miércoles, 17 de diciembre de 2014

[TY] Episodio 10: Batalla campal en Gokuruma

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 10: Batalla campal en Gokuruma

¡Esa mujer no es del todo mala!-exclamó Shirubei-Aunque, siendo sinceros, me molesta lo fea que es…así que…Su Majestad, ¿puedo hacerla hermosa llenando su cuerpo de cortes y heridas sangrantes?

Shirubei sonrió macabramente mientras desplegaba las garras de sus cuatro extremidades.

Je…-Vrutha le dedicó una sarcástica y desdeñosa sonrisa fingida-… ¡inténtalo, plebeyo!

La orco sacó una enorme y pesada cadena de debajo de su falda. Ató un hacha a cada extremo de la misma y, agarrando el conjunto por el centro de la cadena, comenzó a agitarlo como si fueran unas boleadoras. Lejos de asustarse, Shirubei se lanzó valientemente a por quien era en ese momento su enemiga, lanzando una elegante patada alta con las garras de su pie derecho.

¡HA!-bramó secamente la princesa orco.

Blandió la cadena de tal forma que una de las hachas salió disparada hacia Shirubei, quien tuvo que patear el arma para no verse golpeado por ella. El choque lo retractó varios metros a la vez que lo dejaba impresionado ante semejante fuerza.

Qué fuerza…-susurró Shirubei-…es demoledora… ¡pero no lo suficiente como para vencer a los Taimanin!

¡Comprobémoslo!-gruñó Vrutha mientras repetía el movimiento anterior para derrocar al desequilibrado y sorprendido Shirubei.

Una fuerza sin igual se opuso entre su hacha y el Taimanin de cabello rubio: Rito se había puesto en medio y había interceptado el golpe con su arma. El chico no se movió ni un centímetro ante la fuerza de la orco.

Si hablamos de fuerza…-dijo Rito-…hablamos de mí. ¡Estaré encantado de ser tu oponente en esta batalla y darte una muerte honorable!

Es lo más bonito que creo que voy a oír jamás de la boca de uno de los vuestros.-dijo Vrutha con fingida apreciación-Ahora… ¡vete a hacer compañía a tu amigo en plañideras!

Con un ágil movimiento, Vrutha hizo que la cadena girase sobre su puño, dirigiendo el hacha que quedaba hacia la que estaba bloqueando Rito, concentrando más masa y fuerza en el punto del impacto. Lejos de achantarse ni debilitarse, el musculoso y gigantesco Taimanin se mantuvo quieto y erguido. Aprovechó entonces inteligentemente que las dos hachas de la orco estaban a la misma altura para girar su bastón sobre sus manos y entrelazar ambas cadenas, logrando que la dueña de las armas que le atacaban perdiera el control de las mismas.

¡HAAAAAAAAAAAAAAAAH!-Rito emitió un grito de guerra.

Ágil y vigorosamente, el chico embistió a la orco con un fuerte placaje de hombro, obligándola a retroceder.

¡No me hagas enfadar, Taimanin!-bramó Vrutha-¡Te haré pedazos!

Vrutha comenzó a darle vueltas a la cadena, creando un efecto de disco en el que ambas hachas golpeaban de manera alternada. Rito se vio obligado a caminar hacia atrás mientras bloqueaba los hachazos con una de las mazas que constituían los extremos de su bastón.

¡Aguanta, Rito, voy contigo!-exclamó Shirubei mientras repetía su asedio.

¡Mirad!-exclamó Hagane en medio de la escaramuza-¡Un ejército numeroso de algo muy grande se acerca desde el bosque de detrás de esos edificios!

Inuhito observó al lugar señalado por Hagane y clavó sus ojos en  los visitantes.

¡Ogros!-exclamó Inuhito-Son mucho más fuertes que los orcos…sería mejor que acabásemos con ellos antes de que se infiltraran en nuestras tierras…

Aoi asintió y corrió hacia el lugar por el que pretendían acercarse los ogros.

