Capítulo 16: Cascada
No vamos a creernos eso que habéis dicho…-dijo Priscille
intentando no perder los nervios-…mi hermano nos avisó de que os soléis reunir
aquí… ¿quién nos dice que no ha sido una coincidencia y que os estáis
intentando aprovechar de la situación?
Además de maricas, sois unos lerdos.-dijo Albert con su
psicótica sonrisa-Pero, ya que ésa es vuestra decisión… ¡Angelica, ve delante
con la mitad de los chicos! Seguiremos el plan establecido…¡detonemos la bomba!
Pero, Albert…-dijo Angelica.
¡CIERRA LA BOCA Y OBEDECE!-gritó Albert mientras se giraba y
le cruzaba la cara a Angelica-¡Mueve ese culo con tacones y sigue las órdenes
de arriba!
Angelica no medió más palabra, alargó un brazo, dio una
orden y se alejó dando volteretas, tras lo cual corrió hasta perderse de vista
con un montón de chicos detrás.
Espero que lo de la bomba sea en sentido figurado…-dijo
Alice.
¡Vuelve aquí, señorita!-gritó Michelle-¡Que alguien vaya a
por ella! ¡Id, venga!
¡Ni hablar!-gritó Myo-¡No te vamos a dejar solo! ¡Ya la
alcanzaremos!
¡Hay que atraparla!-exclamó Michelle-¡No sabemos lo que
quiere hacer! Tal vez después sea demasiado tarde…¡id, por favor, yo los
contendré!
¿Tú solo contra tanta gente?-preguntó Priscille-No vamos a
arriesgarnos a que sufras una lesión irreparable por fuerte que seas…
Está bien…-dijo Alice-…id vosotros dos. Yo me quedo con
Michelle.
¿Qué?-Priscille se ajustó las gafas.
Dos y dos.-dijo Alice-Es justo, ¿no?
Myo y Priscille se miraron. Algo había cambiado en la
entonación de Alice…algo que les quitó las dudas. Asintieron con la cabeza y
salieron corriendo, siguiendo el camino de Angelica.
¡ALTO AHÍ!-chilló Albert.
Los chicos de la Pax Nekra formaron una barricada humana.
¡Con permiso!-dijo Priscille abriéndose paso entre ellos con
una escurridiza maniobra de evasión.
¡Paso, por favor!-exclamó Myo ladeando a sus contendientes
con una corriente de viento.
Priscille y Myo pasaron por al lado de Maximilianne y
Albert, respectivamente. Éstos alzaron sus puños para parar a ambos chicos,
pero Michelle fue más rápido y trazó un círculo de fuego a su alrededor para
evitar que se movieran.
Cuando el avance de Myo y de Priscille estuvo asegurado,
Michelle y Alice se quedaron solos ante los matones.
Tal vez tendrías que haber perseguido tú a Angelica…-dijo
Michelle a modo de disculpa.
Quiero quedarme contigo, Michelle.-dijo Alice-Myo y
Priscille son más ágiles que yo, podrán perseguirla más eficientemente. Voy a
ayudarte, a apoyarte y a luchar por ti como pago por todo lo que te debo.
Gracias a ti he vencido en parte mis miedos y estoy aprendiendo gimnasia,
cumpliendo uno de mis sueños frustrados. Gracias a ti he comprendido lo que es
el placer, me has enseñado a disfrutar del cuerpo con el que la naturaleza nos
dota, a hacerlo sin pudor conmigo mismo, me has enseñado a masturbarme y me has
dado unos momentos inolvidables. No voy a dejarte atrás después de todo lo que
me has dado de manera desinteresada…
¿Sabes qué?-preguntó Michelle.
¿Eh?-Alice lo miró.
Michelle besó a Alice en los labios mientras sujetaba su
mentón con una mano. Tras el beso, encaró a los enemigos que se alzaban frente
a ellos y apretó los puños.
He estado siguiendo tu ejemplo de chico autodidacta…-dijo
Michelle-…he sacado algo de tiempo entre los estudios y el entrenamiento para
aprender a boxear un poco por mi cuenta. BRITISH BOXING, MY FRIENDS!
Alice sonrió. Se quedó en la retaguardia, con los brazos
estirados, las palmas apuntando hacia su centro corporal y las piernas
cruzadas.
¿Queréis camorra, Pax Nekra?-preguntó Michelle-¡Tomad, os
doy toda la que queráis!
Acabad con ellos.-dijo Maximilianne mientras chasqueaba los
dedos.
