jueves, 1 de octubre de 2015

[TY] Episodio 71: El anzuelo

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 71: El anzuelo

Después de un importante esfuerzo de planificación, finalmente los Taimanin desarrollaron la trampa que consideraron idónea para atrapar a los militares estadounidenses sin que los demonios se manifestaran junto a ellos. Gracias a las bazas  del equipo Yamiyuki y a la información del Servicio de Inteligencia, liderado por Kuroageha, en Gokuruma se terminó de urdir un plan de guerra. Había llegado, por fin, el día en el que aquel plan se daría a conocer y se comenzaría a llevar a cabo.

Era Yamiyuki el encargado de realizar la exposición ante el resto de los compañeros Taimanin. Todos aguardaban expectantes y se sentían llenos de fuerzas y optimismo: su reciente victoria contra los Fuuma les había quitado un gran problema de encima y apreciaban que cada vez les quedaba menos para ganar la guerra.

Gracias por vuestra asistencia, compañeros y amigos.-dijo Yamiyuki a modo de saludo desde su estrado-Es mi labor hoy presentar la estrategia de acción con la que pondremos en práctica todo lo que mencionamos en anteriores reuniones. Gran parte del esfuerzo y de los medios requeridos para este plan han venido del equipo Kuroageha y del Servicio de Inteligencia, ambos dirigidos por la misma persona, nuestra compañera, amiga, camarada, hermana y profesora Zhao Kuroageha, quien perfectamente podría estar diciendo esto en mi lugar, pero que, por desgracia, no ha podido estar con nosotros hoy por motivos profesionales. Partimos de nuestro objetivo principal: separar a los soldados estadounidenses de los demonios en la coalición que han formado. Es por esto que no nos sirve cualquier invitación de guerra, pues entonces el bando completo se lanzaría sobre nosotros. Puesto que la unión entre los Mazoku y Estados Unidos es meramente de guerra, necesitamos tentar a la coalición con una baza que afecte única y exclusivamente a los militares, y hemos determinado que la mejor para este caso es la vertiente sociopolítica. Los Mazoku nunca han entendido, no entienden ni jamás entenderán la dimensión social ni la política como nosotros: si bien es cierto que, como ya nos han demostrado, hay Mazoku respetuosos, en el caso de los Neo-Nómadas lo más cercano a una política que puede verse es un gran afán de conquista y totalitarismo, mientras que en lo social son clasistas y racistas, despreciando y deseando maltratar a todos los humanos. Por otra parte, los inmigrantes estadounidenses que se enfrentan a nosotros ahora mismo, si bien están peleando junto a los demonios, proceden de un país del Primer Mundo, igual que nosotros, y tienen unas ideas sociales, políticas, económicas, jurídicas, administrativas, etcétera, mucho más pulidas y evolucionadas que las de nuestros enemigos los demonios. Claro que Estados Unidos y Japón tienen muchas diferencias, pero no son tantas ni tan acusadas como las que tenemos los humanos y los Mazoku, especialmente si pertenecen a los Neo-Nómadas. No garantizamos que el plan tenga un éxito rotundo y carezca de complicaciones, pero, tras muchas evaluaciones y comparaciones, creemos que será la mejor manera de acometer el problema que quedó planteado en reuniones anteriores. Si bien no todo el mundo sabe todo lo que hay detrás del panorama actual, lo cierto es que el Reino de Tokyo se sabe en guerra. La prensa no es muda ni tampoco es tonta. Los altercados con Estados Unidos son prácticamente una constante histórica en nuestra sociedad y, por supuesto, se sabe que estamos en guerra. De esta manera, a nadie le extrañaría que un grupo de ciudadanos desconformes se manifestase en lugares públicos: he aquí la raíz de nuestro plan de acción. Vamos a disfrazarnos de ciudadanos de a pie, de transeúntes, y vamos a realizar manifestaciones de índole sociopolítica en diversos lugares del Reino. Lo haremos de manera intensa, en varios sitios a la vez y durante varios