¡El jardín de dientes de león fue plantado por la casa Makihara hace décadas y es cuidado por ésta desde entonces!-exclamó Aoi-¡No dejaré que esos ogros ensucien nuestras flores! ¡Antes las arrancaría!

¡Aoi!-gritó Inuhito-¡Deja que te acompañe!

¡He de honrar a mi familia!-gritó Aoi-¡Lo siento!

Pero…-intentó negociar Inuhito-… ¡UN MOMENTO!

Una figura desconocida y de aspecto amenazador había cruzado por aquel lugar a gran velocidad. Parecía dirigirse a algún edificio alejado.

¡Maldita sea!-exclamó Inuhito-¡Esa persona, cosa, bestia o lo que sea se dirige hacia la casa Momota!

La casa Momota…-susurró Hagane-… ¡Rinako-sensei!

Así es.-dijo Inuhito-No dejaré que nadie hiera a mi preciada maestra.

¡Ve, Inuhito!-pidió Yamiyuki-Y recuerda que todo esto es una estratagema para separarnos… ¡demuéstrales quiénes somos los verdaderamente sagaces aquí!

¡Les dolerá, te lo aseguro!-exclamó Inuhito antes de perderse de vista-¡Seré tu orgullo una vez más! ¡SEREMOS tu orgullo! ¡Que vivan los Taimanin!

. . .
¡QUE VIVAN LOS TAIMANIN!-gritó Aoi al escuchar a su compañero en la lejanía-Lo habéis oído, ¿no es así, malditos ogros?

Aoi estaba encarando a una horda de enormes y amenazadores ogros. Aquellas criaturas, de facciones toscas y rudas y cuerpos grandes y fuertes, no medían menos de dos metros y estaban dispuestos a usar sus gigantescos y duros puños con eficiencia. Algunos llevaban garrotes de madera o de piedra.

¡JAJAJAJA!-rió uno de los ogros-¿Envían a un único hombre para hacernos frente a todos nosotros? Están locos…

No han enviado a nadie.-respondió Aoi taimadamente sosteniéndole la mirada al ogro-He venido por mi cuenta.

¿Tan pocas ganas de vivir tienes, joven?-le preguntó otro de los ogros.

Esa pregunta debería hacérosla yo a vosotros.-dijo Aoi-Fuera de nuestras tierras. ¡Ahora!

Creo que no entiendes la situación…-dijo un ogro amenazándolo con un garrote gigantesco.

Sin esperar a que respondiera, el ogro lanzó un fuerte garrotazo contra Aoi. Un sonido de rotura le informó de que su asedio había sido fallido: el chico había parado el garrotazo con tres cuchillos kunai entre sus dedos, de tal forma que se clavaron en el garrote y, con un pequeño giro impreso por las hábiles manos del chico, hicieron que el arma saltara en pedazos.

¡Maldito Taimanin!-bramó el ogro.

El enorme ser se lanzó contra Aoi con los puños cerrados. El chico aprovechó la rabia del ogro para burlarlo, pues la ira nublaba el juicio de los ogros y absorbía la mínima inteligencia que poseían. Tal fue la suerte del ogro que se vio en el suelo tras recibir una llave por parte del joven.

¿Quién quiere ser el siguiente?-preguntó el chico.

¡Veamos si tus cuchillos pueden cortar esto!-gritó otro ogro.

El ogro que se había lanzado a por Aoi tenía un garrote metálico. El Taimanin no necesitó hacer demasiados cálculos: lanzó los cuchillos contra la mano del ogro, refrenando así el impacto. Tras ello, enroscó su látigo en el garrote y utilizó su poder ninja de la electricidad para hacer pasar la corriente por la superficie conductora del arma, electrocutando violentamente al monstruo.

Mucha fuerza y poco cerebro…-dijo Aoi-…sois las presas perfectas para mí.

El Taimanin recibió un fortísimo impacto en el plexo solar, saliendo propulsado antes de chocar contra un robusto árbol. El dolor del impacto era intenso, pero no dejó que le dominara. Se centró en entender la situación: aquellas criaturas habían comenzado a rodearlo y ahora no podía ver a la totalidad de sus enemigos a la vez. Analizando el dolor que sentía, se imaginó la forma del objeto que  había colisionado con su cuerpo e infirió que había recibido un puñetazo, si bien no había podido verlo.

