Capítulo 11: Dispersión
¡No, por favor, no!-gritó, desesperado, el detective.
¡NO HAY ESCAPATORIA!-gritó la mujer.
La mujer iba vestida y peinada al estilo rococó y llevaba
tacones muy altos. Se trataba de una actriz de teatro que había sucumbido a la mutación
en plena actuación. Aquel detective había sido contratado para investigarla y
ahora estaba pagando las consecuencias…
No me obligue a…-dijo el detective mientras sacaba una
pistola y apuntaba a la actriz.
Aquella dama, que no sólo era alta, sino también robusta,
era morena, de cabello muy largo. Su vestido también era negro y su corte tenía
reminiscencias del Barroco europeo. Era más alta que el detective, y más aún
con los tacones. Con un manotazo, le saltó la pistola al asustado hombre.
Estaban en la azotea de un edificio…
¡CAE!-gritó la mujer tras desarmar al detective.
Le dio una patada en el pecho con su enorme zapato y lo tiró
de espaldas al vacío. En medio de un grito, el hombre caía. La actriz saltó hacia
él en picado mientras sufría espasmos.
¡AHORA!-gritó Michelle con el corazón en un puño.
De detrás de un andamio salió Myo. Agitó sus manos y creó
una burbuja de aire que acolchó la caída del hombre, quien ya se había
desmayado del susto.
La zona de detrás del teatro estaba en obras, llena de
andamios, vigas y pilas de ladrillos. Justo cuando la mujer estaba a punto de aterrizar entre sus
espasmos, Alice se dejó ver desde detrás de un gran montón de vigas metálicas.
Materializó su cinta y la lanzó grácilmente contra la peligrosa actriz, amortiguando
su caída y obligándola a retractarse para caer de pie sin golpear el suelo ni
al detective.
¡Corre, Priscille!-dijo Michelle mientras salía de detrás de
una columna y corría hacia la actriz.
Priscille apareció detrás de la mujer y corrió hacia ella.
Antes de que ésta pudiera reaccionar, fue golpeada por el yo-yo del chico y
cayó al suelo. Tras ello, intentó dar rienda suelta a su mutación, pero
Michelle irrumpió en el destartalado escenario y disparó un chorro de llamas
contra ella, haciendo que se evaporase en partículas negras.
Dejaron de lado al detective.
Sigo sin creerme que estemos haciendo esta locura por las
noches…-dijo Alice muy nervioso.
Hemos salvado la vida de ese hombre.-dijo Michelle-Podemos
sentirnos orgullosos de lo que hemos hecho. De eso se trataba, ¿no? De utilizar
nuestro don para el bien…
Ahora que ya lo hemos hecho…-dijo Myo-…vemos que no es
imposible. Podemos hacer algo.
…-Priscille miraba hacia los lados: se sentía observado.
Bien hecho…-dijo una voz masculina-…chicos.
Se giraron hacia el origen de la voz. Distinguieron una
figura jorobada de poca estatura y envuelta en una capa grisácea con capucha.
Tan pronto la vieron, dejaron de verla, pues había saltado y desaparecido.
¿Quién era ése?-preguntó Alice asustado.
¡Mierda!-se quejó Myo-¡Nos han visto en acción!
Ya hay otra cosa de la que preocuparnos.-dijo Priscille-El
día que apareció la gárgola en el instituto, cuando fui al Hiwamori, estaba
cerrado a cal y canto…y mi hermano estaba en casa. Ahora nos ha visto un hombre
en plena calle y…los ataques no dejan de producirse. Es más, las alumnas del
Hiwamori desaparecidas siguen sin dar señales de vida. Hay algo en torno a esa
escuela que no cuadra…creo que hay gato encerrado…
¡POR FAVOR, NO!-se oyó gritar a un hombre.
¡Maldita sea!-gritó Michelle mientras corría hacia el origen
del grito mientras materializaba su bastón.
¡Michelle, espera!-le dijo Myo-¡No te vayas sin nosotros!
Priscille y Alice se miraron. Ambos asintieron y echaron a
correr.
