REACTION
† WORLDS COLLIDE III †
Episodio XIII · HOMBRE CONTRA HOMBRE
Tras varios
minutos de forcejeo, persecución e intercambios de golpes, Ayame empujó a Itami
hacia el interior de una sala bastante oscura, cerrando y bloqueando la puerta
de la misma tras ello, quedando los dos solos en aquel habitáculo.
¡Enciende la puta
luz, no me gusta follar a oscuras!-bramó Itami.
No hemos venido
aquí para tener sexo con nadie, lo siento.-respondió Ayame.
Claro que
no.-siseó Itami-¡Con nadie! ¡Tú y yo! ¡Te voy a follar hasta por las cuencas de
los ojos de tan mala leche que me estás poniendo, pedazo de error evolutivo!
Eres muy
maleducado, Itami, tanto como siempre.-le reprochó Ayame.
Ibara también lo
es y seguro que en ella te parece “un hermoso y vivaz rasgo de poder natural y
femenino”…o alguna de esas mierdas que sueltas.-Itami lanzó una provocación.
Bueno…-Ayame
intentaba terminar la conversación-…Ibara es muy diferente a ti.
Somos iguales, no
te niegues a admitirlo.-respondió Itami-Almas gemelas. ¿Por qué piensas que dos
perros solitarios como nosotros nos hemos acercado mutuamente e incluso somos
novios? Piensa un poco, cabeza hueca…no tenemos amigos, pero, más allá de eso,
somos PAREJA.
Mientras Ayame
intentaba articular una respuesta, Itami recordó lo que le había contado
mientras recorrían varios pasillos del barco. La estafa de Shiroi, las
condiciones de esclavitud a las que estaban sometidos…y el ultimátum. Pese a
que él vivió lo mismo con Ibara, no sintió ningún tipo de pena.
No te quedes tan
callado, Ayame…-dijo Itami sonriéndose en la oscuridad-…quiero hacerte una
pregunta.
No quiero
oírla.-respondió Ayame.
Más que una pelea
tradicional, aquello parecía una pelea mental, un enfrentamiento psicológico,
un choque de espadas hechas de diálogo.
Pues te jodes,
porque vas a oírla.-respondió Itami-Verás, tengo una inquietante duda sobre tus
labores en las filas de Shiroi…
Ayame permaneció
callado.
…cuando se te
descolocaba la polla del becario de la oficina, ¿cómo te la volvías a meter en
la boca sin forzar demasiado el cuello?-preguntó Itami-Porque está claro que te
tenían atado con un collar como a los perros y que con las manos no podías
hacer nada ya que tenías que limpiarle los zapatos al becario mientras se la
comías hasta llorar de las arcadas. ¡JAJAJAJAJA!
¡Desgraciado!-bramó
Ayame intentando sofocar la aguda y estridente risa de hiena de Itami.
Vaya…-dijo Itami-…
¿me he equivocado? ¿Sólo le hacías pajas con los pies? ¿Ponías el culito para
que te lo reventara? ¡JAJAJAJAJAJA! ¡PARDILLO!
Eres tan sucio
como siempre…-le espetó Ayame-…no has cambiado NADA.
Encendió las
luces. Se vieron mutuamente. Itami se había sentado en el suelo después de
haber sido lanzado por Ayame, quien permanecía de pie ante él apoyado en una
pared con los brazos cruzados. Parecía que Ayame conocía el portaaviones por
dentro, pero Itami era un recién llegado, por lo que miró a su alrededor:
estaban en una sala redonda llena de columnas cilíndricas dispuestas en el
perímetro, con una enorme columna en el centro en la cual se encontraban
empotradas unas máquinas que parecían regular algún tipo de función de
movimiento del barco.
Parece…-Ayame continuó hablando-…que has
olvidado que antes que nosotros fuiste tú quien vivió esto a manos de Shiroi
Kamiyama.
