Capítulo 9: Aceleración
Cuando Alice abrió los ojos, su cabeza estaba a punto de
estallar. Cientos de imágenes, palabras, recuerdos, momentos, visiones y
sonidos circulaban por su memoria de manera frenética. Hacía bastante frío en
otoño a la orilla del lago, pero a él no le afectaba. Recapituló. El poder del
hielo despertó en él y derrotó a una forzuda y sádica nereida en un terreno
favorable para ella. Se armó con una cinta de longitud variable y…acabó
desmayándose. Movió un poco su mano. Dentro del bolsillo, tenía el móvil bien
agarrado. Alice era más listo de lo que parecía: se dejó caer con el móvil en
la mano para luego acordarse de llamar de inmediato a sus amigos. Sabía que los
tres estaban ocupados en algo, y se imaginaba en qué cada uno. No obstante,
sintió que Priscille tenía que ser el primero en saberlo. Marcó el número y se
pegó el terminal al oído. Esperó pacientemente a que su amigo respondiese.
¡Hola, Alice!-respondió Priscille con su dulce voz-¿Qué tal?
¿Puedo echarte una mano?
Priscille.-dijo Alice nervioso-Ha ocurrido.
¿A qué te refieres?-preguntó Priscille preocupado-¿Estás
bien? ¿Voy a tu casa?
No.-respondió Alice de manera tajante-Me refiero a que ha
ocurrido lo que intentamos probar. Llevabas razón, Priscille. Tus indagaciones
han sido un éxito.
Se oyó un golpe al otro lado del hilo. Seguramente se le
habían caído los libros del espasmo al sorprendido Priscille.
¿Cómo dices?-preguntó el estudioso joven-Entonces, ¿te han
atacado? ¿Cómo estás? ¿Necesitas ayuda? ¿Llamo a una ambulancia?
Me han atacado.-respondió Alice-Una niña pequeña se ha
convertido en la nereida más sádica que el hombre ha podido imaginar. Pensé que
iba a matarme…pero la he vencido. Quería avisarte a ti el primero para
felicitarte por tu investigación.
Gracias, Alice, me alegra tu consideración.-respondió
Priscille-Llamo a los demás y los reúno. ¿Dónde quieres que quedemos?
Estoy falto de fuerzas ahora mismo…-respondió Alice mientras
adquiría conciencia de su pesadez muscular en esos momentos-… ¿podéis venir al
parque que vosotros sabéis? Estoy en la orilla del lago. Llamaré a Myo para que
no tengas que llamar tú a los dos…
Está bien, Alice, estaremos allí antes de que te des cuenta,
¡aguanta!-dijo Priscille antes de colgar.
Myo…-dijo dificultosamente Alice tras marcar el número de su
amigo y esperar a que contestara.
¡Alice!-dijo Myo contento-¡Qué alegría escucharte! Estaba ya
cansado de estudiar y hacer ejercicio en mi cuarto, tenía pensado llamaros
para…
Myo…-repitió Alice-…ven al parque que ya sabes, por favor.
Es importante. Me encontrarás en la orilla del lago. Priscille y Michelle deben
de estar en camino…no puedo hablar mucho más…
¡ALICE!-gritó Myo-¡No sé qué ha pasado, pero aguanta! ¡Voy
de camino!
Alice oyó cómo Myo cogía algo metálico, posiblemente las
llaves. Escuchó un portazo y pasos acelerados.
¡Voy corriendo!-dijo Myo preocupado-¡Te veo en breve!
Myo colgó. Alice se tumbó en el césped y respiró
entrecortadamente. Realmente era muy destructivo para el cuerpo y la mente el
despertar de un poder tan grande en el interior de uno. Creyó oír las voces de
sus amigos…
“¿Dónde estará?”
“¡Ahí!”
Alice rodó levemente y miró hacia el origen de las voces que
creía oír para comprobar, agradecido, que no eran imaginaciones.
Michelle comenzó a correr enardecidamente. Al pasar por
debajo de un cierto árbol, Priscille, que se había encaramado para buscar a
Alice desde lo alto, cayó encima de él. Con su amigo en brazos, Michelle siguió
corriendo todo lo rápido que pudo, atravesando el parque en menos de medio
minuto.
