REACTION
†
WORLDS
COLLIDE III †
Episodio XXII · LA BESTIA DESPIERTA
¿Quién te ha
invitado?-preguntó Suiri algo molesto.
¿Y a ti?-le
espetó Yamiyuki.
Se miraron de
manera desafiante unos segundos. La tensión se palpaba.
Tú eres, si la
memoria no me falla, Suiri Sumitomo.-dijo Yamiyuki-Estabas en esa nave cuando
Marah dictó su orden de arresto.
Qué considerado…sabes
mi nombre.-dijo Suiri-El niño mimado de los Kuroi, supongo.
Sí y
no.-respondió Yamiyuki-Sí soy un Kuroi, pero no soy ni un niño ni alguien
mimado: lo que tengo y lo que soy son frutos de mi hacer. Si no es mucha
molestia, me gustaría saber qué narices haces asaltando una propiedad privada y
extorsionando a sus beneficiarios…
He venido a
recoger un residuo de uno de mis últimos trabajos.-dijo Suiri-No me gusta dejar
basura tirada…es de muy mala educación y da mala impresión.
¡Eh!-Yamiyuki
escuchó una voz de mujer cuyo timbre le era desconocido-¿Me estás llamando
basura?
¡Ayako, para!-oyó
a continuación a Nikola-¡Tendrá su merecido, créeme!
¡Gareki, puedo
entender que no queráis que me esfuerce porque estoy recién operada, pero de
ahí a dar carta blanca a un criminal como él para que nos insulte hay un abismo
insalvable!-reprochó la voz femenina.
Así que habéis
logrado salvar a Ayako…-dijo Yamiyuki-… ¿qué menos que ir a presentarme,
entonces?
No, por favor,
podrías mancharte.-dijo Suiri.
No tiene NI PUTA
GRACIA todo lo que estás soltando por esa sucia boca.-dijo Yamiyuki-Voy a hacer
que te disculpes, ¿te parece bien?
Inténtalo.-Suiri
chasqueó los dedos.
Una nueva y
desbordante horda de humanoides lo protegió como si de un pilar se tratase.
¡Yamiyuki!-el
chico oyó a Yurika encima de él-¡Vamos a cargarnos a esa escoria!
Se fijó en que
Yurika había adquirido un nuevo poder, un nuevo aspecto que poseía unas alas
con las que ahora volaba por encima de él. Observó cómo, con su nueva y mágica
belleza, tensó sus alas para disparar con ellas varios chorros de plumas que
acribillaron a los humanoides, electrocutándolos al clavarse en ellos. Yamiyuki
respaldó a su compañera alimentando el ataque eléctrico con uno de su cosecha:
dejó salir de una de sus manos una espiral eléctrica que comenzó a arreciar
contra aquellos enemigos aparentemente interminables.
¿Dónde se ha
metido ese cobarde deslenguado?-preguntó Yamiyuki mientras despachaban a los
soldados artificiales.
Siempre ha sido un
cobarde que juega sucio.-dijo Metallurgy con un semblante que el chico jamás
había presenciado-Mi imperio se llena de su basura…necesitamos una limpieza
inmediata…
¡Ibara, Itami,
Ayame!-apeló Freya-¡Id al ala opuesta a contener la invasión! ¡Sin peros ni
preguntas! ¡Yamiyuki! ¡Has vuelto! Menos mal… ¿cómo han ido las cosas con
Yamibara?
Ha sido todo muy
complicado y largo de explicar, pero, de momento, te lo resumo en que, como
dentro de dos días no hayamos conseguido hacer algo cercano a un milagro,
estaremos más que jodidos.-explicó Yamiyuki a modo de saludo-¡La prioridad
ahora es proteger este complejo!
Suiri se ha
esfumado…-dijo Metallurgy-…es como un topo que traza redes de túneles…antes de
que aparezca por lugares inesperados, voy dentro a…limpiar este desastre.
¡Yamiyuki!-lo
llamó Dalton-Ve al interior…te necesitarán por allí. Yo me quedo aquí fuera con
Yurika conteniendo la invasión en este flanco. Yuuji, ¿nos echarías un cable?
