miércoles, 3 de febrero de 2016

[TY] Episodio 75: Pólvora, escarcha y sangre

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 75: Pólvora, escarcha y sangre

Un disparo alertó a Shirubei: era el momento de saltar de un escondrijo a otro.

Eso que haces, Taimanin, es de cobardes.-le espetó Leon-Lo sabes, ¿verdad?

Nos hemos levantado chistosos esta mañana, ¿eh?-respondió Shirubei desde las sombras-¿Me llamas cobarde tú, que no eres capaz de pelear sin mantenerte a una distancia de seguridad, a mí, alguien no sólo capaz, sino también deseoso de triturarte a base de golpes?

Tu deseo sólo se cumplirá en el remoto caso de que logres llegar hasta mí.-explicó el soldado-En el campo de batalla, uno de los principios más básicos es que no puedes herir lo que no puedes tocar. Ese tipo de frases os gustan mucho a los asiáticos según tengo entendido.

¿Qué tal, oh, señor Leon Fitzgerald, el pistolero valiente, heraldo del coraje y la gallardía, si nos dejamos de preámbulos y zanjamos lo que hemos empezado cuando nos hemos subido a esta azotea tan bonita y romántica?-preguntó el Taimanin-No pienses ni un solo segundo que tengo miedo de tus estúpidas armas de fuego. Vas a ver lo que es bueno. Ahondando en la relación turbulenta que tenemos los Taimanin con el ejército de Estados Unidos, a mí, particularmente a mí, Shirubei Anome, me toca sobremanera las pelotas vuestra alergógena presencia. Por vuestra puta culpa no puedo contactar con la ONU, nos habéis jodido un proyecto muy grande para acabar con la invasión Mazoku y no os voy a perdonar ni una fracción de lo que nos habéis hecho.

Si tienes tantas ganas de que nos arreemos, no voy a seguir con la conversación.-dijo Leon-¡Dejemos que nuestras armas hablen por nosotros! Bullet Storm!
(¡Tormenta de balas!)

El joven soldado asió una pistola semiautomática con cada mano y comenzó a disparar a gran velocidad a la vez que recargaba con fugaces maniobras. Su objetivo era inutilizar la estructura que su enemigo utilizaba como parapeto para obligarlo a exponerse.

Ya sé que soy guapo, pero no tengas tanta prisa por verme.-pensaba Shirubei mientras saltaba fugazmente hacia otro escondrijo seguro.

¡Volaré cada estructura de cada azotea del barrio!-amenazó Leon-¡No podrás jugar al gato y al ratón todo el tiempo que quieras!

Sigue pensando que quiero jugar a eso, por favor.-el Taimanin se sentía satisfecho con su estrategia de combate-Por mucho que te prepares, no podrás encajar la sorpresa que tengo para ti esta noche.

Un Taimanin especializado en el uso de unas garras está obligado al mano a mano.-pensó Leon-Si tratara de atacarme, se acercaría a mí. No tiene posibilidades contra mí.

Ha dejado de disparar.-Shirubei analizaba la situación en silencio mientras saltaba de un sitio a otro-Tiene que estar pensando en lo fácil que es para él luchar contra un oponente como yo. No debo subestimarlo, pues sería demasiado sencillo que cayera por exceso de confianza en sus armas de largo alcance, pero, aun con esto claro, parece tan cierto que es así que bien podría serlo. En cualquier caso, si soy capaz de congelar a mis enemigos, también puedo mantener mi propia cabeza fría. No voy a arriesgarme, pero voy a tratar de pisarle todos los pies de los que vea que cojea. Fuera de que intente hacer que me confíe o no, lo cierto es que mi cuerpo es más rápido que sus balas.

No parar de moverte no te traerá un milagro.-advirtió Leon-Como tirador, he sido perfectamente entrenado para cazar a blancos en movimiento.

El joven disparó hacia el último punto donde pensaba que había caído Shirubei.

Pero seguro que a blancos invisibles no.-respondió Shirubei con un siseo.

¿Qué…-el militar se sorprendió.

Como una flecha, el joven guerrero ninja saltó de una punta a otra de la azotea, embistiendo a su contendiente con un potente rodillazo a mitad del trayecto y desapareciendo después de su vista otra vez.

¿Ha dado el primer golpe?-Leon se encontraba sorprendido-¡Es muy ágil!

Está desconcertado.-Shirubei se dio cuenta de la reacción de Leon-¡A LA CAZA!