¡Alice!-exclamó Michelle mientras levantaba el cuerpo de su
amigo-¡Alice!
Lo zarandeó levemente. Priscille se agachó para estar más
cerca de él y le cogió una mano.
Vamos, Alice, ya estás bien.-le dijo-Nada ni nadie impedirá
que te pongas bien.
¡EEEEH!-gritó Myo desde lo alto.
Iba por la acera, justo encima de las escaleras que bajaban
al parque. Intentando imitar a sus amigos, saltó para intentar caer justo a su
lado, pero terminó rodando por el suelo antes de terminar la caída. Tras
chocarse con un árbol, se levantó sin mediar palabra y corrió de nuevo hacia
los chicos.
¿Qué ha pasado?-preguntó Myo horrorizado al ver lo débil que
estaba Alice.
Alice tiene algo que contarnos.-dijo Priscille seriamente
ajustándose las gafas.
Eh…-dijo Michelle-…conozco esta situación…
Ahora que lo dices…-dijo Myo.
En…-tartamudeó Alice-…en efecto. Tengo…el poder…
Lo ha atacado una nereida, al parecer.-dijo Michelle-Cuando
tenía algo más de fuerza, me ha llamado para decirme que mi teoría era cierta.
El poder está en el semen.
Myo y Michelle se quedaron anonadados.
Yo…-intentó explicar Alice-…he podido…manipular…el hielo…
¡Bravo, Alice!-dijo Michelle dándole una palmada en el
hombro-Has derrotado a quien intentaba hacerte daño, eres todo un hombre. Estoy
orgulloso de ti, amigo mío. Que nadie ose decir nunca más que eres débil…o
podrás darle tú una paliza antes de que se la dé yo.
Alice esbozó una media sonrisa mientras tiritaba febrilmente
entre los brazos de Michelle.
¡Felicidades, Alice, lo has logrado!-elogió Myo-Has sido muy
valiente, me alegro de que lo hayas
conseguido. Además, el hielo te hace justicia…
Gra…-tartamudeó Alice-…cias…
Y gracias a ti, Priscille, por tu brillante trabajo.-dijo
Myo agarrándolo del hombro-Sin ti, esto no habría sido posible.
Si no hubiera podido transmitirle el poder a nuestro
amigo…-dijo Michelle mientras le agarraba el otro hombro a Priscille-…podría
haber sucedido una tragedia…
Yo…-dijo Priscille-…no ha sido para tanto…
Alice se sintió un poco más fortalecido que antes, por lo
que pudo incorporarse apoyándose en los grandes hombros de Michelle.
Me has salvado la vida.-dijo Alice en tono solemne-Gracias a
tu trabajo desinteresado, hemos descubierto cómo defendernos de la amenaza que
se cierne sobre Tokyo. Gracias a ti he podido librarme hoy de lo que, en cualquier
otra circunstancia, habría supuesto mi violación y muerte...-las lágrimas
afloraron de sus ojos-…tu poder va mucho más allá del que tenemos nosotros.
Eres un genio.
Orgulloso y emocionado, Priscille se quitó las gafas y les
limpió las lágrimas que había depositado sobre ellas.
No pensé que esto fuera a dar para tanto…-dijo Priscille-…de
verdad…me alegro tanto…
Los cuatro se cogieron de las manos y respiraron en silencio
unos segundos, lo suficiente como para que Alice y Priscille dejaran de llorar.
¡Está bien!-exclamó Priscille mientras se levantaba-Esto va
a ser una mezcla entre celebración y necesidad urgente. Llevemos a Alice a mi
casa. No podemos ir a otro sitio, me he dejado a mi hermano solo y no me gusta
hacer eso.
Michelle y Myo asintieron. El forzudo cogió a Alice en
brazos y echó a andar junto a los otros dos.
Es una pena interrumpir así este momento tan mágico,
pero…-reparó Priscille por el camino-…ha habido más ataques. Tres hombres han
muerto esta semana, y dos el fin de semana anterior. De esos cinco ataques,
cuatro se han producido cerca del instituto mixto Hiwamori, al que va mi
hermano menor. Tengo miedo por él…
. . .
¡Ya estoy en casa, Ren!-saludó Priscille-¡Han venido mis
amigos!
Michelle, pon a Alice de pie.-susurró-No quiero preocupar a
Ren.