Mi memoria
funciona tan perfectamente como mi nada modesto falo, gracias.-respondió Itami
levantándose y encarando a Ayame-No he olvidado nada de lo que pasé junto a ese
hijo de un catamarán lleno de putas, pero eso no implica que tenga que
importarme lo que te pase a ti. ¿En qué te basas? ¿En algún tipo de principio
de empatía? Parece mentira que no me conozcas, Ayame…no soy una buena persona,
ni jamás lo seré. Me importa una mierda que estés pasándolo mal o que estés
condenado a muerte. Tal vez esto te haya pasado por enamorarte de quien no
debías…admítelo de una puta vez, Ayame, Ibara es lo que la sociedad considera
una mala persona, así como también lo soy yo. Somos unos cabronazos y no vamos
a cambiar porque nos va bien así. Sé idiomas, ¿sabes? Como última voluntad,
puedes pedirme en cuál quieres que te explique que me alegro de que estés tan
jodido.
Puede que las
cosas vayan mal en mi vida, pero no está todo perdido.-dijo Ayame apretando y
alzando los puños-¡Puedo derrotarte y continuar con mi camino en aras de lograr
lo que quiero!
Pero, ¿qué cojones
me estás contando, subnormal?-le gritó Itami llevándose las manos a la cabeza y
sobreactuando con sorna-¡Luego soy yo el que está mal de la cabeza por mi forma
de vestir o por mis hobbies! ¿Te estás oyendo, cabronazo? No tiene puto sentido
nada de lo que has hecho todo este tiempo, ni lo tiene ahora, ni jamás lo
tendrá. La única manera de no morir es matándome a mí y luego matando a Shiroi,
porque está más que claro que te matará aunque superes la condición de su
ultimátum. Si mueres, se acaba el juego, pero, si no mueres…significará que yo
habré muerto… ¡y tu queridísima Ibara se pondrá muy triste y sólo querrá ver
arder el mundo! ¿Así pretendes conquistar a una tía, Ayame? ¿Hiriéndola
profundamente donde más le duele? Tiene tan poca lógica todo lo que haces que
creo que sólo podrás servir de modelo o en el negocio de la prostitución, y
dando gracias de que no tiene nada que ver lo bueno que estás con lo gilipollas
que eres.
¡BASTA YA!-gritó
Ayame lanzando un puñetazo.
Itami bloqueó el
golpe atrapando el brazo de su enemigo entre su brazo y sus costillas,
ejerciendo presión como si fuera una pinza.
¡Nos hemos
equivocado, sí!-continuó Ayame-¡Pero siempre hay una salida! ¡No vamos a
estancarnos aquí!
Os habéis puesto
vosotros solos en jaque mate, patanes.-le espetó Itami-Ikaruga está haciendo
con Ibara lo mismo que tú conmigo, ¿verdad? ¿Crees que si Ikaruga matase a
Ibara yo iba a enamorarme de ella? ¡Al contrario! ¡Hostigaría y hundiría a esa
zorra de tal manera que lo único que iba a poder hacer sería desear la muerte
sin putas fuerzas ni para cumplir su sueño dorado de suicidarse! ¿Pelear?
¿Torturarla? ¿Violarla? ¡Una gran mierda todo! ¡Haría de su vida un completo
infierno SEGUNDO POR SEGUNDO! Y, sin embargo, a ella tampoco le importa…así
como a ti te suda la polla lo que le pase a Ibara si yo caigo. Somos malas
personas, pero déjame decirte que tanto tú como Ikaruga también lo sois. Dais
asco. Verdadero asco.
¡Entonces estamos
en el mismo barco, Itami!-exclamó Ayame-¡Y el barco se hunde! Ya sabes lo que
dicen: cuando el barco se hunde, las ratas son las primeras en abandonarlo…
¡veamos quién es aquí la rata!
Yo soy un perro
de raza, alimaña, no me compares con un animal inferior como tú.-le espetó
Itami.
Lo veremos…-murmuró
Ayame.
El chico de
cabello verdoso intentó sacar su brazo de la presa de Itami, pero éste giró su
cadera a la vez que atrasaba su hombro, atrayéndolo hacia él. Cuando estuvo lo
suficientemente cerca, pegó su entrepierna a su cara, rodeó su cuello con sus
piernas y se dejó caer, pudiendo estamparlo contra el suelo fuertemente. Una
vez en el suelo, Itami descruzó sus piernas y clavó su tacón en la espalda de
Ayami con una de ellas a la vez que le sujetaba el cuello con la otra y frotaba
su entrepierna contra su cara.
