Capítulo 13: Pax Nekra
Otra mañana más en el instituto masculino Torikamiya.
Esa cruz alada tiene que significar algo.-dijo Priscille
mientras jugueteaba con su melena, apoyado en una pared al lado de una ventana
del pasillo.
Se supone que hoy tenemos que ir al Hiwamori, ¿no?-recordó
Alice, que estaba acuclillado debajo de la misma ventana.
¿Quién va a haber allí?-se preguntó Michelle en voz
alta-¿Quién podrá resolver este entuerto?
Vamos a ir, ¿verdad?-dijo Myo con seriedad.
Se hizo el silencio.
Vayamos después de las clases.-insistió Myo-Podríamos ir con
los uniformes puestos y decir que vamos de visita para recoger a unos amigos
con los que hemos quedado para tomar café después de clase…o cualquier otra
excusa. Además, Priscille, así podrás acompañar a tu hermano a casa.
Ren…-susurró Priscile-…la verdad es que últimamente está muy
raro…me gustaría ver cómo está…
¡Decidido!-Myo respondió con una sonrisa-¡Vamos! Y
preguntamos de qué va todo ese rollo de la cruz, ¿de acuerdo?
Eso podría ser interesante…-dijo Alice.
Entonces…-dijo Michelle-¿nos animamos?
Desde luego.-respondió Myo con valentía.
Vayamos, pues…-dijo Priscille-…si permanecemos juntos, como
hasta ahora, no nos podrán echar por tierra…no después de todo lo que hemos hecho.
¡Ése es el espíritu, Einstein!-respondió Michelle-Si os
animáis, yo no voy a ser menos, ¡faltaría más!
De…-susurró Alice-acuerdo…
De pronto, se empezó a alborotar todo el pasillo. La hora
del recreo todavía no había acabado, pero el revuelo era considerable.
¡SAKURAI-TAICHO!-gritó un chico del club de baloncesto.
¡KIRISAME-SENPAI!-exclamó un practicante de Karate de los
más jóvenes.
¿Qué está pasando?-preguntó Michelle mientras sujetaba a su
compañero por los hombros para calmarlo.
Priscille se acercó al chico que lo estaba llamando. Era un
kohai de los más pequeños, por lo que le recordaba en cierto modo a su hermano
y sentía la necesidad de protegerlo.
¿Sucede algo malo, Kurono-kun?-preguntó mientras se ajustaba
las gafas.
Los dos chicos comenzaron a hablar a la vez.
¡Todos los capitanes de equipo y líderes de club debéis
dirigiros al gimnasio mayor del centro inmediatamente, órdenes del
director!-gritó el niño del club de Karate-¡Donde se hace halterofilia!
¡Parece que se va a retransmitir un mensaje muy
importante!-añadió el chico de baloncesto-¡Tenemos miedo! A juzgar por las
caras del director y sus asociados, parece ser que son muy malas noticias, y
nos tememos lo peor…tal vez es algo relacionado con las chicas del Hiwamori…
Priscille y Michelle se miraron y asintieron. Echaron a
correr en dirección al gimnasio. El pasillo estaba abarrotado de gente
corriendo, chillando y metiéndose prisa unos a otros.
Myo le hizo una señal a Alice para que se levantara y echó a
correr tras sus dos amigos.
¡Alto!-dijo el compañero de Michelle-Vosotros no sois
capitanes ni líderes, el director no quiere que vayáis en este momento.
¡Son nuestros amigos!-exclamó Myo-¡Nuestros más importantes
tesoros, nuestros más cercanos y queridos hermanos! ¿Crees que no vamos a seguirles
hasta el fin del mundo en un momento tan aparentemente crítico como éste?
¡Vámonos, Alice!
Myo apartó al chico del club de baloncesto con un empujón lo
más suave y educado que pudo, tras lo que echó a correr hacia el gimnasio.
Alice lo siguió de cerca con la cabeza agachada y andando rápido.
¡Y no intentéis detenernos!-añadió Myo sin girarse-¡NADIE!
