TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 45: Encontronazos
Después de alejarse de lo que
quedaba del hotel Rakuen, los Taimanin volvieron a invocar a Philell para
hablarle seriamente.
Han escapado.-explicó Yamiyuki-No
es tu culpa, pero nos gustaría saber si sigue en pie eso de que nos brindarás
apoyo hasta que lo necesitemos.
Por supuesto.-asintió el
Mazoku-No obstante, ya que hemos intentado una vez hacer lo que queríais y no
ha terminado de salir bien, ¿no os parece justo que ahora me ayudéis vosotros a
mí?
El trato era que podríamos
disponer de ti hasta que quisiéramos y luego te ayudaríamos a buscar a
Uro.-dijo Yamiyuki-No obstante, dado que precisamente es justicia lo que
queremos, no lo haremos así. Nuestra próxima misión a tu lado será en busca de
Uro Oswald. Además, eso puede traernos ventajas estratégicas, pues Estados
Unidos tiene trato de favor con los Mazoku, sin mencionar que los Fuuma pueden
estar cerca.
Gracias, Taimanin.-dijo
Philell-Sabía que erais buenos, pero no sabía que lo erais tanto.
¿Tenemos alguna idea del paradero
de Uro?-preguntó Rito.
Seguro que está en algún edificio
de los Neo-Nómadas…-comentó Hagane-…serán todo lo temibles y sucios que
quieran, pero lo hacen todo igual.
Intuyo que estará en los
cuarteles generales.-explicó Philell-Es un lugar muy bien protegido, así que…será
una batalla difícil.
No hay problema.-respondió Aoi-Es
nuestro pan de cada día.
Así es.-corroboró
Shirubei-Supongo que no pasará nada por estar zurrándonos con alguien unas
horas más…
Entonces…-se aventuró Inuhito-…
¿vamos a colarnos en su territorio?
No creo que podáis hacerlo
fácilmente.-objetó Philell-No obstante, no es nada que no pueda lograr. Haré
que entréis allí sin un rasguño. Una vez dentro, nadie sabe lo que nos esperará…
.
. .
¡Somos soldados del Ejército
Federal!-exclamó James-¡Soldado James Silver, presente!
¿A qué habéis venido?-uno de los
mercenarios que custodiaban aquella puerta trasera le apuntó con la espada.
Nuestra sargento, Layla Phoenix,
se encuentra aquí.-explicó James-Querrá vernos.
Tenemos órdenes de no dejar pasar
a nadie.-dijo el otro mercenario que estaba con él-Quien paga manda.
¡Por favor, caballeros!-pidió
James-¡Somos aliados! Tenemos contactos políticos ahí dentro… ya sabe,
Belladonna Rubidium…
Está muerta.-dijo el mercenario
que seguía apuntando a James con su arma-Y vosotros también si no os largáis.
Aquí hay un gran
malentendido.-intervino Grant alzando la voz-¡Somos vuestros invitados!
¡Muestren cortesía!
¿De qué vas, gafotas?-el
mercenario dejó de apuntar a James para apuntar a Grant.
Grant y James se miraron. El
primero se mantenía en sus trece, mientras que el segundo no sabía muy bien
cómo abordar al otro, pues había sido su mejor amigo hasta la graduación y
horas antes de aquello lo había golpeado hasta causarle daños difíciles de
curar. Émile, Leon y Christian se mantuvieron al margen. Detrás de ellos, se
encontraban tres de los hombres de Margaret Johnson: Gordon Powers, Andrei
Kagami-Volkov y Púrpura Delgado.
Se nota que aún están un poco
verdes estos chicos…-comentó Gordon.
Con lo fácil que sería trocear a
ese par de dos…-siseó Andrei.
A mí me divierte mucho ver cómo
las pasan putas por dos mandados de mierda.-Púrpura se sonrió sádicamente.
Largaos.-insistió el mercenario-Me
da igual que seáis ocho, no os tenemos miedo. ¡Fuera!
Ah, ¿no?-preguntó Grant-¡Pues
deberíais!
El estratega golpeó con su bastón
en la cabeza al mercenario que le apuntaba. Cayó redondo. El otro mercenario
intentó atacar, pero su cuello se escindió horizontalmente fruto de una fuerza
inapreciable y su cabeza cayó rodando por el suelo.
