COALESCENCE
†
WORLDS
COLLIDE II †
Episodio VI · ENCONTRONAZOS
Sintieron
cada uno la mano del otro. Sus cuerpos les parecían pesados y se encontraban en
una situación de aturdimiento pasajero. Estaban empotrados en un cerco de
escombros. A su alrededor, veían las calles de Japón tal cual las veían
siempre, pero sin viandantes.
Fuera
lo que fuere lo que nos empujó hasta aquí…-dijo Ibara incorporándose-…no ha
sido capaz de separar tu mano de la mía.
Jamás
me separaré de ti, Ibara.-le respondió Itami sin soltar su mano mientras se
desencajaba del boquete que su cuerpo había formado.
Cuando
por fin se hubieron despegado de la mole de escombros, se abrazaron y se
besaron. Sabían que habían iniciado el asalto de noche y que habían estado un
buen rato peleando dentro de las instalaciones de Shiroi…y, sumándolo al tiempo
que podrían llevar inconscientes en aquella calle medio destruida, no les
extrañaba que rayase el alba. Tras separarse, se levantaron del suelo y
comenzaron a caminar.
¿Cómo
hemos llegado hasta aquí?-preguntó Itami-Estamos cerca de tu casa…
Ni
idea, pero ese bastardo la lió bien con ese hechizo.-respondió Ibara-Aunque no
sé muy bien si ha sido más culpa del hijo de puta o de Freya.
Tal vez
sea una oportunidad inigualable para desentendernos de todo y dedicarnos a
nuestra vida como hasta hace poco.-adujo Itami-Vamos a tirar esos comunicadores
que nos dieron contra el suelo: puede servir como excusa el que se hubieran
roto en la explosión si algún día nos descubren…
No hará
falta…-dijo Ibara mirando su aparato-…está frito. ¿Y el tuyo?
Itami
sacó su comunicador de detrás de una de las corbatas que llevaba.
Muerto
también.-informó el chico.
Ibara
se encogió de hombros y miró al horizonte.
¿Vamos
a mi casa?-preguntó.
El
chico asintió y, juntos, echaron a andar hacia el bloque donde vivía Ibara. Su
sorpresa fue muy grande al darse cuenta de que, justo al lado de ese edificio,
se extendía un área llena de rascacielos gigantescos, edificios flotantes,
vehículos aéreos y robots que corrían y disparaban salvajemente unos contra
otros.
¿Qué
coño es esto?-Ibara dio un paso hacia el frente.
No
tengo ni idea…-dijo Itami-…pero será mejor que nos quitemos de la vista.
Entraron
al edificio y subieron al piso de la chica. Era muy grande y lleno de lujos
impropios de una estudiante adolescente. La totalidad del apartamento estaba
decorada al gusto de la chica, con paredes negras, rojas, violetas y rosas,
pósters de grupos de música, de imágenes eróticas y pornográficas desde hombres
y mujeres desnudos hasta auténticas orgías bisexuales, cadenas pesadas a modo
de guirnaldas colgando alrededor de los techos, estanterías llenas de libros de
gran tamaño, electrodomésticos de última generación…opulencia en grandes
cantidades.
Menos
mal que todo está en su sitio…-dijo Ibara mientras paseaba por el apartamento-…aunque
no sé por cuánto tiempo…estamos en una zona limítrofe por motivos desconocidos.
Itami
había entrado en el cuarto de la chica. Un escritorio muy bien organizado y
listo para estudiar con gran intensidad, un armario gigantesco y robusto lleno
de ropa y armas, una cama de matrimonio con sábanas de seda roja y blanca, una
mesita de noche con una lámpara muy tétrica, estanterías llenas de material de
lectura, adornos, cajas y varios objetos de fetichismo, un mueble auxiliar con
una televisión muy grande de la que colgaban infinidad de cables por todas las
videoconsolas que tenía conectadas, todas ellas con dos mandos. Un telar negro
con un pentáculo invertido en el techo. Un trozo de elástico negro pinchado en
una pared del que se sujetaban, mediante trabas de seda, látigos, fustas,
pinzas, ropa interior ceñida de ambos sexos, tacones, corsés y demás objetos
negros y metálicos dedicados al sadomasoquismo.
Has
vuelto a decorar la estantería…-dijo Itami fijándose en la parte de los
fetiches.
Ibara
se acercó y agarró un manojo de calzoncillos y bragas de diseños rompedores.