Shirubei saltó muy alto y se preparó para caer verticalmente encima de Leon. Desplegó las garras de sus manos y las de sus pies, dispuesto a escindir al joven soldado.

Salto en silencio, haciendo honor a la agilidad y al sigilo de los Anome.-Shirubei se explicaba a sí mismo su jugada, orgulloso de ella y sintiéndose cada vez más sediento de sangre-Enfrío el aire a mi alrededor con las virtudes del Hyôton no Jutsu para ocultar mi olor y para que mi sudor no gotee, pero sólo unas micras, las suficientes para camuflarme sin que los oponentes sientan el frío… ¡y nunca sabrán quién los ha troceado vivos!

¡JODER!-maldijo Leon mientras miraba hacia todas las direcciones.

El segundo que había perdido sorprendiéndose por el rodillazo, más por el hecho de que éste hubiera sido posible que por el dolor, suponía un gran viraje en el combate. Alguien tan rápido como Shirubei podría aprovecharse de eso. No lo veía, pero no sabía que estaba a punto de caerle encima. No obstante, pensó por un segundo que su oponente en efecto había saltado, por lo que decidió tratar de poner fin al combate de manera radical: alzó dos metralletas al cielo y comenzó a disparar, de tal manera que, si realmente estaba allí, lo acribillaría a quemarropa causándole la muerte, incluso si ello suponía recibir un arañazo.

¡Mierda!-pensó Shirubei mientras reaccionaba a toda velocidad.

Ninpô – Hyôton no Jutsu!-exclamó.
(¡Arte ninja del hielo!)

Congeló las balas justo antes de que atravesaran su cuerpo, cesando su trayectoria y haciendo que cayeran al suelo. Al verse libre de la amenaza, continuó con su propósito de caer encima de Leon, pero él ya había podido prever su movimiento, razón por la cual pudo bloquear sus garras usando las metralletas como interceptoras.

¡Casi!-exclamó Leon tras emitir un silbido.

Te has quedado sin metralletas, brother.-Shirubei dijo la última palabra en un perfecto inglés a la vez que rompía las armas de Leon con la fuerza de sus afiladas garras.

Has sonado muy británico.-comentó el soldado.

Pues tu parca tiene acento británico entonces.-comentó Shirubei mientras se alejaba de nuevo.

¡No te dejaré abusar de ese truco ni un segundo más!-Leon comenzaba a ponerse serio.

El joven se tumbó mientras montaba un rifle de francotirador. Aprovechando la mira telescópica con la que iba equipado, disparó contra el Taimanin, que se alejaba, una vez finalizó el montaje. Como respuesta, él lanzó un shuriken y desvió la bala lo suficiente como para poder caer en la oscuridad de un sitio seguro sin recibir el disparo.

Bueno, no soy Aoi, pero tampoco soy un novato sin práctica.-pensó Shirubei-Ha quedado más que aceptable ese lanzamiento de rechazo.

Como imagino que sabrás, Shirubei Anome, un rifle de francotirador atraviesa las barreras físicas más rápida y eficazmente que una pistola.-comentó el soldado-Yo que tú no me escondería tanto en lo sucesivo.

Durante al menos dos minutos, Leon estuvo intentando atravesar a Shirubei con un disparo letal. Su rifle de francotirador era de altísima categoría y su potencia era temible. El Taimanin esquivaba todos los disparos como podía. No podía permanecer tanto tiempo como antes en cada punto, pero, a cambio, ninguno de ellos quedaba inutilizado, pues sólo recibían un disparo y, por tanto, un agujero. En un momento en el que ambos decidieron llevar su agilidad al máximo, se produjo un resultado que cambió el flujo del combate: Shirubei salió de su escondite caminando con una herida sangrante en el brazo derecho, a media altura del tríceps.

Esa bala me ha rozado y me ha hecho un corte.-comentó el Taimanin-Me has tocado MUCHO las narices. La única sangre que no me gusta ver brotar en un combate es la mía. Has abierto la caja de Pandora, chaval. Estás jodido. En realidad me das pena: tantos años entrenando, formándote y estudiando como militar, más todo el tiempo que hayas tenido que invertir en aprender japonés, para que al final te envíen a tocar la polla a quien no debes y acabes tus días de la manera más gore que te puedas imaginar. ¡Voy a hacerte llorar… lágrimas de sangre!

