Capítulo 12: Atando cabos
¿Hola?-dijo Myo dando un paso al frente-¿Qué haces aquí
sola? ¿Te has perdido? ¿Podemos ayudarte?
La chica se giró. Su rostro estaba céreo, y sus ojos habían
perdido su brillo. Parecía aislada del mundo. Se rió.
Va a mutar.-dijo Priscille-Está claro…
Oyeron pasos. De detrás del depósito apareció otra chica,
también con el uniforme del instituto Hiwamori. Su cabello era verde y estaba
recogido en una coleta baja. Sus ojos, de color verde muy oscuro, parecidos a
los de la otra chica, también carecían de brillo.
¿Y si pedimos ayuda?-preguntó Alice-Podemos llamar a la
dirección del centro y que vengan a por ellas…
¿A la una y media de la madrugada?-preguntó Michelle-Me
parece que vamos a tener que luchar…
Se oyó una especie de tirón muy fuerte. Cuando se quisieron
dar cuenta, de la chica de pelo verde sólo quedaba frente a ellos la ropa. Cayó
en medio del grupo, dando un fuerte golpe. Ya no era ella. Estaba completamente
desnuda, su cabello se había vuelto negro y ralo, se había hecho más alta y
musculosa y carecía casi totalmente de piel. Su cuerpo sangraba y tenía un
aspecto putrefacto: era una mujer zombie.
Antes de que ninguno de los cuatro chicos pudiera
reaccionar, la chica volvió a saltar y se colgó de una barandilla. Miró a los cuatro
amigos y vomitó sobre ellos.
¡Dispersaos!-gritó Myo.
Los cuatro chicos se alejaron y se distribuyeron por los
vértices de la planta. El chorro de vómito cayó sobre el suelo, produciendo
vapores y un sonido de quemaduras.
Son demasiados videojuegos ya…-dijo Myo-…como para no saber
que el vómito de los zombies suele ser altamente corrosivo.
¡Muy sagaz!-lo elogió Priscille.
¿Os habéis parado a pensar en el golpe que supondrá esto
para el instituto Hiwamori?-preguntó Alice sin perder de vista a la zombie.
No tenemos la culpa, Alice…-dijo Myo-…estas chicas han sido
asesinadas. Es mejor pensarlo así…
Fueron asesinadas en el momento en que el destino las eligió
para acabar así.-concluyó Priscille.
Vamos a acabar con esto antes de que pase a mayores…-dijo
Michelle amargamente.
La chica que no había mutado, hasta ese momento quieta,
empezó a hacerse grande y musculosa hasta reventar su ropa. Su cuerpo se tornó
verdoso, su pelo, parduzco y sus dientes comenzaron a crecer.
¿Qué es eso?-preguntó Alice asustado.
¿Un orco?-preguntó Priscille ajustándose las gafas y
poniéndose en guardia.
Sea lo que sea…-dijo Myo-¡tenemos que salir vivos de esta
emboscada!
La zombie saltó y aterrizó al lado de la orco, que era
considerablemente más alta y robusta.
Sin mediar palabra, los chicos invocaron a sus armas y
rodearon a ambas mujeres mutantes.
Quien lanzó el primer ataque fue la zombie, intentando
saltar hacia Myo. Alice reaccionó rápidamente y ató los pies de la criatura con
su cinta, haciéndola caer de bruces al suelo y congelando sus tobillos
gradualmente. Priscille corrió hacia la mujer y, sin darle tiempo a levantarse,
la encerró en un prisma de luz muy apretado para evitar que pudiera dar golpes.
¡La mantendré encerrada el tiempo que necesitéis!-apremió
Priscille-¡Encargaos de la otra!
Myo, Michelle y Alice se giraron hacia la orco, la cual,
para sorpresa de todos, arrancó una tubería y amenazó con golpear a los chicos
con ella.
Tenemos suerte de que haya arrancado una tubería vacía…-dijo
Michelle mirando los circuitos hidráulicos-…si hubiera llegado a coger una de
las gordas, nos habría arrastrado el agua hasta matarnos…
La orco soltó un
bramido y se lanzó a por los chicos con un fuerte mandoble de tubería. Los tres
intentaron esquivarla, pero Myo fue demasiado lento y fue aplastado por la
tubería.
¡MYO!-gritaron Alice y Michelle, a la vez que Priscille, que
lo había visto.
¡Maldita!-gritó Michelle-¡Lamentarás esto!
El joven pelirrojo lanzó un chorro de fuego contra el
musculoso y cuadriculado abdomen de la orco, cuya dureza era suficiente como
para aguantar las llamas.
¿Cómo?-se extrañó Michelle-¿No le ha hecho nada?
La orco levantó la tubería para golpear a Michelle. Myo rodó
por el suelo y se incorporó.
¡Haced algo, por favor!-exclamó Priscille-¡Este monstruo no
para de patalear!
La zombie golpeaba las paredes del prisma enloquecidamente,
intentando salir.
Escucharon un fuerte golpe. La tubería chocó contra el
bastón de Michelle, doblándose ampliamente.
