Capítulo 14: Amor fraternal
¿¡Ren!?-Priscille se sorprendió-¿Qué hacéis con mi hermano?
¿Quiénes sois? ¿Qué está pasando?
Cállate, gafotas.-le espetó Albert-Este niño está aquí por
voluntad propia. Desde hoy, es uno más de la Pax Nekra. Él mismo ha decidido
enrolarse.
Escucha, buitre.-Michelle avanzó un paso-Deja de mandarnos
callar a todos, ¿vale? Vais a explicarnos ahora mismo qué diablos es vuestra
Pax Nekra, qué tenéis que ver con todo el caos que hay en la ciudad ahora
mismo, por qué tenéis a Ren y para qué nos habéis metido aquí si no queréis
salir muy mal parados…pero que muy mal.
No es el momento para que sepáis tal cosa, lo siento
mucho.-dijo Albert-Sólo debéis saber que somos vuestros enemigos y que, con
nosotros cerca, corréis el más grave de los peligros. En realidad tendríamos
que ser camaradas, pero vuestra estupidez os convirtió en nuestros enemigos…una
lástima.
¿De qué vais?-continuó Michelle-¿Qué es todo esto?
Esta reunión no es más que un aviso.-el chico de cuerpo
robusto, Maximilianne, tomó la palabra-El día menos pensado, la semilla caótica
florecerá en Tokyo y todos seréis asolados. Os damos una última oportunidad
para cooperar con nosotros o, de lo contrario, seréis borrados antes que el
resto de la ciudad.
¿Cooperar con vosotros?-se burló Myo-No nos conocemos de
nada y nos estáis dando la impresión de ser unos psicópatas, unos neuróticos y
unos pirados. No vamos a hacer nada junto a vosotros…
¡JAJAJAJAJAJA!-la chica se empezó a reír-¿Tan tristes son
vuestras vidas que elegís la muerte ante la única posibilidad de salvación?
¿Tan mal os ha ido? Sois más patéticos de lo que imaginaba…
Albert golpeó a la chica fuertemente en la espalda con un
antebrazo.
Nadie te ha dado permiso para hablar.-le espetó.
¡Oye, desgraciado!-gritó Michelle-¿De qué vas? Golpeando a
una chica… ¡esto es la guerra!
Angelica se levantó y, sin cambiar la expresión de su
rostro, hizo una reverencia de disculpa.
Esa arpía se lo busca siempre.-dijo fríamente Ren.
¡Ren!-exclamó Priscille-¿Cómo puedes decir eso?
Es la verdad.-respondió el hermano menor-Por cierto, senpai,
yo no quiero cooperar con éstos.
¡JAJAJAJAJAJAJA!-se rió Albert-Qué gracioso es el
nuevo…aunque razón no le falta. Dan asco. Cuatro maricas bobalicones con una fe
ciega en lo inexistente…
¡REPITE ESO SI ERES HOMBRE!-gritó Michelle mientras corría
hacia Albert con los puños apretados.
¡Alto ahí!-gritó Albert mientras Maximilianne agarraba a Ren
del cuello y lo levantaba-Queréis al chico de una pieza, ¿verdad?
¡Cobardes!-gritó Myo.
Pris…-intentó decir Alice al ver la cara de su amigo-…cille…
No vais a tocar a mi hermano nunca más.-dijo Priscille
taimadamente.
Una estrella dorada apareció encima de Ren, creando una
pirámide de luz que lanzó a Maximilianne por los aires. Angelica y Albert, que
estaban cerca, salieron expelidos también.
¡Nadie te ha pedido que me ayudes!-gritó Ren.
Ren agitó las manos y en ellas aparecieron unos guantes de
color violeta oscuro con largas uñas negras brillantes. Volvió a agitarlas y
los guantes se estiraron, fustigando y rompiendo la pirámide.
¿Qué ha sido eso?-preguntó Myo alarmado.
Es…-dijo Alice-…lo…lo tiene…
Ren volvió a agitar las manos. Sus guantes volvieron a
alargarse, como si fueran mangas muy largas, y se dirigieron hacia Priscille
con sus afiladas garras.
No sé cómo ni por qué tienes ese poder…-dijo Priscille muy
seriamente-…pero ya hablaremos.
El pesado yo-yo del chico desvió las garras, obligándolas a
volver a su longitud inicial, cubriendo las manos de su hermano.
¡Esto es una locura!-gritó Michelle-¿No irás a pelear contra
tu hermano?