Vamos a darte una cura de humildad…-dijo uno de los ogros mientras los demás reían.

Ven a dármela.-lo invitó Aoi sin torcer su gesto.

El ogro se lanzó contra el árbol, pero el chico se había sobrepuesto al dolor y pudo esquivar ágilmente el placaje que iba a recibir, colocándose entonces a la espalda de su enemigo, al cual pudo estampar contra el árbol con una patada voladora con los dos pies juntos. El tronco del árbol vibró de tal manera que comenzaron a caer gran cantidad de hojas del mismo. Aoi se sonrió.

Ninpô – Kata no Jutsu!-exclamó el chico.
(¡Arte ninja de la dureza!)

Las hojas se endurecieron y se hicieron pesadas y afiladas como trozos de piedra cortada y pulida. Cayeron entonces como una pesada lluvia de cuchillas que se fueron clavando en el cuerpo del ogro y causándole heridas profundas y muy grandes, con tal suerte que le causó la muerte.

Henchidos de rabia, los ogros se lanzaron todos en tropel contra Aoi, quien sacó su látigo de nuevo y comenzó a girar sobre sí mismo, dando latigazos circulares que mantenían alejados a los ogros lo suficiente como para evitar un linchamiento.

Tengo que escaparme de este punto…-pensó Aoi-…mis latigazos no son lo suficientemente fuertes como para impedir que los ogros se acerquen… ¡es ahora o nunca!

Aoi saltó y se alejó de los ogros.

. . .

¡Rinako-sensei!-bramaba Inuhito mientras se acercaba a la casa Momota-¡Rinako-sensei!

Su audición sobrehumana le permitía escuchar gritos. La voz era la de su maestra, y la entonación le daba a entender que eran gritos de guerra. Al llegar a las inmediaciones de la mansión, vio a su preciada maestra destrozando a las tropas demoníacas con su katana.

Menos mal…-suspiró Inuhito.

Inuhito.-dijo la maestra tras aniquilar al último de los demonios cortándolo en dos por su eje de simetría-Me alegro de verte. ¿Te importaría lidiar con el encapuchado que nos observa? Tengo que entrar en la casa e impedir que la ensucien los Mazoku…

He venido por él.-dijo Inuhito-Déjamelo a mí.

La mujer asintió. Jovencísima para ser una maestra, la hija de los Momota se introdujo en la mansión corriendo a una velocidad tal que no hacía sino demostrar la fuerza desmedida que tenía.

Una figura antropomorfa cubierta con una capa negra y una capucha descendió de entre los árboles. Parecía tener instrumentos cortantes en sus manos, por lo cual el chico lo recibió con varios cuchillos kunai en cada mano, pudiendo repelerlo con seguridad.

¿Quién diablos eres?-preguntó Inuhito-¡Ni se te ocurra acercarte a la casa Momota!

El encapuchado se limitó a lanzar unos extraños objetos punzantes. El Taimanin los esquivó y, una vez clavados en un arco ornamental de madera, vio que se trataba de jeringuillas llenas de un líquido que no inspiraba confianza.

Tienes suerte de no haber contaminado un árbol con esas cosas.-dijo Inuhito-Nuestras tierras no son para que las ensuciéis… ¡basura!

El individuo se acercó a Inuhito e intentó darle un puñetazo, pero el chico le apresó el brazo y se lo retorció con fuerza, obligándolo a hincarse de rodillas y a someterse.

Buen chico.-dijo Inuhito mientras clavaba uno de sus pies en las costillas del individuo-Ahora… ¿qué tal si te quitas la capucha?

El tipo obedeció. Bajo la capucha se escondía un cabello rosa, un rostro pálido y unos ojos rojos que lo miraban con superioridad, lujuria y sorna.

¡Karistus!-bramó Inuhito-¡Craso error por tu parte el haberte metido en este follón! ¡Los peces gordos tendríais que quedaros atrás!