Tras hacer un desdeñoso gesto con su mano izquierda, el chico se escabulló de la vista de Leon de nuevo.

¿Todo ese discursito para volver a tu juego de huir e intentar sorprenderme?-preguntó el joven soldado-Empiezo a pensar que no eres tan bueno como pensa… ¿QUÉ DEMONIOS…?

La única respuesta que Leon escuchó fue la macabra, y congelante risa de Shirubei.

El juego ha empezado.-susurró el Taimanin.

El movimiento de la mano de Shirubei antes de desaparecer había hecho aparecer una costra de escarcha en la lente de la mira telescópica. Toda la imagen se veía distorsionada y cada vez peor, lo que dio al francotirador la idea de que tal vez el agua había penetrado en la mira para inutilizarla gradual e irrecuperablemente.

Ahora comienzo a moverme de manera ruidosa, cortando el aire en cada desplazamiento, indicando a mi oponente mi posición en cada momento.-Shirubei maquinaba con una sonrisa de sádica satisfacción mientras no paraba de saltar de un lado a otro del campo de batalla-Su orgullo y su amor por los cacharros que lleva encima le llevarán a tratar de derribarme con ellos y…

¡Había francotiradores expertos antes de la invención de este tipo de miras!-bramó Leon-¡Con ese ruido, puedo detectarte más fácilmente! ¡Estás acabado de cualquier manera!

Acostumbrado a su mira, Leon no pudo reaccionar lo suficientemente rápido al verse incapaz de observar nada con ella. Este retardo en la reacción le dio a Shirubei carta blanca para acercársele por un costado y lanzarle una feroz patada giratoria en el pecho.

¡Ugh!-se quejó Leon.

¡JAJAJAJA!-se rió Shirubei-¡Prepárate! ¡YAAAAAH!

Shirubei lanzó otra patada, pero Leon levantó una rodilla y la bloqueó: como soldado, él también estaba formado en artes marciales, por lo que podría salir de un forcejeo como aquél.

¡FUERA!-gritó Leon mientras lanzaba un puñetazo.

El puño de Leon impactó en el rostro de Shirubei, empujándolo hacia atrás. El soldado comenzó entonces a lanzar más golpes en aras de alejar al Taimanin lo suficiente como para seguir disparando, pero éste se esforzó al máximo para aprovechar que estaban pegados el uno al otro y, arriesgándose a recibir un golpe doloroso, partió por la mitad el rifle de francotirador dejándole caer el talón en una patada vertical. Tras ello, esquivó el golpe que estaba a punto de llevarse y se alejó con dos volteretas hacia atrás.

Te has alejado lo justo y necesario para perder tus tripas por el camino.-comentó Leon-¡Gracias!

Sacó de su chaqueta una escopeta recortada y disparó. El corto alcance del arma era un problema, pero Shirubei estaba lo suficientemente cerca como para temer su gran potencia destructiva. Durante un instante, el tiempo se bloqueó para Leon, pues vio a su oponente siendo alcanzado por el disparo. Algo le salpicó en la cara y en los hombros. Pensó que sería su sangre, pero, al ver que se trataba de agua y no encontrar el cadáver de Shirubei frente a él, entendió la fatídica trampa en la que había caído: el Taimanin se había deshecho en agua para ser desperdigado por el cañonazo para después aparecer por coalescencia en su espalda.

Maldita…-susurró Leon mientras se giraba para ver lo que tenía detrás.

Por un momento vio a Shirubei, pero pronto su vista se tornó roja y comenzó a ver el suelo en el que se encontró retorciéndose y gritando: el chico le había propinado un fortísimo arañazo en la cara con una de sus garras y lo había lanzado por los aires.

¡GRAAAAAAAAAAAAHHHH!-Leon chillaba por la dolorosa herida.

Te dije que te haría llorar.-dijo Shirubei con satisfacción-Empiezo a ponerme a tono… ¡quiero más de tu sangre! ¡Prepárate!

Todavía con su escopeta en las manos, el soldado se incorporó.

No he dicho mis últimas palabras.-dijo-Has podido herirme, pero yo a ti también… ¡y cumpliré mi misión sea como sea!

No abras mucho la boca, no vaya a ser que se te amplíen las heridas y te quedes sin cara.-le advirtió Shirubei-¡JAJAJAJAJAJA!

¡Cierra el pico, Taimanin!-bramó Leon-Bullet Storm!