¿Te gusta,
Ayame?-preguntó Itami con sorna-Siente su calor…disfruta su fragancia… ¡vas a
probarlo centímetro a centímetro hoy a este paso!
¡Apártate!-exclamó
Ayame separando las piernas de Itami de su cuerpo con sus manos.
El joven se
levantó y, con las piernas de Itami aún agarradas, intentó contraatacar. Trató
de tirar de las piernas de su enemigo separándolas con fuerza, pero la inmensa
flexibilidad de éste hizo inútil el movimiento.
¿Quieres que
tengamos ese tipo de enfrentamiento?-le preguntó Itami retorciendo su cuello
hacia él mientras se equilibraba apoyando las manos en el suelo.
He intentado explicarte
muchas veces que no me gustan los hombres…-dijo Ayame-…pero veo que tendré que
enseñártelo de manera más… ¡gráfica!
Ayame dejó caer
todo el peso de su cuerpo sobre la espalda de Itami a la vez que le levantaba
las piernas con objeto de doblar al chico sobre sí mismo.
Me haces daño…-dijo
Itami entre gemidos-…si sigues así me voy a poner muy duro, Ayame…
Puede que el
dolor te cause placer…-dijo Ayame-…pero no podrás hacer nada contra mí con la
cadera rota…
Como si pudieras
hacerme algo así.-se mofó Itami intentando estirar las piernas.
El joven
sadomasoquista estiró ambas piernas, catapultando a Ayame lejos de él. Tras
esto, se levantó, fue hacia él y le pisó el pecho con el pie izquierdo.
Más te vale rezar
lo que sepas.-lo amenazó-No vas a salir bien parado de ésta.
Eso aún está por
ver…-dijo Ayame con una media sonrisa.
El brazo
izquierdo de Ayame aumentó de tamaño hasta hacerse gigantesco. Con la enorme
mano que ahora tenía, agarró a su enemigo como si fuera un mosquito,
levantándolo con facilidad.
Hasta tu cuerpo
amante del dolor puede hacerse añicos bajo presiones elevadas…-dijo Ayame
mientras se otorgaba la victoria en su interior.
Tu poder de
modificación de tamaños sería perfecto si agrandar o empequeñecer partes de tu
cuerpo anulase la sensibilidad de las mismas.-dijo Itami con mucha
tranquilidad.
Ayame sintió un
pinchazo en la palma de la mano. Un dolor muy agudo recorrió su brazo,
obligándolo a soltar a Itami a la vez que su extremidad volvía a su tamaño
original. Se miró entonces la palma de la mano: tenía un pinchazo pequeño que
sangraba bastante.
Grande a demanda
en cuerpo, pero nimio en intelecto, como siempre.-dijo Itami levantando
sensualmente una pierna y señalando la cuchilla curvada y ensangrentada que
había brotado del empeine de su bota.
No necesito
exponer mi piel para aplastarte, Itami.-le recordó Ayame mientras saltaba-¡HAH!
Lanzó una patada
voladora. Su pierna se hacía más y más grande, creciendo en dirección a Itami.
Eso ha sido tan
obvio…-dijo Itami apartándose con una voltereta lateral.
El gigantesco pie
de Ayame tiró dos columnas antes de volver a su forma y tamaño originales en
tiempo casi nulo.
Podrías
aprovechar esa inmensa fuerza si fueras más inteligente.-dijo Itami-Siempre
pensáis que soy un loco psicópata que obra por concupiscencia y sed de sangre,
pero no es así. Soy tan estratega como luchador, y puedo adivinar tus
movimientos. Admite tu inferioridad, arrodíllate, retírame el prepucio a
lengüetazos y hazme una buena mamada: tal vez te deje ser mi esclavo. El que
eso sea mejor o peor que morir a manos de Shiroi lo dejo a tu criterio.