días. La clave de estas manifestaciones será protestar única y exclusivamente contra los militares estadounidenses que se han asentado en nuestras tierras, no contra Estados Unidos en general. De esta forma, es altamente probable que llamemos la atención de los militares y que a los Mazoku no les importe demasiado. Creemos que, en tal caso, sería posible provocar su salida a las calles de manera independiente, es decir, que podríamos hacer que los soldados se acercaran a nosotros sin la compañía de los demonios. Por supuesto, este plan tiene lagunas, siendo la mayor de ellas la propia incertidumbre: por más sólido que pueda ser nuestro optimismo y más nobles que puedan ser nuestros esfuerzos, no tenemos forma de saber la voluntad de nuestros enemigos. Sí es cierto que, como comentó Kuroageha la última vez, tenemos captadores y transmisores de información instalados gracias a las acciones de la batalla que acabamos de terminar. Éstos, según el Servicio de Inteligencia, son cada vez más imprecisos, pues no estaban ideados para durar, sino para ofrecer una solución lo más inmediata posible a los problemas que pudieran suceder después de la batalla. Me refiero al hecho de que muchos de los dispositivos que introducimos en las filas enemigas son fácilmente destruibles y que, incluso si ellos no se han dado cuenta de que están ahí, han podido acabar con ellos, por ejemplo, con el simple gesto de lavar la ropa. Teniendo esto en mente, queda claro que con esos dispositivos no podremos adelantarnos al enemigo como hicimos la vez anterior, en la que descubrimos los planes de Tigres Black y Braulio Cromwell y pudimos dar pie al nacimiento de la estrategia que describo a continuación. Estos transmisores de información gozan de una duración corta, pero nos han servido bien. Lo que sí podremos hacer será sondear de manera sucinta las reacciones e intenciones del enemigo. No será lo más nítido, pero podremos inferir de alguna manera si las manifestaciones surten efecto o no. Con esto conseguimos quitar gran parte de la incertidumbre, pero la idea no acaba aquí. Estamos colocando unas barreras especiales con la colaboración del equipo de los místicos. Estas barreras impedirán el paso de los demonios en la zona urbana, por lo que, en caso de que la coalición entera viniese en respuesta a las manifestaciones, sólo los militares podrían pasar. Si tuviésemos que pelear contra los militares y pidiesen refuerzo a los Mazoku, tampoco podrían tenerlo. Gracias a este sistema, eliminamos otra buena parte de la incertidumbre comentada. No obstante, la incertidumbre nunca puede cortarse de raíz: queda una componente de un tamaño tal vez variable, pero con casi total seguridad pequeño que se traduce en el hecho de que no podemos conocer el futuro. Incluso si el enemigo reacciona como nosotros esperamos, seguimos sin saber si nuestros planes saldrán bien o mal. Pueden producirse multitud de desenlaces, pero, en cualquier caso, lo mejor contra este imborrable componente de incertidumbre es esforzarnos para que todo salga lo mejor posible y dar lo máximo de nosotros en todo momento.

Tras aquel discurso, Yamiyuki tomó un trago de una botella de agua que tenía encima de la mesa en la cual realizaba su exposición. Sus camaradas aplaudieron y comenzaron a comentar entre ellos el plan que acababa de salir a la luz.

 . . .

Margaret estaba bebiendo una taza de té con leche en una mesa de una de las salas de descanso de las instalaciones. Se encontraba absorta en sus pensamientos mientras leía una revista sobre tecnología militar. Estaba esperando la prensa del día para leerla antes de terminar su descanso y volver a las labores administrativas que tenía que realizar aquel día, pese a que seguía sin fiarse de los demonios. Mientras leía y tomaba su té, escuchó que se abría la puerta. Giró la cabeza para mirar quién iba a entrar y vio a Layla con un periódico en una mano y un vaso largo lleno de café  en la otra.

