Capítulo 17: Rabia
Michelle y Maximilianne rodaron hasta estamparse contra un
árbol del jardín escolar de la academia Shirakawa, en aquel entonces vacía.
Cuatro chicas que quedaban por la zona, hablando en un banco, vieron la escena,
se levantaron y salieron corriendo y chillando despavoridas.
Has cometido un craso error al dejar a tu amiga sola con
Albert.-dijo Maximilianne sin perder la calma, aun estando debajo de
Michelle-La va a violar.
¡Dejad de hablar de él como si fuera una mujer!-gritó Michelle
mientras lanzaba un puñetazo-¡Es más hombre que vosotros dos!
El corpulento miembro de la Pax Nekra paró el puñetazo
apretando fuertemente el puño del pelirrojo con la mano. Siguió apretando,
intentando romperle los huesos de la mano.
¡Suéltame!-gritó Michelle intentando sacar su puño de la
mano de Maximilianne-¡Suéltame o te arrepentirás!
Despídete de tu mano.-respondió Maximilianne-¿Es ésta con la
que te masturbas? Una pena…
Ante la furiosa mirada de Michelle, Maximilianne profirió un
grito y soltó a Michelle. En sus dedos vio dibujadas unas leves quemaduras.
Así que el conejo intenta arañar al perro de presa…-dijo
Maximilianne levantándose y yendo hacia Michelle.
Deja la presunción a un lado.-dijo Michelle-No eres más que
una rata…tú y todos los que estáis jugando con el orden en esta ciudad.
No tienes ni idea de lo que estás diciendo…-se jactó
Maximilianne mientras se tocaba el pelo.
Tal vez sea cierto, no voy a mentir…-dijo Michelle
crujiéndose los nudillos-… ¡y es que a mí me gusta demostrar las cosas con mis
actos antes que con mis palabras!
Michelle se lanzó a por su enemigo con el puño en alto.
Soltó un potente gancho sobre sus costillas, pero Maximilianne ni se inmutó.
¿Eso es todo?-preguntó Maximilianne-¿Y tú pretendías ganar
el reconocimiento al más fuerte en el festival cultural? No me hagas reír…
Maximilianne se lanzó a coger el puño de Michelle, pero éste
lo apartó y se dispuso a lanzar otro puñetazo. Antes de poder hacerlo, vio cómo
su musculoso enemigo le apuntaba con la palma de la mano derecha y le disparaba
un enorme y azulado rayo, un chorro de electricidad que lo estampó contra otro
árbol.
Vaya…-dijo Maximilianne mientras estiraba el cuello a ambos
lados-…va a resultar que no eres tan débil. Otra persona ya habría muerto por
electrocución…como esa estúpida profesora…
Conque fuiste tú, ¿eh?-preguntó Michelle mientras se
incorporaba-¿Mataste en frío a una persona tú solo? ¡ALIMAÑA!
Michelle proyectó un chorro de fuego que no tardó en chocar
con un haz de rayos eléctricos de la mano de Maximilianne.
Si tanto asco sentís por las relaciones entre
hombres…-intentó distraer Michelle a su oponente-… ¿cómo habéis conseguido el
poder?
Hay otras maneras.-dijo Maximilianne sin perder la calma ni
bajar la intensidad de su rayo-Albert, Ren y yo lo recibimos por fármacos.
Y sabéis lo que llevan, ¿verdad?-Michelle se sonrió.
¡Cierra la boca!-gritó Maximilianne mientras potenciaba su
ataque eléctrico-¡No es lo mismo! ¡No hemos caído tan bajo! ¡Seguro que tú
hasta disfrutas tragándolo, asqueroso!
El chorro eléctrico de Maximilianne deshizo el chorro ígneo
de Michelle, quedando éste indefenso y siendo impactado por el potentísimo
rayo, gritando de dolor mientras era cruelmente electrocutado.
Así me gusta.-dijo Maximilianne mientras asentía-Sufre como
una puta más.
El joven cerró el puño, interrumpiendo el rayo. Michelle
cayó arrodillado al suelo, con la piel y la ropa llenas de quemaduras.
