-preguntó Aoi.

Pienso lo mismo.-respondió Shirubei-Si la primera información que recibimos es ésta, ¿por qué no íbamos a confiar en que una futura transmisión pueda contener datos más reveladores?

Habrá que mantenerse optimistas…-concluyó Yamiyuki-…y siempre activos. Creo que, por hoy, ya es suficiente. Vamos a dedicarnos a nosotros mismos en estos días libres…puede que lo necesitemos y, lo más importante, puede que tardemos mucho en volver a gozar de ellos.

Pues es una pena que no podamos hacer nada juntos esta noche…-dijo Inuhito-…voy a asistir a un baile en la casa Soga que han insistido en celebrar para felicitarme.

Casi me alegro de que tengas que irte.-dijo Rito rascándose la nuca con una sonrisa apurada-Voy a cenar con mi familia. Seika y yo vamos a estar toda la noche en la casa Sonozaki…

Yo voy al cine con mis antiguos compañeros del taller tecnológico del instituto.-añadió Aoi-Con tantos planes, será mejor que pactemos juntarnos mañana para hacer algo divertido, ¿qué pensáis?

Me encantaría.-respondió Yamiyuki-Mañana hablaremos de ello, en tal caso. Esta noche voy a estar en la casa Kamimura…la líder del escuadrón incendiario, Maika-dono, quiere hablar conmigo.

¡Decidido!-concluyó Hagane con una sonrisa-¡Mañana quedamos todos juntos! Si me disculpáis, me retiro a mi cuarto un rato.

. . .
Nunca entenderé cómo puede algo tan pequeño resistir las…circunstancias de Hagane.-comentó Rito señalando los calzoncillos que había en la puerta de su amigo.

Eran unos slips negros muy elásticos con un dibujo de una rosa de ocho puntas hecha con pétalos de cerezo en la parte frontal. Su tamaño era drásticamente reducido, incluso para la delgadez de Hagane.

Le gusta la presión, ya sabes.-dijo Shirubei mientras atravesaba el pasillo con Rito-Es bastante contrario a ti en ese aspecto.

Hay un motivo por el cual no llevo ese tipo de…-Hagane apenas oía a sus compañeros a través de la puerta.

Las habitaciones habían sido construidas con insonorizaciones de última generación por petición expresa de los Taimanin: así, cada uno podría hacer lo que desease en su cuarto sin temer armar ningún jaleo, ya estuviera escuchando música o haciendo cualquier otro tipo de actividad. Aprovechando esto, Hagane había bañado su cuarto en música lenta y relajante. Las notas tenían un punto erótico, calmante y a la vez apasionante. Sus hormonas estaban muy revolucionadas en aquel momento. Desde que besó a Shirubei, no podía evitar de ninguna manera sentirse excitado. Con toda la ropa desabrochada, comenzó a retirarse el sudor con las manos delante del espejo. Algo que lo asemejaba mucho a sus amigos era su alta autoestima y su gran amor propio, lo cual podía reflejar incluso en el aspecto físico: la visión de su propio cuerpo, esbelto y flexible, delante del espejo, activaba su narcisismo y contribuía a su estado de excitación. Se acercó a un estante que tenía lleno de aceites esenciales y tomó uno con olor a mora negra. Tras sentarse en su enorme silla de despacho, se quitó la camisa y la dejó colgada del respaldo. Después, se bajó los pantalones y los tiró al suelo. Sus pies descalzos reflejaban las notas del sol que su estor rosado tamizaba y teñía. Sólo ponía ese estor cuando deseaba excitarse profundamente. Lo único que lo separaba de la desnudez era su ropa interior…ya que la goma que sujetaba su pelo en una cola de caballo no podía considerarse una prenda. Deslizó sus dedos por el interior de la banda elástica de sus slips de color rojo pasión. Un considerable bulto de aspecto pesado y tacto cálido se dibujaba en la parte frontal de los mismos.

Uff…-resopló Hagane, notando que estaba salivando algo más de la cuenta.