Voy a obviar
todas tus sucias y pervertidas referencias a partir de ahora.-dijo Ayame
adoptando una elegante guardia-Lo que haré será centrarme en que dejes de
tomarme por idiota de aquí en adelante…
No te
equivoques.-dijo Itami con serenidad-No te tomo por idiota, sólo le recuerdo a
cada uno su realidad de una manera objetiva especiada con mi toque personal.
Te callaré esa
bocaza, Itami, quien avisa no es traidor.-Ayame parecía lleno de motivación-El
perro tendrá un bozal.
¿Quieres ponerme
un bozal?-preguntó Itami-Yo quiero ponerte una mordaza de araña con objetivos
obvios…
¡A callar!-bramó
Ayame-¡Deja tus provocaciones barriobajeras y pelea como un hombre!
Ayame lanzó un
golpe de palma a distancia elongando y agigantando su brazo. Itami se lanzó
contra aquella mano gigante y le dio un puñetazo. No logró parar el impacto,
pero lo frenó mientras hacía surcos en el suelo por rozamiento.
Tiene gracia que
me hable de pelear como un hombre alguien que nunca ha conocido la
hombría.-dijo Itami mientras era empujado hacia la pared.
Habla cuanto
quieras, pero vas a tragarte ese muro si no haces algo.-dijo Ayame con una
sonrisa.
Lo veremos.-dijo
Itami parafraseando a su contendiente.
Estiró su pierna
horizontalmente, clavándola en la pared e impidiendo ser incrustado.
Estoy entre la
manaza y la pared.-se burló Itami-¡JAJAJAJAJA!
Bien…-Ayame
sonrió aún más-…justo como quería.
Como una
centella, Ayame apareció frente a Itami y le cruzó la cara de un puñetazo, tras
lo cual le dio varias patadas y lo empujó contra el suelo.
Puedo elegir el
sentido en el que decrecerán mis miembros antes de volver a su forma
original.-dijo Ayame-Es como si una araña te pegase uno de sus hilos y luego
saltase sobre él para picarte.
Y razón que no te
falta.-dijo Itami-Las arañas dan asco, y tú también.
No insultes a mis
amigas.-dijo Ayame sacando un mando a distancia.
Pulsó un botón,
haciendo que se encendieran varias luces detrás de las columnas, cuyo fondo
estaba todavía bastante oscuro. En todas ellas había apilados varios
recipientes llenos de insectos, arácnidos y miriápodos.
Hacerme vomitar
no te dará la victoria, lo siento mucho.-dijo Itami.
No es ése mi
objetivo.-dijo Ayame saltando hacia uno de los tarros.
Destapó el
contenedor vítreo, sacando de él un escorpión que lanzó al centro de la sala.
Chasqueando los dedos, lo convirtió en un amenazador y venenoso gigante.
¡Ataca!-le ordenó
Ayame-¡Destrózalo!
Itami paró el
fugaz aguijón de aquel animal con una daga que llevaba oculta bajo la ropa. En
estos escasos segundos de forcejeo, la bestia agarró al chico con una de sus
pinzas, levantándolo del suelo. Mientras Itami hacía fuerza con sus brazos para
abrir la pinza con objeto de no ser cortado por la mitad, una tarántula y una
escolopendra de gran tamaño se unieron al combate: la tarántula atacaba junto
al escorpión mientras que la escolopendra daba vueltas alrededor de la sala
para poder cazar a la presa si intentaba moverse.
Qué asco de
bichos.-dijo Itami mientras rompía la pinza del escorpión con la fuerza de sus
brazos.
Itami cayó de pie
al suelo y sacó un arma de aspecto compacto y pesado. Apuntó al escorpión y
disparó, causando una explosión que lo hizo saltar en pedazos.
Por muy grandes
que sean…-dijo Itami-…unos invertebrados hacen poco frente a un lanzagranadas.
Ayame saltó de la
escolopendra hacia la tarántula, cabalgándola para dar caza a Itami.
¡Vamos, mi fiel
servidora!-le ordenó Ayame-¡Acabemos con él! ¡Devóralo!