Sabía que el enano nos iba a dar diversión…-comentó
Maximilianne.
Ya te digo…-respondió Albert mientras se levantaba.
¡Vosotros!-exclamó Myo-¡Michelle, Alice, a por ellos!
Michelle y Myo corrieron hacia Albert, Maximilianne y
Angelica. Alice los siguió, no muy convencido.
Tres cilindros de una brillante luz atraparon a los miembros
de la Pax Nekra, impidiendo que se moviesen.
Esto es entre mi hermano y yo.-dijo seriamente Priscille-No
toleraré ninguna intervención, y menos por parte de gente que ha corrompido a
mi hermano. ¿Por dónde íbamos, Ren?
¡Por la parte en la que te machacaba, hermano mayor
inútil!-le espetó Ren mientras saltaba.
En el aire, volvió a extender sus guantes hacia Priscille,
quien volvió a desviarlos con el yo-yo.
Olvídalo, no puedes ganar.-dijo Priscille-Estaría bien que
habláramos con sinceridad y tranquilidad y dejásemos atrás nuestros problemas
fraternales para siempre.
¿De qué estás hablando?-le preguntó Ren-¿Con qué libro has
aprendido a decir tantas palabras bonitas para quedar bien ante los demás?
Estás diciéndome palabras muy duras para lo pequeño que
eres.-respondió Priscille-Desde que a papá y a mamá los destinaron fuera, he
estado dando lo mejor de mí para que no te falte de nada y para que estés lo
mejor posible. Me desvivo por ti, Ren, eres mi único hermano y te quiero,
independientemente de lo que pienses o lo que les hayas contado a esos tres.
Si eso fuera cierto no habrías estado AÑOS pasando de mí.-le
espetó el niño mientras lanzaba un chorro de oscuridad con las manos.
Así que era eso…-dijo Priscille mientras el chorro de
oscuridad de Ren se refractaba contra una pantalla de luz-…si hasta tenemos el
mismo elemento, Ren, no hay duda de que somos hermanos y estamos unidos. ¿Crees
de verdad que te he dejado de lado o has dejado de importarme?
¿Bromeas?-preguntó Ren-¿El mismo elemento? Tú proyectas luz…
¿no te has fijado en mi oscuridad? Soy la oveja negra de la familia…
Haz el favor…-dijo Priscille mientras creaba una bola de
oscuridad con la mano en la que no tenía el yo-yo-…de dejar de decir tonterías
y de contarme con todo lujo de detalles lo que te pasa conmigo y lo que tengo
que hacer para enmendarlo.
Ren se sorprendió al ver que su hermano mayor también tenía
el poder de la oscuridad. ¿Significaría eso que él también tendría el de la
luz?
¡Cállate!-dijo Ren mientras sus guantes se extendían de
manera amenazadora-¡Deja de hacer como que me comprendes! ¡No tienes ni idea de
nada! ¡DE NADA!
Los guantes formaron una peligrosa espiral alrededor del
cuerpo del chico y lo impulsaron a lanzarse en horizontal contra su hermano,
embistiéndolo de frente y tirándolo al suelo con una fuerza tal que el yo-yo
desapareció de sus manos. Ren quedó encima de Priscille, arrodillado y
sujetándole el cuello con los muslos.
¡Nunca juegas conmigo!-le gritó Ren a su hermano mientras
sus ojos se humedecían.
¿Eh?-Priscille abrió los ojos con sorpresa.
¡Nunca!-Ren golpeó a su hermano en el pecho-¡Siempre estás
rodeado de tus libros! ¡Siempre tienes que estudiar!-siguió dándole golpes-¡No
tienes tiempo para mí! ¡Llevas años así! ¡Antes lo hacíamos todo juntos!-las
lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Ren-¿Por qué ya no me tratas como
antes? Eras…-siguió golpeando a Priscille-…eras mi mejor amigo…
El niño rompió a llorar mientras seguía inmovilizando a su
hermano. Alice, Myo y Michelle, por respeto a su amigo, se limitaron a
observar. Por su parte, Albert, Maximilianne y Angelica no podían moverse y
hacían lo mismo.
Priscille agarró a Ren de debajo de ambos brazos antes de
que lo golpeara otra vez.
Y, ¿por qué no me has dicho nunca nada?-le preguntó
Priscille-¿Por qué nunca me has dicho que me echas de menos? ¿Por qué nunca me
pides que juege contigo?
