miércoles, 9 de agosto de 2017

[TY] Episodio 88: Dureza

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 88: Dureza

Los seis valientes Taimanin aparecieron en las instalaciones de los Neo-Nómadas tras despedirse de sus compañeros y cruzar el portal. Su objetivo era rescatar a los soldados que hasta ese instante habían sido sus enemigos en aras de desbloquear las comunicaciones con la ONU como pago por la vida que a partir de esa noche les iban a deber.

Esto es enorme.-comentó Hagane mientras miraba a su alrededor-¿No os da la impresión de que cada vez que nos colamos en las instalaciones del enemigo hacen algún tipo de obra de ampliación?

No me extrañaría lo más mínimo.-respondió Rito con una media sonrisa-Lo que más me mosquea no es que esto sea grande, sino que no haya ni rastro de los tiparracos a los que hemos venido a buscar.

Saben que queremos sacarlos de aquí con vida.-terció Aoi-No querrán ponérnoslo nada fácil. Seguro que están separados. No se arriesgarán a que podamos agarrarlos a todos a la vez y, por supuesto, nos quieren separados a nosotros también por si entramos en combate.

Creo que está claro que tenemos que ir cada uno por un sitio.-sumó Shirubei encogiéndose de hombros-Estaba encantadísimo de volver a verme rodeado de vosotros, pero parece ser que nos tenemos que dar otro paseo solitario.

No será tan duro como lo que llevamos hecho.-Inuhito trató de infundir ánimos-Los soldados están fuera de combate. Las más peligrosas eran las dos mujeres, una de ellas está muerta y la otra es nuestra rehén. También sabemos que los Fuuma no vendrán a joder porque ya no existen, por lo que todo queda entre los Mazoku y nosotros. Esas alimañas también tienen que estar agotadas por la batalla de esta noche.

Está claro entonces, mis queridos aliados y amigos.-sentenció Yamiyuki en tono solemne-Nos separaremos aquí y trataremos de encontrar a todos nuestros objetivos. Tenemos que hacer lo posible por rescatar con vida a los soldados James Silver, Leon Fitzgerald, Émile Delacroix, Grant Steeler, Christian Miller, Andrei Kagami-Volkov y Gordon Powers. Nos veremos antes de lo que imaginamos. ¡Buena suerte a todos!

Los chicos asintieron con la cabeza y se separaron, yendo cada uno por un pasillo de los muchos a los que se podía acceder por el punto en el que habían aterrizado desde el portal. Al verse solo de nuevo, Yamiyuki comenzó a reflexionar.

Son siete objetivos y nosotros somos seis.-pensó el chico-Tendremos que emplearnos a fondo. Hay que encontrarlos, acabar con quien ose separarnos de ellos y después convencerlos para que nos acompañen o, en su defecto, cargar con sus cuerpos tras noquearlos de manera preventiva. Noto una presencia demoníaca cerca. Espero que haya suerte. Jamás pensé que me vería con tantas ganas de encontrarme a un demonio.

El chico clavó sus brillantes y místicos ojos en el extremo final de un pasillo. En algún punto de aquel segmento se estaba filtrando una energía demoníaca que invitaba al acercamiento, una trampa obvia, una señal de avance. Con sigilo y agilidad, surcó el pasillo de un salto. Apoyando la espalda en la pared a la que acababa de llegar, inspiró y exhaló de manera taimada. Sentía la presencia demoníaca más cerca. Delante de él había otro tramo de corredor, pues había parado en un codo. En el nuevo tramo había bastantes puertas a ambos lados.

No tengo tiempo para abrir todas las puertas.-Yamiyuki hacía cábalas para sí-Y, aunque lo tuviera, no necesitaría disponer de él de tal forma. Las rosas me acompañan en todos mis viajes.

Tocó un punto de la pared con los dedos índice y corazón de la mano derecha. De debajo de sus dedos comenzaron a brotar unas finas ramas de rosal que crecieron hacia cada una de las puertas, colándose por las rendijas y dejando que floreciera una rosa roja en el extremo que había conseguido entrar en cada sala.

Las rosas están tranquilas.-observó el joven-No hay nada de interés tras estas puertas. Tendré que pedirles un favor extra. ¡Rosas, mostradme el camino, por favor!