Eso no te lo esperabas, ¿verdad?-sonrió Michelle con sorna.
Alice dio un suave golpe de muñeca y su cinta voló hacia la
orco, atándola por varias zonas, reduciendo su movilidad y comenzando una lenta
congelación. Michelle aprovechó el momento para golpear con su bastón
fuertemente a la criatura en sus dentudas fauces.
¡AAAAAAAAAHHHHHH!-gritó Myo con una mezcla de dolor y
fuerza.
Giró sobre sí mismo y le clavó una daga a la orco en las
costillas, haciendo que se hincara de rodillas y chillase. En medio de su
enfurecimiento, la criatura lanzó por los aires a Myo de un puñetazo y, con un
potente movimiento de su grande y pesada pierna, propulsó también a Michelle y
a Alice, cuya cinta cayó al suelo, deshaciéndose las ataduras.
Todavía con la daga clavada, la orco caminó hacia Alice y
Michelle, que habían caído cerca el uno del otro, y los agarró con sus grandes
manos. Dando una fuerte palmada, chocó sus cuerpos entre sí. El robusto y
pesado cuerpo de Michelle colisionó con el débil y delgado cuerpo de Alice,
causándole mucho más dolor a este último.
No obstante, algo se activó en Alice. Al entrar en contacto
con el caliente cuerpo de su amigo, su visión se aclaró. Puso su mano en el
fuerte brazo que lo agarraba. Una hilera de hielo comenzó a propagarse por el
mismo, por lo que la orco no tuvo más opción que soltar a Alice, que cayó al
suelo extenuado y dolorido. Siguiendo el ejemplo de su amigo, Michelle se
concentró, apretó los puños, cerró los ojos y…la orco chilló mientras lo
soltaba con violencia. La palma de su mano estaba bastante quemada.
Alice cogió la cinta del suelo y se preparó para un nuevo
movimiento. Le había gustado mucho comenzar a practicar gimnasia por su cuenta
y quería estar a la altura de sus amigos. Mientras cruzaba las piernas, tiró su
cinta como si de una caña de pescar se tratase, envolviendo a la orco a la
altura del pecho, pegando sus brazos a su cuerpo. Michelle hizo un círculo de
fuego alrededor de sus pies para impedir que se moviera, tras lo que lanzó una
gran burbuja ígnea con la palma de su mano derecha, provocando una explosión de
fuego de pequeño radio.
Aprovechando el desequilibrio de la criatura, Alice tiró de
la cinta y consiguió dejarla postrada en el suelo. La desató, dejando ver un
aro de hielo sellando su cintura escapular.
¡AHORA!-gritó Myo mientras lanzaba la daga que le quedaba
desesperadamente.
El arma se clavó entre dos de los prominentes fascículos
abdominales de la criatura, provocando el afloramiento de un caudaloso chorro
de sangre.
Ignorando el dolor del golpe producido por el impacto de tan
pesada tubería, Myo corrió hacia la sometida criatura, le arrancó las dos dagas
tirando de ellas con todas sus fuerzas y, en un ramalazo de coraje, creó una
pequeña burbuja de aire a sus pies que lo elevó levemente. La hizo explotar
mientras echaba el peso de su cuerpo hacia atrás, lo que resultó en una
ascensión circular con una patada con voltereta que liberó una onda de viento
que abatió a la orco y provocó su desintegración.
¡Guau!-dijo Michelle-¡Vaya truquito te has marcado!
Esas patadas son muy típicas en muchos héroes de
videojuego…-dijo Myo-…me siento infantil diciéndolo, pero siempre he querido
imitar ese movimiento…y ahora lo he logrado.
Nada mal tú tampoco, canijo.-Michelle agarró a Alice de un
hombro-Al final vas a ser un gran gimnasta, ya lo verás…
¡La voy a soltar!-interrumpió Priscille-¡A por ella!
Priscille soltó sus músculos, deshaciendo el prisma de luz.
Como accionada por un resorte, la zombie saltó y, en una exhibición de profunda
locura, comenzó a espurrear vómito mientras saltaba de un lado para otro.
¡Lluvia ácida!-dijo Michelle-¡Todos a cubierto!
Priscille alzó las manos. La parte más alta de lo que podría
ser una bóveda se dibujó en el firmamento, deteniendo los chorros de vómito.
¡Todo sería más fácil si esa loca dejase de moverse!-se
quejó Michelle.
Podría intentar congelarla, pero no tengo puntería y es
demasiado ágil para mí…-dijo Alice mientras tensaba levemente su cinta.
Tranquilo, Alice.-dijo Michelle-Myo no es el único que
entiende de videojuegos. Los zombies prenden fácilmente, ¿verdad?
Myo adivinó lo que Michelle quería hacer y le sonrió
mientras asentía con la cabeza.
¡QUE APROVECHE, MADEMOISELLE!-gritó Michelle mientras
agitaba su bastón.