Por supuesto.-dijo
el chico.
Yamiyuki asintió
y atravesó el boquete que lo condujo al interior de la fábrica de Metallurgy.
Recordó varios momentos anteriores, especialmente cuando se presentó en aquel
mismo lugar junto con Freya para presentarse a Metallurgy, con quien acabaron
teniendo que luchar. Pudo ver a Nikola escoltando a una mujer musculosa más
alta que él.
¡Encantado de
conocerte, Ayako!-exclamó Yamiyuki-¡Soy Yamiyuki Kuroi, un compañero! ¡Me
alegro de que te hayas recuperado! ¡Enhorabuena! ¡El primer regalo de
celebración será la cabeza de ese tío en bandeja de plata!
Nikola y Ayako
pararon en seco y se giraron hacia el chico.
Yamiyuki…-Nikola
no pudo evitar sonreír-…me alegro de verte.
Lo mismo
digo.-dijo Yamiyuki-Has elegido a una mujer muy hermosa. Ayako, es un placer
conocerte y…que sepas que te llevas a un buen hombre. ¡Es hora de que luche!
¡Nos vemos!
¡Encantada!-le
gritó Ayako antes de que se perdiera por el pasillo, demostrando que no era
tímida.
Cuando llegó al
enorme recibidor, Yamiyuki se encontró una auténtica batalla campal. Una horda
alarmante de humanoides había entrado por la puerta principal, pero veía su
avance bloqueado.
¡ATRÁS!-oía
gritar a un grupo de hombres-¡FUERA!
Se asomó y vio a
los operarios de Metallurgy atrincherados con varias estructuras de seguridad
mientras les disparaban y les lanzaban cosas a los humanoides.
¡Aquí hay gente
trabajando!-gritaban-¡No queremos que se nos moleste, ni mucho menos queremos
ver triste a la jefa! ¡Largaos por donde habéis venido!
La pantalla
informativa del hall fue invadida por la imagen de Metallurgy, que parecía
estar en una sala de mandos.
¡Hombres!-exclamó
Metallurgy-¡Os dije que os pusieseis a salvo! No obstante…me conmueven vuestras
acciones. Ya que me habéis desobedecido y no habéis priorizado vuestra vida
sobre esta escaramuza, os exijo una compensación: ¡HACED QUE SE ARREPIENTAN DE
HABER VENIDO!
¡ÉSA ES LA
JEFA!-gritaron todos los hombres.
Comenzaron a
atacar con más fiereza, causando verdaderos estragos entre los humanoides.
Yamiyuki aprovechó para atravesar el recibidor corriendo. Podía ayudar a Freya
en el lugar al que se hubiera desplazado o respaldar a Metallurgy…todo dependía
de a cuál de las dos chicas se encontraba primero.
. . .
¡Yiiiiiiiihaaaaaaaaa!-gritaba
un jubiloso Itami.
Había colgado una
cadena del techo y se balanceaba con ella como si de un péndulo se tratase,
atropellando a los humanoides y clavándoles las botas con cuchillas que se
había colocado. También llevaba armas de fuego enganchadas en los tobillos con
las que disparaba tras apuntar moviendo sensualmente sus piernas como si fuera
un contorsionista. Desde el suelo, Ibara y Ayame peleaban cuerpo a cuerpo. La
chica se había enfrascado en una virulenta danza de sangre, exhibiendo su
dominio de varias artes marciales árabes combinadas. Por su lado, Ayame
encontró algo de motivación en luchar codo con codo con Ibara, razón por la
cual se esforzó: lanzó su poder mágico contra un grupo amplio de humanoides y
los redujo al tamaño de hormigas, pisándolos fuertemente tras ello.
Comenzaron a
llegar varias criaturas similares a aquellos humanoides, pero mucho más grandes
y con el aspecto de bestias muy pesadas. Amenazaban con tirar los muros
exteriores para crear un flanco de invasión muy largo.
¡Mierda, no!-se
quejó Ibara-¡Estamos ocupados! ¡Ayame, ve tú!