Las ramas de rosal salieron de las puertas y se enroscaron entre sí, formando una rama gruesa que comenzó a recorrer la estancia como si fuera inteligente. Su invocador perdió pronto su extremo de vista, dejando que explorara libremente las instalaciones hasta que, de pronto, se paró.

Creo que he encontrado algo.-Yamiyuki se sonrió-Bueno, no lo creo: lo sé. Si la rosa que despertará tras este parón me da un indicio sabré lo que hacer.

Lejos de la vista del Taimanin, de la punta de la rama, que se había detenido, brotó una hermosa rosa roja. Comenzó a sufrir espasmos con una energía de color azul: estaba disonando con la energía demoníaca, transmitiéndole a su dueño una valiosa información. Obviando totalmente la forma y la longitud del camino, así como el tiempo que podría tardarse en recorrerlo, Yamiyuki brotó del extremo de la rama con un pequeño estallido de pétalos, cayendo de pie frente a una puerta reforzada al lado de la cual la rosa estaba brillando, alternando su rojo natural con el azul de la energía Mazoku.

Ya es hora de que te relajes, preciosa.-susurró Yamiyuki cogiendo la rosa con sus manos, apartándola de la energía que la estresaba-Necesitaré tu ayuda en breves instantes.

El chico trató de escuchar a través de la puerta. Al haberse separado por completo de la pared, la rama de rosal se había esfumado como si nunca hubiera estado ahí. Como Taimanin, aquel joven podía presumir de que sus sentidos estaban muy desarrollados, pero no estaban vastamente amplificados como los de Inuhito. No captó la totalidad de lo que estaba sucediendo al otro lado de la puerta, pero sí escuchó alguna voz familiar que le dio la pista definitiva.

Ahora, mi bella flor,-susurró Yamiyuki-abre la puerta.

Colocó la rosa en el cerrojo. Como si de ganzúas hechas a medida se tratase, las ramas que hizo brotar la rosa en el interior de la cerradura abrieron la puerta de manera completa, limpia y silenciosa. Haciendo honor a su sigilo como guerrero ninja, Yamiyuki se coló sin ser visto ni oído, tras lo cual se colgó del techo, permaneciendo como un observador en el rincón más oscuro de aquella sala que, por suerte para él, estaba poco iluminada.

No hay que ser muy inteligente para inferir lo que pretendéis hacer conmigo.-dijo la voz que había dado la pista a Yamiyuki desde el centro de la estancia.

Grant Steeler estaba allí. Sólo unos calzoncillos lo separaban de la desnudez. Su atlético cuerpo estaba montado en una máquina de aspecto amenazador que le unía los brazos por las muñecas con un pesado grillete hidráulico que se sujetaba del techo. Sus piernas estaban cruzadas a la altura de los tobillos, separadas a la altura de las caderas y levantadas hasta dejar el punto medio de sus nalgas apuntando al suelo. Al igual que con sus brazos, también sus piernas estaban sujetas con un grillete que se cerraba en torno a sus tobillos y se sujetaba al suelo mediante un pilar metálico. En el cuello le habían puesto un collar metálico con una cenefa de púas en su cara interna amenazando con clavársele en la piel. De la cara externa de aquel sádico accesorio colgaban cables de diferentes colores y eran muy largos, llegando a conectarse a máquinas que estaban muy alejadas dentro de la extensión de la sala. Bien fijado al suelo se erguía, perpendicularmente a él, un mástil muy rígido y duro que apuntaba directamente a la zona anal del soldado, que había sido estratégicamente expuesta con aquella máquina.

Estás jodido, humano.-Yamiyuki oyó otra voz.

Se fijó entonces en el resto del escenario: al soldado lo rodeaban mercenarios Mazoku que parecían ser especialistas en tortura.

Te escupiría, pero no honro a traidores.-se limitó a responder Grant.

Está descalzo, pero lleva las botas bien puestas en espíritu.-pensó Yamiyuki mientras observaba-Le van a dar bien fuerte. No sé por qué me da en la nariz que ese palo que le van a meter por el culo es algo más que un simple mástil muy largo.

Se te castigará con un empalamiento prolongado hasta que mueras.-sentenció otro de los mercenarios haciendo caso omiso de la insolencia de su presa.

No estoy acabado, escoria.-respondió Grant con estoicismo-En cuanto me libre de estas ataduras, daros una paliza será una tarea sencilla.