Me gusta, Steeler, tienes
agallas.-comentó Púrpura limpiándose la sangre de las manos con la gabardina
del mercenario muerto.
Así que este hombre es un asesino militar…-pensó James al comprobar
la rapidez y la violencia de Púrpura-…sin
duda es un hombre temible…aunque algo en él no termina de encajar. Es… extraño.
La puerta no se abre.-informó
James, que se había adelantado para abrir camino.
¿Por qué no está aquí ese Yellow
Peacock?-preguntó Andrei-No hay puerta que ese tío no sepa reventar.
Al parecer, tenía cosas más importantes
que hacer hoy.-le respondió Gordon-La teniente Johnson y él no han podido
participar en esta misión de búsqueda por motivos que no nos incumben…o eso
dicen. Sin embargo, Andrei, no hace falta ser Yellow Peacock para reventar una
puerta…
¡Espera!-le increpó
Púrpura-¿Piensas hacerlo así? ¿Y el sigilo?
Los artilleros no sabemos lo que
es eso, lo siento, Púrpura.-comentó Gordon-Cada uno sabemos cumplir un cometido…
¿Va a usar artillería en este
sitio?-preguntó Christian entre susurros.
Esta gente nos lleva años de
ventaja…-comentó Émile, amante de las explosiones, también en voz baja.
Tú eres el zapador, ¿no?-preguntó
Gordon acercándose a Émile-Déjame enseñarte una tecnología más silenciosa para
romper estructuras que el explosivo común…
¿Son unos genios o están chalados?-pensó Leon mientras observaba a
sus compañeros.
Gordon se acercó a la puerta y,
con sus hercúleos brazos, la tumbó de un puñetazo.
¡Adentro!-exclamó-¡Nuestro
objetivo es encontrar a Layla Phoenix!
.
. .
Por los ventanales más altos de
una de las zonas de recreo de ese enorme cuartel comenzó a rezumar líquido. Las
juntas podrían estar mal selladas o podrían ser simples goteras. Ese sitio
tenía la forma de un jardín artificial, y servía para que los empleados de los
Mazoku pudieran entretenerse antes o después de los turnos de vigilancia y
demás actividades rutinarias. Aquel goteo se convirtió pronto en un derrame que
hizo que las ventanas cedieran por el peso. El charco que se formó en el suelo
se erigió y tomó forma: Philell. Agitó una de sus manos e hizo que seis
burbujas atravesaran el recién abierto boquete. Uno a uno, los Taimanin fueron
desprendiéndose de aquellas pompas protectoras para caer en cuclillas y
alineados en el suelo. El agua de las burbujas comenzó a adherirse al fluido
cuerpo del poco corpóreo demonio.
Este edificio tiene una guardia
activa contra humanos.-explicó Philell entre susurros-Si hubierais entrado por
la ventana, habríais activado las alarmas. No obstante, como yo soy un Mazoku y
vuestras burbujas eran parte de mi cuerpo, habéis podido haceros pasar por
Mazoku de manera creíble. Ya estamos dentro… es hora de moverse.
Los Taimanin asintieron.
.
. .
La ruidosa y difícil pelea entre
los Fuuma y los Mazoku se había extendido por uno de los pasillos más anchos y
largos del complejo. Los demonios tenían como aliada a Layla Phoenix, una
imbatible sargento del ejército de Estados Unidos. Los Fuuma contaban con
Elizabeth como acompañante, un arma experimental del ejército que habían
reprogramado.
¡Maldita basura!-bramó Kuritöö
mientras disparaba con su metralleta a los Fuuma-¿Quién os ha invitado a
nuestras dependencias?
¡Ignorad a todos los
presentes!-recordó uno de los hombres en voz alta-¡Sólo Layla Phoenix merece
atención ahora!
¡Que te jodan!-bramó Layla
mientras le disparaba un cuchillo con una patada.
El cuchillo se clavó en la junta
del cuello de su armadura, haciendo saltar el casco. Layla aprovechó que el
hombre tenía la cara descubierta para dislocarle el cuello de una patada
giratoria.
¡No se acaban nunca!-bramó la
militar.
¡Y que lo digas!-corroboró
Kuritöö tras partir la armadura de otro hombre de un rodillazo.
Ahora mismo me haría gracia que
esta gente fuera arrasada por…-intentó decir Layla.
