Capítulo 10: Control
Cuando Priscille despertó, notó el cálido y desnudo cuerpo
de Myo pegado y abrazado al suyo. Se giró y lo miró: estaba tan cerca de él…
Ambos estaban desnudos y, a pesar de que el suelo no estaba
caliente, los dos estaban sudando. Entre el despliegue hormonal que habían
tenido, el aumento de temperatura corporal que ello conlleva y el haber dormido
tan pegados los había empapado en sudor. Su amigo seguía dormido y, al parecer,
estaba teniendo un sueño relajante y reparador, pues su pene estaba
completamente erecto y pegado a su pierna.
Myo se estremeció levemente y acercó su rostro al de
Priscille. Empezó a lamerle el cuello.
My…Myo…-susurró Priscille entre escalofríos.
El joven abrió los ojos. Ascendió con su lengua, buscando
los labios de Priscille. Introdujo la lengua en los indecisos labios de su
amigo, tras lo cual comenzó a bajar y a lamerle el tronco. Siguió bajando hasta
llegar al abdomen. Priscille tenía el abdomen duro, tal vez muy duro para lo
delgado que estaba. Tantos años de acondicionamiento físico en sus clases de
artes marciales lo habían endurecido un poco. Myo intentó entonces bajar para
hacerle otra felación a Priscille, pero se encontró con que su pene no estaba
erecto. Sin pensárselo, se lo introdujo en la boca y comenzó, sonrojado, a
estimularlo. El cuerpo de Priscille temblaba.
Te has despertado con alegría, ¿eh, Myo?-dijo Priscille
entre sudores mientras notaba la lengua de Myo girando dentro de su prepucio.
Su pene se estaba endureciendo cada vez más. Cuando ya
estaba completamente erecto, Myo paró y se incorporó un poco, quedando de
rodillas, con las piernas un poco abiertas y mirando a Priscille. Le tendió una
mano para ayudarlo a levantarse. Éste la tomó y, entonces, Myo se dejó caer
hacia atrás de tal manera que quedó boca arriba tendido en el suelo y Priscille
encima de él, con la cabeza en su cadera.
Priscille captó la indirecta y, sonrojado, comenzó a lamer
el pene de su amigo. Todavía no se acostumbraba a la textura, a la sensación, a
los escalofríos, etc. de tener un pene en la boca. Tras estar un rato ocupado
con la felación, Priscille se dejó hacer: Myo le quitó el pene de la boca y lo
abrazó. Acabaron enzarzados en otro beso con lengua, esta vez más húmedo y
caliente, pues ambos estaban sudando más y habían aumentado la salivación por
el intercambio de sexo oral.
Hagámoslo…-susurró Myo.
Pero…-dijo Priscille.
No te preocupes, no pasará nada…-dijo Myo-…nos lo haremos el
uno al otro…Alice lo disfrutó…y mira que tuvo que ser duro con Michelle…
¿Eh?-preguntó Priscille algo asustado.
El pene de Michelle…-explicó Myo-…es enorme. Cuesta una
barbaridad hasta masturbarlo, menos mal para él que tiene unas manos gigantes…
Yo no haré tanta presión, no tengo el pene tan
grande.-prosiguió Myo-Vamos, anímate, ¿quieres?
Priscille, que solía ser muy neutral en su vida sexual,
decidió complacer a su amigo y probar nuevos placeres.
Está…-dijo-…está bien.
Myo agarró a Priscille de la cintura y se pegó a su espalda.
Comenzó a encaramarse lentamente, buscando su ano con su glande. En el momento
en el que lo encontró, comenzó a penetrar a su amigo lenta y delicadamente.
Notó cómo se estremecía.
Si te duele, paro inmediatamente.-dijo Myo susurrándole al
oído.
No…-dijo Priscille-…no me duele, puedes seguir…
Myo siguió penetrándolo, cada vez con mayor ritmo. Entre
gemidos y cuchicheos, la temperatura en la sala aumentaba. El vaporoso velo de
sudor y hormonas envolvía a los dos chicos mientras hacían el amor con la
máxima delicadeza y dulzura.
¡Ahhhhhhhhhhhh!-gritó Myo en el momento del orgasmo mientras
apartaba a Priscille.
