TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 50: Familias
y guerras
Aoi había dicho a sus compañeros
que quería transmitirles información importante. Sus compañeros se mostraron
curiosos.
Philell me ha dado esto.-Aoi le
tendió un papel a Yamiyuki-Dice que es para todos nosotros. Han conseguido
escapar con una ayuda inesperada. ¿Recordáis a Vega, la nereida que nos ayudó
en el Hotel Rakuen? Ha aparecido y se ha llevado a Philell y a Uro hacia un
sitio en el que probablemente gocen de mejor seguridad que aquí.
¿Vega?-preguntó Shirubei-Joder,
qué buenorra que estaba…
No te lo niego…-respondió Rito-…aunque
me hubiera gustado un poquito más amazona y menos nereida…
Tú y tus músculos…-respondió
Shirubei.
¿Y si cuando volvamos a casa nos
hacemos unas buenas pajas, tú pensando en Vega y yo pensando en Power
Lady?-preguntó Rito con cordialidad.
¡Me apunto!-exclamó Shirubei.
¡Y yo!-respondió Hagane-¡Ya
pensaré en algo o alguien, pero las pajas siempre son bienvenidas!
No seáis así, que necesito una
ahora mismo…-susurró Aoi-…jamás me imaginé que me iba a dar tanto gusto acabar
con ese desgraciado…
Por fin te haces uno de los
nuestros, ¿eh?-preguntó Inuhito con sorna-¿Qué demonios? Estoy muy tristón
últimamente, me apunto a esas pajas…
No hay cinco sin seis,
¿no?-preguntó Yamiyuki-En cualquier caso, primero centrémonos en salir de aquí…yo
también tengo ganas de poner los pies en casa, creedme.
Yamiyuki desdobló el papel y
comenzó a leer en voz alta:
“Aliados Taimanin:
Os agradezco profunda y enormemente todo lo que habéis hecho por
nosotros. Sé que los Mazoku y los humanos no nos llevamos bien, pero el haber
hecho esto con vuestra ayuda es un rayo de esperanza para mí. Me habéis
recordado que la vida en sociedad pacífica y respetuosa en la que coexistamos
demonios y humanos es posible. Sólo hay que erradicar a los demonios corruptos
y malvados, que os están mostrando sólo un lado del Mundo de los Espíritus: el
malo. Todo en esta vida tiene un lado bueno y un lado malo. Espero que sepáis
encestarnos en el bueno. En cualquier caso, nuestro pacto ha acabado. Estamos
un poco lejos de vosotros y en unas condiciones apremiantes, así que sólo puedo
dejaros esta carta de despedida. No me quería ir sin avisar. Gracias por
devolverme a los brazos de Uro. Gracias por cooperar con los que creemos en la
justicia. Gracias por vuestra fuerza. Gracias por ser vosotros. A partir de
ahora tal vez no seamos aliados, pero tampoco enemigos. Haremos lo que esté en
nuestras manos para que cada vez sean menos los Mazoku que quieran perseguir a
los humanos de manera injusta y gratuita. Me hubiera gustado estrechar vuestras
manos, pero no habríais querido…y, una vez más, no os culpo por ello. Un saludo.
Philell.
Posdata: No soy el único que se acuerda de vosotros…
Sois completos desconocidos para mí, pero, si Philell ha confiado en
vosotros, he de creer en su palabra. Habéis hecho esto posible. Gracias. Uro Oswald.
¡Estáis demasiado buenos para la edad que tenéis! No creo que volvamos
a vernos, y es una pena, porque me alegrabais la vista. Bah, unos chavales como
vosotros tienen un buen futuro labrado, ¿verdad? ¡Nos vamos a tomar por culo!
Vega.”
Qué amables.-concluyó el chico
volviendo a plegar la carta-Guardaré este papel … no quiero tirarlo aunque no
me guste la idea de haber trabajado con demonios. Ha sido una decisión correcta
aunque no nos haya terminado de gustar llevarla a cabo, ¿no es así?
Sus compañeros asintieron con la
cabeza tras un somero intercambio de comentarios. Aoi volvió a pronunciarse.
Hay algo más que me gustaría
deciros…-anunció Aoi-…el edificio se está llenando de hordas de bestias
demoníacas de alto nivel. Están apareciendo de la nada y las he visto atacar
incluso a los mercenarios.
Las he escuchado por aquí cerca…-dijo
Inuhito-…aunque, de todas maneras, es muy bueno que nos lo hayas dicho. No
sabíamos hasta dónde habían proliferado, pero veo que han llegado lejos.
¡Gracias por el aviso!