Pero…-dijo Ayame.
¡QUE MUEVAS TU
ENCLENQUE CULO!-le gritó la chica-Itami y yo nos sobramos y bastamos aquí.
A una de las
bestias le dispararon en la cabeza, creándole un agujero más que apreciable.
Tras ello, Aquanika apareció de la nada, saltando sobre ella y haciéndole
varios cortes en el lomo con varias armas blancas.
Me han mandado
aquí con vosotros…-dijo Aquanika girándose hacia Ibara, Ayame e Itami.
Justo a
tiempo.-dijo Ibara mientras arrancaba las cabezas de varios humanoides a golpe
de bastón-Encargaos Ayame y tú de esas cosas gigantes, e Itami y yo impediremos
que los que ya están dentro vayan muy lejos.
Una pantalla que
había cerca del techo fue pinchada por la imagen de Metallurgy.
¡Craso error el
haber venido aquí!-la oyeron decir.
Un misil cayó de
un hueco del techo. La explosión obliteró a los humanoides presentes.
La jefa está
cabreada.-dijo Metallurgy-¡Nadie pone en peligro a mis chicos! ¡Os vais a
enterar!
Yamiyuki llegó a
aquel punto. Vio a Aquanika levantando mágicamente a una criatura enorme y
estampándola contra el suelo posteriormente. Tras ello, Ayame, quien antes era
su enemigo, le saltó encima a la malograda bestia y la aplastó haciendo sus
piernas gigantes.
¿Y
Freya?-preguntó-Se ha esfumado de donde estábamos todos justo después de
mandaros hasta aquí.
Ni
zorra.-respondió Ibara-Estará cargándose a más bichos de éstos…
Por cierto, ¿a
qué se debe que esté aquí este enemigo?-inquirió Yamiyuki.
Está obligado a
ayudarnos a tender una emboscada a nuestros enemigos.-explicó Itami-Lo
torturamos para ello. Es mi mascota…y, cuando esto se apacigüe, nos contará
todo lo que necesitemos saber para pillar por sorpresa a todos los cabrones que
nos han estado tocando las narices.
Me parece
bien.-dijo Yamiyuki, a quien ya no le sorprendía nada-Voy a cubrir otra zona,
¡os dejo a cargo de esta parte!
La voz de
Metallurgy sonaba por toda la fábrica.
¡Fuera, maldita
plaga!-gritó antes de lanzar otra arma de seguridad que materializó las
pesadillas de muchos soldados.
¿A cuántas
unidades ha traído ese chiflado?-se preguntó Yamiyuki en voz alta mientras
buscaba otro punto de invasión.
Se encontró a
Freya. Ella sola había limpiado un punto de entrada de enemigos y estaba
reconstruyéndolo todo con magia.
Joder, Freya…-dijo
Yamiyuki-…por fin te encuentro. He venido a ayudarte en lo que pueda.
Justo a
tiempo.-dijo la chica-Tenemos que buscar a Suiri y pararle los pies: ¡Metallurgy
está convencida de que está por aquí dentro habiéndose hecho indetectable
previamente!
. . .
Dos tornados
chocaron, causando una explosión de aire que despedazó a montones de humanoides.
Yuuji y Yurika habían combinado sus poderes del viento para tal proeza.
Creo que este
flanco ya está limpio.-dijo Dalton disparando al último de los humanoides que
había reunido a su alrededor.
Tenemos que
sellarlo…-dijo Yurika, todavía en su forma voladora.
Para eso,
tendríamos que llamar a…-intentó añadir Yuuji.
¡No necesitáis
llamar a nadie!-le cortó una voz masculina-¡Nosotros nos encargamos!
Una patrulla de
operarios se había personado allí. Les dijeron que entrasen de nuevo al
edificio y que ellos se encargarían de reconstruir los boquetes de esa zona.
Sintiéndose acogidos por una familia gigantesca, Yurika, Dalton y Yuuji
entraron en el edificio y se dispusieron a continuar con su lucha allí.