No te vas a creer lo que está pasando.-dijo Layla a modo de saludo.

¿Sucede algo?-preguntó Margaret-¿Es el periódico de hoy?

Sí, así es.-respondió la otra mujer-Iba a consultar las noticias a través de la red, pero nunca está de más recordar las buenas costumbres.

Yo estoy muy harta de estar delante de un ordenador, así que también prefiero mil veces un periódico ahora mismo.-comentó Margaret-En fin, ¿qué ha pasado?

Mira esto, Margaret.-pidió Layla colocando el periódico encima de la mesa-Desde hace casi una semana, han estado produciéndose cientos de manifestaciones ciudadanas en contra de nuestra presencia aquí. La ciudadanía está pidiendo que se expulse al ejército estadounidense del Reino de Tokyo.

Es normal que no nos quieran aquí.-razonó Margaret-No suele hacer mucha gracia que lleguen militares de otro país a controlar situaciones que no se entienden. El pueblo no puede comprender muchas de las ideas con las que nosotros estamos trabajando o, mejor dicho, no es que no pueda comprenderlas, es que no tiene acceso a ellas y por tanto no puede emitir un juicio que no esté orientado claramente. No pueden ser imparciales. El lobo siempre será el malo si sólo se escucha a Caperucita.

No te lo niego, pero llevamos aquí un tiempo… ¿por qué ahora?-se preguntó Layla.

Puede ser por muchos motivos, es un tema complejo, como podrás comprender.-se limitó a responder Margaret-Tendremos que pedir permiso a Tigres Black para poder tratar de solventar este problema de manera independiente.

Yo estaba pensando lo mismo.-asintió Layla-Deberíamos separarnos momentáneamente de los demonios e investigar este asunto a fondo.

Todavía no sabemos cuál va a ser la respuesta de arriba, pero se me ocurre una idea.-comentó la teniente-¿Qué te parece si sobrevolamos las zonas donde se han producido las manifestaciones con un avión? Podríamos hacerlo muy tarde, de madrugada, de tal forma que no haya nadie y no se moleste a los ciudadanos. Tal vez encontremos algo, ¿no crees?

No me parece una mala idea.-asintió la sargento-Acerquémonos después a preguntar.

. . .

Aquella noche, un avión de reconocimiento sobrevoló el Reino de Tokyo. Gracias al permiso que habían obtenido de Tigres Black, Layla Phoenix y Margaret Johnson podían realizar una investigación a fondo de los problemas que la ciudadanía podría comenzar a causarles. En el avión viajaban las dos mujeres y los pelotones de ambas. Todos los jóvenes soldados estaban preparados para posibles combates o situaciones peliagudas. Los ciudadanos estaban acostumbrados al ruido de los aviones que despegaban a lo largo de la noche, por lo que no causarían ningún alboroto, pues el Reino de Tokyo gozaba de una gran situación de viajes fluidos. Pese a toda su precaución, su buen hacer y su desplazamiento pacífico y casi de incógnito, había algo que ignoraban: los Taimanin los vigilaban.

¡Bien!-se alegró Yamiyuki desde su escondrijo-¡Han mordido el anzuelo! ¡Y encima vienen de madrugada! Una franja horaria genial por si tenemos que pelear contra ellos.

Hemos tenido una suerte tremenda.-comentó Kuroageha, también desde las sombras-Por lo que he podido captar gracias a las máquinas de Aoi, la idea de viajar en avión a esta hora ha sido de Layla Phoenix y Margaret Johnson. Como ellas no asistieron al combate contra los Fuuma por motivos que ni sabemos ni nos importan, no estaban contaminadas con los captadores, así que la suerte ha jugado en nuestro favor en el momento en el que han decidido pedirle permiso a Tigres Black delante de alguien a quien sí le quedaban captadores encima. La única mala noticia es que nos hemos quedado definitivamente sin esos dispositivos. Han durado poco, pero han funcionado muy bien.