Hola.-saludó fríamente el niño desde el salón, sin salir a
saludar.
Pasad, por favor.-dijo Priscille con una sonrisa de disculpa
mientras cerraba la puerta.
Myo, Michelle y Alice (caminando torpemente agarrado a
Michelle) entraron al salón. Había un chico que ya conocían de anteriores
visitas. Era Ren, el hermano menor de Priscille. De piel pálida y brillante
como su hermano, cabello blanco y ojos rosados, Ren era la viva imagen de
Priscille. Era mucho más bajo que él, tenía aún el cuerpo sin desarrollar y,
aunque estaba delgado, su cuello, sus brazos y sus piernas tenían un aspecto
redondeado y rollizo, propios de un niño que aún no ha terminado de formar sus
músculos. Sus facciones eran muy dulces y redondeadas, y tenía un rostro muy hermoso. Su cabello estaba
cortado a cazo por detrás a ras de la nuca, y por delante le caía hasta los
pectorales en dos mechones que llevaba atados con hilo negro. Tenía un
flequillo recto de faraona lacio y largo hasta las cejas.
¡Buenas tardes, Ren-chan!-saludó Myo amablemente.
¡Hola, hermanito!-dijo Michelle con su habitual cariño.
Buenas…-intentó saludar Alice-…buenas tardes, Ren.
Buenas tardes.-dijo Ren apáticamente sin apenas girarse a
mirarlos.
Priscille, ¿podemos ir a tu cuarto?-preguntó Myo-No sería
cordial por nuestra parte molestar a Ren-chan mientras ve la televisión.
Claro…-respondió Priscille apesadumbrado-…vamos.
Al llegar a la habitación, Priscille cerró la puerta.
Michelle dejó a Alice en la cama y se sentó en el suelo al lado de Myo.
No sé qué hacer con él…-dijo Priscille apenado mientras se
sentaba-…quiero volver al amor que nos teníamos. Comenzó a tratarme tan
fríamente cuando empecé a estudiar duro…a veces siento que me odia…
No seas tan duro contigo mismo…-dijo Myo-…está creciendo,
esta volubilidad es normal a esas edades. Todo mejorará a su debido tiempo, así
que no te desanimes.
Llevas razón…-Priscille asintió con pesadez-… ¿te encuentras
mejor, Alice?
Sí…-dijo mientras se incorporaba para hablar-…eso creo.
Voy a traeros algo para merendar, vengo ahora mismo.-dijo
Priscille mientras se ausentaba rápidamente.
. . .
¡Ren!-exclamó Priscille-¿No puedes ser un poco más amable?
No me gustan tus amigos.-respondió Ren sin girarse-Creí
habértelo dicho ya.
¿Por qué?-preguntó Priscille desesperado-¿Por qué estás
siendo así? ¿Qué he hecho mal?
Déjame en paz, Priscille.-respondió fríamente el pequeño.
Priscille cogió la bandeja de la merienda y volvió a su
cuarto sin mediar palabra.
Que aproveche, chicos.-dijo, dejando la bandeja en el suelo.
Había un plato lleno de taiyaki y refrescos envasados de
chocolate con leche de coco. Alice se bajó de la cama y se sentó torpemente.
Cogió un bote de refresco y tomó un trago.
Un pequeño reguero se le salió por la comisura de los labios dada la
torpeza que tenía encima en esos momentos.
¡Cuidado!-exclamó Michelle al verlo, tras lo cual lamió el
chorro de refresco-No es un plato de gusto mancharse la ropa…
Oh, Michelle…-Alice se sonrojó.
Oye, Alice…-dijo Myo tras las risas por el gesto de
Michelle-… ¿qué forma tiene tu arma?
Mi arma…-dijo Alice-…es lo peor de todo. Es una cinta.
¿Una cinta?-Michelle se extrañó.
Cuando apareció, pensé que era un látigo, pero no.-dijo
Alice-Es una cinta de gimnasia rítmica. No es muy operativa que digamos…no
tiene suficiente masa como para usarla de látigo, es muy grácil para eso…aunque
parece que tiene cierta autonomía, puede variar su longitud y congelar lo que
envuelva…
¡Eso es genial!-exclamó Myo-¿No decías siempre que soñabas
con hacer gimnasia? ¡Es tu oportunidad, ya tienes excusa! Si aprendes a hacer
gimnasia rítmica, no sólo cumplirás tu sueño, sino que aprenderás a manejar la
cinta…
No quiero rodearme de desconocidos.-dijo Alice de manera
tajante.