Yurika…-dijo
Dalton-…tú conoces bien este edificio porque has sido alumna de Metallurgy, ¿no
es así?
Sí…tenemos esa
suerte, dentro de todo lo que está sucediendo.-respondió Yurika.
La joven no iba a
volver a su forma normal. Sentía que necesitaba su poder para esa batalla y, en
cierto modo, se sentía agradada por el hecho de que los demás hablaban con ella
cara a cara aunque tuviera un aspecto no humano.
Guía a Yuuji a
los distintos puntos estratégicos donde creas que se hayan podido producir
boquetes.-dijo Dalton-Yo tengo algo que hacer… ¡lo siento!
Dalton se separó
de sus dos compañeros y echó a correr por un pasillo.
¡Dalton!-le paró
Yurika.
¿Qué
sucede?-preguntó el chico tras parar en seco.
…-Yurika tomó
aire-¡Buena suerte!
¡Lo mismo
digo!-respondió Dalton retomando la marcha.
Dalton se sentía
preocupado porque no veía a Marah por ninguna parte… ¿adónde habría ido?
. . .
Disparó un rayo
contra el último con ayuda de sus gafas. Marah se encontraba un poco perdida
por aquellos enormes pasillos y había acabado limpiando parte de ellos de la
amenaza. Avanzó dos pasos y, de pronto…
¡Buenos días,
señorita!-la sorprendió Suiri.
¡Tú!-exclamó
Marah poniéndose en guardia-¿Cómo has llegado hasta aquí?
Buscaba a mi
muñeca rota, pero no la encuentro.-dijo Suiri-Tú eres una de las mejores amigas
de su príncipe azul, ¿no es así? Seguro que sabes decirme dónde se esconden…
Entre saber y
querer hay un cierto abanico de diferencias técnicas…-rehusó Marah mientras se
ajustaba las gafas.
¿La niña que
juega a ser doctora se pone rebelde?-preguntó Suiri-¡Cuando los críos se portan
mal, se les dan unos azotes!
Tu comportamiento
irrespetuoso ante una militar es más que reprochable.-respondió Marah.
¿Piensas
enfrentarte a mí?-preguntó Suiri sonriéndose.
¿Acaso no es
obvio?-respondió Marah-Estás arrestado y a tu sentencia anterior se le añade
rebelión contra la autoridad y falta de respeto hacia la misma.
¿Tú eres una
autoridad?-inquirió Suiri en tono menospreciante.
Desde luego que
lo soy.-dijo Marah-Tengo autorizaciones legales y acreditación militar. Soy una
médico del ejército y la capitana de la guardia personal del jefe Dalton.
¡Tú no eres
autoridad ni eres nada, mosquita muerta!-le espetó Suiri-¡Eres una enana
debilucha que no está a la altura de nadie que esté aquí dentro ahora mismo! Si
tan decidida estás a enfrentarte a mí… ¡adelante! ¡Ya te arrepentirás!
No me gusta nada
ejercer la violencia en mis acciones legales, pero…-dijo Marah-…la labor
militar es la labor militar. ¡Prepárate, Suiri Sumitomo!
¡Eso!-respondió
el hombre con socarronería-¡Prepárate! ¡Te voy a dar una paliza!
Marah respondió
con un moderado grito de guerra. Lanzó entonces una patada a media altura, pero
Suiri la bloqueó con la palma de la mano.
Tienes poca
fuerza…-le advirtió Suiri.
La chica retractó
su pierna e hizo una maroma lateral para golpear consecutivamente a su enemigo
con los dos pies…aunque su ataque fue inefectivo, ya que el hombre lo bloqueó y
desvió con dos manotazos.
¿Es esto lo que
tiene que ofrecer la doctora?-se burló Suiri.
Marah se alejó
varios metros con los propulsores de sus botas.
¡Open Ether Circuit!-exclamó-¡Fire Bolt III! ¡Ice Bolt
III! ¡Lightning Bolt III! ¡Beam Bolt III!
Cuatro Ether
fueron disparados a la vez contra Suiri. Una extraña pantalla azul los bloqueó,
haciendo que impactaran juntos en su centro sin mayor efecto.
