COALESCENCE
†
WORLDS
COLLIDE II †
Episodio II · BRUJAS Y VAMPIROS
Pulsó
el resentido interruptor y la corriente comenzó a fluir por el circuito.
Algunos de los recubrimientos aislantes estaban desgastados y se podía ver el
hilo conductor desnudo a su través, pero no había manera de conseguir equipo
nuevo. Con ayuda de un osciloscopio bastante obsoleto, monitorizó la señal
eléctrica.
Incluso
con la pésima calidad del instrumental, el ruido de la señal es mínimo.-dijo
para sí en la soledad de su laboratorio-Tal vez un osciloscopio de mayor
categoría o, directamente, un aparato de este siglo, me informaría con más
precisión sobre las distorsiones, pero, con todo, la batería parece estar en
buenas condiciones…y ya es mucho. Cuando caí en este agujero no era capaz de
imaginarme que acabaría construyendo una batería con mis manos a partir de lo
que me comenzó a rodear desde entonces hasta ahora. Espero que me ayude…aunque
ya estoy mentalizado, ¿qué se puede esperar de una sociedad tan extremista como
ésta?
Volvió
a oprimir el interruptor, cortando la corriente. Desconectó los cables de los
polos de su recién acabada obra y los dejó en la mesa, agarrando el artilugio
con sus manos. Tenía forma paralelepipédica y un tamaño no muy aparatoso para
las manos de una persona, pero exageradamente grande en comparación con la
tecnología contemporánea. La había recubierto con una lámina de aislante rígido
esmaltado en tono naranja brillante. Los polos poseían cierres de seguridad
para evitar enganches innecesarios con conductores y eliminar el riesgo de
derivaciones de corriente accidentales. La enganchó a su cinturón y la cubrió
con su gabardina. Como si no lo conociera, oteó su laboratorio de nuevo. Estaba
muy oscuro, con únicamente una hilera de anticuados focos hechos a base de
bombillas de incandescencia. Estanterías llenas de productos químicos
cuidadosamente colocados y etiquetados. Material de laboratorio químico,
muebles llenos de piezas rescatadas de la basura: elementos mecánicos,
eléctricos, electrónicos…de todo lo que pudiera encontrar. Un ordenador
antiquísimo de gran tamaño ocupando un ancho tramo de pilar negro: tal vez en
su época fuera un superordenador. Una ingente jaula metálica pendiendo del
techo con un sistema de cadenas y poleas con una palanca para moverla
verticalmente. Algunas sillas. Una enorme extensión llena de más repuestos y
componentes, todo tipo de piezas y, sobre todo, material químico y eléctrico en
grandes cantidades. Algo alejado del entorno de trabajo, se encontraban unos
angostos cubículos provistos de lo justo y necesario para vivir, a imitación de
un hogar común.
Nada de
esto existía cuando me volcaron aquí…-reflexionó en voz alta-…el esfuerzo y la
voluntad siguen siendo infalibles.
Sobre
una de las mesas había un trozo de papel bastante sucio y ajado que contenía
unas breves instrucciones.
Es
ridículo.-se dijo-Me parece estúpido ser una de las pocas personas de este país
que siga recibiendo mensajes en papel. ¿Es ésta una forma de discriminarme, de
considerarme una rata, el paria que supuestamente soy? Es tan surrealista y tan
atrasado que, a día de hoy, se sigan matando árboles para esto cuando podemos
comunicarnos mediante señales que no interaccionan negativamente con la
naturaleza…
Se
ajustó las gafas y comenzó a leer.