Entonces…-dijo Michelle, experto en métodos de entrenamiento
de andar por casa-…entrena por tu cuenta. En casa, en tus ratos libres, tú
solo. Busca material: libros, vídeos, etc. que te ayuden a practicar los
movimientos. Yo puedo enseñarte a hacer todo tipo de estiramientos –le guiñó un
ojo haciendo referencia a algo que ambos sabían- para mejorar tu flexibilidad
en todo el cuerpo. Además, mi padre era gimnasta. Tengo sus trofeos en una
vitrina, junto con los de mi madre en fútbol y natación. Puedo buscar sus
grabaciones, hacía muchas actuaciones escolares cuando tenía nuestra edad.
Además…-añadió Michelle-…no tendrás que comprarte una cinta:
ya tienes una. Y, si la ven tus padres, puedes decir que la has comprado para
practicar en casa. No verán las propiedades que tiene.
Puedo intentarlo…-dijo Alice, quien estaba dispuesto a
intentarlo para no defraudar a sus amigos-…ya os contaré mis progresos.
Priscille cambió su expresión facial de manera súbita y miró
a sus tres amigos. Había tomado una decisión.
Me preocupa mi hermano.-dijo de nuevo-Ya no es sólo el hecho
de que nuestra relación fraternal esté fría, sino que en el barrio donde está
su instituto ha habido varios ataques. Además, en el Hiwamori hay chicas, no es
exclusivo masculino como el nuestro. ¿Quién sabe si…
Ren no está solo, ¿vale?-dijo Michelle con una sonrisa
tranquilizadora-Sus compañeros y compañeras de clase estarán con él y lo
acompañarán por el camino, digo yo…
Sí, pero son muy pequeños…-dijo Priscille-…dudo que puedan
defenderse.
Hay gente de hasta 18 años.-reparó Myo-Y, según tengo
entendido, les enseñan a ser muy protectores y fraternales con los kohai.
Forman verdaderas piñas.
Tranquilízate, Priscille.-dijo Alice-Tu hermano todavía no
se ha terminado de desarrollar como un hombre, dudo que sea el objetivo de una
de esas cosas si hay cerca de él hombres formados.
Priscille quería darles la razón. Entre conversaciones de un
tema y otro, llegó la noche y cada uno se fue a su casa…
. . .
Domingo por la mañana. Eran aproximadamente las once y
cuarto. Myo había estado desde las nueve estudiando. Estaba tan contento por lo
claro que le había quedado un tema que se había puesto a jugar a un videojuego
para celebrarlo. Un rato de descanso siempre tiene buen sabor.
Sonó su móvil. Pulsó el botón de pausa y lo cogió. Vio que
era Priscille, por lo que descolgó rápidamente.
Buenos días, Priscille.-saludó Myo.
¿Myo?-preguntó Priscille entrecortadamente-Buenos días.
¿Puedo pasarme por tu casa un rato? Quiero que me pases el poder.
¡Claro!-dijo Myo sin reparar en la segunda parte de su
petición-Espera… ¿qué?
Me sabe mal pedírselo a Alice por su convalecencia…-explicó
Priscille-…y tampoco quiero agotar a Michelle con todo el entrenamiento que
tiene encima... ¿podríamos hacer juntos…lo que fuere que hiciste con Michelle?
Está bien.-dijo Myo-Haré lo que sea para ayudarte, pero,
¿estás seguro?
No quiero tener que depender de vosotros si algún día corro
la misma suerte.-dijo Priscille-No quiero ser una carga. Y quiero un aval que
me garantice que puedo luchar por Ren. Además, vamos a disfrutar con ello,
¿verdad? Bueno, nunca lo he probado y ya sabes que mantengo una postura
totalmente demisexual, pero…no me importa si es contigo.
Bien pues.-dijo Myo-Me alegra que tengas las ideas claras.
Ven cuando quieras, te espero aquí…e intentaré que lo pasemos lo mejor posible.