Varios proyectiles explosivos
surcaron el pasillo desde el extremo que no veían. Las explosiones barrieron a
los Fuuma, haciendo así que dejaran de disparar.
¡Mis piernas son EX-PLO-SI-VAS!-oyeron
que se jactaba una voz masculina al otro lado.
¿Ése es Delacroix?-se extrañó
Layla.
¿Qué podrían hacer tus hombres
aquí?-preguntó la científica.
Tal vez han venido a buscarme…-comentó
la sargento-…total, no valen para nada si no son dirigidos como es debido…
Los hombres de los Fuuma se
levantaron, aprovechando que sus armaduras los habían salvado de morir en las
explosiones. Intentaron rodear a las dos mujeres, pero no tardaron en verse
atados por un montón de cables con arpones.
¡Sargento!-exclamó James mientras
corría con su arponera en vilo-¡Señora! ¿Se encuentra bien?
¡Damiselas!-exclamó Layla-¿Qué os
trae por aquí?
Émile apareció de detrás de
James.
Hemos venido a buscarla.-dijo el
recién llegado.
Nos alegramos de verla,
sargento.-comentó Grant mientras llegaba al lugar a paso firme pero lento.
Christian y Leon llegaron detrás
de Grant. Tomándose su tiempo aparecieron Púrpura, Andrei y Gordon.
¿Ésos no son los hombres de
Margarette?-se preguntó Layla en voz alta-¿Qué hacen con vosotros?
Hemos tenido que pedir refuerzos,
señora.-explicó James-Sufrimos un terrible ataque. Los Taimanin han tirado el
hotel Rakuen. Están aliados con los demonios.
¿QUÉ?-chilló Layla.
Sargento Phoenix, tenga la bondad
de creerlos.-pidió Gordon-Soy Gordon Powers, el artillero del equipo, y vi en
persona lo que pasó con el hotel cuando fuimos a rescatar a la tropa de Silver.
Kuritöö, ¿qué tienes que decir a
esto?-Layla arqueó una ceja.
Creo que sé a qué demonios se
refieren.-dijo la científica-¿Era un tipo con aspecto de monigote de agua?
Sí, doctora, así era.-asintió
James.
Philell.-dijo Kuritöö entre
dientes-Esa molesta rata de biblioteca va a intentar jodernos hasta el fin de
sus días…no puede matar ni a un mosquito, pero se le da demasiado bien
fastidiar planes…
¡Están demasiado
distraídos!-exclamó un soldado de los Fuuma-¡AHORA!
Los hombres abrieron fuego en
todas las direcciones.
¡Mierda!-exclamó Grant-¡Aquí no
hay donde resguardarse!
Leon se adelantó unos pasos.
¡Ni falta que hace!-exclamó-¡Por
fin algo de lo que me gusta!
El soldado sacó sus dos enormes
pistolas y comenzó a disparar a los distintos enemigos. No lograba tumbarlos a
causa de la armadura, pero podía desarmarlos con eficiencia.
¡Voy a pedir refuerzos!-exclamó
Kuritöö mientras sacaba un comunicador de mano-¡ORCOS! ¡ORCOS! ¡QUE VENGAN LOS
ORCOS!
Una horda de orcos apareció
corriendo en tropel pasillo abajo. Iban gritando y parecían muy alterados.
¡Vaya!-se sorprendió la
científica-Los refuerzos internos suelen ser rápidos, pero no TAN rápidos…
Pronto se dio cuenta de que los
orcos no estaban allí por obedecer a sus órdenes, sino por casualidad. Iban
huyendo de algo o de alguien…
¡DOCTORA KURITÖÖ!-chilló
cobardemente uno de ellos-¡SOCORRO! ¡Son Ta…Ta…TAIMANIN!
¿Qué?-preguntó Kuritöö-¿PRECISAMENTE
AHORA?
Yamiyuki, Shirubei, Inuhito,
Hagane, Rito y Aoi perseguían a los orcos. Habían encerrado a Philell para que
no se llevara una paliza.
¡Cobardes!-exclamó Hagane-Ninpô –
Fuuton no Jutsu! Kamaitachi!
(¡Arte ninja del viento! ¡Viento Cortante!)
Un ventarrón afilado arreció
contra los orcos, haciendo que sangraran.
¡Eso los frenará!-informó
Hagane-¡Ahora, chicos!