La escopeta del chico comenzó a disparar con una velocidad impropia de su construcción. Cada proyectil se dispersaba en varios, generando un peligroso abanico de metralla.

Ninpô – Hyôton no Jutsu! Shouri no Toge!-exclamó Shirubei.
(¡Arte ninja del hielo! ¡Espinas de la Victoria!)

Con elegancia, Shirubei disparó varias estacas de hielo contra la masa de proyectiles de Leon, pudiendo contrarrestarla y apartarse con seguridad. No obstante, algunos de los fragmentos más pequeños le alcanzaron. No llegaron a atravesar su cuerpo, pero sí le causaron impactos dolorosos y algunas quemaduras leves.

Es más fácil esquivar unas pocas estacas grandes que muchas balas pequeñas.-se jactó Leon mientras esquivaba el ataque especial de Shirubei.

Sin mediar palabra, el Taimanin hizo un gesto con dos dedos hacia abajo. Una última estaca de hielo cayó directa hacia Leon, quien dio un paso hacia atrás y le disparó con su escopeta, haciéndola añicos.

El hielo es muy frágil. Parece mentira que no lo sepas.-Leon se sonrió.

No te flipes.-respondió seca y cortantemente Shirubei mientras movía el dedo índice de su mano derecha como si fuera una batuta.

Las esquirlas de hielo que se generaron tras el disparo envolvieron a Leon y le atacaron como si de un enjambre vivo se tratase.

Cuanto menos me vea hacer sellos ninja seriamente…-pensaba el Taimanin mientras movía sus manos de manera atípica para conducir sus ataques-… menos se esperará el golpe que hará que muerda el polvo.

¡Apartaos!-bramaba Leon mientras disparaba con su escopeta tratando de romper los pedazos de hielo-¡Dejadme apuntar!

El soldado se dio cuenta de que sus pies dejaban de tocar el suelo. Al estar rodeado de hielo, Shirubei podía arrastrarlo con él como si fuera parte del mismo. Se dio cuenta de que mantenía la mano izquierda abierta con la palma hacia el cielo. A la vez que subía lentamente esa mano, la nube de hielo con el cuerpo atrapado ascendía.

Je…-el Taimanin se sonrió.

Con un brusco y potente movimiento, bajó la mano hacia el suelo, estampando a Leon contra él de manera remota. Sin perder un segundo, saltó hacia su derribado enemigo con objeto de asestarle el golpe definitivo. Realizó un sello ninja con sus manos.

Ninpô – Suiton no Jutsu! Shimetta Kami!-gritó.
(¡Arte ninja del agua! ¡Cabello Húmedo!)

El pelo de Shirubei se convirtió en una cristalina mata de agua. Agitó la cabeza con vehemencia, emitiendo un pesado chorro de agua a través de la misma y golpeando a Leon como si de un látigo muy pesado se tratase.

Ninpô – Suiton no Jutsu! Bakuhatsu-mono Awa!-Shirubei continuó su asalto mientras su cabello volvía a la normalidad.
(¡Arte ninja del agua! ¡Burbuja Explosiva!)

Conjuró con sus manos una enorme esfera de agua que lanzó hacia Leon de un soplido. La potente explosión de agua abrió un cráter en la azotea e hizo rodar dolorosamente a su objetivo varios metros.

Es hora de inutilizarte para siempre.-dijo Shirubei macabramente tras caer de pie en el suelo.

¡No!-se negó Leon entre toses  producidas por la ingesta de agua fruto de los ataques de su enemigo-Es hora de que te enseñe lo que de verdad tengo para derrotarte.

El chico comenzó a desvestirte.

¿Un tatuaje?-preguntó el Taimanin con sorna-¿Una marca de nacimiento? ¿La polla? ¡No sabía que desnudarse en combate permitía desvelar armas capaces de girar las tornas!

Debajo de nuestros uniformes tenemos nuestro verdadero estilo de combate.-explicó Leon-¡Te las voy a devolver todas juntas y en el mismo sitio!

El chico lanzó su chaqueta, sus pantalones y su calzado por los aires. Debajo no estaba su cuerpo desnudo, sino otro atuendo. Se trataba de una malla de cuerpo entero de color grisáceo con refuerzos en las muñecas y en los tobillos. Iba también reforzada en algunos tramos con estructuras metálicas blancas ribeteadas en azul grisáceo, haciendo parecer a la armadura un esqueleto, pues las líneas protectoras seguían las costillas, la columna vertebral y los alrededores de los huesos de la cadera. También tenía placas en los codos, en los hombros y en las rodillas.