Entre rincones oscuros y callejones, los cuatro chicos
saltaban entre cubos de basura, motos aparcadas y cableado mal distribuido. Era
la zona menos cuidada de la ciudad, y les faltaban varios metros para llegar a
una calle principal…
¡NO!-gritó el hombre mientras se arrastraba por el suelo.
Lo vieron. Nada más salir de los callejones, al llegar a una
carretera de las más amplias de la ciudad, iluminados por una de las pocas
farolas que quedaban y que marcaban la muerte del extrarradio, una araña
gigantesca con un cuerpo de mujer de cintura para arriba, completamente
desnuda, y un hombre intentando alejarse de ella.
¿Qué demonios está pasando esta noche en Tokyo?-se enrabietó
Michelle.
Se lanzó a por la araña. Intentó darle un golpe en la cabeza
mientras agarraba su bastón como si fuera un bate, pero ésta se apartó su
cabellera de color negro azulado, mostrando sus duros y anchos senos a la vez
que escupía un chorro de un fluido blanco y pegajoso que embistió al chico y lo
dejó colgando de una farola. Era una resistente telaraña muy condensada, o eso
parecía…
¡Cuidado, chicos!-gritó Michelle-¡Escupe a presión! Si no me
ha contusionado el esternón, poco le ha faltado…qué dolor…
¡AYUDADME!-gritó el hombre, incapaz de levantarse-¡NO QUIERO
MORIR!
¡MÁS COMIDA!-gritó la enloquecida mujer araña-¡MÁS PRESAS!
¡CINCO HOMBRES! ¡VUESTRO SEMEN, ESCLAVOS!
¡Cierra la boca, bruja!-le gritó Myo-¡Lamentarás haber
infundido el terror en un ciudadano inocente y el haber golpeado a quien es un
hermano para mí!
Myo lanzó un golpe al aire con la palma de su mano. Un
chorro de viento iluminado con luz verdosa impactó en el pecho de la criatura,
revolviéndole la melena y haciendo que sus pechos bamboleasen.
Materializó las dagas. Intentó correr hacia ella, pero, con
una de sus ocho patas, la mujer araña lo golpeó y lo lanzó lejos de ella.
¡Maldita seas!-gritó Michelle.
Quemó los hilos que lo sujetaban y cayó en picado hacia la
criatura. Ésta se dio cuenta y comenzó a escupir hilos de aquella sustancia
pegajosa, pero Michelle los fue interceptando con brillantes proyectiles de luz
roja que les prendieron fuego. La araña decidió cambiar de objetivo y cogió al
atormentado hombre con una mano mientras con la otra lo desnudaba de cintura
para abajo. Cuando finalmente descubrió su pene, se lo acercó, abrió la parte
del exoesqueleto arácnido que la cubría debajo del ombligo y mostró una
profunda, espiralizada y goteante vagina.
¡Lo va a matar!-dijo Myo mientras se reponía-¡Hay que hacer
algo!
Alice lanzó su cinta mientras Priscille hacía lo propio con
el yo-yo. La cinta envolvió el cuerpo y algunas patas de la araña, mientras que
el yo-yo se le enroscó alrededor del cuello. La mezcla de tracciones la obligó
a soltar al atormentado ciudadano justo en el instante en el que Michelle
terminaba de caer, golpeando a su enemiga fuertemente con el bastón y haciendo
que se tambalease entre chillidos.
¡OS MATARÉ!-chilló.
Dio un enorme salto, librándose de sus ataduras, lo que hizo
que Alice y Priscille cayeran al suelo rodando. Cayó de nuevo sobre el hombre,
lo agarró y lo colocó entre sus senos.
¡DELÉITATE CON MI CUERPOOOOOOOOOOOOO!-gritó con su
desfigurada voz.
Mientras lo inmovilizaba entre sus pechos, lo bañaba con su
tela y lo ataba fuertemente, obligando a la sangre de la pobre víctima a
moverse hacia donde ella quería, terminando por causarle una erección. Su pene
estaba muy rojo, como el resto de su cuerpo.