El chorro de semen regó la espalda de su amigo, que se pudo
apartar el pelo a tiempo.
…-Priscille jadeaba de placer y extenuación.
Notó, antes de intentar levantarse, cómo la cálida lengua de
Myo lamía el amplio reguero de semen de su espalda.
Vamos…-dijo Myo-…házmelo…te gustará. Yo lo he disfrutado mucho…
Priscille se levantó y se giró hacia Myo, que estaba aún
tendido en el suelo. Al ver que la erección de su amigo amenazaba con bajar, le
agarró el pene y comenzó a movérselo con suavidad, con ambas manos. A esto,
Priscille reaccionó con presteza y volvió a estar erecto completamente. Myo se
levantó y le dio la espalda a su amigo, quien lo cogió con ambos brazos,
acariciando su pecho lampiño. Pegó su cuerpo al de su amigo. El pene de
Priscille estaba justo debajo del de Myo y se rozaban y juntaban como si fuese
por inercia. Al ver esto, Myo comenzó a ladear la cadera para frotar su pene
contra el de Priscille, que se estremeció de nuevo y profirió un leve gemido.
Allá voy…-dijo Priscille susurrando al oído de su amigo.
Inició una lenta y torpe penetración. La primera vez que
introdujo su pene dentro de su amigo sintió un placer indescriptible y
desmedido, tanto que no pudo reprimir un suave gemido. Al sacarlo, ese
placentero espasmo se repitió. Una vez realizada la prueba, comenzó a hacerle
el amor a su amigo con lentitud, incrementando la velocidad gradual y
pacientemente.
Sí…-dijo Myo-…lo haces muy bien…ahhhh…
Ante el halago de su amigo, Priscille se excitó aún más y
sintió que su pene iba a explotar.
¡Voy a eyacular!-gritó Priscille.
Myo se apartó, se dio la vuelta y se dejó regar por el semen
de su amigo. Priscille se agachó hacia su amigo, con los ojos fijos en su
hombro izquierdo, en el que había un reguero de semen. Lo lamió y notó cómo Myo
temblaba.
¿Me dejarías ducharme en tu casa?-preguntó Priscille al ver
cómo lo habían puesto todo.
¡Claro!-dijo Myo sonriente-Duchémonos juntos. Me imagino que
querrás irte a estudiar lo que queda de día…no te preocupes, ya limpiaré yo
todo el semen del suelo…
. . .
Lunes de nuevo. En la entrada del instituto privado
masculino Torikamiya, grandes cantidades de chicos esperaban la hora de pasar
mientras conversaban con energía. Priscille estaba en la puerta, esperando a
sus tres amigos.
¡Hola, Einstein!-saludó Michelle-¿Llevas mucho esperando?
Buenos días, Michelle.-saludó Priscille con una sonrisa-No,
acabo de llegar, es que esta mañana me he despertado con mucha energía, he
puesto el turbo y he estudiado el doble de lo normal…
Vaya, vaya…-dijo Michelle impresionado-¿Y eso?
Tú también lo habrías hecho en mis circunstancias.
-Priscille le guiñó un ojo a través de sus gafas.
Eh…-dijo Michelle-…creo que yo habría entrenado el
doble…pero bueno, en cualquier caso, ¿por qué has acelerado tanto esta mañana?
Ayer fue un día especial…-dijo Priscille.
¡Muy especial!-dijo Myo desde detrás de Priscille poniéndole
una mano en el hombro.
Se sonrieron. Michelle comenzó a atar cabos.
¡No!-comenzó a reírse-¿Vosotros…
Alice llegó y saludó.
¡Buenos días, chicos!-dijo con alegría-¿Qué me estaba
perdiendo?
Que Myo y Priscille…-se sonreía Michelle-… ¡qué guay!
Sí…-dijo Priscille-¿para qué esperarnos al recreo para
hablarlo? Ya soy un hombre.
Yo…-Myo estaba radiante-…también.
¡Qué tres hombrecitos tan adorables tengo por
amigos!-Michelle apretó a sus tres amigos contra sí.
Era necesario.-dijo Priscille-Le pedí el poder a Myo.