Myo y Alice llegaron a las enormes puertas del gimnasio,
donde pudieron oír voces familiares.
¡Señor director!-exclamó Priscille-¡Priscille Kirisame, capitán
de Karate, Judo y Aikido y líder del club científico!
¡Michelle Sakurai, capitán de lacrosse y baloncesto, líder
del club de halterofilia!-secundó Michelle.
¿Para qué nos requiere?-preguntó Priscille educadamente-Los
alumnos se hallan asustados.
No es para menos.-oyeron la grave voz del director-Los
profesores de Informática han conectado un equipo a esta pantalla, nos está
llegando señal en directo, están grabando en el Hiwamori, ¡ha ocurrido lo que
todos temíamos!
¡Señor!-exclamó Michelle con el corazón en un
puño-Ayudaremos en lo que haga falta.
El festival cultural de este año, como sabéis, planeado para
dentro de una semana y media, podría anularse.-dijo el director con un
micrófono ante todos los líderes y capitanes-El Hiwamori era un importante
colaborador y competidor en interescolares y, tras el duro golpe que ha
recibido, podrían no asistir, por lo que cancelaríamos todo evento. Podrían
retirarnos la subvención por aumentar la prioridad para la misma del instituto
Hiwamori tras lo que acaba de pasar, por lo que podríamos sufrir graves
perjuicios y vernos obligados a cortar las clases en el siguiente trimestre.
Estamos en crisis. No el instituto masculino Torikamiya, sino toda la red de
institutos de Tokyo y, probablemente, la ciudad entera.
Pero, ¿qué ha pasado?-preguntó el líder del club de
fotografía, que llevaba una cámara de última generación colgando del cuello.
¡Reunid a los alumnos y que vengan aquí! Que se sienten por
toda la extensión y que vean lo que van a retransmitirnos. ¡Rápido!-ordenó el
director.
¡Sí, director!-exclamaron, diligentes, los capitanes y
líderes.
Corrieron hacia la salida del gimnasio, tras el cual se
dispersaron para llamar a todo el mundo.
¡Asami-san!-oyeron Myo y Alice a Michelle-¡De deportista a
deportista: te intentaré conseguir una joya para tu club si logras que
terminemos esto rápido!
El joven, de pelo negro, largo y lacio hasta los codos, se
quedó mirándolo.
Michelle-san…-dijo-…¡de acuerdo, no nos demoremos!
¿Se llaman por su nombre de pila?-preguntó Myo a Alice-Sí
que tienen confianza, ¿no?
El deporte debe de unir mucho…-dijo Alice-…o eso dicen.
¡Eh, eh, Priscille!-exclamó Myo-¡Aquí!
Priscille se giró y vio a sus dos amigos en el pasillo
oscuro, escondidos de la marabunta de líderes y capitanes.
¡Lo hemos oído todo!-dijo Myo-¡Vamos a la sala del club de
radio y acabemos con esto rápido!
Lo dejo en vuestras manos.-dijo Priscille-Los líderes de
literatura, go y shogi se vienen conmigo a cubrir un ala.
Myo y Alice se escabulleron por entre los pasillos. Sabían que
el club de radio no solía cerrar con llave entre horas.
¡Bingo!-dijo Myo cuando llegaron a la oficina-¡Vamos a
avisarlos a todos!
Myo pulsó un par de botones para activar la megafonía.
¡Atención!-exclamó el chico-¿Funciona?-susurró a Alice.
Alice le hizo una señal de aprobación cuando vio en el
portátil del escritorio que los sistemas de sonido estaban marchando de manera
óptima.
Myo Shimazu, un compañero de instituto, al habla.-dijo-No
soy un miembro del club de radio, así que pido disculpas por usar sus
pertenencias, pero esto es importante. Dirigíos TODOS inmediatamente al
gimnasio mayor, algo grave ha pasado. ¡Que no cunda el pánico! Tranquilizad a
los kohai más pequeños y seguid al líder o capitán más cercano que tengáis.