Lo de
siempre: destruir.-dijo-¿Me ven cara de matón? Lo peor de todo es que, si no
hago esta mierda, no podré obtener dinero de ninguna manera…supuestamente es
ilegal que lo reciba si no es de las manos de los cabrones de siempre. Amigo
mío, no desconfío de ti, pero espero que no me hayas olvidado, que sea cierto
que vas a ayudarme a salir de este abismo algún día…
Procedió
a encaminarse a la salida. Llevaba unos pantalones verdes de combate con bolsillos
grandes, un cinturón metálico del que colgaban varios aparatos de mano y
algunas bolsas con multitud de bolsillos y unas botas negras altas con suela
gruesa y alta, rodeadas de brillantes cadenas plateadas. De cintura para
arriba, un chaleco verde ajustado lleno de bolsillos encima de una camiseta
térmica de color verde pálido. Sobre ello, una gabardina de color verde caqui
abierta y larga hasta los tobillos, también provista de muchos bolsillos. Las
manos enfundadas en mitones negros. Su cabello era negro, lacio y largo hasta
casi los codos. Sus ojos eran plateados y brillantes, y llevaba unas gafas
rectangulares de montura fina y metalizada. Era alto, de piel pálida,
corpulento y bastante musculoso, de piernas largas pero poco marcadas por el
corte recto de sus pantalones, hombros muy anchos y brazos fibrosos. Al salir,
volvió a ver lo que no necesitaba que le recordaban: trabajaba, estudiaba,
experimentaba y vivía en las alcantarillas. Siendo precisos, en unas
alcantarillas antiquísimas, de hacía siglos, que se conservaban como vestigio
cultural de lo que fue el Japón de la época y como entorno de castigo para los
insurrectos, criminales y, en general, toda aquella persona que manchase la
impecable y archiconocida imagen del país.
¿Vas a
salir de nuevo?-escuchó una voz.
Una
mujer de avanzada edad y con el cabello cano, tapada con una manta marrón y
temblando de frío, miraba al joven.
Nos
matarán si no hago algo.-respondió-Además, es la única forma de traer dinero a
estos suburbios…
Ten
cuidado, hijo…-le dijo con reticencia la mujer.
No se
preocupe, señora…-respondió el joven-…podría decirse que soy un profesional de
esto.
Echó a
andar. El lugar entero estaba envuelto en un ambiente con un hedor
insoportable. De los conductos se vertían fluidos verdosos, parduzcos,
azulados, rosas, negros y, en general, cualquier adulterio producido por mezcla
de residuos industriales. El castigo para los parias, la maldición de sus
vidas: en un mundo donde la contaminación no existía, se decidía emularla y
dirigirla a un reservorio controlado para hostigar y mantener bajo control a
sus desganados habitantes. Mientras paseaba, veía a todo tipo de máquinas
gigantes armadas que patrullaban lo que se tendrían que llamar las calles de
aquel núcleo demográfico.
Te
encontré.-dijo al llegar a su destino-Tráfico de objetos ilegales a este nivel
de profundidad, reuniones injustificadas, agresiones verbales políticas
manifiestas…creo que sabes lo que los peces gordos te tienen preparado, ¿no es
así?
¡Mierda,
te han pillado!-dijo el chico que iba con la joven mujer a la que el imponente
hombre se había acercado.
Todo lo
contrario.-la chica sonrió bajo su máscara de gas.
¿Dónde
está?-preguntó el supuesto verdugo.
Me lo
implantaron en la cadera.-dijo la chica.
¿Pudor?-preguntó
el hombre.
Me
obligaron a prostituirme durante tres meses en las fiestas privadas del comité
de arriba.-dijo la joven-Desconozco esa palabra.
Entonces,
procede.-el hombre no mostró ninguna emoción.
La
chica se desató los cables con los que se sujetaba su corsé de materiales
compuestos de baja calidad. Se lo quitó parcialmente y, acto seguido,
desabrochó la falda que ella misma se había confeccionado a base de cadenas y
algunas fibras desechadas, dejando al descubierto los raídos pantalones que
llevaba debajo, los cuales desabrochó y se bajó para mostrar su cadera.
No te
dolerá.-dijo el chico apartándose la melena.
Sacó de
uno de sus bolsillos lo que parecía un detector de metales antiguo y comenzó a
pasarlo por la cadera de la mujer. Comenzó a emitir un sonido y, acto seguido,
la chica notó un leve e indoloro espasmo.
Y, con
esto, estás oficialmente muerta.-dijo el chico-Algo bueno tenía que tener el
dar tanto asco que no quieran ni mirarnos, por remota que fuese la
monitorización.
¿Qué
está pasando?-preguntó el chico, que se había girado para no ver a su compañera
desnudarse con objeto de no avergonzarla.
Se está
convirtiendo en una leyenda.-le explicó la chica-Este tipo no vino de arriba,
sino de MUY arriba.
Básicamente
estoy luchando por que llegue el día en que todo este sinsentido concluya.-el
hombre se cruzó de brazos.
El
problema es que…-el chico comenzó a temblar y señaló detrás del hombre que
había escaneado a su compañera.
