domingo, 8 de septiembre de 2013

Noche sorpresa

Mis amigos no suelen tener muchas ideas, pero...cuando las tienen, las tienen bien...o, al menos, ésas son las típicas tonterías que nos decimos entre nosotros a modo de broma. Anoche tuvieron un detalle muy bonito conmigo que no me esperaba y me gustaría compartirlo con vosotros por el mero hecho de que quiero dejar claro que tengo unos amigos maravillosos. Todo apuntaba a que sería un día normal: decidimos quedar por la tarde para dar una vuelta, hacer tiempo hasta la noche y, después, irnos a cenar a casa de uno de ellos aprovechando que sus padres se iban a cenar fuera. Hasta ahí todo parece común y corriente, pero hubo algo que desbordó esa esfera de normalidad. Cuando llegó la hora de la cena, pasamos un rato genial comiendo y conversando (con la televisión de fondo emitiendo un capítulo de "Los Simpsons"...), pero, cuando llegó la hora de recoger la mesa, el rumbo de las cosas viró notablemente. Estaba yo afanado limpiando cuando de pronto veo que se apagan todas las luces y veo a mis amigos aparecer detrás de mí con una tarta y cantando el cumpleaños feliz. Por un momento pensé a quién le tocaba, si habíamos celebrado el último cumpleaños de todos los presentes, pero no tardé en darme cuenta de que era para mí, lógicamente. No me lo esperaba para nada, me ganaron...no por los sentimientos, sino por ¡EL CHOCOLATE!

Bromas aparte, fue un detalle genial que se juntaran todos y me regalasen esa tarta, pues el día de mi cumpleaños de verdad casi nadie estaba en la ciudad y no hicimos nada demasiado especial (sólo comer en casa del mismo amigo y escuchar música que me incitaba a matar). No es comparable a la tarta casera que hizo mi familia, pero mirad qué pinta:


¡Qué sádica y sanguinolenta fiesta el despedazar y devorar fríamente a un oso! Saben que me van esos rollos... (?) Nótense las sensuales piernas de mis amigas.

Esa tarta era EL pecado. Debajo de esa capa de chocolate se extendía otra masa de chocolate con una base de bizcocho de chocolate. Las orejas, los ojos y la boca, como podéis ver, se componen de chocolate blanco...una auténtica delicia. Era muy suave y dulce, estaba tan blandita que me quería morir. (Aprovecho para decir que nunca he visto esa película, pero la frase siempre me ha hecho gracia...) Nos la comimos casi entera, pero no pudimos con su totalidad porque la cena fue copiosa...una pizza y media por cabeza no está nada mal. (Pasado mañana, ya, sin más dilación, comienzo las clases de nuevo y, si bien voy a echar de menos el tiempo libre y las horas entre amigos, estoy tan contento de volver a los hábitos estrictos y la vida sana...)

Además, para que quede claro que se portaron, hubo regalo junto con la tarta. Cuando los vi aparecer con ellos me quedé a cuadros...había un paquete grande que parecía una caja y varios pequeños con formas muy raras e indescifrables, pero la cosa no quedó ahí. Os podéis imaginar lo típico, que me compraron algo que me hiciera especial ilusión o que estuviese incluido en mis gustos, pero... ¡NO! ¡Fue mucho más allá! ¡Fue mejor! ¡Más épico! Al abrir la caja vi que se trataba de... ¡UN KIT DE SUPERVIVENCIA PARA EL APOCALIPSIS ZOMBIE! ¿Quién no se va a derretir de la emoción al recibir un regalo así? ¡Es lo que toda persona puede desear! Y, por favor, no cerréis este texto mientras os cuestionáis mi salud mental porque... ¡lo estoy diciendo en serio! Además, estaba perfectamente ordenado, distribuido y provisto de lo fundamental para asegurar la supervivencia y un escape seguro. Zombies a mí... ¡JA! Mirad, por favor...


Una pistola, munición de reserva, una granada por si las situaciones desesperadas, un cuchillo de combate para mostrar mis dotes en el cuerpo a cuerpo y reservas de medicinas y comida de emergencia. La diana y el completo manual están para leer y practicar para no aburrirme mientras esté refugiado en las horas más peligrosas. ¡Es perfecto!

Pero la cosa no acaba aquí. Quiero que veáis exactamente el altísimo grado de calidad de este kit perfecto. Las medicinas y las raciones de emergencia para no huir con hambre son de la mejor calidad: podré tomarme las pastillas más eficaces y mejor fabricadas del mundo actual, y comer la comida más completa y mejor comprimida que existe...


¿Alguien necesita drogas?


Siempre he sido partidario de que lo mejor de las buenas comidas es compartirlas con tus seres queridos, pero, ¿qué diablos? ¡Estamos en pleno apocalipsis zombie! ¡Aléjate de mi comida o te alejo con un tercer ojo entre los dos que ya tienes!

Sencillamente épico y maravilloso. ¿Qué más se puede pedir? El mejor agradecimiento que se puede hacer a un regalo es sacarle partido, así que voy a hacer estallar el apocalipsis zombie y voy a sobrevivir mientras veo cómo la población se diezma. Ahí os quedáis.

¿Sabéis lo que había en los paquetes pequeños? Los complementos perfectos para asegurarme una victoria maestra el día en que los muertos despierten:


Otra ración de comida de emergencia para no desfallecer (¿mis amigos me ven cara de no comer?), un silbato (¡SIN BOLA!) para engañar a esos cegatos carnívoros, unas gafas rotas (rotas por mis propios amigos) para...para verlos mejor y poder posicionarme estratégicamente antes, una placa de policía para poder engañar a los pocos supervivientes humanos y beneficiarme cruelmente de ellos y, para finalizar, una brújula de los mejores materiales magnéticos: ¡PLÁSTICOS!


Mis amigos y yo no sufrimos ningún tipo de enfermedad: somos así. Hacernos regalos de cumpleaños a base de juguetes es una costumbre que ya tenemos arraigada desde que a uno de los chicos (el anfitrión, tanto el día de mi cumpleaños como anoche) le regalamos una máscara con forma de calavera, una espada pirata y un móvil de juguete enterrado en gominolas dentro de una caja por su 18 cumpleaños, que fue justo el día después de nuestra fiesta de graduación (acabábamos de terminar el Bachillerato) y nos pilló con las pilas bien cargadas tras la friolera cantidad de... ¿0.5? horas de sueño. Qué bonita es la amistad, qué bonito es divertirse y qué maravillosos son los momentos como éste. Teniendo algo así, ¿quién quiere regalos caros y tonterías similares?

Huelga decir que el anfitrión volvió a torturar nuestros oídos con sus dotes de DJ poniendo canciones que saben que no me gustan nada. "Es que, si no, habríamos quedado demasiado bien contigo esta noche..."-fueron las palabras de una de mis amigas. ¡Si esto no es para aplaudirles, yo me retiro! Luego me apoderé del ordenador (al que le habían conectado un par de altavoces, para intensificar el dolor) y comencé a poner temas de Linkin Park, el único grupo de música que, como os comenté, encontraré en los ordenadores de mis amigos que me guste a mí también. No necesitamos escuchar la misma música para llevarnos maravillosamente bien, y menos cuando uno de los miembros del grupo de amigos es ¡UN EXPERTO CAZADOR DE ZOMBIES!

Chicos, sois la polla con cebolla, hablando pronto y mal.

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