Lo mismo digo.-respondió Priscille nervioso-Bueno, nos vemos
ahora, ¿vale?
¡De acuerdo!-dijo Myo con ánimo.
Colgaron el teléfono. Myo no necesitaba tener una vista de
lince para leer la fuerte erección que se dibujaba en sus negros pantalones.
Continuó jugando hasta que escuchó el timbre de la puerta. Volvió a pausar el
juego y se levantó para abrir. Como esperaba, era Priscille, que sonreía
nerviosamente.
Hola, Myo…-saludó Priscille.
¡Hola!-saludó Myo con una sonrisa de confianza para intentar
calmar a su amigo-¡Pasa, vamos!
Con permiso…-se excusó Priscille mientras entraba y cerraba
la puerta tras de sí.
Ninguno de los dos supo qué decir.
Sé lo que he venido a hacer aquí…-se aventuró Priscille-…y
creo que no me retracto, pero…no sé…cómo empezar.
Priscille veía claras complicaciones. Tanto Myo como Alice
lo habían hecho con Michelle, quien no tenía tapujos ni problemas a la hora de
abordar el sexo, pero él era diferente…y Myo era lanzado a su manera, aunque no
tanto como Michelle. No obstante, su amigo Myo era abiertamente gay, por lo que
confiaba en que supiera encauzar la situación.
Tranquilo, Priscille…-Myo le puso una mano en el hombro.
Cada día estaba más orgulloso de haber dicho en voz alta que era homosexual-…no
estés tenso. Te digo, desde la voz de la experiencia, que no te arrepentirás…
Sin aguardar una respuesta, Myo besó a Priscille en la boca
con mucha delicadeza y lentitud. Mientras jugaba con su lengua, lo abrazaba y
acariciaba su cuerpo, más grande que el suyo propio.
…-Priscille no sabía si quería decir algo o no, aunque no
tenía más opción que callar, pues la lengua de Myo estaba en contacto con la
suya.
Finalmente, Priscille se apoyó en los brazos de Myo y se
separó de él. Un reguero de saliva pendía de su boca, y tenía las gafas
descolocadas. Con una sonrisa, Myo se las quitó.
¿Ves bien?-le preguntó.
Sí…-respondió Priscille de manera mecánica-…mi miopía es
leve.
Me alegro.-respondió Myo mientras alargaba su brazo hacia el
vientre de Priscille.
El chico empezó a sentir escalofríos conforme Myo lo tocaba.
Sin darle tiempo a reaccionar, su algo más experto que él amigo comenzó a
quitarle la ropa. Una vez lo hubo dejado desnudo de cintura para arriba, se
quitó la bufanda y la camiseta. Acto seguido, se desabrochó los pantalones y se
bajó la cremallera. Tras ello, se agachó y comenzó a quitarle, con lentitud,
las estilizadas botas a su amigo. Después, le quitó el pantalón poco a poco y
terminó por quitarle los calcetines. Priscille se encontraba en ropa interior
delante de Myo. Sus bóxers eran negros con un pentáculo rosa dibujado en el
centro. No notaba ningún indicio de excitación.
¿Tienes frío?-preguntó Myo amablemente-¿Enciendo la
calefacción?
No, gracias…-respondió Priscille-…estoy bien.
¿Para qué encender la calefacción cuando va a desplazarse un
gran calor en breves instantes?-pensó Priscille entre su cohibición.
Myo se sentó en una silla y comenzó a desatar los cordones
de sus enormes zapatillas. Cuando las dejó en el suelo, colocó sus calcetines
encima de ellas y, finalmente, se quitó los pantalones, quedando también en
ropa interior.
Ya estamos listos, ¿no?-preguntó Priscille.
Myo asintió y se acercó a su amigo con suavidad. No le daba
ningún pudor que Priscille viera su erección. Ya sabían todos que era gay y, lo
que era más, le iba a mostrar el pene en breves instantes, así que, ¿para qué
preocuparse o avergonzarse? Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para
notar el calor corporal de Priscille, alargó su brazo y acarició, por encima de
la ropa interior, la entrepierna de éste, que emitió un leve gemido y se puso
tenso.
Relájate…-dijo Myo-…no soy tan bueno como Michelle para
estas cosas, pero te prometo que estarás bien conmigo. Pararemos si así lo
quieres.