Porque no quería molestarte, sé que estás enfrascado
estudiando…-dijo Ren-…y, ¿POR QUÉ TÚ NUNCA ME LO HAS OFRECIDO?
El hermano menor disparó una bola de oscuridad a quemarropa
contra su hermano, hundiéndolo levemente en el suelo.
¡PRISCILLE!-gritaron sus tres amigos a coro.
No os preocupéis…-dijo tácitamente Priscille-…estoy bien. He
detenido el impacto, aunque la onda expansiva me ha enterrado…
Y bien, Ren…-prosiguió Priscille tras unos segundos de
silencio y sin hacer por liberarse de la presión corporal de su hermano-¿a qué
quieres que juguemos?
¿Eh?-preguntó Ren extrañado.
Claro que sí.-dijo Priscille con una sonrisa-Juguemos. A lo
que tú quieras. De ahora en adelante, estaré más pendiente de ti si eso es lo
que quieres. Jugaré contigo en mis ratos libres, haremos juntos todo lo que
quieras…todo por volver a estar tan bien como antes, ¿de acuerdo?
Entonces…-dijo Ren con una sonrisa pícara-¡juguemos a papás
y a mamás!
No me puedo creer que la conversación acabe de virar de esta
manera…-susurró Myo.
Bien, pues.-dijo Priscille con una sonrisa-Déjame levantarme
y jugaremos a papás y a mamás el tiempo que quieras.
El pobre Priscille va a necesitar tiempo hasta de donde no
se pueda sacar para contentar a su hermano…-comentó Michelle-…pero bien está lo
que bien acaba.
¡No, no te tienes que levantar!-dijo Ren-Vamos a empezar por
la escena en la que yo soy papá, tú eres mamá y vamos a hacer un bebé.
¿¡QUÉ!?-gritaron Myo y Michelle a coro. Alice se quedó
mirando al suelo.
¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!-la molesta risa de Albert se
hacía ya familiar para los oídos de los demás-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAAAAAAAAAA!
¡JAJAJAJAJAJA!
Vaya familia de gays empedernidos…-se mofó Maximilianne.
¿Por qué no cerráis la boca, homófobos
descerebrados?-preguntó Michelle-No estáis en condiciones de hablar. Dejad
vuestra chulería atrás antes de que las paredes de esas celdas tan bonitas os
frían.
¿Por qué no la cierras tú, simio?-le espetó Angelica.
Entonces, ¿no vas a jugar conmigo?-preguntó Ren mientras
acercaba su entrepierna a la cara de su hermano.
Podemos negociarlo…-dijo Priscille-…pero, al menos, hablémoslo
sin que esté todo el mundo delante.
Ése no es problema.-dijo Ren-No nos verán ni nos oirán si
así lo quieres.
Un círculo de color violeta muy intenso rodeó a los dos
hermanos y creció hasta formar una bóveda semiesférica.
Esto es completamente opaco, y nadie nos oirá.-replicó el
menor de los dos hermanos-Ahora quiero que juegues conmigo como me has dicho
que harías… ¿o vas a volver a pasar de mí?
Está bien…-dijo Priscille-juguemos.
Ren sonrió y le quitó las gafas a su hermano. Se las guardó
en el bolsillo de la chaqueta, tras lo cual se desabrochó el cinturón del
uniforme, se bajó la cremallera del pantalón e introdujo la mano en su ropa
interior, de color blanco.
¿De verdad voy a tener sexo con mi hermano?-se preguntó Priscille-Esto no
está nada bien…tiene 12 años…y somos hermanos…pero, si es lo que él quiere…si
se lo doy…tal vez eso mejore nuestra relación como hermanos…
Chúpalo.-dijo Ren agarrando su pene con la mano derecha.
Lo soltó, dejándolo delante de los labios de su hermano.
Incluso en erección, era corto y de poco grosor, así como lampiño completamente
y con el prepucio bastante tenso y apretado, lo típico en un niño pequeño.
…-Priscille dudaba.
Vamos…-dijo Ren-¿no íbamos a jugar?
Se inclinó hacia delante, acercando aún más su pene a su
hermano. Priscille no medió palabra, alargó un brazo, tomó delicadamente el
pene de Ren con una mano y lo introdujo lentamente en su boca.
No me puedo creer que esté dándole sexo oral a mi hermano
menor…-pensó Priscille-…espero que esto sirva para algo…aunque, siendo sincero
conmigo mismo, el hecho físico no es tan desagradable…
Ren se estremecía. Parecía disfrutarlo.