Para paliza la que te han dado esta noche, cría de zorro.-terció una mujer de la unidad de tortura que también estaba allí-Has sido vapuleado por Rito Sonozaki hasta perder el conocimiento. Estás sin resuello. Incluso si te soltáramos, no podrías con nosotros. Es más, yo sola podría acabar contigo.

Mide tus palabras, arpía diabólica.-le espetó el militar.

La mujer se dispuso a responder, pero uno de sus compañeros le hizo un gesto con la mano para que se tranquilizara.

Tranquila, Marianella.-dijo el mercenario-Tendrás oportunidad de hacerle pagar por su insolencia sin malgastar tus palabras, que son siempre más sabias que las de él. Hay una ronda de latigazos antes del empalamiento. ¡Richard, Olga, traed eso!

Dos mercenarios se perdieron por la sala y volvieron con un carro lleno de látigos de cientos de tipos.

El plan está claro:-Yamiyuki repasaba mentalmente-Me río un rato de los latigazos que le van a dar y, antes de que corra peligro, saltaré encima de esos parias, me los cargaré sin despeinarme y me llevaré a ese energúmeno. No obstante, primero quiero ver algo. Reírme de los latigazos no es tan importante como convertir en una verdad objetiva una teoría que hace tiempo que tengo…

El sonido de un latigazo quebró el silencio momentáneo que se había hecho. Todos los mercenarios estaban ya armados con diferentes látigos en las manos y se disponían a disfrutar de aquella sesión de tortura. Muchos de ellos llevaban una de las armas en cada mano.

Creo que voy a llevar razón.-Yamiyuki clavó su vista con aún más intensidad en aquella deprimente y violenta escena.

Sin gritar, el soldado encajaba los fuertes y dolorosos latigazos que los Mazoku le propinaban por todo el cuerpo.

Has dedicado tu vida a conquistar a tus enemigos con el dolor.-comentó una de las mercenarias-¡Es hora de que mueras por sobredosis de tu medicina! ¡El dolor y el placer son nuestras especialidades!

¡Volved al infierno del que os habéis escapado!-bramó Grant mientras recibía decenas de latigazos simultáneos a manos de los torturadores.

Una chispa de energía brotó súbitamente en los ojos del militar, pero se apagó tan rápido como se había encendido. Yamiyuki se mostró muy atento.

¡Lo he visto!-el chico se mantenía expectante-¿Qué ha sido eso que se ha manifestado en sus ojos? No sé si ha sido por la ira, por el dolor o por mezcla de ambas, pero ha sucedido tal cual.

Los gritos de los torturadores se hicieron cada vez más intensos e incomprensibles, pues se mezclaban entre ellos.

¡Arrancadle la ropa interior!-gritó uno de los mercenarios que más alejado estaba.

Sin mediar palabra, otro mercenario le arrancó los calzoncillos a Grant de un latigazo, revelando sus musculosos glúteos, sus marcadas ingles y su miembro viril.

¡Castigad esa zona!-pidió a gritos una sádica mercenaria.

Los torturadores comenzaron a concentrar sus latigazos en los glúteos, en el perineo, en los testículos y en el pene del joven, que seguía negándose a gritar de dolor pese a que su rostro reflejaba que no lo podía estar pasando peor.

No me da nada de pena.-pensó el Taimanin-¿Soy una mala persona? ¿O acaso él es tan horrible que no puedo sino celebrar su dolor?

¡Juro que os mataré!-bramó el militar tratando de vencer la fuerza de los grilletes que lo mantenían inmovilizado.

¡Que no sangre por el culo hasta que no empiece la fiesta de verdad!-pidió un mercenario-Vamos a divertirnos bien.

Cada frase que Grant dedicaba a sus torturadores hacía que Yamiyuki se tensase cada vez más.

Tiene algo.-pensaba-¡Lo tiene! Ojalá tuviera aquí algún medio para corroborarlo o estuviera conmigo alguna persona con capacidades específicas para ello.

¡El collar!-gritó Olga, la mercenaria que había acercado los látigos a sus compañeros-¡Actívalo, Kain!

Uno de los hombres se acercó a un ordenador de la sala. Introdujo una contraseña y, tras ello, activó un programa. El collar se cerró firmemente y se enroscó con fuerza en el cuello de Grant, haciendo que se le clavaran todas las púas.