¡NO!-dijo Myo mientras corría con las dagas en la
mano-¡NOOOOOO!
La mujer araña introdujo el pene de aquella víctima en su
vagina. Se escuchó una fuerte succión, tras lo cual el hombre empezó a gritar
de dolor.
¡OH, SÍ!-gemía la araña-¡SÍ! ¡SÍ! ¡SÍ! ¡CÓRRETE DENTRO DE
MÍ! ¡HAZME MADRE! ¡JAJAJAJA!
Entre los hilos, se observaba sangre brotar del cuerpo del
hombre, así como lágrimas en sus ojos.
¡Suéltalo!-gritó Michelle mientras golpeaba con su bastón la
coraza de aquel monstruo.
La mujer agarró con una mano a Michelle y con la otra a Myo
mientras violaba mecánicamente al hombre al que había fijado como primer
objetivo. Sin poder reaccionar, Priscille y Alice se vieron envueltos en una
telaraña.
¡Es demasiado fuerte!-exclamó Alice con lágrimas en los
ojos.
El hombre profirió un grito desgarrador. Entre risotadas
diabólicas y gemidos de placer, la araña tiró a los dos chicos contra la red,
dejándolos inmovilizados. Arrancó entonces al hombre de su vagina y lo cogió
del cuello con una mano. Su cuerpo estaba magullado, lleno de surcos de
ataduras, heridas ensangrentadas y moratones. Su pene estaba muy enrojecido,
totalmente flácido, con el glande al descubierto y goteando semen y una extraña
sustancia parecida a la saliva, probablemente el fluido vaginal del monstruo.
Con una sonrisa de triunfo, la araña despedazó a aquel hombre con sus manos y
patas, esparciendo su sangre y sus entrañas por el suelo. Los cuatro chicos
empezaron a llorar, a gritar y a convulsionarse del asco y del miedo.
Finalmente, la araña se giró hacia los cuatro chicos, que
estaban atrapados en su red.
¿POR CUÁL DE VOSOTROS EMPIEZO?-gritó mientras masticaba los
intestinos del hombre con una sonrisa diabólica de la que chorreaba sangre.
La implacable y gigantesca criatura levantó una de sus ocho
punzantes patas para clavarla sobre alguno de los chicos al azar, pero se
encontró un impedimento: una pantalla de luz.
Por…-dijo Priscille-…por ninguno…
La araña volvió a golpear la pantalla con su pata, haciendo
presión para intentar romperla.
Admirado ante el instinto protector de Priscille, Alice se
concentró y congeló los hilos que lo rodeaban. Con sólo hacer un poco de fuerza
para caminar, rompió la telaraña. Los hilos que envolvían a Myo también se
habían congelado parcialmente, por lo que éste, que tenía más fuerza que Alice,
pudo romperlos también.
Lenta y torpemente, el joven de cabello azul caminó hacia
Priscille y puso la mano en los hilos que lo envolvían. Comenzaron a congelarse
poco a poco mientras Myo cortaba los hilos que ataban a Michelle con sus dagas.
Una vez estuvo libre, Michelle se acercó a sus amigos, cerró su enorme puño y
lo estampó en el hielo, liberando a Priscille.
No podré aguantar la pantalla mucho más…-dijo Priscille
mientras se hincaba de rodillas en el suelo.
Ya lo creo que podrás.-lo animó Michelle-No estás solo.
Vamos a acabar juntos con esta cosa.
Acaba de matar a una persona…-dijo Alice mientras pensaba en
lo que acababa de ver…
No matará a ninguna más.-dijo Myo-¡Vamos, Michelle! ¡Démosle
su merecido!
Michelle asintió y apuntó, desde la seguridad de la pantalla
de Priscille, al monstruo con la palma de su mano. La pata salió ardiendo, por
lo que tuvo que retirarla y retractarse, dándole a Priscille una oportunidad
para deshacer la pantalla y descansar. El joven pelirrojo siguió agitando sus
manos y enviando chorros y bolas de fuego que explotaban en brillantes llamas
contra la araña y lo que la rodeaba. Myo dio una fuerte palmada al aire, liberando
una corriente de viento que arrastró levemente el cuerpo de la criatura e hizo
que las llamas se propagasen y se avivasen.