Oh…-gimió-…hermano…lo haces…tan…bien…cualquiera…podría decir
que tienes experiencia… ¡ahh!
Lo cierto es que probé con el pene de Myo…-pensó Priscille
mientras complacía a su hermano.
Mientras se esforzaba por lamer bien el pene de su hermano,
Priscille notó que éste se convulsionaba. Un muy pequeño goteo de semen regó la
lengua del hermano mayor, que se sacó el pene de la boca y vio lo húmedo que
estaba el orificio…goteando.
¿Ya?-preguntó Priscille.
Ren se enrojeció mucho y abrió la boca para intentar decir
algo.
Bueno, te he dado lo que querías, ¿no es así?-dijo Priscille
sin moverse de su sitio-¿Por qué no me dejas que me levante y hablamos como
buenos hermanos?
Esto…-se quejó Ren-…no ha sido nada.
Eres tú el que no ha durado.-respondió Priscille sin
miramientos-Te estás haciendo un hombre poco a poco y es hora de que sepas cómo
funcionamos en ese sentido. Has eyaculado…o has hecho lo propio de tu edad,
previa a una madurez corporal tal que permita eyacular plenamente…eso quiere
decir que no vas a poder tener sexo satisfactorio hasta dentro de varias horas.
No obstante, estoy aquí para ti, para hablar, para jugar, para lo que quieras.
No es justo que sólo pueda jugar esto…-dijo Ren.
Tu rabia te ciega, hermano.-contestó Priscille-Te has
pensado que, por andar tonteando con gente tan peligrosa, ya eres un adulto. Y
no lo eres. Sigues siendo un niño. Pero eso no es malo. Tienes que crecer a tu
ritmo, no puedes adelantarte. Ahora recapacita sobre lo que acabamos de hacer y
déjame que me levante, si no te importa…
Hay algo más que quiero hacer.-dijo Ren-Quiero hacerte lo
mismo que tú me has hecho a mí para que sientas mi humillación.
¿Humillación?-preguntó Priscille-Tú solo te lo has buscado,
Ren. Estoy intentando hacerte entrar en razón. No vas a lograr humillarme.
Vámonos a casa, por favor…
Ren ya se había dado la vuelta y estaba intentando
desabrochar el cinturón de su hermano. Priscille aprovechó para incorporarse,
agarrar a su hermano, apartarlo suavemente y levantarse.
Levanta esta muralla y vámonos de aquí, Ren, por favor.-dijo
Priscille-Vamos a hablar en casa…
¡Voy a devolverte la moneda que me has dado!-exclamó Ren
rojo de la rabia.
Se agachó y continuó desabrochándole el cinturón a su
hermano.
El incesto está cometido.-pensó Priscille-¿Qué más da que me
chupe o no? Voy a dejar que haga lo que quiera, a ver si vuelve a mirarme a la
cara con buenos ojos…
Ren logró sacar el pene de su hermano. A pesar de que no era
especialmente grande, era mucho mayor que el suyo, pues ya estaba desarrollado
completamente. Se lo introdujo en la boca y comenzó a lamer rítmicamente.
Priscille sentía pequeños espasmos de placer, pero no sabía
cómo reaccionar ante tal situación.
No soy un experto, pero Myo lo hacía mucho mejor.-pensó
mientras se dejaba hacer.
¿Por qué no se pone duro?-preguntó Ren.
Porque no estoy excitado.-respondió ariscamente Priscille.
Ren siguió lamiendo con más empeño y más ritmo. Le movía el
prepucio con los embates de su lengua.
¿Por qué se te mueve con tanta facilidad el prepucio?-volvió
a preguntar, ofuscado, el hermano menor.
Es lo normal.-respondió Priscille, deseando que su hermano
desistiera y entrara en razón-Se llama fimosis cuando no se retira, y requiere
tratamiento médico.
¡Deja de intentar asustarme con tus palabras de
sabelotodo!-respondió Ren antes de volver a lamer el pene de su hermano mayor.
Lo siento mucho…-pensó Priscille-…no vas a conseguir nada
así. No obstante, y aunque está horriblemente mal que yo lo diga, hermano, soy
más listo que tú. Sé lo que quieres y te lo voy a dar para que pienses que lo
has conseguido. Tómalo como una mentira piadosa que hago para salvar nuestra
relación familiar. Espero que se me perdone este acto…
De pronto, para sorpresa de Ren, el pene de Priscille
comenzó a endurecerse. El niño sonrió triunfante, momento que Priscille
aprovechó para sacarle el pene de la boca y retirarse el prepucio por completo.