¿Y realmente tienes la cara de decirme tú a mí que no sé de
lo que hablo?-preguntó Michelle, haciendo acopio de fuerzas y orgullo para no
mostrar el dolor que sentía-Has de saber…-se sonrió con sorna-¡que una buena
eyaculación de un gran amigo en la boca es uno de los mejores placeres de este
mundo!
Mientras gritaba, Michelle hacía un aro de fuego con sus
manos que acabó transformándose en su majestuoso bastón, con el cual disparó un
chorro de fuego tan grande que los rayos que lanzó Maximilianne para
contrarrestar no fueron suficientes, se dispersaron y lo dejaron indefenso ante
la llamarada.
Michelle aprovechó el impacto para acercarse y golpear a su
contendiente con el bastón, pero la recuperación de éste fue demasiado rápida:
Maximilianne hizo aparecer dos aros bastante grandes de color azul verdoso
metalizado y rodeados de pinchos plateados. Asiendo uno con cada mano, con uno
de los aros paró el golpe de bastón y con el otro asestó un golpe a Michelle,
abriéndole la camisa y obligándolo a saltar hacia atrás.
No pienses ni por un segundo que vas a tener alguna
posibilidad contra mí.-dijo Maximilianne mientras alargaba sus brazos,
exhibiendo sus armas de manera amenazadora.
Aún no has visto nada…-dijo Michelle empuñando su bastón con
las dos manos.
Lo mismo digo.-dijo Maximilianne saltando hacia Michelle.
Lanzó un fuerte golpe cruzado con ambos aros. Se oyó un
potente choque entre armas: Michelle había logrado bloquear el impacto in
extremis, evitando que los pinchos le hicieran ningún corte. No obstante,
décimas de segundo después del contacto, una corriente eléctrica comenzó a
brotar del bastón, envolviendo dolorosamente su cuerpo.
Detrás de Michelle, Maximilianne tensaba sus brazos para un
nuevo ataque, pero…de pronto, saltaron chispas en su cuerpo y estalló en llamas
durante unos pocos segundos, quedando hincado de rodillas en el suelo. Michelle
aprovechó para girarse y lanzar un golpe para, definitivamente, tumbar a aquel
desalmado.
Maximilianne paró el impacto con sus aros. Acto seguido, se
levantó y golpeó con fuerza al otro chico con uno de los aros, haciéndolo
sangrar levemente. Lanzó un golpe con el otro aro, pero fue desviado por un
golpe de bastón, seguido de otro golpe que le alcanzó el pecho.
¿Por qué no lo dejamos ya?-preguntó Michelle-¡Esto no tiene
ningún sentido!
¿Bromeas?-preguntó Maximilianne-Claro que lo tiene. Con
vosotros, moscas molestas, fuera de juego, ¡la Pax Nekra podrá cumplir su
objetivo! Y no voy a recrearme, por mucho que me seduzca la idea de jugar
contigo hasta que desees morirte…a estas alturas, Albert ya habrá violado y
matado a tu amiga, así que no voy a hacerle esperar.
Con gran vehemencia, Maximilianne chocó un aro contra otro.
Ambos se iluminaron y empezaron a despedir electricidad. Se fundieron el uno
con el otro e irradiaron una masa informe que empezó a fluir por las manos del
joven sin dejar de despedir electricidad. Finalmente, se formó una enorme cruz
de algo más de dos metros, del mismo color que los aros. Michelle lanzó un
chorro de fuego con su bastón, pero Maximilianne puso la cruz en medio,
desviándolo con una pantalla eléctrica muy brillante. Acto seguido, el
corpulento chico de la Pax Nekra asió la cruz y la zarandeó fuertemente,
golpeando con ella a Michelle y lanzándolo por los aires al mismo tiempo que su
bastón se deshacía en partículas rojas. Mientras caía, Michelle recordó que Ren
también había cambiado sus guantes por una maza…
No estuvo en el césped mucho tiempo. Maximilianne dejó la
cruz en vertical, suspendida en el aire gracias a la electricidad, colocada
como si de un crucifijo se tratara. Acto seguido, agarró a Michelle del cuello
y estampó su cabeza contra la parte alta de la cruz. Automáticamente, sus
brazos se vieron atraídos hacia el lado horizontal y más corto del arma,
fijándole los brazos mediante unos pesados y prietos grilletes que afloraron de
su superficie.
Vas a ver ahora de lo que estoy hecho…-dijo Maximilianne.