Ngh…-Grant no pudo reprimir un gemido.

¡AHORA!-chillaron todos los torturadores.

El torturador Kain pulsó un botón del ordenador, haciendo que los cables que llegaban al collar vieran justificada su existencia. Cada color tenía una función: los había que transmitían corriente eléctrica para producir dolor y los que inyectaban drogas y diferentes sustancias para doblegar a la víctima.

¿Qué le meto?-preguntó Kain desde el ordenador-Los tubos suministradores de afrodisíacos están en espera.

La última droga que desarrolló el doctor Karistus antes de morir.-pidió la torturadora Marianella-Seguro que la jefa Kuritöö estará orgullosa.

Sin mediar palabra, Kain pulsó un botón e hizo que las drogas solicitadas fuesen inyectadas en el cuello del soldado. Su pene comenzó a endurecerse violentamente. Era muy grueso y tenía una sensación visual pesada. Su longitud era considerable y su curvatura hacia arriba recordaba a la de un plátano. En el abdomen, alrededor de la base, tenía una tupida mata de vello púbico. La cicatriz de su circuncisión estaba finamente trazada y no era muy exagerada, pero la falta de brillo de su glande era evidente.

¡Agarraré mi bastón antes de que os deis cuenta y os haré sufrir hasta que deseéis la muerte de rodillas!-amenazó el soldado viéndose presa de la ansiedad.

Una de las mujeres fustigó el pene de Grant y enroscó el látigo en él aprovechando la erección. Con un mecanismo de tecnología Mazoku insertado en la empuñadura del arma, comenzó a transmitir corriente eléctrica a su través. Inspirado por el gesto de esta compañera, otro de los soldados tomó dos de los cables eléctricos del collar, les colocó agujas metálicas en los extremos y se las clavó en el perineo. El rostro del militar se desfiguró, aunque seguía luchando por mantener la expresión seria y desafiante.

Nghhhhhhhhhhhhhh…-gruñó en voz baja el joven soldado.

¿Qué es esa energía?-se sorprendió Yamiyuki-Creo que cada vez hay menos dudas. Este Grant Steeler es…

Es curioso que te acuerdes ahora de tu bastón.-comentó el torturador Richard en voz alta, cortando el soliloquio de Yamiyuki y obligándole a prestar atención-Lo hemos…reformulado.

No…-susurró involuntariamente Grant al percatarse del instrumento con el que lo iban a empalar.

¿Que no?-preguntó uno de los mercenarios entre risas-¡POR SUPUESTO QUE SÍ!

El mástil que te va a penetrar hasta que mueras está hecho con el bastón que te hemos requisado.-explicó otro torturador de la sala-No vas a poder resistirte al dolor. Conseguiremos abollar tu metálico orgullo, ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!

El mecanismo del mástil se activó. Se retrajo un poco hacia el suelo y tomó impulso para subir hacia arriba como un taco de billar, introduciéndose limpia y fuertemente en el ano del soldado.

¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGHHHHHHHHHH!-chilló Grant.

Finalmente, el soldado no pudo evitar gritar de dolor. Las drogas habían hecho mella en sus defensas, la corriente eléctrica y los golpes lo habían dejado muy dolorido y conocía lo que su bastón era capaz de hacer a la hora de causar dolor. Sentía que aquel mástil lo estaba quemando por dentro y estaba esparciendo magma por sus entrañas. También sentía que se partía por la mitad e incluso llegaba a desearlo con tal de acabar con aquel sufrimiento indescriptible. De sus ojos brotaban lágrimas grandes y pesadas. No podía dejar de chillar.

¡Eso es!-gritó uno de los mercenarios-¡Que sufra! ¡Haced que esa mierda se mueva!

El mástil comenzó a moverse hacia abajo y hacia arriba con cada vez más amplitud de recorrido, golpeando las vísceras de Grant una vez pasado el desgarro anal. El soldado se sentía tan dolorido que había olvidado la humillación que tanta ira le causaba. Sólo podía chillar y llorar.

Esto ha dejado de ser gracioso.-pensó Yamiyuki tensando sus músculos-Es hora de intervenir. Tendré mi oportunidad para terminar de verificar mi teoría con él a solas.

El Taimanin se tiró desde donde estaba. Cayó en medio de los torturadores, que no se lo esperaban.