Todos los ruidos del instituto se empezaron a focalizar.
Parecía que todos se dirigían con diligencia al gimnasio.
¿Qué hacéis aquí?-el líder del club de radio, un chico alto
y corpulento, con algunos kilos de más, entró en la sala.
¡Lo siento, lo siento, lo siento!-exclamó Myo entre
reverencias-Escuchamos al director por casualidad mientras hablaba a los
líderes y sentimos la necesidad de ayudaros a resolver esto lo antes
posible…¡te compensaré como sea necesario!
No pasa nada por esta vez.-dijo con no muy buen humor el
chico-Gracias por ayudarnos, pero no es de buena educación colarse en salas
ajenas.
Lo sentimos mucho.-Myo se disculpó por última vez y salió
corriendo de la sala con Alice siguiéndolo de cerca.
Vaya mala leche…-susurró Myo mientras corría con Alice hasta
el gimnasio.
Unos minutos después, todo el alumnado se encontró
apretujado en el enorme gimnasio. Los líderes y capitanes en primera fila, y
todos los demás detrás. Los profesores se encontraban en una tarima
improvisada. Uno de ellos activó el equipo y comenzó la retransmisión.
¡Estamos en directo!-dijo una mujer muy agobiada-¡Soy Sayoko
Misujima, profesora de Biología del instituto mixto Hiwamori! Dos de las cuatro
alumnas que enloquecieron y abandonaron el centro han sido halladas muertas en
un área de la periferia industrial. Las otras dos continúan en paradero
desconocido. Los médicos han identificado sus heridas como cortes de una
katana. Al parecer, un asesino en serie anda suelto. Podría estar relacionado
con la amenaza que asola a las mujeres de Tokyo en la última temporada. El
instituto se encuentra en crisis. Hemos recibido denuncias en masa por permitir
la fuga de las cuatro chicas y no sabemos quién podría ser la siguiente
víctima. Asimismo, los padres han acudido en masa a llevarse a sus hijos a sus
hogares y nos estamos quedando cada vez más solos…la policía amenaza con
acordonarnos y poner el centro en cuarentena, por lo que… ¡ARGHHH!
En la pantalla se vio cómo un impulso eléctrico claramente
visible recorrió a la profesora, electrocutándola y causándole la muerte
súbita. Mientras caía desplomada al suelo, algo se ceñía sobre el objetivo de
la cámara que grababa…una bandera blanca se descolgó, tapando toda imagen. Esa
bandera tenía dibujada una cruz con alas.
Priscille y Michelle se miraron.
¡REN!-gritó Priscille-¡Oh, no, mi hermano! ¡Podría estar en
peligro!
¡Es ese símbolo!-gritó Michelle-Tenemos que ir al Hiwamori
ya.
¿Cómo vamos a entrar?-dijo Priscille desesperado mientras
intentaban irse de la hilera de líderes y capitanes.
Por la fuerza.-dijo Michelle mientras hacía saltar chispas
con su mano, asegurándose de que nadie lo viera.
Michelle cogió a Priscille, lo cargó a su espalda y dio un
salto. Tras dispersar a varios alumnos, se abrió paso hasta la salida.
¡NO!-gritó el director-¡NO PODÉIS ABANDONAR EL CENTRO! ¿NO
ENTENDÉIS LA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN?
Los profesores de Educación Física, fuertes y ágiles,
echaron a correr hacia los dos chicos para alcanzarlos.
Profesores…-susurró Alice.
Myo y Alice los alcanzaron con sigilo. Los profesores no
podían seguir corriendo, algo los frenaba.
…son ustedes los que no entienden bien lo que pasa.-terminó
de decir Alice mientras los cuatro abandonaban el gimnasio.
Un charco de hielo frenaba a los profesores. Tan fino y tan
endeble que se fundió tras los pocos segundos que necesitaron los chicos para
salir, sin que nadie reparase en su generación espontánea.
Debéis ir ahora.-dijo una voz tras los cuatro chicos cuando
estaban a punto de alcanzar la salida.