Itami se abrió de
piernas, se dobló sobre su cadera y disparó el lanzagranadas por el hueco que había
dejado entre ambas extremidades inferiores. Ayame comandó al animal para
saltar, pero la explosión le hizo perder tres patas, quedando en desequilibrio.
¡Adiós, arácnido
asqueroso!-bramó Itami.
Un disparo más
hizo volar en pedazos a aquella enorme tarántula. Saltando y haciendo piruetas,
Ayame se posó de nuevo sobre la cabeza de la escolopendra a la vez que le
ordenaba rodear y apretar a Itami, clavando sus patas en él.
El dolor me sigue
poniendo a tono, pero esta cosa me da mucho asco.-dijo Itami sin perder la
tranquilidad-Has sido sagaz a la hora de tirarme el lanzagranadas al suelo con
este movimiento, pero no te creas que esto es lo único que tengo.
Aprovechando que
sus piernas estaban libres, Itami volvió a hacer alarde de su gran flexibilidad
y levantó una pierna verticalmente, dejando la puntera de su bota encima de su
cabeza y apuntando al enorme animal. Un chorro de un fluido pulverizado salió
de la puntera de aquella bota, provocando que la escolopendra cayera contra el
suelo y lo soltara.
¿Qué le has hecho
a mi amiga?-bramó Ayame.
Sólo he testeado
una fórmula magistral de Freya.-dijo Itami encogiéndose de hombros-Hace un
tiempo, antes de vernos las caras en la nave de los extraterrestres, me dijo
que veía obvio que tú ibas a intentar enfrentarte a mí a solas, por lo que, de
manera gratuita, me obsequió con un biocida creado por ella que, según me dijo,
podría matar a cualquier artrópodo con una pequeña dosis.
¡Joder!-maldijo
Ayame.
Basta de
prolegómenos…-dijo Itami-… ¡vamos a descapullar!
¡Qué asco puedes
llegar a dar!-Ayame hizo ademán de taparse los oídos.
Yo seré
asqueroso, pero tu mente es débil.-Itami lo torturaba
psicológicamente-Respondes puerilmente a cualquier provocación. Los dos sabemos
de sobra que sólo te gustan las mujeres, pero aquí te tienes, molestándote por
cualquier insinuación de lo contrario. ¿Vas a transformarte ya? ¡Dame algo de
diversión! Esta pelea está siendo aburrida…
Resolvamos esto
por fuerza entonces…-concedió Ayame mientras se transformaba en mántido.
Luchemos como
monstruos…-asintió Itami mientras se transformaba-…me gusta.
Ayame lanzó
varios ataques con sus pinzas, pero Itami los repelió con las alas, tras lo
cual lo lanzó contra el suelo de un latigazo con la cola.
Sabes hacerlo
mejor.-lo provocó.
¡VATES
MUTILOBATA!-bramó Ayame.
Se convirtió en
una mantis gigante de tonos anaranjados con cuatro grandes alas. A la vez que
amenazaba a Itami, minúsculo ante aquello, con sus pinzas, hizo que todas sus
mascotas rompieran los tarros y saltaran hacia el vampiro.
Craso error.-dijo
Itami.
Su cuerpo se
deshizo en murciélagos que comenzaron a destrozar a los pequeños animales.
Algunos pudieron ser agigantados por la magia del mántido, pero los murciélagos
se rodearon de un aura negra gigante que
los hizo superar en tamaño a los otros animales, pudiendo aplastarlos con
facilidad. Acto seguido, liberaron las auras en forma de disparos de oscuridad
contra la mantis gigante, volviendo los murciélagos a conformar el cuerpo de
Itami, quien no dudó en lanzar una patada clavando las garras de su pie en la
garganta de aquel insecto gigante. Éste batió entonces sus alas, generando un
viento que hizo salir expelido al vampiro-íncubo, cuyo enorme y expuesto pene
se convirtió en un gigantesco pincho con el que rompió una de las pinzas que lo
amenazaban.