¡Guau!-se sorprendió Shirubei-¡Ahora pareces un héroe futurista! ¿Podemos seguir?

Las cosas van a cambiar mucho a partir de ahora.-dijo Leon mientras se limpiaba la sangre de la cara aprovechando el agua que todavía lo mojaba-¡Ya no necesito mis manos para disparar!

De los segmentos reforzados de su armadura comenzaron a salir cañones que escupieron sartas y sartas de balas contra Shirubei.

Con mi armadura robótica de cañones automatizados, ¡soy imparable!-gruñó Leon mientras trataba de acribillar a su presa.

Rompe esto primero y después hablamos.-respondió Shirubei con desdén.

El Taimanin creó un muro de hielo que lo protegió de todas las balas.

¡No necesito hacer eso!-respondió Leon.

Con gran agilidad, el soldado comenzó a dar volteretas por el campo de batalla a la vez que sus cañones disparaban, no tardando en franquear el muro y dirigir toda su tempestad de balas hacia el Taimanin.

¡Buen movimiento, pero no lo suficiente!-comentó el ninja mientras arrastraba las balas lejos de él con una cortina de agua-¡Has cometido el error de acercarte a mí de nuevo!

Tus garras difícilmente podrían cortar esta coraza.-explicó el soldado-No estoy tan preocupado por la distancia ahora mismo.

Yo en tu lugar sí lo estaría.-replicó Shirubei-Estas garras son capaces de todo. Podría peinarte los pelos de las piernas con ellas sin arrancar ni uno solo, dándoles la forma que quiera… o podría convertirte en una pulpa sangrante e irreconocible, incluso si estuvieses dentro de un tanque.

Gracias por tu oferta, pero no necesito tus servicios estéticos.-respondió Leon-Las piernas las tengo muy bien depiladas.

Pues los del paquete.-respondió Shirubei encogiéndose de hombros-¿O también lo tienes depilado?

¡Eso no te importa en absoluto!-gritó Leon a la vez que se ruborizaba.

Vamos, no seas así, sólo era curiosidad por saber tus trucos de belleza.-lo intentó calmar Shirubei con una sonrisa de falsa amistad-Yo, por ejemplo, me dejo crecer sólo un poquito, justo alrededor y por encima de la base, y lo recorto en forma de corona para memorar que, básicamente, MI RABO ES EL REY DE LA FIESTA Y, CON ÉL, VOY A ACABAR CONTIGO. ¡Sigo muy quemado por lo de la ONU! ¡Las ganas de quitaros de en medio me van a hacer explotar!

Qué soez.-se limitó a responder el soldado.

La llevas clara si te crees que voy a guardar decoro con vosotros después de la forma en que me tocasteis las narices.-rebatió tajantemente el ninja-¡Casi pierdo a una de las personas más importantes de mi vida en medio del esfuerzo que supuso reunir el paquete informativo que enviamos a la ONU y vosotros bloqueasteis!

Es nuestro trabajo.-Leon se encogió de hombros.

Por relatividad, entiendo que te importe una mierda el suplicio por el que tuvimos que pasar.-respondió Shirubei-Aun con ello, ¡no voy a dejar que menosprecies la valía de uno de mis más grandes e importantes amigos! ¡Yamiyuki arriesgó su vida por la misión que no nos estáis dejando llevar a cabo! ¡Pienso honrar cada paso que dio incrementando vuestras bajas y dedicándoselas!

Inténtalo…-lo retó el soldado-… ¡PREFERIBLEMENTE ANTES DE QUE EXPLOTES!

Leon volvió a arremeter contra Shirubei disparando un gran número de cañones a la vez. El Taimanin se deshizo en un charco que reptó hasta los pies de su oponente, se enroscó en ellos y le quitó el equilibrio, tirándolo al suelo.

Veamos qué tal te manejas ahora.-siseó el Taimanin rubio mientras se hacía corpóreo de nuevo.

Colocó bocabajo a Leon y lo oprimió contra el suelo con sus rodillas y una mano. Con la otra mano, desplegó una garra y se dispuso a clavársela en la espalda. Su sorpresa no fue pequeña cuando vio que se había chocado con la columna vertebral metálica de la armadura y que de ahí no bajaba.