¿Has
visto qué bonitos son todos?-preguntó Ibara con una sonrisa pícara-Son los
trofeos que tomé de las personas a las que me tiré la semana pasada. Las
manchas están ahí como prueba de lo que se mojaron gracias a mí. Lavarlos sería
borrar mi mérito.
Eres
una guarra.-le espetó Itami con la lascivia marcada en su rostro.
Ibara
le lanzó el puñado de ropa interior usada a su novio a la cara, tras lo cual le
empujó en el pecho con una mano y lo tiró contra la cama.
Desnúdate.-le
ordenó-Voy a enseñarte lo que les pasa a los perros que ladran a sus amas.
Una
erección casi instantánea dibujó la respuesta de Itami.
. . .
Salieron
juntos de la ducha. Todavía desnuda, Ibara abrió el armario.
Aún
tengo lo que te dejaste la otra vez.-dijo Ibara-Por si quieres cambiarte…
Será
mejor, sí.-dijo Itami-La ropa que llevábamos puesta ha quedado inservible.
Y las sábanas…-dijo
Ibara al ver cómo chorreaba su cama.
Terminaron
de cambiarse. Ibara se había puesto un corsé de color rojo anaranjado con
ribetes de espumillón plateado que simulaba alambre de espino, una minifalda
negra de tablas, varias cadenas colgando de ella y unas botas altas negras con
el empeine, la puntera y la suela de color rojo metalizado. Un chal rojo a
juego. Itami tomó del armario lo único que había en él que le pertenecía: una
camisa negra de manga corta que colgaba por la parte de atrás hasta casi el
suelo, unos bóxers negros ajustados de los que colgaban cadenas e imperdibles,
unas medias semitransparentes, unas botas altas de cordones negros trenzados,
mitones negros y una gargantilla metálica con la cabeza de una serpiente
reposando entre sus dos clavículas. Se ató varios cables negros al pelo.
¿Qué
armas has traído?-preguntó Ibara.
Haciendo
muestra de su habilidad de ocultación, Itami mostró su arsenal oculto. Ibara
hizo lo propio, dejando ver que ambos eran comparables y se complementaban en
cierto modo.
¿Quieres
coger algo de aquí?-Ibara abrió las partes del armario en las que guardaba las
armas.
Me han
faltado un par de alfanjes, una espada serpiente y un puñado de granadas de
mano. Son armas que me gustan demasiado, sobre todo mis alfanjes del alma…-comentó
Itami.
Sírvete.-le
dijo la chica-Yo añadiré a mi equipo varios látigos de distintos modos de uso,
esta recortada y…tal vez la alabarda.
Una vez
se hubieron equipado, no necesitaron intercambiar demasiadas palabras para
saber que tenían que salir de allí antes de que las explosiones, cada vez más
cercanas, volaran el edificio con ellos dentro. Tomaron una salida improvisada:
saltaron por la ventana de la cocina, que daba al patio de luces del edificio.
Desde allí, tiraron una puerta y salieron a la calle por detrás del edificio.
¿Realmente seguían en Japón?
¿Qué
mierda es esto?-preguntó Itami al ver el panorama.
Estamos
metidos de lleno en…este extraño lugar que aparentemente ha colisionado o se ha
mezclado con nuestro lugar de residencia.-comentó Ibara-Esto parece sacado de
una novela cyberpunk…todo lleno de tecnología punta y destrucción y miseria a
su alrededor… ¡mira ese edificio, joder!
Itami
miró hacia donde su chica señalaba.
Está
lleno de gente y no se les ocurre otra idea maravillosa que hacer un
cerramiento con una ventana transparente gigantesca…se ve a todo el mundo desde
aquí…me imagino que no les importará mucho que se sepa lo que sea que estén
haciendo.-dijo Ibara mientras se fijaba en la gente-¡Un momento!
¡Sí!-Itami
se dio cuenta-Ésos son…
En
aquel edificio estaban Shiroi y la mayoría de las demás personas que habían
visto en aquella reunión interrumpida. Se fijaron especialmente en el chico y
la chica que, al parecer, tanto odiaban. También había algunas caras nuevas,
como una mujer rubia mucho más alta que todos ellos que parecía ir vestida de
novia y un niño pequeño que, por cierto motivo, les resultaba familiar…
¡Mierda!-dijo
Itami-¿Te acuerdas que te dije que creía haber visto a un niño apoyado en la
ventana mientras follábamos?
¡No me
jodas!-dijo Ibara-¿No era una alucinación? ¿Era de verdad? ¿Era ése que está
ahí?
Sí…-dijo
el chico.
Bueno,
no es la primera vez que tenemos público.-Ibara no le dio mayor
importancia-Ganamos dinero gracias a eso, de hecho.
Sólo
espero que ese niño no se emocione y se piense que lo mío lo tiene todo el
mundo cuando termina de crecer, ¡JAJAJAJAJAJAJA!-rió Itami.
Es una
de las razones por las que me gustas tú y nadie más.-dijo Ibara acariciando la
entrepierna del chico con suavidad, notando una dureza que se adivinó con gran
rapidez.
Ahhh…-gimió
Itami mientras rodeaba a Ibara con un brazo y le palpaba un seno.
Mientras
se tocaban, se dieron cuenta de que el grupo que estaban observando se había
separado, quedando ahí quietos únicamente el niño y la mujer de cabello violeta
que tanto había impactado a Aquanika.
¡Es la
nuestra!-dijo Itami-¿Subimos, nos los cargamos y nos desfogamos sobre sus
cadáveres?
¿Follar
o matar?-preguntó Ibara relamiéndose-Las eternas drogas, el gran dilema…ahh, al
infierno , ¿por qué elegir? ¡Ambas cosas! ¡Vamos a reventarles la cabeza y a
echar un polvo sobre sus restos! Necesito liberar tensiones por toda esta
cadena de incomprensiones asquerosas… ¡vamos a elaborar una estrategia rápida
para maximizar nuestras oportunidades!
Itami
asintió.
Yo no
lo haría.-dijo una voz masculina conocida detrás de ellos.
Se
giraron. Subido a una farola, con su melena y la cola de su sotana mecidas por
el viento, se hallaba Yamiyuki.
Vaya…-dijo
Ibara.
Tú…-se
limitó a decir Itami.
Buenos
días, Ibara. Buenos días, Itami.-dijo Yamiyuki con una sorna tan descomunal y
malintencionada que se podía cortar con un cuchillo, tras lo cual saltó de la
farola, cayendo de pie frente a la pareja-Técnicamente me alegro de veros. Veo
que habéis pasado por vuestro fondo de armario…bonitos modelos.
Se
acabó nuestro plan de vivir al margen de toda esta mierda, supongo.-dijo Ibara.
No si
nos lo cargamos y no dejamos que avise a su amiga…-propuso Itami.
Oh…yo
no haría eso, no lo intentaría bajo ningún concepto.-dijo Yamiyuki mientras
abría una mano, materializando una bola de fuego gigantesca encima de su
cabeza.
La
pareja notaba el calor. No respondieron.
Voy a
interpretar que estáis de mal humor debido a esta larga ristra de problemas
inesperados.-Yamiyuki deshizo la bola de fuego cerrando la mano-Veo que estáis
ilesos. Mi comunicador está roto y no he podido contactar con ninguno de
vosotros.
Los
nuestros también.-dijo Ibara con asco-Mira, por encima de todo…nos salvasteis
la vida. Estamos muy quemados con todo este asunto y queremos acabar con Shiroi
y sus asquerosos aliados que no conocemos pero que, por el hecho de estar con
él, tienen que ser parecidos.
Es
comprensible.-dijo Yamiyuki-Yo también quiero ver muerto a Shiroi. Es más, creo
que quedó claro que seré yo quien acabe con su vida, sin dudar en matar a quien
intente privarme de semejante placer. Todos los polvos que habéis echado en vuestra
vida no suman ni una milésima del placer que sentiré cuando ajusticie a ese pedazo
de mierda podrida. De momento, lo mejor que podemos hacer es quitarnos de la
vista de esa gente desconocida que no tardará en declararse nuestra enemiga. Lo
prioritario ahora mismo es reagruparse. Si Shiroi vuelve por donde se ha ido,
quedarán sus ojos frente a nuestra posición.
Ibara
gruñó levemente. Itami soltó un bufido.
Me lo
tomo como un asentimiento.-dijo Yamiyuki-He peinado toda la zona que está
detrás de nosotros, así que vamos hacia el frente.
Echó a
correr, no tardando en saltar de montículo en montículo para agilizar la
exploración. Ibara e Itami lo siguieron de cerca. Tras avanzar un trecho
considerable, comenzaron a escuchar gritos y golpes. Yamiyuki se paró en seco e
hizo un gesto para que sus compañeros hicieran lo propio.
Hay una
pelea cerca.-dijo.
En
efecto.-corroboró Ibara-Dos personas, ¿no es así?
Si mis
sentidos no fallan, así es.-respondió Itami.
Ni tres
ni cuatro.-finalizó Yamiyuki-Dos personas, exactamente. Dos mujeres, a juzgar
por las voces. Conozco a una. Vosotros, de hecho, también.
Me lo
temía…-dijo Itami.
¡La
niña!-maldijo Ibara-¿Ya le están zurrando?
¡Efectivamente,
es Yurika!-exclamó Yamiyuki-¡Vamos! ¡Puede estar en problemas!
Con
sigilo, se acercaron al lugar de la pelea. No tardaron en alcanzar a ver a las
dos mujeres. Una, como habían identificado, era Yurika. Estaba algo despeinada,
magullada y con la ropa algo rota, pero no parecía estar demasiado preocupada.
Su oponente era una mujer que nunca habían visto, muy alta, robusta y llena de curvas
y músculos marcados.
¡Yurika!-exclamó
Yamiyuki.
La
chica ni se giró, pero se dio cuenta de la presencia de los tres.
¡Atrás!-exclamó
Yurika mientras desviaba un puñetazo de Pamela, que se había quitado la
chaqueta y la llevaba atada a la cintura-¡Esto ya es algo personal! ¡Voy a
estrangular a esta perra!
¿A
quién llamas perra?-preguntó Pamela mientras lanzaba un golpe con la pesada
llave inglesa que llevaba en la otra mano.
Ese
acento me recuerda al de la kazaja...-dijo Ibara-…el ángel que vimos aquel día…
¿recuerdas? Cuando estabas observando en aquella ventana, Itami… ¿quién nos iba
a decir que eran Freya y Aquanika zurrándose? ¿Quién nos iba a decir que
acabaríamos junto a ellas?
Esa tía
tan tremenda…-dijo Itami-…nunca la olvidaría. Quiero enterrar mi polla en sus
tetas hasta que grite y gima…
¡MIDE
TUS PALABRAS, SACO DE PULGAS!-se escuchó un grito varios metros al otro lado
del lugar donde se desarrollaba el combate-¡VOY A MATARTE AHORA MISMO, HIJO DE
PUTA!
No
puede ser…-dijo Itami-…puta sea nuestra suerte, ¿¡es ella!?
Yamiyuki
oteó el horizonte. Aquanika se estaba acercando aceleradamente y con armas muy
grandes en las manos: un hacha larga y
pesada de doble filo y un lanzacohetes. Detrás de ella estaban Freya y
Metallurgy acompañadas de dos hombres jóvenes que nunca había visto.
¡Vaya!-dijo
Metallurgy con cierto alivio-¡Nos hemos juntado todos! ¡ESPERA UN MOMENTO!
¡YURIKA, NO! ¡Yo te ayudaré!
¡Ni se
te ocurra!-chilló Yurika mientras intercambiaba golpes con Pamela-Recién
llegados, ¡no mováis un puto dedo! ¡Es MÍA! ¡La voy a despellejar! ¡Zorra
engreída, ven aquí!
¡Tu
boca es más grande que tus puños, niña!-le espetó Pamela.
Un
brutal mandoble con la mano inglesa explotó contra la cara de Yurika,
haciéndola caer al suelo. No tardó en levantarse y lanzar una fugaz combinación
de patadas que terminó con la chica encima de Pamela agarrándole los brazos con
las corvas, doblando fuertemente las piernas.
¡Vaya
con la niña!-dijo Aquanika viendo la escena-¡No lo hace nada mal! ¡Ey,
Rosenstiehl, vieja zorra, veo que sigues en tus trece! ¡Así me gusta!
Es
cierto…-dijo Ibara-…parece buena.
Está
MUY buena.-subrayó Itami.
Demasiado…-dijo
Ibara-…joder, ¿por qué tenéis que tener todos semejante polvazo?
Con
cierta reticencia, Metallurgy miró a Freya. Sabía que la última frase de
Aquanika la había activado en cierto modo. En efecto, se echó la melena hacia
atrás y dio un paso al frente. Con la ligereza de un ave, saltó hacia la
batalla e interceptó a Pamela, agarrándola del cuello y hundiéndola fuertemente
en el suelo, formando un cráter.
Vais a
explicarme ahora mismo qué coño está pasando aquí.-dijo Freya-Especialmente tú,
pequeña furcia.-señaló a Aquanika.
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