Alzó los brazos, se agarró a la cruz y la hundió bajo tierra
lo suficiente como para tener a Michelle inmovilizado y a su altura.
¡Qué fuerte y valiente!-dijo Michelle-¿Vas a pegarme
mientras no puedo moverme?
Maximilianne comenzó a quitarle el cinto a Michelle.
¿Quién ha hablado de pegar?-preguntó Maximilianne-Las putas
como tú tenéis que ser buenas. A las que no lo sois se os castiga para que
aprendáis como te voy a hacer ahora mismo…
Michelle se dio perfecta cuenta de que su enemigo quería
violarlo. Le bajó los pantalones de un tirón y, acto seguido, le bajó los
calzoncillos. Su robusto pene se soltó hasta golpearse con la cruz y rebotar
levemente. Maximilianne hizo una pequeña pausa.
¿Y esa cara?-preguntó Michelle con una pícara sonrisa-¿Has
caído en la cuenta de lo que sería de ti si fueses tú el crucificado? ¡JAJAJA!
¡No te burles de mí!-le espetó Maximilianne mientras
chasqueaba los dedos.
La cruz empezó a bombear una corriente eléctrica que hizo
convulsionarse y gritar de dolor a Michelle. Mientras éste era electrocutado,
Maximilianne sacaba a relucir su pene. Estaba tan moreno como el resto de su
cuerpo, con una marcada curvatura hacia arriba y un notable diámetro, bastante
mayor en la zona central que en la base. Su longitud era también notable, pero
no era, ni de lejos, tan grande como el de Michelle.
Te has quedado corto, amigo…-continuó provocando Michelle
una vez paró la corriente.
¡A callar, mala perra!-le espetó Maximilianne mientras se
disponía a penetrarlo analmente.
Michelle cerró fuertemente las piernas antes de que su
contendiente pudiera hacer nada. Con sus manos, Maximilianne intentó
separárselas. No obstante, la fuerza de las piernas de Michelle era más que
considerable. Tras unos segundos de forcejeo, Maximilianne aplicó una corriente
eléctrica para soltarle los músculos, separarle las piernas y, sin darle tiempo
a volver a juntarlas tras el fin de la descarga, le introdujo la totalidad de
su pene en el ano con un violento empellón de cadera.
…-Michelle gimió de dolor.
¡Voy a dejarte baldada para el resto de tu vida, puta!-gritó
Maximilliane mientras introducía y sacaba su pene a un ritmo frenético.
¡Ah!-gritó mientras se quedaba encajado.
Te vas a partir esa cosita pequeñita como la sigas forzando
así, con toda la curvatura hacia arriba que tiene…-dijo Michelle con la cara
roja y los ojos llorosos, pero sin dar su brazo a torcer y mostrando
entereza-…no puedes seguir, ¿verdad? Si no me hubieras electrocutado, no
habrías podido separarme las piernas…está mal que yo lo diga, pero tengo unos
aductores muy bien entrenados…y esta vez te ha pasado lo mismo…mis glúteos
están más duros que ese bicho tan pequeño, más duros que tu cadera y más duros
que tu cabeza. No puedes interrumpir mi contracción ahora…si me electrocutas,
te freirás la salchicha como si fueras un perrito caliente, y no quieres eso,
¿verdad?
Michelle notó una cálida humedad. Su ano sangraba.
Sácalo de ahí, no puedes seguir penetrando.-dijo Michelle
mientras apretaba por completo sus dos piernas-Si sigues, te romperás el
frenillo. Tú eliges.
…-Maximilianne gruñó y le sacó el pene.
Sin pensárselo dos veces, Michelle subió las piernas y tiró
a Maximilianne contra el suelo del golpe. En ese momento, los grilletes de la
cruz flaquearon y Michelle pudo liberarse de ellos, cayendo al suelo, momento
en el que aprovechó para subirse de nuevo la ropa interior y los pantalones
para después volverse a colocar el cinto. La cruz se deshizo en rayos y volvió
a materializarse en la mano de Maximilianne, que seguía con el pene erecto y de
fuera.
¿Qué eres?-preguntó Maximilianne con sorna-¿Un experto en la
anatomía de los penes?