Créeme
que esa chatarra no es ningún problema.-respondió el hombre llevándose una mano
al cinturón-Me resultó más difícil poder inhibir y destruir sin detección los
chips identificativos que nos implantan al tirarnos aquí que acabar con la “policía”…
Se
giró. Ante él había una enorme bancada sobre la que se montaban varias
ametralladoras de cañón giratorio que sobresalían entre los orificios de un
armazón rígidamente estructurado, moviéndose con dos patas articuladas
metálicas de gran altura.
Licántropos…-dijo
el hombre.
Se
escuchó un chispazo. El corpulento individuo vestido de verde había partido la
enorme máquina por la mitad en medio de un destello de color verde eléctrico.
En una de sus manos llevaba una empuñadura negra de cuyo extremo salía un rayo
láser de longitud e intensidad controladas a modo de espada.
¡Increíble!-dijo
el chico.
Increíble
es que nos castiguen por tráfico por traer comida fresca y que codearnos con
gente que voluntariamente baja a visitarnos se considere reunión ilegal.-dijo
la mujer.
No
salgas.-le replicó el corpulento hombre tras apagar su arma-Recuerda que ya no
existes.
Van a
venir los guardias a comprobar si has hecho el trabajo bien y…-el chico, que
parecía un adolescente, se echó a temblar.
Y se
van a encontrar con la horma de su zapato.-le cortó el otro hombre-Mi trabajo
oficial es acabar con vosotros, quienes, a día de hoy, gozáis del mismo status
social que yo. Mi trabajo real es acabar con esta injusticia. Largaos antes de
que vengan, me encargaré de que no se enteren.
El
chico y la joven se fueron corriendo canal abajo. Cuando por fin se encontró solo,
el joven misterioso dejó que las máquinas lo rodearan.
Vampiros…-dijo-…no
pensaba que se necesitaría algo como ellos para un trabajo tan sencillo…
Dos
máquinas voladoras llenas de hojas rotatorias y cables arrollados con puntas
afiladas comenzaron a hacer círculos a su alrededor. Las acompañaban dos núcleos
mecánicos con brazos robóticos equipados con cañones y montados sobre sendos y
unitarios pies con una rueda y un propulsor al final.
…y
también brujas…-observó-… ¿se estarán dando cuenta de lo que está sucediendo?
Sacó un
rollo de cable grueso y pesado que pendía de la parte trasera de su cinturón.
Era un antiguo conductor de cobre recubierto de goma negra. Lo desenrolló y
golpeó con él el suelo, provocando un amenazador chasquido. Los dos vampiros
descendieron hacia él en picado mientras disparaban sus cables puntiagudos.
Para defenderse, el hombre blandió el enorme cable como si de un látigo se
tratase, desviando los impactos y golpeando a ambas máquinas, retractándolas.
Acto seguido, hizo ondear el cable en el aire y lanzó un latigazo contra una de
las brujas, que se desplazó lateralmente, evitando el impacto, y comenzó a
disparar sus cañones.
¡Mierda!-maldijo
el joven.
A base
de volteretas y giros, logró esquivar los proyectiles explosivos. Tuvo la
suerte de no tener que rodar por el centro, donde fluía el asqueroso río de
mezcla de residuos normalmente inexistentes. Volvió a echar mano de su peculiar
espada láser, la encendió y lanzó una elegante y potente estocada contra la
bruja que había disparado, atravesándola. Antes de que comenzase a
descontrolarse, le apuntó con la planta del pie izquierdo y la mandó lejos de
él de una patada aprovechando la rueda que tenían debajo. Cuando terminó de retractarse,
explotó. Notó entonces una presión incómoda en su espalda. Los cables de los
vampiros le habían alcanzado, pero, por suerte, su gabardina estaba hecha con
fibras a prueba de penetración y cortadura. Se giró hacia las máquinas
flotantes y cortó las puntas de los cables con la espada láser a la vez que la
otra bruja le disparaba. El proyectil impactó contra una pared, provocando un
desprendimiento que arrastró y tumbó al joven.
Ngh…-gruñó
mientras hacía alarde de la fuerza de sus brazos para levantarse aun con los
escombros en la espalda-…no podréis pararme. No ahora que he llegado tan lejos.