¡Yamiyuki Kuroi!-gritó, aterrorizado, uno de los mercenarios.

Con su orgullo como castigador recién alimentado, Yamiyuki miró al soldado que se había asustado y le sonrió.

A ti te mataré el último.-le dijo con una falsa y sobreactuada dulzura.

Sin dejar pasar ni una fracción de segundo, el ninja pateó en el cuello al mercenario que más cerca tenía, rompiéndole las vértebras cervicales y acabando con su vida en medio de un macabro crujido que se expandió con el eco de la sala.

¿Quién es el siguiente?-preguntó el hermoso joven flexionando la rodilla de la pierna con la que había lanzado la patada y quedándose en una pose amenazadora.

¡Tomad los látigos y acabad con él!-bramó un mercenario Mazoku-¡Que no se lleve al soldado!

Yamiyuki huyó de los latigazos que comenzaron a dirigirse hacia él y se acercó al ordenador en el que había visto que se controlaban los aparatos de tortura. Rápidamente, retrajo el mástil hacia el suelo, liberando el ano de Grant, y aflojó el collar, dejándole el cuello libre de tensiones, aunque con heridas sangrantes y de mal aspecto. Tras cumplir su meta estratégica de alargar la vida de su enemigo para poder interrogarlo, se dispuso a acabar con el resto de los mercenarios, que comenzaron a utilizar su fuego azul para tratar de darle caza.

¿Sabéis?-preguntó Yamiyuki ignorando soezmente los feroces ataques de sus enemigos-Desde que saqué el traje negro de la cámara sellada tengo todavía más ganas de reírme de farfolla como vosotros.

El chico sacó dos armas ocultas del traje. Se trataba de los bastones con hojas en forma de cuarto de luna que había utilizado en batallas anteriores. Con ellos, comenzó a hacer elegantes movimientos, haciendo que las cadenas internas se desplegaran y las hojas comenzaran a volar hacia los enemigos, causándoles cortes que no los mataron pero sí los incapacitaron para seguir peleando.

Hora de poner fin a esta fiestecita.-el joven les guiñó un ojo con sorna a sus malheridos enemigos.

Una vez las cadenas de los bastones se hubieron terminado de retraer y las hojas volvieron a estar firmemente unidas a los bastones, el Taimanin comenzó a pasear, decapitando rítmicamente a todos los mercenarios que encontraba en su caminada con ayuda de las hojas curvadas de aquellas armas tan versátiles. Cuando no quedó ni un solo soldado vivo, se guardó los bastones y lanzó unas pequeñas pero rígidas bolas metálicas a los diferentes interruptores de las paredes, encendiendo todas las luces de la sala.

Vaya, vaya…-el Taimanin se giró elegante y amenazadoramente hacia el malherido soldado.

¿Por qué me has salvado?-Grant parecía haber recuperado su temeridad al haber cesado las fuentes de dolor.

Tengo que preguntarte unas cuantas cosas.-respondió Yamiyuki-¿Qué te parece si te saco de ahí, te pones cómodo y hablamos?

Jamás haré una cosa así.-se negó el soldado-Mi voluntad como militar es inquebrantable.

Permíteme que no me tome en serio esa afirmación si me la dices mientras te gotea la polla.-respondió con seriedad y mordacidad el ninja señalando a la entrepierna de su enemigo.

Maldito insolente…-siseó el soldado.

Vamos, no seas inmaduro.-insistió Yamiyuki-Sé de sobra que esto no te ha gustado. Si tu cuerpo ha tenido esta reacción ha sido por la mierda que te han pinchado. Necesito tu colaboración y tú una atención médica urgente que te podría asegurar.

De acuerdo.-se resignó el militar-Sácame de esta mierda para empezar.

Lo mataré en cuanto me suelte.-pensó Grant, manteniéndose estoico.

Quiere intentar algo contra mí.-pensó Yamiyuki mientras se disponía a liberar a su enemigo-Definitivamente este tío es gilipollas.

Creo que los botones están en…-Grant apuntó con la barbilla a uno de los ordenadores.

No necesito esas cosas, no me subestimes.-respondió el Taimanin.

¿Y darte la espalda para facilitarte el intento de mierda que vas a protagonizar?-pensaba el ninja-Si quieres hacer el ridículo, voy a hacer que lo hagas a lo grande.