Llevo mucho tiempo tocando, conociendo, trabajando,
explorando y comprendiendo el mío…-dijo Michelle-…ayudando a los demás con todo
tipo de consejos y explicaciones, incluidas explicaciones gráficas en
directo…y, recientemente, hasta lecciones prácticas en vivo. ¿Creías que ibas a
ganarme en mi terreno? ¿En el sexo? No, perdona, te equivocas…
Igualmente…-dijo Maximilianne sin dar la mayor importancia,
aunque por dentro estaba ofuscado-…voy a machacarte aquí y ahora.
¡Vamos!-dijo Michelle materializando su bastón-¡Quiero ver
eso!
Michelle flexionó levemente las piernas a modo de puesta en
guardia. Le dolía mucho el ano, pero no podía permitirse flaquear.
¡MUERE!-dijo Maximilianne preparándose para lanzar su cruz
contra Michelle.
¡Ni en tus mejores sueños…húmedos!-exclamó Michelle.
La cruz surcó rápidamente el espacio que separaba a ambos
combatientes. Michelle agitó su bastón para defenderse, pero éste, en lugar de
escupir sus habituales llamaradas, hizo algo que nunca antes había hecho. La
joya de la punta se iluminó hasta explotar en una enorme masa de llamas que
envolvió las manos del chico. El mango se convirtió en una cuerda negra que se
dividió en dos y ató sus muñecas. Finalmente, en sus manos terminaron de
forjarse dos enormes guantes rojos, naranjas, blancos, dorados, plateados y
amarillos, muy brillantes y de aspecto metálico. De ambos colgaban cuerdas
negras que le rodeaban las muñecas, y los dos desprendían gran cantidad de
calor. Sin pensárselo dos veces, Michelle cogió la cruz al vuelo con sus recién
protegidas manos. Sorprendido por la fuerza que le otorgaban los guantes, puso
la cruz al rojo vivo con sólo agarrarla por dos puntos, momento en el que se la
lanzó a Maximilianne, quien recibió el impacto
y rodó por el suelo entre gemidos. La cruz se enfrió y cayó pesadamente
al suelo, lejos de su dueño, quien se levantó para cogerla, viendo su paso
inmediatamente cortado por Michelle, que lo levantó del suelo bruscamente y le
dedicó una mirada de furia contenida.
¡DESGRACIADO!-le gritó-¡ERES UN DESGRACIADO! ¡HAS PROFANADO
MI CUERPO! ¡ME HAS PENETRADO DE MANERA NO CONSENTIDA! ¡ME SIENTO MANCILLADO,
VIOLADO, HERIDO, VENDIDO! ¿CÓMO HAS PODIDOOOOOOOOOOOOOO?
El joven pelirrojo le lanzó un fuerte puñetazo a su enemigo,
causándole una gran quemadura, pues el guante se había prendido fuego durante
el trayecto.
¡MI CUERPO!-gritó Michelle-¡CON LO QUE LO QUIERO Y LO CUIDO,
Y TIENES QUE LLEGAR TÚ DE LA NADA, GRANDÍSIMO EGOCÉNTRICO, A DAÑARLO! ¡MI
TEMPLO! ¡MI MÁS VALIOSO TESORO DESPUÉS DE MIS AMIGOS! ¡NO VAS A SALIR NADA BIEN
PARADO DE ÉSTA! ¡TE ODIOOO!
Mientras unas amargas lágrimas de rabia e impotencia por no
poder retroceder en el tiempo se dibujaban en su rostro, Michelle golpeó a
Maximilianne repetidas veces, ennegreciendo cada vez más su ropa y su piel a
cada puñetazo, causándole notables magulladuras y zarandeando su cuerpo.
Jamás pensé que…-dijo Maximilianne mientras esquivaba un
golpe-…y…y…siendo la primera vez que transformas tu arma… ¡AAAAARGH!
En un intento desesperado, Maximilianne lanzó sendos chorros
de electricidad con las manos. Michelle chocó sus puños, escudándose y
dispersando los haces eléctricos.
No…-dijo Michelle-…esta vez no…
Juntó sus manos formando un triángulo con ellas. Varios
anillos de fuego rodearon el cuerpo de Maximilianne, apretándose contra él y
elevándolo por los aires.