¿Has visto a esos monstruos,
Aoi?-preguntó Hagane con curiosidad.
Sí.-respondió Aoi-Son…
¿Cómo son?-Shirubei se atrevió a
preguntar.
Un temblor sacudió la sala. Todo
comenzó a llenarse de torbellinos negros de los que empezaron a salir bestias
demoníacas de aspecto amenazador por doquier.
¿Las bestias que viste son como
éstas, por un casual?-preguntó Yamiyuki.
¡Sí!-exclamó Aoi-¡Y no son moco de
pavo! ¡No son como los orcos, ni como los ogros, ni como los perros del
infierno ni como las invocaciones de esa bruja de Belladonna!
¡Joder!-exclamó Rito esquivando la
embestida de un demonio gigante con forma de toro-¿Qué son estas cosas? ¡Nunca
había sentido tanto poder emanando de un demonio menor!
Creo que lo único que los hace
demonios menores es que no tienen inteligencia ni idioma como otros…-conjeturó
Yamiyuki-…porque en poder destructivo me parece que van servidos y sobrados…
La cuestión es…-añadió Shirubei-…
¿realmente ganamos algo matando a estas bestias? Hemos cumplido nuestro pacto
con Philell, nos hemos separado de él por mutuo acuerdo y por el camino el
crack de Aoi se ha cargado a ese comepollas de Kazark. ¿Y si nos largamos a
Gokuruma y dejamos que estos bichos se mueran de hambre, se maten entre ellos o
se monten una bacanal?
Ésa es una muy buena cuestión.-corroboró
Inuhito-Realmente ya no tenemos mucho más que hacer aquí. No podemos
adentrarnos en el edificio y buscar a Kuritöö, a Benibatsu y a Tigres en
nuestro estado actual. ¡Larguémonos de aquí!
Lleváis razón.-dijo Yamiyuki-No
tenemos nada más que hacer en este lugar por el momento. ¡Nos vamos a Gokuruma!
¡Esquivaremos a las bestias y mataremos sólo a las que nos impidan todo avance!
¡SÍ!-exclamaron a coro los otros
cinco guerreros.
Los chicos se aventuraron hacia la
salida, pero un manto de negrura solidificada se erigió frente a ellos.
¿Es el poder de la
oscuridad?-preguntó Hagane dando un paso atrás.
¿Tal vez un sello
Mazoku?-conjeturó Inuhito.
Sea lo que sea, tenemos que hacer
que caiga.-dijo Rito-¿Alguna idea?
De momento, creo que la única idea
que podemos tener va a ser pelear…-respondió Shirubei-…nos han encerrado con
las bestias.
Aquellos monstruos formaban un
grupo cada vez más numeroso. No dejaban de salir de vórtices oscuros creados de
la nada.
¡Maldita sea!-exclamó Aoi-¡Son
demasiados! ¿Cómo vamos a pelear así?
Shirubei se aventuró a asaltar a
una bestia con forma de buitre gigantesco. La garra de su mano izquierda se
clavó en su plumoso cuerpo, pero el vuelo que emprendió pronto lo dejó atrás,
regalándole una dura caída al suelo.
¡Cómo tira!-exclamó Shirubei-¡Menuda
fuerza! No había sentido un golpe tan fuerte desde que peleé con esa Virgo
junto a Rito y a Seika…
¿Vrutha no te zurró bien?-preguntó
Rito arqueando una ceja con complicidad.
Le zurré yo a ella.-dijo Shirubei-La
reduje a carne picada. No tenía ni la mitad de fuerza muscular de Virgo. Joder,
cómo me la cargué…Rito, macho, no me digas eso en medio de una misión, que me
empalmo y necesito mucha sangre para llenar eso…
Pues no me hables tú de mujeres
musculosas, que me pasa lo mismo y necesito DEMASIADA sangre para llenar lo que
tengo.-le espetó Rito con una sonrisa traviesa.
Los Taimanin intercambiaban bromas
y comentarios subidos de tono en medio de la misión. La alegría de su victoria,
el haber cumplido su pacto y el haber visto a Aoi superar sus rencillas del
pasado y acabar con Kazark les había dado una gran dosis de optimismo, fuerza y
voluntad para ganar aquel combate y escapar hacia la seguridad de Gokuruma.
Oyeron un golpe. Hagane había sido
golpeado por un monstruo con forma de cocodrilo gigante. Tras el impacto, se
incorporó con presteza.
A ver si la sangre que va a haber
aquí va a ser la que nos saquen de un golpe…-dijo Hagane-… ¿qué pasa con estos
demonios? ¿Están drogados?