Se giraron. El mismo hombre de la noche anterior.
Id al Hiwamori.-les dijo-Vuestra intervención, según lo
rápida que sea, determinará el futuro de Tokyo.
Tras estas últimas palabras, el jorobado y menudo hombre se
escabulló y se esfumó.
¡Vamos, corred!-apremió Myo-¡Esto es serio!
Oh, Ren…-dijo Priscille mientras corría.
Mientras avanzaban, notaron que toda la gente de la calle,
estudiantes o no, se alejaba de la manzana del Hiwamori. De una manera o de
otra, parecían saber lo que había pasado.
Cuando les quedaba poco para llegar, se sorprendieron de lo
vacías que estaban las calles cercanas.
¿Y la policía?-preguntó Michelle-¿Y los padres desesperados?
¿Qué está pasando aquí?
Esto me huele a…-dijo Alice.
Trampa.-escucharon una voz que nunca habían oído desde una
posición que no podían determinar.
Varios golpes fuertes y desde la distancia, varios tirones y
empujones y…acabaron los cuatro revolcados en la tierra del jardín de entrada
del Hiwamori.
La pesada puerta doble metálica se cerró tras ellos. El
pesadísimo candado estaba echado. Cuando se incorporaron y se sacudieron la
polvareda de sus uniformes, miraron a todos los lados y vieron a tres personas
frente a ellos, dos chicos y una chica. Parecía que, detrás de ellos, se
escondía una cuarta, bastante más baja. Todos llevaban el uniforme del Hiwamori
con la ya más que vista cruz alada.
Miraron el panorama. Había una cámara de vídeo frente a una
bandera que colgaba. Un taburete vacío y…el cuerpo de la profesora desplomado
en el suelo. Los tres individuos miraban a los cuatro amigos con sorna. Uno era
un chico delgado, no muy alto, pero tampoco bajo, de cabello azul y corto y
ojos marrones claros. El otro chico, un
poco más alto que el anterior, era bastante corpulento. Tenía el cabello
castaño y lacio, un poco largo, tapándole casi todo el cuello, y un flequillo
de medio lado que le tapaba casi la mitad derecha de la cara, pero sin eclipsar
el metálico brillo de sus ojos de color azul cobalto. La más alta era la chica,
de cuerpo delgado y muy atlético, constitución marcada, unos senos muy grandes,
una larga melena ondulada de color rubio cenizo que le llegaba hasta la
cintura, ojos marrones oscuros y, en lugar de los zapatos del uniforme, tacones
de aguja negros muy altos con plataforma que acentuaban aún más su tremenda
estatura.
Sed humildemente bienvenidos…-dijo el chico de cabello azul
con tono amenazador-…a la sede de la Pax Nekra.
¿La qué?-preguntó Michelle.
Mi nombre es Albert.-prosiguió el chico mientras una sonrisa
sádica se dibujaba en su cara-Maximilianne.-dijo mientras su robusto compañero
les dirigía una mirada a los cuatro amigos-Y Angelica.-la chica dedicó una
gélida expresión a sus invitados, resaltando su amenazadora belleza.
No has contestado a mi pregunta, Albert, o como te
llames.-dijo Michelle muy tenso-¿Qué demonios es eso de la Pax Nekra?
Cierra la boca.-dijo muy seria e inquisitivamente Albert-No
han terminado las presentaciones. Qué poca educación…
…-Priscille se temía que iban a tener que luchar.
Permitidme que os presente al más reciente y flamante
miembro de la Pax Nekra.-prosiguió el chico-Con todos vosotros…
Los tres alumnos del aparentemente vacío y solitario
Hiwamori se apartaron y revelaron a la persona que había detrás. Era un niño, y
también llevaba la cruz alada en el cuello marinero del uniforme. Un niño
bastante, bastante familiar…
…Ren Kirisame.-terminó Albert, sin poder reprimir una sádica
sonrisa tras la cual comenzó a carcajear como una hiena.
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