Me hace mucha
gracia lo frágil que eres.-dijo Itami mientras sobrevolaba al enorme
Ayame-Diría que me parto la polla de la risa, pero no es así… ¡mi polla te
parte! ¡JAJAJAJAJA!
¡Maldito!-gritó
Ayame mientras intentaba cazar a su enemigo con la pinza que le quedaba sana.
Itami lanzó una
onda cortante de oscuridad que rompió la pinza, obligando a Ayame a volver a su
forma antropomorfa. Agrandó una de sus pinzas, lanzando un zarpazo de nuevo
contra Itami, que lo paró con el pene para, acto seguido, clavar la punta de su
cola en la extremidad del contendiente e inyectarle así una dolorosa corriente
de oscuridad.
¡Argh!-gimoteó
Ayame-¡Ahora verás!
Intentó saltar
hacia Itami, pero dos enormes cepos atraparon sus verdes y escamosas piernas.
Ibara no le había dado el anillo de erección, pero, en su forma de monstruo, no
necesitaba su objeto mágico para poder ejecutar su poder.
¡DEROPLATYS
LOBATA!-gritó Ayame.
Convirtiéndose en
una enorme mantis plateada con pinzas anaranjadas, logró romper los cepos. En
ese momento, cambió su estrategia: usó su magia de variación de tamaño para
hacerse microscópico. Aprovechó que Itami no podía distinguirlo para saltar
hacia su cuerpo y, una vez fijadas sus patas en él, adoptó un tamaño de
aproximadamente medio metro, con lo que pudo atrapar los descubiertos pezones
del íncubo, cuya única vestimenta era un reducido lote de correas alrededor de
su cuerpo, y retorcerlos con fuerza.
Tú sí que sabes
hacerme gozar, Ayame…-Itami quedó extasiado momentáneamente.
Goza esto…-susurró
Ayame.
Aprovechando el
placer de Itami, se volvió a hacer gigante, aplastando contra el suelo a su
enemigo con una pata.
¡Cuidado!-bramó
Itami con cara de preocupación fingida-¡Es una trampa!
Una enorme bola
metálica con espinas cayó sobre el lomo de la mantis, haciéndola caer
despatarrada contra el suelo. Itami aprovechó para zafarse de su agarre y,
colocándose a la altura de su cabeza, lanzó una voltereta con patada que la
cortó longitudinalmente en buena parte de su cuerpo.
¡SPHAEROMANTIS
SPINULOSA!-gritó Ayame.
Para evitar morir
de la herida, cambió a otro tipo de mantis, esta vez una de color rojo con la
parte trasera del cuerpo algo curvada sobre sí misma y pinzas negras.
Ya me aburres…-dijo
Itami.
Voló directo a la
cabeza de la mantis con objeto de arrancarla de cuajo, pero se vio atrapado por
la ágil y pesada pinza.
Acabaré…-jadeó
Ayame haciendo presión con la pinza-…contigo…
¡Y una mierda!-le
espetó Itami.
Abrió
vigorosamente sus alas, rompiendo la pinza y permitiéndole conjurar un péndulo
cortante que la cortó por la mitad. Un destello de luz dejó el cuerpo humano de
Ayame malogrado y con la ropa rasgada en el suelo. Itami permaneció en su forma
de monstruo, bajó al suelo y le pisó el cuello con el gigantesco zanco negro
que llevaba.
¿Listo para
despedirte?-preguntó Itami con un tono dulce y sensual.
Reparó en la casi
total desnudez en la que había quedado Ayame. Su ropa interior estaba intacta
pero expuesta: unos calzoncillos algo atípicos que eran mitad bóxer por la
pierna derecha y mitad slip por la izquierda. En la pierna izquierda, rodeándole
la ingle, llevaba un aro brillante de color anaranjado que se adaptaba
perfectamente a la forma de su pierna.
Oh…-reparó Itami-…tu
objeto mágico…lo que te permite modificar el tamaño de la materia…
Itami separó sus
piernas de tal manera que pudo agacharse sin dejar de pisar el cuello de Ayame.
Acercó su cara a la entrepierna de su vencido enemigo mientras trataba de
acariciar el aro que tenía en la ingle.