Lo mismo podría decirse de vosotros…-dijo Karistus mientras se zafaba del agarre de su contendiente con sorprendente facilidad.

Lanzó un zarpazo. Inuhito creyó apartarse a tiempo, pero se quedó con tres cortes paralelos en un brazo.

¡Hijo de puta!-le espetó el Taimanin mientras observaba qué llevaba su enemigo en la mano.

Escalpelos…-dijo Inuhito-…qué cabrón…

La única pena es que no me ha dado tiempo a mojarlos con mi última droga experimental…-dijo Karistus relamiéndose.

Malditos chiflados…-dijo Inuhito-… ¿los demonios científicos sólo pensáis en desarrollar drogas? Yo también soy un científico y siento más vocación por…no sé, mejorar el mundo en el que vivimos.

Pese a sus amaneramientos estrambóticos y su personalidad algo salvaje, Inuhito era un joven muy comprometido con el desarrollo intelectual de la especie. Como licenciado en Química, una de las circunstancias que más le disgustaban era la de quienes utilizaban la ciencia para ejercer el mal.

¿Un científico?-preguntó Karistus con desdén-¿Tú? ¿Un crío? No me hagas reír…

Claro que no.-dijo Inuhito sacando su aro-¡Te haré sufrir!

Quedan pocos minutos para la señal.-dijo Karistus-Si no logras matarme para entonces…estáis acabados…tú y todos los Taimanin.

La única señal que va a verse va a ser la de tu cabeza colgando de un mástil como señal de nuestro noble exterminio anti-demonios.-le respondió Inuhito.

. . .

¡Me da igual cuánto podáis golpearme!-bramó Aoi tras recibir otro puñetazo-¡No pisaréis los dientes de león!

¡Aparta de nuestro camino!-bramó un ogro dispuesto a partir su garrote contra las costillas de Aoi.

¡AAAAAAAAAARGH!-gritó el chico tras recibir el garrotazo-¡Malditos!

Uno de los ogros le había inmovilizado las manos mientras otro le sujetaba los pies. Los restantes lo golpeaban con fuerza.

Deberíamos humillarlo…-dijo uno de los ogros-… ¡seguro que es virgen! Je…

Aoi clavó sus ojos en el ogro que acababa de hablar.

No vamos a dejaros repetir vuestras atrocidades.-dijo Aoi con orgullo-¡NUNCA!

¿Cómo vas a impedírnoslo?-preguntó el ogro tras darle varios puñetazos-Venga… ¡desnudadlo!

El chico respiró hondo. Entre gritos de dolor y chorros de sangre, las manos de los ogros que lo sujetaban se desprendieron de sus cuerpos. Libre de nuevo, Aoi tiró los cuchillos ocultos con los que había mutilado a sus captores y saltó para alejarse de los restantes, dando varias volteretas elegantemente.

Hemos sido entrenados para esto…-Aoi se sonrió-…no vais a poder acabar conmigo.

¿Estamos perdiendo a nuestros hermanos por unas estúpidas flores?-preguntó uno de los ogros-¡Acabad con las flores primero!

El gesto de Aoi se congeló. Ante el apremiante avance de los ogros, se adelantó hacia los dientes de león y, sacando un kunai, se agachó entre sus preciadas flores.

Como ya decía…-siseó-… ¡antes de que pisarais los dientes de león con vuestros sucios pies, los cortaría!

El chico hizo un elegante movimiento circular, cortando buena parte de los dientes de león. Los agarró con su mano izquierda todos juntos, formando un gran ramo, y sopló hacia los ogros. Los dientes de león se deshicieron, formando una ventisca blanca que se aventuró  hacia sus enemigos.

Ninpô – Kata no Jutsu!-pronunció Aoi con orgullo.
(¡Arte ninja de la dureza!)
Los fragmentos de los dientes de león se convirtieron en esquirlas penetrantes que arreciaron contra los ogros, acribillándolos mortalmente. Una vez hubieron caído todos, Aoi se dejó caer jadeante entre la hierba.

Su descanso duró poco, pues alguien más le salió al paso: un ogro más, al parecer, el jefe de aquella avanzadilla.