¡Ataquemos todos juntos!-propuso
Inuhito.
Los demás asintieron. Se lanzaron
a por el cocodrilo demoníaco que había atropellado a Hagane. Incluso el propio
Hagane se sumó al asalto después de levantarse. Todos lanzaron sus artes ninja
contra la bestia, sometiéndola a una fuerte combinación de elementos que logró
debilitarla.
¿Hemos hecho mella en sus
defensas?-preguntó Aoi extrañado.
Eso parece…-respondió Shirubei-…
¡acabemos con ese monstruo!
Aprovecharon el momento de
debilidad para clavar sus armas en aquella fiera de gran tamaño. Habían logrado
matar a un demonio de alto nivel, pero les había costado cierto esfuerzo que,
multiplicado por el número de monstruos que los rodeaban, resultaba
inabarcable.
Si tenemos que montar toda esta
película para cada uno de estos hijos de puta…-dijo Inuhito-…estamos un poco
jodidos.
No desistáis.-pidió
Yamiyuki-Saldremos de ésta.
Un monstruo con forma de oso
gigantesco con cuatro brazos se disponía a apresar a Aoi, que fue cogido por
sorpresa.
¡AOI!-chilló Shirubei, que era el
que más cerca estaba de él.
Todo pasó muy rápido. Dos
cuchillas kama atadas a cadenas se clavaron a ambos lados del cuello del oso.
Tras ellas, varios cuchillos kunai atados a robustos cables se clavaron en
diferentes puntos de su cuerpo. Por todos los cables y cadenas comenzó a pasar
corriente eléctrica, haciendo que el oso cayera muerto entre un abundante
vómito de sangre.
¿Qué ha sido eso?-preguntó
Yamiyuki-¿Lo has hecho tú, Aoi?
No, yo no he…-dijo Aoi-…
Se quedó sin palabras al ver a los
recién llegados. Eran un hombre y una mujer bastante jóvenes. Tenían
experiencia, pero no llegaban a los cuarenta años. El hombre vestía un uniforme
de Taimanin ajustado de color negro con una muceta de color azul eléctrico y un
faldón trasero a juego. Su cabello era de color azul eléctrico, muy largo y
recogido en una coleta alta. De su rostro colgaba una larga y tupida barba del
mismo color que lo hacía parecer mayor de lo que era. Sus ojos eran finos, algo
rasgados y del mismo color que su cabello. En su rostro había unas brillantes
pecas plateadas. Era casi tan alto como Hagane y tenía una complexión bastante
atlética. Asía dos cadenas de las que colgaban las cuchillas kama. Por su
parte, la mujer era más alta, un poco más que Aoi, tenía la piel muy pálida, al
igual que su acompañante, e iba embutida en un elegante y sensual traje de
color azul eléctrico. Su cabello era negro, liso y largo, le llegaba hasta casi
la cadera. Tenía algunas mechas de color azul eléctrico. La cremallera del
uniforme estaba bastante bajada, revelando un escote seductor. Sus pechos eran
muy grandes, su cintura era estrecha y sus glúteos eran prominentes y prietos,
como sus muslos. En los pies llevaba tacones de aguja y encima de la malla
llevaba una sobrefalda negra. De sus manos colgaban varios cables de cuyos
extremos pendían cuchillos kunai. Sus ojos, de color azul ennegrecido, se
clavaban en los demonios.
¡Tamako-dono!-exclamó
Yamiyuki-¡Meiou-dono! ¡Qué honor!
¡Señores Makihara!-se sorprendió
Shirubei-¿Han venido a ayudarnos?
Padre…-susurró Aoi-… Madre…
Aquella pareja la formaban Meiou
Makihara, el padre de Aoi, y Tamako Makihara, esposa de Meiou y madre de Aoi.
Los parecidos que su hijo guardaba con ellos eran innegables. Siempre habían
sido una familia unida y feliz.
Nos han informado de la peligrosa
proliferación demoníaca que ha comenzado a tener lugar aquí.-dijo Meiou-Venimos
aquí para cumplir una misión, son órdenes directas de Asagi-sama…y, por
supuesto, también hemos venido porque…
…porque no vamos a dejar que le
pase nada a nuestro hijo en un momento tan crítico.-Tamako terminó la frase-Y
vosotros, amigos de Aoi, contáis como nuestros hijos en lo que a merecer
nuestra protección respecta. ¡La caballería ha llegado! ¡Que tiemblen los
demonios!
Las bestias rugieron con fuerza.
La llegada de los refuerzos Taimanin no les hacía gracia. Tamako y Meiou se
miraron y asintieron.