Con una potente patada, Yamiyuki destrozó el grillete de las piernas de Grant. Las espinilleras de su uniforme conferían a sus extremidades una dureza sin par. Tras ver cómo las piernas del soldado caían lacias con los pies colgando casi a ras de suelo, el joven ninja lanzó una patada mucho más alta que la otra para hacer estallar en pedazos el grillete que le ataba las muñecas al otro chico, dejando que cayera pesadamente al suelo. Sin pararse a recoger su pierna, interpuso la palma de su mano entre su cara y el puñetazo que vio que el chico le lanzaba.

Craso error.-le corrigió mientras le apretaba fuertemente el puño con la mano-O te relajas o te rompo la mano de manera irrecuperable.

Mierda.-siseó el soldado.

Buen chico.-dijo Yamiyuki mientras le soltaba el puño, que había perdido toda la fuerza y la intención, a Grant.

¿De qué quieres hablar?-preguntó el militar sin mirar a su interlocutor a la cara-¡No alargues más de la cuenta esta humillación o te arrepentirás! ¿Qué es lo que me quieres preguntar?

Realmente poca cosa.-le mintió Yamiyuki-Sólo quiero saber en calidad de qué podrías cooperar nosotros tras esta reasignación de bandos.

No quiero cooperar contigo.-dijo Grant poniéndose de pie, haciendo acopio de fuerzas para mantenerse erguido.

Yamiyuki, que era mucho más alto que él, se le puso enfrente totalmente estirado.

No me hagas ponerme unos tacones que hagan que llegues a hacerme una mamada sin doblar las rodillas, Steeler.-dijo el ninja con tono amenazador-Te he salvado la puta vida a pesar de que nos habéis estado jodiendo durante una buena temporada. ¿Crees que estás en condiciones de ponerte exquisito? Si ni siquiera te quedan fuerzas para mantenerte en pie… ¡sé realista!

No me gustan los Taimanin.-respondió Grant, nuevamente humillado.

Ni a nosotros nos gustan los militares corruptos y estúpidos.-respondió Yamiyuki encogiéndose de hombros-No seas ridículo. Particularmente, tú nunca me has gustado un pelo. Me has gustado mucho menos que el resto de los que habéis venido aquí a complicarnos la vida. Hay algo en ti que no encaja… y tanto tu energía como tu olor lo delatan.

¿De qué estás hablando?-preguntó Grant, quien empezaba a inquietarse.

Veo que lo sabes tan bien como yo.-respondió el Taimanin con una sonrisa sagaz-¿Qué no le has contado a nadie?

Creo que nada de esto importa ahora mismo.-el militar cortó a su interlocutor-Quieres que hagamos una tregua y que cooperemos, ¿verdad? Si cierras la boca, aceptaré. Me han torturado mucho y oírte es una tortura aún peor.

¿Aceptas, entonces, la tregua?-preguntó Yamiyuki.

Sí.-contestó Grant cerrando los ojos y suspirando-Hagamos una tregua.

De acuerdo.-asintió el joven ninja con una sonrisa de satisfacción-¡Hagamos una tregua!

Una larga tregua…-suspiró Grant.

Yamiyuki vio que los ojos del soldado volvían a cambiar de color momentáneamente. El color azul violáceo que adoptaron disipó todas sus dudas. Su sonrisa se convirtió en una expresión severa.

Largo tengo lo que me vas a comer.-dijo el ninja con furia mientras asía su nodachi.

Con un ágil movimiento de desenvaine propio del Iaido, el chico le cortó la cabeza al soldado, dejando que rodara por el suelo. Del trozo cercenado de su columna vertebral salió una criatura demoníaca con forma de ofidio que se lanzó con maldad hacia él.

Lo sabía.-dijo Yamiyuki mientras cortaba por la mitad a aquella criatura-No podía ser de otra manera.

El Taimanin se fue de la habitación tras examinar el cadáver. Había revelado la verdad sobre Grant Steeler: era un Mazoku. Tendrían que ahondar en la historia de aquel joven para comprender cómo había conseguido parecer tan humano y de qué manera se las había ingeniado para no utilizar nunca los poderes demoníacos de los que supuestamente habría dispuesto a lo largo de su vida.


Esto huele a creación de demonios a partir de humanos adultos…-pensó Yamiyuki mientras cerraba la puerta tras de sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario