Capítulo 18: Valquiria - Priscille contra Angelica
Myo y Priscille les iban pisando los talones a los miembros
de la Pax Nekra. Ya podían distinguir a lo lejos a la masa de chicos comandados
por Angelica, que iba en cabeza y quien, a pesar de llevar tacones de aguja,
corría a gran velocidad, por lo que sus senos botaban violentamente.
¿Estarán bien Alice y Michelle?-preguntó Priscille.
¡Confiemos en ellos!-exclamó Myo mientras corrían.
. . .
¡JODER!-gritó uno de los chicos-¡Han quemado vivo a uno de los
nuestros! ¡Tenemos que volver al Hiwamori a por refuerzos!
…-otro de los chicos que habían huido de la escaramuza
anterior comenzó a retroceder asustado.
¿Qué está pasando?-preguntó un tercero.
Miraron hacia donde miraba el compañero que retrocedía. Todos
se miraron entre ellos con una expresión de pánico.
¡NO!-gritaron.
Se oyeron varios golpes. Todos cayeron extenuados.
. . .
¡ANGELICA!-gritó Myo cuando estuvieron lo suficientemente
cerca-¡DETENTE!
Angelica se paró en seco y, con ella, todos los chicos que
la seguían. Delante de ellos había una figura de corta estatura, completamente
tapada y que les era familiar a los chicos.
¡Es él!-exclamó Priscille-¡El que se cruzó con nosotros
aquella noche!
Maestro.-dijo Angelica en tono solemne-Adelántese y siga con
lo previsto. Nosotros los detendremos.
Myo y Priscille miraron al horizonte. Frente a ellos había
un edificio de extrañas características, casi sacado de una obra de ficción.
¿Ese edificio lleva ahí desde siempre?-preguntó Myo-No lo
recuerdo…
¡Ese edificio antes no estaba!-gritó Priscille mientras
recordaba, asustado, que ahí había un jardín de infancia-¡Algo va mal!
El encapuchado comenzó a correr hacia el edificio. Angelica
se giró hacia los chicos con un puño apretado y la otra mano tensada en señal de
guardia. Los matones que la rodeaban se amontonaron delante de ella.
Myo…-dijo Priscille-… ¡ve tras él! Yo distraeré a Angelica.
Sólo Dios sabe lo que ese hombre puede hacer ahí dentro…
Pero…-dijo Myo.
¡No te preocupes por mí!-dijo Priscille-Recuerda que sé
defenderme mejor de lo que mi aspecto da para imaginar. Fuiste el primero en
obtener el poder, y una de las personas más valientes que he conocido en mi
vida… ¡tienes que ir tras ese hombre! ¡Yo te cubro! ¡Alice, Michelle y yo te
cubrimos!
Myo asintió con la cabeza.
Está bien, pero…-dijo Myo-¡déjame que te dé una última ayuda
antes de que nos volvamos a ver!
Myo corrió tras el encapuchado. Cuando estuvo lo
suficientemente cerca de los matones, soltó un grito cargado de fuerza mientras
agitaba sus manos. Se formó un tornado que arrastró a buena parte de los
matones. Los que se libraron, que estaban demasiado lejos de Myo, no pudieron
agarrarlo a tiempo. Priscille se quedó solo ante Angelica y el último reducto
de la avanzadilla de la Pax Nekra.
Angelica chasqueó los dedos. Inmediatamente, todos los
chicos se abalanzaron sobre Priscille. Éste se envolvió en un prisma de luz que
hizo rebotar a todos los chicos. Acto seguido, hizo aparecer su yo-yo y dio un fuerte barrido, golpeando a todos sus
contendientes y dejándolos en el suelo. Tras ello, desmaterializó el arma y
miró fijamente a Angelica.
Angelica…-dijo Priscille-…no es necesario que nos hagamos
daño. Déjame pasar. ¿No ves la situación? Tokyo está en peligro.
Cállate.-dijo Angelica secamente-Soy un miembro de la Pax
Nekra y, como tal, lucharé por el cumplimiento de sus ideales.
¿Qué ideales?-preguntó Priscille exasperado-¡Todavía no nos
habéis transmitido vuestros propósitos!
¿Qué más da ya?-respondió Angelica-Hoy se van a cumplir nuestros
sueños. Hoy todo el mundo sabrá la respuesta a lo que me preguntas…y, para
asegurarme de que todo salga perfecto, he de impedir que avances un metro más.
Lo siento, Angelica…-dijo Priscille adoptando una guardia de
Karate-…tengo que reunirme con Myo…tenemos que reunirnos los cuatro.
Y más que lo vas a sentir…-dijo Angelica apretando los
puños-¡voy a vapulearte!
A mi favor tengo que alegar que…-dijo Priscille-…nunca he
perdido un combate de artes marciales.
Yo tampoco.-dijo Angelica alzando los puños.
¿Shooting?-preguntó Priscille.
Sí.-dijo Angelica-Eres el primero que no lo confunde con
Muay Thai, supongo que puedes sentirte orgulloso. Soy campeona y más que
experta en Shooting, Vale Tudo y Combat Sambo con sólo dieciocho años. Ya
puedes empezar a temblar…
A mis dieciséis…-dijo Priscille-…soy cinturón negro de
Karate, Judo y Aikido. No te tengo miedo.
Pronto me lo tendrás.-dijo Angelica.
Sin dejar pasar ni medio segundo, la hermosa muchacha
flexionó sus piernas y se lanzó a por Priscille, quien bloqueó un primer
puñetazo con su antebrazo. Lanzó un rápido golpe de rodilla, pero la chica
saltó hacia atrás para esquivarlo y abatió al joven con una patada frontal
empujándole sobre el pecho con todo el pie.
Sin dejarle que se levantara, Angelica se tiró sobre él y le
cayó sobre las costillas con un codo. Ignorando el agudo grito de dolor, la
joven apretó el pecho y el abdomen del chico contra el suelo con sus manos y le
golpeó con las dos rodillas en dos puntos del tronco superior. Acto seguido, le
cogió un brazo y se lo colocó en una posición desfavorable, intentando causarle
una luxación.
¿De verdad eres cinturón negro en tres disciplinas?-preguntó
Angelica-Das pena.
Priscille no medió palabra. Con una ágil maniobra, retiró su
brazo de entre los brazos de su enemiga, rodó por el suelo para alejarse de
ella, se levantó y le golpeó un hombro
con la palma de la mano izquierda. Acto seguido, lanzó un puñetazo recto contra
el punto de unión de ambas clavículas. Angelica rodó hacia atrás con la fuerza
del impacto. Se levantó, giró sobre sí misma y le dio una brutal patada
giratoria a Priscille en el cuello, golpeándolo contra el suelo. Un segundo
después, le pisó el cuello con su tacón.
No vuelvas a intentarlo.-dijo Angelica-Es inútil.
Priscille levantó una pierna, propinándole un puntapié en el
muslo a Angélica, obligándola, de esta manera, a retirar el pie de su cuello.
Aprovechando ese momento para levantarse, agarró a Angelica, se la cargó a la
espalda y la proyectó varios metros hacia delante en una espectacular llave de
Judo. Tras ello, se arrodilló, le cogió un brazo y se lo apretó, realizando una
inmovilización.
Angelica, por favor, no está bien pelear con una chica.-dijo
Priscille-Piensa si de verdad te merece la pena sacrificarte así por la Pax
Nekra. ¡Tus compañeros no te muestran respeto! ¿De verdad eres feliz luchando
para quien te desprecia?
¡Cállate!-le espetó Angelica-¡No tienes ni idea!
Enfurecida, la chica alargó una pierna, pateando la cara de
Priscille. Se zafó de su agarre, se levantó y le dio un brutal puñetazo,
cruzándole la cara. Haciendo un violento viraje con el mismo brazo, le estampó
el dorso del puño en la cara y lo echó hacia atrás, trastabillando y dando
vueltas. Una vez se hubo quedado estático, le lanzó una fuerte patada baja con
la espinilla en la corva, hincándolo en el suelo, momento que aprovechó para
girar en sentido contrario a Priscille e interceptarlo con una fuerte patada
giratoria que combinó con una frontal que lo golpeó en el aire y lo tiró de
nuevo al suelo.
¡Ignorante!-le gritó Angelica mientras se arrodillaba encima
de él y lo agarraba del cuello-¡No hables sin saber lo que dices!
Comenzó a darle puñetazos en la cara con el brazo con el que
no lo estaba sujetando.
Sabría algo más si os dignaseis a contestar a lo único que os
hemos preguntado…-dijo Priscille mientras paraba el puño de Angelica
agarrándolo con su mano.
¿Planeas forcejear conmigo?-preguntó Angelica con sorna
mientras seguía empeñada en descargar el puñetazo-Eres un enclenque. Además de
enano, estás flaco y no tienes nada de músculo. No tienes fuerza suficiente
para lidiar con alguien como yo.
La fuerza no lo es todo.-dijo Priscille-Parece mentira que
una gran artista marcial como tú no lo sepa. No estaré atlético como tú, pero
la fuerza es algo que, como todo en esta vida, tiene enemigos naturales contra
los que no se puede defender. En Aikido nos enseñan a valernos de la fuerza del
oponente…por lo que yo, sin ninguna fuerza propia, tengo toda la que necesito
para salir victorioso.
Le retorció la muñeca a la chica a base de girarle el puño.
Confundida por el dolor, Angelica soltó el cuello de Priscille, momento que
éste aprovechó para golpearla con una rodilla en el estómago para, justo
después, agarrarla con ambas manos y lanzarla hacia atrás por los aires empujándola
con una pierna hacia arriba.
Angelica cayó al suelo pesadamente. Sin pensárselo dos
veces, se levantó y le lanzó una tosca patada a su oponente, clavándole un
tacón en un muslo. Tras ello, le lanzó un puñetazo directo a la cara, pero
Priscille lo interceptó con una mano, se ladeó, dejándole camino libre mientras
la llevaba en su mismo sentido, causándole un desequilibrio. Un instante
después, se volvió contra ella y la tiró al suelo.
¡No juegues conmigo!-Angelica se levantó y realizó un barrido circular con una pierna.
Priscille lo esquivó saltando y, antes de caer, alargó una
pierna, dándole un puntapié en la frente a la chica y tirándola hacia atrás. Se
volvió a levantar y miró al chico adoptando una guardia distinta.
No podemos alargar esto ni un segundo más.-dijo Angelica
para sí-Tengo que asistirle… ¿en qué están pensando Albert y Maximilianne?
¡Lo siento, Angelica!-se disculpó Priscille mientras se
lanzaba hacia su enemiga.
Le dio un puñetazo directo en el estómago y uno con el dorso
del puño en la cara. Acto seguido, le golpeó con el canto de la mano en el
cuello, otra vez en la cabeza y, finalmente, le hizo una llave muy pesada. Sin
dejar pasar ni un segundo, Angelica se levantó, golpeó a Priscille en varios
puntos del tronco superior, la cabeza y los brazos con una larga y fugaz cadena
de puñetazos, lo pateó severamente con distintas patadas cargadas de fuerza y
rabia y, finalmente, le agarró ambas muñecas, le separó los brazos y le apretó
un pie contra el pecho.
¡Te voy a dislocar los brazos!-gritó Angelica.
Priscille se aprovechó de que Angelica sólo estaba apoyada
en el suelo con un pie para desequilibrarla con un barrido. Antes de caer,
Angelica cambió el agarre, se dio la vuelta y se revolcó con el chico por el
suelo, acabando por golpear su espalda contra el asfalto. Acto seguido, le
agarró un brazo con ambas piernas y le presionó con los pies en el hombro
mientras tiraba del brazo con los suyos propios.
Una luz dorada emanó del brazo de Priscille, obligando a Angelica
a retirarse. Inmediatamente, la chica se levantó y se sacó tres jeringuillas
del bolsillo. El chico se levantó y se asustó al verlo.
¿Qué es eso?-preguntó Priscille.
Tu perdición.-dijo Angelica mientras se clavaba las tres
jeringuillas a la vez en el cuello.
Con el dedo pulgar, se inyectó los contenidos de las tres
jeringuillas a la vez. Acto seguido, se las arrancó y las tiró violentamente al
suelo. Sus ojos se inyectaron en sangre y se le hincharon varios vasos
sanguíneos del cuerpo.
¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!-gritó Angelica mientras corría
con el puño en alto.
Priscille se agachó, esquivando el puñetazo, y contraatacó
con un codazo y un puñetazo en el abdomen de la chica. Con el codo no lo notó,
pero, con el puño, vio que sus músculos estaban mucho más duros que antes.
Dedujo entonces que se había inyectado peligrosas drogas para aumentar su
fuerza. Sin permitirse un respiro, el joven lanzó dos golpes más contra su
contendiente, que ya estaba tan dura que ni se tambaleaba ante ellos. Con una
diabólica sonrisa y los músculos del cuello peligrosamente marcados, Angelica
agarró a Priscille del cuello y lo levantó del suelo, zarandeándolo en el aire.
Tras varios zarandeos, lo tiró lejos de ella.
El chico logró estabilizarse y darse una voltereta en el
aire para no caer de golpe. Acto seguido hizo aparecer el yo-yo y lanzó un
golpe contra la chica, que lo paró con un antebrazo, devolviéndoselo. Priscille
fue golpeado por su propio yo-yo y cayó al suelo con él colgando de un dedo.
Angelica avanzó hacia él a base de volteretas y, en el aire,
se abrió de piernas para caer encima del chico con un talón. Se levantó y
realizó una parada alta cruzada formando un aspa con sus brazos. El golpe fue
muy doloroso, pero logró retractar a la chica.
Necesito librarme de ella como sea…-pensó el joven mientras
lanzaba desesperadamente su arma de nuevo.
El yo-yo pasó rozando a Angelica, quien había esquivado el
impacto girando sobre sí misma, tras lo cual corrió para asestarle el golpe de
gracia. El yo-yo comenzó a volver y la golpeó en la espalda, haciéndola caer de
bruces contra el suelo. Sangrando por la nariz y con sus voluminosos pechos
aplastados contra el asfalto, Angelica hizo ademán de levantarse. En ese
instante, los discos de luz y oscuridad del yo-yo del chico comenzaron vibrar y resplandecer. La cadena estalló en
pedazos y los discos se dividieron, envolviendo cada uno una pierna de
Priscille. Tras pocos segundos, el chico se encontró con una bota plateada en
el pie izquierdo y otra negra en el derecho. Eran de caña muy alta, hasta casi
las rodillas, de textura y aspecto metálico, resplandecientes, de suela casi
plana y poco tacón, pero irradiaban una energía tremenda.
Haciendo caso omiso, Angelica lanzó una fuerte patada contra
Priscille, quien la bloqueó con otra patada con la bota plateada. La fuerza de
la patada fue tal que la chica salió expelida. Sin pensárselo dos veces,
Priscille corrió hacia ella. Las botas le permitían correr a una velocidad
vertiginosa. Saltó para interceptarla. Como el avispado chaval pudo deducir, su
capacidad de salto también había aumentado astronómicamente. En el aire,
interceptó a Angelica con una patada voladora y cayó de pie al suelo, dejando
que la chica cayera contra el suelo en picado.
Se volvió a levantar.
Por favor…-dijo Priscille desesperado pero envalentonado-…
¡PERDÓNAME!
Nada más terminar de levantarse, Angelica recibió una patada
en el esternón, seguida de otra, otra, otra, otra y…una larga e interminable.
Las botas, o, al menos, la plateada, le permitían a Priscille patear a gran
velocidad. Cambió de pierna. La bota negra también tenía el mismo efecto. Tras
una larga sarta de patadas, Priscille lanzó por los aires a Angelica con la
bota plateada y lanzó una patada a ras de suelo con la negra, provocando una
onda negra que avanzó cortando el suelo hasta arrollar a la chica, que se
deshizo en un agudo grito, le abrió la camisa y le rasgó la falda, dejándola
derrotada en el suelo.
Tras desmaterializar sus botas, Priscille corrió hacia la
chica.
Angelica, lo siento.-dijo Priscille-Pero el futuro de Tokyo
es incierto ahora mismo.
Me has…-dijo Angelica-…vencido…
Priscille hizo un educado y solemne saludo marcial.
Detenlos.-dijo Angelica con el hilo de voz que le quedaba.
¿Eh?-Priscille se acercó a ella.
Detén a la Pax Nekra.-dijo-Son unos desgraciados.-empezó a
llorar-Me han golpeado, vejado, insultado y violado incontables veces. Llevo
sola en el mundo desde los seis años. La Pax Nekra me acogió y me libró de los
adultos que me han esclavizado a lo largo de mi vida desde que mi familia
murió. Me salvaron a cambio de mi servidumbre incondicional. Si no los
ayudaba…me devolverían a la calle. Mi vida es una mierda…no he tenido nada
bueno…he servido como mercenaria y…prostituta…porque, por primera vez en mi
vida, tengo una casa a la que volver cada día. No sé qué me merece más la pena,
si seguir con la farsa o si morir.-Angelica lloraba desconsolada-Me siento como
la peor persona del mundo…y me han hecho de todo lo malo y prohibido.
Priscille, por favor…ayúdame…ayuda a Tokyo…detenlos.
Al joven se le encogió el corazón.
¿Es eso cierto?-preguntó alarmado.
¿Me ves en condiciones de mentir?-preguntó Angelica
resaltando sus magulladuras, las marcas de las jeringuillas, su ropa destrozada
y su ropa interior claramente expuesta-Soy lo peor…y nunca me atreví a
denunciarlos por malos tratos...Albert me ha dado especial miedo siempre.
Nunca nadie te hará sufrir de esta manera otra vez.-dijo
Priscille-Vamos a parar a la Pax Nekra. Y lo vamos a hacer juntos. Vamos,
Angelica, con poco serás mucho más fuerte que el resto de los miembros. Tienes
fuerza suficiente para darles una paliza.
No…-dijo Angelica-…yo ya estoy acabada. Me duele todo y las
drogas me están quemando por dentro. Déjame aquí…déjame morir y adelántate. Ese
tal Myo te necesita…si no vas con él, morirá irremediablemente. Si os juntáis
los cuatro, tal vez seáis capaces de…hacer algo…pero yo no. Déjame morir…déjame
aquí…no tardaré en perecer.
¡No!-dijo Priscille-Te voy a salvar. Voy a llevarte conmigo
y, cuando todo esto acabe, me encargaré de que recibas tratamiento médico.
Voy a morirme.-dijo Angelica-Lo que me he metido era un
experimento inacabado. Déjame cumplir mi penitencia por haber fracasado como
mujer y como persona. Sólo seré una carga…peso demasiado para un flaco como tú…
¡vamos, adelántate!
Priscille tragó saliva.
¡PRISCILLE!-gritaron a coro dos voces conocidas.
Priscille se giró y se asustó al ver el terrible aspecto que
presentaban sus amigos Alice y Michelle.
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