Necesito tener fuerza para proteger a mi hermano…mis padres están lejos y tengo
que cuidar de él. Nunca me lo perdonaría si le pasara algo. Además…ya que
vosotros tres podíais defenderos…no quería que estuvieseis pendientes de
mí…nunca ha sido mi rol ser un lastre para nadie. Quiero estar a vuestra
altura.
Pues ya estamos los cuatro en igualdad de condiciones, ¿no
es así?-preguntó Alice-Diría que siento curiosidad por saber cómo será tu
poder, pero sería muy egoísta…más bien desearía que no tuvieses que utilizarlo
nunca y que todo esto cesara…
Ya…-Priscille agachó la cabeza-…me imagino que, como todo,
tendrá un fin…
No pongáis esas caras tan largas.-dijo Myo-Tenemos poder
para frenar esto. ¿Qué os parece si, ahora que los cuatro tenemos capacidad,
salimos algunas noches a impedir ataques?
No sé si admirarte por tu valentía…-dijo Michelle-…o
aporrearte por tu temeridad. Pero, ¿qué demonios? ¡Me encanta la idea!
Ayer empecé a practicar en casa con el tema de la
gimnasia…-dijo Alice-…me gustan bastante los vídeos, me produce cierta
satisfacción seguirlos…supongo que, tan pronto, una evaluación de ello sería
muy temeraria, pero…si vamos todos juntos…
Ahora que lo decís…-dijo Priscille ajustándose las gafas-…he
estado haciendo un estudio de la periodicidad y el contexto de aparición de las
mujeres que mutan. Las conclusiones se resumen, básicamente, en que tienen una
percepción sensorial súper-desarrollada para la captación de hormonas
masculinas. Cuando un hombre está muy excitado sexualmente, se convierte en un
foco de atracción. Cuando un hombre tiene sexo, ha tenido o va a tenerlo
recientemente, se convierte en un foco de atracción. En cuanto las hormonas se
rebelan, el varón se convierte en un peligroso imán. Si os habéis fijado,
vuestros ataques se produjeron un día después de haber tenido sexo, a excepción
del caso de Myo, el cual se justifica mejor por los desajustes hormonales
propios de las dudas sobre su sexualidad. Esto me hace temer que hoy se va a
producir un ataque...hacia mí, concretamente.
Y, ¿por qué no hacia mí?-preguntó Myo.
Porque tú siempre has sido una persona más cercana al sexo
que yo.-explicó Priscille-Por mucho que hayamos disfrutado los dos por igual,
el proceso que han seguido tus hormonas no es igual que el que han hecho las
mías: el mío ha requerido más energía.
¿Por qué no las atraigo yo a todas si me masturbo de manera
sistemática?-preguntó Michelle.
Mis pesquisas me llevan a aducir que es porque tu cuerpo
está acostumbrado a la masturbación y, aunque la disfrutes, por mucho que te
diviertas haciéndolo y por fuerte que pueda ser tu orgasmo, las hormonas de tu
cuerpo están…digamos que “acostumbradas” y no realizan los ciclos que atraen a
las criaturas.-explicó Priscille.
Entonces…-dijo Alice preocupado.
Sí.-respondió Priscille-Hoy seré atacado. Pero no tengo
miedo…he estado estudiando la fenomenología de vuestros poderes, cada uno de
los picos que han experimentado y las causas de ello…y creo que sé cómo
controlar medianamente sus impulsos. Además, sé artes marciales, mucha gente
las subestima, pero son un gran mecanismo de defensa, incluso tan letales como
cualquier pistola.
¿De verdad que no tienes miedo?-preguntó Myo.
Ahora digo que no…-dijo Priscille-…pero seguro que no me
alegraré de ver la desagradable sorpresa que el destino me tiene preparada.
¿Estás seguro de que vas a poder controlar el
poder?-Michelle estaba preocupado.
Casi.-respondió un nervioso Priscille-En el peor de los
casos, si no lo controlo, podré dejarme llevar como hicisteis vosotros…
Parecía que el chico estaba esperando que lo atacasen de un
momento a otro…
De pronto, se oyó un golpe estruendoso. Varios chicos
salieron corriendo hacia la entrada del instituto.
¡CORRED!-gritó uno de ellos-¡ESA TÍA ESTÁ LOCA!