Vaya, sí que está duro este juguetito tuyo.-dijo Shirubei-Vaya putada. Y yo que quería acabar contigo de una vez por todas…

Te lo dije.-respondió Leon-Y ahora, ¡quítate de encima!

Aún no he terminado con mi ataque.-replicó Shirubei.

Ni yo he empezado con el mío…-susurró Leon.

De manera súbita, Shirubei se vio golpeado por algo parecido a un látigo que le dejó una dolorosa marca en la zona del golpe a la vez que lo lanzó por los aires.

¿Qué ha sido eso?-pensó el chico mientras se levantaba.

La columna vertebral de la armadura de Leon se había alargado y había dado lugar a una cola muy larga.

¡Un ataque físico con un arma blanca!-se sorprendió Shirubei al ver la cola de Leon-¡Eso no es un arma de fuego! ¿Te cambias de carrera?

¿Tú crees?-preguntó Leon arqueando la ceja.

La punta de la cola se abrió, dejando ver un orificio del que comenzaron a llover balas como si de un cañón de ametralladora se tratase.

¡Joder!-exclamó Shirubei mientras hacía maniobras evasivas-¡Cómo mola!

¿Te parece divertido?-insistió Leon-¿En serio? ¡Yo no me lo tomaría tan a broma! Has visto a muchos animales moviendo la cola, ¿verdad? ¿Qué pasa si a una de esas colas le pones un maldito cañón en el extremo?

Leon hizo que la cola de su armadura se agitase de manera caótica, complicando mucho más la trayectoria de las balas y transformando el chorro de balas en una nube desordenada y difícil de evadir.

¡Mierda!-maldecía el Taimanin para sus adentros-¡Va a ser verdad que estoy jodido! Si la vista no me falla, la probabilidad mínima de encontrar una bala la tenemos… ¡a ras de suelo!

En una fracción de segundo, Shirubei creó una línea de hielo con la que se dejó caer y se deslizó horizontalmente con la espalda hasta los pies de Leon. En el camino le rozaron algunas balas, produciéndole ciertos cortes y alguna quemadura, pero nada que le impidiera agarrar los tobillos del soldado con sus pies y tirarlo al suelo.

¡Puedes bloquear mis extremidades en el suelo, pero no la cola!-se jactó Leon.

De nuevo, la peligrosa cola del traje de combate de Leon se puso en marcha, se colocó en la sien izquierda de Shirubei y disparó como si fuera una escopeta. Si el ninja no hubiera saltado verticalmente, habría recibido un disparo letal.

¡¿Esa cola puede cambiar su modo de disparo como si fuera simultáneamente una variedad de armas?!-se sorprendió mientras surcaba el aire-Entonces, si es así, ahora mismo utilizará…

Antes de poder terminar de hilar sus ideas, Shirubei escuchó el sonido de un rifle de francotirador. La cola de Leon podía emitir disparos capaces de ignorar las distancias.

¡Lo sabía!-exclamó Shirubei-En tal caso, ¡es hora de la tempestad!

El cuerpo de Shirubei se deshizo en agua, cayendo sobre la azotea como si de una lluvia se tratase.

¿Dónde te has metido?-preguntó Leon alzando la voz.

En todas partes y en ninguna.-la voz del otro joven resonó por toda la azotea.

¡Déjate de juegos!-pidió Leon mientras lanzaba disparos de advertencia.

Ninpô – Suiton no Jutsu! Mizu Bunshin!-se oyó conjurar a Shirubei.
(¡Arte ninja del agua! ¡Clonación Acuática!)

Los charcos producidos de la lluvia se convirtieron en géiseres, y cada uno de ellos dio lugar a una réplica de Shirubei.  Eran todos idénticos y, con total autonomía, atacaron a Leon cada uno de una manera.

¡Maldita sea!-exclamó Leon mientras trataba de defenderse.

Dejó que todos los cañones de su pecho, sus codos, rodillas y caderas dispararan. Los clones afectados se deshacían en charcos, pero volvían a generarse y a atacar. Aprovechando la longitud de su versátil cola, comenzó a dar latigazos para deshacer a los clones que más se le acercaban, pero aparecían dos por cada uno que derribaba, por lo que terminó siendo atrapado en un peligroso círculo.

¡Acabaré contigo igualmente, Taimanin!-bramó el militar-¡No me asustan tus réplicas de agua!

¡Somos tan líquidos como el agua que nos compone, y a la vez nuestras patadas son tan sólidas y duras como el diamante!-gritaron todos a la vez.