¡BASTARDO!-siguió desquitándose Michelle mientras lo
interceptaba de un golpe en el aire-¡DEVUÉLVEME LO QUE ME HAS QUITADO!
Acorralado contra una verja, Maximilianne estaba recibiendo
un puñetazo tras otro, cada uno acompañado de un insulto.
¡VIOLADOR! ¡PROFANADOR! ¡ASQUEROSO! ¡ODIOSO! ¡VIL RATA!
¡HOMÓFOBO! ¡MACHISTA! ¡TIRANO!-gritaba Michelle mientras lo golpeaba-¡ERROR DE
LA CREACIÓN!
Un fuerte gancho alto propulsó a Maximilianne por los aires,
a mucha mayor altura que los árboles.
¡NO VOY A TENER NINGÚN TIPO DE PIEDAD CONTIGO DESPUÉS DE LO
QUE ME HAS HECHO, MALDITO!-gritó Michelle mientras formaba otra vez aquel
triángulo con sus manos.
Del espacio entre sus manos salió una ingente bola de fuego
con una llameante cola, como si fuera un cometa. En pleno vuelo, interceptó a
Maximilianne, causando una explosión ígnea enorme que provocó una lluvia de
ascuas por toda la zona. Por suerte, las llamas se apagaban antes de impactar
contra el césped.
Satisfecho, Michelle pudo ver cómo, tras la explosión, la
cruz de su enemigo desaparecía del suelo.
. . .
¡Estás congelada, zorra!-gritó Albert, que se estaba
limpiando el semen de su pene frotándolo contra la cara de Alice-¡No sirves ni
como pañuelo!
¡WAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHRGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-oyeron un
grito desgarrador.
Ambos miraron al interior del jardín de la academia
Shirakawa. Vieron un cuerpo salir expelido hacia arriba, el que había proferido
aquel grito, nada menos que Maximilianne.
¡Mill!-gritó Albert-¡MILL!
Acto seguido, oyeron el crepitar de unas llamas y vieron
como una enorme bola de fuego impactaba contra el chico y lo sumía en una
explosión que les causó miedo a los dos, aunque Albert lo intentó ocultar
golpeando a Alice con el pene en la cara.
¡No lo siento en absoluto, picha corta!-oyeron gritar a una
voz familiar.
¡TRAGA!-Albert, furioso, volvió a introducir su pene en la
boca de Alice.
¿Alice?-oyeron que sondeaba Michelle mientras salía de las
dependencias de la academia Shirakawa-Ya está, me he deshecho de ese…
¡ALICEEEEEEEEEEEEEE!
Al ver la escena, Michelle corrió, ya sin armas encima,
hacia los dos chicos.
¡NO TE MUEVAS, ASESINO!-gritó Albert-Un paso en falso y se
la meteré hasta ahogarla.
Albert no se movía. Intentaba dejar a Alice sin aire a base
de no mover su pene de dentro de su boca.
Alice, quien no podía dejar de llorar y tenía una visible
mezcla de semen, sudor frío y lágrimas en la cara, observó por un instante a su
amigo. Lo había visto defraudándolo… ¿cómo iba a mirarlo a la cara? Pero aún
podría hacer algo para enmendarlo y morir con dignidad…
La joven víctima le puso las manos a Albert a ambos lados
del pene. Un penetrante frío recorrió su cuerpo, obligándolo a retirarse.
Alice, libre del pene de de su opresor, comenzó a toser y a tomar aire. De su
boca caían semen y saliva. Sin saber cómo, se levantó y encaró de nuevo a
Albert, quien, harto de la situación, guardó su pene y materializó el martillo
de nuevo.
Michelle…-dijo Alice mientras su cinta aparecía en su
mano-…yo…lo siento. No he sido capaz de estar a vuestra altura. Os he defraudado…espero
que puedas…lidiar con él…después de que me mate…y que no esté todo perdido para
los tres.
¡CÁLLATE YA, MARICONA PESADA!-Albert lanzó un fuerte
martillazo contra Alice.
El chico agitó su cinta y envolvió el martillo, impidiendo
su recorrido.
Me parece SURREALISTA que…que…-dijo Albert enfurecido-…que
unos maricas como vosotros nos estéis dando tantos problemas. ¡UNA PLAGA POR
EXTERMINAR, ESO ES LO QUE SOIS!