¡Un campo
magnético!-exclamó Marah-La alteración de las trayectorias de las nanomáquinas
ha sido crítica…
Sin preocuparse
más por aquel hecho, disparó, todavía desde la distancia, un rayo bastante
amplio por sus gafas. Un campo magnético hizo que el rayo rodeara a Suiri sin
embestirlo y volviese de nuevo hacia Marah, quien, al ver aquello, apagó el haz,
logrando que el rayo desapareciera antes de sufrir ningún daño.
Veo que te gusta
mucho pelear a distancia…-observó Suiri.
Permíteme
corregirte…-dijo Marah-… ¡no me gusta pelear! No obstante, si no hay más
remedio…
Pobre niña…-dijo Suiri con desdén.
Marah decidió
cambiar de estrategia. Convirtió sus guantes en taladros y, con los propulsores
de sus botas, se lanzó como un perdigón hacia su enemigo. Una barrera magnética
se interpuso entre ellos, provocando un efecto anómalo en el guante, que se
calentó de manera exagerada. Antes de ponerse al rojo, se activó un mecanismo
de seguridad y saltó de la mano de Marah, reventando antes de caer al suelo.
¡No pasa nada!-se
dijo Marah-¡Aún me queda otro!
Lanzó un
vehemente golpe con el canto de la mano, como si de un sablazo se tratase.
Suiri se apartó saltando hacia atrás y se alejó con varias volteretas. Un
chorro de energía magnética persiguió entonces al guante y se introdujo en él,
causando un malfuncionamiento que hizo que se convirtiera en un martillo, luego
en un taladro, posteriormente de vuelta a su forma normal y así sucesivamente hasta
que, por mucho que Marah intentó alejarse cambiar de posición su mano,
ocultarla, etcétera, acabó por resultar dañado en su sistema interno y
apagarse. Sin mediar palabra, Marah se lo quitó y lo dejó caer. Tenía las manos
desnudas, pero no estaba desarmada. Volvió a alejarse de Suiri con sus
propulsores.
¡Ether Drive!-exclamó Marah-¡Inferno III! ¡Blizzard
III! ¡Lightning III! ¡Satellite
III!
Lanzar Ether de área
amplia en lugar de objetivo individual no impedirá que la alteración magnética
lo inutilice.-dijo Suiri mientras observaba las coloridas explosiones de los
ataques fallidos de Marah.
Creo que me toca
a mí…-dijo Suiri.
Con una velocidad
inesperada, Suiri se puso frente a Marah y embistió su cintura con una patada
giratoria. Acto seguido, le propinó un rodillazo en el esternón y un golpe de
palma en la cara con el cual la incrustó en la pared. Agarró la cabeza de la
chica con su enorme mano.
Suéltame…-dijo
Marah mientras agarraba el brazo de Suiri con las dos manos.
La chica no sólo
sentía el dolor de los golpes, sino también la sensación de que algo no iba
bien. Su pelo comenzó a emitir descargas eléctricas leves. El magnetismo de
Suiri estaba haciendo estragos con las nanomáquinas que utilizaba
habitualmente.
¡Vaya!-exclamó
Suiri-¿Qué hace una militar seria como tú siendo tan frívola? ¿Te arreglas la
melena con nanomáquinas?
Marah retorció el
brazo de Suiri con sus manos, obligándole a soltar su cara.
Eso no es de tu
incumbencia.-dijo la chica, notando que tenía las gafas descolocadas-Puedo
lucir como me apetezca, independientemente de mi trabajo.
Sin soltar el
brazo de Suiri, Marah se levantó. Estaban tan cerca el uno del otro que decidió
propinarle un rodillazo, pero el hombre lo bloqueó y contraatacó con un placaje
de hombro, volviendo a estamparla contra la pared. Tras eso, le cruzó la cara
de un revés con el dorso de su mano, dejándola hincada de rodillas de espaldas
contra la pared. Las descargas de su pelo se intensificaron, y notó que le
faltaba algo. Se giró y vio que su cofia estaba en el suelo.