. . .

Rito y Shirubei continuaban forcejeando con Vrutha. A las inmediaciones de la escaramuza llegaban constantemente bestias llameantes. Mientras sus compañeros lidiaban con la orco, Hagane ayudaba a Yamiyuki a despachar a los monstruos.

¡No se acaban nunca!-exclamó Hagane tras cortar por la mitad a un perro infernal con uno de sus abanicos-¡Tenemos que localizar su fuente!

Seguro que es esa mujer…-dijo Yamiyuki tras astillar el cráneo de una serpiente de fuego azul con un pisotón-…Belladonna.

¡HAAAAAAAAAAAAH!-oyeron gritar a Vrutha.

Una de sus hachas echó hacia atrás a Shirubei. La otra golpeó el bastón de Rito y obligó a éste a hincarse de rodillas.

Veo que no erais más que palabrería…-dijo Vrutha-… ¡sois muy débiles!

Maldito orco hormonado con tetas…-susurró Shirubei tras toser y expulsar algo de sangre.

¡Te he oído!-le espetó Vrutha-¡No me trates como si fuera un hombre!

La princesa comenzó a sermonear a Shirubei entre insultos y maldiciones.

Princesa o no, todo orco tiene una estupidez característica de la que no puede librarse en su vida.-siseó Shirubei-Ahora está distraída… ¡túmbala, Rito!

El Taimanin de cabello verde se lanzó contra Vrutha y la estampó contra el suelo  con una brutal llave. Acto seguido, bloqueó sus hachas con su bastón e inmovilizó su cuerpo con sus piernas.

¡Suéltame, hombre asqueroso!-bramó la orco.

Que un orco llame “asqueroso” a otro individuo es más que paradójico…-dijo Rito mientras impedía los movimientos de Vrutha.

Una figura irrumpió en aquel lugar, cortando el aire con su increíble velocidad. La onda expansiva que produjo su parada en seco fue suficiente como para hacer que Rito se soltara un poco de Vrutha, permitiendo a ésta quitárselo de encima de una patada.

Por fin has llegado…-saludó Vrutha.

La figura tenía forma humana, aunque iba completamente cubierta con una capa plateada. Tras las palabras de la orco, se quitó la capucha y se arrancó la capa, dejándola caer contra el suelo.

Yo también me alegro de verte, Vrutha.-respondió la recién llegada.

Aquella mujer era la portera del Moist Desire: alta, de complexión robusta y con una característica mata de rastas de colores, esta vez suelta. Lucía un uniforme negro de lucha libre muy ajustado con ribetes rojos, así como botas y mitones blancos con adornos también rojos. Era muy, muy musculosa.

Sí…-dijo la orco-…siempre es un placer, Virgo.

¡Eh!-oyeron una voz familiar detrás de todo aquello.

A la escena llegó corriendo Seika, que todavía llevaba el uniforme de Gokuruma, modificado de tal manera que no se veía nada de su cuerpo.

¿Qué estáis haciendo con los alumnos?-preguntó Seika con tono apremiante.

¿Sucede algo?-preguntó Yamiyuki.

Están secuestrando a muchos alumnos.-dijo Seika-No sé hacia dónde los llevarán, pero se dirigen hacia aquí…

La orco y la recién llegada, que respondía al nombre de Virgo, se sonrieron.

¿Han llegado a pasar alguna vez por este lugar?-preguntó Yamiyuki.

No: los he adelantado para poder anticiparme a su ataque.-explicó Seika-Son demasiado fuertes… ¡los alumnos están indefensos por ahí detrás!

Yo iré.-dijo Yamiyuki-No se llevarán a nadie.

Virgo y Vrutha intentaron salirle al paso, pero Shirubei y Rito contuvieron a la princesa orco. Por su parte, Hagane intentó lanzarse a por Virgo, pero Seika se le adelantó. Lanzó un golpe con el canto de su mano, obligándola a saltar. Su salto fue tal que se subió a lo alto de un arco de madera.

¿Tienes miedo?-preguntó Seika con cierta inseguridad.