Los clones lanzaron cada uno una patada, impactando contra Leon, rodeándolo con los pies y levantándolo como si fueran los radios de aquel círculo y el soldado el centro.

¡UARGH!-gritó Leon escupiendo sangre por tantos golpes recibidos en un instante-¡Ya estoy harto! ¡Te borraré del mapa! ¡Hasta el agua sale volando en una explosión!

Leon apuntó al suelo con su cola, que disparó como si fuera un lanzagranadas. La explosión provocó una ola digna de un mar embravecido, destrozando a todos los clones y afectando también al verdadero Shirubei, que salió volando por la explosión a la vez que gritaba de dolor y se llevaba las manos al abdomen, donde tenía una quemadura grande. Acabó estampado en la pared que rodeaba las escaleras que bajaban al interior del edificio.

Con el siguiente disparo te borraré del mapa como que me llamo Leon Fitzgerald.-dijo el soldado con determinación.

Disparó otra granada hacia Shirubei, quien se apartó en el último momento, viendo la manera en la que la pared volaba por los aires.

Me has dado bien fuerte.-reconoció Shirubei-Sin embargo, no lo suficientemente fuerte como para tumbarme.

Tengo algo aún más fuerte.-respondió Leon-Te lo enseñaré, ya que tanto interés demuestras en perecer aquí.

La punta de la cola disparó esta vez un misil. Shirubei se sorprendió, pero rápidamente se concentró de nuevo, entendiendo que, si quería vivir, tendría que contrarrestar aquel ataque con rapidez y sagacidad. Se concentró en el odio que tenía a sus enemigos militares y en lo mal que lo habían pasado por culpa de todo aquello: sentenció entonces que había llegado la hora de quitárselos de encima.

Leon no vio a Shirubei. Como no era parte de su cuerpo, tampoco sintió dolor: el misil había sido cortado por la mitad y congelado, sin posibilidad de explotar, y su cola había saltado por los aires. Se giró sorprendido y vio al Taimanin detrás de él con sus garras desplegadas y una expresión muy seria en su rostro. Le había cortado la cola con un zarpazo.

Esa cosa no volverá a disparar.-siseó el ninja.

¡Imposible!-exclamó Leon-Has tenido suerte, pero aún puedo hacerte frente. ¡Tengo cientos de cañones en el cuerpo!

No se llama suerte, chaval.-dijo Shirubei-¡Es habilidad!

Leon se quedó gélido al ver que sus cañones no disparaban.

Ya que no puedo cortarlos, ¿por qué no congelarlos por dentro para que queden igual de inútiles?-explicó el Taimanin con donaire.

¡No puede ser!-Leon no daba crédito-En tan poco tiempo, has…

Y mucho más.-continuó el ninja-¿No te escuece nada?

El traje de Leon comenzó a mancharse de rojo desde su interior por varios puntos. El soldado se sentía asustado, pues, aunque su traje estaba intacto, su cuerpo estaba lleno de cortes. Entendió entonces que había sido gravemente herido, su cerebro comprendió el dolor y se derrumbó entre alaridos y espasmos.

Acomodar el agua de su sudor a la forma de mis cuchillas para cortarlo desde dentro me ha dado la victoria.-pensó Shirubei-No está de más ser inteligente cuando tus garras no pueden cortar un material. Pero he usado tanta energía espiritual… que estoy agotado. Mierda.

Shirubei había utilizado mucho sus poderes elementales para poder hacer frente a Leon. Tantos ataques a la vez y con objetivos tan complicados y atípicos le habían generado algo de fatiga.

Tengo que rematarlo…-se propuso el Taimanin mentalmente-…ya descansaré después, cuando vuelva a casa. Una ducha, una paja y a la cama. Sí, me lo he ganado después de esto…

Se acercó a su desplomado enemigo.

¡QUE TE JODAN!-le espetó.

Le pateó varias veces las heridas y, finalmente, le golpeó con la palma de la mano en la frente, haciendo que perdiera el conocimiento al impactar con la nuca contra el suelo. Después de escupirle en la cara a su maltrecho y derrotado enemigo, se dispuso a mirar hacia abajo. Creyó oír un ruido de pisadas muy característico, como si alguien estuviera corriendo con tacones, pero antes de investigarlo se sentó para recuperarse unos minutos. Su cuerpo y su mente lo necesitaban.

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