¡Me has tirado la
cofia!-bramó Marah-¡Ahora sí que la has hecho buena!
Marah se giró muy
enfadada hacia Suiri, levantándose y lanzando una fuerte patada.
¡Tus pataletas me
son indiferentes!-bramó Suiri mientras golpeaba a Marah con un gancho alto.
La espalda de
Marah chocó con el techo. La hebilla metálica a la que llevaba enganchadas las
protecciones pectorales y de hombros se rompió por el golpe, y los arneses se
soltaron. Al caer al suelo, las protecciones de Marah se desprendieron y sus
senos se expandieron, revelando ser bastante más grandes de lo que parecían. Se
escuchó un chasquido: las nanomáquinas estéticas del pelo de Marah se apagaron
y revelaron un secreto.
Vaya…-se
sorprendió Suiri.
Marah tenía una
melena hasta las ingles. Con la nanotecnología, se lo recogía en pequeños
rollos inapreciables para hacerlo lucir más corto, pero en realidad era muy
largo. Miró furibunda a Suiri.
Me da asco esa
cara de niña sucia y rota…-le espetó Suiri.
Volvió a cruzarle
la cara, esta vez con el dorso del puño. Sus gafas, que se rompieron por el
golpe, salieron disparadas hasta caer al suelo. Marah se vio reflejada en el
pulido suelo: todo su pelo suelto, sus grandes pechos notándose más que nunca y
su cara…muy diferente a como era con gafas. Sus ojos no eran tan grandes y
redondeados: esto era un efecto de sus enormes gafas. Realmente tenía unos ojos
finos, no muy grandes y algo rasgados. Las facciones de su cara no eran tan
blandas como las gafas hacían ver, por lo que ya no parecía tan aniñada, sino
todo lo contrario, mucho más adulta y madura. Lo único que conservaba igual era
su ropa. A efectos de lo demás, era una mujer distinta. Al verse así, algo
estalló en su interior.
¡TE ARREPENTIRÁS
DE ESTO!-le gritó con fiereza.
Se desacopló las
botas y saltó hacia Suiri con los pies únicamente cubiertos por las finas
zapatillas que llevaba bajo las botas. Sin que el hombre se lo esperase, la
chica lo embistió con una patada voladora con ambos pies que logró tirarlo al
suelo. Antes de que pudiera levantarse, aquel hombre sintió cómo el talón de
Marah se clavaba en su espalda, volviendo a tumbarlo con fuerza. Después de ese
impacto, comenzó a recibir patadas en las costillas. La enemiga a la que tanto
menospreciaba tenía ahora una fuerza que se alejaba de los límites de lo
humano, y una velocidad comparable a la propia del ahora desfavorecido Suiri.
¡No cantes
victoria!-exclamó el hombre.
Paró una de sus
patadas con una de sus manos gigantescas y se levantó ágilmente, dispuesto a
lanzar un puñetazo. Marah le dio un codazo en el pecho y, con el brazo aún
doblado, atrapó el puño de Suiri entre el bíceps y el antebrazo como si de una
pinza se tratase. Desde esta posición, giró el hombro, subiendo aquel agarre de
pinza con un doble efecto: estampar su puño en la cara de Suiri mientras le
retorcía el hombro. Las técnicas de Marah habían cambiado profundamente: seguía
basándose en las artes marciales tradicionales, pero no con objeto de
defenderse y cumplir una misión, sino con el propósito de…matar.
Con un grito,
Marah lanzó de nuevo contra el suelo a Suiri. Desde esa posición, le pisó el
pecho con un pie para que no se levantara y le pateó la cara repetidas veces
con el otro pie.
¡VOY A
MATARTE!-chilló Marah-¡A MATARTE! ¿ME OYES?
Suiri experimentó
el miedo por primera vez. Marah era demasiado fuerte, y no podía hacer nada
para liberarse de ella. Como si respondiera a sus plegarias, la joven se bajó
de encima de él y lo levantó con sus manos. Lo lanzó entonces contra la pared
de un empujón y ejecutó entonces una guardia de Muay Thai.