Priscille estaba pensando en todo el placer que intercambió
con Myo y se estaba excitando con ello. La torpe lengua de su hermano haría el
resto. Notó una vibración en sus testículos que le indicó que ya estaba
completamente erecto. Ren volvió a la acción.
¡Haré que no puedas disfrutar el tiempo que te hubiera
gustado!-dijo antes de continuar con su intento de felación.
Te equivocas, hermano, una vez más de las…incontables en lo
que va de día.-pensó Priscille-Estoy disfrutando enormemente con la ilusión de
recuperarte. No eyacularé hasta que no quiera, no has ganado, aunque te lo
creas…has perdido desde el momento en el que decidiste intentar jugar con mi
mente.
¿El orgullo?-continuó Priscille con su monólogo
interior-¿Qué es eso? ¿Para qué sirve? Voy a eyacular ya para que te creas
vencedor. Te reirás de mí, te las darás de listo, pero has perdido. ¿Orgullo?
¿Crees que has tirado el mío por tierra? Mi orgullo es mucho más grande que
eso. Mi orgullo brilla y arde por haber
salvado nuestras distancias. Que este contacto físico nos una para siempre
y…que aproveche.
Un chorro de semen impactó contra las paredes de la boca de
Ren. Priscille se concentró en los momentos de máximo placer y, tras ello, se
centró en los lametones de su hermano para poder eyacular.
¡Bien!-dijo Ren-¡Te has quedado con las ganas de más! ¡Lo
sé! ¡Puedo leerlo en tus ojos!
Ingenuo…-pensó Priscille.
Sin pensárselo dos veces, Ren se tragó el semen de su
hermano y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro. Comenzaron a brotarle las
lágrimas.
Por fin, Priscille…-dijo-… ¡por fin hemos jugado juntos!
Ren abrazó a su hermano mayor. Priscille le devolvió el
abrazo, lo levantó del suelo y lo cogió en brazos. Sonrió. Para alegría suya,
Ren le devolvió la sonrisa.
¿Jugaremos juntos más veces?-preguntó Ren.
A lo que quieras.-respondió Priscille-¿Amigos?
¡Amigos!-respondió Ren con una candorosa sonrisa-No…
¡hermanos!
Déjame que te explique una última cosa antes de salir de
aquí, ¿quieres?-dijo Priscille con una sonrisa confidente-Y me devuelves mis
gafas si no te importa.
Ren le dio las gafas a su hermano, quien, tras dejar al niño
en el suelo, se las puso y se las ajustó.
Para disfrutar…-dijo Priscille-…hay que estar tranquilo y no
forzar las cosas.
¿A qué te refieres?-preguntó Ren.
Priscille cogió a su hermano del hombro, lo giró, poniéndolo
de espaldas a él, lo pegó a su cuerpo, le bajó los pantalones, le agarró el
pene y comenzó a masturbarlo como mejor sabía.
No sé si es tu premio o tu castigo…-pensó Priscille
mientras, a ojos ajenos, parecía estar sacándole brillo al pene de su
hermano-…pero aquí tienes un orgasmo de verdad.
¡Hermano!-gimió Ren-¡Ahhh! ¡AHHHHH! ¿QUÉ ES ESTO?
¡Placer auténtico!-dijo Priscille mientras lo masturbaba a
un ritmo aún más rápido.
Ren se deshizo en un gemido y soltó un chorro de semen que
regó el suelo.
¡Increíble!-Ren estaba maravillado-¡Me ha salido!
¿Ves eso?-preguntó Priscille mientras señalaba el pequeño
chorro de semen-Significa que te queda menos para ser un hombre.
Tras ello, tomó una gota de semen que pendía del orificio
del pene de su hermano y se llevó el dedo a la boca. Le dio, acto seguido, un
pañuelo de tela a Ren.
Límpiate y salgamos de aquí, ¿vale?-dijo Priscille con una
sonrisa.
Pris…-dijo Ren mientras se limpiaba los restos de semen del
pene-…estoy muy contento…gracias. De ahora en adelante, seremos los de antes.
Dos lágrimas brotaron de los ojos de Priscille.
Pris…-pensó-…hacía años que no me llamaba así. Lo he
logrado.
Mientras Ren se disponía a abrir la barrera, Priscille le
rasgó sigilosamente el cuello marinero del uniforme.