Los chicos que quedaban con Albert y Maximilianne se
lanzaron corriendo a por Michelle y Alice mientras sacaban de sus bolsillos
navajas, palos, cadenas y demás armas callejeras. Un primer valiente se acercó
navaja en mano, pero fue lanzado por los aires con un fuerte puñetazo del
corpulento pelirrojo.
¡Vamos, venid!-gritó Michelle-¿Tenéis miedo?
Los matones se arremolinaron en torno a Michelle, quien
comenzó a repartir puñetazos con mucha fuerza pero cierta torpeza dada su inexperiencia.
Algunos fueron alcanzados y cayeron al suelo, pero otros lograron golpear a
Michelle y lo comenzaron a someter entre todos. Mientras uno lo ataba con una
cadena, otro le golpeaba en la espalda con un palo. Los demás hacían tapón. A
los pocos segundos, una fría neblina los rodeó.
¡Ah!-gritó uno de los matones-¡Qué frío!
¡Joder!-se quejó el que tenía atado a Michelle-¡La cadena
está demasiado fría!
Alice se sonrió levemente.
En cuanto soltó la cadena, Michelle se levantó, se giró
hacia él y lo embistió con un puñetazo tan fuerte que lo estampó en una pared.
Volviéndose hacia el del palo, le golpeó en las costillas con un gancho, le
quitó el arma y se la partió en un hombro. Los que hacían tapón volvieron a
empuñar las armas. Uno llevaba un martillo bastante grande y logró golpear a
Michelle con él. Sus manos se vieron en el interior de un considerable bloque
de hielo. El pelirrojo arrancó el martillo del bloque y le golpeó fuertemente
en el plexo solar con él a su dueño, tirándolo al suelo. Haciendo un fuerte
barrido con el martillo, derribó a varios que lo estaban rodeando…con la mala
suerte de que cayeron cerca de Alice.
¡El de azul!-gritó uno de los chicos mientras se
levantaba-¡Él es el que nos sabotea! ¡A por él!
Los pocos chicos que quedaban se abalanzaron sobre Alice,
quien no pudo reaccionar a tiempo y cayó de espaldas al suelo. Un majestuoso
muro de fuego se alzó ante él, impidiendo que nadie se acercara.
¡OS QUEMARÉ VIVOS SI LO HACÉIS!-gritó Michelle-¡Nadie va a
herir a mi amigo en mi presencia!
Los matones se alejaron cautelosamente. El muro se fue
atenuando poco a poco. Justo cuando estaba a punto de apagarse, un traicionero
miembro de la Pax Nekra lo atravesó y, con un par de quemaduras en la piel y en
la ropa, agarró a Alice por detrás del cuello.
¡No vuelvas a hacer ese truquito o me cargo a tu
amiga!-gritó.
¡Amigo!-gritó Michelle-¿Acaso estás ciego?
¿Seguro?-preguntó el captor de Alice-¿Con estas pintas?
Tiene cara, cuerpo y ropa de tía…veamos si podemos divertirnos con ella…a ver
lo estrecha que está…
El chico le puso la mano en la entrepierna a Alice. Aunque
su pene era pequeño, se notaba al tacto, como era obvio.
¡Tiene un bulto!-gritó el chico-¡Habrá que arrancárselo para
descubrir el agujero por el que entraremos!
¡NO VUELVAS A HACER ESO SI NO QUIERES QUE TE MATE AQUÍ
MISMO!-gritó Michelle encolerizado-¡ALÉJATE DE ALICE! ¡TE HARÉ SUFRIR!
Sin poder evitar sonrojarse y retorcerse de la angustia,
Alice puso sus manos sobre el musculoso brazo que lo oprimía. Inmediatamente,
el brazo del chico comenzó a congelarse. El chico dejó de tocarle la
entrepierna para golpearlo con el brazo que no tenía congelado, pero Alice
logró zafarse de él aprovechando su delgadez y la constitución resbaladiza del
hielo. Acto seguido, lo empujó levemente con ambas manos, ocasionando una
fuerte caída de espaldas contra el suelo: había un témpano de hielo bien
formado detrás de sus pies, por lo que se había desequilibrado y se había
caído.
¡CONGÉLALE LOS OJOS!-gritó Michelle-¡QUE PAGUE POR LO QUE TE
HA HECHO Y LO QUE TE HA DICHO!
Michelle, no es necesario…-dijo Alice-…estoy bien…
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!-gritó
Michelle de pura rabia.
Un chorro de fuego salió de su mano, envolviendo en llamas
al chico que había agarrado a Alice. Al verlo, los matones que quedaban
salieron corriendo despavoridos.