¡Esto es una locura!-exclamó
James-Nuestros enemigos están aquí por partida doble…
Aoi saltó hacia los orcos
mientras Rito corría debajo de él.
Ninpô – Raiton no Jutsu! Kagayaku
Mori!-conjuró Aoi.
(¡Arte ninja de la electricidad! ¡Bosque Brillante!)
Ninpô – Dôton no Jutsu!
Ishi-Bashi!-exclamó Rito.
(¡Arte ninja de la tierra! ¡Puente de Piedra!)
Rito clavó su maza en el suelo,
haciéndolo temblar y liberando una enorme línea recta de rocas verticales. Aoi
las regó con un enorme chorro de electricidad, creando un ataque combinado
bilateral que arrolló a los orcos, a parte de los Fuuma con la onda expansiva y
a varios de los soldados de Estados Unidos.
Shirubei e Inuhito se acercaron
armados a la muchedumbre que había en el pasillo.
Tenemos compañía…-dijo Inuhito.
Justo como planificamos…-corroboró
Shirubei-…Fuuma, Mazoku y soldados de Estados Unidos…
¡Sólo Yamiyuki Kuroi y Layla
Phoenix son objetivos prioritarios dentro de los presentes!-insistió un hombre
de los Fuuma-¡ATACAD!
Yamiyuki y Layla se miraron con
asco.
No veníamos por ti, pero no
estará mal hacerte pagar por lo de la otra vez…-dijo el Taimanin.
“Uro es nuestro objetivo. Si podéis acelerar el proceso, aprovechad
cualquier oportunidad.”-la petición de Philell apareció en la memoria de
los Taimanin.
¿Una pinza?-preguntó Rito mirando
a Yamiyuki.
¡Perfecto!-exclamó el chico-¡Nos
vengaremos después!
Los Fuuma abrieron fuego de
nuevo. Gracias a la intervención de los soldados y de los demonios, los
Taimanin no tuvieron que preocuparse mucho.
¡Tienen a Elizabeth!-exclamó
Layla-¡Ese Nioiko era el cabecilla de estos Fuuma asquerosos! ¡Nos la han
jugado!
¡Señora!-exclamó James-¡Usted es
más importante que Elizabeth! ¡Abandonemos este lugar antes de que sea
demasiado tarde!
¡No!-pensó Kuritöö-Quedaos un
ratito más…
Vais a tener razón por una
vez.-dijo la sargento-Kuritöö, gracias por acogernos. Ahora que nos hemos
reagrupado, será hora de marcharnos. Os debemos una.
Descuida…-dijo la científica con
un deje de resignación.
¡No os iréis por las
buenas!-exclamó un hombre de los Fuuma-¡ELIZABETH!
La robot saltó hacia los
soldados, interceptándolos.
¡Permítame, sargento Phoenix!-se
ofreció Gordon.
El corpulento artillero fue a
lanzar un vigoroso puñetazo contra Elizabeth, pero ésta ni siquiera se canteó.
Hard Body.-dijo Elizabeth-No hay
nada que pueda hacer mella en mi armadura.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!-gritó
Gordon dolorido.
Aquel puñetazo le había dolido
más a él que a la receptora. Elizabeth parecía estar a otro nivel.
Tentacle Smasher.-susurró
Elizabeth.
Del enorme armazón de su espalda
salieron unos tubos enormes y pesados que se movían como tentáculos. Fustigaron
y golpearon a todos los demonios, soldados y Taimanin del lugar, convirtiendo
aquello en un concierto de gritos de dolor.
A pesar de que esta arma es
nuestra…-comentó Christian en el suelo-…me resulta difícil encajar su poder…es
demasiado fuerte…
Eres el único que puede
reprogramarla, Christian…-comentó James con un hilo de voz-…sé fuerte…
Aoi cayó cerca del otro extremo
del pasillo. Vio que había un interruptor.
¡Chicos!-susurró-¡Es hora de
hacer la pinza que habíais planeado!
Los seis se levantaron con sigilo
mientras Elizabeth fustigaba con sus tentáculos a todo el mundo. Comenzaron a
correr una vez se hubieron levantado.
¡Los Taimanin se escapan!-exclamó
un hombre de los Fuuma.
¡A por Yamiyuki Kuroi!-dijo otro
de los hombres.