No…-dijo Priscille-…adelante, sigamos. Tengo que hacerlo por
el bien de todos, y… ¿quién sabe? Podría acabar…gustándome…
Pruébalo entonces.-dijo Myo con dulzura.
Le cogió una mano a Priscille y la llevó hasta su endurecida
entrepierna. Al contacto de su mano con el pene de Myo, aunque hubiese tela de
por medio, Priscille se estremeció. Comenzó a mover la mano con suavidad,
concentrándose en pensar lo que haría si se estuviera masturbando él solo. Tras
un torpe incio, Myo se quitó los bóxers, mostrando su erecto pene.
Yo…-dijo Priscille sonrojado.
No te preocupes…-dijo Myo en tono amable mientras se
retiraba el prepucio-…no pasa nada, de verdad. Estamos entre hermanos, podría
decirse.
Priscille dudó.
Venga, te echaré una mano. -Myo seguía sonriendo para calmar
a su amigo.
Le quitó la ropa interior y observó su pene, aún flácido.
Por un lado era una ventaja que no fuera tan enorme como el de Michelle, ya que
eso lo haría más manejable, pero, por otro lado, le preocupaba que su amigo no
estuviese disfrutando, por lo que lo empezó a masturbar con suavidad y
apretando poco con la mano.
…-Priscille suspiraba.
¿Te encuentras bien?-preguntó Myo-¿No quieres que sigamos?
Adelante.-dijo Priscille-Por mucho que me veas dudar o
retractarme, tengo que tener el poder. Lo necesito para proteger lo que me
importa. Y no quiero dejarte a medias tampoco…ya no hay vuelta atrás. Aunque me
veas flaquear, hazme lo que tengas que hacerme.
¿Siempre tardas tanto en llegar a la erección?-preguntó Myo
mientras observaba el pene de Priscille, aún sin endurecer, aunque un poco más
caliente.
Es normal en mí…-dijo Priscille-…no suelo ser tan abierto
sexualmente como los demás, y no suelo masturbarme con mucha frecuencia.
No te preocupes…-dijo Myo-…tenemos todo el día.
Oye…-dijo Priscille-…tampoco quiero hacerte perder el
tiempo, y tú sí que estás excitado. Para llegar al poder sólo tengo que beber
de tu semen, así que, ¿por qué no lo hacemos directamente y te olvidas de mí?
No seas tonto, anda. -Myo sonrió-Tienes que disfrutar. Lo
disfrutarás, como que me llamo Myo Shimazu.
Le levantó el pulgar a su amigo, tras lo cual lo agarró de
los hombros y lo llevó al suelo con él.
¡Tengo una idea!-respondió Myo-Seguro que Michelle conoce
esto sobradamente…aunque yo también lo he visto bastantes veces.
¿Qué…-preguntó Priscille mientras su amigo lo tumbaba.
Esto te excitará, ya lo verás.-dijo Myo mientras se cambiaba
de orientación y, en vez de quedarse frente a frente con Priscille, se quedó
mirando su pene y acercando el suyo propio al rostro de éste.
Volvió a agarrarle el pene. Seguía estando blando y suave,
pero se notaba un poco más rígido que antes.
Ya entiendo…-dijo Priscille notando cómo entraba en calor.
Tímida y torpemente, cogió el pene de Myo con sus manos y
comenzó a acariciarlo. Estaba un poco húmedo, lo que significaba que el chaval
estaba muy excitado.
Poco a poco, ¿de acuerdo?-Myo animaba a Priscille-No tienes
por qué ir al mismo ritmo que yo, hazlo como puedas, ¿de acuerdo?
Sin mediar más palabras, retiró, sin dificultades, el
prepucio de Priscille e introdujo su pene en su boca. Era la segunda vez que
hacía una felación, y era todo lo contrario a la primera. Un pene enorme y duro
como un obelisco frente a uno de tamaño promedio y flácido. La sensación de
tenerlo flácido dentro de su boca era distinta y, en cierto modo, excitante.
Notó algo de humedad entre sus piernas.