El equipo Yamiyuki y el equipo Kuroageha se encontraban juntos en aquella misión. Se escondían en los rincones más oscuros de las calles y observaban los movimientos del avión, siguiéndolo de manera subrepticia.

¡Mirad!-avisó Shiena-¡Se alejan de aquí!

Estarán buscando carteles, pancartas o algún tipo de indicio de la naturaleza de los manifestantes.-conjeturó Rito-Menos mal que no hemos dejado nada tirado…

Es la nuestra, ¿verdad?-preguntó Hagane-Se dirigen al extrarradio, a la zona industrial. No hay residentes y, por tanto, sólo hay personas en horario de trabajo. En un sitio así podremos resolver mejor cualquier tipo de conflicto sin crear ningún jaleo entre los ciudadanos que ahora mismo duermen.

Yo pienso lo mismo.-Shirubei se sumó a la conversación-¿Los seguimos?

Sí, vamos tras ellos.-asintió Yamiyuki-Tratemos de no separarnos demasiado por el momento, ¿de acuerdo?

Los diez guerreros Taimanin se movieron siguiendo la trayectoria del avión que se alejaba de ellos. Para su sorpresa, cuando habían cruzado varios barrios y habían llegado por fin a una zona vacía y sin residentes, el avión aterrizó en una azotea grande y de él comenzaron a bajar los pasajeros. Distinguieron a Layla, a sus cinco jóvenes soldados, a Margaret, a sus cuatro subordinados y a Elizabeth, la mujer robótica. Tras apearse, el avión despegó y se alejó de la zona.

¿Qué demonios están haciendo?-preguntó Inuhito-¡Acaban de aislarse ellos solos!

¡Mejor para nosotros!-le respondió Veena-Podremos seguirlos más de cerca y con menos peligro, ¿no es así?

Tienes razón, Veena.-respondió Aoi uniéndose a la conversación-Tal vez han pedido al piloto del avión que haga un par de barridos por el Reino para buscar más pistas mientras ellos hacen algo aquí.

Es hora de saltar a las azoteas.-dijo Yamiyuki-Layla Phoenix es la máxima autoridad entre los estadounidenses que han venido aquí por asuntos militares. Si logramos atraparla, no necesitaremos más artificios.

Está bien protegida, ¿no crees?-comentó Kuroageha.

Lo está.-asintió Yamiyuki-La vez que nos enfrentamos a ellos en Amidahara fue una batalla campal. Esta vez vamos a extrapolar nuestra estrategia sociopolítica al combate: vamos a separarlos para que ninguno de ellos esté protegido más que por sí mismo.

Está bien.-respondió Kuroageha-Ya sabes que quiero a la sargento, ¿verdad? Quiero pagarle la que le debo.

No hay problema.-asintió Yamiyuki-¿Preparados para ascender?

Kuroageha…-dijo Seika antes del gran momento.

¿Sucede algo?-respondió ésta.

¿Podría estar cerca de ti en esta batalla?-preguntó-No estoy dispuesta a dejar que vuelva a pasarte lo mismo que la otra vez.

No me pasará.-dijo Kuroageha con una sonrisa-No obstante, claro que puedes quedarte a mi lado siempre y cuando me dejes a mí a Layla Phoenix y te centres en partirle la cara a otra persona.

De acuerdo.-Seika se mostró más tranquila-Perdonad por la interrupción.

¡Ahora!-exclamó Yamiyuki.

Los diez Taimanin saltaron hacia las azoteas más cercanas, formando un anillo que rodeó a los militares.

¿Qué diantres está sucediendo?-preguntó Margaret extrañada.

Pensaba que éste iba a ser un buen lugar para descansar un momento, pero ya veo que no…-suspiró Layla-… ¿teníais ganas de vernos, jodidos Taimanin?


Layla les dirigió una mirada de asco y odio. Los diez Taimanin se limitaron a mirar a sus oponentes con suficiencia.

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