Tendría que capturarlos…-susurró
Kuritöö-…pero no es el momento…
Los chicos atravesaron el
pasillo, dejando a Aoi el último. Éste pasó la corriente por el interruptor,
haciendo que una pesada puerta de seguridad cayese tras ellos.
Oh, oh…-susurró un hombre de los
Fuuma-…nos han atrapado entre los soldados y los Mazoku…esto pinta mal…
Aquel hombre no se dio cuenta de
que le estaban quitando el casco con mucha delicadeza. Cuando notó el aire
fresco en su cara, no tardó en notar que unas tijeras se clavaban en su cuello,
hundiéndose en la clavícula derecha.
Dulces sueños…-dijo Andrei tras
arrancar sus tijeras de aquel cuello.
Está claro que estos tipos
armados nos quieren ver muertos…-dijo Púrpura-…no sé por qué, pero ya es hora
de pelear.
Gordon se lanzó de nuevo contra
Elizabeth. Sentía que la fuerza de esa mujer robótica era muy superior a la
suya, pero no podía quedarse de brazos cruzados. Kuritöö y Layla se miraron.
Sargento Phoenix…-dijo Kuritöö-…creo
que es hora de pactar.
¿De qué forma?-preguntó la militar.
¿Qué te parece si desde ahora
cooperamos como una única facción para acabar con los Taimanin?-preguntó
Kuritöö-Sois una subcontrata nuestra al fin y al cabo, así que esto sería un
ascenso…
La demonio tendió la mano hacia
la humana.
A veces hay que hacer sacrificios
para sobrevivir…-dijo Layla estrechando la mano de Kuritöö.
Ha picado.-se sonrió la demonio.
.
. .
Tras correr en solitario durante
unos cuantos pasillos, los Taimanin llegaron hasta una sala muy bien iluminada
donde había una celda de vidrio con forma de pirámide cuadrangular. Dentro, reconocieron
al hombre al que estaban buscando: Uro Oswald.
¡Mirad!-exclamó Inuhito.
Los chicos repararon en el
demonio, que estaba aburrido e irritado.
¿Taimanin?-pensó Uro-¿No
habrás sido capaz de…
Tras varios diálogos entre ellos,
los Taimanin se pusieron de acuerdo en liberar a Philell.
¡Uro!-exclamó el recién
llegado-¡Mi amado Uro!
¡Philell!-exclamó Uro, que ni se
había inmutado al ver a los Taimanin-¡PHILELL!
Es una larga historia…-dijo el
demonio acuático-…tengo mucho que contarte…los Taimanin me han ayudado…
¡Sácame de aquí, por favor!-pidió
Uro-¡Tenemos que irnos! ¡Nos matarán!
¡YA LO CREO QUE OS MATARÉ!-gritó
una voz conocida.
De las alturas de la sala cayó un
enorme ogro de piel ocre, abriendo un boquete en el suelo con sus grandes pies
calzados con botas: Kazark. Portaba varias armas pesadas de fuego, y estaba
dispuesto a acabar con los demonios benignos y los Taimanin.
¡TÚ OTRA VEZ!-chilló Aoi.
Esta vez no he venido a jugar con
vosotros…-dijo Kazark con seriedad.
El ogro chasqueó los dedos. Un
montón de máquinas robadas y reprogramadas del ejército estadounidense se lanzó
al ataque.
¡Cabrones!-exclamó Shirubei-¡No
estorbéis!
Los seis chicos se enzarzaron con
los monstruos mecánicos. Philell no sabía cómo reaccionar: estaba muy nervioso
porque por fin recuperaría a Uro, pero el recién llegado era un enemigo muy
fuerte.
No os llevaréis a nuestro
rehén.-dijo el ogro tajantemente.
¿Seguro que no?-preguntó Philell
desafiante.
Eres muy valiente para lo poco
que vales en combate…-dijo Kazark-… ¿qué crees que puedes hacer para salvar a
este debilucho?
Lo que sea con tal de proteger a
mi amado.-dijo Philell con determinación.
¿Lo que sea?-se burló Kazark-No
me hagas reír, mequetrefe… no creo que pudieras hacer la mitad de lo que dices.
Philell se vio solo ante Kazark:
Uro estaba encerrado y los seis Taimanin estaban ocupados. La situación era
apremiante.
No me queda más remedio…-dijo
Philell tensando su cuerpo-…lucharé contra ti si hace falta.
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