Ya sabes lo que
pasa si intentas tocar el objeto mágico de otro monstruo…-le advirtió Ayame.
Sí.-respondió
Itami mientras acariciaba el aro-Una dolorosa descarga nos recorre. Es tan
placentera…tan dulce y suave como el calor, el tacto y la fragancia de tu
expuesto paquete. No estás poco dotado, la verdad… ¿quieres que te haga sentir
éxtasis?
¡Vete al
infierno!-bramó Ayame-¡Mátame antes de hacer esto!
Ikaruga está
muerta.-dijo Itami-Estoy seguro de que Ibara la ha matado. Conozco muy bien a
la mujer de mi vida, ¿sabes? No obstante, ella y yo lo hemos hablado muchas
veces: los dos sois un asco de personas, pero Ikaruga es peor con diferencia…ergo
no merecéis acabar igual. No voy a matarte…no de momento, al menos. Te
utilizaremos bien…créeme.
Itami palpaba los genitales de Ayame por encima de
su ropa interior.
¡Déjame!-se
resistió Ayame.
Tu mente está tan
dañada como tu cuerpo…-le explicó Itami-…me he encargado bien de ello. Gracias
a esto, por muy hombre heterosexual que seas…mi potente seducción de íncubo
penetrará en ti. No es que la homosexualidad esté manifestándose en ti…simplemente
te da igual todo, estás desesperado…
Itami parecía una
araña doblando una pierna para pisarle el cuello a Ayame mientras se frotaba
contra él desde el suelo. Estaba disfrutando la tortura.
¡NO!-gritó Ayame
incorporándose.
¡SÍ!-lo burló
Itami tumbándolo de un puñetazo.
El puñetazo
deshizo la coleta que llevaba Ayame, dejando su melena totalmente suelta. Sus
ojos se cruzaron con los de Itami y su vista comenzó a nublarse. Sentía mucho
calor. Algo le rozaba ahí abajo…
Así me
gusta.-dijo Itami mientras su pene punzante se iba convirtiendo poco a poco en
uno de carne-Déjate hacer…
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!-chillaba
Ayame.
El influjo mental
de Itami, quien no sólo era inteligente y manipulador, sino que, además, poseía
un poder mágico capaz de privar de juicio a sus víctimas, era potente, pero le
permitía darse cuenta de las cosas: no podía parar de chillar por un cúmulo de
razones.
¡NO!-gritó-¡PARA!
¡PARAAAAAAAAAAAAAAA!
En la mente de
Ayame se juntaban el horror por haber sido derrotado, la preocupación por el
futuro inmediato, el asco de ser masturbado por su archienemigo, un innegable
placer que hacía que su miembro viril se humedeciera y un dolor tan agudo que
le hacía querer desaparecer: Itami estaba rompiéndole las extremidades lenta y
ruidosamente mientras lo masturbaba.
¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!-el
íncubo se reía sádicamente ante el atormentado joven.
No quiero…-boqueó
Ayame-…que me masturbes. Termina de matarme, pero no me hagas esto…
Defiéndete.-le
dijo Itami-Sólo podrás librarte de mí si me quitas por la fuerza…
La lengua de
Itami recorrió el pene de Ayame, limpiándolo de las secreciones preseminales.
Tienes un sabor
fuerte.-dijo Itami-Muy masculino. Me gusta.
Clavaba sus
garras una por una en la piel del chico, que tenía las cuatro extremidades
rotas ya. Ayame estaba a punto de desmayarse.
Vive.-le ordenó
Itami mientras soltaba el pene de Ayame.
El joven de
cabello verdoso se desmayó en un orgasmo. Sintió su semen manchando su cuerpo y
salpicando a Itami, pero no fue capaz de pensar mucho más: perdió el
conocimiento y entró en un profundo sueño.
La virgen que intensidad se ha parecido a uno de los finales chungos de Dramática Murder. No creas a mi en el fondo me dan pena xD son dignos de ella.
ResponderEliminarEntonces, ¿te ha gustado? Éste iba un poco para cambiar la tónica, para sorprender al lector. Veo que más o menos he atinado...
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