De un tirón, se quitó la ropa interior, que cayó sobre la cama. Su pene pareció saludarlo cayendo sobre su pierna izquierda, creando lo que le pareció una línea de ardiente fuego en su muslo. El proceso de erección estaba comenzando. Sus testículos, bastante pegados a su cuerpo pero aun así más que notables, se habían ensanchado un poco y rozaban sus ingles con lujuriosas cosquillas. Todavía con el prepucio en su sitio, se untó las manos con un pequeño chorro del aceite de moras negras que había puesto sobre la mesa. Como si fuera un trabajo de masajista, comenzó a recorrer su pene desde la base hasta el extremo, embadurnándolo en el aceite. El calor de su miembro viril hizo que el aroma de la esencia subiera al ambiente, llenando el cuarto de aquel dulce y frutal olor. Tras masajear su pene apretando como si quisiera ordeñarse, comenzó a acariciar y estimular sus testículos, con las manos todavía humedecidas por el aceite. Empezó entonces a mirar hacia el techo como si esperase ser fundido por un rayo de placer de un momento a otro. Tras cerrar los ojos durante unos instantes, se giró y encaró al espejo de la puerta de su armario. Su figura, siempre alegre y colorida, se había convertido en una estatua de lujuria. Extasiado por sus propias manos, se dejó caer inerte y levemente sobre el respaldo, moviendo únicamente sus manos. El reflejo de su imagen, que llamaba vehementemente a las puertas del onanismo, lo excitaba más y más, si bien no podía dejar de pensar en Shirubei, en lo cerca que tuvo su hermoso cuerpo, en esa diferencia de estatura que tan sensual le resultaba…en su olor, en el sabor de sus labios…y se retrajo el prepucio grácil pero rápidamente antes de ponerse serio. Se sonrió al espejo. El color de su glande le recordaba en cierto modo al de las hojas de sus abanicos, lo que le llevó a pensar en los momentos de orgullo que pasó junto a ellos peleando contra demonios. Poco a poco, los recuerdos de Shirubei y los de él mismo fueron excitándolo y aumentando la temperatura de su cuerpo. Antes de que su limpio pero sincero olor a hombre se mezclase con la dulce fragancia de las moras, el chico recubrió su glande con el aceite haciendo movimientos circulares con los dedos índice y corazón de su mano derecha.  Casi se le formaban nudos en la garganta cuando rozaba el frenillo. Estaba tan acostumbrado a la masturbación que sabía muy bien lo que tenía que hacer para lograr una excitación lenta, una diversión duradera y un gran final: le parecía mucho mejor que masturbarse por masturbarse. Tras varios masajes sobre su pene, éste terminó de endurecerse. Era bastante largo y pálido, y estaba totalmente depilado, al igual que los testículos. Llamaba la atención su corto diámetro, así como su glande modesto y proporcionado, lo que confería a su miembro viril una ambivalencia visual que lo hacía verse imponente por su longitud, acentuada por su estrechez, pero con una seria y pesada nota de armonía por la proporción total, ya que su ancho era prácticamente constante desde la base hasta el inicio del glande. Siguió masturbándose, con la música y el olor a moras como únicos acompañantes. La temperatura del cuarto había subido considerablemente debido a su propio calor corporal, lo que terminó por asentar el aroma de las moras de manera casi estacionaria.

Y siguió masturbándose. Reprimiendo todos y cada uno de sus amagos de orgasmo, el chico continuó forjando en el interior de su cuerpo una pulsante bomba de placer. Uno de sus hábitos más peculiares a la hora de masturbarse era el de contorsionarse mientras lo hacía. Su flexibilidad le permitía adoptar posturas muy eróticas y, aprovechando que el calor generado propiciaba la elongación muscular, se masturbaba con la pierna derecha detrás de la cabeza mientras con el pie izquierdo masajeaba grácilmente sus testículos, que se hinchaban progresivamente.

Ahh…-suspiraba Hagane mientras se entregaba a sí mismo.

El tono rosa que le brindaba su estor había palidecido. En un atisbo de conciencia, miró el reloj. ¿Realmente había estado tantas horas masturbándose? De cualquier manera, la hora de cenar se acercaba y no quería hacer esperar a Shirubei, que era el encargado de la cocina esa semana. Decidido a continuar donde lo había dejado antes de irse a dormir, salió de su habitación envuelto en una toalla.

¡Hagane!-lo sorprendió Shirubei por el pasillo-¿Ya has estado haciendo otro de tus experimentos con los aceites? Huele muy bien…

Sí…je,je…-Hagane le guiñó un ojo-…al abrir la puerta del cuarto, aunque vuelva a cerrarla nada más salir, fluye todo el aroma hacia el pasillo…espero no estar molestando mucho…

No, para nada.-dijo Shirubei encogiéndose de hombros-Voy a la cocina ahora, ¿te apetece algo en especial?

¿Me mandas a la mierda si te digo que me apetece mucho uno de tus platos de pasta?-preguntó Hagane.

¡Marchando!-respondió Shirubei-Por cierto, aunque no me importe, ¿qué haces así?

Ah… ¿esto?-preguntó Hagane-¡Voy a ducharme antes de cenar! Quiero que se me despegue el olor…

Tendré preparada la cena para cuando salgas.-dijo Shirubei-¡No tardes!

Hagane corrió hacia uno de los cuartos de baño, resoplando de alivio. Se duchó con el agua más fría que pudo. Entendía que Shirubei era un chico orgulloso y de carácter muy ácido…por lo que, conociéndolo, seguro que se tomaba como un cumplido que había estado toda la tarde masturbándose pensando en él, pero no quería decírselo…no sin acompañarlo de algún tipo de invitación…

. . .

Cuando por fin hubo salido de la ducha, Hagane apareció por la cocina.

¡Qué bien huele!-comentó-Y… ¡menuda pinta! ¿Eso es para nosotros? ¿No es un sueño?