¡Cobardes!-gritó Maximilianne.
¡Ya os cogeré, viles desgraciados!-chilló Albert.
El individuo que estaba ardiendo logró apagarse a base de
rodar por el suelo, pero ya no tenía fuerzas para moverse.
Ya ajustaremos cuentas tú y yo…-dijo Michelle dejando claro
que se había dado cuenta-…pero primero…falta una pareja para terminar la
desratización…
Está claro, ¿no, Maximilianne?-preguntó Albert-Pasa del
machito y vamos a cargarnos a la nenaza…es la más débil.
Estoy delante, ¿sabes?-dijo Alice desde la otra punta.
¡Y PRONTO ESTARÁS DEBAJO…DEL SUELO!-gritó Albert mientras
corría hacia él junto con Maximilianne.
Eso no os lo creéis ni vosotros…-dijo Michelle taimadamente.
Se lanzó cual depredador a por Maximilianne, agarrándolo
fuertemente y tirándolo con él al suelo, rodando parque abajo hasta colarse en
los jardines de la academia Shirakawa. Las pocas chicas que quedaban ahí
huyeron despavoridas.
Albert y Alice quedaron solos, frente a frente. El sádico
cabecilla de la Pax Nekra alzó su puño y embistió a Alice con un fuerte
puñetazo, arrollándolo y haciéndolo rodar por el suelo. Temblando, Alice se
intentó incorporar. Cuando se logró poner a cuatro patas, Albert soltó su
característica risotada de hiena y lo volvió a tirar al suelo de una patada en
la cara.
¡Tu amigo te ha dejado solo!-le gritó-¡Ya ves lo que te
aprecia!
Michelle no me ha dejado solo.-respondió Alice sin
levantarse-Me ha librado del bruto de tu compañero…y ha confiado en mí…para
hacer…lo que él y los demás han hecho por mí…durante toda mi vida…y
no…puedo…defrau…darle…
Se intentó levantar de nuevo. Albert le apuntó con la palma de la mano.
Alzó el brazo y lo bajó de golpe. Una enorme burbuja llena de agua cayó contra
Alice y le golpeó fuertemente, hundiéndolo levemente en el suelo y mojando
parte del parque.
¡JAJAJA!-se rió Albert-¡Alguien que no entiende la
superioridad de un gran poder no podrá vencerme en combate! ¡Larga vida a la
Pax Nekra!
Un enorme géiser salió de debajo de Alice. Al cortarse, éste
quedó en el aire, cayendo en picado.
Alice creó una plataforma de hielo debajo de él lo
suficientemente ancha como para caber en ella. Mientras caía, se extendía
verticalmente hacia abajo, formando una pequeña torre que acabó por hundirse en
el suelo, absorbiendo la fuerza del golpe y permitiendo a Alice bajar ileso
como si de un tobogán se tratara.
De las manos de Albert salieron unos haces de resplandor
azul acuoso que dieron lugar a un gigantesco martillo amarillo con empuñadura
plateada.
¡MUY BONITO, PERO VAS A MORIR IGUALMENTE!-gritó Albert.
Un impetuoso martillazo destrozó el montículo de hielo, pero
Alice logró evadir el golpe en el último momento.
¿Te crees muy listo?-preguntó Albert-¡No juegues conmigo!
Albert lanzó una sarta de martillazos encadenados. Alice se
echó hacia atrás, cayó al suelo, rodó y evitó la mayoría de los golpes, pero,
al levantarse, recibió de lleno el último. Ese martillo podría tener,
perfectamente, mucha más masa que él, y la fuerza física de su esgrimidor era temible,
tal vez comparable o incluso superior a la de Michelle. Soportando un tremendo
dolor por el impacto, Alice surcó el aire hasta impactar de bruces contra un
árbol, trastabillando tras ello, luchando por no caer al suelo. Rápido como una
saeta, Albert se acercó a él y le asestó un tremendo martillazo en la espalda,
quebrando el tronco del árbol con el impacto. Antes de poder retirar el
martillo para poder cargar otro golpe, Albert vio que una capa de hielo estaba
uniendo su arma con el cuerpo de su contrincante.
¿Qué pretendes?-preguntó Albert-¿Inmovilizarte tú solo?
Si no puedes blandir ese martillo…-dijo Alice-…no eres tan
peligroso…
Albert intentó de nuevo retirar el martillo. Ya no lo
conseguía. Notó cómo algo se le enroscaba al tobillo. La cinta de Alice había
aparecido y estaba congelando sus pies.