Ninpô – Raiton no Jutsu!-exclamaron
a coro.
(¡Arte ninja de la electricidad!)
Marido y esposa lanzaron poderosos
rayos con sus manos contra varios demonios. Se notaba mucho la diferencia de
experiencia: aquellas bestias caían como moscas. Entre las explosiones
eléctricas se dibujó una rampa con forma de escalera de caracol de hielo que
bajó desde el techo hasta el suelo de la sala. Por dicha rampa comenzó a bajar
un hombre en silla de ruedas. Mientras bajaba, lanzaba estacas de hielo contra
los enemigos, que se congelaban al impacto y explotaban en esquirlas heladas.
El hombre tendría unos cincuenta y cinco años, era corpulento, robusto y
parecía bastante alto a pesar de que estaba sentado. Su cabello era de color
rubio intermedio con bastantes canas, y estaba recogido en una coleta alta. En
su rostro había una abundante barba. Sus ojos eran del color de la miel con un
deje ambarino. Iba vestido con un uniforme de Taimanin de color azul con
algunos ribetes y toques rojos y negros. Al llegar abajo del todo, destrozó la rampa
con un gesto de sus manos, haciendo que los pedazos de hielo llovieran sobre
los monstruos, causándoles daños severos.
Por supuesto, Asagi-sama no es
temeraria.-explicó Tamako-Nunca se le habría ocurrido enviar a dos personas
solas al edificio en el que la mismísima Tigres Black reside.
Hemos venido muy bien acompañados…-añadió
Meiou con una sonrisa.
¡Kinnosuke-dono!-exclamó Rito-¡Uno
de mis ídolos!
¡Papá!-exclamó Shirubei-¿Aún
tienes ganas de marcha?
Mover el esqueleto no tiene edad,
hijo…-dijo el recién llegado con una sonrisa-…menuda mierda de vida si no lo
hiciera. Bastante tengo con estar lisiado. Dejadme que me divierta, ¿no?
Aquel hombre se llamaba Kinnosuke
Anome, y era el padre de Shirubei. Lo consideran el mejor Taimanin
elementalista de hielo de su generación y fue víctima de una dramática guerra
que le costó perder la capacidad de andar para siempre. Para proteger a su
esposa y a su hijo, que entonces tenía cerca de seis años, encajó brutales
torturas y devastadores golpes hasta encontrar un resquicio que le permitiera
ganar el combate. Consiguió proteger a su familia y matar a los Mazoku, pero
hasta la doctora Himehagi fue incapaz de hacer que su cuerpo se recuperara.
Si has venido…-dijo Shirubei-…eso
significa que también ha venido…
¿Tu madre?-preguntó
Kinnosuke-¡Mira hacia arriba, machote!
Una tromba de agua cayó desde el
techo de la habitación. El patrón de la caída fue bastante selectivo, pues el
agua formó torbellinos que cayeron sobre los enemigos, persiguiéndolos como si
fueran lanzas animadas que acabaron por atravesarlos. Del techo se descolgó una
mujer que tendría, como Kinnosuke, unos cincuenta y cinco años. Se mantenía muy
en forma para su edad, aunque el paso de los años se iba notando en su cuerpo.
Tenía una larguísima cabellera de color rubio cenizo entrecano, una sabia y
profunda mirada de ojos de color amarillo anaranjado y una estatura casi como
la de Shirubei, rozando ambos los dos metros. Iba embutida en un traje de
Taimanin de color azul celeste con placas plateadas en la cintura y algunos
detalles negros, rojos y añiles a lo largo del uniforme. Asía un hacha enorme
con forma de molinillo. Al caer, cortó al demonio más grande de la sala por la
mitad de un hachazo, haciendo alarde de una fuerza brutal.
Cariño, parece que Shirubei se
alegra de vernos…-dijo Kinnosuke-… ¡JAJAJAJAJA!
La recién llegada miró a su hijo
con una sonrisa cálida.
Esto no te lo esperabas, ¿verdad?-preguntó
la mujer.
¡Señora Anome!-exclamó
Hagane-¡Cuánto tiempo!
Es un placer, Sanae-dono.-dijo
Inuhito con educación.
Sanae Anome, esposa de Kinnosuke y
madre de Shirubei, era una Taimanin veterana, al igual que su marido. Aunque no
solían hacer tantas misiones de campo como en su juventud, las circunstancias
de la situación les habían obligado a tomar las armas de nuevo. La consideraban
la mejor Taimanin elementalista de agua de su generación y, pese a su aspecto
bondadoso y maternal, es extremadamente cruel, violenta y despiadada con los
demonios.