¿Decías?-el tono de Alice volvió a tomar el matiz que
escucharon antes, cuando decidió participar en la batalla.
La cinta se soltó y empujó a Albert, tirándolo de espaldas
al suelo.
No te entiendo.-dijo fríamente Alice mientras se movía. No
se reconocía a sí mismo, pero, en el fondo de su corazón, sabía que era él y
que lo que le pasaba es que estaba enfadado hasta un máximo que nunca en su
vida había alcanzado-De verdad, he intentado procesar tus palabras y no me
entran en la cabeza.
Volvió a agitar la cinta, golpeando a Albert y obligándolo a
levantarse.
¿Maricas?-preguntó alzando el tono de voz-¿Nosotros?
Nosotros no somos maricas, ¡somos homosexuales!
Alice cruzó las piernas y tensó la cinta por un tramo con
las dos manos, como si fuese a hacer un movimiento de gimnasia rítmica.
¿Tienes algún problema con ello?-preguntó Alice-¿Hay algo
malo en que, siendo hombres, nos atraigan otros hombres? ¿Acaso te perjudica a
ti directamente?
Michelle quería intervenir, pero nunca antes había visto a
Alice así y sentía un gran potencial en él.
Pues déjame que te diga una gran verdad.-Alice continuó con
su monólogo-¡El único aquí presente que es un auténtico marica eres TÚ,
Albert!-volvió a golpear a su contendiente con la cinta- ¡Pegando y maltratando
a mujeres de manera gratuita! -lanzó otro golpe que le dio de lleno-¡Eso sí que
es de ser un auténtico marica! ¡No tienes ninguna hombría, ningún honor y
ninguna moral! ¡Te crees un macho alfa y no llegas ni a escoria!-Albert empuñó
su martillo, pero Alice lo desmaterializó con un golpe de cinta-¡Creo que ya
está bien! Me has hecho mucho daño, pero…sólo de pensar en lo que ha podido
sufrir Michelle por culpa de ese monstruo que tenías como amigo…sólo con
imaginármelo… ¡me duele aún más! Y, por primera vez en mi vida, el dolor no me
va a hacer llorar… ¡me va a hacer rabiar! Todavía no conozco mi propia ira…
¡vas a tener el honor de ser el primero en saborearla!
UN DEBILUCHO COMO TÚ NUNCA PODRÁ…-chilló Albert, pero fue
cortado.
¡Cállate, sucia escoria!-gritó Alice mientras volvía a
golpear con la cinta a Albert-¡Cállate!
Combinando varios cambios de postura propios de la gimnasia
rítmica, Alice lanzó una interminable cadena de golpes contra Albert con su
cinta, la cual, por primera vez y, sin que la tensión en el ambiente les diera
tiempo para reparar en ello, se estaba comportando como un látigo. Para
finalizar la concatenación, Alice lanzó un latigazo hacia arriba, propulsando a
Albert, quien no había dejado en ningún momento de abrir los ojos como platos
en una gran expresión de pánico y locura, por los aires. Mientras Albert
volaba, Alice saltó, alzó su brazo y lanzó un latigazo vertical y hacia abajo,
empujando a su enemigo contra el suelo.
Al caer, Albert volvió a materializar el martillo, pero
pronto se fundió en un resplandor blanco azulado y cambió de forma hasta
convertirse en una enorme pistola plateada, tan grande como el propio Albert.
¡DESPÍDETE!-gritó Albert-¡HA SIDO UN BUEN NÚMERO, PERO NO
ESTÁS A LA ALTURA!
Albert apretó el gatillo. De la pistola salió un enorme
chorro de agua a gran presión que se dirigía a una velocidad vertiginosa hacia
Alice, quien, apuntando al chorro con la palma de la mano, lo congeló y lo
detuvo justo antes del impacto.
¡NO!-Albert gritó de rabia y sorpresa.
¿Sabes que el agua se congela con facilidad a la temperatura
adecuada si la presión es favorable?-preguntó Alice-Sin nada más que decir
antes del culmen de esto… ¡QUE ESTOS VIENTOS HELADOS CONGELEN Y PARALICEN TU
CORAZÓN!