¡Ya lo entiendo!-gritó Albert-¡Pretendes congelarnos juntos!
¿Vas a sacrificarte por mí? Qué conmovedor…
Cualquier precio a pagar es válido con tal de pararte los
pies, majadero…-dijo Alice con un hilo de voz.
Me habían informado de que eras más modosito y que no decías
esas palabras tan fuertes…-dijo Albert-¿sabes qué hacemos con los niños malos?
¡CASTIGARLOS DESPUÉS DE ENSEÑARLES LO INÚTIL DE SUS ACCIONES!
El martillo de Albert se deshizo en agua, quedando Alice
atrapado en su propia capa de hielo que no lo unía con nada. Acto seguido,
disparó, con sus manos, un chorro de agua a sus pies, rompiendo el hielo y
apartando la cinta. Antes de que Alice pudiera hacer desaparecer el hielo,
Albert le dio un rodillazo en la espalda, golpeándolo de nuevo contra el árbol.
Acto seguido, lo cogió de los hombros, lo arrancó del hielo que lo unía al
árbol, lo lanzó por los aires y lo bateó con su martillo.
Alice cayó al suelo y ya no tenía fuerzas para levantarse.
Era débil físicamente, no destacaba en ningún deporte, no sabía artes
marciales, era un cobarde, un indeciso y un mal luchador… todo eso fue lo que
pasó por su cabeza en esos momentos.
Vaya desperdicio…-dijo Albert mientras se acercaba
lentamente y haciendo resonar sus botas a cada paso que daba-…tienes el poder y
no vales para ejercerlo…te voy a enseñar a ser una mujer, nenaza…-llegó hasta
el cuerpo de Alice-…ven aquí.
Lo agarró del cuello y lo levantó, pegando su cabeza contra
su entrepierna y frotándola.
…-Alice tenía ganas de llorar, pero no le salían las
lágrimas.
No sólo había perdido el combate contra Albert, sino que,
además, lo iba a forzar allí mismo…
Que conste que no soy un desviado como vosotros.-dijo
Albert-Es sólo que te veo como a la mujer que eres.
Albert sacó a relucir su pene, ya erecto, tan pálido como el
resto de su piel, de bastante longitud y estrecho diámetro, circuncidado y
curvado hacia arriba, y lo introdujo forzosamente en la boca de Alice,
haciéndole una irrumación cada vez más acelerada.
El pobre Alice deseaba que parase. No era lo mismo que
cuando probó el pene de Michelle. Esta vez no le estaba gustando nada. Le dolía
el cuerpo y el alma. Estaba sufriendo. Deseaba llorar, chillar, patalear y
ahogar su sufrimiento y rabia hasta morir con ello…lo sentía frío y amargo
dentro de su boca…tal vez por los intercambios de agua y hielo y porque el
glande de Albert no paraba de segregar líquido preseminal, que a Alice le
estaba resultando asqueroso.
El sádico individuo de la Pax Nekra siguió moviendo
enérgicamente la cadera a ratos, y a otros ratos se quedaba estático y le movía
la cabeza a Alice sin cuidado ninguno, tirando dolorosamente de su pelo.
¡Chupa, zorra!-gritó Albert-¡Aprende a ser una mujer de
verdad! ¡Un insulto como tú nunca podrá ser un hombre! ¡Vuestro lugar está aquí
abajo, entre nuestras piernas, CHUPANDO NUESTRAS JODIDAS POLLAS!
Mezcla de su placer por hacer sufrir al prójimo y por
penetrar bucalmente a alguien, Albert eyaculó dentro de la boca de Alice, quien
se sentía envenenado, inundado por un chorro de semen caliente, salado y amargo
que no terminó ahí: al sacarle el pene de la boca, Albert soltó otro chorro de
semen sin previo aviso sobre la cara de Alice, el cual, finalmente libre de las
manos de su enemigo, quedó de rodillas en el suelo, profundamente dolorido y
asqueado, avergonzado, vejado, profanado, magullado, herido, probablemente con
algo roto…empezando por el corazón por haber defraudado a Michelle al no poder
contra Albert…lo que les facilitaría a él y a Maximilianne, si vencía a
Michelle, perseguir a Myo y a Priscille…
Alice se imaginaba a los dos cabecillas reuniéndose con
Angelica, atrapando por ambos flancos a Myo y a Priscille y sometiéndolos
dolorosamente, por lo que se sintió aún peor al pensar que había defraudado
también a sus otros dos amigos…
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