¡Me alegro de veros,
chicos!-exclamó Sanae-¿Por dónde íbamos? Ah, sí… ¡iba a bañarme en la sangre de
las bestias desgraciadas que intentaban tocarle un pelo a mi hijo! Kinnosuke,
querido, tenemos trabajo, ¿verdad?
El hombre de la silla de ruedas
asintió.
Ninpô – Hyôton no Jutsu!-exclamó
Kinnosuke.
(¡Arte ninja del hielo!)
Ninpô – Suiton no Jutsu!-lo siguió
Sanae.
(¡Arte ninja del agua!)
Los chorros de agua y hielo del
matrimonio arreciaron contra los demonios. Ambos ataques conducían los rayos de
los padres de Aoi. El agua de Sanae producía conducción directa, mientras que
el hielo de Kinnosuke podía fundirse al calor de los rayos y generar
conducciones de agua que también amplificaban la electricidad. Los matrimonios
Makihara y Anome formaban un buen grupo de combate pese a que se llevaban casi
veinte años de edad.
Las bestias caían ante el
abrumador poder de los veteranos. Aquellos cuatro individuos habían conseguido diezmar
a la horda de bestias.
¡Sanae!-exclamó Tamako-¡Falta poco
para abrir el sello!
Tamako-kun, no te
preocupes.-respondió Sanae-Todo saldrá a pedir de boca. Aún no han venido las
comandantes de caballería… ¡JAJAJAJAJA!
¿A qué se referirá?-se preguntó
Rito.
Parece que Rito quiere saber quién
nos comanda…-dijo Kinnosuke con una sonrisa.
No tardarán en llegar…-dijo Meiou-…nuestro
grupo lo coordinan las personas más indicadas…
Yamiyuki sintió dos presencias.
Los demás parecían no sentirlas, pues no había notado que reaccionasen a ellas.
¿Significaría algo aquello?
Un montón de cuervos gigantes
comenzó a llover desde el cielo. Los demonios fueron atrapados por ellos y
sucumbieron ante su garras y sus picos.
¡Claro!-pensó Yamiyuki-¡Han
venido!
De detrás de un demonio emergió
una mujer. Sin miramientos, le pisó la cabeza y se la aplastó. La comandante de
aquel ejército Taimanin había llegado: superaba con creces los dos metros, era
casi tan alta como Rito. Su piel pálida contrastaba con su larga mata de
cabello negro, la cual llevaba recogida en una especie de moño alargado. Sus
ojos eran de color siena rojizo, y su cuerpo despampanante y voluptuoso iba
ataviado con una fina blusa de combate sin mangas de color rojo anaranjado con
un top negro debajo que llevaba a la vista, una minifalda negra de tubo y
guantes y botas negros, formando un conjunto de Taimanin muy provocativo.
¡Kaen-ane!-exclamó Yamiyuki.
Hola, hermano.-saludó la recién
llegada-Nuestros padres no han podido asistir a esta batalla, así que la
comandancia del grupo la llevamos nosotras.
Un demonio intentó abalanzarse
sobre ella, pero lo interceptó tensando un trozo de hilo metálico tetsugen. Con
una agilidad pasmosa, envolvió a la criatura en el hilo y apretó hasta hacerla
pedazos.
Bestias molestas…-dijo la joven-…
Ninpô – Karasu no Jutsu!
(¡Arte ninja de los cuervos!)
Una gran bandada de cuervos
comenzó a salir de la nada, atacando a los demonios y ayudando a los padres de
Aoi y Shirubei. Al asedio comenzaron a unirse unas enormes serpientes de
colores oscuros que ataban a las bestias y mordían sus puntos vitales.
Están aquí las dos…-pensó Yamiyuki contento.
De detrás del grupo apareció otra
chica. Era también muy alta, casi tanto como la anterior, y compartía sus
rasgos y su belleza. Sus ojos eran de color rojo poco saturado, su piel era muy
pálida y su cabello era negro como el azabache. Estaba recogido en una larga
trenza baja a excepción de dos tramos que llevaba recogidos en moños chinos
recubiertos de tela de color rojo saturado. Su uniforme de Taimanin era muy
exótico, estaba compuesto de una chaqueta negra de manga larga estilo motorista
que degradaba, en una sola pieza, a un qipao chino de color rojo con serpientes
doradas bordadas. Su voluptuoso y bien
dotado cuerpo lucía muy amenazador con aquella prenda. Llevaba unos mitones
rojos con dobladillos negros, y unas botas altas de metal ennegrecido con
adornos rojos. A ambos lados de cada pie tenía hachas acopladas en las botas.