Alice agitó el brazo con el que no sujetaba la larguísima
cinta y provocó una fuerte ventisca que rompió el puente de hielo que se había
formado al congelar el cañonazo de la pistola. Los cristales de hielo fueron
arrastrados por la ventisca, impactando, junto con ésta, contra Albert, quien,
con cara de pánico, era vapuleado por la salvaje formación de viento y
hielo, creándole los cristales
sangrantes heridas. La ventisca finalizó con un chorro concentrado que impactó
contra el abdomen de Albert, tirándolo al suelo y fijándolo a él mediante un
bloque grande que recubría todo su tronco superior y se extendía por el suelo.
Teniendo sólo las piernas, el cuello y la cabeza libres, Albert miraba con
espanto a Alice. Éste blandió la cinta, que empezó a brillar y a acortarse. De
pronto, se irguió y comenzó a agrandarse y deformarse. Cuando el blanquecino
brillo se hubo disipado, Alice se vio con una lanza helada en las manos. Era de
un azul claro con brillo níveo y la punta, dotada de muchos pinchos, parecía
una aglomeración de estacas heladas en todas las direcciones. En otro momento
se habría preguntado cómo se usaba aquella cosa…o se habría quejado de que
pesaba demasiado para él. Lo cierto era que apenas podía sujetarla, pero
decidió callarse y actuar como un hombre. Para redimir su traición hacia sus
amigos, Alice cogió la lanza con ambas manos. Su rostro se puso totalmente
serio y opaco frente a toda emoción. Torpe pero diligentemente, comenzó a darle
vueltas a la lanza con las dos manos. Cruzó las piernas de nuevo y, cuando vio
que la lanza giraba a suficiente velocidad, se echó un poco hacia atrás y
empujó con todo el peso de su cuerpo hacia delante, separando las piernas en el
movimiento y soltando la lanza, que voló describiendo una baja pero certera
parábola hasta caer sobre Albert. Rompió, reduciéndolo totalmente a añicos, el
bloque de hielo que lo fijaba al suelo y atravesó el lado izquierdo de su
tronco superior, tocándole el vientre, las costillas, el abdomen y hasta el
inicio de la cadera. Un charco de sangre tiñó el suelo y su chaleco. Durante
los últimos segundos, los ojos de Albert habían estado aún más abiertos, y sólo
le dio tiempo a emitir un pequeño grito de dolor. Poco después, la lanza se
deshizo y Alice cayó de rodillas al suelo.
¡ALICE!-gritó Michelle mientras corría hacia él.
Mi…-tartamudeó Alice-…Michelle…
El corpulento joven cogió a su menudo amigo y lo abrazó
contra sí. Hasta sus lágrimas recién afloradas estaban frías. A pesar de que él
también estaba llorando, Michelle decidió centrarse en su amigo.
Ya está.-dijo Michelle-Olvídalo. Ya ha terminado todo. No sé
lo que te habrá hecho ese condenado, pero no tienes por qué recordarlo si no
quieres…al fin y al cabo, ambos han caído.
Michelle…-dijo Alice entre sollozos-…¡lo siento! ¡Perdóname
por no haber podido contra Albert! ¡Por haberte herido! ¡Por mi culpa has
tenido que ver esta humillación, este sufrimiento! No he estado a vuestra
altura…
Eh, enano.-Michelle se puso serio y agarró el rostro de
Alice. Tras quitarle los restos con sus manos, le agarró suavemente la barbilla
y lo encaró hacia él-Te has portado. Lo has hecho genial. Has acabado con ese
psicótico…he visto con mis propios ojos cómo le pateabas el culo. Aunque te
haya hecho daño, has ganado. A mí también me lo han hecho…ese Maximilianne me
ha penetrado como un auténtico salvaje despiadado…pero he ganado. Y tú también.
Estoy orgulloso de ti, y Myo y Priscille también lo estarán. ¡Vamos a
alcanzarlos! Los cuatro juntos seremos imparables y la Pax Nekra acaba de
perder a dos de sus grandes…
Alice sonrió y buscó los labios de Michelle. Volvieron a
besarse. Tras ello, Michelle se levantó, ayudó a levantarse a Alice y, juntos,
con dificultades para caminar por todas las heridas sufridas, pero con una
total abnegación y una determinación férrea, caminaron por el sendero que
Angelica y los suyos habían partido.
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