¿Para quién va a ser?-preguntó Shirubei mientras terminaba de preparar los platos-¡Nos vamos a poner las botas! Ya que nos han dejado solos, que, por lo menos, podamos decir delante de sus narices cuando vuelvan lo que se han perdido… ¡JE!

¡Tengo una idea!-propuso Hagane-¿Por qué no comemos en mi habitación viendo una película?

¡Me parece una buena idea!-respondió Shirubei conforme-¿Qué película quieres que veamos? ¿No irás a ponerme cochinadas?

Lo dices como si fuera algo nuevo para ti…-respondió Hagane-…tranquilo, veremos alguna que nos guste a los dos. Divirtámonos, es nuestro día libre, ¿no es así?

¡Ya lo creo!-Shirubei se frotó las manos-Ve abriendo tu habitación, yo llevaré la comida.

Cuando el joven rubio entró en la habitación de su amigo vio que había abierto la ventana para evacuar el olor de sus mezclas de aceite. Una de las aficiones de Hagane era idear mezclas de aceites esenciales para crear aromas agradables y juntar propiedades beneficiosas para la salud. Era biólogo, pero dar masajes no se le daba nada mal, jugando con ventaja en tanto que conocía las propiedades medicinales de millares de especies naturales, lo que le daba gran versatilidad en el uso de los aceites que tanto le apasionaban. La habitación daba buena constancia de ello, habiendo una vitrina grande en ella llena de frascos de aceites esenciales con instrumental para manejarlos. También tenía una estantería enorme llena de libros, casi todos sobre Biología sin obviar la parte de las lecturas de placer. Entre la decoración, había una hilera perfectamente colocada de bolas de bolos, otra de sus grandes aficiones, de todos los colores, así como muchos pósteres de grupos de música de aspecto gótico. Además, había un armario de dimensiones generosas, una cama amplia con una colcha de color melocotón rosado, un escritorio con un ordenador de sobremesa y material de oficina y un tocador de aspecto retro con muchos productos cosméticos, especialmente relacionados con el maquillaje.

No tardaron en comerse toda la comida que Shirubei había preparado. Tras pausar la película unos minutos para cepillarse los dientes y fregar los platos, volvieron al cuarto. Esta vez, Hagane no sólo cerró la puerta, sino que volvió a colgar del picaporte exterior los calzoncillos negros que habían estado ahí toda la tarde.

¿Tan importante consideras ver una película que ya nos sabemos de memoria como para pedir que nadie se acerque en caso de que lleguen a casa?-preguntó Shirubei con una sonrisa.

Bueno…-dijo Hagane con una sonrisa cómplice-… ¿y si a la hora de que lleguen resulta que estamos haciendo otras cosas?

Shirubei entendió el mensaje.

Has estado toda la tarde machacándotela, ¿verdad?-preguntó con un aire de seriedad.

Como no te imaginas.-respondió Hagane con total sinceridad-Ese beso me dejó muy cachondo…

A mí también.-respondió Shirubei-Jamás lo habría imaginado.

¿Qué piensas hacer al respecto?-preguntó Hagane-Veo que lo llevas mejor que yo…

No te creas…-dijo Shirubei-…muchas veces se me levanta y no sé qué hacerle. Unas buenas pajas están muy bien, pero creo que necesito algo más ahora mismo…

¿Y bien?-insistió  Hagane.

¿Cómo que “¿Y bien?”?-se extrañó Shirubei-Bueno, lo cierto es que…ya sabes…nunca me había planteado que pudiera atraerme otro hombre. Desde niño he tenido mucho éxito con las chicas, e incluso perdí la virginidad con una de mis novias, como ya os conté en su día.

Bueno…-dijo Hagane-…ahora estás soltero…y yo siempre lo he estado. No pretendo moverme al mundo de los noviazgos, simplemente te recuerdo que no tenemos que rendir cuentas a nadie…ni tú, ni yo.

Ajá…-asintió Shirubei.

Y…-siguió Hagane-…en fin, ¿quién mejor que un amigo para divertirse? Al fin y al cabo, no vamos a hacer que nada cambie. Yamiyuki siempre nos lo recuerda con orgullo: somos mentes abiertas, cabezas pensantes, gente flexible y tolerante…si entendemos que no hay ningún problema en que hagamos lo que los dos llevamos tiempo imaginando…no hay problema en hacerlo.

Ajá…-Shirubei hizo como si estuviera estancado en esa palabra.

¿Qué me dices?-preguntó Hagane-¿Nos desfogamos juntos? ¡No puede pasar nada malo!


Shirubei sonrió y asintió. Colocó una mano en el muslo izquierdo de su amigo y éste se empezó a dejar llevar.

2 comentarios:

  1. Wow Wow Wow que capitulazo!!! mi mente perversa vuela lejos!!!!!

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    1. ¡Que vuele, que vuele! Seguro que llega a donde yo quiero...

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