Un total de cuatro hachas adaptadas a la forma de sus pies adornaban con su
tamaño y su aspecto amenazador sus preciosas botas que llegaban casi hasta sus
rodillas.
¡Kouen-ane!-exclamó de nuevo
Yamiyuki-¡Qué alegría veros a las dos!
Yamiyuki…-dijo la recién llegada
con una media sonrisa-…lo estás haciendo estupendamente. Me alegro de veros a
todos.
Hermana, tienes a un pesado detrás…-dijo
la otra chica-… ¡mátalo!
Ninpô – Hebi no Jutsu!-siseó.
(¡Arte ninja de las serpientes!)
De la mano de la recién llegada
emanó un manojo de serpientes que sirvió de látigo para golpear a la bestia
demoníaca que estaba a punto de saltar sobre ella. Las serpientes comenzaron
entonces a devorar cruelmente su cuerpo.
Aquellas jóvenes y hermosas
mujeres eran Kaen y Kouen Kuroi, las hermanas mayores de Yamiyuki. Eran muy
conocidas en su clan, y unas poderosas e imparables guerreras. Como su hermano
pequeño, eran tan hermosas como poderosas, y no parecían tener ningún punto
débil.
Buen golpe, Kouen.-dijo Kaen con
una sonrisa cómplice.
No habría sido tan bueno si no me
hubieras avisado, Kaen.-respondió Kouen-Te debo una, hermana.
Ahora que ya estamos todos…-dijo
Tamako-… ¡es hora de romper el sello! ¡Tenemos que sacar a los chicos de aquí!
Nos iremos todos juntos.-le
aseguró Meiou-No dejaré que os pase nada malo a nadie…
¡Qué bonito es ser joven!-terció
Kinnosuke-Yo también era un caballero a tu edad. Ahora he dejado el caballo y
cabalgo en esto…pero esa herida ya cicatrizó.
Cariño, ¿y si nos ahorramos las
batallitas?-preguntó Sanae-¡Tenemos muchos cráneos que partir!
Esta Sanae…-Kinnosuke se llevó las
manos a la cabeza.
Viene alguien.-advirtió Kouen con
un susurro.
¡En guardia todo el mundo!-advirtió
Kaen con voz autoritaria.
En efecto, llegó visita: Benibatsu
y Kuritöö irrumpieron por las puertas principales. Iban rodeados de una tropa
de mercenarios.
¿Qué demonios está pasando
aquí?-preguntó Kuritöö sorprendida-¿¡Más Taimanin!? ¡A ellos, hombres!
Los mercenarios corrieron al
auxilio de las bestias. Benibatsu asió su doble guadaña y se unió también a la
pelea. Kuritöö no dudó en apoyar desde la distancia con su metralleta.
Tamako se adelantó para
interceptar a los mercenarios. Con una flexibilidad y una elegancia pasmosas,
sus patadas giratorias dieron buena cuenta de aquellos hombres y mujeres.
Hijo…-le dijo a Aoi cuando se
acercó a ella para ayudarle-…ten clara una cosa: no te preocupes por las
flores. Vivir torturándote por eso no ayudará a nada. Es cierto que eran
nuestra plantación, pero podremos plantar más. Ninpô – Tanpopo no Jutsu!
(¡Arte ninja de los dientes de león!)
La madre de Aoi saltó
elegantemente en el aire y, girando sobre sí misma, liberó una fuerte corriente
de partículas de dientes de león, arreciando contra los mercenarios y
terminando de inutilizarlos. Con lágrimas en los ojos, Aoi le dio las gracias a
su madre. Aquel ataque había sido realmente precioso, y simbolizaba gran parte
de la historia de los Makihara.
¡Buen tiro!-exclamó Sanae desde la
lejanía-Pero, ¿será posible? ¿Vas a quedarte toda la diversión para ti sola?
Sanae se unió a Tamako. Al ser sus
hijos mejores amigos, estaba claro que se conocían y se relacionaban, pero
parecían estar haciéndose buenas amigas a través del combate. El hacha de la
veterana comenzó a dar cuenta de las bestias a la vez que peligrosos géiseres
las lanzaban por los aires, presionando sus heridas y haciendo que se partieran
por la mitad.
¿Has visto, Meiou-kun?-preguntó
Kinnosuke-Nuestras mujeres se van por su cuenta y nos dejan con un palmo de
narices… ¿qué tal si les enseñamos que también sabemos jugar?
Será un placer,
Kinnosuke-dono.-respondió Meiou con una sonrisa.