Los cuatro amigos vieron el origen del golpe: una chica
morena, de cabello ondulado y no muy largo, estaba dando golpes con un bate de
béisbol. Se acercaba a paso lento a los chicos. Llevaba un uniforme escolar que
constaba de una chaqueta verde con ribetes negros, puños blancos y un cuello de
tela hasta los hombros de color blanco con ribetes negros, una falda de tablas
de color blanco, larga hasta la mitad de los muslos, medias negras que tapaban
toda la pierna y zapatos marrones planos. Sus ojos eran rojizos, muy inyectados
en sangre.
¡Os lo dije!-dijo Priscille-¡Y esto corrobora mi última
hipótesis! ¡Creo que existe algún tipo de atracción telepática entre un hombre cuyas
hormonas se han activado recientemente y piensa en un ataque y estas mujeres!
¡FUERA DE MI VISTA!-gritó la chica mientras corría bate en
mano.
Priscille se puso en guardia. Myo se puso delante para
protegerlo, pero Michelle fue más rápido y los adelantó a los dos. Un pequeño
amago de fuego se dibujó en su mano izquierda, pero fue brutalmente golpeado
por el bate en la cabeza y cayó al suelo.
¡Michelle!-gritaron sus tres amigos a coro.
Myo se lanzó a por la chica para proteger a sus dos amigos
que seguían en pie. Por un momento vio destellear sus dagas en las manos, pero
fue golpeado con el bate hacia arriba en la barbilla y también salió expelido.
¡Myo!-se sorprendió Priscille mientras reforzaba su guardia.
¡TÚ SERÁS EL SIGUIENTE!-gritó la chica mientras señalaba a
Alice con su bate.
Corrió como una loca hacia el joven de cabello azul…
¡Ya basta!-dijo Priscille-¡He tardado demasiado en
reaccionar, pero no te dejaré más oportunidades! ¡Toma ésta!
Priscille apuntó con la palma de su mano izquierda hacia la
chica. Un prisma de radiante luz blanquecina y dorada envolvió a Alice, en cuyo
regazo había apoyado a Michelle, de tal manera que el bate se partió al golpear
la pared de dicho prisma.
¡Una barrera!-dijo Alice aliviado.
Intuyo que mi poder es el de la luz…-dijo Priscille-…
¡bienvenido sea!
Sin bajar su brazo izquierdo, hizo un movimiento con el
derecho y apuntó a Myo, quien se vio bañado por una luz que curó los daños del
golpe.
Dicen las mitologías que el poder de la luz puede sanar todo
tipo de heridas…-Priscille demostraba su amplia cultura-… ¡curaré a mis amigos
para eliminar el daño que has hecho!
El estudioso joven repitió la maniobra y curó a Michelle,
quien se levantó de golpe.
Esto no quiere decir que vaya a perdonarte el haber herido a
mis amigos en mi presencia…-dijo Priscille en un arrebato de valentía-¡sé cómo
funciona el poder, tengo ventaja!
El chico alzó la mano derecha, creando un resplandor cegador
que hizo que la chica se echase hacia atrás. Agitó el brazo y canalizó el
brillo en un chorro de luz que impactó contra el pecho de su enemiga,
estampándola en un árbol.
¡ME HAS ENFURECIDO!-gritó la chica mientras sus músculos
temblaban-¡PREPÁRATE PARA MORIR!
Se le empezó a caer el pelo mientras su musculatura
aumentaba, rasgando su ropa. Su piel se tornaba roja y escamosa y le crecían
unas grandes alas membranosas a la espalda. Mientras sus senos se endurecían,
sus manos y pies se convertían en garras.
¿Qué es eso?-preguntó Michelle.
Creo que es una gárgola…-respondió Alice.
¡No te dejaré que ataques!-exclamó Priscille-¡Despídete!
Priscille agitó de nuevo el brazo. Esta vez, un chorro negro
salió del suelo, rasgándolo mientras avanzaba hacia la gárgola, que acabó
sufriendo el impacto y cayendo de rodillas con un corte entre ambos senos.
¿No tenía el poder de la luz?-preguntó Priscille-Tal vez…tal
vez mi poder sea la variación entre luz y oscuridad…de todos modos, lo único
que quiero es poner fin al tormento que esta criatura está causando…
El chico volvió a hacer un movimiento con el brazo. Un rayo
negro impactó contra la gárgola, retractándola.