Creo que tú tienes más.-dijo Virgo-¿Por qué no subes y lo desmientes, señorita falta de orgullo?

Seika saltó sobre el arco y se encaró a Virgo. Habiendo permitido la retirada de Yamiyuki para ayudar a los secuestrados y con Vrutha contenida por Shirubei y Rito mientras Hagane expulsaba a las tropas que llegasen, la hermana melliza de Rito sintió que su deber era enfrentarse a aquella mujer de cabello policromado.

Je…-Virgo apretó los puños y se puso en guardia-…vas a durar muy poco.

Eso ya lo veremos.-dijo Seika ejecutando una guardia propia del Aikido.

. . .

No puedo evitar preocuparme por Seika…-susurró Rito mientras forcejeaba con Vrutha-…es su primera situación crítica…y ya sabes cómo es…

En un gesto de amistad y comprensión, Shirubei excusó a su amigo.

Ve con ella.-dijo Shirubei-Yo me encargaré de esta vigoréxica.

Pero…-dijo Rito-…no quiero que te hiera…

¡Sacaré fuerzas de donde no haya con tal de ayudarte!-exclamó Shirubei-¡Ve, Rito, y asegura la victoria de tu hermana!

Rito se escapó de Vrutha y se acercó a Seika.

¿Tu amigo te ha dejado solo después de tanto cuchicheo?-preguntó Vrutha lanzando una vigorosa patada contra Shirubei.

Los amigos tenemos que saber acercarnos y alejarnos en los mejores momentos.-dijo Shirubei mientras bloqueaba y agarraba la pierna de Vrutha-Te aseguro que soy…que SOMOS unos estrategas.

. . .

¡Vamos, señorita!-exclamó Virgo en un intento de provocación hacia Seika-¿Por qué no atacas?

Seika se mantuvo en su guardia, taimada y observadora.

Está bien…-Virgo se tomó la licencia de atacar-… ¡toma esto!

La mujer musculosa lanzó una patada lateral contra Seika, quien paró el ataque con un agarre y retorció la pierna de su enemiga de una manera tal que la obligó a hincarse contra el suelo de espaldas a ella. Haber hecho bien el primer movimiento le dio seguridad, por lo que se sonrió levemente y procedió a continuar la ofensiva.

¡YAH!-gritó Seika.

Aún efectuando su agarre, la chica volcó a Virgo del arco. La caída libre finalizó en una pesada caída acompañada por un quejido de la que supuestamente era un demonio.

Y, ahora…-susurró Seika-… ¡HAAAAAAH!

Agarrándose la falda para que no se le viera nada, Seika saltó del arco hacia su enemiga, que yacía tumbada. Al caer, dirigió un fuerte pisotón contra una de las piernas de Virgo, quien rodó ágilmente y se levantó con presteza.

No soy tan fácil, ¿sabes?-se jactó Virgo.

Seika cambió de guardia, colocándose en posición de Karate.

No me asustas.-dijo Seika con seriedad pero todavía cierta falta de confianza-¡SHEEEEEH!

Lanzó un fuerte puñetazo recto contra el esternón de Virgo. El impenetrable cuerpo de puro músculo de ésta inutilizó el ataque. La Mazoku aprovechó entonces para agarrar el puño de Seika y apretarlo fuertemente con objeto de romperle la mano, que mantenía vendada.

Agh…-Seika puso una expresión de dolor.

¡Suelta a mi hermana, arpía!-bramó Rito.

El chico embistió a Virgo, librando a Seika de ella.

Vaya, vaya…-dijo Virgo-…creo que tú estarás más a mi altura…me parece que voy a pasar de la niña y voy a ir a por ti…

No te burles de mi hermana…-le advirtió Rito-¡HIYAH!

El chico lanzó un fortísimo gancho alto contra el abdomen de Virgo, pero fue inútil: su musculatura estaba muy dura.

Tendré que imprimir más fuerza en mis ataques…-dijo Rito.

¡AAAAAAAAAAAARGH!-oyó gritar a Shirubei tras él.