¡Maldita
cría!-gritó Suiri.
Marah saltó
horizontalmente y lanzó un impactante puñetazo como si fuera el pistón de un
motor, agrietando la pared presionándola con el castigado cuerpo de Suiri.
¡ESTÁS MUERTO,
DESGRACIADO!-gritó Marah agarrando a Suiri del cuello por detrás de él.
Metallurgy, que
lo había visto todo desde su sala de mandos, no tardó en aparecer por allí.
¿Qué está
pasando?-preguntó extrañada-¿¡Marah!? ¿Eres tú, Marah?
Marah miró a
Metallurgy. Con su larga melena haciendo de cortina en su cara, sus ojos
inyectados en sangre y, en definitiva, su verdadero aspecto revelado,
Metallurgy no reconocía a su compañera, quien hasta ese momento le había
recordado a ella misma.
¡NO ME INTERRUMPAS!-gritó
Marah, siendo lo único que se le ocurrió decir.
En ese instante
de dubitación, Suiri pudo quitarse a Marah de encima y salir corriendo.
¡RETIRADA!-exclamó
Suiri-¡RETIRADAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
¡COBARDE!-gritaron
Metallurgy y Marah echando a correr tras él.
Los humanoides
salieron del edificio en tropel. Grandes, pequeños, de un color o de otro…todos
comenzaron a irse a gran velocidad. Suiri dio esquinazo rápidamente a las dos
chicas y, en cuestión de minutos, aquella batalla campal se estaba reduciendo a
cenizas convalecientes.
¡MALDITO
SEA!-gritó Marah indignada.
¡Marah!-exclamó
Metallurgy-¿Quieres tranquilizarte?
Metallurgy no
entendía nada de aquello…sólo podía temer ser atacada por su compañera en
cualquier momento.
¿Por qué has
tenido que aparecer?-le preguntó Marah en un tono más suave y taimado-Si no te
hubieras entrometido, ahora ese tío estaría… ¡HWOAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!
Furibunda, Marah
lanzó un fulminante puñetazo contra Metallurgy, que no sintió daño alguno por
estar recubierta de una piel cerámica.
¡Cálmate, por
favor!-exclamó Metallurgy nerviosa.
¡Ese hombre ha
arruinado todo lo que había conseguido hasta ahora!-chilló Marah mientras
lanzaba una patada contra Metallurgy.
¡Para!-la
advirtió Metallurgy parando su pie con una mano-¡No hay nada arruinado, sigues
siendo Marah, nuestra compañera! Veo que eres…diferente a como creíamos, pero
ése no es motivo para que demos nada por sentado…ni yo ni los demás…
¿Qué sabrás
tú?-le espetó Marah mientras lanzaba un puñetazo con lágrimas en los ojos.
¡QUE TE ESTÉS
QUIETA!-bramó Metallurgy, también al borde del llanto.
Le hizo una llave
y la estampó sonora y pesadamente contra el suelo valiéndose de su fuerza sin
parangón. Incluso en ese estado, Marah sabía que, si intentaba escapar de
Metallurgy en esa posición, su hombro se separaría del resto de su cuerpo de
manera irreparable, por lo que dejó de forcejear.
En ese instante,
Dalton atravesó corriendo un pasillo perpendicular a aquel. Metallurgy vio ahí
una oportunidad clara para resolver ese entuerto.
¡Dalton!-gritó-¡Dalton!
El chico se dio
la vuelta y volvió hacia el pasillo. Reconoció la voz de Metallurgy y no dudó
en acercarse.
¡Ayúdame,
Dalton!-exclamó Metallurgy muy nerviosa-Marah está…está… ¡no sé qué le pasa!
¡No quiero verla sufrir así!
Dalton miró a
Marah y vio su pelo suelto, su auténtica cara, sus gafas rotas, su cofia en el
suelo, sus botas abandonadas, sus pechos expuestos y el semblante de su rostro.
No pudo evitar sorprenderse y llevarse las manos a la cabeza.