…-Priscille jadeaba.
Alice sostenía débilmente a Priscille para que no se cayera
al suelo de la extenuación. Ambos estaban cansados y se sentían muy mal después
de lo sucedido. Pasó un instante. Sin que nadie se lo explicase, Priscille se
levantó y, mientras liberaba un grito mucho más grave de lo que normalmente
hablaba, lanzó un chorro de oscuridad contra la araña, cortándola en pedazos y
causando su explosión en partículas negras.
¿Priscille?-preguntó Alice-¿Estás bien?
Esa cosa…-dijo Priscille-…podría haber sido una de las
alumnas enloquecidas del Hiwamori…cosas como ésa podrían estar amenazando a
Ren… ¡no lo permitiré!
Escucharon un aplauso. Miraron hacia todas las direcciones
y, entre las pocas farolas que había, distinguieron a la figura de antes
saltando entre ellas.
¿Qué demonios…-preguntó Michelle.
Priscille hizo un acopio más de fuerzas.
¿Qué haces?-preguntó Myo preocupado.
Un pilar de luz bañó a Priscille durante unos segundos.
Cuando se desvaneció, el chico estaba completamente erguido, sin temblores ni
magulladuras.
Curarme.-dijo Priscille-Habiéndome repuesto, gozo de fuerzas
renovadas para curaros a todos sobradamente.
El joven curó a sus amigos, tras lo cual comenzó a jadear
levemente.
Ni en casos tan extremos dejas de usar tu metódica
inteligencia, ¿eh, Einstein?-dijo Michelle a modo de elogio y agradecimiento.
Tenemos que ser fuertes…-dijo Priscille-…lo que hemos visto
ha sido repulsivo, horripilante y aterrorizaría a cualquiera…pero tenemos que
impedir que vuelva a suceder.
Estoy de acuerdo.-dijo Michelle con solemnidad.
Espero…-dijo Myo-…espero estar a la altura.
Yo…-dijo Alice-…intentaré no tener miedo a vuestro lado…
¿Y si seguimos a ese ser?-preguntó Michelle-Ya es la segunda
vez que lo vemos.
Era un hombre, ¿verdad?-preguntó Alice.
Podría ser una mujer.-dijo Myo-Tal vez es una de esas
criaturas con poderes…tal vez pueda transformarse y nos quiera tender una trampa…
En tal caso…-dijo Michelle-…¡vamos a seguirla antes de que
llegue a su objetivo y se salga con la suya!
Es muy arriesgado.-dijo Priscille-No obstante, aún es muy
pronto para volver a casa esta noche…y se han disparado los ataques desde hace
tres noches.
¿Y si es más fuerte que la que acabamos de
derrotar?-preguntó Alice con miedo.
Podremos con ella.-afirmó Michelle-Si hemos podido con esa
cosa, podremos con lo que nos espera.
Los cuatro se miraron y asintieron. Corrieron hacia el
camino que dibujaban las farolas. Iban hacia el núcleo urbano, por suerte para
los chicos. Cuando ya estaban en la mitad del extrarradio, vieron cómo una
sombra cortaba el aire ante ellos. Miraron hacia arriba y vieron un depósito de
agua muy grande montado en una torre con unas escaleras accesibles.
Algo me dice que ahí arriba hay algo o alguien que nos
espera…-conjeturó Priscille.
Sin mediar palabra, corrieron escaleras arriba. Entre jadeos
y quejidos de cansancio, llegaron arriba del todo. En el centro de la planta de
la alta torre aguardaba, de espaldas, una chica de cabello rubio cenizo y
ondulado con dos coletas altas sujetadas con lazos negros en ambos lados de la
cabeza y el resto de la melena suelta. No podían ver su cara ni ningún rasgo
distintivo de ella…salvo la ropa que llevaba. Era un uniforme femenino del
instituto mixto Hiwamori.
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