Una vez hubieron salido de la bóveda, vieron el panorama.
Sus sonrisas se borraron al ver que los miembros de la Pax Nekra habían salido
de los cilindros y estaban golpeando a
los otros tres. Angelica pisaba con su enorme tacón el cuerpo inerte de Alice,
Albert intercambiaba golpes con Michelle y Maximilianne inmovilizaba a Myo.
¡NO!-gritó Priscille mientras corría al socorro de sus
amigos.
Albert tiró a Michelle al suelo y se lanzó a por Priscille.
¡Ni un solo movimiento en falso!-chilló mientras se disponía
a golpearlo duramente.
¡NI TE ATREVAS!-chilló Ren mientras saltaba.
En medio del salto, el cuello marinero se le desprendió del
uniforme, eliminando el símbolo de la Pax Nekra del mismo, para deleite de
Priscille. Mientras caía hacia Albert, intentó invocar a su arma, pero, en lugar
de sus guantes, entre sus manos se materializó una maza de muy corta longitud,
de color violeta oscuro, enjoyada y decorada de manera rococó, con una joya
elipsoidal de color rosa cuarzo en el medio. Sin pararse a pensar en el porqué
de ese cambio, Ren golpeó con todas sus fuerzas a Albert en la cabeza,
dejándolo noqueado en el suelo y con una brecha sangrante en la nuca.
Lo ha…-dijo Albert-…conseguido… ¿ya?
El joven de pelo azul se desmayó.
¡Angelica!-exclamó Maximilianne.
La chica saltó ágilmente hasta Albert, lo cogió en brazos y
volvió a saltar hacia atrás para caer encima de Alice.
Esta vez no, Angelica.-dijo Priscille.
Una pantalla de luz bloqueó la caída de Angelica,
obligándola a caer detrás de Alice en lugar de encima de él. Para sorpresa de
Priscille, una pantalla de oscuridad se había dibujado al lado de la suya. Miró
a Ren y vio que estaba concentrándose igual que él, a su viva imagen.
¡Retirada!-exclamó el corpulento joven de pelo castaño.
Maximilianne soltó a Myo y lo empujó contra un árbol del
jardín. Angelica saltó hasta perderse entre las copas de los árboles, con
Albert en brazos, y el corpulento chico corrió hasta perderse de vista,
probablemente para entrar por una puerta accesoria del instituto.
Priscille observó el panorama. Alice inconsciente, Michelle
hincado de rodillas jadeando y Myo dolorido intentando caminar hacia él…
No podemos ir tras la Pax Nekra en estas condiciones.-dijo
Priscille en voz alta-Ren, ¿tú sabrías localizar a esta gente en caso de
necesidad?
Creo que puedo intentarlo.-respondió el niño.
Está bien.-dijo Priscille.
Sin mediar más palabra, se acercó a sus tres amigos,
extendió los brazos y comenzó a proyectar un baño de luz para sanarlos. Pronto,
los tres volvieron a encontrarse en suficientemente buenas condiciones como
para andar y hablar a ritmo normal, aunque aún flaqueaban tras la escaramuza.
¿Cómo estáis?-preguntó Priscille preocupado-¿Qué os han
hecho?
Estamos bien…gracias a vosotros.-dijo Myo.
Eso mismo…-dijo Alice mientras miraba hacia el suelo.
Tranquilos, Einstein y Einstein junior…-dijo
Michelle-…saldremos de ésta. Solo nos han zurrado tres personas endiabladamente
fuertes.
¿Los dos chicos tienen el poder?-preguntó Priscille.
No lo sabemos, no han mostrado nad…-intentó decir Alice.
Sí, lo tienen.-cortó Ren-Os puedo contar muchas cosas, pero
mejor alejémonos de aquí cuanto antes.
Tras todo lo que hemos pasado…lo mejor será ir a cambiarnos
y darnos una ducha relajante.-dijo Priscille-Es importante saber descansar aun
en la más grave de las crisis. La diligencia es una virtud clave para la
victoria. Id a casa, tomaos algo de tiempo, relajaos y…Ren y yo os esperaremos
en nuestra casa. Allí hablaremos todo lo que sea necesario y decidiremos lo que
haremos a partir de ahora. Sea lo que sea esta especie de guerra, ha estallado.
Todos asintieron. Tras filosofar varios minutos y
despedirse, cada uno se fue a su casa a cambiarse y a intentar calmar sus
nervios para una reunión en la que, de la mano de Ren, podrían atar muchos
cabos…
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