Vrutha lo había sobrepasado. La situación se tornaba preocupante. Virgo y Rito se mantenían agarrados y forcejeando, intentando hacerse una llave el uno a la otra.

¡Ayuda a Shirubei, hermano!-exclamó Seika-¡Yo me quedo con esta tiparraca! ¡HAAAAH!

Seika rompió el agarre de Virgo con un empujón y, acto seguido, lanzó  una patada alta contra el cuello de la mujer, quien no necesitó tensarlo para inutilizar el impacto.

Los rehenes ya están en tránsito…-dijo Virgo-…es hora de recoger.

Los alrededores estallaron en llamas azuladas. Comenzaron a circular unos carruajes de aspecto macabro con algunos estudiantes atados a vigas colgando del mismo. De uno de los carruajes colgaba una chica de piel muy morena y dorada, con un punto rojo en la frente y una larga melena blanca recogida en una trenza. Parecía inconsciente, y estaba semidesnuda, recubierta por algo de ropa rota. Seika se deshizo al ver la imagen.

¡Veena!-gritó-¡VEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEENAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Aquella chica era la mejor amiga de Seika. Intentó correr hacia ella para salvarla, pero darle la espalda a Virgo le dejó carta blanca para noquearla.

¡Seika!-exclamó Rito-¡SEIKA!

Apretó los puños.

Maldita víbora…-dijo Rito-…voy a darte tu merecido.

. . .

Aoi entendió que no podía forcejear mucho más con aquel ogro enorme en su estado actual. Aquel tipo no era verde como los demás. Su piel tenía un tono ocre, y su larguísima melena tenía mechas blancas y negras. Era muy alto incluso para ser un ogro, superando incluso el doble de la altura de Aoi. Su cuerpo estaba recubierto por un taparrabos con faldón de color negro y unos arneses negros y rojos en el pecho con hombreras, brazaletes y botas de los mismos colores. A pesar de su corpulencia y su dureza facial, parecía muy joven dentro de su raza.

No pisaré tus flores.-dijo el ogro-No me preocupan ni me importan, pero tenemos algo mucho peor reservado para vosotros.

Vete al infierno…-murmuró Aoi entre jadeos.

Soy Kazark.-dijo el ogro-Recuerda mi nombre como el del demonio que destruyó tu vida y la convirtió en un infierno.

Un brutal puñetazo privó a Aoi de su consciencia. Tras esto, el ogro, llamado Kazark, sacó un pequeño pulsador de mano de un bolsillo de su faldón y lo apretó.

. . .

¡La señal!-exclamó Karistus-¡Por fin!

El demonio científico lo estaba pasando realmente mal frente a Inuhito: el chico era ágil, fuerte y despiadado, y su aro permitía propinar unos golpes increíblemente destructivos. Tras recibir la señal que esperaba, sacó un pulsador de mano de su capa y apretó el botón. La zona tembló. Comenzó a desplazarse una hilera de maquinaria muy pesada y, en cuestión de segundos, un montón de cañones plateados rodeaban y apuntaban hacia Gokuruma en su totalidad.

¿Qué demonios es todo esto?-preguntó Inuhito.

Vuestra perdición, Taimanin.-le espetó Karistus.

Aprovechó la distracción de Inuhito para clavarle un manojo de escalpelos en el estómago, pero no tuvo suerte: la percepción sin parangón del chico le permitió darse cuenta y esquivar el impacto, contraatacando con una patada. No obstante, los cañones se dispararon. Algo parecido a granadas gaseosas comenzó a llover sobre Gokuruma, creando una niebla de color azul con notas violáceas que avivó todas las llamas demoníacas que arreciaban contra el campo de batalla a la vez que causaba inconvenientes en los cuerpos de los Taimanin.

¿Qué está…-intentó decir Inuhito-…pasando? Me siento…débil.

. . .

Shirubei terminó por caer ante Vrutha. Aquella niebla había mermado sus fuerzas. Hagane intentó ayudarle, pero la extenuación de eliminar a las tropas comenzaba a atacarle. Además, los cañones que habían visto disparar y extender aquel humo habían hecho que el fuego azul, símbolo de la magia Mazoku, se avivase, por lo que las bestias ardientes llegaban mucho más grandes y fuertes. Agotados, Hagane y Shirubei se vieron obligados a ceder.