Al
levantarse, sacó de su gabardina una gradilla llena de tubos de ensayo con
disoluciones de diferentes colores, todos ellos perfectamente tapados. Agarró
tres de ellos y los lanzó contra uno de los vampiros. El vidrio de los tubos
reventó por la fuerza del impacto, haciendo que el modesto pero efectivo
contenido de los mismos fluyera por el chasis de la máquina, produciendo una
severa corrosión. Sin esperar ni un segundo, sacó un matraz con un brillante
líquido naranja y un tapón de corcho y lo lanzó enérgicamente contra el raído
vampiro. El fluido produjo una reacción sinérgica que hizo que la máquina
dejase de funcionar, cayendo inerte al charco de basura, donde siguió sufriendo
más corrosión y erosión. El vampiro y la bruja restantes atacaron de manera
conjunta.
Está
bien…-dijo mientras se agachaba para esquivar el disparo de la bruja-…tengo
claro que moriré si me acierta uno de esos cañonazos, mientras que…
El
vampiro giró sobre sí mismo mientras se abalanzaba contra el chico, intentando
cortarlo con sus largas hojas.
…estas
cosas son íntegramente devotas del combate con arma blanca…-siguió observando.
Apagó
la espada, la guardó y volvió a echar mano del tramo de cable, fustigando
fuertemente al vampiro y enrollándolo en el cable hasta que el extremo,
desnudo, estuvo en íntimo contacto con la carrocería de la máquina. Acto
seguido, acopló al otro extremo, también desnudo, un par de pinzas conductoras.
Se retiró un poco el faldón de la gabardina y, con la otra mano, clavó las
pinzas en los bornes de su recién inventada batería, produciendo así que pasase
corriente eléctrica a través del cable con una intensidad tal que el vampiro
comenzó a calentarse y a humear. Los chasquidos indicaban que se estaba
quemando por dentro, por lo que, tras unos segundos, desconectó el cable de la
batería y lo desenrolló del cuerpo del vampiro, dejando que cayera al suelo
mientras explotaba.
Queda
una máquina.-dijo mientras encaraba a la bruja.
La
bruja apuntó con sus cañones. Sin darle tiempo, su objetivo humano sacó un
tarro de uno de sus bolsillos, lo destapó y lo agitó, lanzando su contenido
hacia ella. Unas pequeñas pastillas blancas caían sobre la máquina mientras el
hombre sacaba una botella de vidrio llena de agua destilada y la lanzaba hacia
el mismo sitio, rompiéndola al impacto. El agua prendió fuego a las pastillas,
formando llamas que comenzaron a surcar cada milímetro de la máquina,
despedazándola.
El
viejo truco del hidróxido de sodio…-dijo el hombre mientras guardaba sus armas
y herramientas y se echaba la melena hacia atrás-…hasta las máquinas más
avanzadas caen en él.
Se
dispuso a volver a sus dependencias, pero no tardó en encontrarse a un hombre
vestido de negro y con un casco en la cabeza cortándole el paso.
Exijo
una explicación.-le dijo.
Por
horrible que sea lo que pueda hacer…-respondió el hombre de hombros anchos-…sé
que no bajaríais aquí ni aunque os duplicasen el sueldo. Habéis venido por la
disrupción, ¿verdad? Hace escasos minutos…yo también la he notado.
Muy
agudo.-dijo el hombre de negro-Igualmente, habla o muere.
Me
acabo de cargar a la chica, ¿qué más queréis?-preguntó el otro hombre.
Haces
algo más siempre que te empleamos.-dijo el hombre misterioso de nuevo.
Demuéstralo.-le
espetó el otro.
Podemos
presentirlo.-respondió el que parecía ser un miembro de las autoridades.
Pero no
demostrarlo.-contestó con vehemencia el otro-¿Qué diablos quieres de mí?
Una
explicación para los de arriba.-respondió.
¿Por
qué no vais a investigar la tormenta de energía que se ha apoderado de lo que
calculo que puede ser un 26% del planeta hace menos de un cuarto de
hora?-preguntó el hombre-Yo no puedo estar más limitado aquí abajo…
Necesito
decirles algo antes de encerrarte hasta nuevo aviso.-insistió el hombre de
negro.
¿Más
todavía?-preguntó el hombre de verde-¿Acaso vivir en una alcantarilla arcaica
en la que simuláis problemas que ya no existen sin poder ver el mundo real es
poco encierro? Mira, si quieres decir algo, sube ahí y diles que Tesla se ha
movido. Procura no caminar justo por encima de este canal, la concentración
energética podría hacer jirones tus músculos.
¡Te
estaremos vigilando!-el hombre de negro activó un dispositivo de teletransporte
microscópico y se esfumó.
Estáis
invitados.-dijo el joven para sí-Algo ha empezado a moverse y yo voy a moverme
con ello.
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