Los dos varones de ambos
matrimonios irrumpieron en el combate. Los kama de Meiou cortaban a las bestias
y conducían los rayos de su dueño. Mientras tanto, Kinnosuke utilizaba los
motores de su silla de ruedas para embestir a los enemigos, lo cual era
especialmente efectivo si antes los congelaba para romperlos en pedazos. La
batalla parecía estar decidida.
¿De dónde ha salido esta
gente?-preguntó Kuritöö iracunda.
¡De un lugar al que no van a
volver!-bramó Benibatsu-¡Acabemos con ellos!
Son los peces gordos de la
avanzadilla…-dijo Kaen-… ¿qué tal si nos los repartimos, hermana?
Kouen saltó hacia Kaen y se colocó
a su lado.
Perfecto.-dijo.
Ambas hermanas hicieron sendos
sellos ninja.
Ninpô – Katon no Jutsu!-exclamaron
las dos.
(¡Arte ninja del fuego!)
Kaen conjuró un enorme aro de
fuego que salió disparado contra Kuritöö, atrapándola y envolviéndola en
llamas. Paralelamente, Kouen dejó salir un rayo de fuego que golpeó el pecho de
Benibatsu y causó una enorme explosión.
¡No nos quedemos atrás!-ordenó
Yamiyuki al ver aquel despliegue de poder.
Shirubei se unió a sus padres
atacando a los demonios con sus garras. Cerca de ellos, Aoi blandía su látigo y
lanzaba rayos con decisión mientras su madre lo abrigaba con dientes de león y
su padre le ayudaba con la electricidad. Nodachi en mano, Yamiyuki se unió a
sus hermanas: la hermana mayor, Kaen, comenzó a escindir a las bestias por la
mitad con sus hilos metálicos mientras las empujaba contra ellos a patadas. La
hermana mediana, Kouen, comenzó a lanzar vigorosas y aerodinámicas patadas
contra todos los enemigos que se encontraba, cortándolos con sus hachas.
Finalmente, el hermano pequeño, Yamiyuki, no dudó en despachar también a varios
Mazoku con potentes estocadas. Desgraciadamente, Rito, Hagane e Inuhito eran
huérfanos, pero no por ello dejaron de pelear, pues consideraban a sus amigos
su actual familia. Los abanicos de Hagane fueron abiertos hasta formar ruedas y
volaron por todo el campo, cortando a muchos enemigos. Inuhito buscaba a los
enemigos heridos por su amigo con el olor a sangre y los remataba abriendo aún
más sus heridas con el aro. Mientras tanto, Rito aplastaba con su temible
fuerza y su fiel maza a los enemigos que trataban de romper el equilibrio del
ataque combinado de sus amigos.
La alegría se terminó cuando
Kuritöö y Benibatsu se levantaron tras los ataques de las hermanas Kuroi.
Parece que los hemos subestimado…-dijo
Kouen.
Tranquila.-respondió Kaen con
seguridad-No es nada que no podamos solucionar.
Benibatsu comenzó a disparar la
sangre de sus heridas mientras Kuritöö atacaba desde lejos con larguísimos
tentáculos provistos de cuchillas, martillos y demás elementos agresivos. Los
tres Kuroi se juntaron y enviaron una ráfaga de cuervos, serpientes y pétalos
de rosa que embistió al traidor. Tras esto, Yamiyuki se acercó más a sus
amigos, pues no pegaba a mujeres, razón por la cual fueron Kaen y Kouen las que
volvieron a lanzar un brutal ataque contra Kuritöö: la rodearon y la lincharon.
Kaen la ató con su tetsugen, causándole cortes sangrantes. Una vez
inmovilizada, le dieron una paliza entre las dos. Los puñetazos y patadas de
las hermanas eran muy fuertes: Kouen mezclaba las artes marciales chinas con la
rudeza de sus hachas y Kaen utilizaba un equilibrado, elegante y potente estilo
equilibrado de puñetazos y patadas.
Antes de que se dieran cuenta, los
demonios habían desaparecido casi por completo: los habían matado a casi todos.
¡Rompamos el sello!-ordenó
Kaen-¡Sanae-dono, Tamako-dono, Meiou-dono, Kinnosuke-dono, colóquense frente al muro negro!
Los cuatro veteranos se colocaron
frente al muro.
Vamos a romper el sello con el
poder de los elementos.-explicó Kaen-Lanzad vuestros poderes elementales contra
el muro y unid vuestras fuerzas.
¡Os ayudaremos!-exclamó
Yamiyuki-Controlamos elementos que vuestro grupo no.
La hermana mayor asintió. Tras
acabar con todos los demonios, se colocaron frente al muro.