A su lado, Rito, que había vuelto a enfrentarse a Virgo, estaba sufriendo los mismos efectos. Afortunadamente, había conseguido que algunas mujeres Taimanin se llevasen a Seika a un lugar más seguro.

Cuando todo parecía a punto de acabar, aparecieron las profesoras en el lugar de la escaramuza. Estaban protegidas contra la niebla, por lo que no les afectaba.

Llevaos a los chicos.-oyeron que decía la voz de Belladonna.

Una imagen de ella se proyectaba por todos los alrededores.

Queridas jefas de Gokuruma, os habla Belladonna Rubidium.-continuó la demonio-Os proponemos un intercambio: los seis chicos por las vidas del resto.

¿Han hecho todo esto por nosotros?-preguntó Rito mientras luchaba por seguir despierto.

Nos negamos.-respondió la directora en voz alta.

Estamos preparados para destruir Gokuruma.-dijo Belladonna-Vuestra historia se acabará aquí.

Una explosión de fuego azulado barrió la estancia: Belladonna se había teletransportado al lugar donde habían aparecido las profesoras.  Por alguna razón, Yamiyuki estaba con ella.

Nos entregamos.-dijo el chico-No podemos permitir que Gokuruma caiga por sólo seis personas. ¡Somos muchísimos más!

¡No!-bramó la directora-¡Tiene que haber otra manera!

Mis compañeros están inconscientes.-dijo Yamiyuki-Cogedlos ya y vámonos: no quiero que hagáis sufrir más a nuestra aldea.

Sabias palabras.-dijo Belladonna chasqueando los dedos.

Se abrió un portal de oscuridad. También teletransportó frente a ella al resto de generales.

Metedlos al portal.-ordenó Belladonna.

Karistus con Inuhito a cuestas, Kazark con Aoi en una mano, Virgo con Rito en brazos y Vrutha con Shirubei a los hombros cruzaron el portal.

Hombres, llevaos al del trajecito rosa.-Belladonna señaló a Hagane-Se lo daremos a Delphine…se la tiene jurada.

Varios orcos cargaron con Hagane y cruzaron el portal.

Yamiyuki Kuroi…-dijo Belladonna-…cruza la puerta y todo esto habrá terminado.

Te estoy esperando en el otro lado desde hace tiempo…-dijo Yamiyuki-… ¡BRUJA!

Belladonna se giró hacia el portal y vio que Yamiyuki había desaparecido por él.

Insolente…-siseó.

Sin mediar más palabra, Belladonna entró en el portal a la vez que de él salía un kunai. El portal se cerró detrás de la mujer y tanto los cañones como la niebla como los monstruos se esfumaron. Todo volvió a la normalidad…salvo los escombros y las señas de batalla.

La directora vio que en un árbol se había quedado clavado el kunai que había salido del portal. Llevaba una nota atada:

He visto a través de todas sus estrategias y las he desmantelado. Hemos ganado. Yamiyuki Kuroi.

2 comentarios:

  1. En serio, primero me hacen gracia los orcos, siempre tan bestias y, sí, feos xD Vrutha (perfecto el nombre) segundo... los enemigos nunca aprenden xD aguantan muchos !ZAS¡ en toda la boca. Poniéndome en la piel de los enemigos... Dan ganas de matar a los Taimanin jajajaja
    Karistus me mola porque parece calmado y me gustan "los malos" que no pierden los nervios con facilidad (cuando lo hacen sufren pataletas y les quita todo el jodido encanto)
    "Orco hormonado con tetas" xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD genial.
    A Belladonna le espera la muerte (espero que lo sepa)

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    1. Como sabía que se acercaba una época de paréntesis creativo, decidí escribir hasta aquí para dejarlo en la intriga y separar un poco un arco de otro: la captura de los Taimanin me pareció un punto estratégico para ello. Me alegro de que te haya gustado... ¡ya verás lo que viene después!

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