Priscille había comenzado también a lamer su pene, haciendo movimientos
con la lengua como él pensaría que sería placentero. Mientras tanto, Myo
realizaba todo tipo de maniobras con su lengua a la vez que notaba calor en su
boca: se iba formando la erección en Priscille. Cuando el pene de su amigo
estuvo completamente erecto, se lo sacó de la boca para hablar.
¡Guau!-dijo Myo-¡Ya está!
Priscille miró a Myo sin soltarle el pene con una mano.
¡Míralo!-exclamó Myo contento-¡Se ha hecho mucho más grande!
¡Ahora podremos disfrutar!
El pene de Priscille había crecido todo lo que podía. Era un
poco más largo que el de Myo y aproximadamente del mismo diámetro.
Entusiasmado, Myo volvió a introducirse en la boca el pene de su amigo,
determinado a hacerlo disfrutar. Priscille intentó hacer lo propio, no sin
dejar de temer atragantarse. Era la primera vez que tenía un pene en la boca y
se lo había introducido por completo. La textura, la temperatura, la humedad,
el sabor…era un cúmulo de nuevas sensaciones que, al contrario de lo que él temía,
no le estaban resultando desagradables ni mermaban sus ganas de continuar.
Mientras se concentraba en las nuevas sensaciones que experimentaba, se
retorcía de placer. También era la primera vez que le hacían una felación.
Sentía un calor, una excitación, un placer, unos ramalazos de morbosidad que
sacudían su cuerpo…impulsos nerviosos de gran intensidad elevándolo al séptimo
cielo.
¡Ahhhh!-Priscille profirió un grito agudo.
Su pene se convulsionaba una y otra vez. En cada convulsión,
notaba cómo soltaba un cálido chorro de semen a presión cuyo roce le estimulaba
el glande sobremanera. Incapaz de contenerse, terminó soltándolo todo en la
boca de su amigo, que derramó un poco por el suelo por no poder tragarlo todo.
Rápidamente, su erección comenzó a bajar. Myo se sacó el pene de la boca y
comenzó a jugar con él con sus manos. Estaba caliente, húmedo, impregnado en
semen y ya muy blando y suave.
¿Lo has disfrutado?-Myo, a quien le chorreaba un poco de
semen y de saliva por los labios, le guiñó un ojo a su amigo.
Priscille miró al techo mientras sentía el tenue y agradable
placer de las manos de Myo jugueteando con su pene.
Sí…mucho…-Priscille sonrió como si hubiera descubierto un
nuevo mundo-…ahora me toca compensarte. Espero que te guste…
Priscille engulló el pene de su amigo e intentó imitar, de
memoria, los movimientos de lengua de Myo, cuyas caderas temblaban. Giró los
ojos para mirar su cara, en aquellos momentos de éxtasis. Mientras Priscille le
hacía aquella dulce felación, el joven de pelo verde movía hacia atrás y hacia
delante el prepucio de su amigo, haciéndole cosquillas en los bordes laterales
del glande y en la zona del frenillo. Tras unos minutos, Myo estaba colorado y
no podía concentrarse ni en jugar con el pene de Priscille…hasta que eyaculó con
fuerza mientras se deshacía en un estridente gemido.
…-Priscille notaba cómo su boca se inundaba y sintió la
necesidad de gemir, pero no podía abrir la boca o derramaba el semen de su
amigo, precisamente lo que había ido a buscar.
No era el momento de dudar. Se lo tragó todo. Estaba
bastante caliente y le dejó la boca muy húmeda. Tenía un sabor muy peculiar,
pero no lo desagradó. Tras sacarse el pene de Myo de su boca, Priscille habló.
Ya está…-dijo-…podré luchar…por mi hermano…y por…vosotros…
Intentó estimular un poco el pene de su amigo con las manos,
pero éste se apartó levemente.
No te preocupes, ya es suficiente.-dijo Myo-Descansa…
¿Te importa…-preguntó Priscille-…si me quedo aquí un rato?
Necesito quedarme tumbado…me encuentro exhausto.
Adelante, como en tu casa.-dijo Myo.
Priscille asintió y se quedó en el suelo. Se sentía tan
cálido, tan satisfecho, tan a gusto y tan feliz con su amigo…que se quedó
dormido allí, desnudo, en medio del suelo. Myo no dudó en tumbarse a su lado y
acostarse junto a él, abrazado a su cuerpo, para que no se enfriase.
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