Shirubei, hijo…-dijo Sanae-…ayuda
a tu padre. Él está más debilitado que yo. Me las apañaré sola…
Con una sensación agridulce,
Shirubei asintió. Todavía le dolía ver a su padre en silla de ruedas.
Ninpô – Raiton no Jutsu!-exclamaron
a coro Tamako, Meiou y Aoi.
(¡Arte ninja de la electricidad!)
Ninpô – Hyôton no
Jutsu!-exclamaron al unísono Shirubei y Kinnosuke.
(¡Arte ninja del hielo!)
Ninpô – Suiton no Jutsu!-bramó
Sanae.
(¡Arte ninja del agua!)
Ninpô – Katon no Jutsu!-gritaron a
la vez Kaen, Kouen y Yamiyuki.
(¡Arte ninja del fuego!)
Ninpô – Dôton no Jutsu!-conjuró
Rito.
(¡Arte ninja de la tierra!)
Ninpô – Fûton no Jutsu!-profirió
Hagane.
(¡Arte ninja del viento!)
Los seis elementos chocaron contra
el muro. Seis colores diferentes que emitían seis luces diferentes. Al juntarse
todas, se formó una corriente blanca que destruyó los muros negros, revelando
de nuevo las puertas que daban a la calle.
Y por último pero no por ello
menos importante…-dijo Inuhito-… Ninpô – Kiba no Jutsu!
(¡Arte ninja de los colmillos!)
Inuhito se lanzó contra las
puertas y las escindió por la mitad con una patada cortante.
¡Larguémonos!-ordenó Kaen.
Benibatsu y Kuritöö se habían
levantado.
Pagaréis por esto…-amenazó la
científica.
Tigres-sama…-balbució el hermano
traidor de Inuhito-…no puedo…seguir…luchando…
Se lo tendremos que dejar a ella
por esta vez.-dijo Kuritöö-¡Vámonos!
Los dos secuaces de Tigres Black
salieron de la sala, pero se toparon con Tigres Black en persona.
No me expliquéis nada.-dijo sin
saludar-Lo he visto todo y no os castigaré por hoy. Y vosotros, sucios Taimanin…
¡huid mientras podáis! ¡Pronto dominaré el mundo!
Tigres-sama, ¿todo esto ha tenido
algo que ver con…-intentó preguntar Kuritöö.
Sí.-dijo Tigres-Por fin ha venido.
Adelante, mi amado… pasa y saluda.
A la sala entró un hombre tan alto
como Tigres. Era delgado y tenía un aspecto imponente. Una larga cabellera lisa
de color azul pastel adornaba su cabeza. Sus ojos eran brillantes, rasgados y
de color naranja. Su piel era muy pálida y su cuerpo estaba completamente
tapado por una túnica de color crema con tiras marrones y mangas blancas.
¡Por fin en el mundo
humano!-exclamó el recién llegado.
Os presento a mi prometido:-dijo
Tigres-Braulio Cromwell. Cuando nuestra boda se celebre, todo habrá acabado,
incluso la esperanza.
Saludos…-dijo Braulio-…Taimanin.
Pronto veréis que todo lo que habéis luchado contra los Mazoku no ha sido más
que un paseo… ¡JAJAJAJAJAJAAJA!
No obstante, hoy no podemos hacer
nada por mucho que lo deseemos.-dijo Tigres-Nos habéis quitado a Kazark y
habéis destruido este lugar. ¡Largaos de aquí y temed el día de nuestro
siguiente encuentro!
Sanae se giró hacia la grieta que
había abierto Inuhito y la reventó con una enorme burbuja explosiva, abriendo
una salida por la fuerza.
¡Vigilad que no nos sigan!-exclamó
Kaen-¡Nos retiramos a Gokuruma por invitación expresa del enemigo! No intentéis
plantar batalla ahora, ¡no estamos preparados! ¡Vamos!
Los Taimanin obedecieron y
salieron por el hueco recién abierto, dejando atrás una de las batallas más
cruentas que habían tenido.
(En este episodio os he mostrado a las familias de los Taimanin. No es
gran cosa, pero es una manera de mostraros todo lo que me hace sentir esta
historia y lo puramente feliz que estoy siendo con su realización. Ya llevamos
50 episodios y aún quedan muchos más, por lo que este pequeño especial de
personajes extra servirá para conmemorar la llegada a este número tan alto sin
descanso ni división por temporadas. Estoy verdaderamente contento y siento que
tengo mucho que agradecer a mis lectores. Por ello, os doy las gracias de
corazón a todos, pues habéis hecho que, en parte, estos 50 episodios sean
posibles. ¡Muchas gracias!)