De la enjoyada punta del arma brotó un chorro de una hermosa
luz roja que interceptó a la zombie en pleno vuelo, haciéndola estallar en
llamas. Cayó pesadamente al suelo: a lo largo de la caída se había podido
apreciar la disminución de su masa. Cuando el fuego se disipó, lo acompañaron
unas partículas negras…
¡Misión cumplida!-exclamó Michelle, satisfecho.
Un gran trabajo.-dijo una voz familiar.
Se giraron. El hombre jorobado, de baja estatura y
encapuchado estaba frente a ellos.
¿Quién es usted?-preguntó Priscille mientras hacía ademán de
avanzar hacia aquella figura.
Alguien que conoce vuestros poderes, vuestra causa, lo que
estáis haciendo y sabe cómo ayudaros.-dijo el hombre-No necesitáis saber más.
Hace mucho tiempo, yo también fui tocado por la varita mágica del destino y
adquirí ese poder…ahora ya soy demasiado viejo para actuar, pero puedo
explicaros cómo funciona el poder.
Ninguno de los cuatro le respondió.
A cada portador nos corresponde un elemento y un
arma.-explicó el anciano-Asimismo, aunque no están relacionados los elementos
con las corrientes del alma, cada portador está caracterizado por un rasgo
distintivo que marca su personalidad prácticamente desde que nace, aunque viva
y muera ajeno al poder. Tú, Myo, estás infundido por la valentía, por el valor,
por la abnegación. Tú, Alice, por el poder mágico. Tú, Michelle, por la fuerza.
Finalmente, tú, Priscille, eres la más viva imagen del intelecto, del
conocimiento, de la inteligencia.
¿Cómo…-preguntó Michelle-…cómo sabe nuestros nombres?
Os he estado observando.-explicó el hombre-Como antiguo
portador del poder del que ahora hacéis gala, mi deber es cuidaros desde la
distancia y guiaros. En el instituto Hiwamori encontraréis cobijo…y respuestas.
Id mañana.
La figura se evaporó.
¿Adónde ha ido?-preguntó Myo.
¡Mirad!-dijo Alice-¡Está saltando en esa dirección!
Sigámoslo…-dijo Priscille mientras se daba la vuelta hacia las
escaleras.
Alice y Myo bajaron todo lo rápido que pudieron. Haciendo
alarde de su fuerza muscular y de su inusual agilidad respectivamente, Michelle
y Priscille saltaron cada tramo de escaleras, logrando bajar en pocos saltos.
Corrieron hacia la dirección en la que habían visto alejarse al hombre.
Sigue habiendo muchas cosas mal.-dijo Priscille mientras
avanzaban-Del Hiwamori se fueron cuatro
chicas. Faltan dos en paradero desconocido. Además…ese hombre… ¿qué pretende?
¿Mañana en el Hiwamori? Supongo que no
perdemos nada pasándonos después de clase…y así puedo ver a Ren…
Las calles se iban haciendo cada vez más largas y estrechas,
pero estaban todas bien iluminadas.
¡Por cierto!-siguió Priscille-¿Os habéis fijado en que ambas
chicas…
Se pararon en seco y se giraron. Habían dejado atrás un
cuerpo. Otra chica del Hiwamori. Parecía inconsciente…y estaba muy magullada.
Tan pronto como se intentaron acercar, el cuerpo explotó en partículas negras.
¡Mirad!-dijo Priscille, que se había girado a observar el
panorama.
Había otra chica un poco más adelante. Les estaba dando la
espalda, por lo que no podían ver qué era lo que tenía en las manos que
brillaba tanto…una luz plateada rodeaba su cuerpo…intentaron acercarse a ella
para interrogarla, pero también se desvaneció, cesando así el brillo plateado.
¿Os habéis fijado?-preguntó Priscille antes de que sus
compañeros pudiesen mediar palabra.
¿A qué te refieres?-preguntó Myo-¿En qué nos teníamos que
haber fijado?
Las cuatro chicas…-dijo Priscille-…no llevaban el uniforme
ordinario del Hiwamori.
¿No?-preguntó Michelle-Yo suelo ver pasar a un grupo todas
las mañanas por la calle cuando voy hacia nuestro instituto y, si mal no
recuerdo, el uniforme de las chicas del Hiwamori es exactamente así…
Sí…-dijo Priscille-…pero no. Hay un pequeño detalle
diferenciador.
¿Cuál?-preguntó Alice.
Tal vez sea demasiado pequeño como para prestarle
atención…-dijo Priscille-…pero no puedo evitar fijarme en todo. Los cuellos
marineros de las chicas del Hiwamori NO tienen una cruz negra con alas dibujada
entre las clavículas ni entre los hombros…como estas cuatro pobres víctimas sí
tenían.
Alice, Michelle y Myo miraron a Priscille con extrañeza.
¿Una cruz con unas alas?
Priscille señaló el uniforme de la última chica en
desvanecerse. Se acercaron a mirarlo. Una cruz alada estaba cuidadamente
bordada en el cuello del uniforme. No era demasiado grande, pero se podía ver
con un simple golpe de vista.
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