¡Es increíble!-dijo Myo mientras se agarraba a un árbol para
no salir expelido por las ondas expansivas de los espectaculares ataques de su
amigo-¡Está controlando el poder como si fuera un experto!
¡No hay duda!-corroboró Michelle-¡Este chico sabe cómo hacer
las cosas! ¡ÁNIMO, PRISCILLE, MACHÁCALA!
Me deja sin palabras…-comentó Alice-… ¿cuán profundo y
potente es el intelecto de Priscille? Sabe hacer perfectamente algo que nunca
ha hecho, que es dificilísimo de controlar y en cuya existencia nadie creería…
Este acto es por mis amigos…-dijo Priscille-…por todo lo que
han hecho por mí, por su apoyo, por su cariño, por su amor, por su presencia…por
todo…¡les doy las gracias salvándoles de ti aquí y ahora!
Priscille se agitó enérgicamente mientras movía las manos.
Dos chorros, uno blanco y otro negro, confluyeron entre sus manos, conformando,
sin duda alguna por su parte, lo que sería el arma. Estaba seguro de que ésta
se manifestaría si pensaba en sus amigos con decisión.
De pronto, el joven se vio con un disco negro y otro blanco,
del mismo diámetro, muy pegados el uno del otro y, a la vez, a la palma de su
mano derecha. Ambos brillaban intensamente.
¿Qué arma es ésa?-preguntó Michelle extrañado, aún con el
amparo de la barrera.
Un yo-yo.-respondió Priscille al verse con un fino anillo
plateado en un dedo-Curioso…de pequeño, solía jugar mucho con ellos…
Con decisión, Priscille tiró el yo-yo, golpeando a la
gárgola en la cara. Ésta se enfureció y, entre chillidos, alzó el vuelo para
tirarse en picado en una patada doble contra el joven, sin dejar, mientras, de
sangrar por el pecho.
¡Craso error!-exclamó Priscille, quien aún estaba afectado
por la rabia de haber visto a sus amigos ser golpeados-¡Si mis indagaciones son
correctas, la cuerda de este yo-yo tiene una longitud que, como la de la cinta
de Alice, varía a placer! ¡Puedo cazarte en el aire! Es más, ¡VOY A HACERLO!
Cruzando las piernas sin darse cuenta, Priscille se irguió,
estremeció todo su cuerpo en un movimiento lleno de fuerza y furia y agitó el
brazo, liberando el yo-yo, que describió una voluta perfecta hasta impactar de
lleno contra la gárgola, produciendo un estallido luminoso que acabó con la
desintegración de la misma.
El yo-yo se desvaneció a la vez que la barrera se deshacía.
Priscille seguía de pie, con los puños apretados, y mirando al cielo. Se giró a
sus amigos y se ajustó las gafas.
Ese uniforme era del Hiwamori.-dijo Priscille-Ren…
Un chico salió al patio.
¡Nos acaban de dejar asomarnos a las ventanas!-dijo-No hemos
visto qué ha pasado, pero temíamos por vosotros. Sólo veíamos destellos de vez
en cuando. ¿Qué ha ocurrido?
Estamos bien…-dijo Michelle-…sólo era una chica que estaba
borracha…la hemos conseguido echar pacíficamente…
¿Y las luces?-preguntó el chico.
Iba…-dijo Myo-…como loca haciendo fotos con una cámara muy
potente. La bebida la había trastornado…
Michelle le levantó el pulgar a Myo sin que el chaval se
diera cuenta.
Los profesores han decidido cortar las clases.-informó el
joven que acababa de salir-Han recibido una llamada del Hiwamori: cuatro
alumnas han enloquecido. Se ha acordado cerrar todos los institutos por hoy y
tenemos órdenes expresas de irnos a casa. Tememos que lo de las alumnas tenga
que ver con los ataques que salen en las noticias…
Priscille echó a correr.
¡Myo, Alice, Michelle, ya sabéis adónde voy!-gritó mientras
se alejaba-¡Quedaos en casa!
Los tres se miraron: Priscille iba al instituto Hiwamori a
buscar a su hermano.
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